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El día que rompieron a Maradona jugando en Barcelona

"Me rompió… ¡Me rompió!" Llorando en la camilla, mientras era retirado del césped, Maradona gritaba desesperado con las manos en la cara y acompañado de Àngel Mur, legendario masajista del Barcelona que fue el primero en atenderlo tras su caída aquel 24 de septiembre de 1983 en la noche que el Camp Nou se mantuvo en el silencio más terrible que se recuerda. La noche en que Andoni Goikoetxea rompió a Maradona.

Era un sábado de fiesta. En los cines triunfaban películas de estreno que acabarían siendo míticas como ‘Oficial y Caballero’ o ‘Flashdance’ y el Camp Nou, que celebraba 26 años desde su inauguración, presentaba un lleno hasta la bandera. La rivalidad entre el Barça y el Athletic de Javier Clemente estaba en efervescencia, nadie había olvidado que en diciembre de 1981 Goikoetxea había lesionado a Schuster en San Mamés y el ambiente estaba de lo más caldeado.

Pasada la media hora, un pase mágico del Diego desembocó en el 1-0 marcado por Perico Alonso (padre de Xabi Alonso) y al borde del descanso Julio Alberto, de cabeza, logró el 2-0 que conducía el partido a una victoria plácida. La pareja Schuster-Maradona lideraba con magnificencia al equipo dirigido por Menotti y el Athletic apenas era capaz de detener el torrente de juego azulgrana a base de faltas… Hasta que todo estalló.

A los diez minutos del segundo tiempo Schuster entró con una dureza fuera de lo normal a Goikoetxea y segundos después el central vasco fue a por Maradona de manera increíble. Conducía Diego el balón por el círculo central, sin más, en un inicio de jugada intrascendente, cuando por detrás apareció lanzándose con los pies por delante Goikoetxea, impactando en su tobillo izquierdo, que cayó en redondo.

Maradona hizo un primer amago de levantarse mientras 120 mil espectadores contenían la respiración y el silencio era casi absoluto… Y de repente se dejó caer otra vez en el suelo, revolcándose de dolor y provocando la mayor indignación recordada, aumentada cuando el árbitro le mostró solamente la tarjeta amarilla a Goikoetxea al tiempo que Àngel Mur corría hacia el argentino.

Retirado en camilla y sustituido por Esteban, a Diego le hizo una primera exploración el doctor Carlos Bestit en la enfermería del estadio y diagnosticando poco después en la sala de prensa que el argentino sufría una “fractura del maléolo peroneal del tobillo izquierdo con desviación, arrancamiento del ligamento lateral interno con desgarro”. ¿Hasta qué punto es grave? Se le preguntó al médico del club. “Es imprescindible operar y se estima una baja de cuatro meses” concluyó.

El Barça terminó ganando el partido por 4-0, con dos goles más en los dos últimos minutos de Carrasco y Marcos (el padre de Marcos Alonso), pero el resultado, conocida la declaración del doctor Bestit, ya quedaba en segundo plano. Maradona fue operado de madrugada por el doctor González Adrio mientras la tensión no hizo más que aumentar con declaraciones de todo tipo.

“Deberá morirse alguien para que cambien las cosas” se quejó Menotti mientras Clemente, lejos de apaciguar los ánimos, abandonó Barcelona desafiante: “Estoy orgulloso de mis jugadores” y Goikoetxea restó trascendencia al suceso: “Fue una acción más del partido, no merezco ninguna sanción”.

Calificado como “carnicero” por no pocos medios, el central del Athletic fue castigado con 18 partidos de sanción, después rebajada a 10 encuentros, y Diego se perdió los siguientes 18 disputados por el Barça, hasta su reaparición el 8 de enero de 1984 ante el Sevilla en un partido que el equipo de Menotti ganó por 3-1 y en el que marcó dos goles y asistió en el restante a Marcos.

Ahí comenzaron sus últimos meses de azulgrana. Se despidió del Camp Nou expulsado frente al Espanyol y del Barça en una final de Copa que desembocó en batalla campal, en pleno Bernabéu, con los jugadores del… Athletic de Bilbao. Pero ni su triste salida del club ni su vida posterior ni nada pudieron hacer olvidar que Maradona, de manera efímera, fue un ídolo indiscutible y absoluto en Barcelona.