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Dialéctica de la imaginación: Pablo González Casanova, una biografía intelectual Dialéctica de la imaginación: Pablo González Casanova, una biografía intelectual Jaime Torres Guillén LA JORNADA EDICIONES Primera edición 2014 Diseño de la serie: Natalia Rojas Nieto D.R. © 2014¡Jaime Torres Guillén D.R. © 2014, La Jornada Ediciones/Demos, Desarrollo de Medios, SA de cv, Ave. Cuauhténioc 1236, Colonia Santa Cruz Atoyac, México, D.E 0331 O, México, Teléfono: (55) 9183 0300 Esta obra no podrá reproducirse total o parcialmente -incluido el diseño tipográfico y de portada:_ sea cual fuere el medio, electrónico o mecánico, sin el consentimiento por escrito del editor. Portada: El investigador Pablo González C asanova, del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México, durante la mesa tres: Pensamientos Latinoamericanos y Luchas Sociales en América Latina, del Coloquio Colombia: Internacionalización del Conflicto y Pensamiento Latinoamericano, en la facultad de Ciendas Políticas y Sociales de la UNAM, 8 de mayo de 2008. Fotografía de Cristina Rodríguez/La]amada . ISBN: 978-607-95998-5-0 Impreso en México/Printed in Mexico www.jornada.unam.mx https://.libreria.Jornada.com.mx Índice Introducción CAPÍTULO I: HERENCIA Y CULTIVO INTELECTUAL DE LA DEMOCRACIA El zapatismo como principio vital, moral y político De la historia a la sociología, de la academia a la política Poder, política y pueblo: el interés por comprender la nación Los estudios sobre el sistema político mexicano y la aparición de La democracia en México 11 19 19 29 38 43 CAPÍTULO II: TIEMPOS DE TRANSICIÓN: DE PENSAR LA DEMOCRACIA A EXPLICAR LA EXPLOTACIÓN La sociología crítica en México Marx y la sociología de la explotación La aritmética contrarrevolucionaria en el movimiento estudiantil de 1968 Pablo González Casanova frente al poder La comunidad universitaria como utopía: el rectorado 1970-1972 Fuego cruzado: la defensa de la autonomía universitaria Los años críticos y el vuelco hacia América Latina CAPÍTULO III: HACER LA HISTORIA DE AMÉRICA LATINA Los pueblos latinoamericanos en su historia Narrar lo que somos para impedir el paso al imperialismo El movimiento obrero y la historia política de los campesinos latinoamericanos Autodeterminación y hegemonía del pueblo Nicaragua y Cuba como principio político y moral Excurso: Pablo González Casanova, polémicas por Cuba y Nicaragua 79 93 120 132 140 151 163 170 179 205 211 219 226 241 CAPÍTULO IV: LA DEMOCRACIA EN MÉXICO: CRISIS, TRANSICIÓN Y EMERGENCIA POPULAR La nueva agenda para el país: estudiar el Estado y los partidos políticos en México Las elecciones en México: 1988, coyuntura y procesos políticos La democracia emergente: los sujetos sociales y su acción en la historia La democracia de los de abajo en México CAPÍTULO V: PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO La defensa de la democracia en la era de la globalización y el neoliberalismo La primera revolución del siglo xxi El capitalismo mundial bajo la mirada de “mandar obedeciendo” La universidad necesaria en el siglo xxi Interdisciplina y complejidad. El arribo de las tecnociencias y la experiencia en el ceiich En defensa de la humanidad y por una restructuración conceptual de las ciencias sociales De la academia a la política con los pobres de la tierra 273 273 310 319 330 335 335 353 395 415 457 473 483 EPÍLOGO 499 BIBLIOGRAFÍA 509 552 554 Periódicos consultados Entrevistas realizadas APÉNDICE: BIBLIOGRAFÍA DE PABLO GONZÁLEZ CASANOVA 557 Al cariño de Hilda Nely Introducción E n Estados Unidos, en una época de dogmatismo positivista, C. Wright Mills escribió La imaginación sociológica (1981). En un escenario posbélico marcadamente antimarxista, Wright Mills introdujo la imaginación al pensamiento sociológico para enfrentar los esquemas de ciencia social tradicionales: funcionalistas, empiricistas y positivistas. La imaginación fue su categoría clave con la que tomó una posición intelectual realmente subversiva. A diferencia de la sociología tradicional que se estaba haciendo en esos momentos, la imaginación sociológica permitía, según el intelectual norteamericano, “comprender el escenario histórico más amplio en cuanto a su signiicado para la vida interior y para la trayectoria exterior de diversidad de individuos” (Mills, 1981: 25). La crítica a la “gran teoría” de Talcott Parsons y al empirismo abstracto de Paul Lazarsfeld se basaba en gran medida en la carencia de imaginación en sus estudios. La primera suponía que la estructura social era un orden dado, metafísico, estático y universal; el segundo, por lo regular confundía el objeto de estudio con la metodología usada. Para Wright Mills la imaginación era la crítica que le permitía escapar del dogmatismo cientiicista, generar conocimiento y comprender las transformaciones de los sujetos en relación con los cambios históricos de las sociedades. En una palabra: con la imaginación sociológica era posible comprender las inquietudes privadas del individuo y los problemas públicos de la sociedad. Bajo un talante muy parecido al de Wright Mills, Gilbert Durand escribió en 1960 La imaginación simbólica y en 1973 Martin Jay, La ima­ ginación dialéctica. El primero intentó rescatar el símbolo del aparente triunfo de la explicación positivista, la corriente cientiicista surgida del cartesianismo y la hegemonía estructuralista de los años sesenta en Fran11 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL cia. Martin Jay, por su parte, dio cuenta de un pensamiento netamente singular que, a pesar de convivir al lado de teorías de la historia proteicas y metodologías cientíico-burocráticas, como las de Max Horkheimer, T.W. Adorno, Herbert Marcuse, Friedrich Pollock, Leo Lowenthal, Walter Benjamin y otros miembros de la Escuela de Frankfurt, logró imaginar formas innovadoras para analizar y comprender la realidad social. La obra que aquí se presenta está inspirada en estos trabajos. En ella también se habla de la imaginación, de su dialéctica expresada en la trayectoria intelectual de Pablo González Casanova. Los términos unidos, dialéctica de la imaginación, se justiican, tienen su razón de ser. El primero de ellos, dialéctica, tiene un sentido ilosóico: es una manera de poner en operación el pensamiento sobre el dinamismo de la realidad. Como enfoque, permite al pensamiento captar las contradicciones que se presentan en la intelección de las cosas; usándola, se niega la existencia natural y lineal de lo real. Como lo pensaba Herbert Marcuse, la dialéctica permite que del análisis de la realidad no resulte una adecuación de ésta al pensamiento. En palabras de T.W. Adorno: reside en la negativa del pensamiento de acomodarse al estado de cosas ordinario. Como alguna vez lo airmó Karel Kosík: la dialéctica trata de la “cosa misma” (Kosík, 1996: 25). Se refería el ilósofo a que si la cosa misma no se presentaba de manera inmediata a la percepción humana, había que hacer un rodeo intelectivo de la realidad para conocerla. Con ello se daba cuenta de que la primera manifestación de lo real aparece en la vida cotidiana. Ahí los fenómenos muestran su esencia y al mismo tiempo la ocultan. Kosík llamó a esto el mundo de la pseudoconcreción, un claroscuro de verdad y engaño (Kosík, 1996: 27). A diferencia de otro enfoque, pensaba este ilósofo, el uso de la dialéctica permite estudiar la totalidad concreta de la realidad, esto es, la estructura de lo real, sus relaciones y vínculos entre las partes. Kosík no se refería con esto a explicar lo total de la realidad con sus ininitos aspectos y propiedades (Kosík, 1996: 56), sino a ser consciente de la relación o vínculo que guarda un aspecto de las cosas con otros. “En el pensamiento dialéctico la realidad se concibe y representa como un todo, que no es sólo un conjunto de relaciones, hechos y procesos, sino también su creación, su estructura y génesis” (Kosík, 1996: 63). Se podría decir que son cuatro las características elementales del pensamiento dialéctico: a) intenta aprehender la realidad desde el dinamismo y devenir procesual de ésta; b) la realidad se estudia como totalidad, esto 12 INTRODUCCIÓN es, como una serie de relaciones o interconexiones entre sus partes. Todo fenómeno particular está vinculado a la totalidad; c) como la realidad es dinámica, los procesos que devienen no son necesariamente lineales o progresivos, no pocas veces resultan ser contradictorios. Este resultado le interesa al pensamiento dialéctico, por ser el más borroso y difícil de captar, y d) pensar implica actuar. El análisis dialéctico de las cosas impulsa a quien lo utiliza al deseo de transformar lo real. Entonces, totalidad, contradicción y praxis, son categorías congéneres a la dialéctica. La imaginación por su parte no es ajena a estas características. Está mucho más cerca de la dialéctica de lo que comúnmente se cree. Por mucho, es más invención y menos fantasía o mera ilusión (Ferraris, 1999: 11). Tiene una función de síntesis en el proceso del conocimiento. En el sentido kantiano, conocer es uniicar mediante la síntesis. La síntesis es una mediación de todo lo contenido en las estructuras epistémicas del sujeto: sensibilidad, entendimiento, razón e imaginación. Pues bien, la imaginación es la que cumple con un papel más activo en este proceso. De hecho “el nervio motor del sistema kantiano es la síntesis, y no puede comprenderse cabalmente su signiicado sin poner especial cuidado en la actividad de la imaginación. Sin la imaginación —síntesis uniicadora y mediadora— no hay conocimiento posible” (Lapoujade, 1988: 72). En efecto, para Kant la síntesis es “la acción de añadir diferentes representaciones unas a otras y comprender su multiplicidad en un conocimiento” (Kant, 2000: 69), sin embargo, para el ilósofo de Königsberg, esa síntesis de la imaginación no da todavía conocimiento alguno. Pero sí se podría airmar que “la imaginación procura el conocimiento en cuanto reduce la multiplicidad de las intuiciones (sensibilidad) a conceptos (entendimiento)” (Lapoujade, 1988: 75) y en ese sentido podría ejercer una función en la que se anticipa a lo condicionado de lo real. La imaginación contiene varios elementos dialécticos debido a que “imaginar implica de diversas maneras ir más allá de (transgredir) un registro pasivo, iel de lo dado. Imaginar signiica no conformarse con relejar lo dado, admitirlo, sino que es una actividad que niega, rechaza, toma distancia ante lo que se le ofrece para ‘proponer’ una construcción propia sobre aquello de que se trate” (Lapoujade, 1988: 106-107). En este sentido la imaginación escruta así otra dimensión del tiempo, la dirección hacia lo por-venir. La imaginación como es expectante, genera múltiples imágenes alternativas que satisfacen lo desconocido pero intuido. Esa es 13 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL la parte utópica que Ernst Bloch imaginó en su Principio de esperanza. Bien lo airmaba Marcuse (1965: 154): “la imaginación visualiza la reconciliación del individuo con la totalidad, del deseo con la realización, de la felicidad con la razón”. Este anhelo por tal armonía ha sido caracterizado por el pensamiento conservador y la razón instrumental como una mera ilusión. Pero la imaginación, cuando se proyecta hacia el futuro, posee conocimientos para pensar alternativamente mundos nuevos. Su protesta contra el control administrativo de la vida no es una crítica meramente estética. Posee la capacidad de organizar la memoria histórica para proyectarse hacia el futuro políticamente. André Bretón (2001: 21) pensaba que “reducir la imaginación a la esclavitud, aun cuando sea en provecho de lo que se llama groseramente felicidad, signiica alejarse de todo lo que, en lo más hondo de uno mismo, existe de justicia suprema”; por el contrario, la imaginación informa sobre las posibilidades de la vida buena y justa. La imaginación en su carácter dialéctico se muestra como una actividad antinómica muy peculiar. Pero como bien lo expresa María Noel Lapoujade (1988: 151) “en la dialéctica de la imaginación no se trata de abolir los antagonismos, superándolos, según el modelo hegeliano, sino que precisamente la actividad imaginaria gesta movimientos, opuestos, antagonismos coexistentes”. Es capaz de sumar e integrar los opuestos para lograr lo universal. La dialéctica de la imaginación niega e identiica, separa y une, aísla y reconcilia. Si una de las tareas del pensamiento dialéctico es perseguir la inadecuación entre pensamiento y cosa (Adorno, 2008: 148), la imaginación no cierra las expectativas que genera este camino. Aunque el dolor y el sufrimiento humano son motor del pensamiento dialéctico, la imaginación impide el eclipse de la razón. Compartimos con Adorno (2008: 191) que “la más mínima huella de sufrimiento sin sentido en el mundo de la experiencia desmiente toda ilosofía de la identidad”, y aseguramos que la dialéctica cumple una parte de su trabajo, pero negamos que la dialéctica termine sólo cuando se descubre en la realidad el suspiro de la criatura agobiada, el estado de ánimo de un mundo sin corazón. La imaginación se anticipa a cualquier renuncia a la praxis. Si es verdad, como alguna vez lo airmó Walter Benjamin, que “mientras siga habiendo un mendigo, seguirá habiendo mito” (citado en Adorno, 2008: 191), también lo es que, en medio de lo injusto, la imaginación impulsa la aspiración a la 14 INTRODUCCIÓN construcción de mundos nuevos y alternos. Contra la represión de la vida humana y la racionalidad instrumental, la imaginación reconcilia al hombre con sus aspiraciones de libertad y utopía. El pensamiento de Pablo González Casanova es dialéctico e imaginativo. Contiene esas dos categorías, de ahí el título del trabajo: dialéctica de la imaginación. La biografía intelectual que aquí se presenta da cuenta de ello, González Casanova usa la dialéctica para comprender el mundo social y la imaginación, para sugerir la construcción de un mundo alternativo y justo. Esto está narrado desde el primer capítulo hasta el último. Desde el inicio develamos la herencia familiar y académica sobre su pasión por los tópicos que lo han persuadido a existir por más de un lustro. Narramos su vínculo paternal con el zapatismo, el socialismo y la democracia. Damos cuenta de los primeros pasos en su formación y como investigador. Situamos el contexto donde se desarrolla su ‘opera prima’: La democracia en México. La obra aunque tiene una estructura cronológica, en realidad camina en espiral. En cada capítulo la relación del contexto, el diálogo con otros sujetos, la intervención de éstos y las situaciones sociales diversas que se relacionan con la vida intelectual de González Casanova, estarán presentes. Pablo González Casanova vivió acontecimientos que lo hicieron virar en sus posiciones: el lombardismo, la Revolución Cubana, el movimiento del 68, el marxismo crítico y su llegada a la rectoría de la Universidad Nacional Autónoma de México (unam) en 1970. En el capítulo segundo se muestra el viraje que sufre el personaje motivado por las críticas a La democracia en México, a su posición nacionalista-lombardista y por la misma realidad que acontece delante de sus ojos. Después de ello, su crítica al poder ya no la hace sólo desde la denuncia de ausencia de democracia o de abuso de poder. Ahora accede al núcleo que está en la base del aparato de Karl Marx: la explotación. Así, en el capítulo se muestra esta transición conjugada con su estadio como rector. González Casanova una vez de frente al poder, dará muestra de coherencia y autoridad moral. Pondrá en operación su herencia paternal y académica sobre la democracia, la autonomía universitaria y la crítica al poder, pero también sentirá que en la acción política, la teoría no es tan sólida y sufrirá un revés. El capítulo inaliza con la retirada táctica, provisional, de González Casanova y su tiempo de “invernación”, para luego hacer un nuevo viraje hacia la América Latina revolucionaria. 15 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL La mirada con mayor detenimiento hacia fuera del país, le permitirá al autor de La democracia en México buscar a los sujetos de su pensamiento y sus categorías. Aún con su posición nacionalista sincronizada con un aspecto del marxismo crítico, con la experiencia académica y política adquirida en su paso por la unam, González Casanova quiere pasar con mayor énfasis de la academia a la política, pero esta vez con los sujetos de la liberación. En el capítulo tercero, se relata la fuerza intelectual y moral que lo lleva a motivar a otros a escribir la historia de los pueblos latinoamericanos: los obreros, los campesinos, los indígenas, siempre guiado por la inspiración de las revoluciones cubana y nicaragüense. La categoría base en este periodo de su pensamiento es el poder al pueblo. El capítulo entonces se centra en los diagnósticos que González Casanova hace para comprender la situación del continente a través del estudio del Estado, los militares, el poder y la democracia. También se trata de mostrar cómo, con la experiencia de ser un gestor de investigaciones, involucra a intelectuales y diversos actores sociales en la construcción de la hegemonía y autodeterminación de los pueblos contra las amenazas del imperialismo. En los años ochenta, el mundo, Latinoamérica y México, cambiaron bastante. Pablo González Casanova también cambió. Acepta la dialéctica con imaginación. Acepta que las contradicciones en el mundo intelectual deben ser enfrentadas. Por tal razón, cada vez más se nota una variación en sus categorías base: democracia, socialismo, liberación, colonialismo interno y explotación. Por eso, en el capítulo cuarto, se narra su última apuesta por explorar la democracia en México desde la instancia institucional: los partidos y el Estado. Pero también cómo después de las elecciones de 1988 y a partir de los estudios sobre la democracia en los estados y localidades del país, González Casanova, al lado de otros investigadores, dará cuenta de una democracia que emerge al margen de los partidos y los aparatos de Estado. Aquí es donde se intenta situar una nueva perspectiva de la democracia de nuestro sujeto estudiado, lo que lo vinculará más tarde con la aparición del neozapatismo. La imaginación se hace cada vez más presente. En el capítulo inal se presenta la etapa en la que Pablo González Casanova se encuentra. Centrado en trabajar con los conceptos en ciencias para uniicar éstas con las humanidades y actuar con fuerza intelectual y moral en los nuevos derroteros de la izquierda, el capítulo quiere ser un 16 INTRODUCCIÓN argumento de síntesis de la trayectoria intelectual de este sociólogo. También se incursiona en los nuevos intereses de González Casanova por las ciencias de la complejidad como instrumento para pensar con mayor precisión las mediaciones que sufren los movimientos sociales y políticos del siglo actual. Como se ha dicho, la narración de la biografía busca una igura de espiral donde el principio y el inal no se interrumpan. Comenzamos con el zapatismo como origen y terminamos con éste; iniciamos con la herencia de la democracia en la vida intelectual del sujeto y observaremos que al inal el concepto se ha enriquecido; relatamos su paso por la Universidad más importante del país y cerramos con su idea de universidad para el siglo xxi; daremos cuenta de su categoría de explotación y colonialismo interno y al inal veremos una redeinición de ambos conceptos; enfatizamos su opción por los pobres representada en la frase de José Martí, y concluimos con la ampliación de esta libertad por los indignados del siglo xxi. En suma, la obra expone la dialéctica de la imaginación que llevó a Pablo González Casanova a pensar y actuar durante más de un siglo en México, América Latina y el mundo, la democracia universal, la democracia para todos desde una vida con rupturas y continuidad, con opciones y honestidad, con contradicciones y síntesis. Pero es, además, una investigación de la historia del México contemporáneo, de la historia del poder en el país, del contexto latinoamericano y mundial, de los que González Casanova, quizá el intelectual más importante del siglo xx en América Latina, nos da razón desde una posición marcadamente heterodoxa, singular, dialéctica e imaginativa. 17 CAPÍTULO I Herencia y cultivo intelectual de la democracia Si no incluimos en la lucha por otro mundo posible a “los pobres de la tierra” y a quienes están con ellos, que han sido diabolizados hasta en las corrientes de la izquierda institucional, como los zapatistas en México y el pueblo y gobierno de Cuba en América Latina, si no los incluimos, nos pasaremos la vida hablando de otro mundo posible hasta que el imperialismo de varias cabezas acabe con el mundo en que vivimos y con la tierra en que habitamos. Esa es una realidad que no podemos ocultar, lo que estoy diciendo es una verdad urgente, constituye el mayor reto vital para cualquier ser humano tenga la ilosofía que tenga, tenga los temores o las esperanzas que tenga. Por lo pronto, me limito a repetir el reto existencial que se nos plantea en la construcción del programa de la vida y del protagonista universal capaz de alcanzarla: hagamos todo lo posible para concretarla, empecemos por pensar en la ininidad de nuestras conciencias sobre cómo actuar, qué hacer y hacerlo. Pablo González Casanova el zapaTismo como principio viTal, moral y políTico M uchos años después de que el pelotón de fusilamiento zapatista dejara en libertad a su padre, Pablo González Casanova habría de nacer y heredar de éste no sólo su nombre, sino una fuerte convicción histórica por los pobres, la cual enlazaría posteriormente con su trabajo intelectual y político. Acontecimientos previos marcaron este desenlace. En tiempos de la Revolución Mexicana, la familia González era propietaria de haciendas ganaderas (Poniatowska, 2005) y una parte de ella pertenecía a la burguesía lechera del Valle de Lerma (González Casanova, 1995: 7). Cierto día, en alguna de esas haciendas, quedó de responsable el padre de González Casanova. De pronto se supo que al lugar se acercaba una columna zapatista. Quien estaba al mando ordenó cerrar todos los accesos. Su tío Juan, que era el responsable directo de la hacienda, regresaba de un paseo por el campo y, al ver lo que se había hecho, ordenó no sólo abrir todas las puertas, sino preparar una iesta con diez, quin19 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL ce o treinta borregos para recibir a los zapatistas, no sin antes reprender al sobrino por semejante acto (Poniatoswska, 2005). A la llegada del grupo rebelde, de pronto, “todo se convirtió en una magníica y extraña iesta” (González Casanova 1995: 7), de la cual los zapatistas nunca habrían de olvidarse. Este acontecimiento tendría su reverso más tarde. Nacido el 11 de febrero de 1922 en la ciudad de Toluca, Pablo González Casanova del Valle fue el segundo hijo de los cuatro que tuvieron don Pablo González Casanova, oriundo de Mérida, Yucatán, y doña Concepción del Valle Romo. El padre de González Casanova, después de haber cursado sus estudios básicos en su lugar de origen, viajó a Alemania, siendo aún muy joven, con objeto de estudiar ciencias químicas en Friburgo. La familia González tenía la intención de que, una vez asimilados los conocimientos en esta ciencia por el joven estudiante, podrían aplicarlos a la producción láctea. “Pronto, sin embargo, aloró su auténtica vocación y atraído por el estudio de la literatura, la lingüística y la ilología, decidió aprovechar su estancia en Europa para adquirir sólida preparación en tales materias. Pasó así cerca de nueve años en Europa, durante los cuales tomó varios cursos en distintas universidades de Alemania, Francia, Italia, Suiza y Portugal” (Garritz, 2009). El caso es que Pablo González Casanova padre no estudió química sino ilología clásica y además se volvió socialista (González Casanova, 1995: 7). Una vez de regreso en México, en los tiempos de la revolución, sus actividades las desempeñó entre la docencia, el estudio de las lenguas indígenas y en escribir artículos en distintos diarios y revistas de la capital. Tiempo después, por el año 1921, obtuvo cátedras de literatura y ilosofía en la Universidad Nacional, así como en el Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnografía (Garritz, 2009). La unión de los apellidos González y Casanova tiene un origen histórico y una decisión familiar. Pablo González Casanova relata que en alguno de los viajes de su padre, “ya de regreso a Europa, camino de Veracruz, donde debía tomar el vapor para Bremen”, los zapatistas detuvieron el tren en el que viajaba y, confundiéndolo con Pablo González Garza, autor intelectual del asesinato a Emiliano Zapata, lo tomaron preso con la intención de fusilarlo. Sin embargo, antes de que le quitaran la vida, “gracias a un peón” (González Casanova, 1995: 8) o “un cura” (Poniatoswka, 2005) se indagó su verdadera identidad: no era Pablo González, sino miembro de una familia de Toluca amiga de los zapatistas y los cam20 HERENCIA Y CULTIVO INTELECTUAL DE LA DEMOCRACIA pesinos. Quien dijo que el padre de González Casanova no era el general homónimo, fue retado por el que comandaba el pelotón de fusilamiento a que, si se veriicaba que no decía la verdad, él también sería pasado por las armas. Por esta intervención se hizo una indagación y se vio que no era el general.1 Después de este acontecimiento, Pablo González Casanova padre tuvo la idea de llamar a sus hijos (Pablo, Henrique y Manuel) con sus dos apellidos para que se supiera que el padre era él y no el general. “Desde ese día, para evitar la confusión, los González decidieron unir el González con el Casanova, apellido de la abuela Encarnación Casanova” (Poniatoswka, 2005). Esta historia del origen de su vida, González Casanova la centrará entre las imágenes de su padre, el tío Juan y el campesino que detuvo al pelotón de fusilamiento. El encuentro con esas memorias lo asumirá como una herencia primera que lo impulsa a estar a favor de los marginados: Dice Henrique que no fue un peón quien le salvó la vida a mi padre, sino un sacerdote con el que se iba a confesar antes de que lo fusilaran. Yo creo que ese sacerdote era un peón. En todo caso, lo que se me quedó de esta historia del origen de mi vida es la lección del tío Juan y la imagen del campesino que detuvo la salva, para mí fatal, del pelotón de fusilamiento (González Casanova, 1995: 7). La herencia de su padre no se limitó a registrarlo civilmente con su nombre completo: Pablo González Casanova, sino que se desdobló en encauzar a éste a estar siempre del lado de los pobres. Este aspecto ha aparecido en la memoria de González Casanova con cualquier motivo o a la menor provocación, siempre que recuerda el origen de su existencia. Así lo hizo en un texto que leyó con motivo de la obtención del doctorado honoris causa otorgado por la Universidad Complutense de Madrid, el 20 de junio de 2001: Yo aquí y ahora, me acuerdo de mis maestros que salieron de esta universidad y me voy más lejos en la memoria a la España que me enseñó mi padre. Él era ilólogo, y en lo referente a España nos leyó a mi hermano y a mí algunos ca1 Sobre el caso de si fue un peón o un cura el que medió para salvar la vida de Pablo González Casanova padre, “Manuel, el tercero de los González Casanova, tiene otra versión: dice que el que le salvó la vida fue un compañero del Colegio Militar” (Poniatowska, 2005). 21 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL pítulos del Quijote. Recuerdo por cierto que me molestó mucho que Cervantes se riera tanto de su héroe, y que lo expusiera a constantes burlas que en mi opinión no merecía o no eran de contarse, pues en la vida él había optado por “los aligidos” y no por los “contentos”, y si lo que hacía era “disparatado y temerario”, nada tenía de “tonto”, como decía Cervantes, o alguno de sus personajes, y la prueba era “su manera concertada y elegante de hablar”, que él mismo reconocía (González Casanova, 2001: 18). Durante el transcurso de su vida, Pablo González Casanova comprendió que su padre también le había heredado el aprecio por la universidad, la defensa del pluralismo ideológico y la lucha por el socialismo de los cuales nunca se desprendería. Estos valores los practicó el padre de González Casanova concretamente en la lucha que se produjo en los años treinta en torno a la defensa de la autonomía universitaria, encabezada por Manuel Gómez Morin. Frente a los discursos radicales de Vicente Lombardo Toledano y de quienes querían convertir la Universidad Nacional en un centro de enseñanza marxista-leninista, las palabras de Pablo González Casanova padre, “que no era ni clerical, ni conservador, ni retardatario como caliicaban los marxistas a los defensores de la libertad de cátedra” (Gómez Mont, 2008: 607), apoyaron incondicionalmente en ese momento la rectoría de Gómez Morin. “Esta solidaridad no quedó ahí, ambos habían sido muy cercanos colaboradores, y la amistad y respeto que los unía iba mucho más allá de la simple lucha por la libertad de cátedra” (Gómez Mont, 2008: 620). La puesta en práctica del pluralismo ideológico del padre de González Casanova no se hizo esperar. A pesar de que ideológicamente estaba mucho más cerca de los marxistas que de los liberales, el respeto a la libertad de pensamiento de todos los demás que no compartían sus ideas era puesto por encima de cualquier diferencia política. Pablo González Casanova padre estaba convencido de que el socialismo era el único sistema que podía “alcanzar la justicia, [pero] que era imposible alcanzarla sin la democracia, el pluralismo religioso e ideológico” (González Casanova, 1995: 8). El hijo entendió que la coherencia entre lo que se piensa y se hace era fundamental para quien pretendía ser progresista y revolucionario. Su padre lo demostró ante la singular amistad con Manuel Gómez Morin; “uno socialista, el otro conservador y clerical, pero ambos defendiendo la libertad de cátedra” (Gómez Mont, 2008: 641). La muestra la puso también en el terreno religioso al dejar que la nana Camerina, “una campesina maravillosa de Buena Vista de Cuéllar” (Gon22 HERENCIA Y CULTIVO INTELECTUAL DE LA DEMOCRACIA zález Casanova, 1995: 8) llevara a Pablo y a su hermano Henrique a la iglesia y por boca de ella aprendieran éstos religión. En este mismo tenor, la defensa de los judíos en México y en todo el mundo le valió al padre de González Casanova un respeto enorme de la comunidad israelita. En esto, este último comprendió dos lecciones: una, que “no ser católico y respetar profundamente a los católicos, y hasta prestarles el abono del tranvía y dejarlos que eduquen a los hijos de uno en la religión eran actos perfectamente compatibles” (González Casanova, 1995: 8), y la otra, que ser coherente con los principios del pluralismo ideológico era una de las mejores vías para entender la lucha por la igualdad social. Con el paso del tiempo, el joven González Casanova se vio históricamente implicado con el movimiento obrero. Por los años treinta, su padre se reunía con los sindicalistas y socialistas del Sindicato Mexicano de Electricistas mientras el hijo escribía crucigramas en “la revista Lux del sindicato; su mamá le enseñaba la religión como lucha de pobres contra ricos, cosa que aunque no lo hizo creyente sí lo acercó a la gente de iglesia que se ha comprometido con los pobres. En ese contexto escuchaba al los líderes de los electricistas (como Francisco Breña Alvírez y el tío Luis Espinoza, quien fue villista y adoptó la orientación trotskista)”2 hablar sobre el socialismo. A la muerte de su padre, el 24 de marzo de 1936, González Casanova no quedó solo. Su madre lo guió para que sus estudios, la organización y el arte de vivir se fortalecieran en el muchacho. Al lado de ella estuvo el consejo de Manuel Gómez Morin, quien fruto de la coherencia moral del padre, había soldado la amistad también con la familia. Especialmente del hijo mayor, Gómez Morin resultó ser tutor: el hijo Pablo le daba razón de sus caliicaciones escolares (Marván, 2009) al fundador del Partido Acción Nacional (pan).3 En ese tiempo, un buen día, González Casano2 Narración espontánea de Pablo González Casanova a un grupo de amigos el 15 de diciembre de 2007 en San Cristóbal de las Casas, Chiapas. Fuente: Jorge Alonso (véase también González Casanova, 1995: 8). 3 En entrevista cuenta González Casanova: “Me viene a la memoria de inmediato la imagen de mi padre, quien inluyó mucho en mi formación; era ilólogo, especialista en lenguas indígenas y un investigador muy destacado dentro del campo, pero además tenía una cultura muy amplia. Creo que desde que cobré conciencia quise ser investigador, porque él le daba mucha importancia a la investigación. A partir de la vida intelectual de la familia, recuerdo mi ingreso a la Universidad, con la presencia de don Manuel Gómez Morin, que fue mi tutor cuando mi padre murió y me orientó en mis estudios 23 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL va obtuvo un título de contador en una escuela privada, y al observar que éste deseaba trabajar, Gómez Morin lo disuadió para que volviera a la escuela dándole un empleo de ayudante de cajero en el Banco de Londres y México. “El trabajo consistía en clasiicar papeles de colores, verdes, amarillos y rosas. Era aburridísimo” (González Casanova, 1995: 9). En pocas semanas, después de cobrar su paga, el hijo Pablo le informó a Gómez Morin que quería continuar sus estudios. Esta herencia por seguir el espíritu, el honor, la inteligencia, la honradez y el amor a la Universidad, González Casanova también la recibió de Gómez Morin. Quién iba decir que años después, en 1995 y en un contexto zapatista4, frente a los senadores del pan, Luis H. Álvarez y Luis Felipe Bravo Mena, ambos miembros de la Comisión de Concordia y Paciicación (Cocopa), González Casanova comenzara el diálogo con éstos narrando la historia de la relación paternal e intelectual que Gómez Morin tejió con el que más tarde sería rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (Marván, 2009). Después de la herencia de Gómez Morin y su padre, González Casanova piensa que, para su formación intelectual, sus maestros de El Colegio de México fueron decisivos. No sólo le enseñaron a escribir de lo que estuviera seguro, también le mostraron el camino en lo que respecta a trabajar para pensar y a investigar lo que no sabía. De 1943 a 1946, tiempo en que estuvo en El Colegio de México, González Casanova “mostró una gran ambición intelectual y política, que lo impulsó a tratar de combinar las labores y los puntos de vista del historiador, del sociólogo, del hasta que dejé la Facultad de Derecho y obtuve una beca en El Colegio de México” (Saldívar Chávez, 1999: 4). 4 El 8 de octubre de 1994, el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (ezln) rompe el diálogo con el gobierno federal mexicano después de que este último no mostrara disposición para solucionar el conlicto. Por ese entonces el mediador para la paz en Chiapas, el obispo Samuel Ruiz, plantea la posibilidad de crear un espacio más amplio de mediación, integrado por personalidades de relevancia nacional. Así, el 13 de octubre del mismo año nace la Comisión Nacional de Intermediación (Conai) y el 24 de diciembre el gobierno mexicano la reconoce oicialmente. Pablo González Casanova, junto a otras personalidades, integra esta comisión. Posteriormente, del 27 de febrero al 23 de abril de 1995, se inicia un periodo extraordinario de sesiones en el Congreso de la Unión para discutir una Ley de Amnistía que permita encauzar el conlicto por vías institucionales y se suspendan las órdenes de aprehensión de los dirigentes zapatistas. De aquí resulta la Ley para el Diálogo, la Reconciliación y la Paz Digna en Chiapas. A su vez, el gobierno integra la Comisión de Concordia y Paciicación (Cocopa). 24 HERENCIA Y CULTIVO INTELECTUAL DE LA DEMOCRACIA jurista y del literato con los del hombre de acción” (Lida, 1990: 155-156). Aunque no se hizo historiador, heredó una forma particular de aproximarse al conocimiento al usar los trabajos de los historiadores. Ya como sociólogo o como cientíico social aprovechó estos últimos para tratarlos como indicadores que en el conjunto de sus trabajos legó a unas generalizaciones que los historiadores de las fuentes no lograron (Meyer, 2010). En El Colegio de México, González Casanova interesado en las historia de las ideas políticas, pero también por la exigencia de Silvio Zavala de estar comprometido de tiempo completo en la investigación (Lida, 1990: 169), abandona sus estudios de derecho (González Casanova, 1995: 10). Fue en ese centro, recuerda, en donde sus profesores inluyeron en la formación de los sentimientos intelectuales y el oicio que hoy presenta ante el mundo: Uno fue don José Gaos, ex rector de la Universidad Central (de Madrid), que entonces así se llamaba esta casa de estudios; otro don José Miranda, secretario general de la misma. Ellos me enseñaron ilosofía e historia y me aconsejaron y dirigieron en mi tesis de maestría. Con ellos tuve otros profesores españoles, como don Agustín Millares Carlo, de latín; Conchita Muedra, de paleografía; José Medina Echavarría, de sociología; Manuel Pedroso, de ciencia política; Ramón Iglesia, de historiografía; Rafael Sánchez Ventura, de historia del arte. Todos ellos habían venido de España a la caída de la República, y con nuestro gran Alfonso Reyes y otros mexicanos entusiastas organizaron primero La Casa de España en México y luego El Colegio de México, donde yo estudié y donde fueron también mis profesores Silvio Zavala, historiador, y Pablo Martínez del Río, prehistoriador, entre otros de mi propio país y que eran lo mejor de lo mejor de aquel entonces y de ahora. Pero en la formación de mis sentimientos intelectuales inluyeron más los profesores españoles (González Casanova, 2001: 18). Esta pedagogía González Casanova la resumió en “una búsqueda de sentido de la historia y en la enseñanza de un mirar a la vez emocionado y crítico, con ataque general al autoritarismo que los había vencido en las recientes batallas. Su lección fue también contra cualquier asomo dogmático por muy simpatizante que su autor fuera de la nueva España que ellos querían construir” (González Casanova, 2001). Sus maestros le enseñaron a ser tolerante, a no mitiicar a los autores, a buscar la síntesis teórica. De aquí y otras inluencias, González Casanova dedujo un amor 25 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL teórico y práctico por la democracia como poder, por el pluralismo y la equidad engarzados al proyecto socialista. En toda esta formación de los valores intelectuales que provienen de la veta del padre, de su tutor y sus maestros de El Colegio de México, resalta una particular: la de don Alfonso Reyes (Saldívar Chávez, 1999: 5). Este maestro extra cátedra, quien durante varios años lo “invitó a comer con él y con doña Manuelita, su esposa, un sábado sí y otro no, o varios sábados seguidos” (González Casanova, 2001), le enseñó “el rigor de las narraciones alegres sobre literatura, y la forma de mezclarlas con las anécdotas de la vida y las travesuras” (González Casanova, 1995: 11). En sus recuerdos de aquella generación de profesores, González Casanova asimila con pasión los valores que le heredaron éstos a través de su defensa de la libertad frente a una cultura dogmática, autoritaria y fascista que lamentablemente lorecía por aquellos años. En la amistad que se gestó en esos momentos, durante las reuniones que hacían en las casas de todos, existió una especie de fraternidad que proyectaba hacia el futuro un ideal: la libertad de los pueblos. También fue por aquel tiempo cuando conoció a uno de sus mejores amigos: el cubano comunista Julio Riverend Brusone. Sin saberlo, ese encuentro lo llevaría a uno de los orígenes más importantes del pensamiento progresista latinoamericano: José Martí.5 El comunismo martiano lo sorprenderá tanto que, una vez llegado el triunfo del Movimiento 26 de julio en Cuba, su apoyo a esta Revolución será incuestionable. En su itinerario intelectual, González Casanova llegó debatir con los comunistas y usó este matiz “martiano” para diferenciar su marxismo del usado por los estalinistas y comunistas mexicanos. Por esta razón en los últimos años expresó: Cuba inluyó enormemente en mi manera de pensar y me ayudó durante todos estos años de tormentas ideológicas, teóricas, terminológicas, políticas y de otras especies, a mantener ciertos principios fundamentales por los que sigue 5 “De Julio aprendí —escribió González Casanova (1995: 11)— algo notable, que a diferencia de los comunistas mexicanos a quienes había conocido, hablaba bien de quienes no pensaban como él y respetaba y cultivaba con afecto a ciertos conservadores y burgueses como don Antonio Pompa y Pompa y don Silvio Zavala, y a muchos más que oía para buscar coincidencias y entender razones. Después descubrí que su actitud correspondía a un cierto estilo de los comunistas martianos”. 26 HERENCIA Y CULTIVO INTELECTUAL DE LA DEMOCRACIA luchando hoy la Revolución Cubana, y con ella un mundo que nace (González Casanova, 2009: 29). Con una beca del gobierno francés y un complemento del El Colegio de México (Lida, 1990: 171), Pablo González Casanova se fue a estudiar a París con Fernand Braudel recomendado por Daniel Cosío Villegas (González Casanova, 2007). Durante su estancia en el viejo continente conoció a Manuel Cabrera, quien le enseñó a entender El ser y tiempo de Heidegger. Tuvo por maestros además de Braudel, a Jean Hipolytte, Georges Gurvitch, George Friedman, Gabriel Le Bras y Étienne Gilson. Fue en ese periodo en el que pasó de su oicio de la historia de las ideas a la sociología del conocimiento.6 También estudió marxismo, pero el autor que más le interesó fue Antonio Gramsci. Fue éste quien lo “acercó con su indiscutible liderazgo intelectual a un nuevo planteamiento de la democracia” (González Casanova, 1995: 12). Una vez terminados sus estudios y conjugada la herencia de su padre y sus maestros con Gramsci, además del “sentido patriótico que le formaron sus maestras de primaria y todo el sistema escolar mexicano de su tiempo” (González Casanova, 1995: 12), combinado con el comunismo martiano y el marxismo-leninista al estilo oicial mexicano de Lombardo Toledano, González Casanova ya estaba listo para que, a su regreso a México, formara parte de clase política del país. No fue así. Ya en tierras mexicanas se dedicó en cuerpo y alma a la investigación, la lucha por la democracia, la liberación y el socialismo en América Latina.7 La obra que estaba por venir, especialmente la aparecida en 1965, 6 La transición también tuvo su lado fortuito: para ese entonces González Casanova ya se había casado y con la sola beca no podía solventar sus gastos ordinarios, por lo que Lucio Mendieta y Núñez le otorgó la oportunidad de seguir cobrando como ayudante de investigador en la Escuela Nacional de Ciencias Políticas y Sociales a cambio de que en su doctorado estudiara sociología (González Casanova, 2007). 7 “En mis posiciones políticas —explicó González Casanova— decidí no meterme en ningún partido, y ser un intelectual orgánico de la Universidad, que en nuestros países buscan adelantar la civilización contra la barbarie. Defender e impulsar la Universidad y las luchas por la democracia, la liberación y el socialismo en América Latina y el mundo, me llevó a privilegiar las posiciones tácticas de la izquierda del gobierno mexicano y del lombardismo, aunque con más simpatía que ellos por los comunistas, y con más empatía con los católicos y liberales del pan en los que siempre destaqué a los que sacaron a la derecha mexicana de las cavernas, encabezados por el maestro Gómez Morin” (González Casanova, 1995: 13). 27 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL a saber, La democracia en México, se gestó durante toda esta época, cultivándose con el paso del tiempo al interior de su formación. Pero la inluencia más importante quizá, la que atraviesa, todas las herencias, es la de su padre quien supo: mirar, pensar y querer a los indios de México, muchos de los cuales tenían nombre y apellido, inluencias en su infancia y en la mía, y a los que debíamos literalmente la vida por haber sido un indio zapatista quien salvó a mi padre de ser fusilado al identiicarlo con quien realmente era, y con una familia —según declaró— amiga de los zapatistas de entonces (González Casanova, 2001: 18). El rostro del peón y no el del sacerdote quedaría en la memoria de un hombre que hasta hoy ha entregado la vida por la democracia, la liberación y el socialismo para y con los pobres de la tierra. Con esa herencia académica y simbólica se dedicó a investigar los caminos de la liberación. Pensó que en México, el primero de ellos era la democracia. Sus estudios le indicaron durante muchos años ese camino. El del socialismo también estuvo presente en su vida, pero siempre mediado por la democratización de la vida política. El itinerario de su formación inluyó bastante en esta posición, para los comunistas ésta siempre fue demasiado populista y ambigua; para los liberales y conservadores, muy radical. En realidad el aparente eclecticismo académico y la posición política “ambigua” de González Casanova se comprenden una vez que se sabe que a sus estudios de historia, sus “profesores españoles, que diseñaron la Maestría en Ciencias Históricas, le dieron a la historia un carácter cientíico que implicaba el estudio de la sociología, de la ciencia política y de la economía” (Albertani, 2011: 90). Desde aquel entonces se vinculó al estudio interdisciplinar y a los problemas del conocimiento. Observaba las fronteras que establecían los académicos de aquel entonces entre una especialidad y otra. Era lo mismo con las posiciones políticas e ideológicas. Su apuesta fue no separar lo que era de por sí unidad y en no unir lo que en realidad estaba separado. Si el estudio de la historia no estaba separado de la sociología, habría que mantener el diálogo entre ambas disciplinas. Si el marxismo y los estudios sociales aportaban conocimientos para entender la realidad social, era necesario dominarlos. Aunque al principio no todo fue tan consciente, así inició su camino para comprender la democracia, el socialismo y la liberación: la vía interdisciplinar. La historia de las ideas marcaría la ruta. 28 HERENCIA Y CULTIVO INTELECTUAL DE LA DEMOCRACIA De la hisToria a la socioloGía, De la acaDemia a la políTica La historia de las ideas y la cultura del siglo xviii en México, ocuparon un lugar central en la formación intelectual de González Casanova mucho antes de que éste se interesara por la sociología. Durante la década de los años cuarenta y cincuenta aparecieron obras que su autor relegó a un segundo plano, “al punto incluso que ni él mismo se preocupó de dar a conocer la investigación histórica8 con la que se graduó de doctor en Letras por la Sorbona en 1949” (Perus, 1995: 26). En ese tiempo en la Sorbona no existía un departamento de sociología o algo parecido que otorgara un grado académico. Sin embargo, los cursos y seminarios que tomó González Casanova fueron en su gran mayoría de sociología o ilosofía. Georges Gurvitch y George Friedman fueron quienes lo guiaron por los senderos de esta disciplina social. La historia como disciplina atrajo a nuestro autor a principios de los años cuarenta, cuando se habían establecido en México tres instituciones del ámbito cultural y cientíico: la Escuela de Antropología, la Universidad Nacional y El Colegio de México. Él mismo contó alguna vez que la idea de ser investigador le fascinaba y su interés por la historia lo centraba en estudiar ésta más como una ciencia que como un arte (Kahl, 1995: 67). Por ese entonces era lugar común para los historiadores indagar acerca de lo ocurrido durante el siglo xviii en México, y en el caso de Pablo González Casanova no fue la excepción. Durante este periodo escribió una serie de libros en los cuales se encuentra una raíz conceptual que teje sobre la intención de desentrañar las formas culturales de la Independencia americana a principios del siglo xix. Las obras son: El misoneísmo y la modernidad cristiana en el siglo XVIII 8 La tesis llevó el título: “‘Introduction à la sociologie de la connaissance de la l’Amérique espagnole à travers les donnes de l’historiographie française’, con la máxima nota —très honorable—, siendo su asesor de tesis Fernand Braudel. En ésta se analizan los enfoques y las ideas que la historiografía francesa y europea utilizan para explicar la realidad hispanoamericana de los siglos xvi y xvii. González Casanova analiza cómo la América hispánica ve alterada su percepción en función de las ideologías, las utopías y creencias culturales europeas, y demuestra que la identidad y la historia hispanoamericanas no se explicaban a partir de su propia realidad, sino que se extrapolaban las ideas de la sociedad francesa y europea. El resultado era una visión errónea, llena de prejuicios y falta de análisis críticos inducidos por los historiógrafos franceses” (Roitman, 2009: 12-13; véase también: Perus, 1995: 32-41). 29 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL (1948), Sátira anónima del siglo XVIII (1953), Una utopía de América (1953a) y La literatura perseguida en la crisis de la Colonia (1958a). En ellas se muestra el afán de su autor por comprender “los orígenes y las virtualidades del movimiento independentista y el lugar y papel de la cultura y la producción intelectual en dicho movimiento” (Perus, 1995: 27), cosa que tendrá un hilo conductor de categorías, temáticas e intenciones con los trabajos que aparecerán más tarde. Si buscamos esa continuidad en la obra primera de González Casanova sobre el siglo xviii, encontraremos que “uno de los problemas medulares que se planteó fue el de analizar y revisar el proceso de la introducción de la modernidad y la Ilustración” (De Gortari Rabiela, 1995: 54) en el mundo novohispano. Fue hacia inales de los años cuarenta cuando, en estrecha colaboración con José Gaos y José Miranda, investigó acerca del siglo xviii mexicano. Lina Pérez Marchand, quien le dejó a González Casanova y a Julio Le Riverend un ichero particular proveniente del Ramo de Inquisición le permitió al primero escribir El misoneísmo y la modernidad cristiana en el siglo XVIII. Estudiando la inluencia de Aristóteles en las colonias del siglo xviii mexicano, en esta obra su autor da cuenta del error común de los historiadores al comparar ingenuamente la cultura hispanoamericana con la europea de manera directa. Trata de superar esta idea haciendo notar el desarrollo variado de una y otra. Acepta que en el siglo xviii todo hispanohablante pensaba según el principio del conocimiento de Dios; que era imposible hacerlo de otro modo y por tal razón, en ese momento no había demasiadas huellas de racionalismo, pues Descartes, por mencionar a un representante de esta corriente, era desconocido por los académicos a excepción de Carlos de Sigüenza y Góngora (González Casanova, 1948: 15-16), el ex jesuita, sabio criollo y erudito escritor, poeta culterano e historiador y desde 1672 catedrático de Astrología y Matemáticas en la Universidad de México (Kügelgen, 1997). La teología escolástica era más bien el instrumento principal de estudio por esa época. Las ciencias dependían de la teología y de la razón de la fe. Pablo González Casanova, al querer dar cuenta de cómo era la dialéctica antes de la Ilustración y de cómo funcionaba el pensamiento escolástico en la palestra de la Universidad de México, recurre al concepto de modernidad cristiana, que entiende como una “redeinición paulatina y compleja de la sensibilidad y la ilosofía cristianas bajo el inlujo de la racionalidad moderna proveniente de la Ilustración” (Perus, 1995: 27). 30 HERENCIA Y CULTIVO INTELECTUAL DE LA DEMOCRACIA Es decir, a pesar de la censura, el joven historiador se encuentra en el México del siglo xviii una Ilustración. Se da a la tarea de investigar cómo las élites de aquel momento histórico se apropian de las ideas que la modernidad incrusta en el terreno mexicano. También registra las huellas del pensamiento inquisidor hispanoamericano como una labor ideológica, práctica y no especulativa contra cualquier idea ilustrada. En esta temática, las conclusiones a las que llega son dos: La primera: que si los inquisidores no variaron nunca lo esencial de su doctrina, sí alcanzaron en algunos casos, como en el presente, a penetrarse de la nueva ilosofía, discutiendo temas ilosóicos tan sólo por el razonamiento. La segunda: que al expresarse verbalmente o por escrito, los modernos o los ilustrados mexicanos de las altas esferas culturales fueron muy cuidadosos de su ortodoxia (González Casanova, 1948: 101). La Ilustración mexicana del siglo xviii fue muy diferente de la europea por las obvias circunstancias históricas. Los ilósofos de la modernidad mexicana se hallaron en un campo político y cultural que no les permitía libertades de opinión como las de la Ilustración europea. Si lo hacían, estaban en peligro de ser llevados ante los jueces. Quizás por esto González Casanova airmó que el pensamiento de aquellos, estaba guiado por la ilosofía cristiana. Es decir, para evitar ser puestos ante el Tribunal, los modernos mexicanos desarrollaron un pensamiento ecléctico. De una parte para no contradecir a la Iglesia se acercaron al misoneísmo; de otra, por sus intereses ilosóicos, a los ilustrados (González Casanova, 1948: 170-171) y, con ese instrumento ilosóico criticaron la escolástica de su tiempo. Para Pablo González Casanova este esquema de pensamiento de la modernidad mexicana permitió ir rompiendo los lazos de la política y la religión del momento. En este trabajo histórico, el autor registró las dudas y las inquietudes que atormentaban a una parte de la élite novohispana como la polémica entre “aquellos renuentes a las novedades del siglo y su férrea defensa de lo establecido y su contraparte, los círculos de la élite cultural interesados en modiicar y actualizar las formas de pensar, sin transgredir los límites impuestos” (De Gortari Rabiela, 1995: 56). Pero este tipo de debates sobre las ideas de la época no sólo se realizaba entre las élites novohispánicas en vísperas de la independencia. En los archivos de la Inquisición que había, el joven historiador encontró tam31 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL bién “una abundante literatura, popular o no, cuyas formas y manifestaciones dispersas dan cuenta de una profunda efervescencia social en la Nueva España de la segunda mitad del siglo xviii” (Perus, 1995: 29). En La literatura perseguida por la Inquisición (1992), originalmente publicada por El Colegio de México en 1958, González Casanova recoge los poemas, el baile, el teatro, la sátira popular y otras manifestaciones culturales del siglo xviii mexicano, declaradas heréticas por la Inquisición. Todas estas expresiones, contrarias a la ortodoxia clerical, representaban una adhesión a la corriente ilustrada que por ese tiempo era señalada por el Tribunal del Santo Oicio como digna de persecución (González Casanova, 1992: 27-28). En la literatura perseguida, el autor halla así los más variados matices de la sociedad colonial que se extingue. El juicio de la literatura adquiere las características del dominio social de la colonia y la disolución del mundo antiguo es objeto del relejo literario, en la misma forma que lo es la gestación del mundo nuevo. En las relaciones judiciales de la Inquisición con la literatura se halla el contenido de cada grupo social que juega algún papel en la historia (González Casanova, 1992: 149). Esta literatura perseguida releja la pérdida de sentido de las clases dominantes y la adquisición de uno nuevo y contrario entre los rebeldes (González Casanova, 1992: 151; De Gortari Rabiela, 1995: 56). El estudio completa las formas de vida y la transformación de las ideas que, en la antesala de la Independencia, se generaban en formas literarias: poesía mística, oratoria sagrada, el teatro, las canciones, los bailes, el cuento fantástico y la sátira popular (Perus, 1995: 31). El eje que se puede seguir en esta etapa de González Casanova es el que intenta mediante el aparato histórico: recobrar la modernidad vía la “Ilustración latinoamericana”. En otras palabras, se observa en estos trabajos “una primera visión de los estudios que hoy se conocen como colo­ nialidad del saber, esto es, la extrapolación de las ideas de los centros de poder colonial en la interpretación de la identidad y la historia hispanoamericana” (López y Rivas, 2010). Además de esto, la intuición de articular historia y sociología se fue llenando con un compromiso cada vez mayor “con la democracia, los movimientos populares y las luchas antimperialistas, sobre todo en América Latina y el Caribe” (Rodríguez Araujo, 2009). De hecho, aunque el estudio histórico del siglo xviii es deseado en las investigaciones del autor, lo que realmente le interesaba a éste era la historia contemporánea (Kahl, 32 HERENCIA Y CULTIVO INTELECTUAL DE LA DEMOCRACIA 1995: 67). Por eso quizás La Ideología norteamericana sobre inversiones extranjeras, escrita en 1955, es la obra clave para entender el tránsito de la historia de las ideas a la sociología en nuestro biograiado. Este texto muestra que para su autor tenía mucha importancia sacar a la luz los factores ideológicos y culturales en los procesos históricos (Perus, 1995: 27), Y él mismo lo ha expresado: Este fue un objetivo, casi una obsesión de mi vida intelectual, y surgió cuando estuve en El Colegio de México, desde que trabajé el problema de la modernidad cristiana en el siglo xviii; vi cómo se mezclaban el pensamiento de los ilósofos modernos y la defensa de la fe, de la religión, poniendo aparte la fe, poniendo aparte la religión. Desde el siglo xviii, surgieron los que podríamos llamar los precursores de la teología de la liberación en México y en otras partes del mundo hispánico. Entre ellos destacaron algunos que caliicaron su propia ilosofía como una ilosofía ecléctica. Esa ilosofía sería criticada con razón, pues a veces de manera muy supericial tomaban de aquí, tomaban de allá. No era lo que yo me proponía. Me proponía encontrar puntos de intersección del pensamiento a partir de ciertas posiciones teóricas y políticas (Gutiérrez Garza, 2008: 167). Desde los años cincuenta, cuando aún no había abandonado sus estudios sobre el siglo xviii mexicano, Pablo González Casanova estaba convencido de la necesidad de una política de unidad nacional para México. Le interesaban la independencia, la democracia y la libertad de su país de una manera muy especial. Basaba su postura en los ideales de la Revolución Mexicana de la que emanaron la Constitución Mexicana, la Reforma Agraria y la Expropiación Petrolera que hacía posible la independencia económica nacional. Se preguntaba qué conceptos, ideas y metas unían y dividían a los mexicanos. Y en aquel entonces agregaba: De estas metas hay una que todos aceptamos y que durante la última campaña electoral por la Presidencia de la República formuló el candidato, Adolfo López Mateos, con las siguientes palabras: “El ascenso del nivel de vida de la población mayoritaria del país —dijo— constituye el propósito central de la Revolución y es nuestra meta invariable”. El pensamiento de la Revolución Mexicana, el propio candidato, los partidos políticos nacionalistas y progresistas, y los técnicos, han estudiado y han propuesto, con los más variados tonos —en discursos, maniiestos, artículos, investigaciones— las medidas capaces para alcanzar ese in (González Casanova, 1958: 51). 33 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL Su preocupación por el ejercicio de la soberanía y la lucha por el ascenso del nivel de vida de la población, en la relación de intercambio económico igualitario que se logra mediante el ejercicio de la autodeterminación y la soberanía, era un tema fundamental que habría que estudiar. A diferencia de las interpretaciones norteamericanas sobre el desarrollo y de algunos pensadores mexicanos, que consideraban las inversiones extranjeras como eje central del progreso, González Casanova airmaba que éstas eran un obstáculo para el desarrollo nacional. Sostenía este juicio no a fuerza de un cierto nacionalismo prístino, sino fruto de un análisis riguroso sobre los documentos de las sesiones del Congreso de los Estados Unidos y otras fuentes que exponían la perspectiva que de las inversiones extranjeras tenían los estadunidenses. En La ideología norteamericana sobre inversiones extranjeras observó que con frecuencia en las ciencias sociales se manejaban conceptos de cuya génesis se guardaba una idea difusa o incompleta, por lo que el fruto de ello se limitaba a relexiones aisladas, opiniones simples y resultados sin ningún control integral y riguroso. También planteaba que por esos años se manejaban “algunos conceptos, como los de inversiones extranjeras, ayuda técnica y desarrollo, que eran objeto de manipulación constante por parte de los especialistas en ciencias económicas y sociales y de habitual atención por parte de la sociedad” (González Casanova, 1955: 7). El uso de tales conceptos en el periodismo o la política siempre iban con cierta carga de concepción ideológica. Frente a eso proponía un análisis ideogenético que buscara los principios de estos conceptos y, además, tratara de comprenderlos en sus distintas perspectivas y sentidos. Para cumplir ese propósito escribió La ideología norteamericana sobre inversiones extranjeras, con el objetivo de analizar el concepto estadunidense de inversiones extranjeras bajo el esquema de describir y explicar las relaciones que guardan en el interior y en el exterior del mismo. En otras palabras, lo que quería era situar las ideas, explicar su contenido intelectual, pero también cultural y social de semejante concepto. El sentido de lo ideológico de las inversiones norteamericanas estaba dado porque González Casanova entendía por “ideología una serie de conjuntos o sistemas de ideas que implícita o explícitamente aparecen con su doble sentido: intelectual y social” (González Casanova, 1955:10). En ese estudio decía: 34 HERENCIA Y CULTIVO INTELECTUAL DE LA DEMOCRACIA En nuestro caso vamos hacer un análisis que corresponde a la sociología del conocimiento económico. Ello quiere decir que vamos a situar el sentido y el sentido social del concepto, o por mejor decir, los conceptos sobre inversiones extranjeras, vamos a buscar sus relaciones internas (formales, intelectuales, de sentido) y sus relaciones externas (de los grupos que surgen y de los grupos a que se dirigen). Esto es, que vamos a relacionar tal o cual idea sobre inversiones extranjeras con la estructura intelectual o cuadro de referencia de que forma parte y con la estructura social en que surge. Y este es el objeto de la sociología, buscar el carácter integral que reviste un fenómeno o un hecho, ver el hecho como “un fenómeno social total” (González Casanova, 1955: 11). El autor de semejantes ideas comenzaba a considerar el estudio sociológico de una ideología como el estudio más cabal, más completo de las ideas o conjuntos de ideas que son el objeto de su investigación. El argumento de esto se centraba en la necesidad de comprender todas las relaciones del concepto o los conceptos que se estudian. Agregaba que la comprensión sociológica, como cualquier otra, implicaba una generalización y una abstracción, un entendimiento y una exclusión y por lo tanto toda generalización debería “aparecer en sus perspectivas históricas y sociales: los conceptos relacionados con el momento histórico y los grupos sociales en que surgen” (González Casanova, 1995: 15). Al sacar a la luz, mediante su análisis sociológico, que la idea central norteamericana era llevar a cabo las inversiones extranjeras como una necesidad de expansión económica cuyo móvil estaba en la ganancia, al mismo tiempo que eliminaba los obstáculos que buscaban impedirlo por medio de la difusión ideológica y tratados de inluencia política, González Casanova (1955: 141) cuestionaba que el desarrollo de México dependiera de éstas. Incluso iba más lejos al airmar que en el fondo de todo ello estaba un concepto tabú: el imperialismo. En los discursos políticos y pseudocientíicos de los defensores de las inversiones extranjeras, se negaba el imperialismo como la forma violenta de las intervenciones camuladas de inversiones, seguridad y defensa. Para el autor de La democracia en Méxi­ co, el imperialismo como concepto reprimido en los voceros estadunidenses era un objeto, incluso, de estudio psicoanalítico. Fruto de su trabajo cientíico también observó en las inversiones extranjeras objetivos como resolver los problemas económicos de los Estados Unidos, relacionados con la sobreproducción, el desempleo, la contracción de los mercados, la estabilización de la tasa de ganancia; pero 35 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL también con la inluencia cultural y política hacia los países huéspedes, con su represión y persuasión imperialista. Por eso a las inversiones extranjeras las percibía también como un fenómeno social integral que alteraba la estructura económica, política y cultural de los países subdesarrollados (González Casanova, 1955: 175-176). A partir de este trabajo, historia y sociedad habían comenzado a ser dos elementos que acompañarían la obra posterior de Pablo González Casanova. La empresa intelectual del autor de Sociología de la explotación estaría muy cerca del seguimiento de las grandes tendencias del movimiento histórico en América Latina y el mundo. Los hechos del primero de enero de 1959 en Cuba marcaron no sólo el nuevo rumbo social que tomaría la segunda mitad del siglo xx, sino la adhesión de González Casanova a las luchas de liberación que aparecían por doquier en el denominado Tercer Mundo. La herencia de su padre y sus maestros de El Colegio de México, así como su formación en las disciplinas histórica y sociológica, señalaron el horizonte que habría de seguir: de la academia a la política. La vasta obra histórica que llevó a cabo sobre los procesos políticos de los pueblos latinoamericanos se concretaría tiempo después, cuando coordinó América Latina en los años treinta (1977) y los dos volúmenes de América Latina: Historia de medio siglo (1925­1975) (1977); también con su esfuerzo por escribir la historia contemporánea de América Latina desde 1880 a 1973 con el título Imperialismo y liberación en América Lati­ na (1978); la de coordinar en cinco tomos la Historia del movimiento obrero en América Latina (1984-1985) y en cuatro, la Historia política de los campesinos latinoamericanos (1984-1985). Pero es en 1958, con la aparición de Estudio de la técnica social en la Colección Problemas Cientíicos y Filosóicos de la Universidad Nacional Autónoma de México, cuando la transición de la historia hacia la sociología del conocimiento en la formación intelectual de González Casanova está concluida. En ese texto, en alusión al Diálogo platónico Protágoras o los soistas, expresaba que el parlamento socrático seguía siendo de gran utilidad para iniciarse en el estudio del conocimiento de la sociedad, sobre todo cuando se intenta explicar la naturaleza de las ciencias sociales (González Casanova, 1987: 97). A partir de aquí, González Casanova intenta posicionarse sobre el terreno del conocimiento de lo social tanto técnico como no técnico. Realiza una historia de las clases de técnicas y lo no técnico planteando 36 HERENCIA Y CULTIVO INTELECTUAL DE LA DEMOCRACIA que debajo de éstas existe una ilosofía. Hace la diferencia entre la técnica cientíica y sus relaciones con las demás técnicas y con las que no lo son. Habla del uso de la técnica para dominar la naturaleza y a los demás hombres; de la guerra y la política como dos formas de dominación. Hace mención de la lucha entre la metafísica y las ciencias naturales y sociales. Parece que conoce, por su formación ilosóica, el debate moderno del in de la metafísica o cuando menos su crítica; también la polémica de la combinación entre metafísica y ciencias empíricas que Marx viene a “deshacer” (González Casanova, 1987: 188-189). Insiste en reconocer que los seres humanos tienen derecho a pensar e investigar lo que es la ciencia social y la vida social; lo exige como una meta: la relexión cientíica, técnica y política debe darse en todos los hombres. Comienza a postular que “la democracia sigue siendo una necesidad y una inalidad del pensamiento cientíico, y lo seguirá siendo en tanto que el fantasma de Leviatán, de la crisis y de la planiicación sin libertad, amenace como parece amenazar todavía el futuro de la historia” (González Casanova, 1987: 189). Pablo González Casanova descubre lo histórico en lo sociológico. Eso le permite ampliar su mirada en los análisis que va realizando especíicamente en América Latina. De hecho, su obra parte de todo aquello que es latinoamericano. “Él es, por deinición, un latinoamericano. Pero al serlo con un alto grado de excelencia, va enunciando verdades de alcance universal. La sociología y la historia de lo latinoamericano son sólo una ruta para llegar a una mejor sociología y a una mejor historia de lo universal” (Bagú, 1999: 645). Así, de la transición de la historia a la sociología, de la ideas a los marcos estadísticos en ciencia sociales, surgirá en González Casanova el objetivo de continuar elaborando el pensamiento latinoamericano que había descubierto en la modernidad cristiana del siglo xviii, en Martí y Mariátegui, en su padre y Manuel Gómez Morin; en Alfonso Reyes y sus maestros de El Colegio de México, en Gramsci y la Revolución Cubana, en todas aquellas aportaciones valiosas a la comprensión del mundo que América Latina había hecho, pero que la historia de ese aporte en sus revoluciones, conceptos y expresiones, aún no había sido sistematizada y profundizada por la intelligentsia de este continente. Para Pablo González Casanova América Latina en los años sesenta había cambiado el mundo y los historiadores de estas tierras no se habían enterado aún. 37 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL poDer, políTica y pueblo: el inTerés por comprenDer la nación En la década de los años setenta Joseph A. Khal le preguntaba a Pablo González Casanova qué se le había ocurrido primero trabajar en La de­ mocracia en México: la descripción del marginalismo o la explicación teórica de la marginación en función del colonialismo interno (Kahl, 1986: 168). La respuesta del segundo aclaraba que antes de redactar su obra más importante, había escrito algunos artículos en los cuales exponía la mala distribución del ingreso, la cultura y el poder en el país. Esas ideas se conectaron después con algunas discusiones más generales acerca del marginalismo que surgieron de las reuniones de Río de Janeiro, a las que asistió C. Wright Mills (Kahl, 1986: 168) y con cierta inluencia de los primeros escritos sobre las sociedades duales de Jacques Lambert en Brasil. En esa entrevista, González Casanova expresaba que usó el término “dualismo” sólo de manera descriptiva, pues no lo consideró nunca un término explicativo. Frente a este panorama y en el contexto mexicano, para lograr el aumento en los niveles de vida, González Casanova suponía por ese entonces necesariamente mejorar las relaciones de intercambio, aumentar la soberanía y contar con el pueblo mediante una política de integración: mayor participación en el poder, integración de los indígenas y expansión de la cultura nacional, comunicación, acción política y diálogo gobiernopueblo (González Casanova, 1958: 57). Pero como más tarde lo demostraría en La democracia en México, la mayor participación del pueblo mexicano en la cultura y la política se enfrentaba a obstáculos como la desigual distribución del ingreso nacional, la sociedad dual o el marginalismo. Al respecto decía: Para comprender el desarrollo de México y el problema político nacional, resulta necesario comprender que existen estos dos grupos de mexicanos, unos que participan del desarrollo y otros que son marginales al desarrollo. No se trata de clases sociales, pues en el interior de quienes son partícipes del desarrollo se dan todas las clases sociales, y en formas arcaicas y menos variadas suelen darse también las distintas clases sociales en los mexicanos marginales, aunque predominen entre éstos los desechos del campesinado y de los obreros, los tres y medio millones de indígenas mexicanos que no hablan español y los millones de trabajadores del campo y la ciudad no organizados en forma alguna (González Casanova, 1958: 60). 38 HERENCIA Y CULTIVO INTELECTUAL DE LA DEMOCRACIA En la marcha de la segunda mitad del siglo xx, González Casanova vivía en su contexto y lo que percibía de éste. Por esa época creía en “la acumulación de capitales, tan necesaria al desarrollo” (González Casanova, 1958: 62), en aumentar el mercado, continuar su desarrollo, incrementar la capitalización, la empresa nacional; su discurso era nacionalista-populista, coniaba en la empresa pública nacional, la regulación de la banca por el Estado nacional y la expropiación de empresas extranjeras. Su idea de democracia estaba fuertemente vinculada a su nacionalismo populista, a su intención de fortalecer la unidad nacional como se lee en el siguiente fragmento: La historia política de México ha conducido a este país a tener una conciencia nacional mucho más precisa que la conciencia de clase. La crítica política se ha hecho a través de aquélla, mediatizada por aquélla. La lucha interna se ha ligado a la lucha frente al exterior, en defensa de lo propio. La Revolución Mexicana se consolidó cuando Carranza tomó las dos banderas: la agrarista y la nacionalista, la de justicia social y la de justicia nacional (González Casanova, 1958: 68). Pensaba en ese entonces que la lucha de clases podría mermar la fuerza nacional, por lo que aceptaba que un partido, el partido, “como la nación, se ve obligado a escoger —en un régimen presidencialista como el mexicano— al hombre que pueda simbolizar las ideas generales, nacionales, y también que pueda conciliar las fuerzas políticas de grupos, clases e incluso caudillos” (González Casanova, 1958: 69). A los partidos de oposición los condenaba a la derrota y le daba la venia al partido oicial (Rodríguez Araujo, 1985: 41-43). Pensaba que hacer una política para unirse a los trabajadores como lo hicieron en su momento Carranza y Cárdenas respectivamente era una tarea imprescindible del gobierno. Quizá por esta visión, hubo fenómenos políticos que en su momento histórico no acabó por entender del todo, como por ejemplo los movimientos de los telegraistas, ferrocarrileros y maestros en 1958. De éstos sólo dijo que fueron tomados poco en cuenta. En sus obras tempranas o posteriores no les dedica más que unas cuantas palabras diciendo sorprendido: Todos nos preguntamos qué es lo que ocurre, cómo despertó la gente, cómo surgió esta oposición y este espíritu de lucha sindical al mismo tiempo que el candidato del partido dominante, que es el partido en el gobierno, obtenía la 39 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL adhesión más espectacular, más vigorosa, una popularidad que desde Francisco I. Madero no había tenido ningún candidato a la presidencia que fuera a tomar el poder, y lograba unir en su torno en forma abrumadora a la inmensa mayoría de las fuerzas nacionales (González Casanova, 1958: 72). Guiado por sus categorías analiza este fenómeno social tratando de explicarlo sólo desde el punto de vista económico: “los niveles de vida son tan bajos que este sector está a punto de ser expulsado al sector de los mexicanos marginales”. Según él, eso fue lo que motivó la acción de los sindicalistas disidentes. De ellos opinó que eran del sector urbano que participaba en política y con mejores ingresos y no los marginales que sólo participaban en las luchas revolucionarias. Se preguntó: ¿por qué el movimiento consideró ese momento para manifestarse? Y se respondió: Porque pensaron que el gobierno querría romper con ellos en vísperas de elecciones, y porque ellos tampoco querían romper con el gobierno, esto porque ellos mismos son conscientes de la necesidad que tiene el país de una unidad nacional en torno al gobierno, a la política, al candidato que es del pueblo y del partido en el gobierno (González Casanova, 1958: 73). Si se toma en cuenta el contexto que observa el sociólogo mexicano, sus instrumentos teóricos y su posición política del momento, se entenderá por qué para él los trabajadores debían exigir sus derechos sin romper la unidad nacional e integrarse en una necesaria alianza entre empresarios y gobierno para defender la economía nacional. Los movimientos obrero y social bien podrían aumentar la conciencia de clase, la lucha social, pero según González Casanova, en los límites de semejante unidad. Este tópico de la unidad nacional se conjugó con otros dos, previos a La democracia en México: el tema del desarrollo y la marginalidad. A partir de 1963 González Casanova ya comienza a ver la necesidad de utilizar categorías políticas para entender el proceso del desarrollo en el caso de México. Veía el proceso de desarrollo como un proceso político. En un texto titulado “México: desarrollo y subdesarrollo” (1963) elabora análisis estadísticos que le permiten estudiar el desarrollo del país en relación con la dinámica de la desigualdad. Ahí contempló los siguientes puntos: a) El efecto de dominio de la gran potencia —los Estados Unidos de Norteamérica— sobre la pequeña nación; b) el incremento del poder nacional y de 40 HERENCIA Y CULTIVO INTELECTUAL DE LA DEMOCRACIA la unidad de decisión del Estado mexicano en relación con la gran potencia; c) el efecto de dominio de los grupos y clases más poderosas en el interior de la nación sobre los grupos y clases menos poderosas y marginales; d) el incremento del poder de negociación de los grupos sociales menos favorecidos y marginales frente a los que participan del desarrollo y son más poderosos (González Casanova, 1963: 285). El movimiento de esta dinámica era lo que permitía entender la desigualdad en el interior y el exterior del país. Las fórmulas podían pensarse: a mayor poder nacional, menor inluencia extranjera; a mayor poder popular, menor poder de las clases dominantes dentro del país. Esa era la realidad que veía, no sin complejidad, por ese entonces. La tarea era hacer coincidir el incremento del poder nacional con el papel de la organización de masas que frente al Estado-nación tuviera la capacidad de negociar y a su vez el Estado, con su incremento de poder, negociara con la gran potencia (González Casanova, 1963: 286). Pablo González Casanova describe el incremento del poder nacional en la evolución de México desde la concentración del poder en la época del presidente Carranza (1917-1920) hasta 1934 con el ascenso a la presidencia del general Lázaro Cárdenas. En este análisis se notan los temas que aparecerán después en La democracia en México: la llegada de la unidad nacional, el corporativismo obrero y campesino, el éxito del partido único pues los partidos de oposición son insigniicantes, el presidencialismo, el poder del Ejecutivo frente al Congreso es enorme, todos los proyectos de ley son aprobados por unanimidad, la Suprema Corte apoya incondicionalmente al presidente y los gobernadores pueden ser depuestos constitucionalmente. También percibía que el poder económico del gobierno tendía a crecer y veía en ello el desarrollo del país como un hecho. Observaba repartición de tierras, integración nacional, crecimiento de las clases medias, aumento de las inversiones y la productividad. Sin embargo, no dejaba de plantearse bajo nuevos términos el problema del factor de dominio de la gran potencia y el problema del subdesarrollo, ligados uno y otro a la dinámica de la desigualdad en lo internacional y lo interno (González Casanova, 1963: 292). El tópico del marginalismo comenzaba a tener más presencia en sus análisis. El desarrollo per se no era un concepto que pudiera interpretarse fácilmente a partir de una realidad como la que en aquel momento 41 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL describía. Para él, la dinámica de la desigualdad estaba ligada a los polos de crecimiento, a las leyes del mercado y al factor de dominio de las ciudades y regiones desarrolladas sobre las subdesarrolladas (González Casanova, 1963: 296-297). La marginalidad no sólo la situaba en el aspecto económico, sino que intuía que el aspecto político era crucial para entender el fenómeno. Pensaba que la población marginal era marginal también de la política; por ejemplo, no votaba ni estaba politizada. Se acercaba poco a poco a un concepto determinante que manejaría después, a saber, el colonialismo interno, anclado en la idea del dominio de las zonas desarrolladas sobre las marginales, del mestizo sobre el indígena. Pablo González Casanova había relexionado todo esto en su proceso ya como investigador en el Instituto de Investigaciones Sociales (19501952) y en el Instituto de Investigaciones Económicas de la Escuela Nacional de Economía (1954-1956); como profesor de la Escuela Nacional Preparatoria Nocturna (1951-1952), de Sociología de México en la Escuela Nacional de Ciencias Políticas y Sociales (1952-1966) y de Sociología General en la Escuela Nacional de Economía (1954-1958); todo en la Universidad Nacional Autónoma de México. Después de su regreso de Francia no pudo quedarse en El Colegio de México. Se sabe que Daniel Cosío Villegas lo había invitado a trabajar en su famosa Historia de México. Quería que el recién egresado de París hiciese la parte correspondiente a la Revolución Mexicana en dicha obra. Pero ocurrió una ruptura. La cuenta el mismo González Casanova: “quizá en esa época era yo un tanto pedante y algún día traté de demostrarle a don Daniel que él no sabía lo que eran las clases sociales. No sabía. Pero la situación se hizo difícil y fue imposible continuar nuestra labor conjunta, lo que me llevó a incorporarme a la Escuela de Economía de la unam” (Pozas, 1984: 24). Fue precisamente en esa facultad donde publicó su primer libro de sociología del conocimiento al que ya hemos hecho mención: Ideología norteamericana sobre inversiones extranjeras. Sobre este libro González Casanova ha dicho que se hizo con “una exactitud cientíica verdaderamente notable y, a la vez deplorable, dado que en él anuncié lo que pasaría con las inversiones foráneas que en ese momento estaban siendo presentadas como la maravilla y solución para los países no industrializados. Pero lo hice de una manera muy oscura, demasiado abstrusa” (Pozas, 1984: 24). 42 HERENCIA Y CULTIVO INTELECTUAL DE LA DEMOCRACIA El asunto es que, para 1954, era el primer investigador de tiempo completo del Instituto de Investigaciones Económicas. El tránsito de su formación histórica hacia la sociología lo llevaría también de la academia a la política en su obra célebre: La democracia en México. los esTuDios sobre el sisTema políTico mexicano y la aparición De LA DEMOCRACIA EN MÉXICO Mientras Pablo González Casanova trabajaba de manera ya sociológica, en el escenario académico de ese entonces se discutía la relación poder, política y pueblo en el México posrevolucionario,9 así como los procesos políticos y sociales a través del prisma de dos libros que intentaban explicar los procesos sociales, de desarrollo, culturales y de modernización del país. El primero, La estructura social y cultural de México (1951) de José Iturriaga, ofrecía varios enfoques sociológicos, de la antropología cultural y la psicología del mexicano. Iturriaga planteaba que para conocer la estructura económica y social del país y vislumbrar su desarrollo, era necesario comprender el consumo de la población, su nivel social, cultural, educativo y su carácter psicológico. Semejante conocimiento otorgaría bases instrumentales para orientar la planiicación del desarrollo en los rubros del gasto público y políticas de gobierno. El autor, en su libro, mapeaba la estructura social en relación con el campo y la ciudad, el estudio de la familia, la tipología de las clases sociales y la composición étnica. En su esquema, elaboraba correlaciones entre los datos obtenidos con ánimo de construcción teórica, como se 9 Algunos autores que discutían estos temas eran Jesús Silva Herzog, Manuel Moreno Sánchez y Jesús Reyes Heroles. “De Silva Herzog podría destacarse un buen número de obras (libros y artículos) que tienen mucho que ver con la interpretación política del país y que han sido muy sugerentes para análisis posteriores. El pensamiento económico, social y político de México (1810­1964) es un recuento de autores (y actores) que tuvieron que ver con la construcción del México independiente, revolucionario y posrevolucionario, en el que el autor destaca los puntos sobresalientes de su pensamiento y sus repercusiones. En Inquietud sin tregua Silva Herzog recopiló una selección de ensayos y artículos propios publicados entre 1937 y 1965. En estos ensayos, a mi juicio, es donde se encuentran sus análisis más agudos del México de su tiempo, y en los que se ve no sólo su erudición y su portentosa memoria, como en otras de sus obras, sino su formación amplia en economía y política sin duda inluida por el marxismo de aquella época” (Rodríguez Araujo, 2001: 70). 43 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL observa en la airmación de que existe “una correspondencia estrecha entre las clases sociales y la composición racial del país, pese a la abolición de las castas decretada hace casi siglo y medio, y pese asimismo a la acentuada política indigenista de la Revolución” (Iturriaga, 1951: 123). Por el lado de la estructura cultural, Iturriaga se detenía en cuantiicar los idiomas y dialectos existentes en México, las religiones instaladas en el país, el sistema educativo, así como la inluencia cultural extranjera y el carácter del mexicano. Con un esquema menos sociológico y más cercano a la ilosofía de la cultura, el autor preveía un desarrollo nacional a través de la cultura propia si se cuestionaban las inluencias extrañas “encubiertas de progreso tecnológico”. El segundo libro, La industrialización de México (1954) de Manuel Germán Parra, era resultado de una respuesta a las supuestas tesis de Frank Tannenbaum (1929; 1933) de que México no podía ni debía ser una nación industrial. En palabras de Manuel Germán Parra, Tannenbaum airmaba tales cosas debido a que el país, según el estadunidense, era predominantemente agrícola, los grandes sectores no consumían productos industriales, se importaban productos manufacturados para una minoría y el crecimiento acelerado de la población se concentraba en las áreas urbanas, lo que obligaba a aumentar la producción agrícola (Parra, 1954: 35-36). Guiado por la antropología de Lewis E. Morgan, Parra adoptaba la teoría de las etapas del progreso humano como “leyes universales del desarrollo”, para cuestionar las tesis de Tannenbaum. Suponía que todo pueblo evolucionaba; que existían naciones adelantadas y otras atrasadas; que México pertenecía a estas últimas pero que, bajo la óptica del progreso, podía llegar a ser una nación industrial como Estados Unidos; asentía con irmeza moral que “México sí debe ser industrial, porque la industrialización es el único camino histórico conocido para lograr el pleno desarrollo económico y cultural de un pueblo” (Parra, 1954: 37). Para responder a Tannenbaum, el pensador mexicano planteaba el hecho de que Estados Unidos alguna vez fue un país agrícola y, debido al desarrollo natural de los pueblos, ahora era una nación industrial. Con semejante planteamiento Manuel Germán Parra se daba a la tarea de comparar la estructura de la fuerza de trabajo de México y Estados Unidos, su población económicamente activa, sus ingresos, el comercio y la educación, entre otros elementos de contraste. 44 HERENCIA Y CULTIVO INTELECTUAL DE LA DEMOCRACIA Utilizando como fuentes cuantitativas los censos de ambos países, así como documentos de estudios demográicos, Parra trataba de invalidar las tesis de Tannenbaum al esgrimir que las leyes del desarrollo de los pueblos eran inmanentes. México sería un país industrializado, decía el autor, con el aumento de las inversiones extranjeras, la creciente división del trabajo, que diversiicaría la producción no tanto para el autoconsumo como para el intercambio, las localidades dispersas dependerían cada vez más del mercado nacional, las fábricas aumentarían y “el campesinado se irá disgregando cada vez más para convertirse, una parte en pequeños propietarios modernos, otra en operarios agrícolas y otra, que resultará a la postre mayor, en trabajadores industriales” (Parra 1954: 193). El artesanado se disolvería, las comunidades rurales se transformarían en centros urbanos, las ciudades crecerían, las lenguas y culturas indígenas irían despareciendo. En suma, para Manuel Germán Parra México sería en el futuro una nación moderna uniicada con el resto del mundo. Al igual que Pablo González Casanova, Iturriaga y Parra se autoairmaban en la posición ética y política “de hacer progresar a México” a partir del estudio cientíico de su estructura social. Por la época en que fueron escritos, la idea de ciencia que pregonan tales textos se vinculaba a una corriente epistemológica de corte positivista que suponía encontrar en la sociedad leyes del desarrollo (Parra, 1954: 16; Iturriaga, 1951: xv). Aunque los esfuerzos de estos autores por utilizar herramientas empíricas para la comprensión de las dinámicas sociales por las que atravesaba el país en ese momento deben ahora ser reconocidos, “ninguno de los dos textos inauguró una tradición de sociología en México” (Castañeda, 2004: 209). El que la inauguró fue precisamente el libro de Pablo González Casanova: La democracia en México. Antes de que apareciera La democracia en México e incluso después de su publicación, las investigaciones consideradas más importantes sobre el proceso mexicano en los años históricos de la Revolución “fueron producto de la labor de investigadores extranjeros —básicamente estadunidenses— para quienes tenía mucho interés el laboratorio social en que se había convertido México” (Meyer, 1979: 12). Los primeros trabajos que adquirieron relevancia al respecto fueron los de Frank Tannenbaum, de la Universidad de Columbia, quien estuvo en México casi al término de la Revolución. Tannenbaum observó el país 45 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL en sus viajes y usó las pocas estadísticas que había en The Mexican Agra­ rian Revolution (1929) y Peace by Revolution (1933).10 Estos trabajos, al igual que los de Marjorie Ruth Clark (Organized Labor in México, 1934) y Eyler Simpson (The Ejido, Mexico’s Way Out, 1937), tomaban en cuenta los cambios que se gestaban desde la reforma agraria (Meyer, 1979: 12). Después de la Segunda Guerra Mundial las investigaciones norteamericanas sobre México seguían en aumento. Una vez que la Revolución Mexicana perdía su novedad, se iniciaba el balance de su gesta. De hecho, al inalizar esa guerra ya había en Estados Unidos un pequeño grupo de “mexicanólogos” trabajando en universidades y en instituciones aines. Entre los trabajos más importantes se encontraban los de “Tannenbaum, Mexico: The Etruggle for Peace and Bread (1950), Howard F. Cline, The United States and Mexico (1953) y Robert C. Scott, Mexican Government in Transition (1959). En los años sesenta Cline vuelve con otro libro, Mexico, Revolution to Evolution: 1940­1960 (1962); también aparecen en esa fecha los de William Glade y Charles W. Anderson, The Political Economy of Mexico, y el de Raymond Vernon, The Dilemma of Mexico’s Development; al año siguiente sale el de Frank Brandenburg, The Making of Modern Mexico. Eran estos los años de la Guerra Fría combinados con el temor a la expansión de la inluencia de la Revolución Cubana. El modelo político mexicano empezaba a interesar a los estadunidenses como alternativa frente al cubano” (Meyer, 1979: 13). Para los estadunidenses, estos cambios producidos por la Revolución estaban generando una transición hacia la democracia formal y representativa, cosa que les interesaba en gran medida debido a que, con tal sistema, se podría negociar política y económicamente (Scott, 1959; Cline, 1962). Para los políticos mexicanos, la visión de los vecinos del norte signiicaba un reconocimiento de que las cosas iban por buen camino. Interesaba que las masas populares se convencieran de que las demandas emanadas de la Revolución estaban siendo cumplidas durante el desarrollo del Estado mexicano. 10 Últimamente a Enrique Krauze le ha dado por “rescatar” las miradas extranjeras sobre la Revolución Mexicana. El caso de Tannenbaum lo ha tomado en serio. De él ha dicho que fue un anarquista que acogió con entusiasmo la formación del pueblo por obra de la Revolución, al ver en las comunidades rurales de México un proyecto de nación mucho más viable que el de la modernización e industrialización del periodo alemanista (Krauze, 2010). 46 HERENCIA Y CULTIVO INTELECTUAL DE LA DEMOCRACIA Sea como fuere, en la década de los cincuenta y principios de la siguiente, los politólogos, historiadores y economistas estadunidenses fueron los que proveyeron las interpretaciones generales más difundidas sobre el sistema político mexicano. El tono de los análisis era muy académico y la ideología que estaba detrás quedaba sólo implícita en aras de la “neutralidad cientíica”. México, según estos esquemas, marchaba por la senda del progreso y de la democracia (Meyer, 1979: 15). Todo esto se debía en parte a que los estudios políticos y sociales en México y sobre México eran demasiado pocos y pobres en cuanto al manejo de una teoría política, de una metodología especíica y de un concepto claro y distinto de ciencia política. “Se hacía historia política, denuncia política, caracterización política, planes políticos, pero no ciencia política. Ni siquiera teoría o filosofía políticas” (Rodríguez Araujo, 2001: 71). Esto en mucho tuvo que ver con que se siguiera no pocas veces de manera acrítica a los teóricos estadunidenses, ingleses, alemanes, sin la menor intención de elaborar los esquemas teóricos propios para aplicarlos a la realidad nacional. En México quienes estudiaban algo de política era porque estaban en el mundo de la política. Es verdad que hubo historiadores mexicanos que hicieron en su momento análisis político, está el caso de Daniel Cosío Villegas. Pero éste también se vio envuelto en este tipo de imposición norteamericana sobre los estudios políticos y sociales del país como bien lo ha hecho notar Octavio Rodríguez Araujo: Daniel Cosío Villegas […] explicaría, precisamente en su libro El sistema político mexicano, que el “origen remoto de este ensayo fue una iniciativa del profesor Stanley R. Ross, entonces director del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Texas”. Cosío Villegas fue el primer mexicano invitado por Ross a su Instituto, no sólo por su obra propia y dirigida (de gran importancia aunque de poca interpretación), sino por ser parte (muy inluyente, por cierto) de El Colegio de México. Esta institución educativa y de investigación, como sugiere Lorenzo Meyer, no estaba ni de lejos inluida por el marxismo, como era el caso de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la unam, pero sí de la politología y de la sociología norteamericanas, con las que guardaba ciertas ainidades teóricas e ideológicas” (Rodríguez Araujo, 2001: 71). Ahora bien, habría que decir que las interpretaciones extranjeras sobre México no fueron del todo homogéneas. Había posiciones variadas en 47 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL torno al proceso por el que transitaba el país y su probable futuro de estabilidad económica y democrática. Juan Molinar Horcasitas encontró tres corrientes académicas de interpretación del sistema político mexicano (Basáñez, 1990: 35-62) a las que denominó: pluralista, autoritarista y, en el caso de pensadores mexicanos, una corriente marxista. Esta última se ubica en la década de los cincuenta, cuando aparecen obras de marxistas mexicanos que tienen inluencia en la vida académica y política de la nación. Algunos de ellos eran Vicente Lombardo Toledano, Narciso Bassols, Alberto Bremauntz y José Revueltas. Después, en los sesenta y setenta, fueron: Víctor Flores Olea, Enrique González Rojo, Enrique González Pedrero, Eli de Gortari y Adolfo Sánchez Vázquez. El asunto es que, para lo que aquí interesa, entre los marxistas no existía en ese momento ningún sociólogo que tratara de explicar en términos empíricos el fenómeno del sistema político mexicano y su relación con la estructura económica y social. No existía simple y sencillamente porque en esa época los marxistas consideraban la sociología una ciencia burguesa y los sociólogos el marxismo, una ilosofía de la historia. Por esta razón, los marxistas mexicanos analizaban el sistema político de México desde el fenómeno histórico de la Revolución Mexicana. Algunos la consideraban una revolución democrático-burguesa; otros, una guerra civil; era tan variado el diagnóstico que si se pasaba a la cuestión de quiénes hicieron la Revolución, por qué y cómo la hicieron y qué lograron, el disenso se tornaba mayor: unos observaban masas campesinas, otros proletariado agrícola, unos más sectores medios del campo y la ciudad; por otro lado, los desenlaces de la Revolución Mexicana fueron evaluados como triunfos burgueses, victorias pequeñoburguesas, derrotas populares, bonapartismos, etcétera (Molinar Horcasitas, 1993: 39). Los pluralistas (Howard Cline, Robert Scott, Raymond Vernon, Jesús Silva Herzog, Henry B. Parkes, Richard Greenleaf, Martin Needler, Patricia Richmond, Judith Hellman, Eugenia Meyer, Frank Brandenburg, James Wilkie y Kenneth Johnson) se nutrían de teorías como el institucionalismo de posguerra (que relaciona desarrollo capitalista y democracia política); el análisis funcionalista (que supone el paso de una sociedad tradicional a una moderna); el enfoque de grupos; los desarrollos conductualistas especialmente en el área de la participación y la cultura políticas y la teoría de la modernización (Molinar Horcasitas, 1993: 6-7). 48 HERENCIA Y CULTIVO INTELECTUAL DE LA DEMOCRACIA El principio de estos autores en torno a que la modernización de una sociedad conduce a la pluralización de su comunidad política, generando con ello un impulso hacia la democratización de su sistema político, algunos de ellos lo aplicaban al caso de México. Estos “mexicanólogos” dieron cuenta del cambio político en México a través de cinco etapas generales en el desarrollo de la historia mexicana moderna: a) la ruptura del antiguo orden por medio de las armas; b) la fase de reconstrucción económica y política gradualista, menos violenta que la etapa anterior, dominada todavía por militares, errática y poco sistemática tanto en sus políticas como en la dirección de su élite nacional y regional; c) la creación de nuevas instituciones y rutinas políticas que preparan el camino del nuevo régimen: presidencialismo, aparatos políticos, organizaciones políticas, industrialización y aparición de una nueva élite no militar; d) el modelo mexicano de industrialización por sustitución de importaciones con estabilidad política, el llamado “milagro mexicano” y e) las investigaciones realizadas después de 1968, pero antes de 1977, vaticinaron que el sistema político mexicano se acercaba a una crisis que podía verse como una mudanza estructural de tipo regresivo; en cambio, quienes escribieron después de 1977, retomaron las hipótesis básicas de aumento en el pluralismo político (Molinar Horcasitas, 1993: 9-10). Por su parte, los autoritaristas (Susan Kaufman, Roger Hansen, Robert Kaufman, Glen Dealy, Richard Morse y Howard Wiarda) según Molinar Horcasitas, terminaron por dominar casi completamente la interpretación académica de la política mexicana. La crítica se basó en el hecho de que en muchas naciones africanas y asiáticas surgidas de la descolonización de posguerra y en los países más desarrollados de América Latina, no se cumplieron las predicciones de los pluralistas. Los golpes de Estado en los años sesenta y setenta en Brasil, Argentina, Uruguay y Chile, derrumbaron la tesis de la teoría de la modernización, la cual daba por hecho una correlación entre desarrollo económico y competitividad política (Molinar Horcasitas, 1993: 23). En este sentido, políticos conservadores como David Apter, Lewis Coser y Samuel Huntington, por sólo mencionar algunos, argumentaron que la modernización es en sí misma inestable, por lo que en muchos casos los regímenes autoritarios eran los mejor capacitados para realizar las tareas que una sociedad en proceso de cambio demandaba. 49 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL Algunas de las bases de los autoritaristas sobre el caso de México tuvieron su origen en Juan Linz y Guillermo O’Donnell. El primero airmaba que los sistemas políticos autoritarios devienen de su pluralismo limitado, no responsable y sin guía ideológica. Según la tipología de Linz, el pluralismo político limitado tiende a generar desde oligarquías modernizadoras hasta autoritarismos estatistas orgánicos o burocrático-militares. Guillermo O’Donnell inluyó notablemente en el análisis de la política latinoamericana al plantear un nuevo modo de relación entre modernización, cambio económico y cambio político. Continuando las ideas de Huntington, O’Donnell planteaba que las consecuencias de la modernización acelerada y de la profundización del capitalismo dependiente eran desestabilizadoras, porque producían dos brechas: una entre capacidades de integración y ritmo de diferenciación y otra, entre capacidades socioeconómicas y demandas sociales. La ampliación de estas dos brechas conducía al pretorianismo de masas, y éste a la implantación de regímenes de exclusión, a los que denominó burocrático-autoritarios (Molinar Horcasitas, 1993: 28). También dentro de esta corriente autoritarista aparecieron interpretaciones culturalistas de la política mexicana. Éstas se basaban en el impacto de las herencias culturales americanas. Suponían que la savia indígena era la fuente del autoritarismo, aunque algunas veces era corporativismo hispano. Glen Dealy, Richard Morse y Howard Wiarda justiican sus trabajos en una comparación de la política anglosajona y la hispana. La primera, decían, es lockeana y liberal; la segunda, tomista y suareziana. Ello implicaba que la cultura anglosajona se concebía como una sociedad heterogénea y plural, que asume que el bien común no es identiicable por vías de la razón, por lo cual se confía en la maximización del bienestar a través de la competencia de intereses privados; mientras que la sociedad luso-ibera se concebía a sí misma como homogénea y consensual, y asumía que cualquier individuo es en principio capaz de identiicar racionalmente el bien común; el disenso y la competencia de intereses privados se entendían como desviaciones egoístas del bien (Molinar Horcasitas, 1993: 30). Con todo este marco histórico se podría decir entonces que en México, a principios de la segunda década del siglo xx, no existía una “tradición” sociológica, histórica, ni politológica como en Europa o en Estados Unidos. También que los primeros pasos de esta ciencia en el país estuvieron 50 HERENCIA Y CULTIVO INTELECTUAL DE LA DEMOCRACIA inluidos por corrientes y escuelas del norte y el viejo continente. Pero en el ensayo de Molinar Horcasitas hay algo digno de atención: en su clasiicación sobre los estudios del sistema político mexicano no pudo ubicar el trabajo de González Casanova. En su texto se puede leer al respecto: [El trabajo de Pablo González Casanova] se resiste a esta clasiicación porque utiliza argumentos de los tres paradigmas. González Casanova plantea de varias maneras la relación entre política y economía, o entre modernización y democracia. En ocasiones el nivel de desarrollo aparece como variable independiente y la democratización como variable dependiente, mientras que en otras se plantea una relación de simultaneidad. Además, junto a esta posición compleja de González Casanova sobre las posibilidades de la democracia en México, corre un análisis heterodoxo de la democracia misma (Molinar Horcasitas, 1993: 21). El autor de semejante clasiicación no logra comprender que esa heterodoxia en los análisis de González Casanova inaugurará un modo de proceder muy propio, muy cercano a una tradición sociológica, y que poco a poco se podrá constatar, junto al triunfo de la Revolución Cubana, un proceso que podría denominarse “latinoamericanización” de las ciencias sociales (Reyna, 1979: 51). Aunque los estudios extranjeros sobre la política y el poder en México tuvieron una gran repercusión, todo el optimismo que se había generado en las interpretaciones norteamericanas quedaría después en entredicho: México no caminaba ni siquiera a una democracia representativa y el desarrollo, en términos absolutos, se estancaba década tras década. Algo fallaba en el sistema político mexicano. Pablo González Casanova encontró la falla del sistema: la falta de democracia producida por la explotación y el colonialismo internos. El fenómeno lo había registrado ya en la literatura sobre el colonialismo del momento (González Casanova, 1963a: 16). Pero ese registro era esporádico y casi circunstancial. González Casanova consideraba que se necesitaba un estudio más a fondo del problema para hacer las delimitaciones requeridas y así buscar una deinición estructural que también pudiera servir para una explicación sociológica del desarrollo. Fueron los trabajos de C. Wright Mills (1963: 154), quien de hecho fue el primero en usar la expresión “colonialismo interno” (Gon51 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL zález Casanova, 2006: 416) y la ideas de Rodolfo Stavenhagen, expresadas en un artículo titulado “Clases, colonialismo y aculturación” en 1963, los que más hablaron al respecto. Pero faltaba más precisión. González Casanova se detuvo en ello: La delimitación del fenómeno (colonialismo interno) supone: a) indicar hasta qué punto se trata de una categoría realmente distinta de otras que emplean las ciencias sociales y que presentan un comportamiento en parte similar, como las categorías de la ciudad y el campo; de la sociedad tradicional y las relaciones del señor y el siervo; de las relaciones obrero-patronales en la primera etapa del capitalismo, de las clases sociales y el planeamiento y solución de conlictos sociales; de la sociedad plural, de los estratos sociales; b) impedir el uso de esta categoría en procesos de racionalización, justiicación, impugnación y manipulación irracional y emocional (como ocurre con todas las categorías que se reieren a conlictos, así las del colonialismo, neocolonialismo, imperialismo, clases sociales) que se usan en estado de tensión dentro de la propia literatura cientíica; c) precisar el valor explicativo (y práctico, político con la connotación de la palabra policy) frente a otras categorías como la del protestantismo de Weber, las de adscripción y desempeño o éxito de Parsons y Hoselitz, el achieving de Mac Clelland, la empatía de Lerner, los valores de Lipse en su nuevo libro sobre los Estados Unidos como nueva nación (González Casanova, 1963a: 16). Entonces postuló una serie de preguntas para anteponerlas a esta nueva categoría para el estudio del desarrollo, denominada colonialismo interno. Las preguntas eran: “¿Hasta qué punto esta categoría sirve para explicar los fenómenos de desarrollo desde un punto de vista sociológico, en su mutua interacción, en análisis integrales y analíticos? ¿Hasta qué punto esta categoría no va a registrar los mismos fenómenos que registran las categorías de la ciudad y el campo, de las clases sociales, de la sociedad plural, de los estratos?” (González Casanova, 1963a: 17). Deseaba encontrar la capacidad explicativa, el potencial de comprensión sociológica del subdesarrollo y de explicación operacional de los problemas de las sociedades subdesarrolladas por medio de dicho concepto. Entonces abordó el problema en dos formas: una que le permitiera la tipiicación del colonialismo como fenómeno integral, intercambiable de categoría internacional a categoría interna y otra que le permitiera observar cómo una nación nueva que transita de una reforma agraria a una de industrialización, “de construcción de la infraestructura y que ha pasado 52 HERENCIA Y CULTIVO INTELECTUAL DE LA DEMOCRACIA por un amplio proceso de movilización de la población que participa del desarrollo, es decir en un país que se encuentra relativamente más avanzado en el proceso del desarrollo que otras naciones recién nacidas a la independencia y cuya experiencia puede ser políticamente útil a estas últimas” (González Casanova, 1963a: 17). Comenzó a trabajar esta categoría con dedicación. Quería ver el fenómeno del colonialismo interno y su comportamiento en el México contemporáneo. Lo contrastó con lo que se relejaba en el autoritarismo del sistema político, el caciquismo y el marginalismo de la población. Fue el momento de elaborar una explicación al respecto. Para esto preparó La democracia en México. La tarea no fue fácil. En el país, como se ha dicho ya, las llamadas ciencias sociales no tenían una tradición. En el siglo xx, la institucionalización en México de la sociología,11 y las ciencias sociales en general, tuvo que ver con procesos históricos muy concretos, como la fundación en 1917 de la Dirección de Antropología por Manuel Gamio, la creación del Departamento de Asuntos Indígenas más tarde, en 1939 la del Instituto de Investigaciones Sociales de la unam y la Revista Mexicana de So­ ciología, pero ni en conjunto lograban mantener una unidad en temáticas y problemas. Es verdad que todos estos proyectos comenzaron a generar, aunque de manera lenta, producción intelectual y de investigación, sin embargo, casi siempre con una perspectiva ensayística. El Colegio de México, interesado en este proceso de institucionalización de las ciencias sociales, impulsó la colección llamada Jornadas, donde se recogían investigaciones y ensayos en su gran mayoría sobre América Latina y México. En este sentido, el estudio de lo social en México tenía una gran trayectoria desde las obras coordinadas por Daniel Cosío Villegas (Historia mínima de México, Historia moderna de México y la Historia de la Revolución Mexicana) o previamente el libro de Agustín Molina Enríquez publicado en 1908 con el título de Los grandes problemas nacionales. La investigación propiamente sociológica tuvo sus inicios en 11 Fernando Castañeda señala que dicha institucionalización tuvo sus etapas: la de los pensadores positivistas mexicanos de la segunda mitad del siglo xix y la Escuela Nacional Preparatoria; la etapa posrevolucionaria de Luis Cabrera, Vasconcelos, Lombardo Toledano y Lucio Mendieta y Núñez; la llegada de la sociología académica a la encpys; y la aparición de La democracia en México y El peril de México en 1980 (Castañeda, 1990: 398-424; 2004: 155-173). 53 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL los trabajos de José Iturriaga y Manuel Germán Parra; además de Julio Durán Ochoa (Población), Arturo González Cosío (Clases sociales en Méxi­ co) y Antonio Carrillo Flores (La estructura económica y social de México) (Reyna, 1979: 59-60). La diferencia de estos estudios con los de corte más histórico o legal radicaba en que los sociólogos usaban menos el estilo ensayístico y, aunque de manera tenue, utilizaban más el análisis de la estructura social a través de descripciones, datos empíricos y encuestas. Antes de 1965, año en que apareció La democracia en México, el autor de ésta, a invitación de Lucio Mendieta y Núñez, amigo de su padre, trabajó en el Instituto de Investigaciones Sociales (iis) de la unam ya como investigador. Pero fue en 1957 cuando su hermano Henrique González Casanova y Horacio Labastida lo impulsaron para que tomara la dirección la Escuela Nacional de Ciencias Políticas y Sociales (encpys) en el periodo de 1957 a 1965. Este fue un periodo importante para la sociología en México y América Latina. Con la llegada de González Casanova a la dirección de la encpys las cosas en dicha escuela no sólo comenzarían a cambiar sino que se cultivaría lo que después daría a las ciencias sociales en el país su legitimidad formal, metodológica y epistemológica. En esta escuela, su nuevo director modiicó los planes de estudio de una perspectiva legal e histórica, a otra que tuviera su núcleo en la ciencia política, la sociología, el periodismo, la diplomacia y la administración pública (Meyer, 1979:16). La administración de González Casanova condujo a rectiicaciones al modernizar el enfoque de toda la escuela, porque la obligó a entrar en contacto con las principales facultades de ciencias sociales en el mundo. Vinieron maestros y muchos jóvenes egresados fueron enviados al exterior para empaparse de la problemática de estas ciencias en otros países (Torres Mejía, 1990: 154). En este contexto especíico, Pablo González Casanova representó el arribo de un cientíico social de nuevo cuño, netamente académico y al tanto de las grandes corrientes que en ciencia política y sociología se daban en los principales centros universitarios del mundo. En 1966 González Casanova dejó la dirección de encpys para ir a ocupar la del más antiguo iis, pero en dicha escuela ya había sembrado una serie de proyectos, ideas e iniciativas que con el paso del tiempo germinarían en investigaciones, seminarios, libros, lo cual representaría la consolidación de los estudios cientíicos sociales en el país (Jeannetti Dávila, 1990: 93). Octavio Rodríguez Araujo así lo reiere en su experiencia personal: 54 HERENCIA Y CULTIVO INTELECTUAL DE LA DEMOCRACIA Cuando ingresé a estudiar ciencia política, en 1961, lo que más me asombró de nuestra escuela, ahora facultad, fue el alto nivel de sus profesores y las conferencias de los principales cientíicos sociales del mundo en los célebres cursos de verano y de invierno. Era el debate mundial traído a un país del tercer mundo y a una escuela, entonces pequeña, que González Casanova, su director, hizo famosa al ubicarla entre las mejores del planeta y la más importante de América Latina. Tuve la suerte de ser estudiante entonces. Terminé mi licenciatura precisamente el año en que González Casanova dejó de ser director. Y en esa época viví una de las experiencias académicas más ricas de mi vida. En aquel lejano momento, hace 46 años, el director convocó a los estudiantes de primer ingreso a inscribirse como alumnos del grupo de estudios dirigidos, conocido como grupo piloto. El requisito era ser estudiante de tiempo completo. El método de enseñanza-aprendizaje era absolutamente original en todos sentidos y, ¿por qué no decirlo?, extenuante, incluso para sus profesores. Nuestro promedio de lectura era de dos libros semanales y nuestros profesores eran los mejores no sólo en la unam sino en el país. Sólo Pablo González Casanova podía haber llevado a cabo ese experimento piloto; siempre ha sido un hombre imaginativo y de vanguardia, así conocido en todo el mundo hasta la fecha (Rodríguez Araujo, 2007). Fue precisamente un año después de dejar la encpys cuando González Casanova publicó La democracia en México, obra que es vista, ahora, como un parteaguas en el análisis político y social del México posrevolucionario. Para muchos intelectuales y académicos mexicanos, este trabajo es el primer gran estudio general del sistema político contemporáneo hecho por un mexicano, desde una perspectiva mexicana y académica (Meyer, 1979: 17). Se ha llegado a decir que, con la llegada de esta obra, la sociología adquirió su mayoría de edad. El argumento comienza por reconocer que el manejo teórico, estadístico y metodológico llegó a proponer una “línea de investigación, que hasta hoy, continúa vigente: la relación entre estructura social y sistema político” (Reyna, 1979: 63). El libro, después de su publicación, fue utilizado en cursos y seminarios como da cuenta José Francisco Paoli Bolio: “siendo director de ciencias sociales de la Universidad Iberoamericana, usé mucho como texto básico La democracia en México, que me había recomendado un amigo muy cercano a Pablo González Casanova, Luis Villoro”.12 También impresionó a 12 Paoli Bolio, entrevistado el 20 de abril de 2010 en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la unam. 55 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL quienes habían estudiado la versión norteamericana del sistema político mexicano, como Lorenzo Meyer. Sobre el punto Meyer comenta: Cuando fui a estudiar a la Universidad de Chicago, me encontré con que las interpretaciones del México contemporáneo eran extranjeras. Los hombres blancos eran los que nos decían quiénes éramos. En Chicago me dijeron: “nosotros sabemos lo que ustedes son, más de lo que ustedes saben de ustedes”. Eso me lo dijo Philip Schmitter, un joven profesor de ciencia política muy seguro de sí mismo. ¿Qué había en ese momento? Los libros de Frank Tannenbaum, H. Clain, Frank Brandenburg, Robert Scott. Eran ellos los que explicaban el sistema político mexicano. En medio de ellos estaba La demo­ cracia en México como una isla, todos los demás eran interpretaciones norteamericanas permeadas por la Guerra Fría, pero en realidad ningún gran historiador estadunidense interpretó a México. También había muchos ensayos en México, pero no investigación en serio; había literatura con Octavio Paz, pero no había estudios sobre los cacicazgos, el colonialismo interno… me pareció que La democracia en México tenía indicadores muy precisos, que era lo que entonces se tenía como verdadera ciencia política del lado estadunidense, del lado antimarxista. Los indicadores jurídicos, políticos, me eran familiares y la parte marxista no la había estudiado en ningún curso formal, en Chicago un poco, lo hice por cuenta propia después con ayuda de Enrique Florescano, quien me daba clases de marxismo fuera del colegio.13 Y aunque las escuelas norteamericanas siguieron manteniendo sus tesis e inluyendo en los intelectuales del país, La democracia en México puso en el centro del debate una agenda de investigación y una metodología para conocer a fondo los que en ese entonces se llamaban “los grandes problemas nacionales”. Las ciencias sociales en México, sobre todo en lo concerniente a los estudios políticos y sociológicos, comenzaron a adquirir mayor rigor y temáticas especíicas después de publicado este trabajo. Ignacio Marván, quien trabajo varios años al lado de González Casanova, establece que el impulso de este libro trajo un modelo de trabajo cientíico que él mismo adoptó en su manera de investigar: La democracia en México es una gran investigación, pero sobre todo una agenda de investigación. Cada uno de los temas es la agenda de hoy. Es la parte 13 Meyer, entrevistado el 11 de febrero de 2010 en El Colegio de México, ciudad de México. 56 HERENCIA Y CULTIVO INTELECTUAL DE LA DEMOCRACIA sistémica del sistema político, pero con base empírica. Es cierto que después se abandona ese tipo de trabajo sistemático en cierta medida, excepto el de los partidos. Pero conforme va cambiando el sistema político mexicano, la estructura de La democracia en México se vuelve la agenda de investigación, primero los partidos, luego las elecciones, después las instituciones, la Corte, la democracia al interior de los partidos, el Congreso, la ciudadanía. La estructura del libro se vuelve la agenda del país. Con Pablo González Casanova aprendí, a partir de una agenda de investigación clara, cómo combinar un enfoque sistémico de análisis del funcionamiento de los sistemas, con un enfoque estructural, en donde la economía, la sociedad, los grupos sociales de presión, tienen un peso fundamental. Más allá de la obra teórica de González Casanova, que puede ser Sociología de la explotación u otra, se va desdoblando esa agenda de investigación, por el lado sistémico y estructural. Siempre con un asidero en la historia, no perdiendo de vista la importancia de esta disciplina. A partir de aquí, González Casanova profundiza en el análisis del Estado en América Latina, las crisis en México, en dos grupos sociales fundamentales: la clase obrera y los movimientos sociales.14 José Luis Reyna conoció a González Casanova en 1963; era su maestro en la encpys. El segundo en ese momento estaba trabajando en La demo­ cracia en México y las correlaciones estadísticas entre variables, que después serían parte del libro, se realizaban dentro del curso “sociología de México”. “Era una persona que encargaba trabajos prácticos, empíricos, a mí me encargaba ese tipo de trabajos” cuenta Reyna.15 En el texto —sigue Reyna— González Casanova buscó interpretaciones variadas (marxismo y funcionalismo), “no trató de confundir, ni de conluir entre las distintas interpretaciones, cada una la entendió de manera independiente. En ese entonces tenía su funcionalismo más desarrollado que su marxismo” (Reyna, 2010). El libro pasó a formar parte del acervo sociológico de este país; con él se deinieron líneas de investigación que no estaban contempladas antes. No sólo fue signiicativo que La democracia en México apareciera como una alternativa a los estudios extranjeros sobre el sistema político mexicano, también lo fue que entrara en escena en un contexto muy especial 14 Marván, entrevistado el 30 de noviembre de 2009 en las instalaciones del Centro de Investigación y Docencia Económicas (ciDe), Ciudad de México. 15 Reyna, entrevistado el 19 de abril de 2010 en El Colegio de México, Ciudad de México. 57 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL para México y el continente americano. En 1959 habían muerto José Vasconcelos, Alfonso Reyes y Samuel Ramos, con ellos terminaba un periodo cultural en el país, que había sido puesto en marcha desde el aparato oicial posrevolucionario. En ese mismo año, la Revolución Cubana triunfaba y se convertía en un referente de liberación para los pueblos de América Latina. En este escenario, especíicamente en septiembre de 1960, apareció en México un material clave en la formación del imaginario social sobre la patria de José Martí. Se llamó La batalla de Cuba. Los autores eran Fernando Benítez y Enrique González Pedrero. Fue el primer libro de Ediciones era.16 Se trataba de un reportaje en el que se describía el cambio del régimen de Batista a un proyecto socialista de nuevo tipo: “las estaciones de la policía batistiana se transformaron en escuelas, los hoteles en hospitales y las prostitutas en milicianas, remplazando la antigua fantasía erótica del Caribe con una nueva y solemne utopía política. A partir de entonces, era editó una vasta bibliografía relacionada con el levantamiento armado en la isla y sus efectos en América Latina” (Hernández Navarro, 2009: 2). Fue evidente que por el contexto en que se gestó la editorial y el tema de aquel primer título que le dio vida, era se deinió desde una posición política de izquierda. A partir de ese momento inicial, los nombres de autores como Antonio Gramsci, György Lukács, Adolfo Sánchez Vázquez, Louis Althusser, André Gunder Frank, Ernest Mandel, Arnaldo Córdova, Isaac Deutscher, Malcolm Lowry, José Revueltas, Vicente Leñero y Elena Poniatowska, entre otros, comenzaron a darle contenido a los libros que la editorial publicaba. Entre esos nombres estaba el de Pablo González Casanova. Luego de que la editorial del Fondo de Cultura Económica se negara a publicar La democracia en México, ésta formó parte del proyecto de era.17 16 Esta editorial marcaría el inicio de un nuevo desarrollo cultural y político en México. Comenzó esta gesta un grupo de veinteañeros españoles exiliados en el país. “Vicente Rojo, José Azorín y los hermanos Neus, Jordi y Quico Espresate, compañeros de trabajo en la Imprenta Madero —quienes habían llegado a México tras la derrota republicana en la Guerra Civil Española— acordaron crear lo que en un principio concibieron como una pequeña editorial cuyo nombre se forma con las iniciales de los apellidos de sus fundadores: Espresate, Rojo y Azorín: era” (García Hernández, 2009: 8). 17 Ignacio Marván me comentó que este libro no se publicó en el fce quizá por el conlicto que se suscitó después de que despidieran, en 1965, a Arnaldo Orila de esa casa editorial por publicar Los hijos de Sánchez. De no ser esta la causa, la explicación sería 58 HERENCIA Y CULTIVO INTELECTUAL DE LA DEMOCRACIA Fue la primera distancia del oicialismo por parte de González Casanova y el comienzo de una transición para pensar la democracia, el socialismo y la liberación de manera independiente. Hay que decir que esta transición fue gradual. González Casanova ya conocía los acontecimientos en Cuba y simpatizaba con esa revolución, pero quería discutir las posibilidades de la democracia en México que la Revolución Mexicana había prometido, antes de pasar a discutir la lucha por el socialismo y la liberación. Por eso, en las palabras preliminares a la primera edición de La democracia en México, insistió en que su estudio no sería ni apologético ni escéptico (González Casanova, 1965: 9). Más bien precisó que en buena medida el estudio se detenía en mostrar que la estructura del poder en México era parte del tipo de país en que se vivía, parte de los mexicanos como sociedad nacional, parte de las clases y los estratos que la integraban. Por tal motivo sugirió la necesidad de profundizar en el asunto, “de no descansar exclusivamente en las estadísticas oiciales, de hacer estudios de campo, sondeos, informes, monografías sobre la situación política de México” (González Casanova, 1965: 10). sencillamente la amistad con Neus Espresate (Marván, 2009). Pero mi intuición es otra. La democracia en México no encajaba en la postura oicial del fce y por esa razón fue rechazada. Jaime Labastida me otorga elementos para pensar así: “Quizá convendría iniciar por tratar de entender por qué salió Orila del Fondo de Cultura Económica. Ahora, a la distancia, nos resulta algo incomprensible: ¿qué sucedió, qué cosa tan grave habrá hecho Orila para que se exigiera su salida? Bueno, el Fondo era y todavía es una empresa del Estado, y en consecuencia tiene pleno derecho de nombrar y remover a los funcionarios de esa empresa. Sin embargo, lo que había realizado Orila allí había sido tan importante que todavía más incongruente resulta la petición de su salida. Esa empresa era, hasta antes de que se hiciera cargo de ella Orila, una editorial digamos buena, pero no tenía la dimensión y la proyección que él le dio. Las colecciones fundamentales de que dispone el Fondo, que son de primera magnitud, las creó Orila: Letras Mexicanas, Tezontle, Tierra Firme, la Colección Popular, los Breviarios; la estructura que actualmente posee también se la dio Orila […] ¿Qué hizo que molestara tanto? Hay que entender que vivíamos en la época de la Guerra Fría, y él publicó dos libros que molestaron mucho, el de Wright Mills, Escucha yanqui, que en Estados Unidos no causó ningún problema, porque allí sí había libertad de expresión; pero aquí, más papistas que el papa, pensaron que esto iba a causar molestias a la embajada norteamericana. Ahora no vivimos bajo la amenaza de la guerra nuclear ni del hongo atómico, pero en 1965 eso era una amenaza latente” (Labastida, 2005). Por cierto, no fue casual que Orila al salir del fce fundara Siglo XXI, su propia casa editorial; que ahí publicara libros sobre Cuba y el marxismo; tampoco lo fue que González Casanova publicara Sociología de la explotación, su segundo libro más importante, con Siglo XXI. 59 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL Era de la idea de que si se alentaba la investigación cientíica de los problemas políticos nacionales, se estaría en condiciones de actuar políticamente de una manera más certera sobre ellos. En su libro este aspecto fue resaltado, por ello fue enfático en su posición: El carácter cientíico que pueda tener el libro no le quita una intención política. Todo él está hecho recordando que durante la etapa armada de la Revolución Mexicana perdimos un millón de vidas humanas, y que en ese mismo periodo y en la década de los veinte emigraron casi setecientos mil mexicanos al extranjero. Reconocer nuestra realidad, acabar con los fantasmas que nos asustan, con las simulaciones, con la retórica y la propaganda que nos enajenan, con la falsa idea de que la mejor manera de amar a México es ocultar sus problemas; buscar así una acción política que resuelva a tiempo, cívica, pacíicamente, los grandes problemas nacionales es el principal objetivo político que buscamos, sintiéndonos como nos sentimos corresponsables y partícipes del gran movimiento que se inició en 1910 y que, una y otra vez, lucha por salir del eterno retorno y alcanzar sus metas (González Casanova, 1965: 10-11). La posición política de González Casanova por esa época era clara. En el libro aparece de manera nítida su defensa de la ideología de la Revolución Mexicana desde un nacionalismo antimperialista, y su perspectiva de un Estado fuerte, fruto de la alianza del gobierno con el pueblo, que lograra la integración nacional, era lo que lo hacía pensar en combatir el marginalismo y a la sociedad dual de ese entonces.18 La democracia en México se redactó en un periodo histórico en el que su autor estaba inluido por dos versiones del llamado nacionalismo revolucionario: una que hundía sus raíces en la Revolución Mexicana 18 Esta percepción también la tuvieron Aldo E. Solari, Rolando Franco y Joel Jutkowitz en los años setenta. A propósito del tema, decían los autores que la producción intelectual de González Casanova estaba dividida en dos libros notorios, a saber, La democracia en México y Sociología de la explotación. Sobre el primer libro airmaban lo que aquí se suscribe del caso; sobre el segundo texto veían un aumento de las categorías marxistas que marcaría el pensamiento de González Casanova hacia el marxismo (Solari, 1976: 152). La intuición que seguiremos aquí sobre este tópico, esto es, la transición intelectual de Pablo González Casanova de un nacionalismo populista a un socialismo valoral de tipo martiano no es nueva; los autores hacen referencia a un trabajo que se presentó en el X Congreso Latinoamericano de Sociología, en San José de Costa Rica, por el año 1974. Se intitulaba “Pablo González Casanova: del nacionalismo al socialismo”, de Víctor M. Durand Ponte. Me puse en contacto con el doctor Durand para saber más de dicho trabajo. Lamentablemente su respuesta fue que perdió ese texto y ahora es difícil conseguirlo. 60 HERENCIA Y CULTIVO INTELECTUAL DE LA DEMOCRACIA materializada en el Estado cardenista y su partido oicial; la otra, centrada en los principios básicos del cardenismo pero articulados con algunos elementos del marxismo de Vicente Lombardo Toledano bajo la consigna de la “unidad nacional”. Es verdad que el nacionalismo revolucionario en México no fue homogéneo y que para explicarlo habría que considerar las etapas de formación del mismo. Sin embargo, para lo que aquí interesa, se puede decir que la primera versión nacionalista a la que accedió González Casanova fue la que llevó a cabo Lázaro Cárdenas. El nacionalismo cardenista resumía el proyecto de la Revolución Mexicana en los objetivos de terminar con la dependencia económica del extranjero y la intervención imperialista; en llevar a los sectores populares a la vida política del Estado, además de elevar sus niveles de vida; en respetar y hacer cumplir la Constitución de 1917 y, como papel primordial del Estado, ampliar el sentido de la democracia tanto en el campo social como en el económico (Niszt, 2009: 43). La defensa de la nación pareció hacerse realidad en el nacionalismo cardenista con la expropiación petrolera y el reparto de tierras, lo que daba credibilidad a las promesas revolucionarias que los campesinos y trabajadores siempre habían esperado de la gesta iniciada en 1910. La incorporación de las masas populares a esta política nacionalista las llevó a pactar con el Estado para sacar adelante el proyecto del desarrollo nacional.19 Y aunque esta estrategia pareció ser la más popular, en realidad fue la idea de democracia social lo que más caracterizó el nacionalismo de Cárdenas, al grado de que, incluso, cautivó a corrientes de izquierda socialistas y comunistas de la época con semejante discurso (Niszt, 2009: 48). En ese punto Pablo González Casanova también se sintió identiicado. El proyecto cardenista llamaba a terminar con las desigualdades e 19 Los saldos que dejó esta historia están escritos. Los pactos realizados entre las organizaciones y el Estado cardenista incluían presión, amenaza y soborno. El corporativismo y la política de masas cardenista fortalecieron un Estado autoritario (Córdova, 1977: 100; Carr, 1982: 62-64; Cosío Villegas, 1997: 33). Pero aun con todo eso, “es a Cárdenas a quien corresponde el mérito de haber construido, en sus términos esenciales y permanentes, el contrato social populista que ha consolidado la estabilidad política y social de México, en la que el Estado constituye el eje en torno del cual giran los más diversos intereses sociales” (Córdova, 1993: 44). 61 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL injusticias del México posrevolucionario, además de incorporar al pueblo a las decisiones de poder político. En este sentido la democracia en México sería resultado de este proyecto centrado en la defensa de la soberanía nacional. La otra versión del nacionalismo revolucionario a la que González Casanova se adscribía era la de Vicente Lombardo Toledano. Este marxista mexicano había tratado de entender el valor político para el proletariado de la Revolución Mexicana. Y es que: Durante sus primeros cincuenta años el comunismo mexicano tuvo grandes diicultades para elaborar una visión compleja y matizada de la Revolución Mexicana, los proyectos sociopolíticos que ésta articuló y su relación con los objetivos socialistas. En la práctica, el partido osciló violentamente entre dos posiciones extremas: una aceptación acrítica del potencial anticapitalista de la Revolución Mexicana y de los gobiernos asociados a ella (“empujar la revolución hacia la izquierda”) y una tajante e indiferenciada condena a estos gobiernos como “despóticos”, “burgueses”, “claudicantes frente al imperialismo”, etcétera (Carr, 1982: 51-52). Esto se debía en parte a que el Partido Comunista Mexicano (pcm) nació con un potencial teórico radical de oposición al Estado y a las elecciones, a pesar de que el Comintern, en 1921, instaba a los partidos comunistas del mundo a llegar a las grandes masas a través de estrategias de “frente unido” y no bajo un voluntarismo espontáneo. En el caso de México el Comintern “recomendó que el pcm abandonara su postura antielectoral. A mediados de 1923, el pcm decidió participar en las elecciones presidenciales que tendrían lugar al año siguiente, apoyando al presidente preferido por el presidente Álvaro Obregón, Plutarco Elías Calles” (Carr, 1982: 53). Aunque la convivencia entre el pcm y el Estado mexicano no fue del todo amistosa, sobre todo en el periodo comprendido entre 1930 y 1934, en los gobiernos del Maximato, los comunistas mexicanos pudieron operar abiertamente y, hasta cierto punto, libres de la persecución del Estado desde diciembre de 1934, con el inicio de la presidencia de Lázaro Cárdenas. El periodo de Cárdenas parecía que giraba cada vez más hacia el programa de la Revolución Mexicana, podríamos decir, hacia la izquierda. Al menos eso quedaba de maniiesto cuando se llevaron a cabo movilizaciones obreras, la expropiación petrolera, el reparto agrario y la uniicación de las organizaciones campesinas, obreras y populares del país. 62 HERENCIA Y CULTIVO INTELECTUAL DE LA DEMOCRACIA La síntesis que quería lograr Lombardo Toledano entre marxismo y nacionalismo se centraba principalmente en la idea de que, para transitar a un régimen socialista, se debía establecer una alianza entre los gobiernos posrevolucionarios y la burguesía nacional. Eso consolidaría el proyecto nacionalista en un país semicolonial como era México. Es decir, si se fortalecía una clase burguesa, a la vez se desarrollaría un proletariado autónomo, por lo que con esto se preparaba el camino hacia el socialismo. En este sentido Lombardo Toledano creía que la “táctica de la unidad nacional” era el objetivo inmediato de la lucha por el socialismo. Esto es, “la política de unidad nacional implicaba subordinar la lucha de clases en pos de un objetivo que podría traer mayores beneicios para el proletariado y para la nación en su conjunto, porque lo que se buscaba era el desarrollo capitalista independiente” (Niszt, 2009: 54). El proyecto de Lombardo Toledano adquirió fuerza en un momento histórico concreto. Lombardo Toledano veía la posibilidad de salvar la Revolución Mexicana de la reacción mediante un pacto que uniicara a la izquierda en torno a la idea de la unidad nacional. Quería uniicar al pcm, los socialistas, marxistas, patriotas y gente del Partido Revolucionario Institucional (pri). Pensaba que la lucha de clases sin cortapisas era un error porque, en un país atrasado como México, la burguesía nacional era aliada a la clase obrera (Carr, 1982: 165). El reto que se planteó en La Mesa Redonda,20 para Lombardo Toledano tenía una salida: formar “un gran partido popular”, que sería un “frente revolucionario independiente del gobierno y constituido por la clase obrera, el campesinado, los ejidatarios, los auténticos pequeños propietarios, los peones, la clase media, los pequeños comerciantes, intelectuales y funcionarios públicos. No sería un partido marxista o izquierdista, ya que su objetivo sería buscar el cumplimiento de las metas inmediatas de la Revolución Mexicana. Por lo tanto, su programa tendría que relejar la lucha de la Revolución Mexicana 20 En 1947 “La Mesa Redonda Marxista fue la primera ocasión en que una muestra representativa de la izquierda mexicana (con excepción, desde luego, de la quinta columna trotskista) se reunió para discutir su visión del México contemporáneo y de la política mundial y sus perspectivas sobre el curso futuro de la Revolución Mexicana. El acto fue patrocinado por Lombardo Toledano, cuya agenda política explícita se centraba en el largamente acariciado plan de fundar un nuevo partido político de la izquierda” (Carr, 1982: 164). 63 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL por lograr la emancipación nacional, el desarrollo económico, la revolución industrial, el perfeccionamiento de las instituciones democráticas y el mejoramiento del nivel de vida de las masas. En política exterior, el nuevo partido debería luchar por la paz, la eliminación del fascismo, la independencia del mundo colonial y una política del buen vecino” (Carr, 1982: 166-167). La visión de Pablo González Casanova sobre la democracia en México tiene este tinte lombardista. Este nacionalismo que proponía el desarrollo pleno de una revolución democrático-burguesa, a través de la unidad nacional, junto al de Cárdenas, defensor de la soberanía nacional, son los lentes bajo los cuales habría que entender la postura política que Pablo González Casanova presenta en La democracia en México.21 Con este antecedente histórico se pueden comprender las premisas desde las cuales González Casanova partió para redactar la obra. Suponía que el desarrollo económico se iniciaba con el incremento del producto nacional real de un país y su justa distribución. Por ello pensó que si el desarrollo económico llevaba implícita o explícitamente el aumento de los niveles de vida de la población (salud, nutrición, educación, indumentaria), para saber el nivel de desarrollo económico en el caso de México, se tendrían que incluir en el estudio no sólo los datos económicos, sino también los datos políticos que dieran razón de las decisiones que se to21 El propio González Casanova lo reconoció a pregunta expresa de Claudio Albertani (ca): “¿Qué papel desempeñó Lombardo Toledano en tu formación? ¿Cuál fue tu relación con él? Pablo González Casanova (pGc): Mi primera esposa era hija de la hermana de Lombardo y cuando fuimos a París él nos visitaba de paso a Moscú o a Roma. Él fue quien me regaló la primera edición de las obras de Gramsci, en italiano, que todavía conservo. Era un hombre brillante. Una de sus aportaciones consistió en dar al nacionalismo revolucionario mexicano una política exterior universal impulsando las relaciones con la Unión Soviética y el apoyo a los movimientos de liberación en América Latina. Era una nueva expresión del nacionalismo que se plasmó en vínculos con los movimientos obreros, con la lucha de clases y con la emancipación socialista. Luego todo se frustró, porque la Revolución Mexicana se volvió populista y la Rusa se volvió más y más burocrática y hasta capitalista. ca: ¿Qué piensas del nacionalismo revolucionario? pGc: Siempre oscilé entre el nacionalismo antimperialista y la lucha de clases. Iniciado por Sun Yat-Sen en China, el nacionalismo revolucionario alcanzó por su parte una gran profundidad en México, al grado de que nuestra Constitución, anterior a la rusa, en cierto momento fue la más avanzada del mundo en materia de derechos sociales e internacionales. Yo tuve simpatías y diferencias con este proceso, que se perciben a lo largo de mi vida y, al mismo tiempo, no dejé de tener amistades y vínculos con quienes daban prioridad a la lucha de clases frente a la lucha nacional” (Albertani, 2011: 89). 64 HERENCIA Y CULTIVO INTELECTUAL DE LA DEMOCRACIA maban en materia de inversiones, gastos, salarios, mercados. Para esto se preguntó “¿en qué forma la estructura del poder de un país como México condiciona y limita las decisiones en materia de desarrollo económico, o deriva en decisiones que corresponden propiamente a medidas de simple crecimiento económico?” (González Casanova, 1965: 15). Esto lo inspiró para dar un paso más y preguntase “¿hasta qué punto el tipo de democracia que hay en México condiciona y limita el desarrollo económico, y hasta qué punto podemos alcanzar una democracia que logre el desarrollo?” Así comenzó su tarea intelectual de más largo alcance: pensar la democracia desde la realidad. Frente a quienes vieron en el libro una ausencia de teoría sobre la democracia, González Casanova fue cauteloso y irme en cuanto a la perspectiva que tendría el estudio. por ser la palabra democracia un término cargado de valores y mucho más persuasivo que comprensivo procuraremos emplearlo con reserva, dejando su análisis para la parte inal del estudio, en que podremos comunicar su contenido con mayor precisión. En todo caso, el análisis de la estructura política del país permitirá alcanzar un concepto operante de la democracia en México. (González Casanova, 1965: 15-16). Para que la idea de democracia no sólo se quedara en el nivel valorativo, elaboró un análisis de tres fenómenos básicos que le permitieran contestar las preguntas planteadas: a) la relación de la estructura política formal (de los modelos teóricos y jurídicos de gobierno) con la estructura real del poder; b) la relación del poder nacional (de la Nación-Estado) con la estructura internacional; c) la relación de la estructura del poder con la estructura social, con los grupos macrosociológicos, con los estratos, las clases (González Casanova, 1965: 16). Sobre la primera relación la justiicó con la idea de que era urgente confrontar en la vida diaria los modelos y formas jurídicos, ortodoxos, oiciales. Es decir, sostuvo con vigor que en la realidad concreta era donde se probaba si tales modelos cumplían los ines para los que habían sido ideados. En lo que respecta al inciso b, reveló la importancia de estudiar el dominio de las grandes potencias sobre las pequeñas naciones. Al respecto dijo en su libro: no nos referimos al problema como “imperialismo” en tanto que este término está cargado de otro tipo de valores y nos hace perder la perspectiva del poder nacional. Nos referimos a lo que Perroux llama el “efecto de dominio” de las 65 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL grandes naciones y las grandes empresas; a la dinámica política de la desigualdad que afecta el “complejo total de las economías nacionales” y de la “fuerza contractual del Estado”, que hace pesar sobre estas naciones la amenaza de quedarse como “naciones aparentes”, sin política propia (González Casanova, 1965: 18). En la tercera relación, hacía hincapié en acabar con los últimos vestigios del colonialismo intelectual para estudiar con categorías propias la estratiicación, la movilidad, las clases y grupos sociales, fenómenos bien distintos de los de los países metropolitanos. De entrada, observaba que el texto constitucional de México —como el de los demás países latinoamericanos— se inspiraba en las ideas de la Ilustración francesa y de los constituyentes de Filadelfia (González Casanova, 1965: 23). Pero se dio cuenta de que si por democracia se entendía formalmente la existencia de partidos, el sufragio, las elecciones, los “tres poderes”, la soberanía de los estados federales tal como se generó en los modelos ilustrados del siglo xviii y principios del xix, en México nada de esto ocurría según su estudio (González Casanova, 1965: 45). Con las estadísticas en mano, fue cerciorándose de ciertos referentes: primero, se registraba la ausencia de una oposición real al partido del gobierno; segundo, el movimiento obrero en sus tendencias generales presentaba marcadas características de dependencia respecto de la política del Ejecutivo; tercero, el Ejecutivo controlaba al Legislativo; cuarto, la Suprema Corte de Justicia obraba con cierta independencia respecto del poder Ejecutivo, pero otorgaba mayor apoyo a los propietarios y compañías que a los trabajadores y campesinos y, quinto, los estados y municipios estaban controlados por el poder de la federación. Con estos indicadores y su posición crítica-política buscó los verdaderos factores del poder en México que inluían en las decisiones gubernamentales y que eran ajenos a la teoría euroamericana de la democracia. Los dividió en su libro así: a) Los caudillos y caciques regionales y locales tenían una inluencia considerable en los gobiernos y comunidades. Esto permitía la concentración del poder y por supuesto las propiedades en unas cuantas manos. b) El ejército, institución que aunque dejaba de ser un peligro para la política mexicana, sus miembros se agrupaban en la nueva clase burguesa surgida después de la Revolución. Se les otorgaban facilidades para que se conviertieran en empresarios (González Casanova, 1965: 52). 66 HERENCIA Y CULTIVO INTELECTUAL DE LA DEMOCRACIA c) El clero, después de haber perdido su poderío en la Reforma, a partir de Ávila Camacho recuperaba su inluencia en la sociedad a través de instituciones educativas, de gobierno y públicas en general, como en los periódicos, folletos, peregrinaciones. d) Los latifundistas, empresarios nacionales y extranjeros, los cuales además de concentrar la mayor parte de la riqueza en sus bolsillos, presionaban al gobierno para modiicar legislaciones de acuerdo con sus intereses. Al tener de su lado a los expertos en materia económica, jurídica y política, así como el respaldo de la gran prensa, los empresarios se organizaban y presionaban al Estado para que la inversión extranjera estuviera presente en sus negocios, reduciendo con ello de manera notable, el poder del Estado mexicano (González Casanova, 1965: 62-70). Siguiendo con el modelo, Pablo González Casanova contribuyó a la formulación de un enfoque amplio sobre las tendencias de las tasas de crecimiento y desaceleración de inales de los cincuenta, que los economistas habían descrito sobre todo en los aumentos de los niveles de la deuda externa y el desempleo, a partir de una perspectiva política. En este tenor, empezó a prestar atención a las personas que quedaban fuera del desarrollo, “había más analfabetos, más niños sin escuela, más mortalidad infantil que nunca, y usó datos censales para cuantiicar esas tendencias” (Kahl, 1995: 66). A partir de esta perspectiva relacionó la estructura del poder político con la estructura social. Encontró que de 1910 a 1960 el marginalismo, la forma de estar al margen del país o el pertenecer al gran sector de “los que no tienen nada” (analfabetismo, desnutrición, falta de vestido, desempleo) en la población total de México fue disminuyendo, lo que parecía revelar un proceso de integración del país. Parecía que el desarrollo económico coincidía con el proceso de integración nacional, de homogeneización de la población, y de disminución relativa del marginalismo en los más distintos terrenos. Sin embargo, le llamó la atención que, al contemplar el problema del orden de magnitud de la población marginal, considerada en números absolutos y al analizar sus tendencias generales este tipo de población distaba mucho de desaparecer.22 22 Por ejemplo, registraba que la población de seis o más años analfabeta en números absolutos era, para 1930, de 9 017 540; para 1940, de 9 449 957; para 1950, de 9 272 448; 67 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL Se observaba que la población marginal en México o había permanecido numéricamente estancada o había venido creciendo a lo largo de esos cincuenta años. Entonces midió la tasa de crecimiento de la población marginal y de la que no lo era (González Casanova, 1965: 270-283). Aunque encontró que esta última crecía a mayor velocidad que la primera, ello era insuiciente para disminuir en cifras absolutas el número de mexicanos marginales. El problema se revelaba de otra manera: para 1960 existía en México una proporción menor de población marginal, sin embargo en números absolutos, había una cantidad mayor que en el pasado de mexicanos marginales. ¿A qué se debían estas tendencias? Según González Casanova, básicamente a una expansión económica aletargada y concentrada en pocas zonas del país y en ciertos sectores de la población; era lo que más tarde denominaría explotación,23 proceso que se llevaba a cabo mediante un avance de las ciudades y los sectores dinámicos, a través de la habilidad para exprimir la mano de obra de las zonas atrasadas y extraer así un superávit económico. También era fruto de lo que después llamaría colonialismo interno. El modo de proceder para explicar lo anterior, González Casanova lo trató de la siguiente forma: existe en México una sociedad dual o plural. El México que tiene (ladino) y el que no tiene (indígena, marginal, residuo de la sociedad colonial). Analizó esto según tres indicadores: el idioma, la discriminación y la explotación semicolonial. Sobre el primer punto registró la proporción de mexicanos que no hablaban español y la tasa de crecimiento de la población nacional e indígena (González Casanova, 1965: 98-102). Agregó que el problema indígena era esencialmente un problema de colonialismo interno. Las comunidades indígenas son nuestras colonias internas, decía, porque tenían las características de la sociedad colonizay para 1960, de 10 573 163. La población de uno o más años que no comía pan de trigo: para 1940 era de 10 795 582; para 1950, de 11 383 923; para 1960, de 10 618 726 (González Casanova, 1965: 282-283). 23 “Si la explotación se da originalmente cuando hay desarrollo y no participan del mismo quienes contribuyen a él, al tiempo que se apropia del producto excedente un grupo o clase que lo maneja como su propiedad, entonces son explotados quienes mantienen niveles de vida que están en el mínimo vital o por debajo de él por no participar del producto del desarrollo” (González Casanova, 1969: 74-75). 68 HERENCIA Y CULTIVO INTELECTUAL DE LA DEMOCRACIA da (González Casanova, 1965: 104). De los antropólogos que habían estudiado a los indígenas, sostuvo que aunque éstos se interesaban por el problema indígena de una manera particular, lo hacían desde un sentido humanista pero no anticolonial. Airmaba que inluidos aquellos por metodologías etnocéntricas sólo habían registrado y descrito situaciones, hechos o sucesos; pocas veces habían denunciado abusos o discriminación (González Casanova, 1965: 122). Para ser más preciso, el autor de Sociología de la explotación expuso brevemente formas en las que se presentaba el colonialismo interno (González Casanova, 1965: 105-107)24 y cómo a los marginales se les excluía de la política siendo sólo objetos políticos de quienes sí la usaban (González Casanova, 1965: 108-111). Precisamente es en este punto donde Pablo González Casanova se detuvo para proponer que para terminar con el marginalismo y el colonialismo interno uno de los objetivos principales para la democratización y el desarrollo del país debía ser la integración nacional (González Casanova, 1965: 112). Esto es, que los marginales ingresaran a la vida cívica, a una ciudadanía económica y política plena. Además de esto agregó que era necesario: acentuar la unidad de nuestra cultura política secular y mantener el principio constitucional de que los alineamientos políticos no deben estar ligados a los religiosos; que es necesario redistribuir el ingreso y mantener y organizar a la vez las presiones populares y la disciplina nacional, que es necesario a la vez democratizar y mantener el partido predominante, e intensiicar el juego democrático de los demás partidos, lo cual obliga a la democratización interna 24 Aunque más tarde se hablará aquí con mayor detalle del colonialismo interno, la siguiente es una de las primeras redacciones que hizo González Casanova sobre este tópico: “Lo que los antropólogos llaman el “Centro rector” o “Metrópoli” (San Cristóbal, Tlaxiaco, Huachinango, Sochiapan, Mitla, Ojitlán, Zacapoaxtla) ejerce un monopolio sobre el comercio y el crédito indígena, con “relaciones de intercambio” desfavorables para las comunidades indígenas, que se traducen en una descapitalización permanente de éstas a los más bajos niveles […] existe una explotación conjunta de la población indígena por las distintas clases sociales de la población ladina. La explotación es combinada como en todas las colonias de la historia moderna —mezcla de feudalismo, capitalismo, esclavismo, trabajo asalariado y forzado, aparcería y peonaje, servicios gratuitos— […] la explotación de una población por otra corresponde a salarios diferenciales para trabajos iguales (minas, ingenios, incas de café) a la explotación conjunta de los artesanos indígenas (lana, ixtle, palma, mimbre, cerámica), a discriminaciones sociales (humillaciones y vejaciones) a discriminaciones lingüísticas…” (González Casanova, 1965: 106). 69 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL del partido como meta prioritaria, y a respetar y a estimular a los partidos de oposición revisando de inmediato la ley electoral; que la democratización del partido debe estar ligada a la democratización sindical y a la reforma de muchas de las leyes e instituciones laborales, entre otras tareas (González Casanova, 1965: 112). La conianza de Pablo González Casanova en un Estado popular, aliado al pueblo bajo los estandartes de la Revolución Mexicana era evidente. Y sí, el cardenismo populista y el lombardismo le daban elementos para pensar de esa manera. Pero su postura política no era un obstáculo para pensar sociológicamente, esto es, cientíicamente el problema. En este sentido planteaba otra forma de abordar el problema de la estructura social en sus relaciones con la política. Consideraba que en el estudio de la estratiicación social se podrían derivar conclusiones sobre el marginalismo social y político (González Casanova, 1965: 127). Para este tipo de estudio observó las tendencias generales de la estratiicación y la movilidad social en México, utilizando los pocos datos de que se disponía en la época, que en su mayoría habían sido elaborados por economistas, puesto que la sociología mexicana en esos momentos no había “contado con los medios necesarios —inancieros y técnicos— para acometer un estudio de campo que es básico en la comprensión de los problemas nacionales” (González Casanova, 1965: 127). Con ese modelo sociológico advirtió de las desigualdades en México, de los que tienen y los que no tienen. Comparó la distribución del ingreso de Francia, Canadá, Suiza, Estados Unidos e Inglaterra con México y señaló las grandes diferencias en los años cincuenta y sesenta de nuestro país con respecto a estos países; las desigualdades entre el campo y la ciudad; las asimetrías entre las familias rurales y las urbanas. Es decir, de estas muestras González Casanova deduce que el desarrollo regional de México era profundamente desigual, como lo era probablemente en todo país subdesarrollado. Registró lo que hasta la fecha no se había modiicado sustancialmente, a saber, que “mientras el Distrito Federal y los estados del norte alcanzan niveles de vida superiores al promedio nacional, en proporciones que van de 35 a 100 por ciento, en contraste Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Tlaxcala, Hidalgo, Guanajuato, San Luis, Zacatecas tienen niveles de vida inferiores en dos terceras partes a los del promedio nacional” (González Casanova, 1965: 130). En suma, conirmaba que las estadísticas indicaban mayor desnutrición, 70 HERENCIA Y CULTIVO INTELECTUAL DE LA DEMOCRACIA ignorancia, mortalidad infantil, insalubridad, falta de vivienda, etcétera, en las zonas antes mencionadas. Sin embargo, adviertió que para comprender la situación del país con mayor profundidad, no bastaba señalar el estado de esas desigualdades sino que era necesario estudiar la dinámica nacional, los procesos de desarrollo, movilidad y movilización de la población. Por ello rechazó la idea de que sólo estudiando las desigualdades se entendería la dinámica nacional. En el texto de La democracia en México reprocha la polarización de las posiciones de quienes sólo veían desigualdades en el país y de quienes sólo observaban adelantos: Al conservador irritado por la “demagogia de la Revolución Mexicana” y que denuncia los males existentes, se enfrenta el político gobiernista que revela con satisfacción los hechos y las obras; al radical impaciente que ya ve próxima una nueva revolución socialista, o al viejo y honrado revolucionario que se siente defraudado y piensa que ya es tiempo de que “otra vez nos vayamos al monte”, se oponen, a veces ignorándolos y otras en franca polémica, los funcionarios y ejecutivos que ven cómo marcha el país, cómo se electriica, construye escuelas, abre caminos, inaugura presas y que siente contar con el consenso y apoyo de una gran parte del pueblo (González Casanova, 1965: 133). Para Pablo González Casanova esta lucha política era bastante natural en ese contexto. Pero lo que a él realmente le importaba, era el desarrollo de los pobres. Señalaba que era preciso estudiar la movilidad para entender por qué la migración del campo a la ciudad permitía que sectores sociales de la población adquirieran mayor esperanza de vida con ingresos mayores de los que percibían en sus comunidades. Al mismo tiempo, se daba cuenta de que las desigualdades aumentaban entre campesinos, pequeños propietarios, clases medias y altas, por lo que la inconformidad se hacía cada vez mayor. Al percibir esta inconformidad, se preguntó cómo se manifestaba y percibía; cómo se organizaba y luchaba: “¿Quién la organiza y para quién lucha? O para decirlo de otro modo, hasta qué punto aparece en la estructura política de México una conciencia organizada que presione para la solución de los problemas de la población marginal al desarrollo, esto es, de más de 60 por ciento de la población mexicana? El problema está en saber ¿cómo se maniiesta la inconformidad, alguna inconformidad del México marginal: en condiciones normales, cívicas, democráticas?” 71 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL (González Casanova, 1965: 141-142). Es preciso decir que sobre el tema de la inconformidad y la lucha cívica, se interesó por los pobres y marginales (González Casanova, 1965: 144). Hizo mención en su libro que había un México que no utilizaba las instituciones para presionar y buscar soluciones a sus problemas. Es un México, airmaba, “impolítico”, que no luchaba cívicamente porque carecía de los instrumentos políticos para hacerlo. Eran, según su percepción, objetos políticos manipulados por el “México político”. Para demostrar esto vuelve a las estadísticas de la población que está agremiada a algún sindicato, organización o partido político y la que no lo está (González Casanova, 1965: 145-147). Acepta que es difícil saber el grado de inconformidad política de las masas marginales porque no participan y, cuando lo hacen, su medio es siempre un partido u organización corporativa aliada al gobierno o a los factores de poder.25 Con todo, las conclusiones a las que llega sobre el punto son muy concretas: a) la población marginal es la que tiene menor proporción de miembros inscritos en alguna organización campesina u obrera; b) no asume su carta de ciudadanía pues es la que menos vota y c) es la que menos oposición presenta a los poderes establecidos. Si esa era la realidad que se mostraba en la época, González Casanova se cuestionaba: ¿Dónde se maniiesta la inconformidad de los pobres y cómo se maniiesta? El sociólogo mexicano encuentra que no se manifestaba en la violencia, pues la tasa de delincuencia entre los marginales era inferior a la delincuencia media nacional (González Casanova, 1965: 151). Ante ello relexionaba: “parece que el México marginal está quieto, silencioso”. Por los datos deduce que cuando se expresaba, lo hacía a través de sus mediadores (partidos políticos, organizaciones, los grupos dirigentes del México participante) paternalistas, que controlaban la desesperación de estos grupos. La falta de precisión en los datos lo llevó a airmar que los marginales no eran autónomos, que los dirigían, manipulaban o engañaban, ideólogos conservadores, católicos, marxistas y “amigos del gobierno” (González Casanova, 1965: 154). Aquí dio cuenta del paternalismo no sólo del 25 En la década de 1970, basado en la problemática sociológica y política que presentó González Casanova en La democracia en México, Rodolfo Stavenhagen ensayó un modelo que le permitiera estudiar las organizaciones políticas en México (Stavenhagen, 1971: 182-192). 72 HERENCIA Y CULTIVO INTELECTUAL DE LA DEMOCRACIA gobierno, sino también de los demás sectores civiles que actuaban en sus formas más tradicionales: caciques, líderes, favores personales. Es aquí también donde concede que los excluidos a los que se reiere en su libro, tenían vedado el camino de su liberación por sí mismos. Aceptó que “actuar políticamente cuando se pertenece al México marginal, aparece como pecado de soberbia, como atentado contra el principio de autoridad o intento de rebeldía” (González Casanova, 1965: 157). Los pobres del país que estudió en La democracia en México estaban vigilados en todo, hasta en su silencio; si se rebelaban, se les aplastaba violentamente para que volvieran a su silencio suplicante. Así, sin organizaciones, sin partidos, sin derechos, sin voto, sin líderes autónomos, los marginales se volvían los más pobres entre los pobres. Con todo este espectáculo de desigualdad, se entiende cómo González Casanova consideró que las decisiones políticas que repercutían en el desarrollo económico estaban impregnadas de la estructura de poder que analizó. Se percató por ejemplo, de que el movimiento obrero democrático en México, así como las organizaciones de trabajadores tenían limitadas sus decisiones políticas en materia de salarios y en materia iscal. Todas las políticas estaban contra el pueblo trabajador y a favor de los empresarios (González Casanova, 1965: 164-165). Por esta razón puede entenderse su posición política, sobre todo la que se puede expresar en el siguiente razonamiento: para que exista desarrollo en México se necesita democratizar las instituciones parlamentarias, los partidos; que el Estado controle el poder económico del sector público, que se incluya en la participación política a los grupos minoritarios políticos y culturales, incluidos los indígenas; que se democraticen los sindicatos y se creen nuevas formas de gobierno. Mientras esto no ocurra nosotros podemos hablar hoy de que tomamos decisiones de crecimiento, pero no de desarrollo. La única decisión básica de desarrollo en el momento actual es la decisión —gubernamental y popular— de una democracia efectiva, que amplíe el mercado interno, acelere la descolonización del país y la integración nacional e intensiique las medidas de independencia nacional y de negociación en un plano de igualdad con las potencias extranjeras, particularmente con los Estados Unidos (González Casanova, 1965: 173). Es ante este panorama cuando Pablo González Casanova se pregunta por las posibilidades de la democracia en México. Su punto neurálgico, son 73 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL los pobres, los marginales del país. Para relexionar sobre el tema de la democracia, elige dos ideologías del momento y en pugna: el marxismo y el liberalismo. Frente a éstas se cuestionó: “¿Qué piensa el marxismo sobre las posibilidades de establecer una democracia capitalista en México? ¿Qué piensa el liberalismo o la sociología liberal sobre estas mismas posibilidades?” (González Casanova, 1965: 184). El análisis marxista que hace sobre México, cae bajo la premisa de que la lucha de clases fue mediada por una Constitución liberal que instrumentó la incipiente burguesía aliada con los trabajadores organizados y los campesinos armados. El objetivo era luchar juntos contra el latifundismo y el imperialismo. De este pacto quedaron al margen las “masas exhaustas del pueblo” (González Casanova, 1965: 186). En este sentido, la Constitución “fue un instrumento del desarrollo del capitalismo y del desarrollo del país dentro del capitalismo. Pero como el país no se desarrolló plenamente dentro del capitalismo las instituciones más características de la democracia capitalista tampoco se desarrollaron” (González Casanova, 1965: 187). La segunda premisa de González Casanova sugiere que, como México en ese momento no había establecido cabalmente un sistema capitalista, no podía alcanzar plenamente una democracia burguesa. En este sentido era un país pre-capitalista y pre-demócrata. El análisis del sociólogo mexicano desde su preocupación por los marginales e inspirado por su nacionalismo revolucionario le impide comprender la democracia en otro horizonte diferente del marcado por el constitucionalismo moderno. Sin embargo, lo que habría que entender de esta postura es que, como el colonialismo interno mediaba la lucha de clases, éste impedía ver la expresión pura de esta dialéctica, de ahí que resultara difícil plantear el socialismo en una sociedad semicolonial. En otras palabras, el control político y la exclusión económica y social no permitían una oposición de clase real, por eso no existía un movimiento obrero lo suicientemente autónomo y fuerte como para esclarecer la lucha de clases y enfrentar a la burguesía. En términos marxistas, Pablo González Casanova no observa la existencia de una conciencia de clase, por eso insistió en que para aspirar a una liberación de los pobres, eran necesarios unos mínimos de la democracia (González Casanova, 1965: 191). Ahora bien, para él estaba claro que la Revolución Mexicana fue, en gran medida, una revolución nacional y antimperialista dirigida por la 74 HERENCIA Y CULTIVO INTELECTUAL DE LA DEMOCRACIA burguesía. Su objetivo se centró en la unidad nacional y la lucha contra el imperialismo. Entonces, el problema estaba en saber la vigencia de aquella, en saber si “sigue siendo válida la idea de una lucha nacional y si ésta puede ser para derrocar al actual gobierno y establecer un régimen socialista o para acelerar el desarrollo del capitalismo nacional, en cuyo caso la tarea democrática será una tarea democrática dentro del capitalismo” (González Casanova, 1965: 194). Frente a ello aseveró que los partidos de izquierda y los representantes proletarios de ese entonces aceptaron luchar por libertades democráticas dentro del capitalismo como un camino para llegar al socialismo. De los “sectarismos y aventurerismos” lo único que han hecho, airmó, fue quemar etapas para un futuro socialista. La crítica radicaba en que en México, según González Casanova, la lucha cívica no se había agotado aún y expresaba: “los marxistas no deben ver en cualquier algarada, motín, movimiento huelguístico, por importante que sea, el síntoma indiscutible de que ya llegó el tiempo de otra revolución, de que ya se dieron las condiciones de otra revolución. No habrá otra revolución en México —y de ello es necesario tener clara conciencia— sino cuando la estructura social sea incapaz de resolver los problemas urgentes del desarrollo de la nación y cuando se hayan agotado las posibilidades de una lucha cívica” (González Casanova, 1965: 196). Entonces ve en el sistema político mexicano de ese momento apertura a la posibilidad de cambio democrático. Por eso abonó a la idea de que defender la Constitución para resolver los problemas nacionales dentro del sistema capitalista era, en ese contexto, una tarea nacional y democrática.26 González Casanova, basándose en Marx, airmaba que aunque era posible pasar al socialismo en forma pacíica después de varios años de desarrollo capitalista, en México la clase obrera debía estar preparada 26 Con todo, esta posición política tuvo sus repercusiones. En 1960, el primero de mayo para ser especíicos, nació la revista Política, dirigida por Manuel Marcué Pardiñas. Dicha revista centraba su línea editorial en las teorías de Pablo González Casanova expuestas en Cuadernos Americanos en el número de enero-febrero de 1962 y que después se recogerían en La democracia en México, a saber, “que la organización del pueblo independiente y su capacidad para resolver los conlictos, dentro de las instituciones de la Revolución Mexicana, constituyen el instrumento básico de cuya fuerza y eicacia dependerá el desarrollo económico y la evolución política; es decir, la crítica política a partir de la Revolución, tesis que continúa y que parte de Lombardo Toledano”. (García Cantú y Careaga, 1994: 110-111). 75 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL para “emplear una doble táctica, o sea, al mismo tiempo que se preparan para el desarrollo pacíico de la revolución, estar suicientemente preparados para el desarrollo no pacíico de la revolución” (González Casanova, 1965: 197). Pablo González Casanova no era ajeno al dilema de la izquierda mexicana de ese entonces, en torno al enfrentamiento de la tendencia a la unidad nacional sobre la de la lucha de clases. Se inclinaba según la tesis leninistas en torno a la unidad nacional contra el imperialismo, por la lucha política de los trabajadores, su conquista de derechos sociales y políticos, antes de lanzarse a una batalla revolucionaria. Pero lo hacía con plena conciencia de transitar, una vez preparado el camino, al socialismo. La formación de una conciencia de clase y de una clase para sí, la integración de una verdadera organización proletaria sólo se puede realizar si se observa la táctica de alianza y lucha con la burguesía nacional, la táctica de la democratización interna de las organizaciones obreras y campesinas; si se combate por los objetivos inmediatos de la clase obrera, salarios, prestaciones, derechos sociales, contratos de trabajo, ratiicando permanentemente el pacto antimperialista con la burguesía, investigando y educando permanentemente a la clase obrera en las formas de lucha, y reconociendo que la clase obrera tiene “una tarea nacional que cumplir, a saber una tarea democrática”, uno de cuyos objetivos principales debe ser la organización y defensa de los trabajadores superexplotados del campo y la ciudad que son el venero más importante de una organización política revolucionaria, que presione para la democratización nacional (González Casanova, 1965: 200). El autor de La democracia en México al preguntarse por el papel de la burguesía mexicana en este proceso histórico, responde que es la burguesía del sector público, inspirado en el gobierno de Lázaro Cárdenas, la que puede dar ese paso hacia la alianza con la clase obrera. Veía en esa burguesía la que tomaba medidas para llevarlo a cabo: reforma electoral de la Constitución para fortalecer a grupos políticos y partidos de izquierda, plan de desarrollo, proceso general de democratización, etcétera (González Casanova, 1965: 204). Por el lado de lo que denominó el análisis sociológico de la democracia en México y siguiendo a Seymour Martin Lipset y Ralf Dahrendorff, González Casanova se centró en la idea weberiana de que la democracia posibilitaba el acceso universal a los cargos públicos y al incremento de 76 HERENCIA Y CULTIVO INTELECTUAL DE LA DEMOCRACIA la opinión pública. De Lipset tomó una deinición de democracia: “sistema político que proporciona constitucionalmente y en forma regular la posibilidad de cambiar a los gobernantes, y como un mecanismo social que permite a la mayor parte posible de la población inluir en las decisiones principales escogiendo a sus representantes de entre aquellos que luchan por los cargos públicos” (González Casanova, 1965: 208). De ello dijo que era una idea aproximada, una intuición útil para una etapa previa de investigación; que habría que analizar otros elementos como la libertad de prensa y crítica, la libertad de asociación, el respeto al voto. Desde esta óptica creía que las posibilidades de la democracia en México habían aumentado aun cuando existían serios obstáculos estructurales. Un análisis sociológico de esos obstáculos lo explicó en su libro, a saber: colonialismo interno, marginalismo, autoritarismo, sociedad dual, analfabetismo, falta de respeto al voto eran las causas principales. Llegó a la conclusión de que ese tipo de análisis sólo podría decirnos que el desarrollo de la democracia en México era probable si los obstáculos comenzaban a disminuir: “a mayor ingreso per capita mayor democracia, a mayor población ocupada en la industria mayor democracia, a mayor urbanización mayor democracia, a mayor alfabetización mayor democracia” (González Casanova, 1965: 209). Por lo tanto, la democracia era el requisito para el cambio pacíico en México. De esta manera, inspirado por la herencia socialista de su padre y sus maestros, inluido por el nacionalismo revolucionario cardenista-lombardista y convencido por los datos que arrojaba el estudio cientíico de su obra, Pablo González Casanova airmaba con cierta autoridad moral que el socialismo en México comenzaba con la construcción de la democracia. Estaba seguro de que dicha construcción pasaba por reconocer que los marginales, los indígenas, el México que no tiene, los pobres de la tierra, debían incorporarse a la misma, desde la lucha cívica. La táctica de “la unidad nacional” lombardista era la clave para esta estrategia de lucha; el Estado popular cardenista era el modelo capaz de llevarlo a cabo. Con el paso del tiempo se dio cuenta de que nada de eso sucedió. En un futuro también toda la tradición lombardista y del Movimiento de Acción Popular (map), de inales de los años setenta, habrían de equivocarse en torno a convertir el pri en un fuerza gestora del Estado popular (Bartra, 2010). Pese a todo, el libro tuvo un éxito enorme. Sea visto como mito fundacional o investigación cientíica, La democracia en México cumplió el 77 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL papel de iniciar los estudios sociológicos en el país con un aparato cientíico y una impronta política para la acción muy particular. Ninguna otra obra lo hizo. Pablo González Casanova todavía se pregunta qué hizo tan especial el texto: A veces me pregunto: ¿por qué tuvo tanto éxito ese libro? Creo que una parte del éxito se debió a que realmente era el proyecto en el que estaban envueltas muchas fuerzas de nuestro país, que venían del pensamiento liberal, del pensamiento conservador, del pensamiento socialista, del comunista. Además, creo que La democracia en México tuvo tanta repercusión por el vínculo que establecía entre la expresión de tipo teórico, de tipo general, el análisis que busca alcanzar objetivos y medios para obtenerlos, y que utiliza elementos persuasivos para la acción. Así, había elementos empíricos y elementos movilizadores. Eso le dio al libro un carácter que yo no había imaginado” (González Casanova, 2008: 167). Lo que tampoco se imaginó fue que con dicha obra y con las críticas que se le hicieron tanto a su libro (véanse Gunder Frank, 1973; Flores Olea, 1965; Castañeda Sabido, 1990, 2004, 2008) como a él, sea en lo metodológico, teórico o político, su trayectoria intelectual comenzaría a modiicarse. Pero también en el campo de las ciencias sociales latinoamericanas marcaba un rumbo. Después de este inicio de la sociología, en México, los temas de investigación política y social en la segunda mitad de los años sesenta se concentraron en el marginalismo, el desarrollo, la dependencia; en los setenta, en el Estado; en los ochenta, en la sociedad, los movimientos sociales, pero al inal siempre marcados por la perspectiva que infundió Pablo González Casanova con su obra. Así, para pensar la relación poder, política y pueblo, el autor de La democracia en México busca al sujeto de transformación que realice lo que la teoría apunta. Comienza a invertir mucho tiempo y recursos en el problema del Estado, las reformas políticas, la democracia, los movimientos sociales. En un primer momento busca a los sujetos transformadores y se acerca a ellos: en 1960 entra a Cuba cuando triunfa la Revolución. Desde la costa caminó los senderos y llegó hasta La Habana, entre las banderas de la revolución (Paoli Bolio, 2010). Las guerrillas latinoamericanas en cierto momento marcan su pensamiento, luego vuelve a los partidos políticos, se vuelve a alejar de éstos para después comenzar a mirar abajo: a los campesinos, los obreros, los indígenas y la democracia de los de abajo. 78 CAPÍTULO II Tiempos de transición: de pensar la democracia a explicar la explotación la socioloGía críTica en méxico E n 1966 el Instituto de Investigaciones Sociales (iis) de la unam tenía nuevo director. Fue Pablo González Casanova quien se hizo cargo de la dirección del iis desde ese año hasta 1970. Con ocho años al frente de la encpys, González Casanova, tenía una visión general sobre el estado en que se hallaban las ciencias sociales en el país (Loyo, 1990: 44). Sabía de la importancia de vincular el saber de la Universidad con el desarrollo de la nación. Conocía la relación que se tejía entre Universidad y Estado, pero era consciente de que la Universidad Nacional tenía en su haber una Ley de Autonomía que había sido aprobada en julio 1929, con el in de establecer la libertad de dicha institución para decidir sobre sus programas de estudio, sus métodos de enseñanza y la aplicación de sus fondos y recursos (Loyo, 1990: 3; Mendoza Rojas, 2001: 80). Aunque después hubo reformas universitarias y modiicaciones con respecto a la relación Universidad y Estado,1 González Casanova ha sido 1 “En efecto, con el arribo de Manuel Ávila Camacho a la presidencia de la República se inició un viraje ideológico y político con repercusiones en la educación que se plasmarían en la modiicación al artículo tercero de la Constitución en 1945: supresión de la orientación socialista e incorporación de los principios de una educación humanista, integral, laica, nacionalista y democrática, en el marco de la ideología de la ‘unidad nacional’ favorecida por el contexto de la Segunda Guerra Mundial. A partir de entonces la Universidad y el gobierno estrecharon sus relaciones y vivieron un periodo de armonía y acercamiento. En las dos décadas que van de 1940 a 1960, la Universidad se incorporó a los proyectos del Estado y se desplegó bajo su protección y apoyo, luego de años de distanciamiento e indiferencia. Es el periodo en el que se le restituyó a la unam su carácter nacional y se construyó la Ciudad Universitaria con los auspicios del gobierno alemanista, ‘gobierno de universitarios’, que había desplazado a los generales en el poder” (Mendoza Rojas, 2001: 95-96). 79 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL coherente con este principio de autonomía universitaria2 en toda su vida académica y social. En México, se ha dicho, la secularización del saber y la autonomía de académicos e intelectuales han tenido sus bemoles. Se dice que si la inte­ lligentsia mexicana se emancipó del poder eclesial, no lo hizo del príncipe (Castañeda, 2004; 112). Es un secreto a voces que, en la primera mitad del siglo xx, el Estado mexicano no sólo corporativizó a obreros y campesinos en su tarea de domesticación social, también lo hizo con no pocos intelectuales (Camp, 1988). La integración al aparato estatal con cargos públicos era una práctica común entre los intelectuales mexicanos de la etapa posrevolucionaria. Vicente Lombardo Toledano fue secretario general de la Confederación de Trabajadores de México (cTm), diputado y hasta gobernador; Daniel Cosío Villegas, director del Fondo de Cultura Económica y embajador; Manuel Gómez Morin ocupó el cargo de subsecretario de Hacienda y presidente del Consejo de Administración del Banco de México. Pero esto tiene una explicación. Es sugerente la idea de Enrique Krauze en torno a que lo que él designa generaciones de “mexicanos eminentes” o “caudillos culturales” llevaron consigo una marca indeleble: la de haber contemplado una revolución sin ser partícipes de ella, y al mismo tiempo teniendo que cargar con su herencia como el único camino de vida nacional. “El vacío de los cuadros académicos, culturales, técnicos y políticos que dejó la tormenta, favoreció la incorporación de estos jóvenes a la vida pública. Su afán es hacer algo por México. El año de iniciación: 1921. Mientras que, sin desprenderse del estado mental de lucha, Vasconcelos discurre algo muy semejante a una cruzada educativa, los Siete Sabios y su secuela construyen3 casi todo desde cero: políticas hacendarias, el primer impuesto sobre la renta, leyes de protección obrera, revistas literarias de vanguardia, nuevos cursos y ediciones” (Krauze, 1999: 278). El carisma que pudo representar el intelectual del México de la primera mitad del siglo xx, se relacionó con la incesante búsqueda de “hacer progresar a México”. La relación entre poder y saber se entiende si se contextualiza que este intelectual mexicano se sintió comprometido con 2 Para una visión más especíica sobre el tema de la autonomía universitaria frente al Estado, véase Daniel C. Levy, 1987. 3 Alfonso Caso fue creador del Instituto Nacional Indigenista, Manuel Gómez Morin funda el Partido Acción Nacional y Vicente Lombardo Toledano la cTm y el Partido Popular. 80 TIEMPOS DE TRANSICIÓN sacar al país del subdesarrollo (Suárez-Íñiguez, 1980: 27). Desde esta perspectiva, el ser carismático en el que se convertía el intelectual, anunciaba una sociedad de ciudadanos desde una ideología liberal y romántica, a falta de una robusta sociedad civil (Zermeño, 2009: 21). A mediados del siglo pasado, en México, el campo intelectual lo dominan escritores,4 ensayistas, ilósofos y periodistas; éstos asumen “como su ámbito natural —para acercarse o distanciarse—5 la cultura de la Revolución Mexicana (no necesariamente lo mismo que cultura oicial o nacionalismo cultural), que mezcla orgullo histórico, nacionalismo, preocupaciones institucionales, concesiones a las masas, populismo y concesiones a las minorías ilustradas” (Monsiváis, 1978: 44). La hegemonía cultural del Estado la funda la Revolución Mexicana. No es extraño entonces que para el intelectual de “las primeras décadas del siglo (y para el simple ciudadano) la Revolución Mexicana es —de un solo golpe— principio de realidad, punto de partida, fatalismo y garantía de progreso” (Monsiváis, 1978: 45).6 4 “Jaime Torres Bodet ocupó dos secretarías con la condición implícita de abdicar de su ambición política. Torres Bodet fungió como secretario, si bien en Educación habló como escritor, lo hizo con la prudencia requerida; más aún, con cierta proclividad pasiva, amorfa, indiferente, ante el poder. Por eso le confío López Mateos otra secretaría. Gorostiza fue un funcionario menor y, por su personalidad, ajeno al poder. Él cumplió lo que de un intelectual se espera en el servicio de su país: persistencia en su vocación, honradez y limpieza en la conducta. Escribió Muerte sin in en las horas previas a los asuntos diplomáticos, por la necesidad indoblegable de crear” (García Cantú y Careaga, 1994: 27). 5 Uno de ellos fue Daniel Cosío Villegas. En 1947 escribió en Cuadernos Americanos en su volumen VI del 2 de marzo, un ensayo que llamó mucho la atención. Se intitulaba “La crisis de México”. Airmaba que las metas de la Revolución se habían agotado, al grado de que ésta carecía de sentido. Sostuvo que la Revolución Mexicana nunca tuvo un programa claro. Si para algunos ingenuos hubo lugares comunes como metas de la Revolución, a saber, no permitir la tenencia indeinida en el poder a un solo hombre, velar por el interés de las mayorías, derrocamiento deinitivo del régimen porirista, creación de la reforma agraria y el movimiento obrero, encontrar una identidad nacional, fue en realidad un espejismo (Cosío Villegas, 1997: 16). Sin embargo, estas ideas carecen de originalidad, pues Jesús Silva Herzog (1944) había dicho lo mismo tres años antes. 6 Los grupos de intelectuales en el México de esa época podemos clasiicarlos en el Ateneo de la Juventud (1909: Alfonso Reyes, José Vasconcelos, Antonio Caso, Pedro Henríquez Ureña, Alfonso Cravioto, Martín Luis Guzmán, Isidro Fabela, Julio Torri, quizás los más importantes); la generación de 1915 de la que formaron parte los Siete Sabios (Antonio Castro Leal, Alberto Vásquez del Mercado, Vicente Lombardo Toledano, Teóilo Olea y Leyva, Alfonso Caso, Manuel Gómez Morin y Jesús Moreno Baca); los Contemporáneos (1928: Jaime Torres Bodet, Samuel Ramos, Salvador Novo, Carlos Pellicer, Xavier Villaurrutia, Jorge Cuesta, Bernardo Ortiz de Montellano, Gilberto Owen, 81 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL Es verdad, en México el gobierno se convirtió en el principal empleador de los intelectuales, pero es razonable también reconocer que fue el Estado el que facilitó los medios traducidos en espacios institucionales para sacar adelante los proyectos que la intelligentsia demandaba. “Así, la tradición del intelectual como ‘redentor social’ pudo sostenerse a partir de la creencia y eicacia de una política desarrollista o modernizadora (1920-1970). Pudo perdurar mientras hubo los recursos públicos suicientes asociados al pulso y afanes de los mismos medios editoriales. Esto comenzó a cambiar conforme el proceso de expansión de la burocracia de casi medio siglo se colapsó por el autoritarismo y las crisis económicas” (Zermeño, 2009: 24). Conforme avanzaban los casos de mexicanos que estudiaban fuera del país y elegían una ciencia con mucho más corpus cognitivo que el que ofrecía la literatura lírica y el ensayo político, las instituciones culturales en México comenzarán a promover con mayor vigor la investigación cientíico social. Pero lo más curioso es que a estos mexicanos que vienen de París o Londres con un doctorado en alguna ciencia, en México, “los acoge la institución clave en la cultura a partir de 1950: la unam. Por primera vez el intelectual puede dedicarse profesionalmente a su disciplina sin sacriicar tiempo a la burocracia, el periodismo, la abogacía, la diplomacia” (Krauze, 1999: 293); por lo que su autonomía con respecto al Estado será más marcada. Sin embargo, para los años sesenta comenzaron a aparecer señales de agotamiento de la relación Universidad-Estado. Los factores demográicos, de política educativa, la creciente urbanización, la crisis del modelo de desarrollo estabilizador y la llegada en 1964 de un presidente autoritario, como lo fue Gustavo Díaz Ordaz, coadyuvaron al distanciamiento entre ideología universitaria y gubernamental (Mendoza Rojas, 2001: 122). En la Universidad se criticaba el modelo económico y político, se Enrique González Rojo y Elías Nandino); el grupo Hiperión (1947: Leopoldo Zea, Emilio Uranga, Luis Villoro, Jorge Portilla, Ricardo Guerra, Joaquín Sánchez McGregor, Salvador Reyes Nevares y Fausto Vega); el Espectador (1959: Víctor Flores Olea, Carlos Fuentes, Francisco López Cámara, Jaime García Terrés y Enrique González Pedrero), y la generación de 1968 (Héctor Aguilar Camín, Roger Bartra, Arnaldo Córdova, Lorenzo Meyer, Carlos Monsiváis, Carlos Montemayor, José Emilio Pacheco). (Véanse: Romanell, 1954; Careaga, 1974; Suárez-Íñiguez, 1980; Krauze, 1985, 1999; García Cantú y Careaga, 1994; Camp, 1988; Paoli Bolio, 2002; Zermeño, 2009). 82 TIEMPOS DE TRANSICIÓN difundía el pensamiento marxista tras el triunfo de la Revolución Cubana, se formaban cuadros de intelectuales opositores al régimen, se cuestionaba el autoritarismo del Estado y se estrechaban lazos desde la Universidad con los movimientos sociales y de insurgencia sindical aparecidos a inales de los cincuenta (Mendoza Rojas, 2001: 123). También, en la década de los sesenta, la cultura se reinstitucionaliza, pero ahora de manera independiente. Los intelectuales hacen suyos los valores heredados de la Revolución Mexicana, pero denuncian a quienes los usurpan: “exhiben la ostentación de la burguesía, la corrupción administrativa, la enajenación de los medios de comunicación, la mentira de la prensa, el charrismo, la farsa del discurso oicial, el saqueo alemanista, el desarrollismo sin justicia social” (Krauze, 1999: 294). Los “nuevos intelectuales” están cerca del poder, pero con sus propias ideas; habitan en una institución que ha estado muy cerca del Estado, pero lo hacen desde una conciencia de autonomía. El lugar privilegiado para realizar esta labor de inteligencia es la Universidad Nacional.7 En 1966, la caída del rector de la unam Ignacio Chávez, liquida la última insistencia en la universidad de élites. El impulso gigantomáquico modiica la orientación y aparece, aún sin ese título, la universidad de masas. El concepto señala el in de la alta pedagogía vislumbrada y reairmada por Justo Sierra en 1910, ese conjunto de instituciones que transformaba a una pequeña fracción de la juventud en la quintaesencia de México. La vida intelectual se concentra ya abrumadoramente en las universidades gracias, entre otras cosas, a la demanda de maestros (con la improvisación consiguiente), el crecimiento de la investigación y el vasto incremento presupuestal de muchas universidades, sobre todo de la capital (Monsiváis, 1978: 56). Pablo González Casanova es consciente de que a la unam se le ha encargado determinar la conciencia nacional del país. Él mismo contiene ese talante del intelectual del siglo xx en México. No ignora que la temprana creación del iis traduce la persistente fe en la utilidad del conocimien7 Roderic Ai Camp ha documentado, no sin razón, que la Universidad Nacional “actúa como la institución más importante para la creación de camarillas políticas entre los estudiantes interesados en la política, quienes utilizan luego estas amistades para promover carreras exitosas en la burocracia gubernamental” (Camp, 1988: 35). Sin embargo, eso no sólo ocurre en la unam, es parte de un cierto modo de operación de cualquier institución pública, para acceder al poder político. 83 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL to para plantear soluciones a los “grandes problemas nacionales” (Loyo, 1990: 5; Sefchovich, 1989: 7). Ya como intelectual “acreditado”, doctor en sociología por una de las mejores universidades del mundo, está capacitado para sacar adelante a la institución a la que Alfonso Caso, Narciso Bassols, Vicente Lombardo Toledano y Luis Chico Goerne habrían de deinir como “órgano encargado de realizar el estudio cientíico de asuntos y problemas sociales, referentes de manera especial a México” (Loyo, 1990: 5). En tiempos de la creación del iis, la falta de recursos y la dedicación a diversos asuntos públicos por parte de los académicos, no permitió una consolidación plena de la investigación cientíica. Fue hasta 1939, con el sistema que establecía un director único, en lugar de directores rotativos, y con la llegada del doctor Luis Mendieta y Núñez cuando se dan las condiciones reales para el funcionamiento como un centro de investigación. Por otro lado, “ante la falta total de sociólogos y politólogos, el doctor Mendieta y Núñez procedió a incorporar al Instituto a profesionales de otras disciplinas, orientados hacia el estudio de los problemas sociales y dispuestos a dedicar parte de su tiempo a las labores de investigación” (Loyo, 1990: 11). Con base en la autonomía de la unam y gracias a su persistencia en hacer de la ciencia un proyecto técnico y político, González Casanova reorganiza el iis por segunda vez en 1966. “El proyecto de reorganización del Instituto implicaba la formación de grupos de trabajo que tendrían bajo su responsabilidad un proyecto de investigación. Estos grupos serían coordinados por un investigador titular de tiempo completo que controlaría el trabajo realizado por los participantes en el proyecto: investigadores, personal técnico y becarios. Se formaron asimismo tres secciones especializadas: de información y documentación, de muestreo, programación, cálculo y análisis y de publicaciones” (Loyo, 1990: 44). Con la dirección del iis, y de la Revista Mexicana de Sociología, se propuso convertir la sociología mexicana en una ciencia crítica, de y para los latinoamericanos y libre de las viejas inluencias, particularmente de la positivista-funcionalista-empiricista (Sefchovich, 1989: 28). Con la experiencia que había obtenido como director de la encpys, González Casanova enlazó ambas instituciones para la formación constante de investigadores. Fue a través de una coordinación permanente con el Centro de Estudios del Desarrollo y con el Centro de Estudios 84 TIEMPOS DE TRANSICIÓN Latinoamericanos de esa Escuela, como el nuevo director del iis instruía para que se seleccionara e incorporara a los pasantes en calidad de becarios a los trabajos de investigación que el instituto requería (Loyo, 1990: 47). La política de investigación contemplaba investigación básica en lo referente a bibliografías, organización de documentos, inventarios y descripciones de archivos; investigación de campo para obtener datos primarios de fenómenos como la productividad, la estratificación y la movilidad social; investigación sobre los problemas nacionales en torno a las clases sociales, el Estado y la ideología (Loyo, 1990: 44). González Casanova era responsable en este instituto, de darle un nuevo rumbo al tópico de la enseñanza y la investigación cientíica. El trabajo institucional como director del iis no enclaustró la potencialidad cientíica que había demostrado ya en La democracia en México. Antes bien, desarrolló un programa de investigación en el que incluyó a académicos profesionales y principiantes con el objeto de establecer una tradición cientíico social en México. Hay quienes incluso señalan que entre 1966 y 1970, época en la que González Casanova fue director del iis, éste hizo una contribución a la formación de una teoría crítica de la sociedad en México (Farfán, 1994). El interés por un programa de este tipo en México resultó interesante por ser distinto a como se desarrolló en otras partes del mundo. En Estados Unidos, Alemania y Francia principalmente, “la institucionalización de la sociología estuvo precedida o, al menos, fue simultánea a la formación de grandes tradiciones teóricas de investigación, en México el itinerario fue otro y, por lo tanto, otra la secuencia que se ha seguido. En nuestro país, en efecto, primero se crearon las condiciones institucionales y las publicaciones y sólo después empezaron a surgir las tradiciones teóricas de investigación, cobijadas por esas condiciones de partida” (Farfán, 1994: 62). Si bien es cierto que la creación del iis y las demás instituciones académicas en México obedeció a una demanda hecha por el Estado con el objetivo de que quienes lo dirigieran, hombres especializados en el saber social, actuaran como planiicadores y ejecutores de las políticas públicas con las cuales el Estado se legitimaba ante su pueblo, durante la dirección del instituto (1966-1970) por parte de González Casanova, llegó un cambio que implicó la redeinición de las relaciones del iis y de las ciencias sociales con el Estado y con el poder, lo que permitió aumentar la autonomía en la investigación (Farfán, 1994: 66). 85 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL La gestión del autor de La democracia en México en el iis de la unam se caracterizó por el vínculo que hizo entre investigación y docencia, formación de académicos en universidades extranjeras, un plan general de investigación centrado en el desarrollo y los problemas nacionales con el objeto de conocer de cerca la situación del país y así estimular el cambio social y la democracia. Con certeza se puede decir que el trabajo de los años sesenta que impulsó González Casanova contribuyó a “la formación de una tradición de pensamiento crítico social que nace de las condiciones institucionales, académico-universitarias. Su contribución se concentra en la elaboración de un programa de investigación cuyo núcleo está fundado en los presupuestos que forman la teoría de Marx” (Farfán, 1994: 77). Pero la dirección en el iis no alejó a González Casanova de la producción cientíica, antes bien, asimilando las críticas a La democracia en México así como a su posición política, tuvo la idea de desarrollar con más precisión las categorías cientíicas que, según él, serían las fundamentales para la investigación en ciencias sociales. Entonces, en 1967, apareció Las categorías del desarrollo económico y la investigación en ciencias sociales. En esa obra Pablo González Casanova airmaba que durante el periodo de la posguerra crecían exponencialmente los fenómenos de cooperación internacional en ciencias sociales y los conlictos ideológicos. Los grupos de investigación que se organizaban para tal efecto, se limitaban, la mayoría de las veces, a alcanzar los objetivos deseados dejando de lado los conlictos en pugna de corte político e ideológico. Observaba que buena parte de los trabajos internacionales de las Naciones Unidas encontraban la solución a los conlictos ideológicos en los actos de cooperación internacional, al limitar los estudios a sus formas descriptivas y morfológicas; en hacer estudios en función de los requerimientos prácticos de los gobiernos que solicitaban la cooperación internacional, como el caso de los trabajos de asistencia técnica bilateral y multilateral y al organizar equipos homogéneos de investigadores que poseyeran un entrenamiento relativamente parecido y cuadros técnicos iguales. Se daba cuenta de que, cuando había equipos heterogéneos, éstos sólo eran recolectores de datos. Era común que los investigadores de los países subdesarrollados o socialistas que participaban en esos trabajos, se ciñeran a la teoría y metodología de tipo “behaviorista”. Al respecto airmaba: 86 TIEMPOS DE TRANSICIÓN En los proyectos de cooperación cientíica internacional —y es natural que así sea— no se ha buscado diseñar modelos de investigación que se propongan en forma deliberada incluir el conlicto como parte esencial de la cooperación, introducir en un mismo modelo las hipótesis alternativas más contradictorias y opuestas de nuestro tiempo, provocar de una manera racional la contaminación teórica y metodológica característica de las corrientes ideológicas contemporáneas (González Casanova, 1977: 9-10). En este trabajo cuestionaba que en los estudios de esa época, sólo se siguiera lo que estaba de moda o al líder teórico que dirigía el grupo al cual se adscribía el investigador. Irónicamente señalaba que daba la impresión de que se hacía ciencia por el simple hecho de citar a Talcott Parsons o, contrariamente, se descaliicaba todo lo que parecía sociología empírica. Para González Casanova, el miedo a la contaminación ideológica entre académicos y marxistas era una muestra de ello. En este rubro, al plantear el objetivo de la obra mencionada, esto es, “pensar un modelo teórico que incluya la lucha ideológica en el nivel de la investigación cientíica para analizar los supuestos teóricos y políticos de tales investigaciones; las categorías que determinan los proyectos” (González Casanova, 1977: 12) su autor deinía un trazo ino del estudio sociológico, más de sociología del conocimiento. Así, la ilosofía tenía un papel importante al tratar de exponer el fundamento epistemológico de una ciencia o proyecto de investigación. Hay una insistencia en este libro por hacer entender que cualquier investigación tiene una relación dialéctica entre lo concreto y lo abstracto. González Casanova señalaba que con el paso de los indicadores (a) a las variables (b) y, de éstas a las hipótesis (c), se llega irremediablemente a las categorías (d). Y agregaba que la relación de estos elementos de la investigación cientíica se desenvolvía simultáneamente en la descripción de (a), la exploración de (b), el experimento de (c) y el análisis de (d) en un fenómeno social. La clave para González Casanova era que el planteamiento más completo de un modelo de investigación cientíica era aquel que partía de las categorías, porque con ello sabíamos el principio teórico y político de dicha investigación. Si se partía de (a), (b) o (c) según el esquema, aparentemente no habría política ni ideología, sólo objetividad. En este sentido expresaba que: “el problema esencial de la cooperación cientíica internacional y de la ciencia social es que la teoría con que se trabaja representa la posición política con que se trabaja, y que conforme des87 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL aparecen los planteamientos teóricos, y se oscurecen las categorías que están en la base de la investigación, las posiciones políticas de los participantes se oscurecen también, se borran sus fundamentos ideológicos” (González Casanova, 1977: 18). Pensaba que en ciencias sociales, la mayoría de los problemas eran de corte cualitativo. Era enfático en indicar que las generalizaciones cualitativas salían de la experiencia ordinaria y la inferencia. Constataba que los datos eran numéricos, pero las inferencias de tales datos, cualitativas (González Casanova, 1977: 21). Era claro en la idea de que los estilos de investigación dependían de posiciones políticas y epistemológicas. En dicho texto se puede observar una crítica a la posición cuantitativa en ciencias sociales, dominada por la sociología norteamericana y también la ilosofía existencialista de ese entonces (González Casanova, 1977: 24-25). La posición de González Casanova era que, en la cultura acumulativa de la “cantidad” en ciencias, se veía la inluencia del empirismo inglés que triunfó en la posguerra, la sociedad industrial y el neocapitalismo; eso lo vinculaba con el pensamiento conservador. Sin embargo, también en la llamada planiicación socialista observaba este fenómeno, sobre todo por la intención de conocer y controlar el cambio en el interior de un sistema o conjunto de la sociedad industrial. A ello agregaba: Conforme el investigador se acerca a las dimensiones, a las hipótesis, a las categorías, se acerca más a la comprensión de la situación política del problema y a su control como conocimiento político; pero el proceso contrario también es cierto, conforme el investigador se acerca más a los conceptos operacionales y los símbolos cuantitativos se acerca más al control técnico experimental, símil que el hombre ejerce sobre la naturaleza (González Casanova, 1977: 30). Es perceptible que estaba a favor de explicitar los supuestos teóricos y políticos del investigador y de no temerle a la contaminación metodológica. Esta era quizá una respuesta a sus críticos. Esto es, situaba las investigaciones cuantitativas y cualitativas en su lugar. Y para poner el ejemplo expresaba: En términos marxistas es necesario que los productores cientíicos estén cada vez más conscientes de que “los hombres que producen las relaciones sociales con arreglo a su producción material, crean también las ideas, las categorías, 88 TIEMPOS DE TRANSICIÓN es decir, las expresiones ideales abstractas de esas mismas relaciones” (Marx); en términos empíricos “es necesario enfatizar la necesidad de informes cada vez más detallados sobre los análisis cualitativos de la sociología, que den cuenta no sólo del producto inal, sino de las etapas sucesivas que llevan a la obtención del producto” (Merton). (González Casanova, 1977: 31). Con esto Pablo González Casanova se propone una tarea fundamental dentro del campo de las ciencias sociales: hacer explícitas las categorías que sirven para el análisis y las relaciones funcionales que guardan con las distintas posiciones políticas en juego. Al preguntarse, ¿qué son las categorías? Respondía: son conceptos generales que sirven para dividir, separar, clasiicar y relacionar los objetos. Por lo común se presentan en pares. En su afán de explicación une a Paul Lazarsfeld, un empirista nato con un marxista como Mark M. Rosental (González Casanova, 1977: 35). En el intento de aclarar las bases para la investigación en ciencias sociales, airmó que a veces en las categorías había confusión cuando no se explicita su política. El ejemplo lo expuso en el caso del geógrafo francés Ives Lacoste, para quien la categoría de subdesarrollo era un fenómeno debido a la alta tasa de natalidad y a estructuras sociales atrasadas, o para Alfred Sauvy para quien, este fenómeno, se debía a la fuerte mortandad y natalidad y a la debilidad de las clases medias. Si la categorización en ciencias sociales mezclaba procesos explicativos y descriptivos (González Casanova, 1977: 37) regularmente se confundían factores y efectos. Y también se oscurecía la investigación, si existía confusión en las categorías-objetivas (salud, trabajo, educación) y en las categorías-valores (libertad, justicia, democracia). González Casanova planteaba otro problema: que las categorías eran posibles porque explican en determinado tiempo y espacio una realidad; son históricas y no eternas. Intenta hacer una crítica desde una sociología del conocimiento cuando airmó que “el sentido práctico y político del estudio determina en gran medida la elección cientíica” (González Casanova, 1977: 43). En suma, para González Casanova existían categorías elementales o primitivas del pensamiento social. Estas eran la riqueza, el poder, la conciencia y los valores. Pero incluía la categoría de explotación introducida por el marxismo, “relacionada con la apropiación de los medios de producción y del producto pero entendiendo que es una relación humana” (González Casanova, 1977: 52). De ella expresó que tenía un poder 89 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL de generalización capaz de proporcionar una explicación general del desarrollo económico. Como ya lo había expresado en La democracia en México, existían en ese momento dos corrientes básicas del pensamiento social: el empirismo y el marxismo, que se oponían a la ilosofía irracional y al existencialismo. Hizo evidente su crítica al marxismo dogmático, así como al empirismo ingenuo (González Casanova, 1977: 65, 67) y a la vez consideró que el empirismo y el marxismo, aunque eran enfoques contrarios, combinados ayudaban a entender el cambio social. El empirismo podía entender los sistemas sociales bajo el supuesto de una constante, como un “eterno presente”; los marxistas, más como variables y el momento histórico dinámico. El caso es que el estudio del cambio social no era exclusivo de ninguno de los dos. En una perspectiva de diálogo como la que hemos seguido hasta aquí, este raro empirismo que incluye, relaciona y ordena la categoría de “explotación” puede enriquecer la conciencia de los investigadores que confían en los métodos empíricos, hacerlos trabajar en un problema que no analizan con sus propios métodos y, del otro lado, abrir el estudio cientíico del marxismo a corrientes que utilizan instrumentos por lo general desdeñados en forma irracional, logrando la apropiación por parte de la investigación marxista, no sólo de la “materia de detalle”, ni sólo de “los datos empíricos de la ciencia de hoy” que es la “posición cientíica correcta”, como dice Mandel, sino de las formas detalladas de la investigación empírica, utilizadas para el análisis de las categorías marxistas (González Casanova, 1977: 103). Según González Casanova, el empirismo podía aprender del marxismo y viceversa. Ese iba a ser un tema recurrente de este sociólogo: intentar usar los instrumentos teóricos y metodológicos de cualquier posición político-cientíica para llevarlos a la lucha por la democracia, el socialismo y la liberación.8 Para él, “la praxis socialista no tiene por qué excluir al laboratorio” (González Casanova, 1977: 107). 8 En los últimos años González Casanova ha respondido al respecto: “Claudio Albertini: Lo que yo entiendo es que tú empleas diferentes técnicas de investigación. Algunos te tildan de ecléctico. Pablo González Casanova: Pienso que todo empezó con el historicismo de mis profesores de El Colegio de México. Ellos intentaban buscar totalidades que explicaran los fenómenos históricos, aunque no incluían las relaciones de explotación. Lo cierto es que uno de los problemas que estudié desde mi maestría es precisamente el 90 TIEMPOS DE TRANSICIÓN Al llevar a cabo este proyecto de la ciencia social en México, González Casanova se da cuenta de que “los investigadores sociales de América Latina, con un pensamiento progresista y revolucionario, se hallan lejos de haber alcanzado un conocimiento signiicativo de los problemas que preocupan a las fuerzas en lucha contra la dependencia, el fascismo y el capitalismo”(González Casanova, 1978b: 7). Estaba seguro de que esa clase de estudios sólo reportaban construcción de tipos y modelos para explicar la producción, los subsistemas políticos, las estructuras de poder, sindicales y las formaciones económicas y sociales. Sin embargo, por estar situados sólo desde una actitud cientíica positiva, contribuían muy poco a la explicación de los problemas estratégicos y tácticos de las luchas sociales tanto de clases como de las organizaciones. Es decir, desde estas investigaciones se explicaba el sistema, pero no la parte activa de los sujetos que se oponían a sus efectos históricos (González Casanova, 1978b: 10). Para el sociólogo mexicano, “los vínculos con el sujeto de la liberación y con las prácticas liberadoras quedan deshilvanados, sueltos, dispersos, sin una teoría que los ordene y precise de acuerdo con los requerimientos de pueblos, proletarios, partidos y prácticas liberadoras” (González Casanova, 1978b: 12). Entendía que al usarse conceptos como “aparatos de Estado” y al desplazar términos como el de hegemonía, se obtenía como resultado un análisis neutro que cosiicaba el sistema, el Estado o la sociedad. En ese sentido, consideraba como los pensadores de la Escuela de Frankfurt que la historia real se volvía instrumental. Se solía entender que el sujeto era el Estado o el sistema y las variaciones sólo se daban dentro de él. Pero cuando los investigadores cambiaban la perspectiva y el análisis partía de la clase obrera o los campesinos, los elementos se transformaban. El sistema ya no se percibía inmóvil, sino dinámico e histórico. En la búseclecticismo. Pero el eclecticismo es una forma supericial de acceder al conocimiento. Una parte de la verdad la encuentro aquí; otra, la encuentro allá. Entonces voy a juntar las dos verdades parciales y ya tengo la verdad completa. Esto es de una supericialidad espantosa. Lo que yo estaba viendo es que la academia establecía fronteras entre una especialidad y otra. Y las corrientes teóricas o ideológicas habían hecho algo semejante. Y decían: ‘Hasta aquí se es empirista; hasta aquí se deja de serlo; hasta aquí se es marxista, aquí ya no’. Para unos lo falso residía en la separación, mientras que para otros lo falso era la unión tachada de ecléctica. En mi opinión, lo falso reside en la separación artiicial de lo que en realidad está unido y en la unión artiicial de lo que está separado” (Albertani, 2011: 94-95). 91 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL queda del conocimiento de un protagonista como la clase obrera, aparecían nuevas variables a investigar: cómo son sus partidos y organizaciones, cómo son sus bases, líderes e ideologías, cuál su historia útil, su experiencia aprovechable, cuáles sus formaciones sociales […] (en in, con ello se sabe) un conocimiento capaz de aumentar las posibilidades de acumular fuerzas, de inluir en el poder, o de tomar el poder llegado el momento (González Casanova, 1978b: 17-18). En un texto titulado “La nueva sociología y la crisis de América Latina” Pablo González Casanova ya había expresado este interés de estudiar a los protagonistas de la liberación latinoamericana, revisar la evolución de nuestros pueblos y sus problemas a partir de la historia de la clase obrera, campesina, las dictaduras, el ejército y la policía, nuestras revoluciones, los movimientos estudiantiles, las huelgas, los fracasos políticos, tácticos y estratégicos de las organizaciones sociales, las biografías de los líderes, la historia del imperialismo y las invasiones extranjeras (González Casanova, 1969b: 190). En su proyecto de ciencia social, para González Casanova habría que volver a los clásicos latinoamericanos como Hostos, Martí, Mariátegui, el Che, Fidel Castro y se preguntaba: ¿qué breve historia de América Latina hemos escrito? ¿Qué monografía de la estructura social de nuestros países? ¿Qué historia del sindicalismo y la clase obrera? ¿Qué historia de los monopolios estadunidenses en nuestros países? (González Casanova, 1969b: 191). Reprochaba la falta de una sociología crítica en México: “La nueva sociología tiene así una tarea cultural y de lucha: es increíble que hasta ahora el único sociólogo que haya escrito un alegato contra la política imperialista, en forma de libro, sea el norteamericano C. Wright Mills, que se atrevió, el primero, a violar las normas sagradas de la comunidad de sociólogos empíricos” (González Casanova, 1969b: 192). Era una cuestión de llevar la ciencia a la política, de desarrollar conocimientos y técnicas de investigación para el análisis empírico del neocolonialismo, la contrarrevolución y la revolución en América Latina. Se trataba de tener saberes para luchar por la liberación de los pueblos de nuestro continente. En este sentido, en la última parte de los años sesenta González Casanova prepara una obra en la que dará un viraje fundamental en su posición como sociólogo e intelectual latinoamericano: de pensar la democracia, construirá una sociología crítica de la explotación. 92 TIEMPOS DE TRANSICIÓN En esta sociología, las categorías de poder y dominación ceden la primacía a la de explotación. González Casanova esta vez incluye en su pensamiento a Marx, pero de una manera heterodoxa. Si es posible hablar de un programa de investigación o una teoría crítica en México, ésta tuvo, no sólo su origen y contribución, sino su cultivación y continuación en la imaginación dialéctica de Pablo González Casanova. marx y la socioloGía De la exploTación Es un hecho interesante que la lucha radical por transformar la estructura social de México en los años sesenta y setenta, como lo fue en muchas partes de América Latina, no pertenecía al proletariado o a algún movimiento obrero fuerte e independiente del corporativismo de Estado. Realmente, quienes protagonizaron esta lucha política radical no fueron los obreros, los sindicatos o los partidos comunistas, fueron en gran medida los campesinos o sectores ubicados en zonas rurales apoyados por maestros, estudiantes y algunos sectores de las clases medias. Es un hecho conocido que, a pesar de que el Estado mexicano surgido de la Revolución arrebatara con su populismo las banderas agrarias a los campesinos, éstos siguieron con los reclamos que desde Emiliano Zapata habían exigido para su movimiento. “El movimiento campesino después de 1920 prolonga los combates agrarios de la Revolución en un nuevo contexto. La derrota de las fuerzas campesinas revolucionarias y la recuperación de sus banderas por el nuevo Estado burgués no cancela la lucha, pero sin duda cambia el terreno y las reglas del juego” (Bartra, 1986: 16). Se puede decir que los periodos previos y posteriores al cardenismo fueron de contrarreforma agraria. El campesino no es dueño de la tierra. El Estado media entre éste y aquella, entre el terrateniente y quien la trabaja. Para los años cuarenta el Estado promueve un tipo de desarrollo mucho más parecido al de los años veinte, que al llevado a cabo por Lázaro Cárdenas. “La empresa privada aparece como único eje de acumulación, pero ahora el gobierno no sólo le garantiza su acceso a la tierra y su dotación de fuerza de trabajo; también ofrece, sin costo, una creciente infraestructura hidráulica y de comunicaciones” (Bartra, 1986: 19). Al inal del régimen de Cárdenas se introdujeron ciertas medidas legales que parecían favorecer más a la propiedad privada que a los ejidos. El primero de 93 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL marzo de 1937 se expidió un decreto para proteger la cría de ganado, declarándose no expropiables las tierras de pastos necesarios para la alimentación de 500 cabezas de ganado mayor, o su equivalente en ganado menor. La Ley de Fomento Ganadero, dando la garantía de inafectabilidad de grandes extensiones de tierra dedicada a la cría de ganado, propició la existencia de latifundios ocultos. Durante el periodo de Ávila Camacho (diciembre de 1940 a noviembre de 1946), esta tendencia se fortaleció. En aquellos años se inició la llamada “marcha al mar”, consistente en abrir nuevas tierras a la explotación agrícola, mediante las obras de irrigación y construcción de caminos en las regiones costeras del país. Además se propuso continuar moderadamente la formación de ejidos. Así, mientras que Cárdenas distribuyó tierras a 775 845 campesinos, Ávila Camacho sólo beneició a 122 941. En 1942, el Código Agrario fue reformado nuevamente, dando más seguridades legales tanto a los pequeños propietarios como a los ejidatarios. Se dio asimismo protección mediante los certiicados de inafectabilidad a la propiedad privada, constituida generalmente con las tierras que conservaban los hacendados después del reparto a los ejidos (Huizer, 2008: 260). En este sentido, el desarrollo en el campo era cada vez más desigual en los tiempos posrevolucionarios. El sector ejidal es relegado de las grandes utilidades de la agricultura moderna tendiente a la exportación y a la producción para un consumo de altos ingresos. “El sector de subsistencia depende cada vez más del jornal, y el crecimiento demográico, no compensado por el raquítico reparto, genera una masa creciente de campesinos sin tierra” (Bartra, 1986: 19). Al inal de cuentas, “el reparto agrario terminó por operar como un instrumento de control político del Estado sobre los campesinos. Zapata, anarquista natural, se hubiera opuesto a él: su proyecto era la utópica reconstitución del calpulli comunal de los pueblos prehispánicos, aldeas autosuicientes, igualitarias, recelosas del poder central” (Krauze, 1997: 25). Con todo, no habrá que perder de vista que el movimiento campesino posrevolucionario no fue homogéneo. Al menos se pueden distinguir tres vertientes: la agrarista, la cristera y la sinarquista. La primera vinculada al Estado y su política de paciicación y desarme mediante el reparto agrario; la segunda, contraria al agrarismo por su sometimiento político al Estado, es un movimiento espontáneo, masivo y cercano a las organizaciones clericales y ciertos sectores de las clases dominantes marginados por el nuevo gobierno surgido de la Revolución; la última, 94 TIEMPOS DE TRANSICIÓN también antiagrarista, fundada en 1937 con el objetivo de disputar a Lázaro Cárdenas el control del campesinado a través de la mediación de la Iglesia. Junto a esta tipología campesina de principios del siglo xx, aparecieron “movimientos campesinos excéntricos”, como el que se levantó contra la “leva”, producto del llamado al servicio militar obligatorio en el país. México se había incorporado a las naciones beligerantes de la Segunda Guerra y, ante esta noticia, los jóvenes en el campo se resisten con las armas en la mano para no ser reclutados. En no pocas ocasiones estas resistencias derivan en guerrillas en los estados de Zacatecas, Guerrero, Puebla, Morelos y el Estado de México. “Las guerrillas campesinas que se mueven en la zona de Morelos, Puebla y el Estado de México son sintomáticas, pues revisten los más opuestos sesgos ideológicos pero tienen bases sociales semejantes y se apoyan en el mismo descontento espontáneo. Entre 1942 y 1943 actúan en esta zona del sur los grupos armados de la Magdalena Contreras, los hermanos Barreto y Rubén Jaramillo” (Bartra, 1986: 73). Con objetivos distintos y rasgos ideológicos diversos, estos campesinos coinciden en un descontento que se generaliza: el rechazo al servicio militar. Sin duda, el movimiento campesino armado de mayor calado fue el de Rubén Jaramillo. Heredero de Zapata, Jaramillo, quien había participado desde muy joven en el ejército zapatista, una vez que se desintegra éste en 1918, dijo aquella famosa frase que le sirvió para llamar a la lucha armada a los campesinos de Morelos cuando lo requirió: “Guarden sus fusiles, cada cual donde lo pueda volver a tomar”. En efecto, para los años cuarenta el agrarismo armado, heredero del zapatismo de principios de siglo xx, había reconstituido su tipo de economía campesina y sus formas naturales de hacer política, “sintetizadas en la conocida expresión de la democracia de los pueblos” (Bellingeri, 2003:20). En el estado de Morelos, la extensión de este movimiento tuvo su mayor relevancia con la actuación de Rubén Jaramillo. El movimiento jaramillista, como se le llamaba, tenía muy clara la idea de que tanto el “gobierno” como el movimiento provenían de la misma Revolución, sin embargo, el primero crecía en poder de manera desproporcionada frente a la autonomía que los pueblos morelenses deseaban; y el segundo, se establecía como la contradicción latente de la Revolución Mexicana. 95 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL En el periodo de Cárdenas, Jaramillo presionó para que se construyera el ingenio que llevaría el nombre de Emiliano Zapata en la región de Zacatepec, Morelos. El objetivo era sustraer al pueblo del dominio de los ricos comerciantes y caciques que controlaban la región. Jaramillo fue el primer presidente del consejo de administración del ingenio. Las operaciones de la empresa llevaban buena marcha, pues la riqueza producida era de consideración. Por lo mismo, despertó la ambición de no pocos políticos y funcionarios gubernamentales. Pero Jaramillo era un obstáculo para esos intereses y tenía que ser eliminado. “Primero lo destituyeron de su cargo. Después, como en su condición de cañero y cooperativista seguía defendiendo los derechos de campesinos y obreros, lo intentaron asesinar. Dos veces la policía judicial llegó hasta su casa pero no pudo capturarlo. La tercera lo emboscaron policías y pistoleros, pero fracasaron. Jaramillo tomó entonces el único camino honrado que le dejaban: las armas” (Ravelo, 2008: 290). En 1944, después de un año de actividad guerrillera, Rubén Jaramillo volvió a la lucha legal una vez aceptada amnistía que le ofreció el gobierno de Manuel Ávila Camacho. Pero el conlicto no desapareció. Debido a esto, “con la Constitución en una mano, la pistola en el morral y siempre bajo el acecho de policías, soldados o pistoleros, Rubén Jaramillo organizó un partido político, el Partido Agrario Obrero Morelense (paom) y lo registró legalmente para contender con sus mayorías en dos elecciones a gobernador de su estado (1945 y 1952); asesoró a muchas comunidades en sus gestiones en dependencias de gobierno; orientó la lucha de grupos campesinos por tierras, aguas o créditos; coordinó a los cañeros con dos huelgas de los obreros del ingenio de Zacatepec (1942 y 1948); promovió luchas de cañeros (1958)” (Ravelo, 2008: 291). Toda la lucha de este campesino zapatista, desde la fundación del paom, la lucha civil, política, clandestina y los levantamientos armados que llevó a cabo, fueron contra el cacicazgo, los fraudes electorales y la represión militar en Morelos. El Estado mexicano no podía tolerar un tipo de política que aspiraba a desarrollar la autonomía económica y cultural de los pueblos, y buscó todos los medios para eliminar el movimiento. Ante este gesto gubernamental, el acaparamiento de tierras y los poderosos cacicazgos que amenazaban los proyectos agrarios del movimiento jaramillista no se hicieron esperar (Bellingeri, 2003: 58). Las negociaciones 96 TIEMPOS DE TRANSICIÓN políticas y los enfrentamientos armados entre el gobierno y Rubén Jaramillo terminaron el 23 de mayo de 1962 con el asesinato de éste y su familia.9 Los años siguientes se caracterizarían por la represión abierta en contra de los líderes campesinos independientes y muchas veces por su asesinato. La tumba de Jaramillo sería visitada año con año en el aniversario de su muerte por grupos campesinos y una vez, probablemente en 1968, por unos hombres de Guerrero, de aspecto decidido y circunspecto, cuyo jefe era Lucio Cabañas (Bellingeri, 2003: 67). El problema campesino para 1960, tal como lo había mostrado González Casanova en La democracia en México, era un signo real de la crisis por la que atravesaba el discurso revolucionario. La producción agrícola para ese entonces era incapaz de cubrir las necesidades básicas de las familias campesinas. Masas de ejidatarios y pequeños campesinos, al ser despojados de tierras o parcelas, se veían en la necesidad de vender su fuerza de trabajo en zonas urbanas para subsistir. Como sucede frecuentemente, este proceso de expropiación y pauperización de ejidatarios y pequeños campesinos fue una de las condiciones del auge de la producción agrícola en la década de 1960. Comparado con otros países latinoamericanos, el ritmo del crecimiento de las cosechas y los cultivos en México no tenía parangón, la productividad de las regiones más avanzadas aumentaba a pasos sorprendentes y las exportaciones agrícolas eran cada vez mayores. En realidad, el aumento de la producción agrícola, que correspondía a una expansión del mercado internacional y del nacional, era el resultado de la consolidación de los sectores capitalistas, emergidos al calor de la protección estatal y de la sobreexplotación de campesinos y trabajadores agrícolas (Semo, 1982: 72). Ante el desempleo y la falta de una perspectiva a futuro para las masas campesinas el campo mexicano se había convertido en un detonante de 9 Los asesinos fueron: “la policía judicial del estado dirigida durante el gobierno de Norberto López Avelar por Heriberto Espinosa, alias El Pintor; tropas del ejército nacional comandadas entre otros por un capitán de nombre José Martínez y algunos pistoleros de Jesús Merino Fernández, gerente del ingenio Emiliano Zapata. Apresaron a toda la familia, la subieron en vehículos oiciales y a un lado de las ruinas de Xochicalco la acribillaron” ( Revelo, 2008: 292). 97 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL crisis política y militar. Las luchas campesinas comenzaron a tener mayor presencia en el escenario nacional. En el norte del país, especialmente en el estado de Chihuahua, el predominio de la gran propiedad ganadera, los monopolios privados madereros y forestales, dejaban en la indefensión económica a cientos de familias campesinas. Para contrarrestar esta afrenta, en 1959 se inició una serie de luchas con el objetivo de acceder a nuevas tierras por parte de la Unión General de Obreros y Campesinos de México (uGocm). La dirección del movimiento la encabezaban Francisco Luján Adame, Álvaro Ríos, Arturo Gámiz y Pablo Gómez, entre otros, los cuales por cierto eran en su mayoría profesores rurales de primaria y secundaria (Bellingeri, 2003: 76). Pronto el movimiento se radicalizó al ser reprimidos sus principales líderes. Sobre todo con el asesinato de Francisco Luján. El desenlace es harto conocido: el ataque al cuartel militar de ciudad Madera el 23 de septiembre de 1965. Este acontecimiento marcaría el inicio de las guerrillas en México. Otro de los estados más afectados en su forma de vida, producto de la dominación caciquil y militar, fue Guerrero. “Atrasado, sin industria ni perspectivas de que la hubiera, sumido en el analfabetismo e invadido por el turismo norteamericano, el campesinado guerrerense se debatía entre el caciquismo, las compañías transnacionales y el latifundismo anacrónico” (Semo, 1982: 73). Por los años sesenta el entonces gobernador de Guerrero, Raúl Caballero Aburto, es denunciado por proteger a los acaparadores extranjeros de la copra, representados por las compañías Anderson Clayton, Palmolive y Procter & Gamble. La Asociación Cívica Guerrerense es la demandante. En ella participan miembros de la pequeña burguesía rural, algunos caciques locales, campesinos, estudiantes y profesores de la Universidad Autónoma de Guerrero (Semo, 1982: 73; Huacuja y Woldenberg, 2008: 304). Caballero Aburto es destituido después de protagonizar varias represiones en contra de sus adversarios políticos. Su sustituto, Arturo Martínez Adame, exacerba las contradicciones y provoca un enfrentamiento mayor. El 30 de diciembre de 1962 un mitin en Iguala es reprimido ferozmente dejando tras de sí muertos, heridos y detenidos. Con ello se generó una represión selectiva contra líderes del movimiento (Bartra, 2000: 97). Los líderes de la Asociación Cívica Guerrerense son perseguidos. Uno de ellos, Genaro Vázquez Rojas, para evitar ser detenido se refugia en las 98 TIEMPOS DE TRANSICIÓN montañas y fuera del estado continúa su trabajo político y de alianzas. Movimientos campesinos del país, grupos de autodefensa, el Partido Comunista de México (pcm), el Movimiento de Liberación Nacional (mln) son sus interlocutores. La tarde del 9 de noviembre de 1966, a las puertas del mln, Genaro Vázquez es detenido y encarcelado (Bellingeri, 2003: 132). Pero la cárcel no duró mucho para éste. La mañana del 22 de abril de 1968 fue liberado por sus compañeros mientras viajaba escoltado hacia un consultorio médico cercano al penal de Iguala, en donde se le atendería para una simple extracción dental (Bellingeri, 2003: 136). En este mismo contexto, pero un año antes, fruto de la represión acontecida en una escuela de Atoyac, Lucio Cabañas al lado de un grupo de maestros y campesinos organiza un nuevo grupo guerrillero: el Partido de los Pobres (Semo, 1982: 75; Montemayor, 1991; Bellingeri, 2003: 133). En ambos casos, producto de la represión política de los gobiernos del estado y la falta de alternativas civiles para el cambio social, Genaro Vázquez y Lucio Cabañas deciden pasar deinitivamente a la lucha clandestina y armada. Los programas políticos de los dos guerrilleros no dejan de llamar la atención en cuanto a sus demandas. El de Genaro Vázquez comprendía el derrocamiento de la oligarquía de grandes capitalistas y terratenientes aliados al imperialismo yanqui, el establecimiento de un gobierno de coalición popular compuesto de obreros y campesinos, estudiantes e intelectuales progresistas, lograr la plena independencia política y económica del país y la instauración de un orden social de vida nuevo en beneicio de las mayorías trabajadoras de México (Bellingeri, 2003: 137). El de Lucio Cabañas y el Partido de los Pobres fue dado a conocer en 1973 a pesar de haber realizado previamente catorce campañas guerrilleras contra el ejército mexicano. En síntesis su programa demandaba luchar consecuentemente con las armas en la mano y hacer la revolución socialista; conquistar el poder político; construir una nueva sociedad, sin explotados ni explotadores, sin oprimidos ni opresores; destruir el sistema capitalista y abolir la propiedad privada; expropiar y socializar las empresas industriales, comerciales, agrícolas y inancieras; expropiar y colectivizar los latifundios, haciendas y todas las propiedades capitalistas del campo (Semo, 1982: 77). Como se puede apreciar hoy, en los alzamientos armados campesinos y guerrilleros, la represión política y militar para impedir una transformación 99 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL social en el país hizo que éstos adquirieran mayor vigor. No es difícil percatarse de que fueron los grupos campesinos y guerrilleros de Rubén Jaramillo, Arturo Gámiz, Genaro Vázquez y Lucio cabañas, los que con mayor énfasis y radicalidad intentaron transformar la realidad social del país. En este sentido se podría decir que fueron las movilizaciones populares de los marginales, los primeros en movilizarse para logar cambios sustanciales en México. Pablo González Casanova, desde la década de 1960 percibía la inconformidad de los marginales cuando se preguntaba en La democracia en México cómo se manifestaba y organizaba la lucha campesina, pero quería observarla en términos formales, cívicos y electorales: “¿Cómo se maniiesta la inconformidad, alguna inconformidad del México marginal: en condiciones normales, cívicas, democráticas?” (González Casanova, 1965: 142). Creía que los marginales no estaban organizados porque sus datos (población agremiada a un sindicato, organización social o partido político) le arrojaban esa información. Por eso insistía en que había un México que no utilizaba las instituciones para presionar y buscar solución a sus problemas. Lo llamaba el México “impolítico” que, al carecer de instrumentos políticos, no luchaba cívicamente e imaginaba que todos eran objeto político de manipulación. El cuestionamiento de González Casanova en La democracia en Méxi­ co, a saber, ¿dónde se maniiesta la inconformidad de los pobres y cómo se maniiesta? Es respondida por los campesinos desde Morelos y Guerrero: en la sierra, en los campos, en los montes y con las armas. González Casanova en ese libro pensó que el México marginal estaba “quieto, silencioso”; pero estaba más activo que los obreros de ese momento. A nuestro sociólogo sus datos de ese entonces no le ayudaron a entender con más cabalidad a los marginales y supuso que éstos eran simplemente manipulados por los distintos sectores ideológicos del México político. Pero es justo decir también que ni los movimientos campesinos y guerrilleros en el México de los sesenta y principios de los setenta,10 ni 10 Entre los movimientos armados urbanos de esas décadas estaban el Movimiento de Acción Revolucionaria (mar), grupo concebido en las instalaciones de la Universidad de la Amistad de los Pueblos Patricio Lumumba en la Unión Soviética en 1966. La Liga Comunista 23 de Septiembre, conluencia de jóvenes universitarios, comunistas y de inspiración cristiana. La Liga fue una de las expresiones orgánicas más acabadas de la guerrilla urbana en el México contemporáneo. Las Fuerzas de Liberación Nacional (fln), 100 TIEMPOS DE TRANSICIÓN los investigadores del momento tenían una teoría clara de cómo hacer la revolución o transformar el país. Quizá como las luchas obreras de principios del siglo xx, en dichos movimientos “el pensar utópico y la sagacidad política, el sentido común y la cólera del oprimido, el valor y la prudencia, aparecieron en discusiones y escritos, sin que nada estuviera muy hecho, ni menos sistematizado y profundizado” (González Casanova, 1980: 40). Era de esperarse que la falta de una preparación teórica, entre otras cosas, permeara la voluntad, permanencia y dirección de los movimientos. Aunque el marxismo era uno de los vehículos teóricos con el que se discutía la lucha de esos movimientos, era demasiado incipiente su conocimiento, o en su defecto estaba demasiado impregnado del diamat (materialismo dialéctico) soviético y en el peor de los casos, del “oicialismo” de los comunistas mexicanos. En el campo de la ilosofía, José Revueltas y Adolfo Sánchez Vázquez, cada uno en su momento, habían criticado esta dogmatización del marxismo, pero en ese entonces esta ilosofía era casi desconocida; quienes hablaban de marxismo en esa época sólo tenían referencias aisladas. José Revueltas elaboró una fuerte crítica al lombardismo del pcm titulada Ensayo sobre un proletariado sin cabeza. El ensayo apareció en 1962 pero fue escrito dieciocho años antes. La tesis principal del trabajo hablaba de la inexistencia de un partido de la clase obrera en México. Revueltas denunciaba que el proletariado mexicano estaba siendo enajenado por una parte de la burguesía que había llegado al poder después de la Revolución Mexicana, que se legitimaba con la clase obrera y el apoyo del pcm. En el caso de Sánchez Vázquez, éste no se alejó del diamat soviético hasta marzo de 1966, mucho después del triunfo de la Revolución Cubana y cuando presenta su tesis de doctorado en ilosofía con el título “Sobre la praxis”. La publicación como libro, Filosofía de la praxis fue en 1967 y su relaboración en 1980 (Gandler, 2007: 75). Ambos autores con su trabajo crítico lograron establecer, no sin esfuerzo, un estudio antidogmático de Marx.11 Mucho tuvo que ver en ello el Frente Armado Zapatista (fuz), el Frente Estudiantil Revolucionario (fer) y el Frente Revolucionario Armado del Pueblo (frap) (Hirales, 1977, 1982; Oikión, 2006). 11 Cosa curiosa, ambos ilósofos se volvieron críticos del marxismo soviético después de haber leído los Manuscritos económico­ilosóicos de 1844, de Marx. José Revueltas, en 101 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL la Revolución Cubana y los trágicos eventos de 1968 en México. Los últimos años de la vida de Revueltas quedaron iluminados por la experiencia estudiantil del 68, “al punto de que sus concepciones ferozmente marxistas-leninistas fueron seriamente erosionadas; en 1973 le escribe a su hija Andrea que la teoría leninista del partido —así como la teoría del Estado y de la dictadura proletaria— deben, a la luz de las experiencias de esta mitad del siglo xx, deben y pueden ser superadas” (Bartra, 1982: 10). Sánchez Vázquez dijo alguna vez que la Revolución Cubana rompió sus esquemas teóricos y prácticos del marxismo. Al respecto decía: “de acuerdo con los esquemas marxistas clásicos, una revolución tenía que ser hecha por la clase obrera, dirigida por un partido comunista; pero en Cuba nos encontrábamos con una revolución en donde la clase obrera no había participado, al menos en una forma decisiva; quienes habían hecho la revolución eran los estudiantes e intelectuales de la clase media,12 mientras que el Partido Comunista, en los primeros tiempos, no se sumó a la Revolución” (Sánchez Vázquez, 1997: 221). Estos pensadores marxistas comenzaron a cambiar el rumbo de sus perspectivas teóricas, pero en los movimientos estudiantiles y guerrilleros del país se llevaba otra ruta. Quizá la falta de una teoría política y social rigurosa fue uno de los motivos por el que los radicalismos, caudillismos o actitudes conciliadoras con el aparato estatal de estos movimientos no lograron nunca articular un frente común que diera visos de cambio social en México. una entrevista en agosto de 1972, dio a conocer que había sido precursor en el empleo de la obra ilosóica más importante de Marx, es decir, los Manuscritos y además que éstos habían sido traducidos por primera vez al castellano en México, en fechas muy anteriores a las traducciones hechas en los años setenta en América Latina. La traducción pionera la había efectuado el exiliado Otto Rühle, prestigiado intelectual revolucionario alemán, quien radicó en México desde los años veinte hasta mediados de los años cuarenta. De dicho exilio surgió Alicia Gerstel Rühle, amiga de Revueltas; ella tuvo la responsabilidad principal de la traducción de los Manuscritos que leyó el marxista mexicano (Fuentes Morúa, 2001: 10). La primera publicación cientíica de Sánchez Vázquez en la que aparece esta comprensión de la teoría de Marx es de 1961: el ensayo “Ideas estéticas en los Manuscritos económico-ilosóicos de Marx”, que es recibido con gran interés en la Cuba posrevolucionaria y lleva a una primera invitación a la isla, en la que tiene oportunidad de conocer en persona al Che Guevara (Gandler: 2007: 74). 12 En realidad, la Revolución Cubana la hicieron los campesinos y el pueblo en general, base de apoyo del foco guerrillero. 102 TIEMPOS DE TRANSICIÓN Por ejemplo, algunos de los registros que se tienen acerca del intento de conciliar posturas entre miembros de la Liga 23 de Septiembre y el Partido de los Pobres, Carlos Montemayor los novela. Es uno de esos diferendos entre ambas organizaciones, producto de la falta de una teoría clara en sus programas políticos revolucionarios (Hirales, 1982: 40-41). En uno de los pasajes de Guerra en el paraíso, Lucio Cabañas se queja del discurso de los miembros de la Liga 23 de Septiembre hacia los militantes del Partido de los Pobres: [Los miembros de la Liga 23 de Septiembre] se valen de palabras que ninguno entiende aquí, y escudados es esas palabras les dicen que todos están jodidos. Que si no saben tanto marxismo como ellos, que entonces están jodidos. Que si no pueden leer lo mismo que ellos, entonces están jodidos. Que si quieren entender el marxismo con palabras sencillas, que estamos jodidos, porque eso no es el marxismo, y total que ellos son los dueños del marxismo y que si ellos no aprueban lo que hacemos entonces nosotros estamos jodidos. Pero, entonces, ¿qué somos nosotros? “Ah pues son pequeñoburgueses”, nos dicen. ¡Ah caray!, y nosotros creíamos que éramos campesinos pobres, campesinos hambrientos, ignorantes, pero con un trabajo de masas en todos los pueblos de la sierra. Pues no, para ellos estamos jodidos y no estamos siendo revolucionarios (Montemayor, 1991: 135). En la misma obra, un miembro de la Liga 23 de Septiembre, trata de explicarle a Lucio Cabañas su trabajo en la sierra de Guerrero: Vinimos a colaborar con ustedes para apoyar la formación ideológica del Partido de los Pobres. No queremos decir que no tengan miembros con formación ideológica marxista, no, pero sí venimos aquí para ayudarlos en las tareas de formación política, de teoría marxista, pues, para ser más claros […] para nosotros sólo hay una explicación verdadera, cientíica de la sociedad, de la vida de todos los pueblos. Y esta explicación es el materialismo histórico. El marxismo, en una palabra (Montemayor, 1991: 137-138). Para el Partido de los Pobres la lucha es por la justicia, las tierras, contra la represión militar. Sí buscan instaurar el socialismo pero no el pensado por los marxistas de la Tercera Internacional. Para la Liga habría que ser marxista para ser revolucionario. La tarea no era un asunto de ricos y pobres, sino de lucha de clases. En esa época no pocos movimientos guerrilleros se tachaban entre sí de reformistas, radicales, nacionalistas, 103 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL populistas o caudillistas. En los hechos, esos reproches no ayudaban a pensar una teoría social que explicara la situación de pobreza y marginación que se vivía en el país. Se necesitaba pues una teoría para la praxis. Marx tenía una aportación, pero habría que ser críticos en su lectura como lo fueron Revueltas y Sánchez Vázquez en la ilosofía. Para comprender esta situación, habría que entender que en la primera mitad del siglo xx, las lecturas sobre Marx de la mayoría de los marxistas, con algunas excepciones como el llamado marxismo occidental, estaban vinculadas a una concepción positivista de la economía y la sociedad. El marxismo se entendía como un determinismo histórico que desplazaba la subjetividad revolucionaria de los pueblos y por lo tanto el concepto mismo de praxis. Era lo que los soviéticos llamaban el “materialismo dialéctico” (diamat). Pero para Marx su estructura de pensamiento se centraba en la crítica a lo existente, la sociedad capitalista y la ideología que intentaba justiicar la acumulación de capital. Apuntaba a un proyecto de sociedad emancipada. Digamos que el marxismo de Marx, por una parte, era una teoría de la historia de la sociedad capitalista, una ilosofía de la praxis y, por la otra, fue una expresión del movimiento político y social de las clases trabajadoras de las metrópolis capitalistas occidentales. En el mismo periodo histórico, en América Latina los textos de Marx que circulaban eran El maniiesto comunista, el primer tomo de El capital y el prólogo a la Contribución a la crítica de la economía política. Dichos textos fueron leídos en nuestro continente desde 1880 en clave socialdemócrata y, desde la década de los veinte del siglo xx, en la clave leninista de la Tercera Internacional (Sánchez Vázquez, 1999: 119). De aquí se sacaba una concepción del marxismo que suponía: a) existe una historia universal creada por la burguesía; b) el desarrollo histórico universal ha sido posible por la creación del mercado mundial de la misma burguesía; c) este mercado es capitalista y progresista porque crea las bases para una sociedad superior debido a que nace en ella la vanguardia de clase que sepultará el capitalismo; d) el capitalismo incorporará a los pueblos no occidentales en su extracción de capital y e) el socialismo llegará porque el proletariado, sujeto de la historia, realizará la revolución mundial. Como lo han expresado Sánchez Vázquez (1999: 120-123) y Néstor Kohan (2003: 232-236), es verdad que en una lectura poco cuidadosa y 104 TIEMPOS DE TRANSICIÓN aislada de la obra de Marx aparecen fragmentos que nos hablan de una tensión interna en su pensamiento y en su discurso teórico acerca de la historia. Sobre todo en suponer inequívocamente que en Occidente ocurría la historia mundial. Este eurocentrismo terminaba legitimando una especie de ilosofía de la historia que comenzaba en Europa hacia, sobre y contra todos los demás pueblos y comunidades del mundo. En ese sentido su teoría tenía que ser aplicada tal como se leía en el Maniiesto o el Capital por los conocedores de esta “doctrina”. “El desarrollo ascendente de la sociedad burguesa, violatorio de los viejos lazos sociales premodernos y precapitalistas, creador al mismo tiempo de una sociedad, un mercado y una historia por primera vez mundiales, es caracterizado por el Marx de ines de la década de 1840 como una clara muestra de progreso” (Kohan, 2003: 233). Y lo peor de todo, las interpretaciones de Marx sobre América Latina a inales de 1857 y comienzos de 1858 sumado al desconocimiento de los escritos de éste sobre Irlanda, dejan una herencia equívoca sobre el marxismo de Marx en los intelectuales y luchadores sociales del continente, con la excepción de José Martí y José Carlos Mariátegui. Los errores históricos de Marx provenían de su desconocimiento de la cuestión nacional en América Latina. El ejemplo de ello lo muestra la biografía periodística que le dedicó a Simón Bolívar en 1858. Ahí Marx “no comprende el papel de primer orden en la emancipación continental del colonialismo español, ni el proyecto de construir una gran nación latinoamericana” (Kohan, 2010: 17) que representaba Bolívar, al que caliicó de canalla, brutal y miserable (Marx, 1972: 94). La causa de esto fue que las fuentes bibliográicas sobre el libertador que Marx encuentra en el Museo Británico, todas fueron escritas por soldados “europeos que, por diversos motivos, mantuvieron conlictos personales con Bolívar” (Kohan 2010: 17; Marx, 1972: 105-108). “No obstante —y a despecho de esta paradójica, prolongada y terca legitimación ‘progresista’ que se pretendió hacer del temprano eurocentrismo de Marx—, a partir de inales de la década de 1850 y sobre todo en las de 1860 y 1870, en su trayectoria teórica y cientíica se produce una fuerte discontinuidad que atañe a su comprensión de los problemas especíicos originados en la relación del capital europeo occidental con los pueblos y países de la periferia colonial o dependiente” (Kohan, 2003: 239). 105 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL Es decir, para Marx algo no estaba siendo observado por su dialéctica en lo que respecta al desarrollo histórico del capitalismo. Este desarrollo era desigual en las colonias o periferias. En éstas, la realidad era de miseria y explotación; en las metrópolis, de acumulación de capital. En este momento Marx da un giro en su concepción de historia.13 Se da cuenta de que bajo estas experiencias los sujetos revolucionarios, sus posiciones y tácticas no pueden ser homogéneas. La revolución puede darse en un país capitalista desarrollado o en uno “atrasado” y puede que la revolución en este último “—como revolución de independencia— adopte una forma no sólo social sino nacional” (Sánchez Vázquez, 1999: 122). De aquí resultó aquella famosa interrogante de los populistas rusos a Marx, a saber, que si un país denominado “atrasado” pero no colonial, “e insuicientemente desarrollado desde el punto de vista capitalista, puede ascender a la forma superior de sociedad —comunista— sin pasar por el capitalismo, o si por el contrario habrá que recorrer necesariamente el camino capitalista” (Sánchez Vázquez, 1999: 122). La respuesta de Marx a la representante de los populistas rusos, Vera Zásulich, el 8 de marzo de 1881, es que no existe un solo camino para hacer la revolución rusa. Si las circunstancias históricas hacen posible que los campesinos sean la base de esa revolución, entonces no se debe pensar que esa sociedad deba pasar necesariamente por un sistema capitalista.14 13 “Las principales fuentes donde se introduce ese desordenado huracán de nuevos intereses teóricos son muy variadas, fragmentarias y asistemáticas; abarcan tanto los primeros borradores de El capital conocidos hoy como los Grundrisse (principalmente los extensos fragmentos referidos a las ‘Formas que preceden a la producción capitalista’); el capítulo 24 del primer libro de El capital (‘La acumulación originaria’, donde analiza la conquista de América y también de la India); la sección sexta (que incluye los capítulos 37-47 del libro III) referida a la renta del suelo (en la que implícitamente entra en juego el campesinado y donde Marx se metió hasta las orejas en la ‘cuestión de Rusia’, estudiando el idioma ruso y llegando al extremo obsesivo de no publicar ese libro en vida); sus voluminosos escritos periodísticos en el New York Daily Tribune, así como en la Enci­ clopedia Americana (The New American Cyclopaedia), su correspondencia y también sus Apuntes etnológicos del periodo 1880-1882” (Kohan, 2003: 239-240). 14 Algunos pasajes nos los muestra Néstor Kohan: “Querida ciudadana: una enfermedad nerviosa que me viene aquejando periódicamente en los diez últimos años me ha impedido responder antes a su carta del 16 de febrero. Siento no poder darle un estudio sucinto y destinado a la publicidad de la cuestión que usted me ha hecho el honor de plantearme. Hace meses que tengo prometido un trabajo sobre el mismo asunto al Comité de San Petersburgo. Espero sin embargo que unas cuantas líneas basten para no 106 TIEMPOS DE TRANSICIÓN Cuando Marx logra percibir y hacer observable: 1) que no existe una lógica histórica universal al margen de la lucha de clases; 2) que no corresponde a un sujeto autocentrado y privilegiado —el proletariado europeo, urbano y moderno— la responsabilidad de conducir el motor de la historia universal, sino que ese sujeto está en realidad conformado también por las luchas de liberación nacional y social de los pueblos periféricos sometidos, y 3) que el sistema mundial de dominación capitalista solamente puede reproducirse a condición de mantener la explotación y la opresión tanto en el capitalismo central como en su periferia, es que puede entonces terminar de completar las líneas directrices de aquel inicial programa de investigación esbozado y adelantado en 1845 (Kohan, 2003: 250). Este Marx en América Latina es ignorado y en México, en la gran mayoría de las discusiones y teorizaciones de intelectuales, movimientos sociales y guerrilleros de la década de los sesenta y parte de los setenta, pasa desapercibido. La falta de conocimiento de los escritos del ilósofo de Tréveris sobre Irlanda y la comuna rural rusa, no permiten comprender que el marxismo no es una ilosofía de la historia dogmática y determinista. Esta nueva concepción, resultado de la rectiicación teórica del pensador alemán, plantea que “1) la historia universal se construye no sólo con los “pueblos históricos”, occidentales, sino también con los pueblos oprimidos, “sin historia”; 2) el desarrollo histórico capitalista de dejarle ninguna duda acerca del mal entendimiento respecto de mi supuesta teoría. Analizando la génesis de la producción capitalista digo: En el fondo del sistema capitalista está, pues, la separación radical entre productor y medios de producción [...] la base de toda esta evolución es la expropiación de los campesinos. Todavía no se ha realizado de una manera radical más que en Inglaterra [...] Pero todos los demás países de Europa occidental van por el mismo camino (El capital, edición francesa, p. 316). La ‘fatalidad histórica’ de este movimiento está, pues, expresamente restringida a los países de Europa occidental. El por qué de esta restricción está indicado en este pasaje del capítulo XXXII: La propiedad privada, fundada en el trabajo personal […] va a ser suplantada por la propiedad capitalista fundada en la explotación del trabajo de otros, en el sistema asalariado (El capital, p. 340). En este movimiento occidental se trata, pues, de la transformación de una forma de propie­ dad privada en otra forma de propiedad privada. Entre los campesinos rusos, por el contrario, habría que transformar su propiedad común en propiedad privada. El análisis presentado en El capital no da, pues, razones, en pro ni en contra de la vitalidad de la comuna rural, pero el estudio especial que de ella he hecho, y cuyos materiales he buscado en las fuentes originales, me ha convencido de que esta comuna es el punto de apoyo de la regeneración social en Rusia, mas para que pueda funcionar como tal será preciso eliminar primeramente las inluencias deletéreas que la acosan por todas partes y a continuación asegurarle las condiciones normales para un desarrollo espontáneo” (Kohan, 2003: 265). 107 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL Europa occidental no se da inevitablemente en todos los países; 3) sus efectos negativos para los pueblos sojuzgados ponen en cuestión su carácter progresista; 4) el centro de la revolución no se halla exclusivamente en Occidente sino que, en determinadas condiciones históricas, se halla fuera; 5) la emancipación de los países colonizados o dependientes sería llevada a cabo no por el proletariado de las metrópolis sino por las masas oprimidas de esos países, y 6) en las condiciones de “atraso” o de sojuzgamiento por las metrópolis, la liberación social se halla indisolublemente unida a la liberación nacional” (Sánchez Vázquez, 1999: 124). Desde esta perspectiva marxista, pero en el terreno de la sociología, Pablo González Casanova tenía un trabajo que había preparado para publicarlo en 1969. No era un texto ilosóico, sino que incorporaba de una manera heterodoxa un aspecto del aparato cientíico de Marx. Se titulaba Sociología de la explotación. El ensayo principal fue escrito exactamente en el 150 aniversario del nacimiento de Karl Marx, y no pretendía sino esbozar el estudio de la teoría de la plusvalía en la etapa de la competencia monopolista. Anteriormente había escrito un ensayo crítico sobre la teoría de la estratiicación y la movilidad social, y las manipulaciones estadísticas en que se basaban estas perspectivas sociológicas. También esgrimía que había preparado este trabajo como respuesta a quienes negaban por aquellos años toda validez cientíica a las generalizaciones y predicciones marxistas, sin considerar las variaciones contextuales y estructurales que genera el imperialismo, y que lejos de anular el potencial analítico de la investigación marxista, obligan a rexaminar el conjunto de las estructuras en que opera (González Casanova, 1969: 3-4). En la edición de 1969, González Casanova decía que el libro fue escrito “para los estudiantes de América Latina y de aquellos países que han adoptado un falso rigor empirista, tan estrechamente asociado a las ciencias sociales predominantes hoy en Estados Unidos […] pero también para los marxistas ortodoxos y dogmáticos que han renunciado a las grandes tradiciones que el propio marxismo tiene de investigación cientíica de alto nivel” (González Casanova, 1969: 3). Según Ignacio Marván (2009), lo escribió para responder a la fuerte crítica de Víctor Flores Olea a La democracia en México. Pero tal vez la razón la tenga José Luis Reyna (2010) cuando dice: “González Casanova no necesitaba responder a nadie. Él volaba solo, para ese entonces. Sus textos se defendían solos. Don 108 TIEMPOS DE TRANSICIÓN Pablo quiso siempre conocer explicando, por eso no le importó la fuente teórica, sino la explicación”. Tiempo después González Casanova confesó que el texto no era un libro ecléctico,15 que su propósito principal, teórico y metodológico, consistía “en contextualizar la famosa fórmula de Marx p/v en un conjunto integrado de varios subconjuntos signiicativos para comprender su comportamiento y la forma ventajosa o desventajosa en que la relación de explotación funciona para los propietarios de los medios de producción y para los trabajadores” (González Casanova, 2006: 13). Muy cercano a los análisis de Marx sobre Irlanda y la comuna rusa, González Casanova planteaba que el análisis de la explotación desde las transferencias de excedentes de las regiones coloniales o dependientes a las imperialistas y metropolitanas, suponía un “embate contra los marxistas deterministas, que ya anunciaban el despeñadero y muerte del sistema como si éste no fuera a ‘reaccionar’. También era contra los ‘dependentistas’ que no le daban a la ‘ley del valor’ y a la necesaria explotación que acompaña al colonialismo y la dependencia, la enorme importancia que tiene para explicar lo que ocurre en la periferia y el centro del mundo” (González Casanova, 2006: 14). Para nuestro autor, las categorías de “tecnología y productividad, estratiicación y movilidad social vertical u horizontal fueron más bien un coto de conocimiento de la sociología conservadora del sistema, que con el ‘subdesarrollo’ quiso explicar el sentido de la modernidad y de la historia, dejando como ‘constante’ implícita o explícita el capitalismo” (González Casanova, 2006: 14). Con este libro González Casanova estaba dando un giro a su concepción de historia y teoría social. No hace mucho tiempo expresó que la Sociología de la explotación se editó y reditó en una época en que el pensamiento crítico tendió a hipertroiar la categoría del poder como origen de todos los males, a costa de la explotación y la lucha de clases, términos y conceptos estigmatizados también por el pensamiento neoconservador en ascenso (González Casanova, 2006: 15). También airmó que el marxismo oicial se hundía ante esta extraña coincidencia entre 15 Hay quienes así lo ven. José Luis Reyna en entrevista dijo: “La sociología de la ex­ plotación es un libro fallido. Quiere ser marxista siendo matemático y quiere ser funcionalista al mismo tiempo […] no quiere dejar de ser funcionalista y quiere ser marxista […] [González Casanova] quiso ser ecléctico, ahí no le resultó […] su contribución está en La democracia en México” (Reyna, 2010). 109 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL el pensamiento crítico y el conservador; por la corrupción comunista de Estado de la extinta URSS; la decadencia del lenguaje marxista-leninista; el dogmatismo y el totalitarismo. En ese tiempo, a la sociología nadie la quería escuchar: ni dependentistas, ni marxistas, funcionalistas o empiristas. Fue altamente signiicativo que el libro se lo dedicara a Camilo Torres y a Wright Mills; uno sociólogo-guerrillero-cristiano y, el otro, sociólogo crítico norteamericano. También que en la primera edición, el libro comenzara con una lista compleja de fórmulas matemáticas. Décadas después, en la edición de 2006, la lista de fórmulas matemáticas fue borrada del libro. A lo dicho por su autor, éstas sirvieron más para “intimidar a los marxistas que para quitar a los empiristas el argumento de que el pensamiento crítico es incapaz de precisar sus tesis con modelos matemáticos” (González Casanova, 2006: 13). Pero en la última parte de la década de los sesenta, las cosas eran diferentes. Existía una perspectiva marxista, doctrinaria y dogmática que siempre consideró a la sociología como mera ideología burguesa, la cual destacaba sólo esquemas y técnicas con graves consecuencias por el uso de las leyes estadísticas. Contrario a estos marxistas, Pablo González Casanova recordaba que ya Gramsci sabía de la utilidad de esta ciencia (González Casanova, 1969: 9). Por el lado de la sociología empirista, sobre todo de corte estadunidense, se airmaba que el marxismo en su totalidad era una simple doctrina metafísica de la historia. Así, para la mayoría de los marxistas ortodoxos lo que no era cientíico era la sociología, pero para la mayoría de los empiristas lo que no era cientíico era la noción de explotación (González Casanova, 1969: 10). En este sentido, los empiristas olvidaban que la explotación era una categoría y no personiicación alguna. Por esta razón, para González Casanova una sociología de la explotación tendría que demostrar a los marxistas que ésta era una teoría y a los empiristas que derivaba de hipótesis, cuantiicaciones y razonamientos cientíicos. Aunque González Casanova no era muy optimista, pues aseguraba que el escepticismo de los empiristas no terminaría con base en puros razonamientos, creía que sus discípulos serían sin duda más sensibles al razonamiento de una sociología de este tipo (González Casanova, 1969: 11). A estos últimos habría que mostrar que toda investigación cientíica del hombre está ligada a valores, incluida la que ellos practican, y a los marxistas convencerlos de 110 TIEMPOS DE TRANSICIÓN que el estudio especíico de la explotación tiene características distintas (González Casanova, 1979: 12). Según este principio, el autor de Sociología de la explotación comenzó su obra de 1969 con los conceptos de desigualdad, disimetría y desarrollo. Estableció que si las desigualdades se miden, todas tienen un trasfondo histórico y se valoran. No dudaba que lo simétrico y asimétrico en economía o cultura se podían cuantiicar, pero sin perder de vista que eso se relacionaba siempre con las nociones de poder y política. La desigualdad, argumentaba, “está ligada a la idea de riqueza, de consumo, de participación que son analizados en los individuos, como atributos o variables, en sus distribuciones o correlaciones. La asimetría está ligada a la idea de poder y dominio; es analizada indirectamente como pre-dominio o dependencia, como monopolización de la economía, el poder, la cultura de una nación por otra; o directamente como inluencia económica, política, y psicológica, que los hombres o las naciones con poder, riqueza, prestigio ejercen sobre los que carecen de ellos o los tienen en grado menor” (González Casanova, 1969: 18). Pensaba que el concepto de desarrollo económico, tan mencionado por empiristas y liberales, sentaba su base en la idea de un movimiento que iba en “una dirección deseada”, a la de un cambio continuado “hacia lo mejor”. Era en el fondo una ilosofía de la historia que quizá tenía sus raíces en San Agustín, pero que encontraba su verdadero origen en la Ilustración europea capitalista. Era la idea de progreso de la sociedad capitalista que su par liberal pensaba como mejoría acumulativa e inevitable. Cruzada esta idea con la cuantiicación, se creerá ver en ella un concepto cientíico y tecnológico extrañamente muy parecido al espíritu absoluto de Hegel: el progreso está por encima de la sociedad, de sus valores, de la economía, la política o la cultura. Ante ello González Casanova expresó: “la aplicación a los fenómenos sociales, de la ecuación del tipo Y = a + bX, en la que X es la variable dependiente; a y b las constantes que no cambian una vez que se determinan sus valores matemáticos, es inconcebible sin el sustrato de los valores morales del progreso” (González Casanova, 1969: 20). Pero en cualquiera de estos conceptos, el problema no radicaba en la cuantiicación o en la base de los valores morales y políticos que estaban detrás de una ciencia, sino en lo sesgado y predispuesto de las muestras para querer ajustar la realidad social a ecuaciones matemáticas. En el caso 111 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL del empirismo social, su falta de rigor cientíico provenía de renunciar al estudio de sus valores y, paradójicamente, de airmar que el sistema social era natural y que los valores que niegan el sistema no eran naturales (González Casanova, 1969: 22). Por eso, para nuestro intelectual “el concepto de explotación, tal como aparece en el marxismo, constituye una ruptura muy profunda con todas las formas anteriores (idealistas y materialistas) de analizar al hombre” (González Casanova, 1969: 24). Se refería a las “robinsonadas” separadas de la sociedad o a la igura especulativa del amo y el esclavo en Hegel. Y es que el concepto, antes de Marx, aparece como característica, como propiedad (contrato, lucha), más que, como relación humana. Con buen tino, González Casanova airmó que, con el marxismo, surge por primera vez como constitutiva “una relación social determinada”, que tiene varias características en cuanto a su carácter constitutivo y en cuanto a su delimitación o determinación (González Casanova, 1969: 26). Tal relación es constitutiva, histórica, contradictoria y concreta. Es siempre una relación directa entre los propietarios de los medios de producción con los productores directos; siguiendo a Marx, González Casanova supone que ahí está la base, el secreto de toda estructura social. En este sentido supone que “ni la igualdad, ni la libertad, ni el progreso son valores que estén más allá de la explotación, sino características o propiedades de ésta. En efecto, junto con la desigualdad, el poder y el desarrollo son parte de la unidad que forma la relación de explotación” (González Casanova, 1969: 30). Vistas así, las categorías de poder, desigualdad, dominio, están ligadas a la relación de explotación. Pero el descubrimiento de esa relación fue rechazada por la burguesía y uno que otro pensador o intelectual que justiicaba el estado de cosas social. Nuestro sociólogo también alertó de la cosiicación del término. Advirtió cómo en el marxismo vulgar la categoría de explotación era elevada a concepto metafísico y la relación determinada era pensada como un todo que explica todo: “es un típico error metafísico, que posee la vieja tradición de la causa prima, presente en todo, explicando todo, siéndolo todo” (González Casanova, 1969: 33). Como lo airmó el Marx de los escritos sobre Irlanda a los populistas rusos, el concepto debía especiicarse al utilizarlo en distintos contextos históricos y sociales y no plantearlo como una categoría eterna. Esta categoría servía para distinguir “a los hombres, de acuerdo con el lugar 112 TIEMPOS DE TRANSICIÓN que ocupan en las relaciones de producción —como propietarios o proletarios—; para determinar otros tipos de relaciones humanas —económicas, políticas, culturales, psicológicas—; o las cosas del hombre —instrumentos, productos, abstracciones— y el papel que juegan en su historia; o las características de los hombres que se encuentran en un variado tipo de relaciones, como personas o instrumentos —de los gerentes, líderes, pensadores, caracteres […] la relación social determinada ordena y codiica el universo social” (González Casanova, 1969: 35). Para Pablo González Casanova la relación social de explotación se explicaba en la estructura y la historia dialécticamente en distintos contextos. Además de ser un elemento indispensable para el análisis de las contradicciones y la lucha de clases, por medio de esta categoría se ponía cuidado en la relación que existía entre el estudio y la acción política, dejando de lado la visión metafísica de las leyes de la historia. Como se puede apreciar, el sociólogo mexicano, en la década de los sesenta, ya era un crítico del diamat soviético y el marxismo mexicano en el ámbito de la sociología.16 Además insistirá en que para insertarse en una realidad concreta, incluidas la investigación y la praxis, se debía tener en cuenta la relación determinada por las fuerzas productivas, las estructuras de poder, las fuerzas políticas e ideológicas, “dejando un margen muy amplio e impreciso, a la praxis de prueba y error” (González Casanova, 1969: 43). La idea era que la aportación más cientíica del marxismo se encontraba en el descubrimiento de las relaciones de explotación y no en la dialéctica, el materialismo o el socialismo. El análisis de la relación social determinada tenía también su matemática, decía González Casanova. Se trataba 16 No se puede pasar por alto que esta perspectiva marxista de Pablo González Casanova se inspiró en buena medida en el pensamiento latinoamericano de José Martí y Mariátegui. Como lo muestra en los años ochenta un artículo suyo titulado “El pensamiento revolucionario”, en el que dice que el pensar latinoamericano “es un camino muy distinto al europeo, al de Marx y al de Lenin, o al de sus escuelas en el nuevo mundo. Si Marx va —en este terreno— del capitalismo al colonialismo, del descubrimiento de la lucha de clases al tan difícil para él de la cuestión nacional, y Lenin va del capitalismo al capitalismo monopólico y de allí al imperialismo, o de la Revolución en Rusia y de allí a los procesos liberadores de Asia, África y América Latina, el nuevo pensamiento social latinoamericano no sigue ni esas pautas ni las de sus precursores doctrinarios que aplican o ajustan modelos, o que con escuelas y partidos buscan relaciones sociales concretas, como lo hicieron en forma genial Mella en Cuba y Mariátegui en Perú” (González Casanova, 1985: 36). 113 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL de una razón y las fórmulas de El capital bien conocidas: p/v donde p es el trabajo excedente o la plusvalía y v el trabajo necesario o el valor de la fuerza de trabajo (González Casanova, 1969: 51). A partir de aquí, nuestro sujeto en cuestión comienza a formalizar la sociología de la explotación con ejemplos hipotéticos posibles. Trata de vincular las fórmulas con situaciones que el marxismo ha registrado, como la lucha de clases, la productividad, la división del trabajo, el consumo. El asunto era mostrar las distintas combinaciones matemáticas para explicar los variados modos de explotación o de cómo el propietario de los medios de producción se adueñaba de la plusvalía creada por el trabajador. Explicaba las distintas formas de determinar la cuota de explotación. A González Casanova le interesaba explicar la signiicativa diferencia de lo que se le paga al trabajador (v) con lo que no se le paga y con el excedente con que se queda el capitalista producido también por el trabajador (p). Para él, la ecuación V = v + p oculta la relación humana entre propietarios y proletarios, ya que traslada la relación de explotación a la mercancía producida. Este fetiche se convierte en discurso: “los hombres se organizan en el trabajo para producir riqueza y después distribuírsela entre ellos”. Para salir de esta trampa González Casanova planteó una serie de problemas que lo llevaron a investigar la explotación. Supuso que el coeiciente de este tipo de relaciones dependía tanto de los cambios en el numerador como de los cambios en el denominador, de esta manera la tasa de explotación podía aumentar en dos formas: p+d v En la que d es una función de incremento te = te = p v–x (1) (2) En la que x es una función de decremento. Puede igualmente disminuir en dos formas: te = p–x v (3) te = p v+d (4) 114 TIEMPOS DE TRANSICIÓN Como puede verse, en la ecuación (1) existe un incremento de la tasa de explotación, porque a su vez hay un incremento de la plusvalía si el capital variable permanece constante. El marxismo clásico tenía una explicación para esto. Suponía que el aumento de la productividad y la plusvalía eran producto de los cambios en la organización laboral, tanto en su parte tecnológica como en la fuerza de trabajo misma. En este sentido, Pablo González Casanova estableció que la productividad era un factor complejo que tenía distintas variables, desde las fuerzas mecánicas, división del trabajo o el trabajo en equipo, hasta la concentración del capital-dinero en manos de la burguesía, la racionalidad de la gerencia de empresa o la agrupación de grandes masas de trabajadores en una misma unidad de producción (González Casanova, 1969: 55). Así, la fórmula (1) se podría enriquecer de la siguiente manera: te = p +vd(Pi)k “en que el incremento (d) de la plusvalía p es una función —no necesariamente lineal— del incremento de la productividad que es un factor compuesto de distintas variables (Pi) en que P1 es la maquinaria, P2 la especialización, etcétera; pero esta función debe ser controlada por k variables antecedentes y contextuales, como la concentración de capital-dinero, la eiciencia de la gerencia, la densidad de la población, etcétera” (González Casanova, 1969: 56). González Casanova continúa sus formalizaciones matemáticas no sólo para explicar la explotación como un fenómeno social, sino para demostrar que la praxis del oprimido también puede entenderse desde una sociología crítica. Y lo que es más interesante, hace patente que la fuerza política obrera puede ser un factor que disminuya la tasa de explotación. Si los explotados son quienes mantienen niveles de vida mínimos, habiendo creado excedentes de producción (González Casanova, 1969: 75), se puede tomar conciencia de esta realidad política y moral en la que la relación humana es asimétrica desde un pensamiento revolucionario. Para él, esto es posible desde un marxismo crítico. Lo interesante es que este texto ponía en tela de juicio la idea del desarrollo impulsada por los países metropolitanos. Ahora bien, el análisis de la explotación no se reduce a la relación determinada entre el propietario de los medios de producción y el proletario. “El análisis reviste en principio dos problemas fundamentales, desde un punto de vista teórico y metodológico: a) el de una distinción previa de las relaciones en la empresa y entre las empresas; en el sector y entre los sectores, en la 115 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL rama y entre las ramas, en la ciudad y entre las ciudades, o entre la ciudad y el campo; en la metrópoli y entre las metrópolis, en la colonia y entre la metrópoli y la colonia y b) de una formulación o delimitación de estos tipos de relaciones y del modo en que se afectan mutuamente” (González Casanova, 1969: 85). El autor de Sociología de la explotación retoma el modelo marxista de la teoría del valor trabajo para precisar la forma en que opera la explotación por medio de transferencias de valor. Se trata de “una formalización del fenómeno que permita trabajar con variables sociales y políticas en un análisis de la explotación en la sociedad contemporánea, y particularmente en las relaciones que guardan los sectores oligopolistas y de libre competencia, las grandes y las pequeñas empresas, las empresas matrices y las sucursales, las empresas metropolitanas y sus sucursales de los países coloniales y dependientes, los distintos sectores y ramas de la economía —en especial los industriales y agrícolas—, o bien las unidades geográicas como la ciudad y el campo, los países imperialistas y coloniales, las metrópolis o centros rectores y sus colonias internas” (González Casanova, 1969: 103; Solari, 1976: 154-159). De lo que se trataba en la obra era de trabajar con unidades complejas que previeran combinaciones y comportamientos variables en diferentes contextos, para contrastarlas con la sociología empirista, que elegía como unidad de análisis el individuo y su relación con el conjunto social (Solari, 1976: 153). Para González Casanova este tipo de sociología usaba las estadísticas para cuantiicar las desigualdades, marginación o subdesarrollo, pero no explicaba la relación social de explotación. Sólo medía las actitudes y el comportamiento de los individuos y grupos como partes integrantes de un todo. Aunque consideraba importante el estudio de la sociología empirista sobre la estratiicación y la movilidad social, para él tales investigaciones estaban lejos de demostrar el in de la sociedad de clases. Tampoco las consideraba meras ideologías burguesas como lo creían algunos marxistas (González Casanova, 1969: 174). Al respecto decía: “Son cambios de la estructura original de la explotación que fortalecen el sistema y refuerzan la enajenación de la clase obrera metropolitana con cambios objetivos. La retórica empirista consiste: a) en magniicar los procesos de justicia e igualitarismo que corresponden a los fenómenos de movilización, movilidad y crecimiento de las capas medias, y b) en ignorar el traslado de la injusticia, la desigual116 TIEMPOS DE TRANSICIÓN dad y la explotación a las regiones coloniales y periféricas” (González Casanova, 1969: 178). González Casanova hace la diferencia al estudiar la explotación entre clases y regiones, como ciudad-campo, metrópoli-colonia, para meterse al asunto del colonialismo interno que el marxismo clásico no desarrolló. Es verdad que Marx previó la expansión mundial del capitalismo, la división internacional del trabajo, la depauperación del proletariado, la acumulación de la miseria, etcétera, pero se le escaparon fenómenos que sólo podían aparecer en los países periféricos. Uno de estos fenómenos fue precisamente el colonialismo interno. En Sociología de la explotación, González Casanova incorporó íntegro un artículo que había publicado en 1963 con el nombre “Sociedad plural, colonialismo interno y desarrollo” (González Casanova, 1963a). El objeto de ese trabajo era precisar el carácter relativamente intercambiable de la noción de colonialismo y de estructura colonial, haciendo hincapié en el colonialismo como un fenómeno, interno. Intentaba mostrar lo transnacional de este fenómeno, sobre todo en los problemas de desarrollo a los que se enfrentaban las nuevas naciones de África, Asia y América Latina (González Casanova, 1963a: 15). Consideraba que la noción de colonialismo interno sólo había podido surgir a raíz del gran movimiento de independencia de las antiguas colonias, por lo que deseaba poner a prueba la capacidad explicativa del concepto, “su potencial de explicación sociológica del subdesarrollo y de explicación operacional de los problemas de las sociedades subdesarrolladas” (González Casanova, 1963a: 17). Para eso aborda el problema tipiicando el colonialismo como un fenómeno integral que podía ser observado en el ámbito internacional y en el interno. En el contexto político de los sesenta, se decía que una colonia era: “1) un territorio sin gobierno propio; 2) que se encuentra en una situación de desigualdad respecto de la metrópoli donde los habitantes sí se gobiernan a sí mismos; 3) que la administración y la responsabilidad de la administración conciernen al Estado que la domina; 4) que sus habitantes no participan en la elección de los más altos cuerpos administrativos, es decir, que sus dirigentes son designados por el país dominante; 5) que los derechos de sus habitantes, su situación económica y sus privilegios sociales son regulados por otro Estado; 6) que esta situación no corresponde a lazos naturales sino artiiciales, producto de una conquista, de una 117 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL concesión internacional, y 7) que sus habitantes pertenecen a una raza y a una cultura distintas de las dominantes, y que hablan una lengua también distinta” (González Casanova, 1963a: 18). Sin embargo, para González Casanova esta deinición era insuiciente porque se centraba solamente en aspectos jurídicos y políticos de una manera formal, olvidando fenómenos como el neocolonialismo o los cambios que va sufriendo la misma estructura colonial. La observación del sociólogo mexicano era que “siempre que hay una colonia se da, en efecto, una condición de monopolio en la explotación de los recursos naturales, del trabajo, del mercado de importación y exportación, de las inversiones, de los ingresos iscales” (González Casanova, 1963a: 19). Este proceso de monopolio se extiende a otros rubros como la cultura y la comunicación. Su forma de comunicarse, de expresarse, de dialogar con otras culturas se realiza por medio de la metrópoli. El dominio económico y cultural se refuerza mediante el dominio militar, político y administrativo. De esta manera “la colonia adquiere las características de una economía complementaria de la metrópoli, se integra a la economía de la metrópoli” (González Casanova, 1969: 233), por lo tanto, la colonia se convierte en dependiente económico, sus relaciones son desiguales, tienen una nula capacidad de negociación, es un lugar ideal para la explotación de mano de obra y el monopolio de los recursos y los sistemas represivos son sumamente violentos. El proceso que comienza con las desigualdades económicas, políticas o culturales entre la metrópoli y la colonia, se transiere a una desigualdad interna entre los metropolitanos y los indígenas: desigualdades raciales, de castas, de fueros, religiosas, rurales y urbanas, de clases. Para nuestro autor, esta “desigualdad tiene particular importancia para la comprensión de la sociedad colonial, y está estrechamente vinculada a la dinámica de las sociedades duales o plurales” (González Casanova, 1963a: 20). Con su concepto de colonialismo interno, González Casanova intentaba “investigar hasta qué punto se dan las características, los atributos y variables típicos del colonialismo y de la sociedad colonial en las nuevas naciones y en la estructura social de las nuevas naciones; su situación en un momento dado, y su dinámica, su comportamiento a lo largo de las distintas etapas del desarrollo” (González Casanova, 1969a: 22). Quería poner a prueba su investigación a partir de la confrontación de este concepto con otros usados en las ciencias sociales, como el de 118 TIEMPOS DE TRANSICIÓN clase o estratiicación. Se preguntaba por el valor explicativo que pudiera tener esta categoría en un análisis sociológico del desarrollo. Estaba seguro de que el colonialismo interno correspondía a una estructura de relaciones sociales de dominio y explotación entre grupos culturales heterogéneos. Se percataba de una diferencia especíica con respecto a otras relaciones de dominio y explotación, a saber, “la heterogeneidad cultural que históricamente produce la conquista de unos pueblos por otros, y que permite hablar no sólo de diferencias culturales (que existen entre la población urbana y rural y en las clases sociales) sino de diferencias de civilización” (González Casanova, 1963a: 23). Agregaba que “la estructura colonial y el colonialismo interno se distinguen en la estructura de clases, porque no es sólo una relación de dominio y explotación de los trabajadores por los propietarios de los bienes de producción y sus colaboradores, sino una relación de dominio y explotación de una población (con sus distintas clases, propietarios, trabajadores) por otra población que también tiene distintas clases (propietarios y trabajadores)” (González Casanova, 1969: 240). La falta de una teoría sociológica crítica que uniera la categoría marxista de explotación con los análisis sobre los tipos de colonialismo impidió, en varias regiones del mundo, incluido México, a los partidos comunistas, los movimientos guerrilleros y estudiantiles formados en un marxismo dogmático u oicial, entender la lucha campesina e indígena radical que se gestó con mayor intensidad durante las décadas de los sesenta y setenta. Pero también esta fue una de las razones del por qué no se entendió a González Casanova en su libro La democracia en México, cuando insistía en que para transitar al socialismo se requería, primeramente, democratizar el país y resolver la tarea nacional, a saber, terminar con el marginalismo producto del colonialismo interno.17 17 González Casanova hace poco expresó: “En La democracia en México sostuve la tesis de que en el interior de dicho país se daban relaciones sociales de tipo colonial. ‘Rechazando que el colonialismo sólo debe contemplarse a escala internacional’, airmé que éste también ‘se da en el interior de una misma nación, en la medida en que hay en ella una heterogeneidad étnica, en que se ligan determinadas etnias con los grupos y clases dominantes, y otras con los dominados’. Ya en un artículo de 1963 había analizado el concepto a nivel interno e internacional, que luego amplié en 1969 en ensayos sobre Sociología de la explotación. En esos trabajos se precisaron los vínculos entre clases, imperialismo, colonialismo y colonialismo interno. También se amplió el alcance de este úl- 119 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL En todos estos periodos, Pablo González Casanova transitó de un nacionalismo revolucionario con el que se identiicaba todavía en La democracia en México hacia un marxismo heterodoxo muy original, el cual mostró como inicio en Sociología de la explotación. Luego de recibir críticas a su pensamiento de aquellos años, los acontecimientos que aquí se esbozaron en torno a la situación del país y América Latina lo llevaron a pensar más en términos de explotación que de poder. En su Sociología de la explotación estaba germinando un pensador marxista al estilo Mariátegui y Martí, pero original e innovador al mismo tiempo. Una vez amparado en esta etapa de su pensamiento, siguió con la idea de luchar al lado de proletarios, colonizados, excluidos, ciudadanos, estudiantes, indígenas y todos los pobres de la tierra, por un régimen que construya la democracia, la liberación y el socialismo. En esta etapa del pensamiento de González Casanova hay un corrimiento hacia los grupos sociales emergentes contrahegemónicos que con el tiempo incorporará a sus análisis (Marván, 2009). la ariTméTica conTrarrevolucionaria en el movimienTo esTuDianTil De 1968 Para la década de los sesenta del siglo xx, una nueva fase del imperialismo mundial había aparecido, producto de los acontecimientos desatados después de la Segunda Guerra. El cambio en la producción, la tecnología y la organización del trabajo en los países avanzados del mundo desarrollado trajo lo que en ese entonces se llamaría el periodo de sustitución de importaciones. Parecía que los países periféricos e imperialistas tendrían ventajas con estas transformaciones en la economía. Algunas de estas ventajas se comenzaban a observar en “1) la expansión imperialista para colocar los equipos y la maquinaria de utilidad poco rentable en la metrópoli, 2) ampliar mercados (inversiones, por lo tanto), 3) aprovechar, en el caso de los países subdesarrollados, la mano de obra barata, y 4) garantizar el nivel de vida y de consumo en la población de Estados Unidos y ampliar el mercado de consumo elevado en los timo, y se lo relacionó con las diferencias regionales en la explotación de los trabajadores y con las transferencias de excedente de las regiones dominadas a las dominantes” (González Casanova, 2006a: 415). 120 TIEMPOS DE TRANSICIÓN países occidentales, donde ya existía, pese a los estragos de la guerra” (Fernández Christlieb, 1985: 14). En esos momentos de la historia mundial, y bajo “el proyecto expansionista de las economías desarrolladas, particularmente de Estados Unidos, se siguió una fórmula de fuerte contenido ideológico que podría sintetizarse en una frase: ‘ayuda para el desarrollo’. Esta fórmula, con considerables dosis de anticomunismo y de defensa del ‘mundo libre’ representado por Estados Unidos, se inició para los países europeos desde 1947 con el Plan Marshall y para América Latina principalmente después del triunfo de la Revolución Cubana con la Alianza para el Progreso” (Fernández Christlieb, 1985: 14). Los beneicios para Estados Unidos de su intervención económica y militar en América Latina, no sólo eran redituables para sus empresas transnacionales, sino que además le permitía mantener el control de la ayuda a Cuba por parte de otros países de la región. La “ayuda” a los países latinoamericanos los comprometía con las políticas anticomunistas de la Alianza para el Progreso. Para ines de los años sesenta, los modelos económicos de una buena parte de los países del continente estaban guiados por la tesis de industrializar la región que venía de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). Se tenía fe en que el desarrollo y bienestar de los pueblos sólo era posible si se ponían en operación políticas de industrialización (Álvarez, 1987: 50). “Este modelo de desarrollo económico, que en rigor debería llamarse de crecimiento (o mejor, acumulación de capital), impuesto por el imperialismo en su segunda fase y compartido por la mayor parte de los gobiernos del área, condujo a México a la adopción del modelo denominado ‘desarrollo estabilizador’, pergeñado y sugerido desde las instituciones extranjeras de crédito, sello económico que habría de caracterizar la política económica de los gobiernos de López Mateos y, más todavía, de Díaz Ordaz” (Fernández Christlieb, 1985: 51). Como se ha documentado ya, este modelo trajo beneicios para México, especialmente en la agricultura comercial y en la producción para la exportación. En las zonas del norte del país se expandió el auge de la economía del campo debido a las inversiones en maquinaria agrícola que el Estado realizó ante la demanda de productos en el exterior. Sin embargo, en otras zonas de México nada de esto sucedió. En contraste con la productividad elevada y los cambios tecnológicos para el trabajo en el 121 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL campo del norte, en el sur del país la agricultura de subsistencia y la falta de recursos económicos y técnicos eran presionadas por el crecimiento demográico que demandaba cada vez más recursos (Fernández Christlieb, 1985: 56; Álvarez, 1987: 53). Así, este sector se rezagó debido a que su mano de obra no pudo ser absorbida por los procesos de industrialización. Las desigualdades entre el campo y la ciudad aumentaron, el desempleo y subempleo, también y la mano de obra entró en el mecanismo del ahorro capitalista reduciendo su costo. En este tenor, al aumentar la oferta de mano de obra urbana, se “deprimió la tasa real de salarios y, en consecuencia, el costo de la fuerza de trabajo; aunque es pertinente señalar que la mano de obra caliicada, cuya demanda crecía a medida que la industrialización se ampliaba, logró salarios comparativamente muy altos y estabilidad en el empleo, mientras que los salarios para el trabajo no caliicado en las zonas urbanas eran fuertemente deprimidos, [de esta manera] el reparto agrario y la posterior política estatal respecto a la agricultura, permitió al sector público favorecer el desarrollo industrial a costa, en principio, de los campesinos y de los obreros” (Fernández Christlieb, 1985: 59). En México durante el periodo comprendido entre 1964 y 1970, especialmente en la presidencia de Gustavo Díaz Ordaz, la concentración del ingreso en un sector reducido de la población desencadenó una lógica de consumo que contrastaba con la capacidad productiva del país (Fernández Christlieb, 1985: 100-101). El modelo de acumulación capitalista, llamado en México desarrollo estabilizador, comenzaba agotarse. Para 1968 y la década siguiente, la crisis económica se manifestó abiertamente. La causa no sólo se encontraba en los errores gubernamentales, sino en la conirmación de que el bienestar social no era parte del proyecto de acumulación de capital mundial. “Los primeros signos internacionales e indicadores nacionales que apuntaban hacia la crisis, se registraron en México alrededor de 1967. La desaceleración del crecimiento de los países más industrializados, la ola de recesiones iniciada en Europa en los últimos años de los sesenta, marcaron el inal de la década de bonanza económica y cambios en la economía capitalista internacional” (Fernández Christlieb, 1985: 101). Los países desarrollados actuaron de inmediato. Restringieron el comercio mundial disminuyendo sus compras de bienes primarios. Los precios de los productos que México exportaba se vieron seriamente afectados. 122 TIEMPOS DE TRANSICIÓN La escasa liquidez internacional provocó el aumento de la inlación y desequilibrios en la balanza de pagos (Fernández Christlieb, 1985: 101). Pronto en México comenzaron a sentirse con mayor presencia las contradicciones sociales que estaban más o menos ocultas. Como consecuencia, la crítica al aparato estatal se hizo cada vez más fuerte. Los principales diferendos, denuncias y señalamientos provenían de los sectores medios, en especial de los estudiantes universitarios. En la década de 1960, las luchas estudiantiles en México fueron un factor importante en los cambios políticos del país. Pero, aunque 1968 marca un hito en la historia del México moderno, no habría que dejar de mencionar el movimiento médico iniciado durante el último mes del gobierno de Adolfo López Mateos. “Hubo además otros movimientos acerca de los cuales apenas si hay análisis, como los movimientos también estudiantiles de 1966 (Morelia y unam) y de 1967 (Sonora, principalmente), cuya solución, desde la esfera estatal, fue represiva, salvo en la unam, que terminó con la renuncia de su rector” (Fernández Christlieb, 1985: 7). Asimismo, aparecieron por esos años intentos guerrilleros como el de Madera, Chihuahua, en 1965 y el del Movimiento Revolucionario del Pueblo en 1966; tiempo después en Guerrero, Genaro Vázquez y Lucio Cabañas hicieron lo suyo en cuanto a guerrilla rural se reiere. Sin embargo, el movimiento estudiantil de 1968 marcó una verdadera encrucijada en el México contemporáneo. Con este fenómeno social culmina en el país, trágicamente, un largo ciclo de crecimiento económico con relativa estabilidad social y política. Esta fractura política también marcó el inicio de una crisis económica estructural que se ha extendido hasta el presente. A diferencia de otros movimientos estudiantiles de la época, el mexicano tuvo su peculiaridad. Fue un movimiento esencialmente político y no contracultural como sucedió en otros países. El adversario estaba bien localizado: el pri, el gobierno, las fuerzas represivas del orden. La identidad tuvo unidad debido al adversario común que se tenía, como bien lo narra Sergio Zermeño: En 1968 los estudiantes mexicanos emprendimos una lucha. Nuestros objetivos eran tan obvios como inciertos. Sabíamos contra quién y contra qué dirigir nuestra cólera. Habíamos sido golpeados injustiicadamente por la policía como tantos otros, vivíamos bajo un régimen en el que las decisiones eran 123 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL tomadas por el Estado y sus vastas extensiones, y luchábamos contra esa prepotencia […] buscábamos una sociedad más democrática, es cierto, y buscábamos al mismo tiempo ser reconocidos y apoyados en nuestros buenos deseos: buscábamos pues, poder. En unos casos poder político, mayor libertad de participación en los aparatos de decisión, esto es obvio; en otros casos el desafío democrático era concebido como el ejercicio de nuestras “libertades” sin la injerencia de aquellos aparatos (Zermeño, 1978: 1). Pero no se trató de un movimiento revolucionario. No se buscaba tomar el poder y cambiar la estructura social y económica de México. Desde el movimiento se observó la crisis del poder y su clase política, pero no se llamó a los sectores obreros, campesinos y marginales, en in a todos los agraviados económica y moralmente por el sistema autoritario, para incorporarlos en un frente común que derrocara al gobierno en turno. Más bien, “el movimiento estudiantil mexicano se caracterizó por ser una protesta de sectores medios crecientes y en ascenso, una protesta en contra de la extralimitación con que la clase dirigente aprovechaba el margen que le ofrecía la estabilidad del orden y en contra de la rigidez correlativa de un sistema institucional o político que veía llegar a su in el acuerdo transitorio producido en un marco de relaciones sociales ya rebasado” (Zermeño, 1978: 47). Es decir, los estudiantes movilizados no eran sectores sociales en crisis o en vías de pauperización; de hecho la educación superior por esos años seguía siendo uno de los canales de ascenso social más seguro. Sólo por mencionar algunos datos, “en 1964 sólo 13 por ciento de los estudiantes de la unam eran hijos de obreros y 3 por ciento de campesinos. Hasta 1968 esta composición no había variado mucho” (Zermeño, 1978: 48). El movimiento del 68, como lo fue también el de los médicos o maestros de ese entonces, cuestionaba el orden vigente por su tendencia autoritaria, represiva y antidemocrática. Estos sectores representaban una parte de la sociedad mexicana moderna que exigía democracia y participación social. La crítica iba directamente al sistema gubernamental corrupto y a sus sectores corporativizados: partidos políticos, sindicatos y organizaciones clientelares. La crítica al Estado autoritario y a su sistema político es clave para entender el movimiento del 68. A partir de este acontecimiento, la sociedad mexicana ya no sería la misma. Aun con Luis Echeverría los efectos del 68 serían una especie de malestar, a pesar de la llamada “apertura 124 TIEMPOS DE TRANSICIÓN democrática”. La fractura entre sociedad y gobierno estaba hecha y con ella se sumaban otras isuras, como la inadecuación del sistema institucional o político para incorporar y representar las exigencias de nuevos sectores sociales, el deterioro de las relaciones entre la Universidad y el Estado, el debilitamiento del modelo cultural o ideología dominante y del nacionalismo como su componente central, y el desplazamiento del Estado hacia una función directamente favorable a un sector de las clases altas, como imagen percibida por ciertas capas medias altamente sensibilizadas a este respecto (Zermeño, 1978: 55). Es en este momento de la historia de México cuando el modelo populista, creado por la ideología de la Revolución Mexicana, se desquebraja. También el Estado fuerte, corporativo y capitalista, comienza a debilitarse. El país inicia una transformación paulatina cuyas características más visibles comienzan a aparecer por todos lados, principalmente en el paso del Estado populista a un Estado de clase, la imposibilidad por parte de la élite dirigente para continuar sirviéndose del nacionalismo como bandera de movilización, consenso y legitimidad, la cruda comprobación para muchos sectores, en particular para las clases ilustradas, de que el desarrollo capitalista tardío y dependiente, además de mostrarse incapaz para elevar los niveles de vida de las amplias masas, las condujo a la miseria más absoluta sin poderlas incorporar a su lógica, pero sí, por el contrario, desarticulándolas de sus medios tradicionales, y el resquebrajamiento de las bases del Estado fuerte ante el ascenso de los sectores y clases ligados a la lógica del polo propiamente moderno capitalista (Zermeño, 1978: 92). Digamos que, en general, fueron esencialmente las clases medias, representadas en los movimientos magisterial, ferrocarrilero, médico y universitario, quienes debilitaron el sistema político de esa década con la simple exigencia organizada de dar paso a un pluralismo y a una democratización del sistema político mexicano. En lo que respecta al movimiento estudiantil, en aquellos años había una tendencia particular para interpretar los hechos. Se responsabilizaba a los intereses extranjeros y las potencias imperialistas de desestabilizar al país. Era una percepción y el análisis sobre el acontecimiento el que “sin haber perdido nunca la solidaridad con los movilizados, puso sin embargo el acento en la injerencia de Estados Unidos y de sus agencias de inteligencia como promotores y directamente interesados en la radi125 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL calización y el agravamiento del conlicto” (Zermeño, 1978: 102). Esta corriente interpretativa suponía que con el movimiento se quería poner en evidencia el desprestigio y corrupción en el que estaban metidos los políticos y administradores del gobierno de Díaz Ordaz. Si los estudiantes se radicalizaban, le harían muy bien el juego a los intereses imperialistas, pues debilitarían las bases nacionalistas que el régimen aún tenía, producto de la gesta revolucionaria. A esta tendencia pertenecía Pablo González Casanova. Su posición al respecto la expresó en un documento llamado “Aritmética contrarrevolucionaria”, aparecido el 21 de agosto de 1968. En dicho documento analizaba la cultura política de la contrarrevolución y las condiciones sociales en que operaba ésta. Para comprender América Latina y el mundo se requería, según González Casanova, hacer este análisis. En primer lugar, habría que señalar el estudio de las técnicas usadas por los contrarrevolucionarios en lo que se refería a los golpes de Estado. El objetivo era percatarse de la manera en que los grupos políticos de poder y militares las usaban y ocultaban. González Casanova sugirió ubicar la táctica de esta aritmética en un contexto social, cultural y económico en donde se aplicaba. Se trataba, dicho por él, “del proceso a nivel más aparente, en que juegan técnicas y elementos que ocultan el fondo del problema, en que se trabaja en un plan de ocultamiento y manipulación, que principia por atacar a los núcleos revolucionarios o progresistas existentes, en su propio seno, entre sus propios simpatizantes para ir ampliando su desprestigio —con palabras y hechos— hacia capas más y más amplias de la población y el gobierno, utilizando el impulso de los propios grupos revolucionarios para la generación del golpe de Estado” (González Casanova, 1968: II). Tales técnicas, entre otras cosas, se caracterizaban por acusar a las organizaciones revolucionarias de no ser radicales para luego desprestigiarlas e iniltrarlas con agentes informantes, de difusión y provocadores. La misión de estos agentes, sobre todo el de difusión, era destacar el descontento social y “en los inicios de cualquier movimiento obrero, y sobre todo estudiantil, ratiicar sus críticas a la crisis moral de la sociedad, alentar a los jóvenes a una lucha moral exaltando a todo héroe caído, a todo mártir y a todo revolucionario que en una forma u otra perdió la lucha o la vida, al mismo tiempo que se ataca vigorosamente a las organizaciones, países y dirigentes revolucionarios vivos y fuertes” (González 126 TIEMPOS DE TRANSICIÓN Casanova, 1968: II). González Casanova observaba que en este cultivo de la muerte de los héroes, del martirologio estético, al mismo tiempo se desatendían los asuntos políticos reales y “la aritmética” aprovechaba la ocasión para alentar a los provocadores que, a su vez, serían rechazados por la población, que exigiría la intervención de la fuerza pública y el orden para solicitar un régimen más autoritario. En este sentido, los agentes provocadores canalizarían el descontento hacia posiciones radicales que rayarían en la ilegalidad para desprestigiar a las organizaciones revolucionarias y progresistas, las cuales por medio de la lucha legal trataban de ser eicaces políticamente. Esta técnica permitía, según González Casanova, “lanzar a las masas descontentas, desorganizadas y penetradas, en condiciones que estén muy lejos de una toma del poder y que sirvan de prueba de la inestabilidad y la revolución, tal como éstas son entendidas por los públicos conservadores: como actos de desorden, anarquía y terror” (González Casanova, 1968: II). González Casanova discurría que en esta táctica contrarrevolucionaria, el papel del aventurerismo juvenil era exacerbado con la idea de que lo importante no era tomar el poder, sino amenazar a la pequeña burguesía en sus bienes privados. Se hacía creer que, en sus acciones románticas, el juego de la injuria de destruir cosas sería entendido como acción revolucionaria “o en que se sueña, en que el poder se toma, con la pura imaginación, con la broma sangrienta y criminal, o la triste ingenuidad de airmar que la imaginación ha tomado el poder, cuando lo que está por tomar efectivamente el poder es la contrarrevolución” (González Casanova, 1968: III). Pablo González Casanova va más allá en su apreciación de los hechos: La reacción de los universitarios se parece a la de los obreros del siglo xix. La de los pueblos coloniales y la de los negros también se parece. Pero son distintas: de un lado los estudiantes o los negros no constituyen una clase, ni tienen la peligrosidad objetiva de ésta, y su propia política de “poderes”, —“poder estudiantil”, “poder negro”— constituyen formas de lucha mucho más elementales que la de un partido o un grupo militante estrechamente ligado a los movimientos obreros y campesinos (González Casanova, 1968: IV). Estaba persuadido de que el gobierno estadunidense y sus agencias de “inteligencia”, desde 1960 habían aprendido a controlar las agitaciones revolucionarias mediante la exaltación del sacriicio para todo joven que 127 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL se sintiera mártir. Esta contrarrevolución, pensaba, sabe con certeza “cientíica”, que para sus intereses “es más peligroso un partido comunista pacíico y ‘oportunista’ o un partido o un grupo progresista, que un movimiento estudiantil incendiario o terrorista —pero sin organización y sin pueblo— o una guerrilla sin agua —sin pueblo, aislada en la montaña” (González Casanova, 1968: IV). Desde su perspectiva invitaba a entender que en el país de aquel tiempo, la disyuntiva para México no era revolución o barbarie, sino reformas revolucionarias o terror generalizado. Para González Casanova era fundamental reparar en el peligro golpista que representaban en ese momento las fuerzas políticas dentro y fuera del país. Su planteamiento quería ser un aviso para impedir una contrarrevolución sangrienta. Pablo González Casanova siempre estuvo de lado de los estudiantes,18 “estaba comprometido totalmente con la Universidad; el 68 fue una agresión a ésta por parte de Díaz Ordaz y cerró ilas con el rector Barros Sierra; estuvo no sólo en la gran marcha del silencio,19 sino en las reuniones entre gobierno y autoridades universitarias colocándose al lado del grupo del rector que estaba en contra de la represión”.20 Sin embargo veía con preocupación el desenlace que pudiera tener el conlicto. Sobre todo por su interpretación del movimiento, expuesta anteriormente, y la poca preparación política de los estudiantes. Quizá por esta razón, el 13 de septiembre de 1968, elaboró un artículo titulado “El conlicto estudiantil, decisiones y riesgos” aparecido en el periódico Excélsior. Parecía que intuía lo que podría suceder, de ahí que adviertió la importancia de una salida política al conlicto. En ese artículo, tanto al gobierno como a los estudiantes les expresó los alcances y límites que implicaría una negociación pacíica de 18 Perteneció a la denominada Coalición de Maestros de Enseñanza Media y Superior del País Pro Libertades Democráticas que, por cierto, desempeñaría un papel crucial en el desarrollo del movimiento. Algunos de los miembros de esta Coalición eran maestros notables de la unam, como Luis Villoro, Heberto Castillo, Iigenia Martínez, Eli de Gortari, Adolfo Sánchez Vázquez, entre otras y otros (Guevara Niebla, 2004: 155). 19 El 13 de septiembre de 1968, en el contexto del movimiento estudiantil mexicano, tuvo lugar la denominada “marcha del silencio”, una manifestación de más de 250 mil personas, en la que todos iban en silencio para evitar que la policía pusiera como pretexto la provocación por parte de los estudiantes. 20 Palabras de Jorge Alonso Sánchez, entrevistado el 15 de enero de 2011 en las instalaciones de ciesas-Occidente, Guadalajara. 128 TIEMPOS DE TRANSICIÓN sus diferencias. Sus primeras líneas son casi proféticas:21 “En unos días se tomarán decisiones que tendrán un gran impacto en el futuro inmediato de la nación. Después de que se hayan tomado, el reloj ya no se podrá echar atrás. Estas decisiones dependen del gobierno mexicano —fundamentalmente de su máxima autoridad, el presidente de la República— y de los dirigentes del Consejo Nacional de Huelga” (González Casanova, 1968a: 7-A). Al gobierno de Díaz Ordaz le planteó que tenía: la alternativa de aceptar el diálogo y resolver las seis demandas del pliego petitorio22 o usar de su poder represivo, cuidando sólo de que las formas sean legales […] si acepta el diálogo el gobierno tendría que inaugurar un nuevo estilo político y cambiar las formas de gobernar […] el aparato tendría que reajustarse muy seriamente para una lucha política en que aumentaría la importancia de otros partidos y organizaciones populares y sindicales. De otra parte, aceptar el diálogo y conceder los puntos del pliego petitorio supone alentar otros movimientos y demandas populares, no sólo de democratización sino de justicia social, a lo cual se opondrían los sectores más conservadores de dentro y fuera del gobierno […] esta decisión implicaría acabar con el miedo al desarrollo, inaugurar un nuevo estilo político y responder de manera más inteligente a demandas de democratización, que corresponden a la estructura real del país (González Casanova, 1968a: 7-A). Para González Casanova, optar por la represión implicaría alcanzar magnitudes nunca antes vistas en la historia del México contemporáneo, sobre todo en un movimiento cívico-estudiantil: encarcelamientos ma21 Gilberto Guevara Niebla al respecto dice: “Pocos analistas lograron percibir con acierto la gravedad de la situación y el peligro que se cernía sobre los estudiantes. En este punto debe destacarse la igura del doctor —maestro de la unam respetado y querido por los estudiantes—, Pablo González Casanova, quien publicó un breve ensayo con el título ‘Decisiones y riesgos’ donde trata de ofrecer al gobierno y a los estudiantes una perspectiva crítica de las circunstancias que vivía México en ese momento” (Guevara Niebla, 2004: 261). 22 Las demandas eran: 1) libertad a los presos políticos, 2) destitución de los jefes de la policía, generales Luis Cueto Ramírez y Rafael Mendiolea, y del teniente coronel Armando Frías, jefe del cuerpo de granaderos, 3) extinción del cuerpo de granaderos, 4) derogación de los artículos 145 y 145 bis del Código Penal Federal (delito de disolución social), instrumentos jurídicos de la agresión, 5) indemnización a las familias de los muertos y a los heridos que fueron víctimas de la agresión, y 6) deslindamiento de responsabilidades de los actos de represión y vandalismo por parte de las autoridades a través de la policía, los granaderos y el ejército (Guevara Niebla, 2004: 110). 129 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL sivos, control militar de los centros universitarios, represión policiaca selectiva de líderes. Esta decisión anularía el avance de la universidad pública y permitiría el estudio sólo a los hijos de las élites, tanto en el extranjero como en escuelas privadas. Por otro lado se radicalizaría a los estudiantes, dándoles motivos para justiicar la acción guerrillera bajo el supuesto de que la lucha política de carácter cívico había sido cerrada. El gobierno se vería en la necesidad de gastar en material bélico, preparación de cuadros militares antiguerrillas; habría una enorme fuga de capitales y la concentración de la riqueza aumentaría en unas cuantas manos. Por su parte, al Consejo Nacional de Huelga (cnh) les aseguraba que si decidían regresar a clases, aunque perderían el activismo inmediato de las brigadas políticas, podrían generar “una labor de consolidación de los cuadros universitarios, de organización permanente de la base y de consolidación del cnh en un Consejo Nacional Estudiantil”. González Casanova pensaba que, para que esto se llevara a cabo, algunas de las demandas del cnh deberían ser satisfechas como garantía de disposición a resolver el conlicto y para evitar la pérdida de prestigio y fuerza del movimiento. Pero les dejaba claro a los estudiantes que si optaban por seguir el camino del enfrentamiento, aumentarían las probabilidades de represión y decapitación del movimiento mediante la represión selectiva de los líderes. Les insistía en lo que de alguna manera ya habían logrado: El movimiento estudiantil ha comprobado ante sus propios ojos, con su propia práctica de lucha, la importancia que tiene en esta etapa histórica de México la lucha cívica, que agrupa grandes masas de la población en torno a un pliego de demandas que sólo incluyen los derechos liberales, los derechos que ya estaban en el papel en la Constitución de 1857, y ha visto de otro la importancia de la politización de las masas y de la integración de sus propios cuadros dirigentes (González Casanova, 1968a: 7-A). Sugirió a ambas partes una decisión inteligente y racional, iniciando un nuevo pacto social entre gobierno y ciudadanía, apostar al diálogo público mediado por institutos, profesionales, destacados escritores y políticos de oposición. Al gobierno le preguntó: “¿Sería acaso peligroso para la estabilidad nacional el que salieran presos que tienen años de estar en la cárcel por luchas sindicales y políticas? ¿Quedaría impune un traidor a la patria porque se eliminara el delito de disolución social? ¿Sería peligroso 130 TIEMPOS DE TRANSICIÓN o disminuiría en alguna forma el prestigio de la autoridad si ésta acordara el máximo de las demandas, si descubriera un México nuevo, y lograra que las nuevas generaciones de mexicanos crean que el camino para resolver los problemas de México todavía es el derecho y la lucha cívica?” (González Casanova, 1968a: 9-A). A los estudiantes también les preguntaba si era mucho pedir que permitieran continuar las clases en las escuelas y reconstruyeran una nueva universidad para el pueblo de México. Ante este escenario, los acontecimientos ocurrieron más menos como los conocemos ahora. Aun después de aquel fatídico 2 de octubre de 1968, Pablo González Casanova tenía la misma concepción del movimiento. En una entrevista el 28 de octubre del mismo año con Claude Kiejman y Jean-Francis Held, en su oicina de la Universidad de México, González Casanova precisaba una vez más su deinición del movimiento estudiantil: El movimiento mexicano es mucho menos “intelectual” y mucho más político que el movimiento francés de mayo. Nuestros estudiantes han descubierto recientemente muchas cosas: Primero que uno puede conquistar mucho procediendo por etapas y negándose al “todo o nada”. Luego, que el mejor campo de batalla es dentro de la ley, la aplicación de la Constitución. Nuestra Constitución de 1917 es muy avanzada. Cuando reclaman la aplicación de ésta, por cierto, hace tiempo olvidada, nuestros estudiantes disponen de un objetivo verdaderamente progresista y sobre este punto muchos burgueses e intelectuales moderados están con ellos. Esta es una estrategia muy hábil que se funda sobre sentimientos sinceros. Muchos de estos jóvenes no son ni revolucionarios, ni socialistas. La mayoría que integra este movimiento está constituida de lo podríamos llamar de manera sencilla demócratas. Contrariamente a las tesis oiciales, podemos decir que forman parte de los defensores de la ley. Pero no sería propiamente mexicano si este legalismo, que es, lo repito, uno de los motores esenciales del movimiento, no se combinaba con un gusto natural para la acción directa, una cierta violencia. No hay que olvidar que nuestros héroes nacionales son, de Cuauhtémoc a Zapata, hombres de violencia. Pero después de todo, los jóvenes mexicanos no serían los primeros en violar el orden público para reclamar la aplicación de la ley: ¡la historia de Europa da buenos ejemplos de este tipo de situaciones! Respecto a México yo tendría entonces la curiosidad de deinir el movimiento de julio como una combinación extremadamente eicaz de exigencia legalista, de recurso a la fuerza y de sentido político. Pero este movimiento, que tiene pues beneicios, se enfrenta a un poder muy irmemente establecido y que dispone de fuertes apoyos de izquierda en las masas. Otra característica de esta situación es que 131 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL este país es mucho más integrado de lo que creemos, y que los lazos sociales permanecen muy fuertes entre rebeldes y los que tienen la autoridad […] Si intento precisar mi pensamiento por lo que se reiere a las bases sociológicas del movimiento, yo diría que representa esencialmente a la pequeña burguesía, una clase ascendente pero —o más bien— insatisfecha. Nuestra sociedad no da todavía a este grupo social las satisfacciones materiales que recibe de las sociedades de Europa occidental, satisfacciones considerables para debilitar o aniquilar las aspiraciones reivindicativas. ¿Las aluencias extranjeras? Ellas son evidentes. Y cuando decimos inluencia extranjera, en este país, no vemos el lado de Cuba, sino de Estados Unidos. Estas inluencias son esencialmente las acciones provocadoras de la cia; ya he intentado demostrar este mecanismo, haciendo referencia a procedimientos históricos. En el caso que nos interesa, hay primero un ánimo de extremismo, con la puesta en escena de líderes como Sócrates Lemus. Luego pasamos bruscamente a la denuncia de líderes y dirigentes, a veces por los mismos provocadores. Todo un sector de la policía nacional controlado por los agentes americanos ha llevado a la operación que merecería ser estudiada de cerca por todos los dirigentes políticos responsables, partidarios de un cambio real en este país: pues este escenario va ser utilizado de nuevo aquí o en otros países de América Latina (González Casanova, 1969c: 119-120 ).23 Pablo González Casanova tenía razón. El movimiento estudiantil no tenía una política clara y precisa sobre su futuro ni el del país. Sin embargo, habrá que reconocer que tuvo una fuerte repercusión en el ámbito nacional, en lo que a cambio de estructura social se reiere. González Casanova así lo sintió y en su optimismo la historia le tenía preparado un escenario que lo retaría a poner en práctica su pensamiento revolucionario. El sucesor de Gustavo Díaz Ordaz, un año después de que González Casanova publicara Sociología de la explotación, lo nombraría rector de la máxima casa de estudios del país, esta vez estaría muy cerca del poder y, a la vez, de proyectar realmente una utopía en el ámbito universitario. pablo González casanova frenTe al poDer Si en los años sesenta la Escuela Nacional de Ciencias Políticas y Sociales (encpys) de la unam era una de las más politizadas y activas del país, 23 Agradezco la colaboración de François Ignace Ndour en la traducción de este fragmento. 132 TIEMPOS DE TRANSICIÓN la causa no sólo estuvo en las intensas discusiones académicas y la actividad política que se generaron tanto entre sus profesores e investigadores, en como el movimiento estudiantil; “una de las causas fue, sin lugar a dudas, el arribo de Pablo González Casanova a la dirección de la encpys, quien comenzó a transformar la escuela desde una perspectiva altamente politizada” (Rivas Ontiveros, 2007: 225). En la siguiente década, casi toda la Universidad, tras la sucesión presidencial que llevó a Luis Echeverría a la presidencia de la República, experimentaría esta perspectiva, pero a un nivel académico y político nunca antes visto. Esto iba a ser posible, aunque por poco tiempo, debido a que, el 6 de mayo de 1970, González Casanova tomaba posesión de la rectoría de la unam y con el mismo talante con el que dirigió la encpys y el Instituto de Investigaciones Sociales, ahora tenía bajo su responsabilidad llevar a la praxis la teoría que había pensado en años pasados. Su noción de universidad heredada de su padre y sus maestros de El Colegio de México y la insistencia en no separar el conocimiento humanístico del cientíico, lo llevarían a acercar el trabajo manual al intelectual, el técnico al cientíico y el histórico al político, mediante la creación del Colegio de Ciencias y Humanidades ( cch ). Después, con el Sistema Universidad Abierta (sua) intentará llevar los estudios universitarios “al pueblo” (Rivas Ontiveros, 2007: 654-655), categoría que jugará un papel fundamental en su trabajo intelectual sobre América Latina en la década de 1980. La derrota del movimiento estudiantil de 1968 signiicó, en buena medida, un repunte de la efervescencia política dentro del campus universitario de la unam. Pablo González Casanova “fue el candidato natural de los universitarios y, más particularmente, de los sectores democráticos y de la izquierda, que veían en él a la persona ideal para proseguir con la línea política de apertura y reformas que se había vivido durante el rectorado del ingeniero Barros Sierra” (Rivas Ontiveros, 2007: 650). La universidad comenzaría a innovarse y, por decisión de su rector, tendría un compromiso social con el pueblo de México. Pero el comienzo de esta gesta no sería fácil. Como antecedentes, la unam, en el periodo en el que enfrentó Díaz Ordaz a la casa de estudios, funcionaba con déicit de presupuesto, por lo que la labor académica, de investigación y de difusión cultural estaba considerablemente mermada, fruto del distanciamiento entre Estado y Universidad provocado principalmente por los sucesos de 1968, por lo tanto, las cosas en la Universidad no marchaban bien. 133 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL Fue a partir de la autodenominada “apertura democrática” cuando el presidente Luis Echeverría modiicó la política del Estado hacia las universidades y centros de cultura, particularmente la unam, con el objeto de limar asperezas con la intelligentsia mexicana. El incremento en el presupuesto a la educación superior comenzó a observarse durante la gestión inicial de su gobierno al elevarse el subsidio estatal para la unam de 72 por ciento en 1967 a 92 por ciento en 1972, lo cual se relejaba tanto en la infraestructura como en los salarios de maestros y personal administrativo (Soto Rubio, 1989: 74-77). La unam tuvo 106 mil alumnos en 1970: 62 mil en licenciatura, tres mil en posgrado, 1500 en el nivel técnico y 40 mil en el bachillerato, con un primer ingreso de más de 30 mil alumnos de los que 25 por ciento eran mujeres (Mendoza Rojas, 2001: 151). La visión de Echeverría fue responder a la crítica de la Universidad con recursos y soluciones educativas. La “apertura democrática” quería bajar los ánimos que había dejado el 68. El presidente de la República liberó a los presos políticos a solicitud de González Casanova. “En esta etapa, al igual que en el alemanismo, pero de signo ideológico opuesto, el gobierno de Luis Echeverría y la Universidad establecieron vasos comunicantes: el gobierno contrataría a sus egresados de manera generosa y les brindaría oportunidades de participar en la transformación pacíica de la sociedad, adoptando un discurso crítico, tercermundista y antimperialista. Por su parte, las universidades recibirían recursos públicos crecientes. Tan sólo la unam, entre 1968 y 1978, aumentaría sus recursos en 1688 por ciento” (Mendoza Rojas, 2001: 143). González Casanova estaba ya de frente al poder y tenía que llevar adelante los propósitos que le exigía la Universidad. En su primer discurso como rector reairmó la tarea que la unam tenía desde su fundación: educar a la juventud, investigar los fenómenos naturales y humanos y difundir la cultura superior en el ámbito nacional. El ejemplo de conducta que reclamaba para un gobierno universitario era mantener una “relación estrecha entre la razón y la moral para que sea gobierno, para que sea políticamente viable” (González Casanova, 1970). En ese mismo discurso, invitó a la comunidad académica a proponerse como tarea diaria “la construcción de pequeñas comunidades de diálogo de generaciones, en formas prácticas, viables, constantes que pensamos estimular ampliamente en el futuro y para las que pediremos 134 TIEMPOS DE TRANSICIÓN sus ideas, sus opiniones, sus relexiones” (González Casanova, 1970). Ante la pregunta, ¿qué Universidad queremos? Respondió que habría que construir una que garantizase altos niveles técnicos, cientíicos, humanísticos y de organización. Trazó un plan para que la Universidad dotara de ideas, material y métodos de investigación a sus alumnos. Airmaba que habría que “enseñar las virtudes de la serenidad” y “creer en la razón y el derecho”. Estaba seguro de que la historia del México de ese entonces podía ser menos dolorosa y más racional, si la Universidad sostenía e impulsaba esta lógica (González Casanova, 1970). En ese mismo tenor, asumió su responsabilidad intelectual y moral de contribuir a mejorar las condiciones del México “que no tiene”, base de su pensamiento que databa desde La democracia en México. Desde su posición política llamó a privilegiar el diálogo, el disenso razonado, el pluralismo ideológico, la autonomía, la libertad de expresión y cátedra, como había aprendido de su padre y sus maestros. La manera de ver la educación en México, sobre todo la universitaria, es en el González Casanova de esa época muy particular. Airmaba que la Universidad debía mantener sus altos niveles de enseñanza e investigación técnica, cientíica y humanística con un fuerte talante de crítica social y cultural. Estaba consciente de que el aumento de la población y la demanda de crecimiento de la enseñanza superior representaban un desafío para esa idea de escuela y universidad. Como primer camino, se propuso vincular la Universidad a los problemas del desarrollo, lo que implicaba transformar la Universidad misma y cambiar los modelos con los que operaba. Se trataba de “desenclaustrar” la academia y ligarla a la fábrica, el hogar, la biblioteca, el hospital (Soto Rubio, 1989: 89). En efecto, llegó a expresar: “la enseñanza en los claustros universitarios requiere de un proceso profundo, radical, de desenclaustración. Al recinto escolar que subsista se tendrán que añadir cada vez más la fábrica-escuela, el hospital-escuela, la biblioteca-escuela, el hogar-escuela” (González Casanova, 1970a). Su visión de universidad se plasmaba en perspectiva: El profesor tendrá otra manera de trabajar. No sólo dictará cátedra en el aula, también escribirá libros programados y convencionales para sus alumnos, enseñará por radio, televisión, en circuitos cerrados; entonces la Universidad estará en institutos, hospitales, bibliotecas, salas de cultura (González Casanova, 1970a). 135 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL Pablo González Casanova buscaba impulsar reformas que crearan un “sistema nacional de servicio educacional” que permitiera generar el conocimiento y la cultura en todos los ámbitos de la sociedad. Con ese plan la ignorancia y el analfabetismo serían cosa del pasado. Estaba gestando desde el inicio de su rectorado una verdadera revolución educativa. En los mapas curriculares, no sólo abogó por la enseñanza de la lengua, la literatura, las matemáticas, la física, la biología, la cibernética, el análisis de sistemas, la computación, la lógica, sino que remarcó la enseñanza de los dos grandes métodos de conocimiento: el histórico-político y el experimental. Con la aplicación de estos métodos a los fenómenos naturales y sociales, estaba pensando en la importancia de la interdisciplina que más tarde sería base de su investigación cientíica. La perspectiva tenía como horizonte la investigación interdisciplinar para dinamizar las típicas carreras liberales y dotarlas de una proyección social. Comenzó con los cambios de la reforma anunciada, en el estatuto del personal académico. Ahí se buscaba, mediante una igura denominada “técnico académico”, que los investigadores tuvieran una cobertura en sus procesos de laboratorio, biblioteca, tecnologías y además se otorgara, con esta igura, un impulso indirecto a la formación del personal académico (Soto Rubio, 1989: 90-91). Con estas acciones preliminares, se vislumbraba ya la creación de los cch. Pero mientras González Casanova diseñaba el futuro de la unam, los intelectuales conservadores, muy cercanos a los prejuicios de empresarios y católicos de derecha sobre la universidad popular, cuestionaban el papel que había anunciado el nuevo rector. Uno de estos intelectuales era Daniel Cosío Villegas, antiguo colega de González Casanova en El Colegio de México. Cosío Villegas en tono irónico expresó la alegría del rector en su elección como tal. Pero preguntaba cómo se iba a gobernar la tremenda multitud que habitaba la unam y cuestionaba que el dinero que se necesitaba para sacar adelante a la Universidad sólo vendría del gobierno y de los ricos. Irónicamente airmaba que las autoridades de la Universidad tendrían que convencer al gobierno y a los ricos de su proyecto (Cosío Villegas, 1997a: 51). Para Cosío Villegas las autoridades de la unam no habían estudiado los problemas de la Universidad y sus discursos sonaban a pura retórica. Señalaba la situación deplorable en que se encontraban los estudiantes económica e intelectualmente y cuestionaba si se podría lograr un pro136 TIEMPOS DE TRANSICIÓN yecto de universidad ante tal situación (Cosío Villegas, 1997a: 53-54). Estas eran algunas de sus ideas: Por lo que toca a los estudiantes, el panorama no puede ser más deprimente. Una minoría consciente de sus intereses, que quiere estudiar, pero que, falta de un medio propicio para hacerlo, se abandona a la indolencia. Una gran masa de estudiantes que van a dar a la Universidad porque la vida los empuja hasta ella sin sentirlo, y que no tienen otro propósito que hacerse de un título para usar y abusar de él en la vida. Y agitando ese ambiente incierto, el lidercillo político y el gánster (Cosío Villegas, 1997a: 55). Daniel Cosío Villegas era tan incrédulo sobre el proyecto de universidad de González Casanova que, rayando en el insulto, veía por todas partes inmensas diicultades con las que tropezarían el rector y su equipo. Por ejemplo, decía que las autoridades necesitarían ideas sobre una reforma a fondo de la Universidad y una forma de hacerlas llegar a los estudiantes para conseguir de ellos su entendimiento y su aprobación. En ese sentido se burlaba de la “nueva” universidad que anunciaba el nuevo rector de la unam (Cosío Villegas, 1997a: 55, 57) y para el tiempo en que llegue la crisis política que desplazará a este último de la Universidad, apuntará que el rector y su equipo siempre fueron incapaces de gobernarla. Al inal de su crítica, Cosío Villegas terminaba petriicado en el pasado, gloriicando los periodos de Antonio Caso, Manuel Gómez Morin y Lombardo Toledano (Cosío Villegas, 1997a: 65-66). En ese mismo tono la burguesía mexicana veía la labor de González Casanova en la Universidad,24 debido a que el maridaje entre gobierno y empresarios comenzó a cambiar en 1970 con el régimen de Luis Echeverría, pues éste, con el objeto de restaurar la legitimidad del Estado, le daba más voz a los intelectuales y la cultura, entonces la voz y los espacios de los empresarios se hicieron notar de una manera particular. 24 Luis Ángel Leyva escribía el 9 de mayo de 1970 en El Heraldo de México: “Grandes son los problemas a los que se enfrenta el nuevo rector de la unam. Comenzando por el de su sobrepoblación, ¿cómo podrá resolverlo? No solamente la cantidad de estos estudiantes no debe crecer […] ¿Podrá resolver el nuevo rector el problema de las palomillas políticas? ¿Y el problema de la burocracia? ¿Y el problema de la desorganización de los planes de estudio? ¿Y el problema inanciero? ¿Los atacará de fondo o no querrá meterse en honduras?” (Leyva, 1970: 4-A). 137 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL La retórica política de Echeverría fue pasando cada vez más a acciones concretas. No sólo había liberado a los presos políticos del movimiento del 6825 y buscado el acercamiento con los universitarios y centros educativos y culturales del país, también realizó reformas constitucionales en lo referente al aumento del número de diputados de partido, la disminución del mínimo de años para contender electoralmente por una diputación o senaduría; llevó adelante nuevas leyes de reforma agraria, de agua y de pesca, con la intención de estimular la agrupación de campesinos en unidades de producción más rentables y cooperativas para la explotación racional de especies (Arriola, 1988: 87). Unas cuantas horas después de asumir la presidencia del país, se expide el decreto que crea la Comisión Nacional de Zonas Áridas […] en los primeros días de gobierno se crean, entre otros, el Instituto Nacional para el Desarrollo de la Comunidad Rural y de la Vivienda Popular, el Instituto Mexicano de Comercio Exterior, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología y se someten a consideración del Congreso varias iniciativas de ley: la Federal de Reforma Agraria, la del Seguro Social, la Orgánica de Petróleos Mexicanos (Tello, 1979: 43). En sus discursos, Luis Echeverría rechazaba el imperialismo y llamaba a la solidaridad de México con el llamado Tercer Mundo. Quería ser el líder de esos países. Fue un crítico de la política norteamericana, “viajó extensamente, en 1973 llegó hasta China. Intercambió visitas con Salvador Allende, recibió a cientos de exiliados chilenos (inclusive a la viuda de Allende) después del golpe de Estado de 1973, para inalmente retirar el reconocimiento a la junta militar. En Naciones Unidas promovió una Carta de Derechos y Deberes Económicos de los Estados y, en 1975, instruyó al embajador mexicano para que apoyara la moción antiisraelí que denunciaba el sionismo como una forma de racismo” (Smith, 1981: 324). En 1972, con la visita oicial de Salvador Allende a México, Echeverría quería vanagloriarse como el presidente de las fuerzas progresistas del país que llevarían adelante las demandas populares. Pero los empresarios 25 González Casanova lo demandó en un desplegado aparecido en la prensa del 14 de noviembre de 1970: “Pide el rector al gobierno de “hoy y mañana” amnistía para universitarios”, Excélsior, pp. 1 y 14-A. 138 TIEMPOS DE TRANSICIÓN comenzaron a reaccionar. En un desplegado en el periódico Excélsior del día 2 de diciembre de ese año, alrededor de ochenta asociaciones empresariales y profesionales de los estados de Nuevo León, Puebla y varias otras ciudades del norte y centro del país, tomaron posición con respecto a la política de Echeverría y su homólogo Salvador Allende. Al respecto los empresarios decían: “hacemos votos porque la hermana República de Chile, que en estos momentos le toca al doctor Allende representar, siga luchando hasta el triunfo del ideal democrático frente al estatismo marxista que hace perder a los pueblos su dignidad, la alegría de vivir y lo que es más grave aún, su libertad” (Arriola, 1988: 93). Aunque al día siguiente de esta posición, los dirigentes de la Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio (Concanaco), la Confederación de Cámaras Industriales (Concamín) y la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), rectiicaron su actitud respecto a la burguesía de provincia, reconociendo la trayectoria política de Allende, insistieron en que el gobierno mexicano no debería seguir modelos de política económica de otros países. Como quiera que sea, el daño ya estaba hecho (Martínez Nava, 1984: 168-169). “El maniiesto de los empresarios de provincia anunciaba ya el enfrentamiento que se produciría en 1973 entre la iniciativa privada y el gobierno, y que se daría alrededor de cuatro puntos: la política iscal, la política obrera, el papel del Estado en la economía y el conjunto de medidas que implicó la “apertura”, como fueron la tolerancia de las actividades sindicales independientes, menor empleo de la represión frente a los grupos disidentes de izquierda y la política exterior” (Arriola, 1998: 94). Lo mismo le pasó a la jerarquía de la Iglesia católica, que resentía la promoción oicial que hacía Echeverría del socialismo.26 Sin embargo, en este conlicto entre gobierno y empresarios, la Iglesia decidió apoyar al presidente de manera tenue, pero irme. La doctrina social de la Iglesia coincidía en lo que respecta a la trasformación institucional del país con el gobierno en turno. (Blancarte, 1992: 307) Las cosas cambiarían 26 Paradójicamente, una buena parte de los miembros de la Iglesia católica apoyaron al gobierno de Echeverría, por lo menos hasta 1974. “Posteriormente, los grupos más críticos del Estado y la jerarquía se unieron con los que denunciaban la creciente demagogia gubernamental y comenzaron incluso a criticar al episcopado por considerarlo un virtual aliado al régimen” (Blancarte, 1992: 298). 139 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL cuando la discordia entre Iglesia y Estado se hizo presente en el contexto del control demográico y los libros de texto gratuitos de 1974. En realidad el proyecto reformista de Echeverría nunca fue contrario a los intereses de la burguesía y las élites del México de los años setenta. El ambiente anticomunista de la época y el temor de que las masas empobrecidas tomaran el camino de los grupos armados, creó paranoias sobre todo en los aspectos económicos y políticos. Se decía que había una clara tendencia de aumentar la “lucha de clases”, de terminar con la iniciativa privada y socializar la producción (Saldívar, 1980: 77). Las cosas se pusieron peor la mañana del 17 de septiembre de 1973, cuando Eugenio Garza Sada fue asesinado en la ciudad de Monterrey por un comando de la Liga 23 de Septiembre. Al sepelio asistió Echeverría. Ricardo Margáin Zozoya, presidente del consejo consultivo del grupo industrial de Monterrey, al tomar la palabra, acusó al gobierno de atacar al sector privado para dividir a las clases y de favorecer a “todo cuanto tenga relación con las ideas marxistas” (Martínez Nava, 1984: 181). En este contexto, el proyecto de universidad de Pablo González Casanova estaba señalado en ese bloque. Aunque el rector no era marxista ortodoxo y su camino era moderado, su propósito sí era socializar la universidad. “El proyecto original era descentralizar a todo el país la unam” (Marván, 2009) con la intención de que la universidad llegará realmente a todo el pueblo. Su visión abierta, plural, progresista, democrática y plenamente universitaria le trajo odios desde el poder. Primero el empresarial, después el gubernamental, al lado de la izquierda y el Partido Comunista Mexicano. A partir de ese momento, González Casanova, siendo rector de la unam, estaba frente al poder y en medio del fuego cruzado. la comuniDaD universiTaria como uTopía: el recToraDo 1970-1972 La unam para 1967 ya era una universidad de masas. Se requería conciliar la calidad de la educación con la cantidad de alumnos que ingresaban para ese entonces. Se necesitaba profesionalizar las carreras, aumentar la investigación cientíica, intensiicar la cooperación interdisciplinaria y aprovechar al máximo los recursos asignados a la Universidad para responder a los problemas de la sociedad mexicana. La creación del Colegio de Ciencias y Humanidades (cch) constituía una estrategia universitaria para lograr ciertos propósitos, como el estrechar los lazos entre la educa140 TIEMPOS DE TRANSICIÓN ción y la vida social, propiciando una integración del estudiante acorde con las necesidades del país. El proyecto hacía “hincapié en la necesidad de mostrar la interdependencia existente entre el conocimiento y la acción, ligando de manera estrecha la enseñanza de las ciencias con su aplicación; previendo para sus alumnos una igualitaria capacitación para desempeñar trabajos y puestos en la producción y los servicios por su capacidad de decisión, innovación, estudio y por la formación de la personalidad que implica el plan académico, con la posibilidad, además, de complementar su cultura con otra técnica aplicada, ya sea mientras sigue recursos académicos del plan o una vez terminado el mismo” (Bartolucci, 1983: XVI). Se trataba de vincular la Escuela Nacional Preparatoria (enp) a las facultades y escuelas superiores de la Universidad con la intención de enriquecer al estudiante, pero sobre todo, prepararlo para su paso por los centros de investigación cientíica, tecnológica y humanística. Con los cch se buscaba que los alumnos aprendieran a hacer ciencia, más que aprender conceptos o temas enciclopédicos. Aparte de los problemas con el poder, González Casanova se enfrentaba como rector a varios factores en su contra. El aumento demográico de la Universidad a más de doscientos mil alumnos en el inicio de su rectorado era uno de los obstáculos a vencer. Era necesario buscar más espacio para la demanda estudiantil. El factor académico también representaba una afrenta. La universidad tradicional estaba rebasada: no bastaba ya sólo formar profesionistas, era necesario formar cientíicos e innovadores técnicos que desempeñaran funciones acordes con los nuevos tiempos. Para eso era indispensable revisar los planes y programas de estudio, capacitar a los docentes, impulsar los estudios en el extranjero y profesionalizar las prácticas pedagógicas. De hecho, una de las causas por las que el doctor Ignacio Chávez renunció como rector en 1966 fue porque el Consejo Estudiantil Universitario (ceu) le demandaba un nivel de enseñanza más acorde con la realidad nacional. Los estudiantes se quejaban de que los planes de estudio eran anacrónicos y desarticulados, que los maestros eran incompetentes y que la Universidad requería una reforma académica y política para subsanar esas deiciencias (García Cantú, 1972: 19-21). El ceu también demandaba el “pase automático a las escuelas superiores y facultades de los egresados de la Escuela Nacional Preparatoria 141 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL (enp); revisión del plan de tres años de la enp; mayores prestaciones sociales a los estudiantes; supresión del cuerpo de vigilancia” (Bartolucci, 1983: 49-50). Después de la renuncia del doctor Chávez, el 6 de junio de 1966, asume la rectoría el ingeniero Javier Barros Sierra. “De inmediato, el rector Barros Sierra hizo solucionar dos de las demandas del ceu: el pase automático de los estudiantes de la enp a las escuelas y facultades de la unam y la supresión del cuerpo de vigilancia” (Bartolucci, 1983: 50). Revisó y reformó los planes y programas de ese entonces, principalmente en las facultades de arquitectura, economía, química e ingeniería (Bartolucci, 1983: 51). Pero el conlicto de 1968 interrumpió este proceso de cambios en la Universidad. Fue Pablo González Casanova quien continuó estas reformas luego de que fuera nombrado sucesor de Barros Sierra. Eso no signiicó que solamente se limitara a seguir las huellas de su antecesor. La relexión sobre los problemas educativos era uno de los temas fundamentales en el pensamiento del nuevo rector. Como muestra de ello, cabe recordar el año 1953, en el marco del IV Congreso Nacional de Sociología, donde González Casanova trató el tema del método en la reforma de la enseñanza media (Bartolucci, 1983: 61). Su tesis principal planteaba la necesidad de reformar ese nivel de enseñanza debido a las deiciencias manifestadas en el rubro académico, sobre todo en querer multiplicar los conocimientos particulares aumentando con ello las lagunas que los alumnos arrastraban desde el nivel de secundaria. Lo que proponía en ese entonces era atacar las lagunas de los alumnos concernientes a la cultura general y canalizar su formación a dos bachilleratos: el de ciencias el de y humanidades. Una vez que el alumno dominara la lectura y la escritura; se enriquecería con una cultura cientíica y humanística. Cerrado el ciclo del bachiller, éste tendría el derecho a ingresar a escuelas o facultades de ciencias o humanidades (Bartolucci, 1983: 62-63). Ahí estaba ya la raíz de lo que más tarde llamaría cch. Una cosa más, la idea medular del planteamiento educativo de González Casanova era su crítica a la especialización aislada y al profesionalismo sin conexión con la realidad social. Su preocupación estaba en lograr armonizar “los términos de ‘cultura general’ y especialización, entendiendo por la primera no un acervo enciclopédico de conocimientos, sino la expresión del ‘método y los problemas esenciales’ de diversas materias, y por la segunda, básicamente la formación profesional” (Bartolucci, 1983: 64). 142 TIEMPOS DE TRANSICIÓN Se percataba de la necesidad de encaminar a los estudiantes hacia una formación cívica y política, al lado de la especialización y concientización sobre los problemas sociales del país. El proyecto de los cch se fue gestando una vez que era ya rector y lo consultó con el Consejo Universitario: Originalmente existía la idea de integrar el sistema de la “nueva universidad”, creando lo que se denominaba Escuela Nacional Profesional y Colegio Nacional de Ciencias y Humanidades. Ambos proyectos fueron discutidos por una comisión especial, el Consejo de la Nueva Universidad, en la que participaba como presidente Roger Díaz de Cosío, uno de los más destacados tecnócratas de la Secretaría de Educación, junto con Pablo González Casanova, Henrique González Casanova, el doctor Eduardo Césarman (secretario de Servicios Sociales durante la administración de Ignacio Chávez), Juan Manuel Terán, etcétera. Las discusiones, celebradas durante el segundo semestre de 1970, evidencian la existencia de puntos de vista divergentes, particularmente entre el nuevo rector y sus colaboradores más cercanos y Díaz de Cosío (Ochoa, 1976: 68). El proyecto de González Casanova era diferente. Los cch debían formar especialistas que tuvieran una cultura cientíica básica, que les permitiera “posteriormente dominar áreas o campos de trabajo interdisciplinario y hacer combinaciones variadas de dos o más especialidades para la solución de problemas de acuerdo con los requerimientos más recientes del desarrollo cientíico y humanístico, que exigen simultáneamente el dominio de lenguas y métodos y la combinación de especialidades que en los sistemas tradicionales de enseñanza presentaban límites o fronteras que separan artiicialmente a las distintas especialidades” (Ochoa, 1976: 69). Evidentemente, la discusión dentro del Consejo de la Nueva Universidad fue mucho más vasta y compleja y evidencia opiniones divergentes sin cesar. Sin embargo, poco a poco se va conformando un proyecto único en torno al problema de la reforma universitaria, congelándose en principio la idea de crear una Escuela Nacional Profesional y emergiendo el proyecto de lo que posteriormente vendría a ser el Colegio de Ciencias y Humanidades. Para Pablo González Casanova el cch constituía “un paso histórico en la transformación de la Universidad Nacional en la Nueva Universidad”. Una de las funciones primordiales del colegio consistiría en “adaptar constantemente los estudios a las necesidades cambiantes del país”, en el marco de la tesis según la cual “el 143 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL país necesita ser más soberano, más justo y debe nutrirse de su propia cultura y no de las ajenas” (Ochoa, 1976: 70). El 26 de enero de 1971, en sesión de Consejo Universitario, se presentó públicamente el proyecto de creación del Colegio de Ciencias y Humanidades. En él, por su importancia, quedó de maniiesto la voluntad de hacer realidad el compromiso social que Pablo González Casanova quería de la Universidad. “Su orientación pedagógica revela, en los primeros ciclos, la disposición de materias básicas con el propósito de proporcionar al alumno una diversidad de criterios metodológicos en las ciencias y en las humanidades, y la posibilidad de aprender a combinar y comparar disciplinas distintas” (Soto Rubio, 1989: 92-94).27 Pero esta reforma comenzó a molestar a las élites del país, que sólo veían en la Universidad un medio para la reproducción de su clase. 28 González Casanova respondió a los críticos con un texto fechado el 14 de abril de 1971 titulado “Algunos prejuicios sobre la educación superior” (González Casanova, 1971). La idea de que “la educación superior debe ser para una élite y no para las masas” el rector la veía como un prejuicio esclavista, racista y colonialista que existía todavía en las buenas conciencias del México moderno. A las almas burguesas que sugerían cambiar la cantidad por la calidad en la educación superior, con el pretexto 27 Los primeros cuatro semestres establecían materias para el estudio de matemáticas, química, física, biología, historia de México, moderna y contemporánea, talleres de lectura y redacción, e idiomas, entre otras. Los dos últimos semestres los contenidos de estudio versaban sobre lógica y estadística, estética, ética y antropología, economía, ciencias políticas, latín y griego, derecho, administración, cibernética y computación. Con estos estudios un bachiller del cch estaría capacitado para una carrera inal incluso antes de ingresar a una licenciatura. Véase: “Cambio total de bachillerato, anuncia el rector” (Excélsior, 27 de enero de 1971, pp. 1 y 10-A). Las áreas en las que podía desempeñarse un egresado de cch eran: ferrocarriles y autovías, autotransportes foráneos, diseños de sistemas viales de tránsito en general, promoción turística, administración de hoteles y restaurantes, organización de eventos y espectáculos, programación de cine, radio y televisión, operación de máquinas electrónicas, diseño de sistemas de información, entre otras. El rector agregaba: “la lista es interminable y puede ser aumentada. Esto, para los que no puedan o no quieran ingresar a escuelas y facultades, pero ya ninguno será un joven inútil”. Con ello González Casanova anunciaba la nueva universidad que terminara con el enciclopedismo y fuera una fuente de innovación. Véase: “La preparatoria ya no rechazará alumnos” (Excélsior, 28 de enero de 1971, pp. 1 y 12-A). 28 Para un estudio sobre la educación de la élites mexicanas en la unam véase Camp, 1981, 1983, 1988, 1990, 1992, 1996. 144 TIEMPOS DE TRANSICIÓN de que disminuía la calidad conforme se impartía educación a un mayor número de gente, los instaba a probar su premisa. Cuestionaba el prejuicio, como el de Daniel Cosío Villegas, en torno a que no todos los mexicanos estaban en condiciones de ingresar a la Universidad. Pero para González Casanova ya sea por racismo, ignorancia o intereses creados, sus críticos no querían ver la relación entre educación y aumento en los niveles de vida, salarios, seguridad social, alimentación, salud, vivienda, justicia, libertad y democracia. También ponía en entredicho los obstáculos para seleccionar a los “más aptos” para la educación superior mediante el criterio de aplicar un examen. Pensaba que era una trampa para impedir otorgar educación a los pobres. Dicho examen se realizaría —según el rector de la unam— sabiendo que el sistema educativo nacional no los capacita para aprobarlo. Es decir, con estas propuestas se olvidaba que el fracasado sistema de educación nacional era el responsable del índice de reprobación para ingresar a la Universidad, además de no proporcionar un plan educativo para corregir las fallas. El rector intuía que el plan era otro: “cerrarles las puertas a los campesinos, hijos de obreros y sectores populares bajo la idea de que no son aptos para cursar estudios superiores, con el objeto de mantener la estructura del mercado, la dependencia, las inanzas de las clases dominantes” (González Casanova, 1971: 2). El punto que más cuestionaba era la falacia de que el Estado gastaba demasiado en educación superior. También en torno a que la educación superior no debía ser gratuita o semigratuita. El argumento de los críticos del proyecto de González Casanova intentaba hacer creer que la motivación de los estudios universitarios y su éxito provenía de la iniciativa individual y familiar del estudiante. Por esta razón, la Universidad la deberían pagar los padres de los estudiantes y a los pobres “aptos” se les darían becas. Ante esto el rector argumentaba: “la educación no es un gasto, sino una inversión que genera dividendos cuantitativos y cualitativos: ciudadanos productivos y educados; críticos y creativos; cientíicos y honestos. La educación privada debe ser supletoria, complementaria” (González Casanova, 1971: 3). La idea clasista, racista y el temor a los sectores populares, hacía pensar a las élites que si todos los jóvenes se graduaban como profesionistas, no habría trabajadores, obreros o empleados que hicieran el trabajo “necesario” en una economía capitalista. González Casanova, mirando al 145 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL futuro, recomendaba que la economía del país tendría que prepararse, pues el mundo del nuevo siglo necesitaría de especialistas y profesionales, de conocedores de las ciencias de la comunicación, la tecnología, los sistemas, las humanidades y la ilosofía. Estos “recursos humanos” sólo saldrían de una universidad como la unam. Por tal razón, el rector insistía en sus discursos en dotar a todos los alumnos de una cultura común en ciencias y en humanidades, aprender a investigar, producir conocimiento, hacer seminarios, diálogos, coloquios entre profesores, alumnos e investigadores que intercambiaran ideas y puntos de vista. De esta manera, con la creación de los cch se comienza a resolver una serie de problemas, como unir las escuelas y facultades que originalmente estaban separadas; vincular la enp a las facultades y escuelas superiores así como a los institutos de investigación y la creación de un órgano permanente de innovación de la Universidad. En la exposición de motivos de la creación del cch, el rector de la unam expresó que “uno de los objetivos esenciales de la Universidad en el futuro inmediato era el de intensiicar la cooperación disciplinaria e interdisciplinaria entre especialistas, escuelas, facultades e institutos de investigación” (González Casanova, 1971a), debido a que en el conocimiento cientíico y humanista se requería el dominio de diversos lenguajes y métodos, así como la combinación de especialidades. La iniciativa contemplaba que en el ciclo de bachillerato, éste constituyera “no sólo el requisito académico previo para cursar las diferentes licenciaturas universitarias, sino un ciclo del aprendizaje en que se combinen el estudio en las aulas y en el laboratorio con el adiestramiento en el taller y en los centro de trabajo” (González Casanova, 1971a). La teoría y la práctica estaban puestas en marcha con este proyecto de universidad. Pablo González Casanova encomendó a cuatro facultades el diseño del currículum interdisciplinar de las nuevas unidades académicas a nivel bachillerato, así como su profesorado. Estas fueron las de ciencias, ilosofía y letras, química y ciencias políticas y sociales. Con el paso de los meses, la política académica del rector comenzó a surtir efecto en los anhelos de democratizar e impulsar la Universidad hacia el desarrollo social del país. En 1972 se aprueba en sesión del Consejo Universitario la creación del Sistema de Universidad Abierta (sua). La implantación de este sistema permitiría a la unam ir a “los centros de producción y de servicio; fomentar la creación de casas de cultura y cen146 TIEMPOS DE TRANSICIÓN tros de estudios en los municipios, las delegaciones, las asociaciones, los ejidos, los sindicatos, etcétera; descentralizar sus tareas y establecer una cooperación efectiva con otras universidades e institutos […] para que la población, que en las condiciones actuales no puede hacer estudios universitarios, los realice en los centros de trabajo, de producción, de servicio, en las ciudades y en el campo, sin horarios ni calendarios rígidos” (González Casanova, 1972: 3). En lo que respecta a este proyecto, el sistema arrancó con mucha diicultad, ya que no hubo respuesta positiva del sector público ni del sector privado y la propia idea original fue disolviéndose paulatinamente (Soto Rubio, 1989: 102). El proyecto realmente era un desafío para un gobierno que deseaba ganarse a la intelligentsia y tenerla de su lado, pero al mismo tiempo representaba un peligro para la oligarquía y el gobierno en turno, pues el modelo podría querer replicarse en otras zonas del país. Aun así, el proyecto estaba en marcha y sus avances graduales eran una realidad (Soto Rubio, 1989: 108). Este proyecto resultaba acumulativo a la reforma académica de la unam de 1971. Su objetivo buscaba extender la educación media superior y superior a un número mayor de personas. Al respecto González Casanova airmaba: “la Universidad Abierta no es un sistema de enseñanza por correspondencia, ni una teleuniversidad, sino un sistema de métodos clásicos y modernos de enseñanza que se apoya en el diálogo, en la cátedra, en el seminario, en el libro, y los vincule con los medios de comunicación de masas, con la televisión, la radio, el cine, etcétera” (González Casanova, 1972: 2). La idea era extender la Universidad a todo el país para que trabajadores y empleados lograsen estudiar. La unam proporcionaría material didáctico a las universidades de los estados de la República e incluso de algunos países de América Latina. Por otro lado, en lo que atañe a una actitud abierta al diálogo verdadero y honesto, González Casanova fue el mejor estudiante de la universidad. La capacidad de escuchar y tolerar posiciones diversas, la mostró en no pocas ocasiones. Por ejemplo, las huellas dolorosas que dejaron los acontecimientos de 1968 en la conciencia de la comunidad universitaria, fueron atendidas por González Casanova a través del llamado al pluralismo ideológico, la autonomía universitaria, el diálogo, el respeto y la tolerancia, así como la petición de amnistía para los estudiantes y profesores presos en el sexenio de Gustavo Díaz Ordaz. Esa era la forma, además 147 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL de su proyecto de reforma universitaria, como mantenía neutralizados a la delincuencia que se encarnaba en las porras y los grupos de choque existentes en la unam. Pero a pesar de la llamada a crear una comunidad universitaria democrática, un acontecimiento ensombrecería la voz del rector: “el jueves de Corpus”.29 Sobre este hecho había antecedentes. Los tres años siguientes al movimiento estudiantil de 1968 fueron muy activos en varias universidades de provincia. Nuevo León, Sinaloa, Puebla, Durango, Chihuahua, Sonora, Guerrero y Oaxaca, esceniicaron luchas estudiantiles importantes. La ocupación policiaca de los recintos universitarios era uno de los factores que enardecía la frágil convivencia entre universidades y Estado. En la Universidad Autónoma de Nuevo León (uanl) se gestó un conlicto que para 1971 ya estaba bastante avanzado. A la petición de la comunidad universitaria para elaborar un nuevo proyecto de ley orgánica en el que se contemplara un régimen paritario de gobierno, el gobernador respondió con una disminución del subsidio anual de la universidad. La protesta estudiantil rápidamente reaccionó; se declaró la huelga; los mítines y manifestaciones subieron de tono y la represión policiaca también (Guevara Niebla, 1988: 64-65). En ese contexto, el rector de la unam levantó la voz y se solidarizó con esta institución cuya autonomía se había violado. La solidaridad llegó a Nuevo León desde varias partes del país. Una de ellas sin duda fue la caracterizada por el estudiantado de la capital, especialmente de la unam, el Instituto Politécnico Nacional (ipn) y Chapingo. En 1970 y principios de 1971 los presos políticos del 68 ya habían sido liberados. En coincidencia con este hecho y la aparente “apertura democrática” de Luis Echeverría, los estudiantes capitalinos comenzaron a organizarse para reposicionarse en el ambiente político de la época y ganar conianza. “Empero, para entonces el espíritu unitario y democrático del 29 Nombre que se asigna a los sucesos acontecidos el 10 de junio de 1971 en la Ciudad de México. En esa fecha negra de la historia nacional, centenares de estudiantes fueron atacados a tiros por paramilitares en la calzada México-Tacuba, para evitar que se movilizaran en demanda de la liberación de presos políticos, la derogación de la ley orgánica de la Universidad Autónoma de Nuevo León y para exigir la desaparición de los grupos porriles en escuelas de educación media y superior, entre otras exigencias. Fue la primera gran movilización estudiantil luego de la matanza del 2 de octubre de 1968 en Tlatelolco. 148 TIEMPOS DE TRANSICIÓN movimiento estudiantil empezó a ser amenazado por las posiciones radicales que sostenían una actitud divisionista, beligerante y provocadora” (Guevara Niebla, 1988: 67). El escenario no era el propicio para la reaparición del movimiento estudiantil. Aun así, dentro de los organismos de coordinación del movimiento se discutió realizar una manifestación para apoyar a la uanl el 10 de junio de 1971, a pesar de que el conlicto de esta universidad se había resuelto días antes al planeado mitin. Con todo, la manifestación se hizo. Sin demandas especíicas, los estudiantes se lanzaron a las calles. “Se trató, más que nada, de un hecho cuyo sentido primario fue el de la autoairmación; el movimiento deseaba, primero, demostrarse a sí mismo su existencia, su ser, su no-muerte y, en seguida, proclamarlo ante el mundo” (Guevara Niebla, 1988: 68). En la manifestación ocurrió una más de las represiones del México contemporáneo hacia los estudiantes, pero esta vez más cínica y sangrienta. Un grupo paramilitar autodenominado “los Halcones” apoyado por la policía del Distrito Federal, asesinó a mansalva a más de 50 estudiantes que marchaban en el contingente de ese día. Como lo ha relatado la historiadora Ángeles Magdaleno Cárdenas, estos grupos paramilitares estaban pagados por el Departamento del Distrito Federal para reprimir a cualquier grupo político o estudiantil que representara un obstáculo al régimen priísta. Pablo González Casanova protestó en contra de la violencia y la represión. Repudió los actos ocurridos y exigió castigo a los culpables. Al condenar los hechos y exigir castigo a los responsables, el rector señaló que con anterioridad había denunciado la existencia de estos grupos a los que se les veía decisión de atacar la Universidad y el proyecto que él representaba. Con el hecho consumado, cambió la dinámica política de los estudiantes. Se tuvo la sensación de que la vía pacíica y civil para democratizar el país estaba agotada. Pronto una buena parte de sus miembros se radicalizaron y dieron origen a la guerrilla urbana. De este acontecimiento, la repercusión que habría que tomar más en cuenta fue la que debilitó las formas políticas estudiantiles y la división de la izquierda en comunistas, lombardistas, cardenistas, trotskistas, socialistas, marxistas, leninistas, maoístas, foquistas, castristas, castroguevaristas y cheguevaristas que se dispersaban en el escenario político de aquellos años. 149 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL Como lo señaló alguna vez Sergio Zermeño, “entre 1958 y 1972 la hegemonía ideológica y política en el seno de la unam perteneció a la izquierda mexicana en todas sus presentaciones” (Rivas Ontiveros, 2007: 12). No se puede negar que la gesta del 68, y su desenlace traumático, obligó al Estado mexicano a atender las demandas de democratización, sobre todo la de incluir a los nuevos actores y agrupamientos políticos en los espacios de representación social. La razón era simple, en aquel periodo histórico ni el Partido Comunista Mexicano (pcm), el Partido Popular (pp) o el Partido Obrero Campesino Mexicano (pocm) fueron tan atractivos en sus acciones políticas como las acciones nacidas en las aulas universitarias. Pero con el paso del tiempo no estaría mal preguntar por las consecuencias que trajo el movimiento estudiantil, principalmente el de la unam, para la democracia en México. Sobre todo porque en 1972 hubo un corte histórico, por el hecho de que en ese año la crisis del movimiento estudiantil se hizo más evidente; “además porque es en ese año cuando un considerable número de activistas y antiguos dirigentes estudiantiles de los años sesenta siguió abandonando la Universidad para luego involucrarse en otras actividades de índole académica y política dentro o fuera del país, entre ellas: cursamiento de posgrados, actividades docentes e investigación; fortalecimiento o conformación de nuevos partidos políticos de izquierda —desde el pcm hasta el Partido Mexicano de los Trabajadores (pmT), el Partido Socialista de los Trabajadores (psT) y el Partido Revolucionario de los Trabajadores (prT). Otros salieron al campo y a la propia ciudad para impulsar organizaciones sociales de carácter agrario, sindical y urbano-popular” (Rivas Ontiveros, 2007: 28-29). Fue también en ese año cuando la rectoría de González Casanova se derrumbó. Es en ese momento cuando se puede apreciar, a cierta distancia en el tiempo, que tanto la caída del rector como la debacle del movimiento estudiantil sólo eran una fatal coincidencia y un enorme fracaso para las fuerzas progresistas y de izquierda del país del que sería muy difícil sobreponerse. Pasaría más de una década para que la izquierda en México, en su amplio espectro, tomara por asalto los escenarios políticos y planteara como en aquellos años un cambio social de raíz. 150 TIEMPOS DE TRANSICIÓN fueGo cruzaDo: la Defensa De la auTonomía universiTaria La autonomía universitaria fue una bandera fundamental en el rectorado de Pablo González Casanova. La idea de que la máxima casa de estudios perteneciera a grupos políticos o al gobierno era un asunto que a su rector le preocupaba. La defensa de este espacio de saber, constituía para él una posibilidad para realizar parte de la utopía que había pensado en su trabajo cientíico. Es verdad que la noción de autonomía de la que hablaba González Casanova no era una idea original suya. Ya estaba deinida implícitamente en la Ley Orgánica de la unam, pero como lo planteó Javier Barros Sierra en su declaración del 12 de noviembre de 1966, después de relexionar sobre los acontecimientos que habían afectado la vida de algunas universidades de México y otros países de América Latina, era fundamental reparar en ella para hacerla sentir en todo universitario: La autonomía universitaria es, esencialmente, la libertad de enseñar, investigar y difundir la cultura. Esta autonomía académica no existiría de un modo completo si la Universidad no tuviera el derecho a organizarse, de funcionar y aplicar sus recursos económicos como lo estime más conveniente, es decir, si no poseyera una autonomía administrativa; y si no disfrutara de una autonomía legislativa, que es su capacidad para dictarse sus propios ordenamientos […] los problemas académicos, administrativos y políticos internos deben ser resueltos exclusivamente por los universitarios. En ningún caso es admisible la intervención de agentes exteriores […] la autonomía, más que un privilegio, entraña una responsabilidad para todos los miembros de la comunidad universitaria: la de cumplir con nuestros deberes y hacer honor a la institución, recordando que la autoridad y el orden en nuestra casa de estudios no se fundan en un poder coercitivo, sino en una fuerza moral e intelectual, que sólo depende de la conciencia y de la capacidad de cada uno de nosotros (Barros Sierra, 1968: IX). En este sentido, parecía que la elección que hizo Echeverría sobre el peril de González Casanova para ocupar la rectoría de la unam representaba un paso político natural. Éste aparecía como el candidato de la concordia en quien se podía depositar la conianza para defender la autonomía de la Universidad. Sin embargo, hay quienes piensan que todo estuvo calculado. Sergio Zermeño ha planteado que la elección de este rectorado fue una herramienta útil para las clases dominantes. Según el 151 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL autor, producto del deterioro de la relación Estado-Universidad durante los sucesos de 1968, era preciso servirse de un intelectual independiente para dar principio a una reforma, que buscaba vincular la Universidad a las necesidades de las clases dominantes. La forma de deshacerse del rector y su proyecto que estaba en marcha, era boicotear su idea de universidad centrada en la autonomía. La presión fue letal y obligó a González Casanova a renunciar a la rectoría. Pero aunque el dato del “cálculo” puede ser cierto, entra ya al baúl de las especulaciones. Lo que está más a la mano discutir, se relaciona con otro planteamiento del mismo Zermeño en torno a que durante el periodo de Pablo González Casanova como rector se descuidaron problemas de fondo. Era un hecho que la Universidad había cambiado en medio de un contexto de modernización, por lo que la idea de una comunidad universitaria se tornaba problemática. González Casanova no ignoraba este asunto. Para sus primeros años de rector, ya advertía el peligro de que la comunidad universitaria dejara aislados a los consejos de gobierno de la unam, con poca representatividad. Por esta razón, en un discurso pronunciado el 28 de agosto de 1971, durante la inauguración de la junta extraordinaria de la Asociación Nacional de Universidades e Institutos de Enseñanza Superior (Anuies), expresó la necesidad de democratizar los gobiernos de las universidades. Pensaba que con la participación de organizaciones de profesores y estudiantes, incluso de comités de lucha representativos, se evitaría la corrupción y la represión de los consejos universitarios. Advirtió del peligro de dejar —con experiencias en otras universidades latinoamericanas— la responsabilidad exclusiva del gobierno a consejos universitarios, “con frecuencia poco representativos”, y de que se efectúan elecciones de representantes estudiantiles con sólo 20 por ciento de los alumnos. Añadió que habrá que cuidar que los movimientos estudiantiles no derivasen hacia la destrucción de la Universidad y, eventualmente, incluso hacia golpes de Estado.30 De cualquier manera, era difícil observar este proceso en los momentos en que se llevaba a cabo el proyecto de una Universidad como la que pretendía González Casanova. Como lo comenta Zermeño, se pueden tener posiciones simples, como aquellos que conciben la Universidad 30 “Democratización del Gobierno Universitario, propone el Rector” (Excélsior, 20 de agosto de 1971, pp. 1 y 10). 152 TIEMPOS DE TRANSICIÓN como una institución formadora de cuadros políticos en oposición al régimen u otros que la entienden sólo como un apéndice de la economía y del Estado. Pero la Universidad contenía dentro de sí una dinámica no pocas veces contradictoria: “ella es institución y contestación; reproductora del estatus al preparar al personal que requiera el desarrollo a todos los niveles, y conciencia y acción crítica de la sociedad que la acompaña, que la produce; es, pues, jerarquía, autoridad, eiciencia, racionalidad capitalista, cuando ahí se encuentra, y es también movimiento social, ruptura, crítica, movimiento estudiantil” (Zermeño, 1977: 7). En esa dialéctica se debatía la Universidad: si se corría a un extremo, se arriesgaba a ser sólo acción política o ser un aparato al servicio del poder. Para Zermeño esta dialéctica era común en América Latina. Durante bastante tiempo la Universidad había estado amenazada por un Estado poderoso que buscaba doblegarla, para utilizarla a su conveniencia e intereses. Ésta había redoblado esfuerzos para evitar perder su autonomía. En México, las tensiones entre Estado y Universidad datan por lo menos de los años treinta. Para Gastón García Cantú el propósito de deformar la vida académica, de humillar la autonomía de la Universidad y volver ineiciente su propio gobierno es de esa época. García Cantú registra que después del Primer Congreso de Universitarios Mexicanos, donde fueron aprobadas algunas conclusiones para la transformación del régimen social del país, escribió Vicente Lombardo Toledano, “los conservadores, contando con el decidido apoyo de la prensa, de la Iglesia católica y de los elementos llamados comunistas —en México estos extremos se han juntado muchas veces— pasaron de las palabras a los hechos. Se apoderaron del ediicio de la rectoría de la Universidad por la fuerza. El gobierno se cruzó de brazos y dejó hacer” (García Cantú, 1987: 205). Como lo veremos más adelante, es el mismo esquema que se utilizó contra el rectorado de Pablo González Casanova. Parece que así empezó la historia. La idea aún no termina: injuriar a las autoridades universitarias e impedir bajo cualquier pretexto la docencia y la investigación. Asaltar la rectoría y a partir de 1968 asesinar a profesores y estudiantes y, en el mejor de los casos, hacer pasar desapercibida su producción intelectual. Quizá, la identidad formada desde 1929 hasta el momento de mayor crisis entre la Universidad y el Estado, a saber, 1968, representaba para los universitarios la bandera por la que se tendría que luchar en todos los 153 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL frentes. González Casanova tomó muy en serio este papel no sólo cuando fue rector, hasta la fecha sostiene el principio de la defensa de la autonomía universitaria. Sin embargo, no compartía la postura radical de no pocos universitarios que habían experimentado los sucesos del 68, en torno a que el Estado era el enemigo a vencer. González Casanova lo pensaba desde su posición institucional y crítica pero a la vez conciliadora, a pesar de que, para el Estado, la división y desmantelamiento de la base universitaria, es decir, su identidad como “comunidad universitaria”, se convertía en el objetivo inmediato. “A partir de ahí y hasta 1971 el divorcio entre las instituciones gubernamentales y la Universidad, y el acercamiento defensivo de ésta y la base estudiantil fue tal, que el término comunidad universitaria tenía un sentido efectivo para todos los sectores que se agrupaban bajo esa identidad” (Zermeño, 1977: 16). Como lo hemos documentado ya, la “apertura democrática” de Luis Echeverría buscaba romper las murallas que se habían puesto entre la Universidad y el Estado. Al querer imitar el cardenismo y el gobierno de Salvador Allende, el populismo de Echeverría intentaba tener a la inte­ lligentsia de su lado. La hipótesis de Sergio Zermeño es que Echeverría sí buscó romper la identidad de la Universidad, sobre todo su cohesión política. La carga de la prueba la pone en la insistencia de Echeverría para que los universitarios trabajaran con los campesinos y no con lo obreros. A la vista de Zermeño, los primeros eran más vulnerables en cuanto a la radicalización política, ya que su iliación priísta no representaba un peligro para el gobierno. El objetivo era terminar con un proyecto como el que deseaba González Casanova. Si ese plan universitario eliminaba privilegios y generaba un grado de socialización alterno al de la oligarquía y el aparato político estatal, diferente al del Partido Comunista y a los grupos de élite en el poder, la manera de romperlo era humillando al rector, que representaba en ese espacio académico un símbolo progresista para el país (García Cantú, 1987: 255). Pero también para las élites empresariales y las oligarquías del país, un proyecto de universidad como el que estaba generando González Casanova representaba un peligro para sus intereses. El razonamiento de estos grupos es fácil de imaginar: Una Universidad crítica —consecuencia lógica de la libertad de cátedra— no será complaciente con la miseria y la represión. Así como a buena parte del 154 TIEMPOS DE TRANSICIÓN Politécnico se le ha tratado de despojar de su móvil popular, formando un técnico aburguesado o ignorante de los problemas del país, se procura que la Universidad sea imagen y semejanza de las escuelas particulares más domesticadas al modo de una sociedad de minorías satisfechas. Se procura, y se va logrando a pesar de todo, una Universidad, por los conocimientos impartidos, universal; por los ines sociales, nacional (García Cantú, 1987: 262). Desde 1971 la ofensiva contra Pablo González Casanova y su reforma fue a todas luces impedir su proyecto: que no se ampliara el bachillerato, que el cch como creación original no se multiplicara en otras universidades, que el sua no llegara a la gran parte de los mexicanos sin escuela para que no se integraran a la cultura nacional, que la investigación tecnológica, cientíica y humanista no la hicieran mexicanos, para que la dependencia del exterior no terminara y el colonialismo continuara por otros medios. Para ello era necesario poner entredicho el alcance de la autonomía universitaria, obligar a la fuerza pública a intervenir en la Universidad, crear un conlicto en la comunidad universitaria para que el rector terminara renunciando. En suma, era el modelo gansteril elaborado y usado por el Estado.31 Y así fue. El 31 de julio de 1972, Miguel Castro Bustos y Mario Falcón, con un grupo de 200 normalistas se apoderaron del despacho del rector. Exigían su incorporación a la Facultad de Derecho, pero no reunían los requisitos académicos. Intentaron presionar a González Casanova para que desconociera al consejo técnico de dicha facultad, que era el encargado de revisar los documentos de los aspirantes al centro educativo. 31 El sistema político mexicano tiene la tradición de acabar con los sujetos que, como González Casanova, asumen no sólo un compromiso político, sino también ético sobre todo en los asuntos públicos. Así lo ve también Lorenzo Meyer: “La ética es una piedra sobre los hombros, no deja, hay que quitarse de cosas éticas para moverse como pez en el agua [en el sistema político mexicano], es ponerse una diicultad extra […] quizá en Dinamarca no sea tan difícil hacer una carrera y mantener una congruencia ética o probablemente en Estados Unidos; pero en México es terrible, en un sistema autoritario casi como lo que fue la ex Unión Soviética, no se puede, en algún momento, en algún cruce haya una disyuntiva. Si quiere uno seguir dentro del sistema, tiene uno que pasar por las horcas caudinas en donde la ética se muere y solamente matándola es posible que lo acepten a uno, si no se vuelve uno sospechoso […] don Pablo medio pasó, pero como no enteramente, entonces le dijeron no, y se lo hicieron de una manera muy típica del sistema mexicano, creándole un problema en la unam: Falcón y Castro Bustos y una situación humillante […] le hubieran dicho “mire don Pablo, las cosas no se hacen así y si no le va pasar…” no se lo dijeron” (Meyer, 2010). 155 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL El rector se negó y lo intentaron secuestrar impidiéndole la salida de sus oicinas. La calma llegó y el rector de la unam salió de su despacho gracias a la intervención de estudiantes de las preparatorias populares, quienes abrieron las puertas de rectoría y lo protegieron (Woldenberg, 1989: 22). Sin embargo, durante 60 días resultó imposible desalojarlos.32 La Universidad comenzó a ser señalada de anárquica e ingobernable. Las cosas se complicaron por algunas coincidencias en torno a los actos vandálicos de los que algunas veces era presa la Universidad. Pablo González Casanova al lado de directores de escuelas, institutos y facultades estaban persuadidos de que sólo el diálogo y el consenso podía resolver los problemas de los universitarios. Así lo expresaron en un comunicado el 2 de agosto de 1972.33 La prensa reaccionaria comenzó a atacar la actitud democrática y conciliadora de González Casanova y sugirió el uso de la fuerza como doble táctica: violentar la autonomía y evidenciar la debilidad del rector.34 En este contexto, la invasión del ediicio de la rectoría por Castro Bustos y Falcón: obligó al rector a desalojar sus oicinas e instalarlas en los antiguos ediicios del centro de la ciudad, de los que jamás regresó. La jugada había sido instrumentada desde la Secretaria de Educación, cuyo titular era Víctor Bravo Ahuja, un latifundista y cacique de Oaxaca, y por Rubén Figueroa, gobernador de 32 “Esta petición fue formulada por los normalistas encabezados por Miguel Castro Bustos, alumno inscrito en la Universidad desde 1956, expulsado y que tiene una inscripción inválida […] la violencia y el intento de secuestro fueron impedidos por aproximadamente 80 estudiantes de las preparatorias populares, quienes de una manera natural se consternaron al ver el artiicio y las amenazas contra el rector”. Véase: “Agresión, denuncia la unam; pide garantías para sus miembros” (Excélsior, 6 de agosto de 1972, pp. 1 y 14A). 33 Sobre la intervención de agentes provocadores dentro de la Universidad para hacerla parecer ante la opinión pública como incapaz de gobernarse a sí misma, González Casanova apoyado por directores de escuelas, facultades y centros de investigaciones de la unam expresaba que las autoridades universitarias estarían siempre abiertas al diálogo pero también a mantener el orden jurídico mediante los argumentos que generen consenso. “La violencia en la unam no es conlicto entre universitarios: el Rector” (Excélsior, 3 de agosto de 1972, pp. 1 y 11A). 34 Así lo vio Fernando Benítez: “Ahora, el doctor Pablo González Casanova ha sido —está siendo— objeto de reiterados ataques. Se le formula el cargo de no precisar nombres —lo que equivale a un encubrimiento— y de no intervenir enérgicamente para evitar disturbios y felonías. Esta es una simple calumnia […] el poder del rector como el de la Universidad es un poder moral, pero los inmorales, los inescrupulosos que utilizan el poder público con ines personales, pueden vulnerar fácilmente ese poder de la misma manera que vulneran el poder de la República” (Benítez, 1972: 7-A). 156 TIEMPOS DE TRANSICIÓN Guerrero, en cuyo auto fue sacado del campus uno de los gánsteres. Pero los embates desde dentro tampoco eran de despreciarse. El propio abogado general, Fausto Vallado Berrón, intrigaba contra el rector llegando incluso a insertar un artículo altamente perjudicial en una revista, y el director de la Facultad de Leyes, casualmente oriundo de Guerrero como Figueroa y también enemigo acérrimo de González Casanova, atizaba el fuego contra éste (Basurto, 1983: 282). González Casanova elaboró un discurso el 4 de septiembre de 1972, aparecido en la Gaceta de la unam, en donde denunció la toma de rectoría por el grupo delictivo. En ese discurso ante la situación violenta de los provocadores y ante la negativa del rector de ejercer funciones judiciales o permitir la entrada de la policía y el ejército a Ciudad Universitaria, dijo que las autoridades universitarias habían quedado limitadas a la única fuerza que tenían y que estaban decididos a emplear: la fuerza moral. Arremetió contra sus críticos llevando el tema del conlicto a causas más estructurales y no aparentemente aisladas: Y ya hemos explicado en parte cuál puede ser el origen de tantas y tantas agresiones contra la Universidad, pero la explicación debe ser más profunda […] la esencia general de este delito contra la Universidad es una sociedad en crisis cuyas características consisten en que unos cuantos poseen los medios de producción, de distribución y servicios, mientras la inmensa mayoría carece de los bienes más elementales […] tal es la esencia general y universal del problema planteado como la verdad más simple que se ocupan de ocultar, negar y escarnecer todos los ideólogos del statu quo, de los intereses creados, de imperialismo y la reacción. El rector era consciente de que los intereses de los grupúsculos empresariales, eclesiales y gubernamentales se veían afectados con su proyecto de Universidad, debido a que una Universidad libre y crítica como la que se proyectaba era insoportable a los grupos más reaccionarios y retrógrados de México. Entonces, para González Casanova, la agresión a la unam era porque ésta, siendo crítica y libre, era indeseable para quienes se beneiciaban de la pobreza, la ignorancia y la falta de desarrollo de México. Dichos beneiciarios ya habían sido señalados en La demo­ cracia en México: la oligarquía, los caciques, la jerarquía eclesial, los empresarios y los líderes del viejo aparato de dominación y explotación mexicano. 157 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL Si el programa de su rectorado se sintetizaba en: a) fomentar los estudios y la investigación cientíica, humanística y tecnológica; b) extender la universidad hasta el pueblo joven y trabajador; c) defender la universidad defendiendo su autonomía, libertad de expresión y cátedra; d) democratizar la universidad en todos sus niveles; e) mantener la pluralidad cultural e ideológica y f) lograr consensos con toda la comunidad universitaria, era de esperarse que representara un obstáculo para las clases dominantes del México de aquellos años. Con todo esto el conlicto comenzó a crecer. Habría que añadir que éste también se encontraba en un contexto poco favorable para solucionarlo de manera inmediata: crisis económica, aumento del personal en la Universidad y, en consecuencia, precarización de los salarios, así como el intento de ingresar a la unam por parte de las huestes de Fidel Velázquez. Además, en 1972, ante el recién constituido Sindicato de Trabajadores y Empleados de la unam (sTeunam) y negado su registro por la Secretaria del Trabajo, los trabajadores se amparan y solicitan la irma de un contrato colectivo de trabajo con emplazamiento a huelga el 25 de octubre de 1972. Las autoridades universitarias, así como no pocos estudiantes y profesores, veían en este asunto un peligro para la autonomía de la propia Universidad. El rector contestó que las peticiones del sTeunam podían ser canalizadas por la Asociación de Trabajadores Administrativos de la unam (aTaunam) creada en 1966. González Casanova pensaba que él no podía reconocer la existencia de dicho sindicato, puesto que eso le correspondía a las autoridades laborales, además de que el contrato colectivo era imposible de irmar debido a que no existía el sindicato y el rector no era patrón de nadie, ya que la unam no era una empresa de lucro, sino un organismo descentralizado del Estado (Basurto, 1983: 286-287). El razonamiento de González Casanova era que si un sindicato de esta naturaleza, es decir de empresa, fácilmente manipulable por la cTm, lograba entrar a la unam, ésta sería presa de “los enemigos de la cultura y la inteligencia nacionales”. Pero realmente, entre otras cosas, fue la cláusula de exclusión la que no permitió al rector negociar un sindicato de esa naturaleza (Marván, 2009).35 El rector estaba de acuerdo en que re35 Una buena parte de los universitarios estaba a favor de la solución rápida del conlicto laboral por medio del reconocimiento de las justas demandas de los trabajadores, pero le insistían al rector que las autoridades universitarias no debían “aceptar por ningún motivo demandas sindicales que impliquen coacción o dominio, como son las cláusulas 158 TIEMPOS DE TRANSICIÓN visaría las condiciones de los trabajadores cada dos años con participación de éstos, por lo que resultaba irrelevante la creación de un sindicato; El sTeunam argumentó que como trabajadores tenían el derecho constitucional de sindicalizarse. La huelga estalló el 25 de octubre y duró 83 días (Basurto, 1983: 288). Tres días después, González Casanova presentó una serie de diez puntos a seguir para la solución del problema. Expresaba en ellos su preocupación por conciliar los principios de autonomía y sindicalismo, lo cual sería tratado por una comisión del Consejo Universitario que habría de sostener pláticas con los trabajadores y revisar las peticiones planteadas para resolverlas conforme a la legislación universitaria. De ahí saldría un estatuto laboral que podría ser elevado a la categoría de contrato colectivo, previa aprobación del Poder Legislativo, que tendría que reformar o adicionar la legislación nacional correspondiente (Basurto, 1983: 288). Sobre la propuesta de González Casanova al sTeunam, hecha por Héctor Fix-Zamudio y Víctor Flores Olea, se puede decir que es inigualable en su respeto a la Constitución, los valores democráticos y la voluntad de resolver el conlicto (García Cantú, 1987: 281-282). En sentido general los puntos consistían en: a) corresponde al Consejo Universitario dictar y aprobar normas que rijan las relaciones de trabajo entre la Universidad y sus servidores; b) conciliar autonomía y sindicalismo; c) estudiar ambas partes el contrato colectivo y las demandas de los trabajadores; d) toda demanda justa y legítima se anexará al documento aprobado; e) el Estatuto laboral que se produzca del diálogo será enviado al Ejecutivo y Legislativo para que en caso de aprobarse se reforme la legislación nacional y entonces será elevado a contrato colectivo; f) dicha Reforma contemplará un capítulo que garantice la autonomía universitaria; g) el sTeunam tendrá la titularidad del contrato colectivo si este sindicato demuestra medios democráticos de participación; h) la cláusula de exclusión será revisada por ambas partes; i) la cláusula de admisión será revisada en los puestos de alta especialidad; j) que los trabajadores reanuden sus labores a la brevedad (Basurto, 1997: 281-282). de exclusión, inclusión y exclusividad, porque consideramos que son incompatibles con los niveles éticos a que se debe sujetar la comunidad universitaria”. Véase: “Carta abierta al rector de la unam” (Excélsior, 14 de noviembre de 1972, p. 10-A). 159 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL Los líderes del sTeunam no aceptaron la propuesta de los diez puntos argumentando que no se contestaba a su pliego petitorio y continuó la huelga. El rector presentó su renuncia y le fue rechazada.36 Volvió a las negociaciones con ánimo de resolver el conlicto.37 Las prestaciones para los trabajadores estarían escritas en un convenio colectivo; el sindicato rechazó el término “convenio”; para ellos debía de llamarse contrato colectivo. Pablo González Casanova renunció deinitivamente. Sorpresivamente, con su salida las negociaciones comenzaron a prosperar (Basurto, 1997: 62-63-64). Hubo demasiada confusión en el conlicto. Había bastantes fuegos y todos se dirigían a la rectoría. El que causa más extrañeza es el que se disparó desde la izquierda. Quizá desde esta posición se pensó que González Casanova, al ser un hombre de izquierda y progresista, sería dócil a sus demandas, principalmente las del Partido Comunista Mexicano. Pero la verdad es que nunca un rector tuvo tanta sensibilidad y conocimiento sobre la situación de los trabajadores (García Cantú, 1988: 74-75). Existen bastantes registros sobre la actitud conciliadora de González Casanova. Por ejemplo, Gastón García Cantú y Víctor Flores Olea estuvieron en Los Pinos para hablar del problema de los porros y maias en Ciudad Universitaria. Ahí estaban el presidente Echeverría, Mario Moya Palencia y Poririo Muñoz Ledo. El Ejecutivo se negó a desalojar a los delincuentes del ediicio de rectoría si González Casanova no lo solicitaba expresamente como rector.38 Éste jamás pediría tal cosa en el con36 “El Rector Pablo González Casanova presentó su renuncia” (Excélsior, 17 de noviembre de 1972, p. 6A); “La Junta pide al Rector que no renuncie; él promete meditar” (Excélsior, 22 de noviembre de 1972, pp. 1 y 16A). 37 Ante la insistencia de maestros, investigadores, alumnos y comunidad universitaria de que no renuncie, González Casanova solicita condiciones básicas para quedarse. En primera instancia que se deienda la autonomía de la Universidad, que la comunidad universitaria se interese por el conlicto y evite la retórica revolucionaria que sólo ayuda a la derecha. Véase: “El gobierno debe preservar a la unam de agresiones: el Rector” (Excélsior, 23 de noviembre de 1972, pp. 1 y 14A). Sin embargo, a pesar de que aumentó el sueldo de los trabajadores, promovió el diálogo entre universitarios, evitó que la violencia se ampliara en Ciudad Universitaria y defendió a la Universidad de los ataques de la derecha, no encontró respuesta a sus condiciones mínimas. Al no cumplirse las condiciones mínimas, González Casanova solicitó deinitivamente su renuncia. “Pide el Rector a la Junta de Gobierno que haga efectiva su renuncia” (Excélsior, 7 de diciembre de 1972, pp. 1 y 15A). 38 “Nada por encima de la autonomía; ningún arresto en la unam. Sólo si el rector lo pide: Luis Echeverría” (Excélsior, 15 de agosto de 1972, pp. 1 y 10A). 160 TIEMPOS DE TRANSICIÓN texto de ese momento, después de los sucesos de 1968. Un ejemplo narrativo de lo que aquí se ha venido diciendo son las palabras de Jaime Tamayo: Echeverría invitó a don Pablo a su gobierno, don Pablo me lo conirmó, que le ofreció una vez la Secretaria de Educación y dos veces la Secretaria de Relaciones Exteriores. Nunca aceptó un cargo en el gobierno. Nunca. Le renunció a Echeverría su cargo de rector de la unam porque éste lo presionó para entrar a la unam. Echeverría quería recuperar el apoyo de los estudiantes, estaba en un modelo que quería acercarse mucho a Cárdenas y Salvador Allende en otra medida. Por eso Echeverría vino a la Universidad de Guadalajara pero no pudo ir a la unam con Salvador Allende, porque don Pablo se negó y fue éste el que contactó a Salvador Allende con Echeverría; don Pablo tenía amistad con Allende, los presenta y luego Echeverría lo presiona, pero le dice: “no Luis, no vas a entrar a la unam, va a ser un desastre, la universidad no puede permitir que entre un presidente todavía”. Echeverría retoma la unam con gánsteres de izquierda, para obligarlo a que pidiera que entrara la fuerza pública. Entonces él preiere renunciar antes que pedir la fuerza pública. Don Pablo me platicaba que Echeverría le decía: “platica con Horacio de la Peña a ver cómo se resuelve eso”; Horacio de la Peña que era el “izquierdoso” del gobierno de Echeverría, a su vez musitaba: “hay que ver, que entre la policía rápidamente y los atrape”. Don Pablo contestaba: “está muy fácil Horacio, los puedes agarrar cualquier día desayunando en el Vip’s de Universidad, ahí están diario a las ocho de la mañana ¿Por qué no los atrapan ahí, por qué quieren entrar a la unam? Entonces don Pablo le dice: yo no acepto que entre la policía, no voy a justiicar esto”.39 Por su parte García Cantú no entiende cómo el Partido Comunista Mexicano y la izquierda no comprendieron el proyecto del rector. Tiene la impresión de que éstos apoyaban al régimen de Echeverría.40 Por ejemplo 39 Entrevistado el 10 de enero del 2010, en el Departamento de Estudios sobre Movimientos Sociales (Desmos) de la Universidad de Guadalajara, Guadalajara, Jalisco (Tamayo, 2010). Echeverría no aceptaba que Castro Bustos y Falcón estuvieran fuera de la unam. Jaime Tamayo cuenta: “El propio Horacio Flores de la Peña le dijo a Echeverría: ‘no señor presidente yo he venido a Vip’s y los he visto desayunando y Echeverría le contestó: no Horacio te equivocas, todos los barbones son iguales’” (Tamayo, 2011). 40 El texto de García Cantú Universidad y antiuniversidad 1971­1972 es una de las defensas al rectorado de Pablo González Casanova, a pesar de que el primero fue separado de la Dirección Cultural y remplazado por Leopoldo Zea en tiempos del rectorado del segundo. García Cantú tiene una anécdota melancólica al respecto: “Pablo, a ines de 1969, surgió como el sucesor de Javier Barros Sierra. Era el candidato natural de los 161 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL el líder del sTunam, Evaristo Pérez Arreola, felicitaba al presidente por su actuación contra los estudiantes o la izquierda que se refugiaba en la unam y no en las fábricas o en el campo (García Cantú, 1988: 79-80). Fue más la izquierda la que impugnó a Pablo González Casanova que el presidente. Eso fue realmente extraño y contradictorio. La izquierda fue la que dio la puntilla a Pablo González Casanova. Pablo estaba dispuesto a negociar a partir de un razonamiento inobjetable: el sindicato universitario tiene que ser plural para que nunca se aplique la cláusula de exclusión, porque ésta favorece la persecución ideológica y cierto apego a los dirigentes sindicales por decisiones muchas veces ilícitas o inconvenientes […] la posición del pcm se conoció después. En lo personal puedo airmar que en uno de los días más conlictivos conversé con Arnoldo Martínez Verdugo, Secretario general del pcm y, a preguntas mías, me respondió: “nosotros esperábamos más de Pablo González Casanova”. Le contesté: —Pero ustedes no tienen ninguna objeción a su comportamiento como Rector, porque ustedes no son universitarios. —Como Rector no, pero sí en los ines y en los compromisos. —Pablo nunca ha sido miembro del pc. —No, pero es un hombre de izquierda (García Cantú, 1988: 85). Tal vez los comunistas pensaron que el rector cedería a todas las peticiones y demandas del ámbito laboral que los trabajadores universitarios universitarios. Fui a verlo a su cubículo en la entonces Torre de Humanidades, para decirle que, para mí, él era quien debía suceder a Barros Sierra y que así se lo había dicho yo a éste. Coniar a alguien que se es partidario suyo, en el tiempo previo a su nombramiento, es un riesgo moral. Se piensa que el partidario aspira a un cargo o bien a continuar en el que labora. No era el fondo de mis palabras sino el deseo de que la Universidad siguiera el camino de que sus rectores fueran designados por la opinión voluntaria de la comunidad. No sé si Pablo entendió mi causa; lo cierto es que al designarlo la Junta de Gobierno nos reunimos algunos amigos a celebrarlo: López Cámara, Flores Olea, Guerra […] ocho días después, ya en funciones de Rector, la amistad desapareció entre el silencio y los actos inexplicables. Llegué una mañana, a las nueve y media, con los primeros ejemplares de la Revista de la Universidad y, de manos a boca, di con un grupo que salía de la Dirección de Difusión Cultural: Enrique Velasco Ibarra, secretario auxiliar, Joaquín Sánchez McGregor, Leopoldo Zea y no recuerdo qué otro miembro del ‘gabinete’. Pasé, y presintiendo algo adverso, rechacé ocupar el sillón frente a mi escritorio. Habló Enrique: ‘Mi querido Gastón, te presento al nuevo director, nombrado por el señor Rector; nuestro amigo Leopoldo Zea’ […]” (García Cantú, 1988: 88) Nunca se le explicó el por qué de tal modo fue desalojado de su puesto de trabajo. “¿Qué hicimos a los ojos del nuevo rector? ¿qué fue de la amistad sostenida durante años?” Se pregunta García Cantú. 162 TIEMPOS DE TRANSICIÓN solicitaban. Pero como bien lo expresó García Cantú, los universitarios, el gobierno, las élites, el partido comunista, todos preirieron la barbarie, el vicio, la antiuniversidad, a la propuesta de González Casanova, al anhelo de llevar adelante una idea democrática, libre y socialista. Fue contrastante, extraño y paradójico que con la llegada de Guillermo Soberón a la rectoría, en sustitución de González Casanova, los dirigentes sindicales aceptaron no llamar a la Universidad “patrón”, como insistían en hacerlo, sino “institución de cultura” o “universidad”; también se declararon dispuestos a “perfeccionar sus estatutos para garantizar un funcionamiento democrático” y admitieron que al documento inal se le llamase precisamente “convenio”. Las autoridades, por su parte, reconocieron al sTeunam como organismo que representaba a los trabajadores (Basurto, 1983: 291). Otra extrañeza: la cláusula de exclusión había sido eliminada. El estilo de gobernar de Luis Echeverría es básico para entender este punto. La ruptura con González Casanova viene por este hecho. Intentaba por medio del rector acercarse a la máxima casa de estudios y aparecer como conciliador. Quería ser recibido en la Universidad. González Casanova no ve condiciones para esta oferta. Jaime Tamayo tiene su lectura de las cosas: “la interpretación de don Pablo es que se provoca desde el propio gobierno de Echeverría la toma de rectoría, precisamente para crear las condiciones para que el rector se viera obligado a solicitar la intervención del Estado, de las fuerzas policiacas para desalojar a los ocupantes, don Pablo nunca acepta esto”. El asunto era muy claro, si se pedía la entrada de la policía por parte del rector, luego sería más fácil que el presidente ingresara a la unam. los años críTicos y el vuelco hacia américa laTina La salida de rectoría fue un duro golpe para Pablo González Casanova. Aunque hay quienes consideran que éste, en vez de desanimarse por quedar fuera de la política académica, se dedicó a profundizar su agenda de investigación y su visión de México (Meyer, 2010), lo cierto es que ese acontecimiento sí le produjo cierta depresión (Reyna, 2010). El conlicto que vivió en la rectoría de la unam lo marca. Por un periodo de cuatro años dejó de ser el intelectual productor de conferencias, libros, investigaciones y artículos en extenso. Eran los años críticos de González Casanova. En los registros de su producción intelectual, de 1972 a 1976 se puede 163 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL rastrear muy poco material. Apenas aparece como miembro del grupo de asesores del Fondo de Cultura Económica, de su colección de “Clásicos” en el área de sociología, historia social y ciencia política en América Latina, en noviembre de 1973; algunos trabajos poco trascendentes sobre la vía chilena al socialismo, representados quizá en una conferencia dictada en el “Latin American Center”, de la Universidad de Oxford, en mayo de 1974 titulada “La voie paciique vers le socialisme et l’experience chilienne”; una ponencia presentada en Toronto, Canadá, en el mes de agosto de 1974 con el título de “El neofascismo y las ciencias sociales” en el marco del VIII Congreso Mundial de Sociología y, en el mismo año, otra ponencia en México a propósito del Primer Encuentro de Historiadores Latinoamericanos: “Experiencias teórico-metodológicas en la elaboración de cronologías políticas para el estudio de América Latina”. En 1976 escribe “El futuro inmediato de la sociedad y el Estado”, artículo que luego aparecerá en su importante libro El Estado y los partidos políticos en México. Para 1977, Pablo González Casanova está de regreso en lo que a producción intelectual se reiere. Es en este año cuando comienza un proyecto bastante ambicioso sobre la historia de América Latina. Sobre este punto volveremos más tarde. Lo que se puede agregar a esta interpretación del estado de ánimo del ex rector de la unam es que, en 1976 un artículo publicado en Cuadernos Políticos, irmado por Cuauhtémoc Ochoa, lo sacó de su periodo de “hibernación”. El artículo hacía un análisis de la reforma educativa en la unam de los años 1970 a 1974. Aludía al periodo en que González Casanova estuvo en la unam como rector. Desde su inicio, el texto de Ochoa cuestionaba el papel de éste en la rectoría: Durante el periodo en que Pablo González Casanova ocupó la rectoría, la política educativa se deinió a partir de dos grandes coordenadas. En primer lugar, por la necesidad de responder a los lineamientos generales de la política reformista del régimen, y en particular a la política educativa del mismo, delineada en sustancia por lo que hemos denominado el modelo sep/Anuies.41 Y 41 Cuauhtémoc Ochoa hace alusión al programa que la Secretaria de Educación Pública (sep) dio a conocer en 1971 en torno a un ordenamiento sistemático de la reforma educativa de aquellos años. Al respecto el autor dice en un artículo: “Por lo que respecta a las tesis más importantes que contiene el documento [de lo que él llama modelo sep/anuies] destacan: a) la necesidad de planiicar la reforma; b) incrementar el rendi- 164 TIEMPOS DE TRANSICIÓN en segundo lugar, se vio determinada por el propósito de responder a un conjunto de demandas especíicas enarboladas por el movimiento estudiantil y posteriormente por los trabajadores. El autor, aunque reconoce que el elemento central de la reforma universitaria fue la creación del cch, ésta no estaba libre de contradicciones. Además, a la perspectiva progresista de la reforma que impulsó González Casanova, al mismo tiempo la tacha de impositiva, tecnocrática y utópica: De manera simultánea, la inluencia de la reforma tecnocrática se hace sentir a través de un conjunto de medidas innegablemente impositivas, dentro de las cuales destacan: la reducción de la licenciatura a cuatro años y la creación de carreras cortas subprofesionales en diferentes escuelas y facultades. Surgen diversas formas de colaboración de algunas escuelas y facultades con el Estado. En este aspecto, un caso particularmente relevante es el de la Facultad de Derecho, en donde se inició una reforma mediante la cual se pretendía que los estudiantes tomaran clases en los juzgados y en diversas dependencias gubernamentales, a la vez que se facilitaba la entrada a la facultad a funcionarios gubernamentales e incluso a jefes de corporaciones policiacas (Ochoa, 1976a: 69-70). Ochoa destaca la vinculación que se desea tener entre las escuelas y facultades con la industria y deja entrever una especie de crítica a esta relación, por ser ventajosa para las empresas multinacionales. Además, contrario al espíritu democrático que expresó González Casanova en sus discursos como rector y que arriba ya se han mencionado, el autor arremetió: En un documento hasta ahora inédito, Madrazo Garamendi, en ese entonces secretario general de la Universidad, dio a conocer ante el Consejo Universitario el proyecto para la Universidad Abierta. Una vez más, una medida de miento escolar del ciclo primario; c) implantar actividades tecnológicas en todas las secundarias y en los ciclos superiores de la enseñanza media; d) acreditar a los egresados de enseñanza media como auxiliares técnicos y técnicos profesionales, e) organizar y coordinar las actividades del Consejo Nacional de los Recursos Humanos para relacionar la escuela con al industria, lo cual dará totalmente al Programa Escuela-Industria. A pesar de que dentro del programa no se encuentra referencia alguna en torno al problema de la forma universitaria, se plantea —como puede observarse— la necesidad de coordinar los diversos niveles y formas del sistema educativo nacional [...] Por lo que respecta a la enseñanza media superior se propone que tenga una duración de tres años y con un carácter esencialmente formativo, en el que se tratarán de conjugar el estudio de las ciencias con las humanidades a la vez que se facilitará la salida terminal capacitando al estudiante para la incorporación al trabajo productivo” (Ochoa, 1976: 63-64). 165 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL política educativa era impuesta al margen de toda discusión democrática, de toda participación por parte de los amplios sectores directamente afectados. El Sistema de Universidad Abierta surgió como una “solución” de transacción entre el creciente aumento de la demanda educativa a nivel superior y la “encrucijada inanciera” por la que atraviesa el Estado, con el propósito de proporcionar “educación universitaria” a los que previamente han sido excluidos del sistema (Ochoa, 1976a: 70). De los presupuestos o intereses políticos de la reforma Ochoa señalaba, parafraseando a Florestán Fernández, que era una característica de las clases dominantes, “por muy conservadoras que éstas sean, de su estilo de acción, aceptar las innovaciones inevitables ya sea minimizando sus proposiciones o bien neutralizando su impetuosidad”. En tal perspectiva, la política de Pablo González Casanova se manifestaba favorable a “aumentar el número de organizaciones democráticas de profesores y estudiantes, así como a reconocer a los Comités de Lucha, bajo la condición de su democratización” (Ochoa, 1976a: 71). Para el autor estaba muy claro que ante los problemas que enfrentaba el gobierno universitario, Pablo González Casanova insistiera en que los estudiantes y maestros participaran en los asuntos de éste, pues, de no ser así, los consejos universitarios, aislados y con poca representatividad, serían presa fácil de gobiernos autoritarios. De esta posición del ex rector, airmaba que, “identiicándose con el punto de vista de numerosos intelectuales independientes —posteriormente incorporados críticamente al régimen— se movía dentro del esquema político-ideológico según el cual no existían sino dos alternativas políticas a nivel nacional: o democracia o fascismo” (Ochoa, 1976a: 71). Cuauhtémoc Ochoa le reprocha a González Casanova esta supuesta posición política basada en la idea de la existencia de una comunidad universitaria al margen y por encima de la lucha de clases, pero que en el fondo provenía del apoyo al reformismo implementado desde el ámbito gubernamental. “En cuanto a la Universidad —para Ochoa—, el esquema resultaba igualmente simplista, presentando en el fondo un carácter profundamente erróneo y conservador, al colocar en el mismo nivel y contexto a sectores radicalizados del movimiento estudiantil y grupos empresariales con tendencias golpistas” (Ochoa, 1976a: 71). El autor de este polémico artículo, que despertó a González Casanova de su retiro parcial, estaba consciente de la complejidad del contexto que 166 TIEMPOS DE TRANSICIÓN se vivía en ese entonces. A su manera de ver, diversos grupos estaban directamente vinculados para llevar a cabo esta reforma, que para Ochoa era evidentemente tecnocrática.42 La administración de González Casanova surgió en un contexto político de una extraordinaria complejidad, cuyos componentes esenciales, dichos en forma sumaria, son los siguientes: 1) dentro del bloque dominante a nivel nacional opera un proceso de recomposición de fuerzas; 2) comienza a generarse una serie de contradicciones entre el bloque dominante y su fracción hegemónica, decidida a instaurar una política reformista, y los diversos sectores empresariales (particularmente el grupo Monterrey); 3) en el nivel especíico de la política educativa, como ya vimos, se presentan puntos de vista divergentes; 4) el movimiento estudiantil realiza esfuerzos importantes por reorganizarse, dentro de la unam y a nivel nacional, buscando alternativas ante la reforma tecnocrática; 5) los trabajadores inician su proceso de organización sindical, aunque por el momento carecen de una presencia política signiicativa (Ochoa, 1976a: 72). Para este crítico universitario, la caída del rectorado de González Casanova se debío en parte a que éste nunca tuvo el apoyo de una base social amplia para llevar a cabo su proyecto de universidad. Además, como dentro de la Universidad eran visibles tendencias representativas de sectores importantes de las clases dominantes,43 éstas intentaron coincidir 42 Algunas palabras textuales del autor al respecto: “Al mismo tiempo, y dentro del cuadro global, cabe anotar la existencia de sectores minoritarios y aislados en lo que a la presencia de provocadores y policías era evidente. A estos grupos, en algunos casos verdaderamente bandas irregulares, que indudablemente contaban con el apoyo externo de funcionarios gubernamentales e incluso en determinadas circunstancias del mismo Ejecutivo, se les podría considerar como el brazo armado de la reforma educativa tecnocrática” (Ochoa, 1976a: 71). 43 Al respecto decía: “Es posible localizar, en segundo término, una tendencia decididamente tecnocrática, en apariencia apolítica y regida sobre todo por la idea de ‘eicacia’. Esta posición estaba representada dentro de la rectoría por Manuel Madrazo Garamendi, quien había sido director de la Facultad de Química y ocupaba entonces la Secretaría General de la Universidad. Los apoyos de esta tendencia se localizaban sobre todo en la llamada “ala técnica” y, en el exterior, en empresas monopolistas vinculadas sobre todo con la industria químico-farmacéutica. Una tercera corriente tenía su centro de operaciones en el Departamento de Información y Relaciones Públicas, bajo la dirección de Gustavo Carbajal (hijo de Ángel Carbajal, antiguo ministro alemanista), quien actualmente funge como secretario privado de José López Portillo. La Secretaria General Auxiliar estaba a cargo de Enrique Vélazco Ibarra, quien había ocupado el cargo de director del Departamento de Planeación de la Secretaría de la Presidencia. En la Secre- 167 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL con el modelo educativo del gobierno e introducir sus intereses políticos y económicos en la unam. Según esta interpretación, desde rectoría se imponía una posición que simpatizaba con el asunto de las reformas y era apoyada desde la presidencia de la República. La idea de Ochoa es que entre estas tendencias hubo confrontación, sobre todo en torno al cch. Deja entrever que había sectores autoritarios dentro de rectoría que no permitieron, a nivel de ejecución, que el proyecto de González Casanova44 tuviera el rasgo ideológico que éste le había asignado. La tendencia tecnocrática de Alfonso Bernal Sahagún, coordinador del proyecto en ese momento, era controlar y desmantelar las organizaciones estudiantiles y magisteriales que se gestaban para contrarrestar la política de Estado en la unam (Ochoa, 1976a: 72-73). Sobre la manera de hacer frente a los conlictos que tuvo González Casanova en rectoría, Ochoa está seguro de que aquél mostró una “notable incapacidad para resolverlos y sortearlos con éxito”. Interpreta que de haber tenido una posición más deinida en la confrontación con el sindicalismo universitario, habría tenido al mismo tiempo una base política en que apoyarse en el conlicto (Ochoa, 1976a: 73). Para el universitario, el rectorado de González Casanova: se mostró incapaz de instrumentar la “reforma educativa”. Su actitud conciliadora y titubeante frente a las diversas fuerzas sociales en el ámbito universitario y, como hemos visto, frente a los más importantes conflictos; su carencia de una base social amplia en la cual apoyarse; la ilusión de que podía contar en forma permanente con el apoyo del Ejecutivo, más la emergencia del sindicalismo universitario, determinaron la caída de Pablo González Casanova a ines de 1972 (Ochoa, 1976a: 74). La interpretación de Ochoa sobre la llegada a rectoría del autor de La democracia en México es semejante a la de Sergio Zermeño. Para ambos el taría de Servicios Sociales despachaba el actual secretario de la Reforma Agraria, Félix Barra García. Lo menos que se puede reconocer es que la Universidad es un importante y eicaz trampolín político” (Ochoa, 1976a: 72). 44 No obstante, Ochoa airma que el cch en ese contexto “se enfrentaba a una situación de apresuramiento y extrema improvisación […] parecía hacerse abstracción de la composición de clase del estudiantado; para la mayoría de los estudiantes el ingreso a la Universidad era contemplado como un mecanismo de ascenso social y económico y, consecuentemente, aspiraban a ingresar a los niveles superiores y no convertirse en ‘técnicos de nivel medio’” (Ochoa, 1976a: 73). 168 TIEMPOS DE TRANSICIÓN ascenso de Pablo González Casanova a la rectoría respondía a la necesidad de las clases dominantes de recuperar la unam para sus intereses. Era obvio que la política diazordacista no era el camino. Se requería entonces un mediador que impulsara reformas que parecieran progresistas. Pablo González Casanova era el personaje idóneo. En el momento en que para las clases dominantes y el gobierno González Casanova se convirtió en un obstáculo para la realización del proyecto modernizante-tecnocrático, la opción de eliminarlo fue puesta en marcha de inmediato (Ochoa, 1976a: 74). Desde esta perspectiva era obvio que el conlicto estaba calculado por el gobierno, a saber, poner a prueba el prestigio del Ejecutivo en la unam anulando el movimiento estudiantil a favor de Echeverría y su política. Si todo salía bien, pronto el Estado estaría dentro de la unam. Sobre el movimiento sindical, a Cuauhtémoc Ochoa le pareció fuera de lugar que las exhortaciones de González Casanova al movimiento tuvieran como base la defensa de la autonomía universitaria y la Universidad misma, en detrimento de la fuerza trabajadora: Esta exhortación, además de evidenciar una incomprensión del conlicto, objetivamente tendía a crear la escisión en las ilas de los trabajadores, lo que en cierta medida se consiguió. Así por ejemplo, en la Facultad de Ciencias Políticas, uno de los centros más importantes para la política de la rectoría, las autoridades ejercieron fuerte presión ante los trabajadores para que desistieran del movimiento huelguístico. Igualmente, en el momento de la renuncia de Pablo González Casanova presentada ante la Junta de Gobierno, el rector planteaba como condición esencial para desistir de la misma, el que los trabajadores volvieran a sus labores (Ochoa, 1976a: 75). La respuesta de Pablo González Casanova a este artículo no se hizo esperar. El 29 de octubre de 1976, desde Ciudad Universitaria envió una carta al consejo editorial de Cuadernos Políticos, en la que respondió a algunos puntos del artículo de Cuauhtémoc Ochoa. La carta comenzaba así: Querida Neus: He visto con indignación y sorpresa que han publicado en esa revista de que eres editora un artículo que sostiene el mismo tipo de argumentos calumniosos que manejaron en mi contra, exactamente hace cuatro años, Castro Bustos y Falcón. Toda mi trayectoria progresista, antes, durante y después de mi gestión en la rectoría ha sido deliberadamente ignorada en el artículo que 169 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL ustedes publican. Al enviarte esta carta, rogándote la des a conocer en tu revista, no sólo me mueve el deseo legítimo de defenderme frente a la calumnia y la infamia de que se busca hacerme objeto, sino señalar la enorme responsabilidad que personas como ustedes adquieren al alentar una detracción basada en hechos falsos e interpretaciones de mala fe, que obviamente perjudican la unión de las fuerzas progresistas y revolucionarias de México (González Casanova, 1976: 94). Inmediatamente González Casanova hizo referencia a su trayectoria intelectual. Destacó su crítica sistemática al capitalismo, su honestidad intelectual y su cada vez más irme convicción por el socialismo. Se quejó de que el artículo de Cuauhtémoc Ochoa carecía de análisis riguroso y honestidad.45 Sobre la intención del autor interpretó que era: ejemplo claro de la forma en que la ideología revolucionaria de base marxista se usa en formas coyunturales, con conceptos esquemáticos y estigmas funcionalistas, a modo de distraer, engañar y confundir a las fuerzas progresistas y revolucionarias que buscan deinir una línea de acción para las luchas inmediatas y futuras. El artículo es un claro ejemplo de agresividad confusionista, publicado en circunstancias que no son casuales, y cuando todo indica que las fuerzas más reaccionarias de las clases dominantes se hallan deseosas de aplicar la política del Fondo Monetario Internacional, con que pronto van a atacar a las universidades, restándoles fuerzas, posibilidades y recursos. Para ello les vienen muy bien las críticas que dividan, distancien y enfrenten a las fuerzas que potencialmente puedan defender a la Universidad (González Casanova, 1976: 94). Contra los argumentos de Ochoa planteaba que el proyecto de los cch nada tenía de tecnocrático, “ni en sus planes de estudio, ni en sus métodos de enseñanza, ni en la composición de sus profesores” (González Casanova, 1976: 95). Reprochaba que su crítico falsiicara las citas de sus 45 De Ochoa, González Casanova se expresa de esta manera: “Desgraciadamente para el autor del artículo y su futuro, los ataques de que me hace objeto constituyen una ominosa carta de presentación […] el señor Ochoa ha dedicado mucho tiempo y malicia a elaborar una escrupulosa calumnia que combina con algunos problemas reales para avalar sus engaños. Es una vieja técnica retórica […] baste señalar algunos textos que revelan las limitaciones intelectuales y morales del autor y su obra. Porque también tiene limitaciones intelectuales (es justo reconocerlo)” (González Casanova, 1976: 95). Era evidente que Pablo González Casanova estaba muy irritado. 170 TIEMPOS DE TRANSICIÓN discursos y se atuviera a ideas simplistas de la lucha de clases: que la burguesía siempre se impone y domina en todos los espacios; que la relación universidad-empresa y conocimiento técnico y humanístico sea de corte tecnocrático.46 Postulaba que: El proyecto del cch correspondió a una ilosofía que lucha por acercar el trabajo manual e intelectual, el cientíico, el histórico y el político. Eso es clarísimo. El proyecto de la “Universidad Abierta” (de 1972) fue un proyecto complementario, que pugnó por introducir a la Universidad y a los estudiantes en el sistema de producción, y por ligarlos a los obreros en sitios de estudio que sirvieran a ambos. A diferencia de otros sistemas de Universidad Abierta —en que sólo se usa la enseñanza por correspondencia o por televisión— el sistema de Universidad Abierta de la unam, que aprobó el Consejo Universitario, se basa en la idea de crear núcleos de enseñanza universitaria en los recintos universitarios y también en los centros de producción. Esa idea encuentra antecedentes en todos los proyectos de reforma universitaria que buscan acercar a estudiantes y trabajadores, y facilitar el acceso de los trabajadores a la educación universitaria (González Casanova, 1976: 96). Confrontaba a Ochoa en el sentido de que la Universidad Abierta estuvo teóricamente inluida por el pensamiento de José Carlos Mariátegui y no por tecnócratas; pero que además, antes de que se presentara el proyecto, se realizó un estudio económico en la zona centro del país, especíicamente en el Distrito Federal, Puebla, el Estado de México, Hidalgo y Morelos, donde descubrieron que “aproximadamente 30 por ciento de los trabajadores manuales desean y pueden seguir estudios universitarios, si se les dan las facilidades necesarias para realizarlos en sus propios centros de trabajo. Habilitar profesores en los centros productivos, utilizar el personal caliicado y los laboratorios que hay en muchos de ellos, y enviarles libros e instrumentos auxiliares de aprendizaje era el objeto del proyecto” (González Casanova, 1976: 96). González Casanova no dejó de insistir en que 46 El autor, discutía, “propone una imagen simplista de la dominación de clase y una lucha simplista en contra de esa dominación: si el capitalismo quiere que la Universidad dependa y se integre a la industria, la mejor forma de luchar contra esa pretensión —según él— es que las fuerzas revolucionarias de la Universidad no sólo se opongan a esa dependencia —lo cual es correcto—, sino que también se opongan a cualquier acercamiento de las universidades y el sistema de producción, lo cual es falso” (González Casanova, 1976: 96). 171 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL el proyecto de su reforma educativa no cabía en los intereses de las clases dominantes, precisamente porque suponía un enlace de estudiantes y trabajadores, cosa que, tal como estaba la situación política en aquellos años era muy arriesgada para la burguesía y el Estado. Del artículo de Ochoa, González Casanova (1976: 97) negaba que sus colaboradores mantuvieran tendencias contradictorias a su proyecto; que su posición política se simpliicara en “democracia o fascismo”; que su reforma fuera del Estado y por lo tanto conservadora, y que clasiicara de la misma manera a sectores radicalizados de los estudiantes y a los grupos empresariales con tendencias golpistas. Le espetaba olvidos, falsedades e ignorancia al mostrarle que, en su artículo, Ochoa no daba pruebas contundentes de lo que airmaba, además de que desconocía su trayectoria intelectual en lo referente a la crítica al imperialismo, neocolonialismo y capitalismo. En ese momento González Casanova reconocía públicamente la vía socialista como único camino de solución para el país (González Casanova, 1976: 97). Respecto al conlicto sindical y la “carencia de una base social amplia”, que pudiera reforzar el proyecto y autonomía que representaba González Casanova en la unam, le indicó a Ochoa que “precisamente personas de su tipo contribuyeron a difundir una serie de prejuicios y rechazos globales, basados en mentiras como la de que el cch era una reforma tecnocrática y la de que la Universidad Abierta era patronal, armando campañas de rumores y fobias con las que no sólo contribuyeron a privar de bases sociales a los promotores de esos proyectos, sino que hicieron particularmente difícil la acción de los grupos y partidos de izquierda, en su lucha por organizar y democratizar a las masas estudiantiles” (González Casanova, 1976: 98). Sobre los conlictos, el ex rector de la unam habló de lo que ya es de sobra conocido: siempre denunció la impunidad y violencia con que se manejaban los grupos de choque en la unam; el gobierno nunca se hizo cargo de lo que era su responsabilidad: detener a los delincuentes; desde rectoría se llamó a no usar la fuerza represiva dentro de la Universidad. Más que incapacidad y “carencia de una posición deinida” para resolver los problemas como rector, airmó: por el contrario, en la rectoría deiní cada vez más mi posición política e ideológica. Lo que es más, pocas administraciones en la historia de la unam han 172 TIEMPOS DE TRANSICIÓN deinido tanto su posición en favor de las causas populares, democráticas y antimperialistas. Siento que, “quizá”, esa deinición fue parte de la crisis que me llevó a la renuncia en las condiciones concretas que vivía la Universidad y la izquierda organizada. El autor olvida nuevamente muchos hechos. En todo su artículo no se reiere a la defensa que encabecé de los presos políticos del 68, y que no sólo dio motivo a múltiples declaraciones en su favor, desde mi toma de protesta como rector, sino a la presentación de una demanda que formulé al presidente saliente y al entrante, y que fue elaborada por los abogados de la unam en consulta permanente con los abogados de los presos políticos. El autor tampoco se reiere a las varias protestas que formulé como rector, unas con todos los directores y autoridades, como la del 10 de junio, a que hace alusión, y otras como rector, contra el uso de las fuerzas represivas contra estudiantes y universidades. Esas protestas, con otras surgidas de distintas universidades y grupos progresistas, fueron determinantes en la caída de algunos altos funcionarios y gobernadores. Aunque no hayan sido la única causa, constituyeron una fuerte presión contra el uso de la represión por importantes sectores oiciales del gobierno federal y de los estados. Llegaron a constituir una posición tan deinida que fue volviéndose más y más adversa a mi continuidad en la rectoría (González Casanova, 1976: 99). Para Pablo González Casanova su posición en rectoría siempre fue coherente con la defensa de la autonomía universitaria.47 Jamás permitió la entrada de la fuerza pública a la unam. De hecho, dijo, “fue el factor determinante de mi caída: cuando, a pregunta de un reportero, el presidente de la República airmó que sólo intervendría la policía en la Universidad a petición del rector, contesté a los periodistas que fueron a verme con un No, nada titubeante. Mis mayores esfuerzos consistieron, sin embargo, en convencer a numerosos grupos de estudiantes, que querían recuperar la rectoría, para que desistieran de sus propósitos, con lo que se evitó una bien planeada masacre. Y inalmente, y por supuesto, pues era lo mínimo, ni siquiera pensé en usar grupos de choque” (González Casanova, 1976: 100). No son pocos lo que han airmado que todos los esfuerzos del rector para que el gobierno detuviera a los maiosos fuera de la unam fueron infructuosos. El gobierno sabía dónde encontrarlos. Es un hecho que cuando el rector renunció, extrañamente estos invasores desaparecieron. 47 Así lo estimaron Julio Scherer García, Carlos Fuentes, Carlos Monsiváis, Heberto Castillo, Cuauhtémoc Cárdenas, Juan Rulfo, Salvador Elizondo, José Luis Cuevas y otros intelectuales: “500 intelectuales apoyan al rector y el respeto de Luis Echeverría a la autonomía” (Excélsior, 28 de agosto de 1972, pp. 1 y 11A). 173 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL Sobre el conlicto con los trabajadores, González Casanova airmó que, guiado otra vez por la autonomía universitaria, sus propuestas a éstos siempre fueron consensadas con todas las autoridades universitarias. En sus planteamientos cuidó que el gobierno no interviniera en los conlictos sindicales de la Universidad, para mantener la independencia de éstos. Sobre la famosa la cláusula de exclusión sostuvo: luché contra la “cláusula de exclusión”, igura legal y política que en opinión de todos los partidos e ideólogos de la izquierda mexicana —y yo comparto esa opinión— ha servido —como lo dije entonces— para “aherrojar al movimiento obrero mexicano”. Comprendí el deseo de los líderes sindicales de disponer de la “cláusula de exclusión”, como arma que en sistemas sindicales muy poderosos y de sólidas bases democráticas fortalece la fuerza sindical. Pero no podía —como rector de la Universidad— actuar sobre la base de principios generales, sino de la situación política y social, una y otra vez comprobada en la historia de México. No podía, como rector, sentar las bases jurídicas que han comprobado, una y otra vez, en la historia del movimiento obrero en México, su utilidad para la implantación de un sindicalismo autoritario y oicial. Con la “cláusula de exclusión”, que implica cese en el empleo de cualquier trabajador expulsado del sindicato, había el peligro evidente de que yo contribuyera a la creación de un sindicato oicial, aun sin quererlo (González Casanova, 1976: 100-101). También reclamaba al consejo editorial de Cuadernos Políticos la publicación del texto de Cuauhtémoc Ochoa, pues estaba seguro, como lo expresará más tarde en su debate con Roger Bartra, José Saramago y James Petras, que en ese tipo de escritos se escondía una ofensiva contra las fuerzas revolucionarias de cualquier latitud. Cercano a las ideas que escribió en “aritmética contrarrevolucionaria”, Pablo González Casanova sugirió que era una táctica basada en calumnias con el objeto de descaliicar que su acción no fue absolutamente revolucionaria (González Casanova, 1976: 101-102). El ex rector de la unam estaba persuadido de que él ya le había dado vuelta a su clase social, y de que a partir de esa decisión apoyaría todo lo que tuviera que ver con las iniciativas del pueblo trabajador aunque fuera caliicado de reformista. Sentenciaba que quienes no luchaban por la reforma ni por la revolución, y se limitaban a vociferar sólo algo de la revolución, eran sólo entelequias o, en el peor de los casos, obstáculos para “quienes sostenemos que ninguna política puede ser tachada de 174 TIEMPOS DE TRANSICIÓN reformista cuando contribuye a aumentar la fuerza, la conciencia y la autonomía de la clase obrera” (González Casanova, 1976: 102). Pablo González Casanova cierra su carta con las siguientes palabras: Una última cosa que olvidaba: desde el primer día de la huelga ordené a los abogados de la unam que no usaran ninguna instancia legal, y a la Tesorería que pagara regularmente sus sueldos a los trabajadores en huelga. Así pude hacer una aportación a la historia universal de las huelgas, pues en ninguna otra el “patrón” renunció a sus “derechos” ni pagó los sueldos regularmente. Ese es uno de los matices esenciales de la lucha de clases: que de la pequeña burguesía pueden salir quienes se identiiquen más y más con los trabajadores (González Casanova, 1976: 102). Algo parecido escribió Froylán M. López Narváez por aquellos años cuando González Casanova había renunciado a la rectoría: Pablo González Casanova dejó establecida la misión transformadora de la unam. La instauración del Colegio de Ciencias y Humanidades, la promoción de la Universidad Abierta, la defensa de la autonomía, la deinición del sindicalismo democrático, plural y universitario, el rechazo de la violencia como método político son obras iniciadas y continuadas en la casa mayor de cultura que prevalecerán y honrarán imperecederamente al sociólogo de importancia internacional […] su empeño en reconocer a los trabajadores y empleados universitarios como compañeros, y no como marginados o subordinados ajenos a la comunidad, es otra actitud y esfuerzo que tienen mérito y respeto. González Casanova no quiso ser patrón sino colaborador (López Narváez, 1972: 7-A). Como rector, Pablo González Casanova se enfrentó a dos problemas que en su momento fueron para él, y para la realidad nacional, esenciales. El primero tenía que ver con el resolver las luchas políticas en forma pacíica y legal. Su conducta fue coherente hasta el inal: siempre rechazó la violencia en la unam. El segundo problema se relacionaba con el asunto de dar mejor educación a más gente, y “el de pensar que la enseñanza tiene que estar ligada a la investigación y que la difusión de la cultura debe estar ligada a la docencia, a la difusión de métodos de pensar y hacer” (Saldívar Chávez, 1999: 7) como lo relexionaba en aquel entonces cuando ya estudiaba las tendencias interdisciplinarias en ciencias y humanidades. En lo que respecta al debate con Cuauhtémoc Ochoa, como bien lo apuntó Sergio Zermeño, fue sumamente importante en la medida en que 175 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL provocó réplicas poco habituales para el público en general, ya que se develaron aspectos poco conocidos de las altas esferas de la política universitaria. Zermeño también es consciente de que el artículo de Ochoa sirvió más para “despertar” a González Casanova que su contenido, pues el trabajo en sí mismo no lograba grandes virtudes debido a que se concretaba sólo a mostrar algo de por sí obvio, a saber, que una política de reformas siempre será criticable por la base de un contexto social y político donde ésta intenta promoverse (Zermeño, 1977: 3). En este sentido, Pablo González Casanova en esta polémica fue lo bastante honesto como para informarnos de las presiones de los distintos frentes políticos y de las decisiones que tomó a la hora de enfrentar los conlictos que lo llevaron a su renuncia como rector. Con su salida de la rectoría de la unam, parecía que Luis Echeverría al inal había ganado la partida. Si el objetivo del presidente de la República en realidad era desestabilizar el espíritu de la comunidad universitaria que se había formado principalmente gracias al movimiento del 68, con la renuncia del rector surtió mayor efecto su estrategia. Pero deinitivamente el contexto en el que se encontraba González Casanova al frente de la rectoría era demasiado adverso. Había varios fuegos cruzados que lo tocaban irremediablemente: el gobierno de Echeverría, los comités de lucha, los ultraizquierdistas y los dirigentes del Partido Comunista Mexicano, quienes veían en él un instrumento del Estado, y la oligarquía nacional, los enemigos de la educación superior. En in, cada uno valoró a González Casanova como un obstáculo para sus intereses (Zermeño, 1977: 26). Sergio Zermeño comentó que el ex rector también se encontró en una dialéctica para él insuperable, a saber, el in de la “comunidad universitaria” y la descentralización de la misma, proceso del cual fue parte al crear los cch y la Universidad Abierta. Sin embargo, al defender su autonomía como lo hizo, González Casanova se vinculaba a un pasado que estaba próximo a desaparecer: la socialización de la Universidad era un proceso irreversible. Aun con todo el esfuerzo que se le reconoce al ex rector, según Zermeño, la añoranza de una “comunidad universitaria” lo llevó a una contradicción: enfrentarse a quienes, con buena voluntad, se empeñaron en abrir un espacio más amplio de aquel íntimo recinto universitario que se había ido con el tiempo. Pero la interpretación de Zermeño es parcial. El proyecto de González Casanova era llevar la unam a todo el país y precisamente socializarla con 176 TIEMPOS DE TRANSICIÓN la vinculación a la empresa, el campo, los talleres, las fábricas y otras escuelas. El ex rector era consciente, como se ha dicho aquí, del reto que tenía frente a una universidad de masas. La muestra está en que “desenclaustró” la unam con su reforma universitaria. Además, la defensa a la autonomía universitaria, que no era ya la de Gómez Morin, sino la que relexionó Barros Sierra y puso en práctica González Casanova, era perfectamente compatible con la socialización de la que habló Zermeño. En lo que sí podríamos estar de acuerdo, es en que las nuevas generaciones de estudiantes y profesores estaban cambiando. El entusiasmo del 68 ya no era el mismo. No todos se sumaron al llamado del rector de construir una “comunidad universitaria”. Éste pronto se percató de que tal cosa no había cuajado; sus miembros, en la “hora cero”, lo dejaron solo frente al poder y a fuego cruzado. En suma, los años setenta eran otros tiempos. Nuevamente el mundo había cambiado y, junto a él, Pablo González Casanova caminaba por nuevos derroteros. El sociólogo mexicano vivió acontecimientos que lo hicieron virar en sus posiciones: el lombardismo, la Revolución Cubana, el movimiento del 68, el marxismo crítico y su llegada a la rectoría de la unam en 1970. En buena medida, sus cambios estuvieron motivados por las críticas a sus libros, especialmente a La democracia en México, a su posición nacionalista-lombardista y por la misma realidad que acontecía delante de sus ojos. González Casanova asimila estas críticas y se acerca al marxismo. Su crítica al poder ya no la hace sólo desde la denuncia de ausencia de democracia o falta de desarrollo. Ahora accede al núcleo que está en la base del aparato de Marx: la explotación. Su transición teórica se conjuga con su estadio como rector. Una vez frente al poder, da muestra de coherencia y autoridad moral. Pone en operación su herencia paterna y académica sobre la democracia, la autonomía universitaria y la crítica al poder, pero siente que en la acción política, la teoría no es tan sólida y sufre un revés. La retirada provisional de González Casanova de la unam y su tiempo de “hibernación” es interrumpido por una polémica. Su pasión por el socialismo se activa nuevamente; su opción por los pobres se robustece. Frente a él está la América Latina revolucionaria. Los pueblos de Nicaragua y El Salvador se levantan. Piensa con razón que los sujetos revolucionarios no están en la academia o la universidad, sino en el pueblo. Él, siendo un académico y un miembro de la pequeña burguesía, que se identiica “más y más con los trabajadores” va en busca de tales sujetos, quienes verdaderamente han llevado el poder al pueblo. 177 CAPÍTULO III Hacer la historia de América Latina No somos europeos, no somos indios, sino una especie media entre los aborígenes y los españoles. Americanos por nacimiento y europeos por derechos, nos hallamos en el conlicto de disputar a los naturales los títulos de posesión y de mantenernos en el país que nos vio nacer, contra la oposición de los invasores; así nuestro caso es el más extraordinario y complicado. Todavía hay más; nuestra suerte ha sido siempre puramente pasiva, nuestra existencia política ha sido siempre nula y nos hallamos en tanta más diicultad para alcanzar la Libertad, cuanto que estábamos colocados en un grado inferior al de la servidumbre; porque no solamente se nos había robado la Libertad, sino también la tiranía activa y doméstica. Simón Bolívar, Discurso de Angostura (1819) los pueblos laTinoamericanos en su hisToria E n los años posteriores al rectorado, Pablo González Casanova fue profesor visitante de la Universidad de Oxford en el primer semestre de 1974 y director de investigación visitante de la Escuela Nacional de Ciencias Políticas de París, en el segundo semestre de 1974. También fungió como profesor de la División de Estudios Superiores de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la unam de 1975 a 1985 y de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), durante 1976. Con el tiempo fue reincorporándose a la academia mexicana. Pronto se enroló en varios de los proyectos más fundamentales para pensar la identidad latinoamericana: hacer la historia del pueblo de América Latina. Lo hizo como director algunas veces y coordinador otras. Quería motivar a historiadores, intelectuales y cientíicos sociales a narrar la historia contemporánea del continente. El tema central que le inquietaba era el que se ocupaba de la dominación de América Latina por el imperialismo y las luchas de liberación de los pueblos. Lo pensaba como un eje que uniica la historia de todos nuestros países desde inales del siglo xix hasta la década 1970. 179 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL González Casanova aseguraba que el colonialismo interno al que había dado tanto crédito para explicar la situación en México en La demo­ cracia en México y Sociología de la explotación, se reproducía en gran parte de Latinoamérica y en especial le preocupaba que se hiciera realidad en el ámbito cultural o académico.1 En gran parte de los trabajos sobre América Latina, los historiadores seguían la ilosofía de la historia europea y de esta manera hacían de los sujetos vivos, los indígenas por ejemplo, cosa del pasado. En el tiempo que González Casanova teorizó sobre el colonialismo interno, la gran mayoría de los intelectuales que ahora insisten en la descolonización del saber para pensar nuestra historia, estaban inluidos por la historiografía de corte positivista, ya fuera de la línea marxista o liberal.2 Aunque el ex rector de la unam, siguiendo su veta de historiador iniciada en los años previos a su doctorado en París, enfatizó la necesidad de hacer la historia de América Latina no sólo desde los oprimidos, sino con categorías propias y creó una buena cantidad de seminarios y libros para hacer realidad lo anterior, su propuesta no siempre fue reconocida.3 1 Un ejemplo de esto nos lo ofrece Silvia Rivera Cusicanqui (2010: 63): “El gatopardismo de las élites políticas y económicas en América se reproduce en pequeño en el escenario de las ciencias sociales de la región andina. Se trata de una típica estructura de ‘colonialismo interno’, tal como la deiniera Pablo González Casanova en 1969. La estructura arborescente del colonialismo interno se articula con los centros de poder del hemisferio norte, llámense universidades, fundaciones u organismos internacionales”. 2 Al respecto dice Rivera Cusicanqui (2010: 66): “El trabajo de Pablo González Casanova, casi nunca citado, sobre ‘el colonialismo interno’ se publicó en 1969 cuando Walter Mignolo y Aníbal Quijano estaban todavía militando en el marxismo positivista y en la visión lineal de la historia”. 3 Sivia Rivera Cusicanqui (2010: 66-67) narra una anécdota: “Escribí hace un tiempo una crítica política de la izquierda boliviana para un seminario que organizó una fundación académica en México. El artículo, titulado ‘Acerca de los problemas de las llamadas izquierdas’ intentaba criticar el modo en que las élites de la izquierda marxista en Bolivia, por su visión ilustrada y positivista, habían obviado la arena de la identidad india y los problemas de la descolonización, aplicando un análisis reduccionista y formulístico que les permitía reproducir cómodamente la dominación cultural que ejercían por su origen de clase y por su dominio de la lengua legítima y el pensamiento occidental. Era obvio que, para hacerlo, usaban discursos encubridores, y se autoproclamaban voceros e intérpretes de las demandas de los pueblos indígenas. Mi artículo usaba profusamente la noción de ‘colonialismo interno’ para analizar este complejo de superioridad de los intelectuales de clase media respecto de sus pares indígenas y todas las derivaciones políticas de este hecho. Lo cierto es que los editores de la revista en inglés 180 HACER LA HISTORIA DE AMÉRICA LATINA El asunto es que González Casanova quería pensar más allá de México y desde los sujetos que hacen la historia. No ignoraba que al igual que Hegel durante mucho tiempo se pensó que América Latina contenía pueblos sin historia. Producto del colonialismo epistemológico y el racismo metropolitano, se negó hasta ya muy entrado el siglo xx la historia americana de los pueblos indígenas y sus luchas, la construcción de las naciones mediante los movimientos de Independencia y las grandes tendencias revolucionarias del pueblo trabajador. Era muy común que la historiografía presentara el pasado histórico de los pueblos de América Latina como “subculturas o imperios que explotaban y sojuzgaban a sus iguales. Pueblos guerreros y despóticos. Con este mito, la sociedad blanca mestiza ladina colonial y los Estados-nación del siglo xix realizan su proyecto de dominación y explotación” (Roitman, 2008: 15). En el mejor de los casos, la crítica de los historiadores hacia esta percepción se reducía a discusiones ontológicas o lexicográicas alrededor de lo que es el continente americano. Un ejemplo de ello era el trabajo de Edmundo O’Gorman sobre la estructura histórica del antes llamado “nuevo mundo” y del sentido de su devenir. Para este historiador mexicano, el problema fundamental de la historia del continente radicaba “en explicar satisfactoriamente la aparición de América en el seno de la cultura occidental, porque esa cuestión involucra, ni más ni menos, la manera en que se concebía el ser de América y el sentido que ha de concederse a su historia” (O’Gorman, 1986: 15). A lo más radical que llegaba O’Gorman es a que América no fue descubierta sino inventada. Esto es, la invención fue fruto de una interpretación que permitió a Occidente incorporar a esta “cuarta parte” de la tierra a Europa. Ya se había hecho eso con Asia y África. Pero de esa invención se gestaron dos vías de las cuales una se encaminaba hacia la imitación y la otra, a la originalidad. Aparecieron dos Américas, la latina y la sajona. De la primera dice O’Gorman (1986: 155): “se trata, sin duda, de una forma de vida auténtica en el sentido primario en que lo es toda vida; pero en otro sentido no puede menos de caliicar- me sugirieron que corrigiera mis fuentes. Señalaron que debía citar la idea de la ‘colonialidad del saber’, de Aníbal Quijano, para hacer publicable mi texto ante una audiencia que desconocía por completo los aportes de González Casanova y del Taller de Historia Oral Andina”. 181 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL se de mimética y aun de postiza”. Este desequilibrio ontológico y falta de autenticidad que le imputa a la América Latina, el autor lo contrasta con la otra América, la sajona, que “alcanzó las más altas cumbres del éxito histórico” (O’Gorman, 1986: 1957) y fundando sus argumentos en el providencialismo agustino y el “espíritu” hegeliano, el ilósofo mexicano le agranda el camino a “la segunda nueva Europa; no nueva como réplica, sino como fruto del desarrollo de la potencialidad del pensamiento moderno, ya tan visible en la época en que Cristóbal Colón se lanzó al mar en busca de Asia. En la América anglosajona se cumplió la promesa que, desde el siglo xv, alentaba el mesianismo universalista propio a la cultura occidental” (O’Gorman, 1986: 158). Edmundo O’Gorman, al igual que no pocos historiadores, siguió la línea del tiempo que desde La ciudad de Dios San Agustín había preparado para conocer la historia universal en la que la providencia divina se había encarnado para dirigir el destino y la salvación de los pueblos. A los trabajos de Gonzalo Fernández de Oviedo (1535), Francisco Gómez de Gómara (1553), Bartolomé de las Casas (1875), William Robertson (1777) o Alejandro von Humboldt (1867), por mencionar sólo algunos, se unía el de O’Gorman, a pesar de que él intentara expresar lo contrario en el sentido de que la invención de América puso en crisis el arcaico concepto insular del mundo geográico europeo. Es decir, en su idea de la realización del ser espiritual de la América anglosajona no se inaliza con el devenir europeo, sino que, en palabras del propio autor, “con esa realización plena del ser americano parece obvio que ya no se debe hablar de América como el Nuevo Mundo, salvo por arrastre tradicional o en algún vago sentido que sólo sirve para sembrar confusión o de halago a quienes quieren ver en la América Latina no se sabe qué promesa de redención humana” (O’Gorman, 1986: 158). Habrá que reconocer que parte de lo que dice O’Gorman es verdad. Desde que se consumó la Conquista, casi todos los habitantes del continente americano latino han sentido, tal como lo expresara Bolívar en su discurso de Angostura, la alicción de no saber a ciencia cierta el origen de su identidad. Y es que, en el siglo xx, durante décadas no se había sido capaz de construir una historia propia al margen de la europea o norteamericana. Cuando José Martí exigía que “la historia de América, de los incas acá, ha de enseñarse al dedillo, aunque no se enseñe la de los arcontes de Grecia” (Martí, 1977: 40), se refería a que era necesario cono182 HACER LA HISTORIA DE AMÉRICA LATINA cer el continente desde sí mismo. Al margen de cualquier exotismo quería que con los oprimidos se hiciese causa común “para aianzar el sistema opuesto a los intereses y hábitos de mando de los opresores” (Martí, 1977: 41). En parte por esta razón la identidad de los latinoamericanos por mucho tiempo pareció confusa, inauténtica, copia y calca. En este sentido, los pueblos de América Latina, como lo señaló Mariátegui alguna vez, se movían en una misma dirección. Son hermanos en la historia por proceder de una matriz única. “La conquista española, destruyendo las culturas y las agrupaciones autóctonas, uniformó la isonomía étnica, política y moral de la América hispana. Los métodos de colonización de los españoles solidarizaron la suerte de sus colonias. Los conquistadores impusieron a las poblaciones indígenas su religión y su feudalidad” (Mariátegui, 1995: 360). Esta colonización apareció durante lustros como una ontología irremediable. Sobre el punto Darcy Ribeiro llegó a decir que la indagación de Bolívar sigue resonando: ¿Qué somos nosotros los pueblos americanos, entre los pueblos, las civilizaciones? Aunque tinta no ha faltado para escribir sobre el tema, los aspectos circunstanciales y anecdóticos son, por mucho, más que los que se reieren a la búsqueda profunda de la identidad. En gran medida la historia del campo latinoamericano está vinculada a sucesivas relaciones de dependencia que datan desde la Colonia hasta nuestros días, producto del control de las empresas transnacionales. El caso de la subordinación del campo a la ciudad se consolida cuando se establece con fuerza la división social del trabajo y el dominio de la burguesía industrial y inanciera de nuestros países. En esta subordinación aparece el fenómeno del colonialismo interno. Pero el síndrome de la explotación capitalista se traslada hasta este continente desde la época de la colonia. La primera apropiación de tierras realizada por los españoles genera las haciendas agrícolas o ganaderas, base de los posteriores latifundios, controlados por los intereses criollos y los monopolios transnacionales […] la presencia en el campo del sistema capitalista de explotación se maniiesta en la plantación que utiliza la mano de obra esclava, se sitúa en la faja tropical y produce los alimentos esenciales para la metrópoli: café, azúcar, cacao, banana, etcétera. La expansión de la gran propiedad trae aparejada la expulsión de las poblaciones campesinas, que comienza con los exterminios de indígenas realizados por españoles y criollos. Son ejemplos del triunfo de la “civilización” sobre la 183 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL barbarie, a ines del siglo xix, en la Argentina, la eliminación de los indios que habitaban en la Pampa y la Patagonia y, en el siglo xx, la geofagia de los grandes propietarios, cuya expresión más cruda se desata en la década de 1940, en las luchas campesinas conocidas bajo el nombre de “violencia colombiana”. Por último, cabe citar la paulatina eliminación de las tribus indígenas que habitan la Amazonia, al integrar este territorio brasileño a la explotación económica contemporánea (Segre, 1983: 108). De todo este acontecer eran conscientes ya en América Latina los pensadores clásicos del continente: Sarmiento, Martí y Montalvo. Pero fue muy signiicativo que a inales de los años setenta, los intelectuales latinoamericanos comenzaron a interesarse por el proceso de colonización cultural que habían padecido estas tierras. Uno de ellos fue precisamente Pablo González Casanova. Inspirado por Martí y Mariátegui, lo que hizo fue enmarcar las historias nacionales de los pueblos de Latinoamérica con el objetivo de resaltar lo común de éstos. Se basó principalmente en las luchas de los países del continente desde inicios del imperialismo de 1880 hasta 1978. Entonces escribió Imperialismo y liberación en América Latina (1978a). Antes de esta obra, en 1972, González Casanova ya había explorado la potencialidad explicativa del concepto de colonialismo interno en Latinoamérica. En un artículo del mismo año titulado “El aparato de dominación en América Latina” (1972a), planteaba la necesidad urgente de conocer el aparato de dominación y explotación de América Latina. Muy cercano a los análisis de Florestan Fernandes, concebía la dominación del continente como un sistema que operaba dentro de “una sociedad de clases que es colonial, semicolonial o dependiente, y que se desarrolla en formas desiguales, concentrando la industria y la riqueza en algunos puntos de la geografía y de los sectores, ramas o estratos sociales, a lo largo de un proceso en que la conquista y los conquistadores se renuevan permanentemente” (González Casanova, 1972a: 381). En consonancia con los estudios de La democracia en México y Socio­ logía de la explotación, para González Casanova el desarrollo latinoamericano de esos años se concentraba en ciudades y regiones a las que denominaba “polos-ciudadelas”, dinamizadas por instituciones políticas a las que llamaba “república-dictadura”. Tal desarrollo sólo beneiciaba a la oligarquía local (latifundistas, patronos, funcionarios, empresarios, militares de alto rango, obispos) y empresas extranjeras: éstos dominaban y explotaban al resto de la sociedad. 184 HACER LA HISTORIA DE AMÉRICA LATINA Este aparato de dominación y explotación, según nuestro autor, no se enfrentaba a todas las clases trabajadoras como un solo bloque. Había aprendido a distinguir lo social y lo político de cada clase y sector social: la oligarquía establecía una división real de “trabajadores participantes —empleados, técnicos, obreros caliicados— y trabajadores marginados —sobre todo campesinos e indígenas y habitantes urbanos de las grandes zonas de tugurios— (González Casanova, 1972a: 381). Ambos tipos de trabajadores no formaban una unidad política permanente y orgánica, antes bien actuaban por separado y a veces en forma contraria. Pero aun así, en este esquema los participantes alineados con el poder y los marginales en lucha permanente contra la oligarquía corrían el riesgo de ser ilegalizados o eliminados. Esta era una de las “características de las luchas de los siervos y de las poblaciones coloniales” (González Casanova, 1972a: 382). En el análisis del autor de La democracia en México, las capas medias jugaban un papel oscilante en la participación política, sus presiones, “por lo general, derivan en un reacomodo dentro del aparato de sus miembros más activos o, a lo sumo, provocan un reajuste de las mismas estructuras” (González Casanova, 1972a: 382). La oligarquía controlaba políticamente a los grupos y las clases, ya fuera como polo o dictadura según el tiempo económico y político. Al respecto agregaba: “El aparato del polo-ciudadela y de la república-dictadura depende de una gran metrópoli, y de un mercado mundial de bienes y capitales. Esto es, el aparato es un conjunto de estructuras que funciona dentro de un gran sistema: el sistema imperialista, en el sentido lato y estricto de la palabra” (González Casanova, 1972a: 383). Según la opinión de González Casanova, este sistema existía desde el siglo xix con antecedentes que venían desde la Conquista. Sus variaciones dependían en gran medida de los reacomodos del gran sistema. Cambiaban así los polos-ciudadelas porque surgían otros, cambiaban las repúblicas-dictaduras porque cambiaban sus dirigentes, regímenes o constituciones, cambiaban las metrópolis, España, Londres, Estados Unidos, etcétera, y esos cambios quedaban incluidos en la geometría intocable del aparato. Se modiicaban las clases, estratos, gobiernos, oligarquía, marginales, pero el aparato de dominación y explotación continuaba. Ofreció un ejemplo del funcionamiento del aparato de dominación con ciertas variables de cambio: 185 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL En forma secular, crece la cantidad total de la población; la población urbana crece más que la rural; la alfabetizada más que la analfabeta; las clases medias más que las campesinas; los trabajadores urbanos más que los rurales; los estudiantes universitarios más que los primarios. Todo ello constituye una presión muy distinta en su cantidad y calidad a la que ha resistido el sistema en el pasado (González Casanova, 1972: 384). Producto de los cambios vertiginosos, el aparato enviaba los problemas a la periferia: crisis económicas, ecológicas, sociales y políticas. Por esta razón la explotación a esos niveles se volvía más primitiva y bárbara: usura, especulación, corrupción, evasión de impuestos, crimen, desempleo. Como consecuencia de eso la crisis del sistema se tornó peligrosa para el aparato de dominación, pues las masas se organizaron; sin embargo: El pensamiento utópico o el grito de guerra, que no comprende al principio la capacidad de reacción del aparato, tiende a extenderle un certiicado prematuro de defunción. En la década de 1960, como en la de 1930, o como a principios del siglo xix, se da por muerto el aparato. Sólo algunos grupos son más sagaces o profundos que la mayoría, se preparan para una larga lucha que resuelva de una vez por todas las antiguas aspiraciones de las guerras patrióticas, de las luchas democráticas y por la justicia social buscando instaurar el socialismo, pero saben que para ello necesitan organizarse y esperar que venga el gran lujo de las masas, que las masas se vuelvan el protagonista de la historia, con una organización que ya preparan entre la política y la violencia (González Casanova, 1972a: 389). González Casanova explicó que, producto de este dinamismo histórico, la oligarquía periférica también reaccionaba y cerraba las posibilidades de participación política. Sólo a los trabajadores que estaban en industrias estratégicas se les concedían ciertos beneicios a través del corporativismo, como fue el caso del populismo sudamericano y el México poscardenista. En caso necesario, el aparato utilizaba la dictadura para asegurar su dominio. Su política era de exterminio al opositor. Dentro de la oligarquía surgieron políticos liberales y revolucionarios que se pasaron al bando de los trabajadores; lograron independencia, reformas y revolución, pero sin que desapareciera del todo el aparato, el sistema de dominación y explotación. De aquí que González Casanova proponga estudiar las estructuras y el papel de las masas en la historia. Insistió en no entender el cambio social y la destrucción del sistema mecánicamente. Sugirió aprender del pasado, 186 HACER LA HISTORIA DE AMÉRICA LATINA de la Revolución Cubana por ejemplo, pero sin querer repetir modelos en contextos y épocas distintas. El problema fue planteado de esta manera: ¿Hasta qué punto el conocimiento revolucionario que tienda a destruir el aparato va a alertar la conciencia reaccionaria, su táctica y estrategia, generando una reacción, en parte inesperada, por ser mayor, más eicaz, más técnica? ¿Y hasta qué punto esta nueva conciencia reaccionaria, con sus organizaciones y técnicas de respuesta va inluir, a su vez, en el propio conocimiento revolucionario, en una espiral de la conciencia política en que cada parte busca hacer posibles sus objetivos, esto es, en que el revolucionario busca que la revolución sea posible, y en que el conservador busca que sea posible la continuidad del aparato de dominación y explotación que maneja? (González Casanova, 1972a: 400). En este sentido se tenía que investigar las variaciones del nivel de conocimiento revolucionario y contrarrevolucionario, el determinismo político del siglo xx de otros siglos pasados, el determinismo político antes y después de Cuba y de unos países a otros. Era necesario ver los cambios de los guerrilleros latinoamericanos, su tipo de conocimiento político y técnico-militar. También las fuerzas revolucionarias debían tomar en cuenta las crisis y cambios del aparato que llegarían hasta las propias metrópolis para que se concientizaran y organizaran para “tomar el poder y destruir el aparato, sus ciudadelas y dictaduras, usando las técnicas del cerco y asedio, o del caballo de Troya, las técnicas de los focos guerrilleros en expansión y las de organizaciones obrero-revolucionarias de tipo leninista, u otras más simples y eicaces en que se combine el leninismo con la espontaneidad y la cibernética” (González Casanova, 1972a: 403). En in, bajo esta óptica, González Casanova pensaba que habrá que destruir el aparato estudiando detenidamente sus procesos y variaciones. Era posible que el mismo aparato se destruyera, pero si eso pasaba, también acabaría con el mundo. En esos momentos González Casanova está consciente de que los saltos al socialismo no existen, ni el proletariado toma el poder de forma directa. La lucha deberá ser combinada. Y se deberá aceptar el tipo de lucha que acabe con el aparato, sea ésta reformista, revolucionaria o combinada (González Casanova, 1972a: 407-409). Con este saber a cuestas se da a la tarea de comenzar a hacer la historia de América Latina desde esta perspectiva. En Imperialismo y liberación 187 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL en América Latina, la elección de síntesis que hace radica por un lado en “resumir el sistema de dominación y su historia, y de otro el del proceso de liberación y de las luchas liberadoras. Si en el primero el sujeto principal es el imperialismo en sus relaciones con las clases dominantes, en el segundo el mismo tema se aborda desde una perspectiva muy distinta, tomando como actor principal —a menudo incipiente— a la clase obrera y al proletariado industrial, aunque sin restar importancia a los movimientos de las masas y los pueblos, democráticos, nacionales y sociales” (González Casanova, 1978a: 7-8). Supone como problema intelectual y político la liberación de América Latina. Hace una síntesis en cinco etapas con la descripción de los hechos más importantes en torno a aquellos movimientos liberadores que lograron construir una fuerza acumulativa de poder social y político y otros que representan un carácter más aislado o episódico de lucha. También presenta a los actores de esta historia: por un lado el imperialismo estadunidense; y, por el otro, los pueblos latinoamericanos: El actor principal de la integración de América Latina al imperialismo fue Estados Unidos, en particular sus hombres de negocios, sus gobernantes, sus aventureros y piratas. El actor principal de la liberación fueron las masas de América Latina, que entraron en escena como tribus, cimarrones, pueblos, plebe de las ciudades, fraternidades de artesanos, partidos, sindicatos, ligas campesinas, asociaciones estudiantiles, asociaciones de inquilinos o usuarios, órganos de poder popular, “montoneras” y guerrillas, con líderes, héroes e intelectuales, de “letras armadas” y desarmadas (González Casanova, 1978a: 14). Observada la historia desde este ángulo, esto es, desde la intervención del imperialismo estadunidense en América Latina, los periodos a estudiar van de 1880 a 1933, de 1934 a 1959 y de 1960 a los años setenta. En el primer periodo González Casanova describe la política de expansión marítima y de ocupación militar de los estadunidenses en nuestro continente. Como el lema era “América para los americanos” las primeras víctimas fueron República Dominicana, Cuba, Honduras, Nicaragua, Panamá y Puerto Rico. Se apropiaron de tierras y se impusieron grandes empresas y monopolios bajo el cobijo de la oligarquía nacional (González Casanova, 1978a: 15-16). En segundo periodo “presentó una característica esencial: el gobierno de Estados Unidos buscó consolidar su poderío mediante una penetración 188 HACER LA HISTORIA DE AMÉRICA LATINA pacíica, de integración económica y de coordinación de las fuerzas políticas y militares dentro de un sistema panamericano” (González Casanova, 1978a: 20). Era la nueva ideología creada por Franklin Delano Roosevelt llamada “el buen vecino”, que coincidía con la denominada lucha contra el fascismo y el comunismo internacional. La conquista de Latinoamérica por los estadunidenses no sólo fue militar, económica y política, también fue espiritual: a través de la radio, el cine y la televisión, “la ontología de Hollywood se convirtió en el sentido común de gran parte de las clases medias de América Latina e hizo de ellas un venero de colaboradores preparados y una amplia base social para el desarrollo asociado” (González Casanova, 1978a: 33). Narra González Casanova que, para los años cincuenta, la hegemonía del imperialismo estadunidense era una realidad; sin embargo, éste también había ganado bastantes enemigos, producto de las crisis recurrentes en el sistema capitalista. De 1957 a 1959 ocurrieron dos sucesos simultáneos: una crisis económica que dejó a diez millones de personas sin empleo, y el triunfo de la Revolución Cubana. La crisis se controló, la revolución, no. En 1961 Cuba se declara socialista y Estados Unidos no podía creer que existiera un país latinoamericano independiente y autónomo (González Casanova, 1978a: 35). En el tercer periodo, el imperialismo en América Latina “se caracteriza por un replanteamiento de la acción contrarrevolucionaria de las clases dominantes en todos los campos: ideológico, político, cultural, militar y económico”. (González Casanova, 1978a: 35) La Alianza para el Progreso, la invasión de Bahía de Cochinos y los “trabajos” de la Central Intelligence Agency (cia), constituyeron políticas desestabilizadoras para los países que no se alinearan. Por lo que toca al otro actor, esto es, a los sujetos de la liberación, los ubica en cinco etapas. La primera de ellas va de 1880 a 1905. Ésta fue dirigida por líderes y caudillos populares con ideología liberal. El objetivo era la liberación nacional. “Era un tiempo en que las organizaciones obreras parecían incapaces de asumir como propia la batalla contra el nacionalismo y el imperialismo. Los trabajadores formaban grupos generalmente reducidos, con ideas aún imprecisas sobre la relación entre la lucha contra las clases dominantes y la lucha contra el imperialismo. La clase obrera estaba en proceso de gestación” (González Casanova, 1978a: 51). 189 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL Quienes hacían frente a la dominación extranjera en América Latina generalmente eran los campesinos, indígenas y las masas dominadas. En 1880-1882 se rebelaron en Chile los mapuches, en México las tribus yaqui hacia 1885. Los mayas de la península de Yucatán se levantaron en armas contra la expansión de caciques y hacendados comerciantes de henequén, de 1906 a 1910. En Brasil, la lucha contra los terratenientes la dieron los campesinos dirigidos por héroes religiosos entre 1890 y 1897 (González Casanova, 1978a: 56). En Cuba y Puerto Rico, José Martí se destacó por su anticolonialismo y antimperialismo. González Casanova planteó que, “entre los episodios de la primera etapa de las luchas de liberación, cuatro parecen ser particularmente representativos de las grandes experiencias populares de entonces: las insurrecciones socialistas ocurridas en México de 1879 a 1883; el proyecto de un país independiente al que aspiró en Chile José Manuel Balmaceda de 1886 a 18891; la rebelión indígena dirigida en Bolivia por Zárate Willka, y la propia lucha revolucionaria de Martí” (González Casanova, 1978a: 59). La segunda etapa de liberación fue de 1905 a 1920. Para entonces los campesinos y obreros latinoamericanos habían acumulado fuerzas. Las organizaciones obreras tenían mayor vigor y podían hacerle frente a las clases gobernantes. “De 1900 a 1902, en Uruguay, 16 gremios fueron a la huelga y los trabajadores organizaron once huelgas generales. En Argentina, de 1903 a 1910 estallaron dos huelgas generales y muchas de fábricas y ramas industriales […] de 1903 a 1907 estallaron importantes huelgas en Chile. En 1903, en Brasil, pararon 25 000 trabajadores textiles y fueron a la huelga los trabajadores de São Paulo. En 1906 estalló la huelga general en Porto Alegre” (González Casanova, 1978a: 93). La tercera etapa la ubica de 1920 a 1935, en los tiempos del movimiento obrero, los partidos comunistas y la difusión del marxismo-leninismo. Los primeros partidos comunistas se fundaron en Argentina (1918) y en México (1919). En 1920 se fundó el Partido Comunista del Uruguay, en 1921 el de Brasil, en 1922 el de Chile, en 1925 el de Cuba y en 1929 el de Perú. Su inluencia se hizo sentir a poco de fundados. “No obstante su debilidad numérica, la poca formación política e ideológica que caracterizaba a la mayoría de sus miembros, la incipiente comprensión teórica que tenían de la lucha de clases en los países coloniales y dependientes y las variaciones de línea política e ideológica de la III Internacional, la 190 HACER LA HISTORIA DE AMÉRICA LATINA presencia de los primeros partidos comunistas alteró todo el sentido de las luchas en el mundo del trabajo” (González Casanova, 1978a: 111). Los líderes históricos de esta etapa fueron: Luis Emilio Recabarren en Chile, José Carlos Mariátegui en Perú y Julio Antonio Mella en Cuba. La cuarta etapa va de 1935 a 1959. Describe los grandes movimientos de masas contra el imperialismo: el cardenismo en México, el velasquismo en Ecuador, el populismo de Alfonso López Pumarejo en Colombia. En Venezuela, Paraguay y Puerto Rico hubo insurrecciones populares y gobiernos populistas. “De 1939 a 1947 las masas lograron en algunos países derrocar a los dictadores o imponer por otros medios regímenes democráticos que las oligarquías y el imperialismo debieron aceptar. En 1944 se inició en Paraguay una etapa de auge democrático que duraría diez años. En 1945 fue derrocado Getúlio Vargas, mientras Prestes era liberado de la cárcel y se legalizaba en Brasil el Partido Comunista. También en 1945 Juan José Arévalo ganó las elecciones a la presidencia de Guatemala con un proyecto liberal y democrático” (González Casanova, 1978a: 199). Pero también de 1948 a 1959, en el contexto de la Guerra Fría, el imperialismo estadunidense y las oligarquías latinoamericanas se fortalecieron. La hegemonía se dio en todos los órdenes: empresas, gobiernos, ejércitos, universidades, sindicatos, periódicos, etcétera. Las luchas de liberación continuaron con triunfos y derrotas hasta la llegada de la quinta etapa: la Revolución Cubana. Como se puede apreciar, Pablo González Casanova estaba interesado en hacer la historia de América Latina desde la acción concreta de los sujetos en pugna. Su objetivo era narrar lo que los pueblos son a partir de sus luchas por la emancipación nacional, indígena, obrera y campesina. No se situaba en la relexión ilosóica que busca una ontología del ser latinoamericano sin más, sino de los propios cambios que iban generando los pueblos con su resistencia a los distintos colonialismos. Efectivamente, América Latina tuvo sus cambios a inales de la primera mitad del siglo xx. Uno que interesa es el que sucedió en el contexto de la Guerra Fría. Si antes de 1948 las oligarquías y élites latinoamericanas cedieron a las luchas de los pueblos, movimientos de masas y partidos comunistas y democratizaron un poco las formas de gobierno, con la llegada del fantasma comunista aprovecharon la oportunidad para aianzarse y establecer prácticas políticas que defendieran sus intereses. 191 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL Los datos ahora ya están a la mano. En por lo menos seis países latinoamericanos después de 1947 se produjeron golpes de Estado. En Argentina (1955), Colombia (1953), Guatemala (1954), Haití (1950), Perú (1948) y Venezuela (1948) se instalaron dictaduras con el objetivo de establecer un orden a favor de la reacción autoritaria. “A partir de 1947, los Estados Unidos empezaron a estar cada vez más preocupados por la amenaza de subversión comunista en América Latina, al igual que en cualquier otra parte del mundo” (Dabène, 1999: 109-110). Pero desde 1959 su preocupación se intensiicó. Por esta razón provocaron bastantes golpes de Estado en el continente. Para González Casanova, “las tendencias de los golpes militares que conducen a diversas estructuras de regímenes autoritarios o políticos ayudan a comprender la construcción de un Estado neocolonial” (González Casanova, 1988: 9). En este tipo de Estados el poder se usaba por lo común para dominar y extraer los recursos humanos y naturales del territorio colonizado. Las pautas de los golpes militares en América Latina tuvieron relación “con las luchas internas por el control del poder militar, económico y político para el control de toda la población por el grupo hegemónico” (González Casanova, 1988: 9). Ese control le correspondió, por mucho, especialmente a las empresas transnacionales norteamericanas. Como lo expresa González Casanova (1988: 10), en los análisis estadísticos de los golpes militares se puede apreciar el proceso mediante el cual estas empresas y su Estado militar integraban a los países colonizados de forma funcional. Pero en su retórica democrática los estadunidenses se decían estar a favor de la no intervención. Así lo expresaron en una carta de la Organización de Estados Americanos (oea) en 1948, a través de la cual decían que ningún Estado o grupo de Estados tenía el derecho de intervenir en los asuntos internos o externos de cualquier otro. Caliicaban al comunismo internacional de antidemocrático o incompatible con la democracia. Fue muy característico que esta política se realizó dentro de los países latinoamericanos para impedir la penetración del comunismo principalmente en los sindicatos. Para ello se crearon confederaciones de trabajadores con la venia oicial: México, Brasil o Argentina fueron modelos de esto. Con el éxito de la Revolución Cubana y la inluencia que pronto ejerció en los demás países del continente, Estados Unidos tomó cartas 192 HACER LA HISTORIA DE AMÉRICA LATINA en el asunto y trasladó su inquietud tanto a las burguesías locales de América Latina como a sus ejércitos golpistas. Por esta razón, con miras a evitar un posible contagio revolucionario, los militares optaron por hacerse directamente con el poder, con la complicidad más o menos explícita de unas burguesías atemorizadas. Pese a que la reacción autoritaria que había provocado el comienzo de la Guerra Fría había perdido poco a poco impulso a inales de los años cincuenta, como demuestra la caída de los dictadores Odría en Perú en 1956, Rojas Pinilla en Colombia en 1957 y Pérez Jiménez en Venezuela en 1958, se sucedieron a buen ritmo golpes de Estado preventivos, especialmente contra presidentes en su mayor parte elegidos” (Dabène, 1999: 127). Así, en marzo de 1962 se derrocó a Arturo Frondizi en Argentina, en Perú a Manuel Prado en julio de 1962, a João M. Goulart en Brasil en 1964, a Carlos J. Arosemena en Ecuador en julio de 1963. Con todo, cada país llevó a cabo su proceso y parecía que la diplomacia sustituía la fuerza militar. Estados Unidos siguió este mismo esquema: a partir de 1959 apoyó incondicionalmente a los dictadores. Desde 1959 hasta nuestros días, los dictadores son profesionalmente entrenados para la toma del poder y para la “guerra interna”. Su habilidad política y militar tiene poco que ver con el caudillo tradicional latinoamericano, o con su cultura espontánea e indígena. Aun cuando todavía mantiene rasgos culturales locales, sus organizaciones, su ilosofía, armas y hasta sus más importantes iniciativas son en general suministradas o administradas por un sistema transnacional que tiene una ideología política afín, una teoría de la guerra y de la paz común, y un conocimiento técnico estándar acerca del “terrorismo de Estado” y de la “guerra contrarrevolucionaria”. Todo ello animado por la necesidad de “contener” el ejemplo de la Revolución Cubana y de prevenir futuros movimientos revolucionarios, empleando al efecto desde la famosa Alianza para el Progreso, hasta las más modernas variantes de la teoría de la contrainsurgencia (González Casanova, 1988: 19). Pero el sentimiento antiyanki en América Latina era evidente. Así se le hizo saber al vicepresidente Richard Nixon en su visita a Venezuela por esos años. Fue la Revolución Cubana la que acabó por convencer a muchos responsables políticos estadunidenses de que resultaba urgente emprender reformas pacíicas en América Latina. En su discurso inaugural del 20 193 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL de enero de 1961, el nuevo presidente John F. Kennedy propuso a sus compatriotas una “lucha contra los enemigos comunes de la humanidad: la tiranía, la miseria, la enfermedad y la guerra. América Latina recibiría en esa lucha una atención excepcional” (Dabène, 1999: 132). Después del iasco que fue la invasión a Bahía de Cochinos, los estadunidenses se proponían dominar el continente con una ideología basada en el “desarrollo de los pueblos”; la llamaron, como bien se sabe, Alianza para el Progreso. En un documento irmado el 17 de agosto de 1971 en el contexto de la Conferencia Excepcional del Consejo Interamericano Económico y Social de la oea, se tenían como objetivos, entre otros, el aumento del pnb por habitante de al menos 2.5 por ciento al año, distribución más equitativa de las riquezas nacionales, aceleración del proceso de industrialización, eliminación del analfabetismo y estabilización de precios en los mercados. “Los Estados Unidos se comprometieron a aportar 20 mil millones de dólares durante diez años, y se pedía a los latinoamericanos que consiguiesen 80 mil millones” (Dabène, 1999: 133). Aunque el diagnóstico de este proyecto era correcto, el interés no era exactamente el desarrollo de los pueblos, sino acabar con el castrismo y controlar los movimientos de masas dentro de cada país. En general, en lo económico esta Alianza fracasó. “Sin embargo, el fracaso más espectacular de la Alianza para el Progreso fue de tipo político. Mientras que el objetivo era favorecer la eclosión de regímenes democráticos, se registraron, en los cinco primeros años del programa, nueve golpes de Estado contra presidentes civiles legalmente elegidos” (Dabène, 1999: 134). En la gran mayoría de estos golpes de Estado, los estadunidenses fueron tolerantes, así pasó en el sucedido en Argentina (1962), Guatemala (1963) y Ecuador (1963); en otros, cínicamente se prestó apoyo4 político, económico (Brasil, 1964) y militar (República Dominicana, 1965) (Dabène, 1999: 134). 4 Al respecto González Casanova aporta datos: “Miles de oiciales y personal técnico fueron entrenados en las escuelas militares de Estados Unidos o por las misiones militares que enviaba ese país. Unas y otras proporcionaron las bases técnicas e ideológicas para un nuevo tipo de ejército. Fundamental en esta empresa fue la United States Army School of the Americas (usarsa) más conocida como Escuela de las Américas, con sede en Fort Gulick, zona del canal de Panamá. Entre 1951 y 1984, en que fue clausurada a resultas del tratado Carter-Torrijos, recibieron ahí instrucción más de 46 mil militares latinoamericanos” (González Casanova, 1988: 18). También, de 1962 a 1973, el gobierno de Estados Unidos gastó 56.6 millones de dólares en las fuerzas policiales latinoamericanas como forma preventiva contra los movimientos insurgentes (González Casanova, 1988: 20). 194 HACER LA HISTORIA DE AMÉRICA LATINA Retrospectivamente, estaba claro que la retórica de la Alianza para el Progreso en lo relativo a la democracia no había tenido efecto y que había incluso demostrado ser contraproducente. A la inversa, el otro aspecto de la política anticastrista de Kennedy, la asistencia militar, progresó de manera considerable. Mientras que la asistencia había ascendido a 65 millones de dólares anuales antes de 1961, pasó a una media de 172 millones durante los tres años de la administración Kennedy. Los militares latinoamericanos serían los verdaderos beneiciarios de la fobia hacia la nueva Cuba. Se sentirían apoyados en los años setenta para ocupar la escena política, al tiempo que las técnicas de contrainsurgencia provocaban desgarros en la sociedad civil (Dabène, 1999: 137). A pesar de la agresividad imperialista, los pueblos latinoamericanos resistieron con gran creatividad cultural. Eran los años setenta y en América Latina estaban a la puerta la Revolución Sandinista y la protesta social ante la crisis económica producto de la caída de los precios del petróleo. La guerrilla, la literatura, la música, el arte, la ilosofía y la teología católica aparecerían como nuevas formas de manifestar la necesidad de cambios reales en el continente. Se manifestó entonces un sentimiento latinoamericanista. Era como si los pueblos latinoamericanos a través de distintas expresiones quisieran hacer su propia historia. Esta búsqueda de identidad de lo latinoamericano se encuentra ampliamente difundida en la literatura de la época. Un caso nos podría mostrar lo dicho. El movimiento modernista iniciado por Rubén Darío es transformado por los modernistas brasileños, quienes buscaron en las culturas indígena y negra expresiones, ritmos, estructuras e imágenes para su arte literario. Así “la iniciación, en el Brasil, de lo que se conoce en literatura con el nombre de negrismo, coincide con la del equivalente antillano: Luis Palés Matos, Ramón Guirao, Emilio Ballagas, Nicolás Guillén, José Z. Tallet. Reiriéndose al negrismo, René Depestre lo deine “como la utilización de elementos rítmicos, de onomatopeyas, de factores sensoriales propios de las literaturas orales de los negros”. Se trata de la introducción del ‘tema negro’ a manera de moda literaria” (Bareiro Saguier, 1982: 28), pero en el fondo hay una coniguración narrativa que incorpora la cultura negra al tema de la identidad latinoamericana. Otro caso lo podemos encontrar en el movimiento indigenista de la novela latinoamericana de la primera mitad del siglo xx. En él se incor195 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL poran a la literatura raíces de las culturas indígenas del continente. Horacio Quiroga incluye la lengua guaraní en la mayoría de sus personajes y Miguel Ángel Asturias enfatiza el valor mágico de la cultura mayaquiché. Otros escritores más jóvenes, como José María Arguedas y Augusto Roa Bastos, siguieron, aunque con menor ímpetu, la idea de incorporar la parte indígena en su literatura (Bareiro Saguier, 1982: 29). El desarrollo de la literatura latinoamericana es bastante notable. En los siglos xix y xx, el ensayo, la poesía, el teatro, la prosa y la novela, representarán un amplio espectro en cuanto a calidad estética se reiere. Pero si de algo se puede enorgullecer la literatura de este continente es del apogeo del género novelesco ocurrido entre 1924 y 1930: en México, Los de debajo de Mariano Azuela, El águila y la serpiente y La sombra del caudillo de Martín Luis Guzmán; La raza de bronce del boliviano Alcides Arguedas; En Colombia La vorágine de José Eustasio Rivera; Doña Bár­ bara del venezolano Rómulo Gallegos y, en Argentina, Don Segundo Sombra de Ricardo Güiraldes (Martínez, 1982: 89). “Esta renovación de las letras del continente quedó plasmada, aproximadamente, a partir de 1940 y recibió el nombre de realismo mágico, término que había sido utilizado años atrás por el crítico de arte Franz Roh para referirse a la pintura postexpresionista” (Abatea, 1997: 145). Este movimiento literario tuvo su proceso. “El primer momento —las décadas de 1940 y 1950, época en la que vieron la luz la mayor parte de las novelas del realismo mágico— está caracterizado por un intento por sentar las bases teóricas de la nueva modalidad literaria que venía emergiendo de manera simultánea” (Abatea, 1997: 146). Es decir, aunque se asocie el inicio del realismo mágico con la obra de Alejo Carpentier, no habría que olvidar los ensayos previos de Uslar Pietri. “En ellos se postula un intento por combinar los imperativos de la verosimilitud del realismo con las propiedades de la imaginación, de la fantasía y del mito, y se proclama que la imaginación es enemiga del dogma. Pero, anteriormente, tampoco podría pasarse por alto el artículo “El arte narrativo y la magia”, publicado por Jorge Luis Borges en Discusión (1932), donde propone una suerte de concepción mágica de la causalidad, por la cual al escritor “le basta con nuestra continua fe en sus palabras, como en el mundo real”. El valor germinal de esta teoría consistió en reconocer la auténtica naturaleza del texto literario: su iccionalidad total” (Abatea, 1997: 147). 196 HACER LA HISTORIA DE AMÉRICA LATINA De esta manera, la inluencia ejercida por Pietri y Carpentier permitió que este movimiento literario se arraigara en los escritores latinoamericanos. Pero fue el mismo Pietri quien primero “introdujo el nombre de realismo mágico en el ámbito de la literatura hispanoamericana, al referirse a “la consideración del hombre como misterio en medio de los datos realistas. Una adivinación poética o una negación poética de la realidad. Lo que a falta de otra palabra podría llamarse un realismo mágico”. Sin embargo, su producción literaria no alcanzó a plasmar ese modelo teórico con la misma lucidez con la que lo había esbozado en el ensayo. A pesar de que su novela fundamental, Las lanzas coloradas (1931), es una brillante reconstrucción histórica, las primeras obras que llevaron a la práctica las ideas del realismo mágico fueron las del guatemalteco Miguel Ángel Asturias y las del cubano Alejo Carpentier” (Abatea, 1997: 147). Siguiendo a José Luis Martínez (1982: 91) podríamos decir que las obras más importantes de este periodo fueron: El luto humano (1943) de José Revueltas, El señor presidente (1946) de Miguel Ángel Asturias, La invención de Morel (1940) de Adolfo Bioy Casares, Ficciones (1944) de Jorge Luis Borges, El reino de este mundo (1949) de Alejo Carpentier, Casas muertas (1955) de Miguel Otero Silva, Pedro Páramo (1955) de Juan Rulfo, La región más transparente (1958) de Carlos Fuentes, Rayuela (1963) de Julio Cortázar, Sobre héroes y tumbas (1962) de Ernesto Sábato, La ciudad y los perros (1963) de Mario Vargas Llosa, Paradiso (1966) de José Lezama Lima, Tres tristes tigres (1967) de Guillermo Cabrera Infante y Cien años de soledad (1967) de Gabriel García Márquez. Para Pablo González Casanova el movimiento literario del realismo mágico tenía una tarea fundamental en la historia de Latinoamérica. Esto era así porque el artista, escritor, músico, poeta, cuando adoptaba el idioma del pueblo descubría la realidad maravillosa. Sus palabras eran: “la revolución profunda ocurre también en la imaginación”. Con García Márquez y Alejo Carpentier, por ejemplo, el centro de la revolución es el Caribe. “La historia de América es una crónica de lo real maravilloso y lo sigue siendo con la revolución” (González Casanova, 1985a: 34). También era consciente de este movimiento literario y lo incluía en su pensamiento. Consideraba que lo real maravilloso era un nuevo pensar en América Latina que enriquecía la conciencia de liberación de los pueblos. Soñar con tomar el poder desde la imaginación reforzaba las 197 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL luchas de los revolucionarios en América Central. González Casanova en todo momento fue sensible a este fenómeno. En su artículo “El pensamiento revolucionario” (1985) ratiicaba la marcada diferencia del pensamiento latinoamericano con respecto al europeo y lo situaba en la experiencia de la literatura hispanoamericana. No dejaba de hacer hincapié en la experiencia revolucionaria de sus líderes, caudillos y el pueblo en general, lo cual hacía del continente un lugar donde se construía una teoría. Para el intelectual mexicano, el pueblo, en este tipo de expresión, existía como sujeto teórico-práctico, pensante y parlante. Cuando se suprimía epistemológicamente al pueblo y sus representantes, aparecían sistemas o regímenes de terror, los cuales excluían cualquier voz disidente. El nuevo pensamiento latinoamericano, para él, abría “a los marxistas la posibilidad de redescubrir las raíces históricas de la propia lucha revolucionaria, lleva a redescubrir a Martí en Cuba, a Sandino en Nicaragua, y el pensamiento vivo de los héroes populares en cada país de América Latina. Los nacionalistas revolucionarios van de Martí a Sandino a la identiicación y el encuentro con los pobres mediados a menudo por la fe cristiana católica” (González Casanova, 1985: 36). En efecto, es a partir de las décadas de 1960 y 1970 cuando se intensiica en América Latina la participación de los cristianos en el proceso revolucionario de liberación. Al abrir la Revolución Cubana la posibilidad de un mundo más justo, los cristianos incluyen en este imaginario su compromiso por los pobres de la tierra. De hecho, la denominada teología de la liberación surgió a partir de la relexión que realizaron los cristianos entre el proceso histórico de liberación y salvación. Al ver la pobreza y el sufrimiento de los campesinos, indígenas, obreros, estudiantes y masas explotadas, sintieron la necesidad no sólo de estar en la resistencia política apoyando a éstos, sino que también se buscó relacionarla con la base evangélica. Desde esta perspectiva Dios se manifestaba y se conocía en la historia (Silva Gotay, 1986: 121). Este esquema de relexión teológica chocaba con aquellas teologías preconciliares que postulaban la salvación fuera de la historia. Para la teología de la liberación la salvación en la religión bíblica se daba únicamente en la historia y no en un más allá como Platón lo pensaba. La historia era real, material y espiritualmente. “Los teólogos de la liberación fundamentan su respuesta en el redescubrimiento del carácter histórico y materialista de la fe bíblica, cuyo pensamiento se encuentra en contra198 HACER LA HISTORIA DE AMÉRICA LATINA dicción respecto del pensamiento ontológico griego y hegeliano de carácter idealista que había servido para articular la teología cristiana desde el tiempo de los teólogos griegos” (Silva Gotay, 1986: 128). En este sentido, la salvación comenzaba por construir un reino de fraternidad, justicia, amor y paz en la historia. Para González Casanova, al igual que para los literatos latinoamericanos, los teólogos de la liberación “descubren que lo político es el lugar del encuentro con Dios. Su gran lucha no consiste en desacralizar la religión sino la política” (González Casanova, 1985b: 28). Se comprometen con el pueblo y se ponen del lado de los oprimidos. De esta manera la teología descubre la dialéctica del mundo como un hecho político. La liberación que plantea esta teología es, para el autor de Sociología de la explotación, un enriquecimiento en pro de la lucha por el socialismo “y por una sociedad cualitativamente distinta en que el hombre esté libre de toda servidumbre. En esa lucha los teólogos recogen la experiencia de los fracasos del reformismo, del desarrollismo, del populismo, de las guerrillas aisladas de las masas, de la llamada vía pacíica o, electoral al socialismo; rechazan cualquier interpretación monolítica del proceso histórico; están abiertos a distintas estrategias y tácticas que lorecen en todas partes” (González Casanova, 1985b: 30). Pablo González Casanova reconocía en la Teología de la Liberación una lucha contra el nuevo imperio que atrae a una población “inmensa, católica, y pone la fe al servicio de la liberación del alma y de los pueblos. Al hacerlo se inserta en un movimiento revolucionario más vasto, religioso y laico, y este último muestra respeto ante los valores religiosos mientras lucha junto a los católicos por la liberación mínima, inmediata” (González Casanova, 1985b: 31). Aquí la revolución ya no es opio, sino levadura, pues el compromiso revolucionario es vivido por los creyentes como una conversión. La liturgia tiene un sentido propio, latinoamericano y auténtico, en una palabra: liberador. En América Latina el amor cristiano es subversivo y ya no se disocia de la lucha de liberación de los oprimidos. Desde esta óptica, para el ex rector de la unam el pensamiento latinoamericano no sólo era revolucionario, era propio y estaba en la literatura, el ensayo, la poesía, la música, la teología y la pedagogía —de la que Paulo Freire fue uno de los creadores—. En su pedagogía del oprimido, Freire intentó enriquecer la lucha de liberación de los pueblos 199 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL americanos. Alfabetizarse era pensar en la democracia y la vida digna, derrocando el discurso y la acción del tirano. Pero también educarse a lo Freire era desplazar el pensamiento de izquierda autoritario y sectario. El hombre se educaba en el diálogo, en el encuentro con otros pensamientos que no buscaban mandar, sino liberarse de la opresión. Entonces, la revolución en América Latina de aquellos años no sólo tenía su espíritu que se movía desde la literatura hasta la teología, también tenía su pedagogía: una forma de pensar y actuar para la liberación de los liberados y liberadores. El poder del habla, de la lengua escrita a través de la cual el pueblo se expresaba y trataba de darse a entender frente a los interlocutores de todas sus experiencias. Los hombres conversaban y así se ayudaban, se apoyaban a terminar con la dialéctica de la opresión. González Casanova decía que “Freire busca una educación para la decisión. Busca una educación para la responsabilidad social y política con el pueblo, en serio, sin demagogias, ilusiones, magias, fanatismos, desánimos. Piensa que toda comprensión corresponde tarde temprano a una acción” (González Casanova, 1985c). Por este mismo sendero caminaba la ilosofía de la liberación latinoamericana. Esta ilosofía, aunque en aquel entonces, como ahora, no representa una escuela homogénea y las posiciones de sus autores no siempre coinciden, se adentró en el pensamiento ilosóico crítico desde la exterioridad del pobre dominado u oprimido que desde el siglo xv consumaron el colonialismo y el racismo. El punto de partida de la ilosofía de la liberación fue la colonialidad, para situarse geográicamente y posicionarse políticamente. Esta ilosofía latinoamericana pronto se acercó a la praxis popular. Se trataba de pensar ilosóicamente desde el compromiso con las víctimas. Su opción por el pueblo la hizo pasar por una ruptura epistemológica, antieurocéntrica, antipatriarcal, anticapitalista, anticolonialista, pero revolucionariamente utópica (Cerutti, 1983; Dussel, 1985).5 La sociología latinoamericana también rindió sus frutos. En el contexto de la fundación de la oea, la Guerra Fría, la administración Truman, y el imperio estadunidense, la sociología a “secas” se opuso a las ideologías. Después de que la sociología norteamericana tuvo un inlujo enorme en la de América Latina, a inales de la Segunda Guerra Mundial apare5 Cfr. Horacia Cerutti Gulberg, 1983 y Enrique Dussel, 1985. 200 HACER LA HISTORIA DE AMÉRICA LATINA ció Gino Germani con un tipo de sociología cientíica, empírica, de campo y estadística. Buscaba la modernización. Talcott Parson y Robert K. Merton fueron sus pilares y “la primera generación de sociólogos profesionales latinoamericanos fue entrenada en esta escuela de pensamiento, cuya arrogancia en inluencia por momentos no pareció tener límites” (González Casanova, 1984a: 10). Desde 1945 hasta la Revolución Cubana en 1959 se estuvo bajo el dominio de este neopositivismo. Llevaría muchos años e implicaría muchos esfuerzos acallar su retórica victoriosa hasta que aparecieron sociólogos críticos como C. Wright Mills, quien contribuyó a encontrar otras nuevas. Wright Mills luchó contra Parsons, Merton, sus discípulos y, después de la Revolución en Cuba, escribió su libro Escucha yanqui. Antes de los años sesenta había tres tipos de corrientes que se oponían al empirismo: el nacionalismo, el populismo y el marxismo de la Tercera Internacional. “La referencia política más importante de estas corrientes, el tipo de proyecto político y social que las unía a todas era la lucha por la independencia económica, política, cultural y por la democracia, a través de frentes populares o nacionales” (González Casanova, 1984a: 10-11). Sobre este tópico González Casanova da cuenta de la aportación de Camilo Torres; la muerte heroica del colombiano estremeció toda la sociología latinoamericana. Poco a poco se vio cómo la revolución y contrarrevolución tuvieron inlujo en las ciencias sociales, la Revolución Cubana, sobre todo con su teoría de las coaliciones revolucionarias internas, su vínculo teórico entre soberanía, socialismo y democracia. Orlando Fals Borda es un ejemplo de ello. Muy similar a González Casanova, el proceso de toma de conciencia latinoamericana de este sociólogo colombiano se lo otorga en gran medida la Revolución Cubana. Es la conciencia que es dotada de cierta “sensibilidad capaz de captar las voces de aquellos excluidos que generalmente no son tomados en cuenta por las ciencias sociales, ni mucho menos por los discursos oiciales hegemónicos” (Pereira Fernández, 2009: 242). La apuesta falsbordiana es radicalmente basista, en el sentido de que privilegia las opiniones y aspiraciones de las bases populares, antes que las de cualquier teoría o partido político. Es en esa dirección que se orienta su reivindicación de una ciencia descolonizada y capaz de descolonizar las mentes, tanto de los 201 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL grupos estudiados como de los mismos cientíicos sociales, todo a través de un diálogo sincero entre las partes. Es con esa visión de la labor cientíica, además, que Fals Borda se anticipa, en muchos sentidos, a los ahora en boga estudios subalternos y poscoloniales. Su apuesta por escuchar a esos otros que han sido subestimados o deinitivamente ignorados no se limita solamente a la labor intelectual. Para él era importante llevar a la práctica las convicciones que tenía como cientíico social; por ello siempre, paralelamente a sus investigaciones, existía una práctica como intelectual público. Es así que en los años ochenta, en medio de la guerra sucia que acorralaba las acciones populares, lo veremos al lado de grupos que luchaban por la liberación de los presos políticos, contra el Estado de sitio, el estatuto de seguridad, por una verdadera apertura democrática y contra la violación sistemática de los derechos humanos. Además, en esa misma década, Fals Borda fue un gran impulsor de organizaciones regionales de carácter reivindicativo, con las que se planeaba construir un movimiento nacional democrático, pluralista, de la periferia hacia el centro y del centro a la periferia (Pereira Fernández, 2009: 242). Es curioso, pero hasta la Cepal, con Raúl Prebisch al frente, coadyuvó para que la sociología empírica cayera de su pedestal icticio. Al tiempo llegaron los dependentistas: Fernando Henrique Cardozo y Enzo Falleto. Éstos argumentaban que el capitalismo era un sistema mundial con un centro autónomo y una periferia dependiente. Uno y otro tendían a reproducirse. No se decían marxistas, aunque admitían el marxismo como una de sus principales fuentes de inspiración. Sólo criticaron y nunca propusieron una alternativa. “Su nueva doctrina ayudó a muchos profesores y estudiantes a rechazar las ideologías populistas y nacionalistas y a eliminar o desconocer las viejas luchas comunistas y socialistas por la liberación” (González Casanova, 1984a: 15). Parecía que la dependencia era un destino histórico y político. Pero al terminar los años sesenta, el concepto de dependencia se desacreditó y en su lugar apareció el análisis de la explotación y la dominación regional. En los años setenta, a propósito de la lucha del Frente Popular, Salvador Allende y su derrota ante el golpe de Pinochet, los sociólogos entendieron que en la lógica de los procesos revolucionarios habría que distinguir entre política y poder, entre sistemas políticos y Estado (González Casanova, 1984a: 17). González Casanova criticó el eurocomunismo y se centró en las luchas de América Central: El Salvador y Nicaragua. Con esas corrientes políticas se ayudó a las ciencias sociales latinoame202 HACER LA HISTORIA DE AMÉRICA LATINA ricanas a comprender mejor las mediaciones, los sujetos sociales, el Estado. Algo intuía: En esta corriente parece estar emergiendo un nuevo concepto de la política y la sociedad, del “pueblo” y la clase obrera, de la religión y la revolución, del pluralismo ideológico y político, del poder y la negociación, del poder y la diplomacia, de las mediaciones, de la economía mixta, de la transición, de lo necesario y no negociable, de lo nuevo y espontáneo que crea y organiza (González Casanova, 1984a: 19). Nuestro autor hizo mención de la cantidad de militantes-investigadores que trabajaban en el seno de las organizaciones de masas y en los movimientos populares. Insistía en que se debían estudiar así las guerras del imperialismo en todos sus niveles, las democracias emergentes y desarmadas. Alertó sobre cómo los neoconservadores y eurocomunistas trataban de descaliicar al latino y al africano que buscaban la liberación. En este mismo sentido expresó que la historia que iba apareciendo a través de la literatura, la teología, la pedagogía, la ilosofía y la sociología en América Latina, era “un camino muy distinto al europeo, al de Marx y al de Lenin, o al de sus escuelas en el nuevo mundo. Si Marx va —en este terreno— del capitalismo al colonialismo, del descubrimiento de la lucha de clases al tan difícil para él de la cuestión nacional, y Lenin va del capitalismo al capitalismo monopólico y de allí al imperialismo, o de la Revolución en Rusia y de allí a los procesos liberadores de Asia, África y América Latina, el nuevo pensamiento social latinoamericano no sigue ni esas pautas ni las de sus precursores doctrinarios que aplican o ajustan modelos, o que con escuelas y partidos buscan relaciones sociales concretas, como lo hicieron en forma genial Mella en Cuba y Mariátegui en Perú” (González Casanova, 1985: 36). Pablo González Casanova sitúa una manera de pensar propia en América Latina a partir de sus propios recursos epistemológicos. Sobre todo inspirado en las revoluciones de Cuba y América Central. Los eventos por sí solos daban cuenta de una necesidad: la de hacer la historia de América Latina desde sus pueblos y con los propios recursos cognitivos, experienciales y metodológicos. Martí, Sandino, Mariátegui, Fidel Castro, García Márquez, Gustavo Gutiérrez, Paulo Freire y otros creadores del nuevo pensamiento latinoamericano, generaban una cultura de comunicación alternativa a la de las dictaduras y las tiranías del continen203 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL te. Para González Casanova recuperar y hablar de este pensamiento era renunciar y rechazar el lenguaje dominante, el discurso autoritario, paternalista y represivo. La comunicación alternativa, postulaba, “parte de los problemas minuciosos que encuentra en la clase dominante, en especial parte de la mentira, de la deshonestidad, que tiene una dimensión epistemológica y política” (González Casanova, 1985d). Por estas razones era importante para González Casanova romper con la barrera de los temas prohibidos, los conceptos tabú, la ambigüedad del lenguaje y del discurso de la clase dominante. La retórica de la liberación usaba todo tipo de recursos y medios, como la homilía, el maniiesto, la canción, el teatro para comunicarse con el pueblo. Si realmente se quería hacer la historia del continente, González Casanova recomendaba ser un disidente de la mentira. De esta manera los pueblos latinoamericanos en su historia se miraban bajo el crisol de la democracia. González Casanova (1985e: 36) consideró que a inales de los setenta y principios de los ochenta un fantasma recorría América Latina, era el espectro de la democracia. Este interés por la democracia surgía en el continente después de los fracasos del populismo, de la izquierda autoritaria, de la derecha insensible a las demandas populares y del Estado represor. El pueblo quería el poder y eso era lo nuevo en América Latina. La sociedad civil buscaba ser la protagonista de la historia en torno a la democracia, pero el pueblo se insertaba en esa lucha de una manera muy otra: no era la ciudadanía de Montesquieu, ni los partidos comunistas de Lenin o Mao, era la lucha del pueblo trabajador que quería un Estado antintervencionista, antigolpe militar, con pluralismo ideológico, que reconociera autonomías y la participación popular. Se trataba de un poder autónomo que no sólo criticaba al Estado, esta crítica en realidad ya la hacían los neoconservadores; no se trataba sólo de defender a la sociedad civil: desde hace bastante tiempo lo hacían los herederos de Locke y Hegel. Se trataba de que el pueblo y sus organizaciones, al lado de la clase obrera, tomaran el poder para democratizar las relaciones sociales del continente. El nuevo movimiento obrero democrático, político y revolucionario descubría que había diferencia entre política y poder. Se hacía política para tomar el poder, a veces preparándose para una larga lucha en la esfera política desde diferentes frentes: organizaciones cívicas, movimiento obrero, milicias populares, elecciones, 204 HACER LA HISTORIA DE AMÉRICA LATINA frentes, colectivos. El poder del pueblo se volvía meta del pueblo. Se vinculaban las luchas por la democracia con las luchas por la liberación y el socialismo, pero para ello el pueblo tenía que hablar, decir su palabra escrita o en discurso oral, porque en la acción también el pueblo airmaba, negaba, consentía o refutaba. En este periodo histórico los historiadores tenían una tarea al lado de la gente que habitaba el continente de aquellos años. Si la dominación colonial e imperialista era en gran medida cultural, entonces se requería narrar la identidad del pueblo que no quería ser más siervo de nadie. Esta era la visión que sobre América Latina tenía Pablo González Casanova, sobre ella habría que construir la historia. narrar lo Que somos para impeDir el paso al imperialismo Con los pobres de la tierra / Quiero yo mi suerte echar… José Martí No existe otro pensador latinoamericano que haya comprendido de manera tan clara la necesidad de la lucha antimperialista de los pueblos latinoamericanos como José Martí. Viajero infatigable de “nuestra América”, tuvo la suerte de encontrarse de frente a las realidades del continente cuando visitó México, Guatemala, Venezuela y contrastarlas con la “otra América”. En efecto, Martí vivió durante doce años en Estados Unidos, “donde su penetración genial tiene oportunidad de posesionarse de todos los elementos que integran aquella sociedad confusa y manejada por intereses espurios” (Marinello, 1993: 348). Ahí entendió el modo de proceder de la política estadunidense y dio razón de su rechazo a la injusticia social, concretamente en la discriminación racial del negro, el indio y el extranjero. De esta observación crítica, Martí accede a un tipo de pensamiento anticolonialista que supone la universalidad, unidad y libertad del hombre. Niega que la división de razas y la aceptación de la cultura europea sea el destino histórico de los pueblos. “Por eso, durante todo el tiempo que vive Martí en los Estados Unidos, es en verdad no el defensor de Cuba, no el libertador de Cuba: es el defensor y el libertador de todo el mundo, de toda su América, de la América Latina y el Caribe” (Marinello, 1993: 350). Su antimperialismo, aunque de manera idealista, rechaza el ataque a la “identidad fundamental humana”, no deja de advertir la opresión eco205 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL nómica que el imperialismo supone. Su mérito es haber reconocido el síntoma de este fenómeno y llamar a los pueblos latinoamericanos a luchar contra él. José Martí es un pionero del pensamiento socialista, porque descubre el síntoma de este mal sobre todo en lo relacionado con el colonialismo. Es verdad que años más tarde Lenin lo corroborará cuando estudie minuciosamente que el imperialismo como fase monopolista del capitalismo funde el capital inanciero con el de las industrias, a la vez que se reparte el mundo mediante políticas coloniales6 (Lenin, 1977: 98). Sin embargo, la intuición de José Martí sobre el imperialismo del que posteriormente hablaría Lenin es asombrosa. Cuando escribe: “el monopolio está sentado, como un gigante implacable, a la puerta de todos los pobres” (Marinello, 1993: 351), está ya señalando la fase que abrirá el imperialismo en lo referente a la política colonial. Pablo González Casanova ha reconocido que recibió una inspiración e inluencia fuertemente ideológica de Martí. Junto al libertador de Cuba, González Casanova siempre fue consciente de la larga historia de dominación colonial y neocolonial que sufre América Latina. Supo de la persecución contra nuestra cultura y de la destrucción en parte de nuestra cultura. “El colonialismo se empeña en construir pueblos-prisiones sin historia” (González Casanova, 1987a: 7). A propósito del tema, en 1979 González Casanova escribía: En América Latina existe hoy una población que vive una situación colonial. El desarrollo del capitalismo, desde sus inicios hasta la etapa del imperialismo, 6 Al respecto, Lenin airmaba que el imperialismo en su fase de capitalismo monopolista tenía cuatro características: “Primero: el monopolio es un producto de la concentración de la producción en un grado muy elevado de su desarrollo. Lo forman las agrupaciones monopolistas de los capitalistas, los cárteles, los consorcios y los trusts […]; Segundo: los monopolios han venido a recrudecer la pelea por la conquista de las más importantes fuentes de materias primas, sobre todo para las industrias fundamentales y más cartelizadas de la sociedad capitalista: la hullera y la siderúrgica […]; Tercero: el monopolio ha surgido de los bancos, los cuales, de modestas empresas intermediarias que eran antes, se han convertido en monopolistas del capital inanciero. Tres o cinco grandes bancos de cualquiera de las naciones capitalistas más avanzadas han realizado la ‘unión personal’ del capital industrial y bancario y han concentrado en sus manos sumas de miles y miles de millones […]; Cuarto: el monopolio ha nacido de la política colonial. A los numerosos ‘viejos motivos de la política colonial, el capital inanciero ha añadido la lucha por las fuentes de materias primas, por la exportación de capital, por las esferas de inluencia’ […]” (Lenin, 1977: 137-138). 206 HACER LA HISTORIA DE AMÉRICA LATINA ha sido determinante en la formación y renovación de ciertas razas y culturas oprimidas. Sus integrantes (indios americanos, negros africanos, asiáticos) viven una situación colonial: de persecución y genocidio, de opresión y dependencia, de discriminación y superexplotación, de depauperización y marginación (González Casanova, 1979: 5). Para nuestro intelectual las luchas de estos grupos han sido muy características, porque están ligadas a su cultura, su comunidad, su raza, sus organizaciones, pero las más signiicativas para el autor han sido las luchas por la nación y la lucha de clases. El debate ideológico y político de este punto en aquel momento se dividía en dos posiciones: quienes privilegiaban la lucha de la nación frente a la lucha de la clase trabajadora, y quienes lo hacían desde la fusión del indio a la clase obrera. González Casanova observaba que ahí se dividían las fuerzas democráticas y revolucionarias. Era el fenómeno del neocolonialismo que aparecía en esa época. En el Caribe, como se sabe, los indios fueron prácticamente eliminados. En México se mantienen grandes grupos gracias a su forma cultural y política. En Venezuela y Colombia existía en los setenta entre 10 y 15 por ciento de indios concentrados en regiones aisladas. En Chile comúnmente se ha intentado ocultar al indígena. González Casanova contabilizaba en esa época: “en América Latina existen 16 millones de indígenas que viven en sus comunidades, la mayoría coloniales, que inician con la llegada del capitalismo al continente y se reproducen hasta la época actual” (González Casanova, 1979: 6-7). Pablo González Casanova describió la situación del indio, el negro y el asiático de América Latina. El trabajo servil y la dominación en situaciones extremas era la clave para entender la vida de estos sujetos. A diferencia del sujeto negro latinoamericano, que tenía problemas para identiicarse con una clase, raza o nación y el mimetismo blanco o la clase trabajadora era a veces la única salida, el indio latinoamericano, a pesar de padecer la misma explotación que el negro, conserva un número signiicativo de comunidades, que se integran a una misma lengua, cultura, organización política y algunas veces militar (González Casanova, 1979: 12-13). Por cierto, las luchas de resistencia y liberación de las naciones y comunidades indias son incontables; con una estrategia defensiva y ofensiva subsisten hasta nuestros días y presentan las más variadas características políticas y militares. 207 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL Desde los primeros años de la colonia aparecen las luchas de liberación y las luchas proletarias teniendo como base el territorio, la raza o la cultura. Como el colonialismo y el neocolonialismo afectaron a indios y trabajadores e incluso a la pequeña burguesía, surgieron alianzas estratégicas contra las contradicciones del modo de producción y la dominación colonial. Para González Casanova “la superación de la doble contradicción colonial y de clase hasta ahora solamente se ha dado en Cuba. Ahí la lucha por la liberación devino lucha por el socialismo, y el proceso de independencia y descolonización general derivó en la instauración de un Estado en el que desaparece la propiedad privada de las empresas y cuya base social son los trabajadores (negros, blancos o mestizos) con creciente indiferenciación de la herencia colonial, de los prejuicios heredados de la dominación y explotación colonial y neocolonial” (González Casanova, 1979: 14-15); de hecho, el gobierno revolucionario acabó en pocos años con la discriminación racial. Por esos años, a inales de los setenta, González Casanova estaba persuadido de que esto no lo entendían a veces los investigadores marxistas que tornaban las categorías de lucha en conceptos metafísicos. Tampoco los antropólogos, quienes sólo veían en la lucha de la comunidad indígena el único camino de liberación, con lo que se oponían a todo lo “blanco, burgués, mestizo o proletario”. Olvidaban que el concepto de tribu, raza, nación, proletario, podían ordenarse en un frente común que descansase en un proyecto de lucha por la democracia, la independencia y el socialismo (González Casanova, 1979: 18-19); de otra manera se elegía una alternativa excluyente sin cuestionar el colonialismo interno ni la explotación neocolonial y capitalista. Visto así, el colonizado desaparece con su lenguaje, vive la vida como comedia, “el colonizado, esclavo en la conciencia, carece de proyecto y, a menudo, cuando se rebela, carece de opción” (González Casanova, 1987a: 9). Acepta todo del colonizador, hasta su teoría revolucionaria. A veces se libera a medias pensando sólo en lo “mexicano”, la “negritud”; no ve la cultura universal, la historia universal, no logra pensar que nada humano le es ajeno. Deiende las categorías coloniales como si fueran humanas. El problema es que exaltando un nacionalismo o etnia, se desliga de la lucha por la autonomía de la clase obrera y de la nación. Con el colonialismo se despolitiza, se debilita e incomunica a las minorías o 208 HACER LA HISTORIA DE AMÉRICA LATINA etnias de la nación y la clase obrera trabajadora. Alguna vez comentaba González Casanova que “cuando Mariátegui pide que nuestro pensamiento no sea ‘calca y copia’ piensa en estudiar la lucha de clases real, el movimiento social y político en que vivimos, con sus características especíicas y universales” (González Casanova, 1987a: 11). Entonces adquiere sentido hacer la historia de “nuestra América”. Pero hacerla pasa también por conocer la lucha política, la lucha por el poder y la lucha de clases que se expresan en el momento, en el pasado inmediato o en el tiempo de larga duración. González Casanova observó que el problema de la crisis de los años setenta se relacionaba con la dialéctica de las sociedades contemporáneas, puesto que tal crisis abarcaba tanto el mundo capitalista y el imperialismo, como las alternativas progresistas y revolucionarias. El reto era grande y exigía replantear los problemas de la comprensión y del lenguaje en todos los campos intelectuales. Entonces, en su tarea, los historiadores de “nuestra América” tenían el reto de presentar los aportes del pensamiento del pueblo latinoamericano al mundo entero. González Casanova tenía bien claro esto cuando al respecto declaró: “América Latina ha hecho aportaciones valiosas a la comprensión del mundo. América Latina ha cambiado al mundo. Cuba ha cambiado al mundo: manteniendo la dialéctica permanente de la lucha de clases en el capitalismo y el imperialismo ha descubierto y recreado la dialéctica revolucionaria desde 1959 hasta 1983” (González Casanova, 1987a: 21-22). En la década latinoamericanista de 1970, González Casanova se empeñó en trabajar categorías como la de pueblo, lucha de clases y en proporcionar relexiones a los actores políticos con el in de generar alianzas entre culturas indígenas, intelectuales, religiosos, obreros, campesinos: se trataba de hablar y escribir sobre nuestras luchas sin caer en generalizaciones o fetichizaciones de conceptos o categorías. El Salvador, Guatemala, Chile, Nicaragua, Cuba, eran ejemplos de esta historia del pueblo en lucha. Sobre esto expresaba: “la verdad es que la revolución latinoamericana no sigue muchos patrones clásicos, y que si los nuevos están registrados en nuestras conversaciones y discursos orales, en nuestras sistematizaciones e historias escritas poco es lo que hemos hecho para enriquecer la teoría con la riqueza que ya mostró la vida” (González Casanova, 1987a: 25). Creía que por lo regular había problemas para escribir nuestras vidas, nuestras luchas, nuestras razones de la realidad. Ante 209 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL esta carencia González Casanova interroga al intelectual investigador, autor de monografías y manuales de aquellos años: ¿No es increíble que hasta ahora no hayamos integrado la historia y la teoría del Estado y la revolución latinoamericana, que no hayamos hecho la antología o selección de las explicaciones y generalizaciones sobre los procesos de liberación, que no hayamos desentrañado sistemáticamente los distintos contextos de los Estados y las revoluciones que van desde el México de 1905 con la revolución de Flores Magón hasta la Guatemala del 45 con la de Arévalo y Arbenz, de los que van de Cuba en los cincuenta a Nicaragua en los setenta, o de los movimientos políticos reformistas que van desde el Uruguay de Batlle y Ordóñez a principios de siglo hasta la nacionalización de la banca en México en 1982? ¿No es increíble que hasta hoy mantengamos separados nuestros esquemas teóricos sobre la lucha de clases, la democracia, la socialdemocracia, el populismo, la liberación, del conjunto de monografías que hemos elaborado y de los conceptos clarísimos que aparecen en los discursos de los líderes revolucionarios desde Fidel Castro hasta los sandinistas? (González Casanova, 1987a: 25). El sociólogo mexicano comenzó a percatarse de que en nuestro continente se pensaba bastante y con calidad, sin embargo, al mismo tiempo observaba que éramos malos publicistas. Todo esto era producto del pensamiento colonizado que no sabe pensar autónomamente. Como lo creía Mariátegui y después lo conirmó Edmundo O’Gorman, “el problema de la copia, de la copia, de la copia, es muy americano. La naturaleza metropolitana es una copia del modelo ideal, y el colonizado copia aquella copia, que en el teatro (de la comedia o de los hechos) copia el actor” (González Casanova, 1987a: 30). La manera de pensar de un colonizado es cabizbaja debido a la violencia con que el colonizador impone sus leyes. En la cultura, el colonizador enseña lo que se debe saber en la escuela. “El problema es que en las colonias los esquemas están hechos de abstracciones, modelos y escuelas diseñados en las metrópolis, y ese hecho enreda la historia del idealismo. Cuando Hegel parte del supuesto de que la abstracción determina la realidad, lo hace desde su perspectiva imperial. El ilósofo colonizado, en cambio, está determinado por las abstracciones y generalizaciones imperiales (González Casanova, 1987a: 34). Desde esta perpectiva liberarse del pensar colonial era una premisa básica para narrar la historia de los pueblos latinoamericanos. Era necesario que los liberadores se pensasen como dominados en su lenguaje para 210 HACER LA HISTORIA DE AMÉRICA LATINA enterarse de la imposición discursiva de categorías, conceptos y maneras de ver el mundo que en las escuelas e instituciones les enseñaron según los modelos metropolitanos. Esto ayudaría a evitar la falsa rebelión; esto es, que el discurso del sujeto que busca liberarse no se convierta en dogmático y autoritario. Que no copie el modelo colonizador del pensador metropolitano, de otra manera se caería en un colonialismo interno en los ámbitos ilosóico, político e histórico. Pero para González Casanova tampoco se trataba de renegar de todo pensamiento por el sólo hecho de provenir de Occidente. “En el proceso de aprendizaje, en la formulación del discurso, el pensamiento liberador recoge todo lo que de humanista tiene el cristianismo, el catolicismo, el liberalismo, el socialismo, el marxismo-leninismo, el populismo y los acerca como una nueva realidad [y al respecto aclaraba] el nuevo discurso no disfraza, no confunde, no complica los argumentos. Con humildad trabaja la sinceridad como recurso retórico de la acción, y si se expresa con una pronunciación de pobre lo hace con dignidad, y si salta de unos argumentos y frases a otros es para recogerlos después, y recurre a la cultura de lo probable y de lo hipotético del pueblo” (González Casanova, 1987a: 43). Vistas así las cosas, el recurso de la honestidad remitía a una conducta no sólo buena moralmente, sino también justa políticamente. El pueblo al emerger como sociedad civil, poder colectivo popular, clase o etnia, aumentaba su fuerza en la historia común de todos. De esta manera era como la historia latinoamericana estaba intranquila. No había un espíritu absoluto que dirigiera sus destinos. Narrar lo que somos implicaba ruptura con quienes nos habían nombrado a su antojo. Bajo esta nueva psicología e historia de los sujetos latinoamericanos, el imperialismo de varias cabezas debía ser destruido. Este proceso comenzaba con la palabra, la nuestra, la que dice quiénes somos. Así, con ese supuesto, nuestro intelectual buscaba al pueblo latinoamericano en su historia. el movimienTo obrero y la hisToria políTica De los campesinos laTinoamericanos En 1977 Pablo González Casanova se dio a la tarea de concretar un gran proyecto: hacer la historia de América Latina de la primera mitad del siglo xx. En ese mismo año ya había coordinado el libro América Latina 211 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL en los años treinta (1977a), pero al que hacemos referencia, América Lati­ na: historia de medio siglo, tenía el espíritu que en los dos apartados anteriores se plantearon. Ese proyecto lo llevó a cabo como coordinador de un grupo de investigadores y como resultado aparecieron para su publicación dos volúmenes. El sociólogo, con su capacidad de convocatoria conocida, logró agrupar para el volumen primero de este trabajo a intelectuales de la talla de Marcos Kaplan, René Zavaleta Mercado, Vania Bambirra, Theotonio Dos Santos, Antonio García y Agustín Cueva, entre otros. La convocatoria fue plural debido al objeto de estudio especíico: aunque los países de América Latina tuvieran rasgos comunes en cuanto a su cultura, economía y sociedad, así como la forma de dirigir sus luchas contra el colonialismo ibérico primero, y el imperialismo estadunidense, después, existían especiicidades en cada uno de ellos. Consideró que estas diferencias en su Estado y sociedad merecían un análisis histórico. En todo caso, airmaba, “ainidades y diferencias exigen un estudio a la vez general y especíico de las características de cada Estado. Las variedades de América Latina no sólo cuentan para comprender y actuar en la escena política de cada país. Constituyen la base de una historia que siendo racional conforme se desarrolle será, cada vez más, latinoamericana e internacional” (González Casanova, 1977b: VII). El planteamiento suponía que conociendo esas diferencias se podrían tener mejores condiciones para realizar un proyecto latinoamericano conjunto en la lucha por la liberación. Siendo un trabajo pionero en la historia contemporánea de América Latina, la obra contribuiría según su coordinador, a alentar nuevos estudios históricos contemporáneos, nuevas monografías y síntesis acerca de las luchas de liberación en América Latina. Su carácter concreto, su sentido del tiempo y de la vida social, sin duda presionará para salir de ese torpe debate en que se busca deinir el “ser” de América Latina como mero modo de producción, o el “ser” de los latinoamericanos —personas y grupos— como entes y sustancias que escapando a las relaciones históricas concretas carecen de realidad y de memoria (González Casanova, 1977b: VII). El autor de La democracia en México celebró el que este trabajo fuera la primera historia de América Latina de esos años, es decir, contemporánea. Reiteradamente se quejaba de que los historiadores por lo común no se ocuparan de la historia inmediata. De los autores que participaron en la 212 HACER LA HISTORIA DE AMÉRICA LATINA obra dijo: “en cuanto a la ideología de los autores, cabe decir que todos practican o buscan practicar un análisis de clase. Al invitarlos a colaborar no pretendimos nunca que se ajustaran a una sola línea de pensamiento y lucha. Ni discutir si les era aplicable o no el caliicativo de marxistas. Son hombres progresistas e intelectuales del más alto nivel, algunos con todos los títulos culturales y revolucionarios” (González Casanova, 1977b: VII). El texto abarca la historia de Argentina de 1925 a 1975; la de Bolivia de 1932 a 1971; los primeros 50 años del siglo xx en Brasil y Colombia; Chile de 1920 a 1970; Ecuador y Paraguay de 1925 a 1975; Perú de los años veinte a los setenta; Uruguay de los años treinta a los setenta y Venezuela de 1926 a 1975. En el segundo volumen participaron: José Luis Vega Carballo, Julio Le Riverend, Mario Salazar Valiente, Ricardo Pozas Horcasitas, Julio Labastida Martín del Campo, por sólo mencionar algunos nombres. El volumen se detiene también en medio siglo de historia contemporánea en Costa Rica de 1930 a 1975; en Cuba 1933 a 1975; en El Salvador de 1920 a 1980; en Haití de 1930 a 1975, lo mismo en Guatemala y Honduras; en México, en dos periodos de 1929 a 1940 y de 1940 a 1970; en Nicaragua desde inicios del siglo xx a 1975; en Panamá de 1925 a 1975; en Puerto Rico de principios de siglo xx a 1940 y en República Dominicana de los años treinta a los setenta. La gestión para dirigir este tipo de retos no quedó ahí. De la producción de este proyecto se derivaron otros correspondientes a concretar una idea central: narrar la historia del movimiento obrero y campesino en América Latina. Entonces, para 1984 salió a la luz Historia del movimiento obrero en América Latina en cinco tomos. Ahí también Pablo González Casanova fue coordinador. Para él, analizar el estado histórico del movimiento obrero en el continente permitiría comprender las distintas situaciones en las que se encontraba la realidad latinoamericana y así estar en mejores condiciones para tomar postura con respecto a la lucha por el socialismo y la liberación. En primera instancia se percataba de que “la lucha por la hegemonía de la clase obrera latinoamericana no ocurre en un Estado hegemónico. De este modo, no sólo es lucha por imponer el dominio de una clase que dirija a sus aliados y domine a sus opositores en un Estado metropolitano, sino lucha que se plantea de nación a nación y de nación a Estado, ya sea en los inicios del movimiento, ya conforme éste se profundiza y avanza en enfrentamientos sucesivos 213 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL contra el Estado-dependiente y contra el Estado-metropolitano, contra el Estado local, el Estado-sucursal, o contra el “Estado de estados” (González Casanova, 1985g: 445). También era evidente que el movimiento obrero del continente se enfrentaba al imperialismo como capital monopólico y como Estado. El autor de La democracia en México observaba que no pocas veces se cometían errores de apreciación, sobre todo al querer ver al imperialismo como único objetivo de lucha (movimientos populistas o nacionalistas) o sólo como lucha de clases a nivel local. En el caso de Latinoamérica, González Casanova (1985g: 445) aseguraba que la lucha en ese momento era contra la hegemonía de la burguesía local, metropolitana, además del Estado dependiente. Señalaba que los grupos dominantes usaban técnicas variadas para mantener el poder: desde formas tradicionales de cultura colonial, hasta las más tecnológicas usadas por el neocolonialismo y el nuevo capitalismo. Siendo congruente con su línea de pensamiento, insistía en que las “visiones de mundo” de los conquistadores, fueran ibéricos o criollos, burguesía nativa o funcionarios del imperio, buscaban imponerse mediante mecanismos de colonialismo cultural. Esto es, los discursos laicos o religiosos mantenían una constante presión sobre la base de conceptos como desarrollo, progreso y civilización, con lo que las masas terminaban por creer en el futuro fantástico de la clase dominante. Denunciaba que este dominio cultural se manifestaba incluso en la actitud rebelde del propio pensamiento revolucionario, en el sentido de que las revueltas sólo contra el imperialismo olvidaban la lucha de clases interna y los partidos y organizaciones que privilegiaban la lucha contra la burguesía local, olvidaban el problema de la liberación nacional. Desde esta perspectiva, para el autor de Sociología de la explotación, las diferencias del movimiento obrero latinoamericano respecto al de los países capitalistas avanzados eran muy marcadas. En América Latina se combinaba la discriminación colonial con la estratiicación neocapitalista lo que diiculta la organización de los trabajadores. Además las formas de dominio no eran expresadas de manera nítida: ni el propietario ni el proletario aparecían como realidades hegemónicas o antihegemónicas. Dentro de las luchas se combinaba lo nacional, lo blanco, extranjero, indio, mestizo, negro, socialista, populista y comunista. Encontrar un punto de unión se tornaba casi imposible en los discursos de las vanguar214 HACER LA HISTORIA DE AMÉRICA LATINA dias para las masas, debido a la dimensión colonial en que se encontraban ambos (González Casanova, 1985g: 447). Esta situación fue aprovechada por las clases dirigentes, ya que éstas encontraban una manera fácil para diezmar y aislar cualquier movimiento de masas. Las formas eran el soborno, la traición y la masacre. En América Latina los gobiernos locales y sus burguesías, desde principios del siglo xx, habían buscado tener de su lado los movimientos obreros, creando centrales y confederaciones que permitieran la burocratización de la actividad proletaria, separándola de los campesinos, indígenas y del movimiento popular. Las negociaciones y concesiones al movimiento obrero latinoamericano, le habían permitido a la clase dominante golpear y someter a los campesinos, indígenas y sectores semicoloniales debido a su marcada desorganización. Pero el domino cultural colonial era más efectivo. Los modos de ser que imprimían las clases hegemónicas expresados en autoritarismo, ignorancia, indolencia, racismo, desprecio al diferente, en bastantes ocasiones eran asimilados por las propias organizaciones rebeldes (González Casanova, 1985g: 453). Esto podía revertirse, pensaba González Casanova, sólo si las organizaciones proletarias y populares se declararan autónomas política y culturalmente. Concretamente en pensar una manera diferente de hacer política, de organizarse, de ser éticos, de aprender a hablar, de ser autogestores y activistas honestos (González Casanova, 1985g: 454). Los ejemplos de esto en aquellas décadas eran Cuba y Nicaragua. En suma, la productividad intelectual de González Casanova, su capacidad de convocatoria y el lugar que se había ganado como sociólogo e intelectual en México, se había extendido a varios países de Latinoamérica. En 1984 coordinó Historia política de los campesinos latinoame­ ricanos en cuatro tomos. El proyecto, es asombroso, fue la primera historia de los campesinos latinoamericanos como actores políticos. La carencia académica que observaba González Casanova era que a los campesinos no se les había estudiado como actores en el tiempo contemporáneo. En estos libros los temas eran variados, pero expresaban tópicos muy parecidos, tales como conquistas, paciicaciones, incursiones, guerras de castas, guerras internas, por lo menos desde los siglos xvi y xvii hasta 1948 (González Casanova, 1984: 10). Al sociólogo le interesaba que se vincularan los estudios sobre estos sujetos con la memoria colectiva de los mismos para luchar con mayor seguridad teórica y prác215 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL tica por la tierra, la autonomía, la comunidad y la dignidad humana. Para él, en esos libros aparecía: una historia de la conciencia campesina diversa de la historia de las escuelas y doctrinas que llegan a tener inluencia entre los campesinos. Hay una historia de la conciencia campesina frente a las políticas indigenistas y agraristas que acomete el Estado, o que realizan las instituciones indigenistas interamericanas. Existe una cierta conciencia histórica o política y a veces revolucionaria, del paternalismo conservador, del liberalismo autoritario, del indigenismo agrarista, populista, reformista, del indigenismo interamericano y del más reciente de los antropólogos indianistas (González Casanova, 1984: 10-11). Quería hacer patentes las luchas epistemológicas de los pueblos, indios, campesinos, obreros, contra las escuelas y doctrinas que buscaban explicar la psicología de éstos. Al estudiar a los obreros y campesinos de América Latina como actores políticos, se comprendían las luchas nacionales y la preparación de frentes políticos amplios para luchar contra la explotación y el colonialismo. Para él los campesinos eran sujetos políticos que habían alimentado la cultura agraria, nacional y revolucionaria de los países latinoamericanos. Estudiarlos en el sentido de sacar a la luz su acción social, permitía comprender cómo habría de ser la democracia en el continente. En este sentido, cualquier democratización de América Latina pasaba por el desarrollo de los movimientos campesinos en una dialéctica que no era campesinista u obrerista, sino de campesinos y obreros, pobladores y clases medias, y hasta de algunos ricos que se juntaban a ellos, a los movimientos populares y al movimiento del pueblo en lucha por la independencia nacional y por la democracia revolucionaria, viejas luchas en que el indio y el campesino son pioneros y sin cuya presencia es incomprensible la historia de América pasada o actual. Todo este impulso epistemológico, político y moral, coincidió con que a inales de 1982 la Universidad de las Naciones Unidas (unu) y el Instituto de Investigaciones Sociales de la unam iniciaron una serie de investigaciones sobre las Perspectivas de América Latina (pal). Dicha investigación formaba parte de un proyecto de mayor alcance porque incluía no sólo a Latinoamérica sino a África, Medio Oriente y Asia. El entonces vicerrector de la unu, Kinhide Mushakoji, le imprimió al proyecto una especie de estilo epistemológico nuevo: se trataba de cientíicos sociales “con plena conciencia de la necesidad de superar las teorías de tipo eurocéntrico y las 216 HACER LA HISTORIA DE AMÉRICA LATINA metodologías desarrolladas del norte, las cuales con frecuencia son demasiado simplistas para captar la complejidad del proceso de transformación social que tiene lugar en el Tercer Mundo” (Mushakoji, 1990: 5). Este estilo epistemológico de nuevo tipo le llamó la atención a González Casanova y se enganchó en él al lado de un consejo consultivo al que pertenecieron Daniel Camacho, Theotonio Dos Santos, Carlos Tello, Enzo Falleto, Lorenzo Meyer, Hugo Zemelman y otros más. El consejo trabajaba en forma colectiva e individual mediante seminarios, talleres, mesas redondas sobre temas relativamente poco estudiados hasta entonces, como los movimientos sociales populares, las teorías y prácticas del Estado, la democracia emergente, la cultura política y el poder, los conlictos políticos y el cambio institucional (González Casanova, 1990: 11). El proyecto fue posible no sólo por la diversidad de modos de investigar tanto en la metodología como en la teoría, sino también por el apoyo institucional del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso), la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) y la Asociación Latinoamericana de Sociología (alas), las cuales brindaron la posibilidad de que la pal organizara equipos de investigación en cada uno de los países de América Latina, así como tres redes regionales que abarcaron el Caribe, México-América Central y América del Sur. Se trató de un estímulo para que investigadores del mismo continente estudiaran por primera vez el Tercer Mundo, de tal manera que se estableció una red de seminarios y grupos de la región que al estudiar distintos elementos de sus países permitió articular los análisis y acontecimientos que antes estaban separados, además de poner atención en lo a que epistemología de las ciencias sociales se reiere. En ese entonces se lograron realizar alrededor de 300 estudios sobre movimientos sociales, 169 sobre fenómenos de democracia emergente, 43 sobre teoría del Estado y partidos políticos, 43 sobre la crisis, 34 sobre cultura política y de poder, lo que dio un total de 1 028 trabajos (González Casanova, 1990: 12). De este gran proyecto se creó también la colección Biblioteca América Latina: Actualidad y Perspectivas, que coordinó González Casanova. Se trataba de un proyecto en el que investigadores de treinta países de Sur y Centro América, el Caribe y México estudiarían las realidades de sus regiones desde el marco de la pal. Se buscaba analizar la crisis mundial contemporánea vista desde el Tercer Mundo, desde una óptica de la periferia y no desde el centro del mundo. 217 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL El objetivo era aumentar el conocimiento respecto a la conciencia política, técnica y cientíica de nuestros países. Los temas representan una verdadera agenda de investigación para los problemas y soluciones de América Latina. El coordinador dividió las temáticas en cinco elementos: a) el conocimiento actual sobre la crisis y el futuro de América Latina; b) los Estados-nación en América Latina: sus tendencias históricas recientes y sus perspectivas futuras; c) los sistemas y partidos políticos en América Latina; d) los movimientos populares en América Latina y e) la historia y la política (González Casanova, 1990a). En esta Biblioteca salieron una gran cantidad de publicaciones auspiciada por la unu y producto del trabajo de los miembros del pal que coordinaba González Casanova. Por mencionar algunos de los trabajos del periodo de 1984 a 1990 está el que coordinó el mismo González Casanova, Cultura y creación intelectual en América Latina (1984), Movimien­ tos populares en Centroamérica (1985) dirigido por Daniel Camacho y Rafael Menjívar; en 1986 Domingo Rivarola coordinó Movimientos so­ ciales en el Paraguay; Jorge Alonso estuvo al frente de Democracia emer­ gente y partidos políticos (1987); Gilberto Guevara Niebla escribió La democracia en la calle. Crónica del movimiento estudiantil mexicano (1988); en 1989 Lorenzo Meyer y José Luis Reyna coordinaron, Los sistemas po­ líticos en América Latina y Hugo Zemelman hizo lo mismo con Cultura y política en América Latina (1990). Era una gran agenda de investigación como la que proyectó en La democracia en México: la democracia, el Estado, los partidos, los movimientos sociales, los sistemas políticos; además se agregaban otros: la creación intelectual, la cultura, la democracia emergente. Aunado a todo esto, González Casanova fue capaz de coordinar también en 1984 un texto sobre Estados Unidos. Lo que hizo fue trasladar la visión que tenía para comprender América Latina, a Estados Unidos. En Estados Unidos, hoy (1984b) González Casanova reúne esta vez a investigadores estadunidenses para que escudriñen la fuerza y la violencia de ese país en sus relaciones con el mundo, a partir de una explicación de la fuerza y la violencia de sus luchas internas. Se percató de que cuando se analizaba de esta manera una nación como Norteamérica, la sorpresa era que las contradicciones que encerraba el imperio eran propias de las colonias. Clases y culturas, razas y tecnologías, masas y minorías hacían de Estados Unidos un país parecido a 218 HACER LA HISTORIA DE AMÉRICA LATINA los denominados periféricos. Distinto por su riqueza, por su energía moderna y dominante, por su metrópoli más extendida, alta y completa en sus ediicios e industrias de instrumentos, Estados Unidos, airmaba el coordinador de estos trabajos, se asemejaba a los países coloniales por sus discriminaciones culturales. Aunque existía una resistencia cultural por parte de los intelectuales estadunidenses a aceptar y a vincular las categorías de colonialismo y clases, o las de lucha por la descolonización, la democracia y el socialismo, para González Casanova en los hechos quienes habitan Estados Unidos, como el negro, el chicano, el indio eran bastante sensibles a las luchas del pueblo latinoamericano (González Casanova, 1984b: 10). También, los obreros y campesinos de América Latina tenían mucho en común con sus homólogos de la América sajona: ambos sufrían el peso del imperialismo; ambos eran parte del pueblo al que González Casanova se refería constantemente en sus libros y artículos de esos años. auToDeTerminación y heGemonía Del pueblo En 1983 en la editorial Siglo XXI salió a la luz el libro No intervención, autodeterminación y democracia en América Latina, coordinado por Pablo González Casanova. Ahí autores como Jorge Carpizo, Daniel Camacho, Carlos Monsiváis, Julio Le Riverend, Atilio Borón, Hugo Zemelman, al lado de González Casanova, otorgaban importancia al nuevo discurso latinoamericano contra la intervención extranjera hegemónica, colonialista y neocolonialista. La obra, a los ojos de González Casanova, contribuía de una manera original al reconocimiento de la fuerza y los derechos de los países coloniales, subdesarrollados y dependientes. El tema de la autodeterminación de los pueblos estaba en la base de esta relexión. Pero también la situación colonial y neocolonial de América Latina otorgaba a la lucha por la democracia en el continente “el triple carácter de una lucha del pueblo por la soberanía frente a las clases dominantes, por la integración autónoma de las poblaciones coloniales internas, y por el fortalecimiento del pueblo o nación-Estado frente a las naciones-Estados dominantes” (González Casanova, 1983: 68). Este último punto, el poder del pueblo, comenzaba a parecerle a González Casanova crucial para la resistencia y el triunfo de las clases oprimidas frente a la intervención colonial (guerra-conquista) y neocolonial 219 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL (intervención militar). Para los autores del libro el énfasis en la democracia pasaba por la autodeterminación de los pueblos, pero también eran conscientes de que en la historia de América Latina se registraban bastantes intervenciones político-económicas contra los procesos de democratización. González Casanova (1983: 71) al respecto decía que “la combinación de intervención militar extranjera y guerra interna, de invasión y golpe de Estado no sólo obedece a la integración de la historia de las invasiones extranjeras con las guerras de conquista y reconquista, sino a la integración de las clases dominantes y los ejércitos del sistema interamericano dominado por Estados Unidos y que recuentra, con la vieja historia de la conquista, la historia clásica de la lucha por el poder en América Latina a través de cuartelazos, pronunciamientos y golpes militares”. Para los años ochenta en que se escribía esto, Pablo González Casanova no ignoraba que los proyectos democráticos del pueblo serían inviables sin una fuerza política, económica y militar que los impulsara y defendiera. El caso de Uruguay y Chile, que en los setenta mostraron avances importantes en cuanto a democracia partidaria se reiere, los golpes de Estado solapados cínicamente por el imperialismo estadunidense dejaban sin esperanza a aquellos países (Centroamérica y el Caribe) que en mucha de su historia se vieron sujetos a intervenciones políticas y militares por parte de Estados Unidos. De esta manera, los proyectos democráticos en América Latina debían emplear la lógica y el lenguaje de la fuerza para defender su soberanía. González Casanova observa que la hegemonía y el poder del pueblo comienzan a suceder en la historia de los sujetos concretos de por lo menos Cuba, Nicaragua y El Salvador. Así, se da a la tarea de teorizar esa nueva praxis política y revolucionaria para América Latina y el mundo. Paradójicamente en la década de 1980 muchos intelectuales y académicos comenzaron a dejar de utilizar los conocimientos adquiridos frente a los acontecimientos de “nuestra América”. Términos como imperialismo, explotación o socialismo, que en los años sesenta y setenta fueron enriquecidos por las experiencias de los pueblos latinoamericanos, no pocos políticos y cientíicos sociales comenzaron a ignorarlos, inhibirlos y fomentar fobias sobre su uso intelectual. Curiosamente, marxistas, miembros de los partidos comunistas, socialistas, trotskistas, marxistas-leninistas, se desplazaban hacia posiciones políticas más conservadoras y conciliadoras 220 HACER LA HISTORIA DE AMÉRICA LATINA con el aparato de dominación. El lenguaje cambiaba hacia conceptos como socialdemocracia, eurocomunismo, republicanismo, parlamentarismo, centroizquierda, moderados, etcétera. El marxismo y Marx se distanciaban;7 sus antiguos profetas ahora renegaban de su pasado. Parecía que el concepto que tanto trabajó González Casanova en los años sesenta, a saber, la democracia, se convertía en el único valor desde el que habría de partir el desarrollo de los pueblos. Así, los antiguos marxistas se convertían en demócratas. Contrariamente, Pablo González Casanova se acercaba cada vez más a Marx y teorizaba con mayor énfasis las categorías de explotación, socialismo 8 y liberación conjugadas dialécticamente con las propias, a saber, la democracia y el colonialismo interno. Su análisis de esta situación era que, el ocultamiento de la lucha contra el imperialismo, el ocultamiento de la lucha de clases entre los países imperialistas y los socialistas, y la reducción de los objetivos a una mera lucha por la democracia son características principales de un cierto marxismo de “blancos”, “metropolitanos”, “socialdemócratas”, “eurocomunistas” y demás epígonos sutilmente colonizados. Una respuesta 7 En contraste, González Casanova en los ochenta se expresaba así del marxismo: “En este último tercio del siglo xx el pensamiento socialista es universal; el gran movimiento ilosóico-revolucionario conocido como marxismo es el primero en la historia del hombre que tiene características ecuménicas. En forma paradójica, ese pensamiento y ese movimiento se encuentran en crisis de conceptos, lenguajes y prioridades. La esencia misma del fenómeno que les ha permitido comprender y cambiar el mundo, las relaciones de explotación, por una causa u otra no siempre ocupa el lugar central y sistemático del análisis y la política, ni es motivo de especiicaciones en la comprensión y el cambio de otras estructuras sociales y políticas que, vinculadas a las relaciones de explotación, desentrañen el movimiento concreto y vario de aquéllas, y la autonomía relativa de éstas como mediaciones sobre las que se puede y debe inluir pero que sólo encuentran concreción cabal en un mundo donde las dos terceras partes de la humanidad siguen siendo explotadas por los propietarios privados de los medios de producción, en formas relativas y absolutas” (González Casanova, 1980a: 14). 8 A contracorriente González Casanova airmaba: “En el mundo actual no hay más alternativa que el socialismo. El socialismo real e ideal sigue siendo la única alternativa viable para acabar con la relación de explotación, con las miserias y desigualdades brutales, con el desorden de la producción, y con uno de los motivos más importantes de la opresión y las guerras: los negocios, el lucro, la maximización de utilidades. La alternativa al socialismo real será tanto más viable cuanto éste se fortalezca más frente al mundo capitalista y el imperialismo. Entre esas prioridades cabe perfectamente una política de nuevas medidas para aumentar la igualdad y la libertad del hombre socialista, pero sólo con una lógica de poder que se ije como primer objetivo orgánico la eliminación universal de las relaciones de explotación” (González Casanova, 1980a: 14). 221 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL solamente nacionalista, con ocultamiento de la lucha de clases en la nación o a nivel internacional, y ninguneo o menosprecio de la lucha por la democracia es una pobre respuesta, que no corresponde a la experiencia de la liberación y el marxismo en el mundo contemporáneo (González Casanova, 1984c: 15). González Casanova aceptaba que al marxismo siempre le costó trabajo captar el problema colonial. Por nacer en Europa, el marxismo siempre tuvo poca conciencia anticolonial. Pero para nuestro sociólogo el ninguneo de la lucha anticolonial era precisamente parte del colonialismo y el neocolonialismo. El eurocomunismo y los socialdemócratas, decía, no querían ver al trabajador colonial y menos a la población o al pueblo colonial. Aseguraba que el colonialismo era parte de la lucha de clases, pero ese descubrimiento epistemológico no lo habían registrado los marxistas europeos. Al contrario, el pensamiento marxista en Asia, África y América Latina entendió ese problema con mayor facilidad a través de las experiencias de liberación sucedidas en China, Vietnam, Cuba o Mozambique. En este sentido González Casanova señalaba un punto fundamental: En Asia, África y América Latina la liberación de los pueblos fue dirigida por frentes, alianzas, coaliciones y no por el partido comunista. Las categorías con las que hicieron los sujetos de liberación su análisis histórico y político fueron las de etnia, nación, pueblo, y de ellas pasaron a la de clase. “Los objetivos de la lucha fueron la independencia nacional, las libertades y los derechos políticos —incluida la lucha por la democracia como fenómeno puramente político— o la lucha por la independencia económica y la justicia social tanto en sus variantes populistas y socialdemócratas del Tercer Mundo (con la correspondiente supericialización del marxismo) como en los planteamientos que a partir de esas luchas profundizaron en la del socialismo” (González Casanova, 1984c: 16). A las masas se les hablaba de liberación y no de socialismo, porque ellas debían de hablar y comprender éste a través del proceso de emancipación. De esta manera los conceptos debían adquirir realidad en el pueblo para evitar reiicaciones producto de las mediaciones que hacían los gobernantes al servicio de los colonialistas y el imperio. En América Latina los conceptos de liberalismo, democracia, nacionalismo, populismo, socialdemocracia, debían ligarse dialécticamente con los conceptos del socialismo y del marxismo-leninismo. Se trataba de llevar esos con222 HACER LA HISTORIA DE AMÉRICA LATINA ceptos a la precisión de un análisis de la lucha de clases. Entonces, la tarea del pensador latinoamericano consistía, al decir de González Casanova, en desmitiicar los conceptos y enriquecerlos. En este sentido, luchar contra los reduccionismos en el marxismoleninismo y el pensamiento nacionalista era una tarea para comprender el neocolonialismo y encontrar los métodos idóneos de la acción revolucionaria y anticolonialista.9 Así, marxismo, colonialismo, etnia, nación, pueblo y democracia eran conceptos que se enriquecían con el análisis de la realidad social. Pablo González Casanova buscaba conciliar los conceptos y la práctica al ejempliicar que en las luchas de los pueblos por su liberación (Cuba, Nicaragua) se tejían alianzas políticas. Esto es, en las luchas de los pueblos, socialismo e independencia se enriquecían; partidos comunistas y frentes populares se unían. Era entonces fundamental comprender el neocolonialismo como forma política y económica de acumular riquezas a costa de los pueblos sometidos; por esta razón el neocapitalismo no se entendía sin el colonialismo. Congruente con esto, en esta década, producto de su encuentro personal con la lucha centroamericana, González Casanova utilizaba y recreaba el concepto gramsciano de hegemonía a la luz de la revolución latinoamericana. La dialéctica de la imaginación empezaba nuevamente a hacer efecto en el pensamiento del autor de El poder al pueblo. No ignoraba que su aparente nueva posición era vista negativamente por quienes lo habían considerado un intelectual liberal, de izquierda, pero moderado.10 Para él era evidente que había un conocimiento que estaba prohi9 Pablo González Casanova conocía el proceso histórico del marxismo en América Latina. No era un ignorante de esto. En octubre de 1983 desde Kumrovec, región de la antigua Yugoslavia, escribió un artículo “Sobre el marxismo en América Latina” (1988a). Ahí presentó un recuento de este proceso para enfatizar, una vez más, la necesidad de vincular el socialismo con la democracia, la defensa de la soberanía y la liberación nacional. Era bastante claro que González Casanova, como la Revolución Cubana, se habían convertido en marxistas sin dejar de ser martianos. 10 Al respecto Gastón García Cantú le cuenta a Gabriel Careaga: Pablo González Casanova “tuvo una cuidadosa deinición de su conducta política al aparecer siempre como un hombre a la izquierda de la Revolución Mexicana, sin que ello quiera decir que hubiera sido un ferviente de Cárdenas, porque siempre tuvo ante el general una actitud distante; él estaba a la izquierda de la Revolución. Esa imprecisión en sus seguidores se transformó en la idea de que ser de izquierda era convertirse en compañero de viaje del Partido Comunista y adversario del gobierno […] fue un crítico de la Revolución, dentro de la Revolución, que luego terminó en una especie de fe metafísica sobre el socialismo 223 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL bido, que sus conceptos eran convertidos en tabú. Uno de estos era el de la hegemonía del pueblo que anunciaba el cambio histórico. Pablo González Casanova ve en esos años, como más adelante lo abordaremos, a diferencia de otros colegas y adversarios políticos suyos, que un nuevo pensamiento revolucionario mexicano que viene de los pobres va adquiriendo experiencia en las distintas luchas por la soberanía nacional y popular. Cuba, Nicaragua y El Salvador eran también ejemplos concretos de este conocimiento político. La tarea del intelectual entonces era recuperar las formas concretas de pensar y hablar del pueblo para vincularlo con todos los movimientos de liberación frente al imperialismo. En el mundo de la liberación, desde Centroamérica, México y el Caribe, aunque con matices y diferencias marcadas, surgía una nueva lucha por la democracia y la libertad contra el tirano, el imperio y la oligarquía. Sobre ella González Casanova (1985h: 10) discurría: “se advierte en ella cómo va el pueblo al poder, entre contradicciones; pero al poder. Toda la historia actual de Centroamérica parecería conirmar y precisar que sin poder del pueblo no hay soberanía y sin soberanía del pueblo no hay democracia. Nadie podrá demostrar lo contrario: ni en la teoría ni en la práctica”. Las combinaciones a las que se reiere González Casanova plantean la lucha por la democracia, la justicia social y contra el autoritarismo en todas sus manifestaciones. También la organización autónoma del pueblo. Pero este planteamiento no sólo viene de Gramsci, también José Martí es un ejemplo de lucha por la hegemonía. A la luz de los procesos históricos y políticos de América Latina, González Casanova encuentra que “la lucha por la hegemonía de la clase obrera latinoamericana ocurre en un Estado no hegemónico [ésta] se ve en la necesidad de enfrentar al imperialismo como capital monopólico y como Estado; [su lucha] es contra la hegemonía de la burguesía y el Estado dependientes y contra el propio Estado y la burguesía metropolitanos. Ambos entreveran las visiones del mundo con que se imponen. Combinan las formas más tradicionales de la cultura colonial con las del neocolonialismo y el neocapitalismo cultural” (González Casanova, 1985h: 12-13). y el marxismo” (García Cantú, 1994: 109-110). Enrique Krauze abunda en esto: “Con los sociólogos —sobre todo Pablo González Casanova— el reproche es otro: haber roto el difícil equilibrio de sus primeros libros, el equilibrio entre la fundamentación empírica y el compromiso ideológico” (Krauze, 1999: 298). 224 HACER LA HISTORIA DE AMÉRICA LATINA Nuestro autor critica ese colonialismo hispánico o lusitano, que con su idea de modernidad impone una visión de mundo bajo las abstracciones del progreso o el desarrollo. Plantea que los partidos u organizaciones socialistas también deben pensar en la liberación nacional; el asunto de la nación es un tema sin el cual no se le puede hacer frente a esta imposición. Sugiere que se debe unir la lucha por el socialismo con la lucha nacional, la lucha por la democracia: unir las demandas por democratizar la vida social, con demandas de mejores condiciones de trabajo, con demandas antirracistas o agraristas. Esa era una de las razones por las que, en aquellos años, los partidos comunistas y socialistas tenían diicultades para formular una política hegemónica, esto es, tenía que ver con esta falta de entendimiento del concepto de pueblo. Pero también porque eran cooptados y diezmados; sus sindicatos no eran autónomos y, en su mayoría, a excepción de Cuba y Chile, su estructura política era vertical e intermediada por el Estado. Es verdad que algunas veces aparecían vanguardias sin masas, pero eran eliminadas rápidamente por la clase dominante que tenía de su lado al Estado, los medios de comunicación, la Iglesia. Las clases dominantes aprendieron a usar la represión-concesión, pero sólo en el nivel económico, nunca en el ideológico o político. Además, González Casanova se daba cuenta de que en el movimiento obrero latinoamericano no existía una voluntad de poder. “En tiempo de crisis y de terror, éste es el último en aspirar a la toma del poder” (González Casanova, 1985h: 19). Era evidente que en los países latinoamericanos no existía una democracia abierta que permitiera la participación de todos en la esfera pública. En los países en que sí se daba este tipo de política, el consenso y la negociación beneiciaban a una población muy reducida, que también sufría las consecuencias de una cultura y una conciencia autoritaria (González Casanova, 1985h: 21). Con esta escenografía se generaba un escepticismo respecto a los pobres y los líderes de éstos, combinado con lojera para estudiar, comprender y organizarse. El miedo y la represión, cuenta González Casanova, provocaban la estupidez política como el “cantinlismo”. Como la hegemonía de la clase dominante siempre es física y cultural, al imponerse inunda el pensamiento rebelde y lo obliga a tomar esa cultura autoritaria. Por todo ello pensaba que un requisito fundamental para las organizaciones rebeldes debía ser la lucha por la autonomía moral e intelectual del pueblo, contra 225 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL la hegemonía señorial, conquistadora y ladina. El asunto era pensar en una nueva forma de hacer política, de dar órdenes, una cultura crítica, política y práctica de poder, de discurso consecuente, de aprender a decir la verdad, de aprender dialéctica (González Casanova, 1985h: 23, 25). Con este enfoque la autodeterminación y la hegemonía de los pueblos eran un camino de liberación. González Casanova lo observaba de cerca. Se percató de ello en Cuba en los años sesenta y en Nicaragua en los ochenta. En ambos casos estaban en juego no sólo la economía de un pueblo, su política o cultura, también su saber, su autonomía y su dignidad. nicaraGua y cuba como principio políTico y moral Como se ha documentado ya en la historia contemporánea, los países centroamericanos y del Caribe, desde el siglo xix y principios del xx, fueron invadidos varias veces por el imperialismo estadunidense. En Nicaragua la ocupación militar estadunidense comenzó a partir de 1909. El colonialismo en esta nación, basado económicamente en la producción de añil, algodón, oro, plata, azúcar y tabaco, no cambió a pesar de la integración al mercado mundial mediante la mercancía del café. Aun con la llegada al poder del gobierno liberal de José Santos Zelaya (1893-1909), periodo en que la expansión cafetalera generó cierto desarrollo de las fuerzas productivas al tomar medidas como el estímulo a la producción, la enajenación de tierras en manos de la Iglesia, la creación de una estructura mínima para la exportación y la instauración de instituciones de crédito para los pequeños productores (Barahona, 1981: 378), estas relaciones de producción no contenían transformaciones importantes en el estado de cosas de ese país. Los grandes terratenientes mantuvieron una oposición activa a este tipo de gobierno. Esta fracción opositora que era heredera directa del poder económico y social generado durante la Colonia “se preocupaba por mantener en toda su pureza el legado de tradiciones estamentales de la sociedad colonial y veía con repulsión el proceso, que había permitido el gobierno de Zelaya, de movilización ascendente de mestizos y componentes de los grupos intermedios de la sociedad” (Barahona, 1981: 381). Zelaya no era un revolucionario, había aceptado como cualquier liberal el cuento de que las inversiones de capital extranjero traerían bienestar y desarrollo a la población. 226 HACER LA HISTORIA DE AMÉRICA LATINA Pronto las empresas y el gobierno estadunidense comenzaron a presionar a Zelaya por sus actos nacionalistas y la negativa de aceptar préstamos indecorosos y la irma de un tratado que otorgara a los estadunidenses los derechos exclusivos para la construcción de un canal interoceánico. Lo intentaron derrocar de varias maneras: inanciando a mercenarios o a través de la oposición agrupada en el Partido Conservador. La forma más fácil de hacerlo fue la ocupación militar. El neocolonialismo apareció con mayor brutalidad: control militar y político directo. “La ocupación militar imperialista desplazó del control político a la fracción hegemónica en la estructura económica y a sus aliados de capas medias, e impuso, como detentadora nominal de ese poder, a la fracción política conservadora que esencialmente expresaba los intereses de los terratenientes ganaderos y los comerciantes de importación, defensora, además, de las tradiciones estamentales de origen colonial” (Barahona, 1981: 382-383). Los intereses estadunidenses estaban resguardados por hombres leales al imperialismo y por la estructura represiva instalada por los ma­ rines para evitar la sospecha de dominio directo por parte de Estados Unidos sobre Nicaragua. Los hombres que sirvieron de apoyo a su objetivo fueron dos en distintos periodos: José María Moncada en 1927 y Anastasio Somoza García en 1937. El instrumento de coerción fue la Guardia Nacional. Pero fue precisamente en este periodo cuando las clases dominantes y la ocupación yanqui recibieron una respuesta de parte de las clases populares, con la rebelión anticolonial de Augusto César Sandino. Con todas sus limitaciones, este movimiento popular logró agrupar a una importante parte de los sectores agraviados por la política de intervención norteamericana. En 1933 los marines abandonaron el territorio nicaragüense. Las causas: resultaba imposible dominar el movimiento guerrillero de Sandino; además, la presión sobre los estadunidenses ejercida por la comunidad internacional en contra de la ocupación y la inminente Segunda Guerra les impedían seguir en este país (Barahona, 1981: 391). Sin embargo, Estados Unidos se iba pero dejaba la dominación colonial intacta: se quedaba la dinastía Somoza (el padre y sus hijos, Luis y Anastasio Somoza Debayle) junto a su Guardia Nacional. El desastre económico para las grandes masas, la burguesía nacional y el terror represivo fueron las constantes de los Somoza. Sus opositores 227 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL salieron de todos lados: socialcristianos, liberales, obreros, socialistas, campesinos, católicos, clases medias. Entre éstos destacó el Frente Sandinista de Liberación Nacional (fsln). Desde 1961, año de la fundación del fsln, hasta el 10 de enero de 1978, fecha del asesinato de Pedro Joaquín Chamorro, la familia Somoza había convertido el país entero en su enemigo principal. La lucha social contra esta dictadura provenía no sólo de las barriadas indígenas y populares, también de los sectores burgueses aglutinados en el Partido Social Cristiano, el Partido Liberal Independiente y el Partido Conservador. Después del asesinato a Chamorro, la correlación de fuerzas en contra del somocismo fue deinitiva. Esa fecha “marca el principio de una fase de agudización de las contradicciones interburguesas y el incremento de la lucha de masas. En esta etapa el Frente Sandinista conquista la hegemonía de los movimientos populares urbanos” (Barahona, 1981: 407). En ese momento, a inales de los años setenta, la hegemonía del pueblo es inminente: acciones guerrilleras del comando “Rigoberto López Pérez”, dirigido por Edén Pastora, ocupan el Palacio Nacional en Managua para capturar a somocistas miembros del Congreso y liberar a los sandinistas, entre ellos Tomás Borge; insurrecciones populares, en particular de los indígenas del Barrio Monimbó; la creación de un Frente Amplio Opositor (fao) mediante el cual los sectores de la burguesía nicaragüense cobran conciencia no sólo del peligro del somocismo como régimen, sino también de que el fsln conquiste el poder solo. “Dentro del traslape de las acciones de masas mencionadas, operativos guerrilleros, aumento de la crisis económica, agudización de la crisis en el interior de la clase burguesa, idas y venidas de la diplomacia yanqui, crecimiento de la solidaridad internacional con el movimiento nicaragüense y especialmente con el sandinismo, una espectacular acción viene a conmover la conciencia nacional e internacional, en el sentido favorable a la lucha revolucionaria” (Barahona, 1981: 409). Las operaciones guerrilleras del fsln en las ciudades de Estelí y León obligan al gobierno estadunidense y al de Somoza a tomar una posición más conciliadora. Saben que el nivel de conciencia de las masas es cada vez mayor y están listas para tomar el poder. El fsln rechaza cualquier acuerdo bajo ese esquema intervencionista. Rompe con el fao por su cercanía con estas posiciones. El lugar del fao lo ocupa el Movimiento Pueblo Unido (mpu), formado por comités de barrio, gremiales, sindicales, 228 HACER LA HISTORIA DE AMÉRICA LATINA organizaciones populares, de mujeres y proletarios. “La acción de masas, a través de la combinación de las más variadas formas de lucha, complementan las acciones político-militares del fsln. En deinitiva, la burguesía antisomocista ha sido aislada, frustrando sus propósitos hegemónicos y antisandinistas. El sandinismo es, sin lugar a dudas, no sólo el gran protagonista de la historia, sino el generador de la politización de masas a nivel nacional e internacional” (Barahona, 1981: 413). La famosa ofensiva inal del fsln se inicia en marzo de 1979 con la ocupación de El Jícaro, Estelí y posteriormente Jinotega. El 4 de junio se llama a la huelga general, a la cual el pueblo responde contundentemente. El 10 de junio los combates en Managua no se hacen esperar. El fsln avanza cada vez más al triunfo. Un gobierno plural, antisomocista y provisional se constituye el 16 de junio. La Guardia Nacional es debilitada y se rinde. El 19 de julio de 1979 las columnas guerrilleras del fsln entran triunfantes en Managua; el somocismo, hasta ese momento, había sido derrotado (Barahona, 1981: 417-418). Pablo González Casanova estuvo en este tiempo muy al tanto de los acontecimientos en Nicaragua, como lo estuvo en los años sesenta durante el proceso de la Revolución Cubana. En semejantes momentos históricos, no dudó en acercarse a ellos para ainar con mayor profundidad su teorización sobre los pueblos de América Latina. Para entender la historia del continente no sólo había que escribirla, también había que estar con sus protagonistas. Por esta razón no sólo escribió sobre el proceso de cómo toma el poder el pueblo en Cuba y en Nicaragua, sino que decidió estar de frente y a lado de los sujetos revolucionarios. José Francisco Paoli Bolio acompañó a González Casanova a Nicaragua una vez que el fsln había tomado el poder. A propósito del ingreso a Centroamérica, el primero narra: fuimos juntos a un primer Congreso Centroamericano de Sociología que se hizo recién triunfaba la Revolución Nicaragüense. Nos echamos un viaje juntos, un poco largo. Fue en los ochenta. Un día me dice: “oiga Francisco no sé si usted me quiere acompañar a una locura que se me ha ocurrido. Quiero entrar a Nicaragua como entré a Cuba cuando triunfó la Revolución”. Esto fue en los años sesenta. Él entró desde la costa y fue caminando o por coche hasta La Habana, cosa que a mí no me tocó, entre las banderas de la Revolución y cómo aquello había surgido. Por eso cuando él está pensando en el socialismo está pensando en el socialismo cubano, centroamericano. A mí me tocó 229 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL cuando fuimos a Nicaragua porque me dijo: “quiero entrar y le propongo que nos vayamos a Costa Rica y desde ahí, por la frontera Costa Rica-Nicaragua, entremos, para volver a entrar al territorio donde se había hecho la última revolución latinoamericana”. Entonces era una idea un tanto festiva, romántica y llena de símbolos. Le dije: “está bien, vámonos”. Nos fuimos ingenuamente a San José, volamos juntos y en San José de Costa Rica teníamos el plan de alquilar un coche e irnos hasta la frontera con Nicaragua y de ahí entrar con el mismo coche hasta Managua. Y como normalmente se puede en estos coches regresar, si se podía devolver en Managua o no, o regresábamos después y tomábamos el vuelo en San José. Pues no se pudo. Todas las agencias de alquiler de coches dijeron: nuestros coches no penetran Nicaragua donde se ha hecho una revolución socialista y no podemos coniar. Hicimos colas, gestiones, no pudimos conseguir un coche alquilado. Entonces había un grupo de cientíicos sociales que trabajaba para Clacso en Costa Rica que iban al mismo Congreso en sus coches. Pues se hizo lo que Pablo quería, nos fuimos con ellos a Managua. Entramos por carretera bordeando hasta Managua y pasamos muchos días juntos. Me sumé a su locura, fue interesantísimo. Estuvimos con los comandantes, asistieron al Congreso, participaron en las deliberaciones, don Pablo en ese entonces era presidente de alas, el Congreso estuvo muy apapachado por los comandantes (Paoli Bolio, 2010). Es posible que con esta experiencia, sumada a su relexión sobre la categoría de pueblo, Pablo González Casanova comprendiera que los procesos revolucionarios en América Latina eran muy diferentes de los que aparecían en los manuales marxistas de la época. Era evidente en estos casos que las vanguardias revolucionarias no lograban la hegemonía a partir de la lucha obrera, ni bajo la dirección de partido alguno. En realidad los grupos revolucionarios eran amplios: partidos, frentes, sindicatos, masas populares, comunidades indígenas, además de que tomaban el poder. En estas experiencias centroamericanas la ideología revolucionaria (el materialismo histórico o el socialismo cientíico) no se difundía entre las mayorías antes de la toma del poder, ni inmediatamente después. Se difundía una parte de la misma, la que tenía que ver con la lucha democrática, la soberanía nacional o la lucha contra la explotación. Era muy singular que en Nicaragua la voluntad del pueblo operara bajo símbolos morales y valores compartidos por todos: por la patria, los héroes, los pobres, etcétera. Se creaba una mística y fuerza impresionante. En este sentido los valores sociales no tenían una única connotación de clase. Prevalecía la lógica del frente sobre la lógica de clase (González 230 HACER LA HISTORIA DE AMÉRICA LATINA Casanova, 1985h: 26-27). En la lucha del pueblo nicaragüense, González Casanova observaba que el imperialismo, la oligarquía y la burguesía respondían ferozmente a este tipo de dialéctica. Trataban de desestabilizarla ya sea mediante la represión o al querer acelerar los procesos revolucionarios del pueblo. Pero contrario a esto, sucedía que los discursos de la lucha de clases se intensiicaban. La fórmula, si es que había alguna era que: Con la lucha de clases que se deine en los hechos, con la lucha ideológica ambigua y la lucha política de frente, continúa un arduo combate por la hegemonía. Su característica principal radica en ligar los ideales populares y la lógica del poder. Pueblo, poder y clase trabajadora sólo se vinculan cuando el proceso se profundiza. Tras el pueblo aparece la clase que puede ir hasta el in de la lucha por los ideales del pueblo y que puede consolidar, con los ideales del pueblo, el poder popular (González Casanova, 1985h: 30). La organización de las demandas del pueblo, vinculadas en varios ámbitos (local, nacional e internacional) colocaba, según González Casanova, al investigador de estos procesos políticos en el plan de “estudiar la relación que guarda la clase obrera de la industria y la plantación con el resto de los trabajadores, con los campesinos pobres, con las comunidades indígenas, con los pobladores urbanos, con los estudiantes, los intelectuales, y, en general, con las clases medias” (González Casanova, 1985h: 32). Este aprendizaje permitía evitar los debates con falsas alternativas: ¿Partido o frente? ¿Lucha de clases o lucha hegemónica? ¿Clase o masa? ¿Democracia popular o socialismo? En el peor de los casos, cuando no se comprendían los procesos, surgían teorizaciones en donde el análisis de la hegemonía se limitaba a la categoría del poder o un análisis sin clases o una clase obrera en la que no se planteaba la toma del poder. Como se pudo apreciar en aquellas décadas, en el caso de Cuba y Centroamérica el primer protagonista de sus luchas no era el proletariado, sino el pueblo. González Casanova argumentaba el caso: “la clase obrera y el proyecto socialista constantemente se ven mediados por la categoría concreta de pueblo, ya sea antes de la toma del poder, ya al triunfo de las fuerzas liberadoras” (González Casanova, 1985h: 35), pero la clase obrera no desaparecía, sino que operaba dentro de la categoría de pueblo, una categoría más vasta y contradictoria. Esto dejaba abierta la idea de que en otros países latinoamericanos la clase obrera podría ser 231 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL la vanguardia que hegemonizara la lucha. Sobre este aspecto del movimiento obrero había bastante teoría en aquellos momentos. Sobre la hegemonía del pueblo existían menos estudios teóricos. Por eso González Casanova airmaba que “de los discursos de Fidel Castro y de los líderes sandinistas pueden extraerse valiosas observaciones, distintas a las que toman como punto de partida de la política hegemónica al proletariado industrial” (González Casanova, 1985h: 37). González Casanova tomó un caso para ejempliicar lo anterior: Nicaragua. A través del testimonio del comandante Humberto Ortega, describió a detalle la guerra popular: 1) En 1961 varios grupos armados se unen para combatir la dictadura de Somoza: fsln. 2) En 1977 el fsln practica una política de alianzas. 3) Hay discusiones de cómo integrar a las masas. 4) Se descubre que la fuerza principal es la movilización total: social, económica y política, que disperse la capacidad técnica y militar que el enemigo tenía organizada. 5) Se plantea la acumulación de fuerza a través de partidos, sindicatos y movimientos revolucionarios. 6) Se toma el Palacio en agosto de 1977. 7) La pequeña y mediana burguesía se oponen al régimen. 8) El fsln avanza en la toma de posiciones y las masas se animan, cobran seguridad, pierden miedo. 9) La guerrilla en la montaña mantiene su fuerza moral y militar. 10) El pueblo hace lo suyo, ya sin los sandinistas. 11) En Monimbó, los indios se rebelan, toman como pueblo sus propias iniciativas y forman parte, sin pedírselo, del fsln. 12) Las masas avanzan más rápido que la vanguardia, toman sus luchas y empujan a la vanguardia a la insurrección total. 13) Después el pueblo se pone a la vanguardia de la lucha hasta que llega el triunfo. 14) La acumulación de fuerzas permitió comprender que el fsln por sí sólo, como fuerza guerrillera, era incapaz de hacer triunfar la revolución como lo hizo el pueblo (González Casanova, 1985h: 38-40). La clave era que habría que tomar el poder con la participación del pueblo en el campo, la ciudad, el barrio, la montaña en conjunción con una o varias vanguardias militares o no, con sublevación de masas, huelgas ya sea a escala local o nacional. Por supuesto que, como toda lucha, tiene sus contradicciones, y la del fsln no fue la excepción. Pero en ese tiempo, al inal el impulso del pueblo se impuso. Tácticamente se unieron la política de alianza lexible y una programática clara combinada con tres factores: huelgas, sublevación y ofensiva militar (González Casanova, 1985h: 44). 232 HACER LA HISTORIA DE AMÉRICA LATINA A partir de esta experiencia González Casanova intentó teorizar el concepto de pueblo.11 Comenzó distinguiendo lo sucedido en Centroamérica con el término común usado hasta antes de 1959, a saber, el relacionado con el populismo en el que los sindicatos cooptan a través del Estado a las organizaciones populares, y se incluye a la burguesía o a la clase media para atacar a la clase obrera y su movimiento. Ese pueblo es dirigido por un caudillo o líder que a menudo es empleado de la oligarquía o el gobierno en turno. El nuevo pueblo, en cambio, es una fuerza independiente de la burguesía y de las organizaciones mediadoras que el Estado usa para debilitar la fuerza revolucionaria del movimiento obrero. El pueblo trabajador de Cuba y Nicaragua, expresaba el ex rector de la unam, demostraba una “superación constante de sus formas de organización sindical, comunitaria, de barrios, estudiantil”. En sus organizaciones jugaban un papel cada vez más importante “los jóvenes intelectuales [que] dominan la realidad en los conceptos, y que se comprometen directamente con la vanguardia del pueblo” (González Casanova, 1985h: 51). En este trabajo político y cientíico, Pablo González Casanova pondrá en evidencia los criterios que para desprestigiar la lucha se construían en la izquierda y la derecha de esos años: defender lo nacional frente a lo extranjero como el socialismo o el comunismo, o defender sólo la lucha de clases frente a la de masas o la popular democrática. Pero lo cierto era que los conceptos de nación, clase, etnia y pueblo, eran categorías que necesitaban una dialéctica capaz de hacerlas funcionar en la lucha que tenía como objetivos el in de la explotación (socialistas11 A propósito del concepto de pueblo en González Casanova, el analista Carlos Ramírez alguna vez hizo una síntesis bastante clara sobre lo que se ha venido exponiendo aquí. Planteó que González Casanova “toma a Antonio Gramsci para deinir el camino de la lucha: la construcción de una nueva hegemonía social bajo la conducción de un nuevo príncipe o líder o partido y movilizar a las masas para darles una ‘única visión del mundo’ y una ‘voluntad nacional popular’. Este objetivo, agrega siguiendo a Gramsci, supone una ‘mística’ o ‘religión popular’ y habla de un José Martí llamado el Apóstol. Es decir, liderazgos como el de Castro en Cuba y los sandinistas en Nicaragua. En la propuesta de González Casanova se admite el uso del camino de la democracia tradicional para llegar al poder y aplicar una política alternativa al neoliberalismo. Pero aconseja llegar al poder sin revelar la intención socialista inal. ‘El proyecto socialista no es enarbolado como prioritario antes de la toma del poder ni inmediatamente después.’ La visión del mundo y la voluntad nacional popular operan como símbolos morales e ideológicos de carácter general que recuerdan gestas anteriores y que invocan la ‘Revolución’ como símbolo y exigencia” (Ramírez, 2006). 233 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL comunistas), la construción de la democracia (liberales y demócratas) y la liberación (indígenas y organizaciones populares). Todo ello tratando de combinarse en sus diferentes formas para hegemonizar la lucha por el poder y acumular fuerzas. Desde esta perspectiva teórica, política y moral, expresaba González Casanova (1985h: 67), “la hegemonía puede ser alcanzada primero por el pueblo, después por el pueblo trabajador y la clase obrera”. En ese momento histórico de inales de los setenta, en Centroamérica existían dos proyectos de democracia, el del imperialismo estadunidense y el de las fuerzas populares, incluida la clase obrera. A ellos se añadían otros más, como el de la democracia cristiana o el de la socialdemocracia. En esto era evidente cómo el imperialismo no permitía el desarrollo democrático del pueblo y planteaba la lucha social bajo la categoría de lo popular, para mediatizar el movimiento obrero. Los estadunidenses manejaban la democracia limitada de la Trilateral12 para calmar las ansias de estos pueblos por democratizar Centroamérica. Con estas observaciones González Casanova estaba seguro de que América Latina había hecho aportaciones valiosas a la comprensión del mundo, pero se percataba del atraso teórico en nuestros círculos académicos respecto a las luchas reales y los conceptos que se usaban para comprender el escenario social. Le parecía que en vez de descubrir lo que aportaban y divulgaban los intelectuales revolucionarios, se sofocaba esa posibilidad. Y cuando se lograba descubrirlos, se admiraban sus acciones y pensamientos pero sin elaborarlos (González Casanova, 1985h: 129). Martí, Sandino, Mariátegui, eran ejemplos de este intelectual latinoamericano. Ciertamente, decía González Casanova, la revolución latinoamericana no era calca y copia de otras experiencias políticas, pero lo que sabemos de éstas si acaso “está registrado en nuestras conversaciones y discursos orales, en nuestras sistematizaciones e historias escritas poco es lo que hemos hecho para enriquecer la teoría con la riqueza que ya mostró la vida” (González Casanova, 1985h: 131). Lo expresaba en otras palabras: 12 La Trilateral fue fundada en Washington en 1973. Sus miembros son Estados Unidos, Japón y la Unión Europea. Tiene el objeto de crear un nuevo orden mundial limitando la idea de democracia a cuestiones meramente electorales y, a través de élites globales, dirigir Asia, Europa y América. 234 HACER LA HISTORIA DE AMÉRICA LATINA Frente a los tiranos pareció siempre menos peligroso escribir una novela o un cuento que una historia de lo ocurrido o una ilosofía sobre las tendencias y causas de la tiranía […] tenemos diicultad inmensa para escribir los discursos profundos que en lo íntimo revelan el carácter general de las luchas reales que vivimos y que encierran las explicaciones verdaderas y verbales que nos damos (González Casanova, 1985h: 131). Por ese tiempo se carecía de historias completas sobre la teoría del Estado y la revolución latinoamericana. No se habían comprendido y explicado con suiciente claridad los procesos de liberación que iban desde “el México de 1905 con la revolución de Flores Magón hasta la Guatemala del 45 con la de Arévalo y Arbenz, de los que van de Cuba en los cincuenta a la Nicaragua de los setenta, o de los movimientos políticos reformistas que van desde el Uruguay de Batlle y Ordóñez a principios de siglo hasta la nacionalización de la banca en México en 1982” (González Casanova, 1985h: 131-132). Para el autor de La democracia en México era increíble que los esquemas teóricos sobre la lucha de clase, la democracia, la socialdemocracia, el populismo y la liberación, estuvieran separados en los análisis que hacían los investigadores y militantes de aquel contexto (González Casanova, 1985h: 132). Cuestionaba que nos quedáramos con los textos clásicos europeos, pero perdiéramos de vista la vida en América Latina. Señalaba que nuestros discursos eran pobres, periodísticos, e incluso en ese ámbito, pocos eran los que daban cuenta de la lucha de clases y la dialéctica de la lucha. Después de esta experiencia centroamericana Pablo González Casanova estaba entusiasmado. Era el momento de aclarar el papel que tenía el marxismo en los procesos revolucionarios del pueblo latinoamericano y conjugarlo con los saberes de los clásicos del continente. De esto no se habían percatado los marxistas de manual de los años setenta. Con este impulso escribió en 1979 una serie de ensayos que luego salieron publicados en 1982 con el título de La nueva metafísica y el socialismo. Era muy notorio que nuestro intelectual había adquirido un compromiso moral y político con los pueblos latinoamericanos que caminaban hacia el socialismo. Quizá por esta razón, uno de los temas de ese libro se centraba en que los ideólogos contrarrevolucionarios se mezclaban y confundían con los socialistas para arremeter contra el socialismo real en nombre del ideal. Estaba persuadido de que existía una lucha ideológica contra el gran avance socialista. 235 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL En América Latina, agregaba, la lucha ideológica se presentaba a veces con “cara europea”. Esto era evidente, según él, cuando los marxistas abandonaban el concepto de explotación para acercarse a un tipo de valoración democrática del capitalismo. Los ensayos contenidos en La nueva metafísica y el socialismo buscaban replantear “la categoría esencial de la explotación del hombre por el hombre y vincularla como objetivo a destruir (y como explicación) a las categorías del poder, la democracia y la libertad que el socialismo encierra como necesidad y posibilidad reales” (González Casanova, 1982: 7-8). González Casanova se preguntaba: ¿De qué socialismo hablamos hoy? ¿De qué marxismo? Planteaba que el socialismo más avanzado apareció con el marxismo. Marx, al descubrir la relación social determinada, encontró la explicación del fenómeno de la explotación que hasta hoy no ha desaparecido en la mayor parte del mundo. Pensar las relaciones más que los objetos y sujetos permitió a Marx destacar la relación de explotación ligada a la propiedad de los medios que sirven para producir. Para González Casanova, con la “relación de explotación”, Marx no sólo descubrió la historia del capitalismo, sino lo que llamó la “prehistoria del hombre”, así como la posibilidad de que el hombre produjera su historia (González Casanova, 1982: 10-11). Pero la avanzada de la historia con sus mediaciones en las luchas proletarias, la restructuración del capitalismo, así como las derrotas y traiciones del movimiento por el socialismo, hicieron que las condiciones históricas, sociales, geográicas, de producción y de conciencia cambiaran y se desplazaran. En Europa, revisionistas, reformistas, socialdemócratas y eurocomunistas dejaban de plantearse la lucha por la explotación absoluta y se posicionaban al lado de los triunfos reformistas, dejando al margen los triunfos revolucionarios de Cuba, Vietnam o Nicaragua. En su libro, González Casanova consideraba que en la ex Unión Soviética, en los países socialistas o en transición había un movimiento ascendente pues: las relaciones de explotación dejan de existir […] los triunfos alcanzados son innegables en lo que se reiere a la esencia del problema: la relación de explotación. Sólo que esos triunfos también encierran una dialéctica, tal vez más compleja […] los problemas que viven sus trabajadores y sus ideólogos ya no 236 HACER LA HISTORIA DE AMÉRICA LATINA son los de la explotación, ya no son los del carácter social de la producción y apropiación del excedente por los propietarios privados de los medios de producción. Son otros13 (González Casanova, 1982: 15). Suponía que en esos países la lucha de clases subsistía en grados distintos, pero que la relación de explotación había terminado. Airmaba: “los problemas que tienen como productores, como trabajadores o como hombres —sus problemas cotidianos— o se relacionan con los sistemas de estratiicación y movilidad social y ocupacional característicos de los nuevos Estados, o con los problemas del poder y la dominación en la fábrica y el Estado” (González Casanova, 1982: 15). Pensaba que la estratiicación y la movilidad en el mundo capitalista y socialista eran distintos. En el primero porque, según él, éstas operaban en función de la economía de los propietarios de los medios de producción. En el segundo caso creía que era menos desigual y que sólo estaba mediada por las funciones económicas principales de los trabajadores y su Estado.14 En este periodo de su trayectoria intelectual, Pablo González Casanova insiste con mayor vigor que en la época de La democracia en México en la lucha por el socialismo: En el mundo actual no hay más alternativa que el socialismo. El socialismo real e ideal sigue siendo la única alternativa viable para acabar con la relación de explotación, con las miserias y desigualdades brutales, con el desorden de la producción, y con uno de los motivos más importantes de la opresión y la guerra: los negocios, el lucro, la maximización de utilidades (González Casanova, 1982: 27). 13 Las cursivas son mías. Desde luego que no sólo eran problemas de movilidad social o estratiicación; eran también de colonialismo interno y explotación. Tiempo después Pablo González Casanova corrigió esta perspectiva errónea que tenía de los países socialistas. En 2006 escribió: “En cualquier caso, incluso en los mejores tiempos, los rusos mantuvieron su hegemonía en la URSS y sus repúblicas. En medio de grandes transformaciones y de innegables cambios culturales y sociales, los rusos rehicieron la dominación colonial al interior de su territorio hasta que la URSS se volvió una nueva prisión de nacionalidades. Más que cualquier otra nación de la URSS, Rusia se ‘identiicó’ con la Unión Soviética y con el sistema socialista. El centralismo moscovita aplastaba y explotaba tanto las regiones de Rusia como las siberianas. Así, el comunismo de Estado suscitó en el interior de la propia Rusia resentimientos nacionales y locales” (González Casanova, 2006: 414). 14 “Es éste, con los estratos superiores directivos y profesionales, y sus burócratas, el que plantea los nuevos problemas” (González Casanova, 1982: 17). 237 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL La discusión sustancial del autor era que ninguna dialéctica anterior a Marx se basaba en la producción. “Todas se basan en el poder. Ninguna en la explotación, todas en la dominación” (González Casanova, 1982: 31). González Casanova cuestionaba que se olvidara la relación de explotación y se pretendiera explicar la dialéctica del capitalismo mediante la categoría del poder como sustancia, fenómeno o cosa en sí. Por tal motivo, en La nueva metafísica y el socialismo es insistente en que se quiera explicar la democracia al margen de la explotación y el problema del poder al margen del trabajo (González Casanova, 1982: 33). Parece que dirigía sus palabras a interlocutores concretos, pero que no nombraba. De hecho, ante el abandono del marxismo que bastantes intelectuales estaban haciendo por esos años, airmaba: “La nueva dialéctica no se basa en el yo supremo, ni en el poder, sino en la relación más injusta y olvidada, que es la relación de explotación en el trabajo, pan de todos los días para una inmensa parte de la humanidad” (González Casanova, 1982: 39). Pablo González Casanova estaba ya en los campos del marxismo, inmerso en la teoría de Marx, sin dejar de ser martiano.15 Se trataba entonces de luchar contra la explotación y el socialismo era la alternativa. Contrario a esto airmó en su libro que el metafísico busca la explicación del capitalismo en la vieja dialéctica del poder (amoesclavo); lucha por demandas económicas o electorales que achican el proyecto socialista (González Casanova, 1982: 43). Los antiguos marxistas, seguía, colocan en el centro del escenario político la lucha por la de­ mocracia —en sí— y contra el poder autoritario de cualquier clase que sea. Para él, La nueva metafísica —con lenguaje marxista— llega a plantear la falsa disyuntiva entre democracia y socialismo, entre liberación política e ideológica, y liberación del sistema de explotación (González Casanova, 1982: 44). En esta lucha entre nueva dialéctica y metafísica, era necesario deinir los conceptos y categorías usados, así como la posición política del sujeto. Por esa razón expresaba: “la nueva dialéctica plantea un problema 15 Como Marx, cuestionaba que los ilósofos burgueses defendieran sólo al ciudadano y buscaran su liberación al margen del obrero; pero como Martí, González Casanova no sólo cuestionaba lo anterior, sino que los marxistas tampoco llevaron adelante la liberación de todo el pueblo. 238 HACER LA HISTORIA DE AMÉRICA LATINA simple: que la liberación implica liquidar el sistema de explotación. Pero el proceso de liberación es más complejo de lo previsto, y las mediaciones de la liberación más autónomas de lo deseable” (González Casanova, 1982: 51). Con la experiencia de Cuba y Nicaragua, observó que lo que él denominaba “nueva dialéctica” encontraba su máxima expresión teórica y sus principales triunfos ahí. Esto es, en la periferia del mundo fue donde se “captó y transformó las relaciones sociales determinadas hasta cambiar los sistemas mismos de relaciones sociales” (González Casanova, 1982: 64). No negó que en Europa también existió esta praxis: Lukács, Gramsci y Lenin no dejaron de observar las relaciones de explotación y la acumulación de fuerzas de los movimientos obreros. Sin embargo, Cuba, Nicaragua, Angola y Etiopía lo hicieron con mayor vigor. En in, en el libro La nueva metafísica y el socialismo, su autor crítica a los desilusionados del socialismo que deseaban un socialismo ideal, criticando el existente, además de que abandonaban la dicotomía capitalismo-socialismo y la tesis marxista de las relaciones de explotación para entender el mundo. Privilegiaban los conceptos de Estado, poder, ciudadanía y sociedad civil, frente a las relaciones de explotación, clases sociales y socialismo (González Casanova, 1982: 115-117). A esta corriente González Casanova la llamó marxismo clerical. Acusó de que en ésta no se quisiera oír de la explotación, de la lucha de clases, además de que negaba la inclusión de los triunfos socialistas y de los movimientos de liberación de los pueblos y los trabajadores como protagonistas principales (González Casanova, 1982: 134). Para él, en ese nuevo pensamiento metafísico se cambiaba la lucha de clases por la lucha contra el poder autoritario (socialista o capitalista) y la lucha por el socialismo por la de la democracia. Pero González Casanova sospechó que los discursos que defendían sólo la libertad y la democracia, por lo regular eran contra el socialismo y menos contra sus manifestaciones autoritarias. Y cuando había críticas saludables al socialismo autoritario la confusión se acentuaba “por el hecho de que muchas de estas fuerzas críticas, contestatarias e incluso di­ sidentes, favorables a la democratización del socialismo, llegan a priorizar este tipo de luchas frente a la de clases, e incluso a ningunear dramáticamente la lucha de clases internacional e interna, al grado de que en los hechos muchas de ellas asumen el riesgo de ser efectivamente utilizadas por el imperialismo” (González Casanova, 1982: 140). 239 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL Al poner énfasis en la crítica revolucionaria que no abandona la categoría de pueblo y va con ella hasta el Estado, la nación, la clase, la etnia, cuestionaba a los críticos del socialismo: Partimos de un mito: el pensamiento crítico no tiene dogmas. Es peor, tiene sentimientos. Y a menudo oculta intereses. Se mueve impulsado por pequeñas teologías. Y las disfraza hablando —como Reagan— contra los “tediosos conceptos gastados”, contra las “supersticiones triviales”, contra las “profecías espúreas”, contra la “política empantanada”, expresiones circunspectas que expresan el deseo de detener la historia con medidas militares, estrategias de guerra y teatro de masas (González Casanova, 1982: 169). Consideraba que en esos años había un ataque abierto contra el pensamiento revolucionario, democrático, progresista y liberador. Se buscaba debilitar y “desestabilizar” a las fuerzas revolucionarias con argumentos de ultraizquierda o de pseudoizquierda. Quizá por eso era duro en sus acusaciones: “en los países capitalistas altamente desarrollados, particularmente en Europa, el confusionismo y el diversionismo consisten en sustituir la lucha por el socialismo, y en proponer, con lenguaje marxista, una mera lucha democrática por la “libertad”, y por un espíritu crítico supuestamente antidogmático. Se trata de una política que no es socialdemócrata pero que cada vez se parece más a la socialdemócrata” (González Casanova, 1982: 211). Denunciaba que en los discursos de la izquierda de los años ochenta, se descaliicaban las luchas vivas en nombre de un verdadero socialismo. Según esto era para que triunfara el socialismo, pero en realidad se le quitaba presión al imperialismo y se injuriaba la lucha contra la explotación. Con conceptos soisticados se alababa la libertad de expresión por encima de la crítica a la relación de explotación (González Casanova, 1982: 212-213). Pablo González Casanova invitaba a los intelectuales a pensar las características de la lucha de clases y la liberación; rehacer el lenguaje desde los hechos (Cuba, Nicaragua) para hablar un lenguaje desde América Latina; comunicar lo real y la idea del socialismo en este mundo (González Casanova, 1982: 213-214). La autodeterminación y la hegemonía de los pueblos de Cuba y Nicaragua fue un hilo conductor político y moral que le permitió ver un camino real hacia la liberación nacional. Pero también se percató de la necesidad de incorporar a estas experiencias el razonamiento teórico que otorgara categorías explicativas de los pro240 HACER LA HISTORIA DE AMÉRICA LATINA cesos sociales. Las relaciones de explotación de las que Marx habló, para nuestro sociólogo resultaban fundamentales pues contribuían a la comprensión de la etapa del triunfo socialista en los países arriba mencionados. Es decir, al conjugarse la lucha por la democracia y las libertades civiles con las luchas contra las relaciones de explotación entre las clases, el colonialismo interno y el imperialismo en general, se evidenciaba que la dialéctica marxista-leninista por sí sola, o la cuestión nacional aislada, como categorías, eran incapaces de dar razón de lo que pasaba en los pueblos latinoamericanos. Como el poder del pueblo desde esta perspectiva para González Casanova ya era una realidad, sus concepciones populistas, lombarditas, liberales de los años setenta se modiicaron abruptamente. Sin duda había cambiado o cuando menos se estaba replanteando sus esquemas teóricos a la luz de las revoluciones del Tercer Mundo. Pero a los ojos de muchos, el ex rector de la unam se había radicalizado bastante. Lo cierto es que para inales de los años setenta y principios de los ochenta ya estaba mucho más cerca de quienes siempre le parecieron una opción política y moral: los pobres de la tierra. excurso: pablo González casanova, polémicas por cuba y nicaraGua En una entrevista concedida el 12 de febrero de 2010 en el Instituto de Investigaciones Sociales de la unam, Roger Bartra narró lo siguiente: En 1983, Héctor Aguilar Camín, entonces director de Nexos, como se acercaba el año 1984, me pidió que escribiera algo sobre el texto de George Orwell y alguna relación con temas de la izquierda. El libro de Orwell 1984 es una crítica muy fuerte al mundo socialista. Yo en esa época era miembro radical del partido comunista, marxista, entonces le pareció adecuando a Héctor pedirme un ensayo. Me pidió que diese un panorama de las polémicas y dilemas de la izquierda y planteara si ésta estaba atrapada todavía en esas redes de 1984, totalitarias, dictatoriales, etcétera. Entonces yo acepté escribir el artículo. Lo escribí en 1983 y se publicó en 1984. En esa época había una confrontación dentro y fuera del Partido Comunista: un ala dogmática, marxista-leninista, proletaria; y otra llamada en broma eurocomunista que en México se decía que yo encabezaba. Ciertamente yo estaba muy cercano en esa época a las ideas de Enrico Berlinguer, de San- 241 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL tiago Carrillo y había ya evolucionado hasta colocar el tema de la lucha por la democracia llamada formal o burguesa en el centro de mis relexiones y de la lucha. Eso era digamos lo principal de la corriente en que yo estaba y que se había expresado en el Machete. En esa lucha, en el bando opuesto, los opositores eran de diferente signo. En el terreno interno del Partido Comunista estaba Enrique Semo, eran gentes muy leninistas; pero estaba también Pablo González Casanova sorpresivamente en ese bando antirreformista. Pablo y yo fuimos amigos personales y me atraía mucho a mí como marxista, justamente su no marxismo. Él era un hombre de izquierda democrática, no marxista, yo estaba en un proceso lento de abandono del marxismo sobre todo del marxismo dogmático. Eso me atraía mucho de Pablo. Pero sorpresivamente escribió ese libro, La nueva metafísica y el socialismo y algunos artículos que me sorprendieron completamente porque adoptaba posiciones que a mis ojos eran propias del marxismo duro sin ser marxista, o sea el dogmatismo sin dogmas o una cosa muy extraña. Ese libro de Pablo es muy extraño. Digamos que atacaba frontalmente las posiciones que yo representaba. Criticaba las posiciones llamadas en ese entonces eurocentristas, europeístas. Entonces yo pensé que era importante contestar y eso quedó plasmado en ese artículo (Bartra, 2010). El artículo al que se reiere Roger Bartra lleva el título “Nuestro 1984” y apareció en la revista Nexos precisamente en 1984. El texto estaba dedicado a Julio Cortázar porque tomaba como referencia un artículo de éste llamado “El destino del hombre era…1984”, en el cual Cortázar16 relexiona sobre la Revolución Cubana y Nicaragüense. Al principio de su artículo, Bartra comienza diciendo: 16 La posición de Julio Cortázar es la siguiente: “Me muevo en el contexto de los procesos liberadores de Cuba y de Nicaragua, que conozco de cerca; si critico, lo hago por esos procesos, y no contra ellos; aquí se instala la diferencia con la crítica que los rechaza desde su base, aunque no siempre lo reconozca explícitamente. Esa base es casi siempre escamoteada; prácticamente no se niega nunca el socialismo como ideología válida, mientras que se denuncian y atacan vehementemente los frecuentes errores de su práctica. A la cabeza (y, a la vez, en el fondo, cuando se trata de Cuba) está la noción de la URSS vista como un régimen execrable; Stalin borra la imagen de Lenin, y Lenin, la de Marx. Esa crítica no acepta el socialismo como ideología viable, y no lo acepta por las mismas razones que el capitalismo enuncia desembozadamente; así como éste supone un elitismo económico dominante e imperialista, esa crítica intelectual supone un elitismo espiritual que se alía automática y necesariamente al económico. Pero eso, claro, no se dice nunca. El miedo signa esa crítica: el miedo de perder un estatus milenario” (Cortázar, 1983: 8). 242 HACER LA HISTORIA DE AMÉRICA LATINA El socialismo que conocemos no tolera el desencanto; tampoco admite la desesperación. Asimismo, rechaza el pensamiento crítico. El dolor y los sacriicios son concebidos como el camino hacia la creación del “hombre nuevo”. En las peores etapas la gente está obligada a ser feliz, a mantener viva las esperanza o, al menos, a declarar que así lo cree. Se intenta demostrar el carácter cientíico del socialismo mediante la imposición de la utopía oicial. Pero imponer la esperanza equivale a aniquilarla: aparece entonces el espectro del desencanto: a parece la anti-utopía (Bartra, 1984: 23). Ante este escenario Bartra airmaba que el símbolo de esa anti-utopía socialista era la novela de George Orwell, 1984. Antes de ésta ya existían otras como Viaje de mi hermano Alexis al país de la utopía campesina de Alexander Chayanov y Nosotros (My) de Evgueni Zamiatin. Los textos a la luz de Bartra eran “resultado de algo que se ha marchitado al interior del socialismo”, pues utopía y anti-utopía van de la mano; una novela pinta lo bello y hermoso del socialismo rural y la otra, que encarna la anti-utopía, los horrores de una sociedad malograda. En ese entonces Bartra se preguntaba ¿qué puede signiicar 1984 en 1984? Si su generación había experimentado la Revolución Cubana, la liberación de 1968, la lucha de los pueblos colonizados y los derechos civiles, “el peligro de 1984 no nos parecía real” relexionaba para sí. Al 1984 en la conciencia de sus contemporáneos se oponía el 1968. Eso los mantenía absortos en su 1968 pero según el autor había voces que insistían en que el marxismo había desdeñado la democracia.17 La mayoría de sus maestros, decía Bartra, “fueron engullidos por ese 1984 en el aparato estatal, en defensores oiciosos del socialismo real y muy pocos siguen conservando el pensamiento crítico” (Bartra, 1984: 24). En el artículo expresó que se alegró al leer el texto de Cortázar como defensa del pensamiento crítico capaz de reconocer que 1984 era una alegoría de la “reacción dentro de la revolución”. Pero el autor de Fango sobre la democracia consideraba que había pensadores que alguna vez fue17 Bartra reiere que entre esas voces estaba la de González Casanova, quien en 1958 escribía: “Reconocer que todos los hombres tienen derecho a pensar y a pensar e investigar lo que es la ciencia social y la vida social, es una meta que exige la relexión cientíica, técnica y política de todos los hombres. La democracia sigue siendo una necesidad y una inalidad del pensamiento cientíico, y lo seguirá siendo en tanto que el fantasma de Leviatán, de la crisis y de la planiicación sin libertad, amenace como parece amenazar todavía el futuro de la historia” (González Casanova, 1987: 189). 243 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL ron críticos y más que estar cerca de 1968, lo estaban de la metáfora orwelliana. Para Bartra, Pablo González Casanova era uno de ellos. En un intento, airmaba Bartra, por revelar el pretendido contenido metafísico de las corrientes marxistas críticas y antidogmáticas que luchaban contra el 1984, González Casanova había escrito una airmación que pertenecía completamente al universo orwelliano y citó un fragmento del libro La nueva metafísica y el socialismo: “Partimos de un mito: el pensamiento crítico no tiene dogmas. Es peor, tiene sentimientos. Y a menudo oculta intereses”. Esta airmación, escribió Bartra, “tiene el aspecto de una trampa preparada: quien critica el socialismo real debe tener peligrosos sentimientos: es necesario apretar la soga de la lógica cientíica para descubrir los intereses ocultos”. Bartra exige en su artículo que González Casanova aclare el objetivo preciso de sus insinuaciones. Sobre los ideólogos contrarrevolucionarios que se mezclan y confunden con los socialistas, Bartra pregunta quiénes son esos “lobos con piel de oveja” y cómo dar con ellos. Luego exclama: “¡Henos aquí ya instalados en pleno 1984!” (Bartra, 1984: 24). Para Roger Bartra esta lógica de la sospecha dentro del socialismo era una de las causas por las que aparecían el horror y la represión política. Narrando algunos episodios de la revolución española y citando textos de Mao Tse-tung, proponía evitar las sospechas y contrasospechas al interior del socialismo, mediante el abandono de las arbitrariedades que desencadenaban la “verdad” tomada desde arriba (Bartra, 1984: 25). En el caso de Cortázar, éste aclaraba, decía Bartra, que sus críticas a Cuba y Nicaragua las hacía por ellos y no contra ellos.18 18 Cortázar escribe su texto también porque le reclaman no sumarse a las críticas al socialismo que habían hecho Octavio Paz y Mario Vargas Llosa. “Personalmente comparto muchos de sus reparos, con la diferencia de que en mi caso lo hago para defender una idea del futuro que ellos sólo parecen imaginar como un presente mejorado, sin aceptar que hay que cambiarlo de raíz. Estoy de acuerdo con ellos en su punto de vista sobre problemas tales como el de Polonia o Afganistán, sobre los atropellos a la dignidad y a los derechos humanos que se repiten ominosamente en muchos regímenes socialistas (quiero decir, en muchos regímenes que a cada reiteración de esos atropellos se alejan del socialismo en vez de airmarlo); estoy de acuerdo en que ningún argumento ideológico justiica poner el todo sobre las partes, la noción global de pueblo sobre la de individuo (pero en la medida en que la noción de individuo no escamotee la de pueblo, como es el caso en ese tipo de crítica siempre egocéntrica, que extrapola a los Sakharov o a los Padilla al conjunto de sus compatriotas y los convierte a todos en víctimas por lo menos potenciales). Hace rato que me reprochan no sumarme explícitamente a este tipo de denuncias; bueno, ahí tienen la de- 244 HACER LA HISTORIA DE AMÉRICA LATINA Pero la crítica hacia Pablo González Casanova, el antropólogo de origen catalán la realizaba desde la posición que tomaba el primero sobre hacer la diferencia entre los que criticaban el socialismo desde el liberalismo y desde la revolución. Para Bartra, González Casanova igualaba el pensamiento de Reagan y el marxismo europeo metafísico sin percatarse de la amplia gama de posiciones dentro de este espectro político, social y ilosóico. La idea del “socialismo en este mundo” del ex rector de la unam era para Bartra el lugar donde todo estaba en orden: “las intervenciones extranjeras siempre son imperialistas (las otras son de “solidaridad”), la lucha de clases es diáfana y jamás hay duda sobre quiénes son los buenos y quiénes los malos” (Bartra, 1984: 26). Y continuaba: Yo creo, por el contrario, que es el momento de cultivar las sutilezas de la “ambigüedad” y la “confusión” de la crítica y la libertad, de la democracia y la lucha por el socialismo “ideal”; de escapar de la lógica del “socialismo en este mundo” porque es en realidad la lógica de una razón de Estado que atenta contra la esperanza en un socialismo democrático (Bartra, 1981: 26). Para este autor, el socialismo era múltiple y no homogéneo; con contradicciones y sin unidad; había al interior explotación y despotismo. Por eso, la libertad y la democracia, junto a la igualdad eran opciones a escoger. Ante la pregunta ¿hay un 1984 en el socialismo latinoamericano? Roger Bartra mencionaba que era “ineludible fortalecer una alternativa democrática al interior del socialismo y denunciar los peligros de un 1984”. Y contrariamente a lo que pensaba González Casanova de las revoluciones latinoamericanas, aventuraba en su texto: “Nuestro 1984 está en Cuba y también en Granada; está en El Salvador y en Guatemala, en Perú y en tantos lugares nuestros donde la revolución ha quedado herida; sus cicatrices extrañas se llaman purgas en los partidos comunistas, ajustes de cuentas entre grupos revolucionarios, terrorismos contra los disidentes, Roque Dalton, Maurice Bishop” (Bartra, 1984: 27). nuncia, pero no les va a servir para gran cosa, porque mi crítica se abre y se cierra en cada caso concreto sin proyectarse a procesos sociales de una ininita complejidad y que de ninguna manera quedan invalidados, como se pretende, por errores e injusticias condenables, pero circunstanciales; aborrecibles, pero superables. Toda la diferencia está entre negar el socialismo como camino político viable, y defenderlo porque se lo critica, porque en cada caso concreto se denuncian sus errores y sus aberraciones” (Cortázar, 1983: 8). 245 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL En el tema de Cuba, el autor de “Nuestro 1984” mencionó el famoso “caso Padilla”19 y, con algunas frases del texto de Cortázar, esgrimió que tal caso fue un ejemplo del terror del fenómeno 1984. Después de pequeños elogios a Cuba, en su artículo Bartra arremetió contra los problemas económicos, alimenticios y morales de la isla; contra las deiciencias del sistema político y su falta de democracia, libertad, tolerancia y pluralismo ideológico. Apelaba el derecho a denunciar los horrores del sistema cubano sin ser tildado de “intelectual burgués, de agente de la cia o de reaccionario y metafísico”. Pero para él era imposible ser crítico y a la vez defender el socialismo sin ser atacado o silenciado en el mundo orwelliano al que había llegado la izquierda en el poder. Pablo González Casanova era un ejemplo de ese 1984 que sí llegó a Latinoamérica. Más adelante en su artículo, Bartra cuestionó el “discurso del poder que nace de la clase media culta en nombre del sentido común práctico” de Octavio Paz (Bartra, 1984: 27). Octavio Paz, según su crítico, pensaba a medias en su discurrir sobre el socialismo. En él, a los ojos de Bartra, también había gérmenes de 1984. Lo acusa de ser representante del despotismo mexicano y colocarse en el mismo lugar que sus censores. Octavio Paz, al igual que González Casanova, uno de derecha y otro de izquierda, eran modelos arquetípicos de 1984 porque no podían aceptar a quien muda en sus ideas, a quien critica las maquinarias estatales no democráticas. En sociedades en las que sólo existe una opción política, airmaba Bartra, las discrepancias corren el riesgo de construirse en manifestaciones de un supuesto “enemigo interno” (Bartra, 1984: 28). Es en ese tenor en el que se puede leer el artículo al que se reiere Roger Bartra en la entrevista. Curiosamente, en la última página del mencionado artículo, apareció un recuadro con el siguiente contenido: 19 Heberto Padilla (1932-2000). Poeta que durante el proceso de la Revolución Cubana, ocupó cargos diplomáticos para mantener el contacto con intelectuales en el mundo. A inales de los años sesenta, fue el centro de una polémica ideológica. En 1968 obtuvo el Premio Nacional de Poesía de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) con su libro Fuera del juego. Fue algo paradójico. Mientras el jurado saludaba su fuerza y sentido revolucionarios, el comité director de la Uneac caliicaba el libro de “contrarrevolucionario”. En 1971, Padilla fue encarcelado junto con su esposa, bajo la acusación de “actividades subversivas”. Merced a la presión de intelectuales como Jean Paul Sartre, Simone de Beauvoir, Alberto Moravia y Mario Vargas Llosa, fue liberado. En 1980 abandonó Cuba. Se instaló en Estados Unidos donde murió en septiembre del año 2000. 246 HACER LA HISTORIA DE AMÉRICA LATINA DE PABLO GONZÁLEZ CASANOVA Enero 13 de 1984. Estimado Héctor: He leído el artículo de Roger Bartra “Nuestro 1984”. El artículo es un ejemplo de lo que podríamos llamar la cultura de la deshonestidad polémica. Le saluda cordialmente. Pablo González Casanova A la pregunta en entrevista del por qué de este recuadro, Roger Bartra narra su versión de los hechos: Cuando terminé de escribir el artículo que me pidió Héctor a propósito de 1984 de Orwell, le entregué el artículo a él, quien era el director de la revista. Yo formaba parte del consejo de Nexos igual que Pablo y que muchos otros. Ya había trabajado mucho, les había organizado números sobre la izquierda y derecha. Entonces me llama Héctor y me dice que Pablo le pide que no publique mi artículo. Héctor se lo envío y Pablo se molestó y le dijo que no debía publicarlo. Entonces se reunieron gentes miembros del consejo como Monsiváis, Carlos Pereyra y se consultaron entre ellos y se dieron cuenta que censurar el artículo por razones ideológicas no funcionaba. Así se lo expresó Héctor y ellos a Pablo. Creo que Carlos Pereyra se reunió con Pablo. Eso ya no lo sé bien. El hecho es que le dijeron que no lo podían censurar. Entonces Pablo pidió que se incluyese en el mismo número un texto de él a lo cual Héctor accedió. Después el texto resultó un recuadro insultante. Decía que yo pertenecía a la cultura de la deshonestidad polémica. Extrañamente Héctor aceptó publicarlo de esa manera, no elimina mi artículo pero acepta que vaya con una especie de protesta insultante. Entonces sale publicado y sale con ese insulto. Me quejé, dije: eso no es debate, esa no es polémica, es un insulto. Entonces me explica Héctor que lo que sucedió es que Pablo insistió y como no logró vetar mi artículo, exigió que hubiese un texto de él y preparó ese texto con la intención de que no se publicara nada, pues a los ojos de toda la gente cuando se publicó, eso era extremadamente ridículo, ¿cómo vas a hacer en una revista eso? […] la intención era que no saliese el artículo, Héctor tomó la decisión de todas maneras de sacarlo pero incluyendo el texto porque se había comprometido, eso es lo que a mí me explicó (Bartra, 2010). Roger Bartra no colaboró más en la revista. Se quejó de que le solicitaban un artículo y después intentaban censurarlo. El acontecimiento en la época, dice Bartra, fue un escándalo en el ambiente de la izquierda, sobre 247 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL todo en el grupo que estaba detrás de Nexos, el Movimiento de Acción Popular (map) de Rolando Cordera y Carlos Pereyra; también se supo en el Partido Comunista y dio de qué hablar en la unam (Bartra, 2010) Entonces: Pablo se dio cuenta y decidió escribir algo más largo. Algo sobre los pies de Greta Garbo. Yo ya me había molestado y además el artículo no me gustó, me pareció que no tenía nada que contestar. Simplemente le agregué un recuadro en mi propio artículo haciendo bromas (Bartra, 2010). En efecto, en abril de 1984, en el número 76 de Nexos, Pablo González Casanova (1984d) escribió una respuesta a Roger Bartra con el título: “Los pies de Greta Garbo o la cultura de la deshonestidad polémica”. El artículo iniciaba considerando que no todo era deshonesto en el artículo de Bartra, porque no todo en esta cultura era deshonesto. Había tres problemas que el autor quería destacar: la ética intelectual, la retórica y la ideología. Citando a Orwell, González Casanova expresaba que la deshonestidad polémica tenía que ver con que un autor usara deiniciones privadas haciendo creer a su interlocutor que hablaba de cosas distintas. Seleccionaba frases, las sacaba de contexto, relacionaba datos con discursos para que pareciera una argumentación. “Con selecciones parciales, sacando fuera de contexto proposiciones y hechos, y no estableciendo relación entre unos datos y otros se pueden alcanzar las generalizaciones que se quieran y dar cuanta explicación venga en gana. Es lo que hace B tanto para legitimar sus airmaciones como para criticar. B falsiica totalmente el pensamiento de Julio Cortázar y le hace decir exactamente lo contrario de lo que dice, y lo que corTázar es” (González Casanova, 1984d: 45).20 Para González Casanova, Bartra sólo exponía su propia desesperanza por el socialismo y su posición contraria a la de Cortázar. Así lo escribió: “en B como en Orwell el mal ha triunfado en el mundo socialista, en el socialismo real” (González Casanova, 1984d: 45). Pero para Cortázar “el mal” es erradicable y el caso Padilla, como caso aislado del “mal”, no lo puede impedir.21 Cortázar cree en Cuba y en Nicaragua, en el socialismo y por eso hacía su crítica. 20 González Casanova sólo utiliza la B para nombrar a Roger Bartra. “Una experiencia de 20 años empieza a dar resultados positivos en este campo fundamental; pero, por supuesto, la impenitente crítica antisocialista insiste en denunciar el primer esquema ya superado como si fuera permanente; le basta un caso aislado, un 21 248 HACER LA HISTORIA DE AMÉRICA LATINA Pablo González Casanova airmó que “todo el artículo de Cortázar es en defensa del socialismo y de la crítica dentro del socialismo; todo el artículo es una argumentación concreta en apoyo de Cuba y Nicaragua, lo que se guarda de decir Bartra” (González Casanova, 1984d: 45). Para González Casanova la revolución latinoamericana análogamente a Greta Garbo, al lado de Cortázar, tiene los pies grandes pero todo el resto de su cuerpo es el de una diosa. En cuanto a la polémica,22 con el texto La nueva metafísica y el socia­ lismo y el artículo “La penetración metafísica en el marxismo europeo”, González Casanova acusaba a su crítico de sacar de contexto airmaciones como que en el pensamiento crítico había intereses, dogmas e ideologías; no estaba por encima de la posición política ni más allá del bien y del mal. Bartra a los ojos de nuestro sociólogo se “irrita” con la invitación a estudiar las ambigüedades y confusiones de las críticas de los partidarios del socialismo y las de sus enemigos. Para González Casanova, el antropólogo de origen catalán buscaba convertir su libro en un alegato a favor del socialismo autoritario. En vez de realismo y claridad, prefería la sutileza, la ambigüedad y la confusión (González Casanova, 1984d: 46). poeta en la prisión, un cientíico perseguido, para decretar el gulag total” (Cortázar, 1983: 9). Sobre el caso Padilla dice el escritor argentino: “Si para algo sirvió, en deinitiva, el caso Padilla, fue para separar el trigo de la paja fuera de Cuba, pues la crítica se escindió en las dos vertientes de que se habla más arriba. Mi crítica, por más solidaria que fuese, me valió siete años de silencio y de ausencia, pero era una crítica que acaso ayudó a franquear el paso del esquema ilusorio a otro en el que la necesidad de renovación no ignorara las pulsiones que hacen de un hombre lo que verdaderamente es. En cambio, la crítica antisocialista se aferró a todas las extrapolaciones y generalizaciones que su retórica era capaz de inventar, y desde entonces hasta hoy, 15 años después, sigue anclada en la denuncia permanente de algo transitorio; su periódica reiteración responde mecánicamente a la misma técnica: denunciar un atropello verdadero o no (Arenas, Valladares, etcétera) y lanzar desde ahí la monótona escalada a la totalidad de lo cubano, porque esa totalidad es el socialismo en marcha, y de lo que se trata es de acabar con él” (Cortázar, 1983: 9). 22 Sobre este punto González Casanova expresó: “Colocar a Cuba, a Nicaragua y mi libro como ejemplos de 1984 me hizo sonreír primero y enojarme después […] ¿De qué polémica se trata? ¿A quién le hace daño este hombre? Vi el problema de la deshonestidad polémica como un problema cultural y social, y traté de ver el de la polémica […] la astucia de B corresponde a la cultura de la astucia que incluye la deshonestidad en el manejo de los datos” (González Casanova, 1984d: 46). 249 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL Si González Casanova y Roger Bartra buscaban luchar por un socialismo democrático, ¿dónde radicaba la diferencia o el centro de la polémica? El primero respondía: Él cree o dice creer que todo lo que se ha hecho hasta ahora por el socialismo ni es democrático ni es socialismo. Allí veo la diferencia. No estoy de acuerdo con eso. Es más, mi libro y mi artículo están escritos para denunciar las falacias y errores de quienes piensan así y de quienes airman como él que los países socialistas están dominados por un nuevo sistema de explotación (González Casanova, 1984d: 47). González Casanova creía que la intención de sus textos era precisamente demostrar que los países socialistas no eran un sistema de explotación; el problema radicaba en que el pensamiento metafísico reaparecía en el discurso oicial marxista, “por las formas autoritarias de manejar el marxismo o el marxismo-leninismo”. Según González Casanova, Bartra lo acusaba de estalinista y olvidaba su apoyo incondicional a Cuba o Nicaragua. Por otra parte, los elogios y críticas a Octavio Paz por parte de Roger Bartra, para González Casanova eran falsos y se preguntaba por qué los hacía si Paz era uno de los intelectuales más lúcidos del pensamiento conservador latinoamericano. El poeta mexicano, según González Casanova, no era tan grande como Borges, pero era “muy superior como ideólogo y publicista de un pensamiento conservador y liberal globalmente entusiasta de la sociedad y el Estado estadunidenses, enemigos de los países socialistas y de las revoluciones cubana, nicaragüense, guatemalteca, salvadoreña” (González Casanova, 1984d: 49). Pero, ¿por qué Bartra hacía tantas airmaciones falsas a propósito del distinguido poeta?, se preguntaba González Casanova. A ello respondía: “Uno diría que quiere compensar una falsa crítica con un falso elogio y con ello matar la necesidad que siente por rechazar una parte de ese pensamiento con el cual simpatiza. Los conservadores y Paz no piensan a medias sobre el socialismo, lo aborrecen. Los revolucionarios en cambio, deienden el socialismo, aun con las críticas que se le deben hacer. Esa es la diferencia entre Paz y Cortázar”. Y seguía: ¿Pero cuál es la diferencia entre Paz y Bartra? Existen algunas posiciones políticas: una en Televisa, otra en el Partido Socialista Uniicado de México (psum). Y esa diferencia es signiicativa. Pero los parecidos también son muy grandes 250 HACER LA HISTORIA DE AMÉRICA LATINA porque uno y otro han hecho de la crítica al socialismo real el centro de su discurso. Y Bartra no quiere buscar las diferencias no por el temor a caer en esquemas o maniqueísmos, sino porque en su idea de la inteligencia, del razonamiento, de la crítica no logra superar la cultura de la deshonestidad, que es una cultura intelectual autoritaria y de clientelas. Es cierto que no todo en él es cultura de la deshonestidad. Pero como tampoco es cultura de una mentalidad religiosa que falsiica la realidad para que ésta sea como él cree que Dios querría que fuera, su discurso corresponde a un tipo de rebeliones que no logran pasar de lo sagrado a lo profano, de la crítica como blasfemia a la crítica como comprensión. Cultura para cambiar de creencias, si antes “creía” en el dogma ahora “cree” en el pensamiento crítico como dogma. La lucha de clases y la lucha de liberación, con sus prioridades, ocupan un lugar insigniicante y secundario (González Casanova, 1984d: 50). Para González Casanova la URSS cumplía en ese momento un papel histórico en la liberación de los pueblos, a pesar y en medio de sus contradicciones y lamentaba que Bartra, como el Orwell de América Latina, tomara a Cuba y a Nicaragua como regímenes autoritarios (González Casanova, 1984d: 50). Realmente, expresaba González Casanova “Nuestro 1984 está en los desaparecidos de la Argentina, en la desorganización mental de los encarcelados en Chile, en la cocaína de Bolivia y Colombia, en la eliminación de indios de Brasil, en los niños torturados que dejó Somoza en Nicaragua, en los prostíbulos de Honduras ocupada, en la reducación de los niños de Granada por los psicólogos de la intervención yanqui, en las aldeas modelo de Guatemala, en el asesinato de lo sagrado en El Salvador, en la doble cultura del terror de Paraguay” (González Casanova, 1984d: 50). Además, pensaba, es verdad que Orwell en su vida como escritor luchó por un socialismo democrático; sin embargo, al confundir el término totalitarismo, en todos los sistemas sociales, a saber, nazismo, fascismos, comunismos, socialismos, “su grave error automáticamente lo llevó a desconocer la lucha de clases y a oscurecer aún más la de liberación. Le impidió profundizar en un deseo legítimo: que el socialismo en Inglaterra sea más democrático que en la URSS, cuando haya socialismo en Inglaterra” (González Casanova, 1984d: 50). En esta polémica Bartra ubicó a González Casanova como un adversario no sólo teórico, sino también político. En otra entrevista, Christopher Domínguez interroga a Bartra: 251 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL La fallida polémica con Pablo González Casanova, me parece, quedó clausurada por la intolerancia de éste; pero, ¿después de esa experiencia te parece posible discutir con los marxistas mexicanos de la vertiente ortodoxa? ¿O más bien lo harías con Paz o un Enrique Krauze, que últimamente han abierto su revista a las opiniones no sólo de izquierda, sino del Partido Acción Nacional (pan)? […] en tu ensayo sobre 1984 me parece que apuntas hacia una alternativa distinta a la de González Casanova pero también a la de Octavio Paz, ¿qué tan cierto es? ¿Cómo dibujarías una diferencia entre el marxismo tradicional y el discurso de las libertades? (Domínguez, 1984: 40). Roger Bartra responde: Hay muchas variedades de ortodoxia, pero una de ellas es especialmente intolerante: aquella que es un intento tardío y subordinado de pensar el marxismo como una guía ilustrada para uso de burocracias tercermundistas frustradas. A esta variedad tropical pertenece Pablo González Casanova. Con gente como él la discusión es muy difícil, pues en un abrir y cerrar de ojos saca el puñal en lugar del argumento; pero en cierto sentido, también es útil la discusión con esta clase de políticos (Domínguez, 1984: 40). La “fallida” discusión tuvo que ver con que Bartra, cuando Pablo González Casanova decidió contestar su artículo, no respondió a las ideas porque, como él mismo dijo: “Yo ya me había molestado y además el artículo no me gustó, me pareció que no tenía nada que contestar. Simplemente le agregué un recuadro en mi propio artículo haciendo bromas” (Bartra, 2010). La respuesta de Bartra (1984a) fue de una sola página, con el título “Veredicto: Culpable, Proceso: 1984” y con un recuadro como el que su adversario intelectual le había escrito en su artículo “Nuestro 1984”, expresó lo siguiente: Mis temores se vieron corroborados mucho antes de lo que esperaba. El ensayo sobre nuestro 1984 no eludió la mirada de Pablo González Casanova, quien publicó un veredicto lapidario, que apareció bajo la forma de un sello estampado al inal de mi texto: en un par de docenas de palabras el Ministerio de la Verdad dictaminó que mi artículo pertenece a la “cultura de la deshonestidad polémica” (Culdespol) […] y, en efecto, Pablo González Casanova, se propuso buscar los motivos: quiso continuar un juicio donde, en la buena tradición estalinista, el veredicto fue previo al proceso. Además, y ello de acuerdo a la mejor tradición kafkiana, la acusación quedó oculta en una opaca maraña de 252 HACER LA HISTORIA DE AMÉRICA LATINA ordenanzas. Y, como para conirmar todo esto, en su denuncia Pablo González Casanova no resistió la tentación de —en lugar de usar mi nombre, que no es tan largo— referirse a mí simplemente como B. no pude evitar que acudieran a mi mente las imágenes del famoso K., que recorre los interminables laberintos de las novelas de Kafka (Bartra, 1984a: 5). El recuadro con el que Bartra “le pagó con la misma moneda” (Bartra, 2010) a González Casanova tenía la siguiente información: VERDICTO: Culpable. PROCESO: 1984. ACUSADO: B. MINISTERIO DE LA VERDAD: Pablo González Casanova. Ejercicio público de la Culdespol (o sea: mirarle los pies a Greta Garbo, en su papel estelar de “socialismo real”). PRUEBAS: Se encontraron en poder del culpable acusado, ocultas, varias ideas mutiladas por la aplicación de una retórica dramática enajenante, misma con la que practicó un marxismo desilusionado de derecha (en complicidad con Octavio Paz). SENTENCIA: Confínese a B en la habitación uno-cero-uno. DELITO: En esta polémica, como lo reconoce Bartra, aparecieron dos visiones completamente distintas de la realidad mexicana y de la política mundial. Más allá de cómo terminó la confrontación de ideas, en ese periodo se puede observar la transición de ambos pensadores. En el caso que aquí se estudia, es decir, el de González Casanova, en esta polémica toma posición de cuál sería su manera de ver las cosas una vez que las revoluciones en Latinoamérica habían triunfando. Pero además, de cómo las defendería ante las críticas, incluso de intelectuales de izquierda, comunistas o socialistas. Bartra es consciente de ello y al respecto airma: “Pablo se asume en un tipo de sentimiento por las causas de lo pobres pero sin un aparato teórico. Es un acercarse a los sufrimientos del pueblo y tratar de representarlos en sus expresiones más radicales sin un aparato teórico” (Bartra, 2010). No estamos tan seguros de que González Casanova no tenga un aparato teórico en su “opción por los pobres”. Lo que sí vemos de él es la transición de una antigua posición nacionalista a una más marxista, mar253 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL tiana y latinoamericana que defenderá con su palabra. Ahora bien, en cuanto a la trayectoria intelectual general de González Casanova, la perspectiva de Bartra es distinta de la nuestra. Se nota en él un sentimiento de rechazo a todo lo que tenga que ver con el autor de La nueva metafísi­ ca y el socialismo.23 Consideramos que lo que tal vez afectó más a Bartra fue el tono con el que González Casanova se dirigió a él: Yo eso sí lo resentí. Éramos muy amigos, personalmente había estado en su casa y él en la mía. Pero yo resentí en nuestra relación personal una acusación de eurocentrista y recuerdo que le contestaba a un amigo común, René Zavaleta: yo no soy eurocentrista, yo soy europeo. Esa acusación me parecía idiota. Estar hablando contra Europa si es el origen del movimiento obrero, del marxismo, la idea de eurocentrismo me parecía ridícula. Yo ya estaba molesto, pero al leer su libro y su artículo vi a Pablo tomando partido en la lucha política que tenía consecuencias concretas en el escenario de la militancia política en México (Bartra, 2010). Aunado a esto, Bartra ubica las airmaciones de González Casanova como “la parte supericial del discurso cubano”, pero corrige: “bueno, no sé si supericial porque los cubanos manejan ese dualismo, también un marxismo-leninismo muy dogmático y después un marxismo martiano, bolivariano. Es lo mismo de Hugo Chávez, que tampoco es marxista pero llega a este radicalismo martiano. Es como un nacionalismo populista radicalizado” (Bartra, 2010). Las polémicas de este estilo y sobre todo por Cuba continuaron en la medida en que Pablo González Casanova reaccionaba ante las críticas al socialismo de la isla. Una de ellas sucedió en un contexto muy especial. El 11 de abril de 2003, tres hombres que habían secuestrado un ferry en La Habana fueron ejecutados, luego de haber sido condenados por graves delitos de terrorismo por el Tribunal Provincial de Ciudad de La Habana. 23 “Yo creo que algo se quebró en su interior, después de que lo sacaron de la unam como rector y se ha ido perdiendo, se ha desorientado y se ha ido a posiciones radicales sin fundamentos y además en una órbita de perdedor, de fracaso en fracaso y cada vez más marginal e intrascendente. Antes apreciaba a ese reformista nacionalista, aunque no estaba de acuerdo con él. Eso se quebró cuando fracasó como rector frente a un movimiento de izquierda. Es lo peor que le podía haber pasado a un intelectual de izquierda, enfrentarse a un movimiento de izquierda y salir corriendo. Nunca se recuperó de eso. Ahora me decepciona mucho. Se ha vuelto marginal” (Bartra, 2010). 254 HACER LA HISTORIA DE AMÉRICA LATINA Los condenados fueron: Lorenzo Enrique Copello Castillo, Bárbaro Leodán Sevilla García y Jorge Luis Martínez Isaac. Con la intención de dirigirse a Estados Unidos, los condenados secuestraron el 2 de abril del año señalado un transbordador que, con cincuenta personas a bordo, realizaba el corto trayecto entre La Habana y la localidad cercana de Casablanca. Debido a que al barco le faltaba combustible y al fuerte oleaje, los secuestradores accedieron a que la embarcación fuera remolcada hasta el puerto cubano de Mariel, donde exigieron combustible para ir a Estados Unidos. El secuestro inalizó cuando, tras 38 tensas horas, una turista francesa se tiró al agua, allanando el camino para que las autoridades redujeran a los secuestradores, que llevaban una pistola y algunas armas blancas. Otros cuatro participantes en el secuestro fueron condenados a cadena perpetua, otro a treinta años de prisión y tres mujeres a penas de cinco, tres y dos años respectivamente. Episodios similares ya habían ocurrido antes. El gobierno cubano acusaba a Estados Unidos de fomentar estos secuestros por ser demasiado tolerante con los secuestradores. En no pocas ocasiones presuntos secuestradores habían logrado llegar al Estado estadunidense de Florida y ahí quedar en libertad provisional. Cuba acusó a Estados Unidos de crear y inanciar este tipo de oposición interna en la isla. (Bonasso, 2003). Producto del acontecimiento del 11 de abril, el novelista José Saramago escribió en el periódico español El País, en el mismo mes y año de los sucesos, una toma de postura al respecto: Hasta aquí he llegado. Desde ahora en adelante Cuba seguirá su camino, yo me quedo. Disentir es un derecho que se encuentra y se encontrará inscrito con tinta invisible en todas las declaraciones de derechos humanos pasadas, presentes y futuras. Disentir es un acto irrenunciable de conciencia. Puede que disentir conduzca a la traición, pero eso siempre tiene que ser demostrado con pruebas irrefutables. No creo que se haya actuado sin dejar lugar a dudas en el juicio reciente de donde salieron condenados a penas desproporcionadas los cubanos disidentes. Y no se entiende que si hubo conspiración no haya sido expulsado ya el encargado de la Oicina de Intereses de Estados Unidos en La Habana, la otra parte de la conspiración. Ahora llegan los fusilamientos. Secuestrar un barco o un avión es crimen severamente punible en cualquier país del mundo, pero no se condena a muerte a los secuestradores, sobre todo teniendo en cuenta que no hubo víctimas. Cuba no ha ganado ninguna heroica batalla fusilando a esos tres 255 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL hombres, pero sí ha perdido mi conianza, ha dañado mis esperanzas, ha defraudado mis ilusiones. Hasta aquí he llegado. Sobre el caso, Fidel Castro expresaba que había que decidir entre ser tolerantes ante este tipo de hechos, sólo encarcelando a los terroristas, o inhibibir a los criminales para cuidar la vida de millones de ciudadanos cubanos. Porque nadie debe dudar, airmaba seguro de sí “que en este país, con una elevada conciencia patriótica y revolucionaria, una agresión norteamericana signiicaría la pérdida de millones de vidas, puesto que se trata de un pueblo decidido a luchar hasta las últimas consecuencias, aunque la Revolución, a lo largo de casi tres años, como ya dije, se había abstenido de aplicar sanciones de esta índole, a pesar de haber personas sentenciadas por los tribunales debido a crímenes repugnantes” (Bonasso, 2003). Sobre la respuesta de Saramago, Castro explicó: Saramago es un buen escritor. Realmente nos duele que no hubiese entendido ni una sola palabra de las realidades que viven Cuba y el mundo. Él no es el único que se opone a la pena capital; a millones de compatriotas también les desagrada, pero ni uno sólo tuvo la menor vacilación ante la alternativa que conocen muy bien. El debió expresar su desacuerdo, pero no debió pronunciar ni una sola palabra que alimente la agresividad del gobierno de Estados Unidos contra Cuba, ni ofrecer argumentos que recibe con delicia el brutal sistema imperialista que pretende justiicar una agresión contra Cuba. Algo más preocupante, Saramago y algunos otros que hayan actuado de buena fe parecen ignorar por completo que el planeta marcha aceleradamente hacia una tiranía mundial nazi-fascista. Con toda seguridad pienso que se dejó llevar por un arranque de ira y contrariedad que le obnubiló su capacidad de razonar. Algo más, tal vez un rasgo pasajero de autosuiciencia y vanidad, nada extraordinario en un buen comunista acostumbrado durante muchos años a la calumnia y la diatriba, que ha sido de repente elevado al Olimpo de un Premio Nobel. Rigoberta Menchú, una noble y modesta india guatemalteca, que conoce Cuba y su invariable lealtad a la causa noble de los pueblos explotados de este mundo, no reacciona igual. De todas formas, por el valor maravilloso de sus obras literarias, los libros de Saramago seguirán siendo publicados y leídos en Cuba (Bonasso, 2003). Pablo González Casanova hizo coro al Comandante y también tuvo unas palabras para José Saramago. El 26 de abril del mismo año escribió en el 256 HACER LA HISTORIA DE AMÉRICA LATINA periódico La Jornada una respuesta al escritor con el título: “Con Saramago hasta aquí y con Cuba hasta siempre”. El texto decía: Uno siente que la humanidad está en grave peligro. Cuando hay una terrible carnicería en Irak con bombas y superbombas que relampaguean a todas horas, en todo el mundo se enjuicia y condena a Cuba por violación a los derechos humanos. Cuando Estados Unidos hace una guerra de conquista para apoderarse del país que poseía la primera reserva de petróleo mundial no privatizada, se condena a Cuba por violación a los derechos humanos. Cuando la mayor parte de las naciones del mundo padecen crecientes problemas de desempleo, insalubridad, hambre y educación, mientras en Cuba toda la población tiene empleo, servicios de salud, alimentación y escuelas, se condena a Cuba por violación a los derechos humanos. Cuando a la anunciada invasión a Irak se añaden nuevas amenazas de intervención contra el eje del mal, en el que Estados Unidos incluye a Cuba al tiempo que acentúa el bloqueo de más de cuatro décadas contra la isla, se acusa de violación de derechos humanos a Cuba. A tan burdos soismas se añaden otros, en los que olvidando las llamadas “operaciones encubiertas”, con “siembra de pruebas” que “conirman” los cargos, se ve como natural que en vísperas del “juicio”, los “cubanos desesperados” se roben un día tras otro aviones y barcos, clamando asilo y apoyo de Estados Unidos, ya no sólo para que la inefable “Comisión de Derechos Humanos” emita un “veredicto” adverso a Cuba, sino para que los pueblos del mundo, empezando por el de la vieja España, apoyen una nueva acción contra la isla semejante a la que el gobierno español realizó contra Irak al lado de Inglaterra y Estados Unidos. Piden que España olvide a España y el mundo su pasado de mentiras coloniales. Todo olvido útil se respeta. Es más, hay olvidos que se consideran naturales, prudentes e incluso “necesarios” para defender “los derechos humanos”. La fuerza del olvido es de por sí grande, pero se complementa con insólitas formas de razonar, como la de José Saramago, quien se pone por un lado a sí mismo y por otro a Cuba y entre los dos pinta una raya. A esa original razón de la sinrazón, Saramago añade una no menos singular: muchos estamos, en éste y cualquier caso, contra la pena de muerte, pero es raro que como “personas entendidas”, por un acto con el que no estamos de acuerdo hagamos un desplante y deslinde en el teatro del mundo cuando apenas empieza el nuevo drama mundial, y nos sumemos entre ambigüedades a uno de los juicios más hipócritas, que pretende justiicar una intervención mayor de Estados Unidos contra la isla, intervención de tal modo amenazadora e intimidante que los cubanos se ven obligados a recordar que están dispuestos a morir antes que a perder su libertad. 257 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL Es lamentable que en tan dramáticas condiciones hombres como Saramago presten su fama, ganada en desiguales batallas, para defender al gigante intervencionista. Creo que el magníico escritor es un “comunista ontológico”, como él mismo se deinió, y que por eso hoy ha hecho tanto daño a la lucha por la democracia, la liberación y el socialismo que encabezan —entre contradicciones— el pueblo y el gobierno de Cuba. Cada quien escoge sus contradicciones. El hombre sin contradicciones es una entelequia. “Los muchos” escogemos nuestras contradicciones con el país caribeño, su pueblo y su gobierno y esperamos ser miles de millones quienes luchemos, con irmeza, por la defensa de esa pequeña isla que ha llevado mucho más lejos que cualquier otro país del mundo la práctica de la liberación, la democracia y el socialismo. Cuba merece nuestro apoyo contra cualquier argumento falaz que se sume a las justiicaciones del bloqueo y de la intervención anunciada. Venceremos. Al debate sobre el tema se quiso meter Pablo Gómez, un político tradicional del escenario mexicano. En el Correo Ilustrado del periódico La Jornada, el 28 de abril de 2003 airmaba Pablo Gómez que la posición de González Casanova era una “falacia inadmisible” porque “Saramago critica, lo que no puede hacer don Pablo cuando se trata del gobierno cubano”. Se preguntaba: ¿Por qué se ha de acusar a Saramago de “defender al gigante intervencionista”, como lo hace Pablo González Casanova? José Saramago ha expresado su punto de vista y don Pablo le ha dicho “hasta aquí”, para usar las mismas palabras del escritor lusitano. Don Pablo carece de originalidad o, mejor dicho, se hace el original usando las palabras de Saramago para lanzarse contra él. Pero Saramago, que ha sido toda su vida un militante político, lo cual no es la característica del don Pablo, condena las ejecuciones que son consecuencia de juicios sumarísimos y el encarcelamiento —también sumarísimo— de decenas de críticos cubanos que no tuvieron la oportunidad de tomar un arma para combatir al régimen que odian. Saramago sabe lo que no sabe Pablo González Casanova. El portugués ha sufrido que a cientos de comunistas los recluyan en la cárcel bajo la acusación de formar parte de una conspiración supuestamente ordenada desde el extranjero, lo mismo desde la URSS que desde China o Cuba. Eso no lo sabe don Pablo porque jamás fue perseguido bajo tal acusación ni bajo cualquier otra. Este escritor —Saramago— es consecuente con la defensa que siempre hizo de sus camaradas presos, de sus compañeros asesinados, de sus amigos perseguidos bajo la acusación de ser agentes de algún país ex- 258 HACER LA HISTORIA DE AMÉRICA LATINA tranjero. Pero González Casanova considera, por lo visto, que el gobierno cubano puriica todo sólo por el hecho de ser obra de sí mismo. No, los procesos de Moscú fueron una aberración jurídica y política. Las víctimas de Stalin fueron víctimas y nunca malhechores. Los ejecutados en Cuba, quienes evidentemente violaron la ley, son también personas que merecen un juicio y el beneicio de lograr su propia rehabilitación antes de ser ejemplo para tantos desesperados que quieren ir a Estados Unidos como otros miles de cubanos y como otros millones de mexicanos. Este correo no fue tomado en cuenta por González Casanova. La razón la desconocía Pablo Gómez: González Casanova desde los años sesenta había escogido sus contradicciones y las había aceptado. Una de ellas era su defensa acérrima a Cuba. Esto nunca lo haría, como político del sistema, Pablo Gómez. Posteriormente, como con Bartra y Saramago, en 2007 se sumó a otra polémica por Cuba. Esta vez fue por un artículo “amoroso o con veneno” contra Cuba. James Petras y Robin Eastman-Abaya habían escrito un ensayo denominado “Cuba: revolución permanente y contradicciones contemporáneas”. Ahí ambos autores decían que la Revolución Cubana y su economía socialista habían “demostrado una tremenda resistencia ante enormes obstáculos y retos políticos. Cuba ha desaiado con éxito una invasión orquestada por Estados Unidos, un bloqueo marítimo, cientos de ataques terroristas y medio siglo de bloqueo” (Petras, 2007). Reconocían que pese a la caída del socialismo del Este, el socialismo cubano había aprendido a formular un nuevo modelo de desarrollo. Éste consistía en un sistema avanzado de bienestar social en los rubros de salud, educación y equidad. Aun con la implantación del “periodo especial”, el sistema cubano lograba sobrevivir a los atentados criminales del imperialismo. Se recuperaba por el desarrollo turístico, las inversiones en biotecnología que redundaron en exportaciones de medicinas, los acuerdos comerciales con Venezuela, entre otros rubros (Petras, 2007). También, decían los autores, que a pesar del bloqueo estadunidense Cuba logró mantener relaciones en su política exterior con naciones amigas. “En cuestiones de seguridad nacional y personal, Cuba es un líder mundial. Las tasas de criminalidad son bajas y la violencia infrecuente. Las amenazas y los actos terroristas (la mayoría procede de Estados Unidos y de sus socios del exilio cubano) han disminuido y son menos peligrosos para la población cubana que en Estados Unidos o Europa” (Petras, 259 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL 2007). Las virtudes revolucionarias que los autores le endilgaban a Cuba no eran menores. En pocas palabras, para James Petras y Robin EastmanAbaya Cuba había tenido un éxito enorme para sobrevivir a pesar de los obstáculos históricos que le originaba Estados Unidos. Le atribuían este triunfo “a la combinación de perseverancia popular, lealtad a sus líderes revolucionarios y adopción de valores comunes de igualitarismo, solidaridad, dignidad nacional e independencia” (Petras, 2007). Sin embargo, los autores veían nuevos desafíos y contradicciones tras el “periodo especial” en los que habría que trabajar. En lo que respecta al turismo como eje de recuperación económica, éste generó los recursos suicientes para importar productos primarios esenciales para la población. Pero el turismo a su vez dio lugar a distorsiones en la economía cubana, como que los salarios de los empleados en esta rama excedían por mucho a los de cientíicos o médicos. En este mismo sector económico, se crearon ciertos grupos de nuevos ricos, lo que desencadenó un tipo de desigualdad. “Igual de perjudicial, la entrada masiva de turistas resultó en el crecimiento de un lumpen proletariado, prostitutas, narcotraicantes y otras formas de pícaros no productivos cuyos ingresos ilícitos excedían a los de trabajadores, empleados y profesionales. Este grupo desarrolló redes con hoteles, restaurantes y gerentes de clubes nocturnos, que apoyaron la corrupción y pusieron a prueba los valores revolucionarios” (Petras, 2007). Este hecho, es decir, que las inversiones estuvieran en mayor medida en la industria turística,24 causó que la producción agropecuaria, en especial la de productos alimenticios, declinara signiicativamente, lo que motivó el surgimiento del mercado negro. La seguridad alimentaria en Cuba se vio seriamente afectada y se tornó dependiente de la importación de alimentos, sobre todo de Estados Unidos. En este mismo punto, decían 24 “El turismo, que sirvió como estrategia inmediata y necesaria en el ‘periodo especial’, por desgracia se ha convertido en un sector de crecimiento intrínseco y estratégico para la economía. Cuba sigue iel a su tradicional ciclo de dependencia del ‘monocultivo’ tras haber sustituido la exportación de azúcar a EUA y luego a la URSS y a la Europa del Este por el turismo para canadienses y europeos. El problema con la nueva dependencia (como con la anterior) es que ofrece soluciones a ‘corto plazo’ mientras que a largo plazo empeoran los problemas estructurales, entre ellos una mala distribución de los recursos humanos (hay arquitectos que trabajan como botones de hotel) y la ausencia de una economía diversiicada capaz de enfrentarse a los inevitables ciclos económicos endémicos del mercado capitalista mundial” (Petras, 2007). 260 HACER LA HISTORIA DE AMÉRICA LATINA Petras y Abaya, “mientras Cuba canalizaba de forma eicaz grandes inversiones de capital hacia el turismo, la biotecnología y otros sectores productivos, ha descuidado su sector de la vivienda, lo cual ha creado una lista de espera de diez años para más de un millón de familias. El déicit de viviendas es una de las fuentes más importantes del descontento entre el pueblo cubano, incluso entre sus funcionarios de nivel medio del partido y del gobierno, que se ven obligados a vivir con sus parientes” (Petras, 2007). Aunado a ello, los autores señalaban que comenzaba a observarse una baja productividad económica en el país caribeño. La ausencia de un transporte público eicaz parecía ser la razón de una indolente burocracia, impuntualidad en el trabajo y la escuela.25 Si se sumaba a esto los bajos salarios, una débil motivación e indisciplina laboral, la falta de productividad, señalaban James Petras y Robin Eastman-Abaya, afectaba no sólo los servicios, también la manufactura y el trabajo en el campo. Aparecía también un desequilibrio en la economía cubana en lo que respecta a la relación del sistema educativo y la economía de “monocultivo”. El primero altamente desarrollado demandaba puestos de trabajo que la segunda no podía satisfacer. Además, bajo esta sombra crecía una nueva clase social de ricos que promovían reformas liberales de la economía cubana con la intención de atraer inversiones y motivar el consumo privado: Las desigualdades sociales no son sólo el resultado de fuerzas de mercado, la corrupción y el turismo. También son un producto de la concentración del poder político en la administración y la dirección de la economía y la disposición de los gastos públicos. Para limitar el crecimiento de una burguesía de nuevos ricos se requiere algo más que periódicas movilizaciones populares —como entregar el control de las gasolineras a trabajadores sociales— y los insistentes llamados a la moralidad (que son importantes). La lucha contra la nueva clase requiere que un nuevo sistema de representantes elegidos supervise las asignaciones del presupuesto a los diversos ministerios y tenga poder para convocar a funcionarios responsables a audiencias televisadas para que exista una responsabilidad pública estricta, cuando sea necesario (Petras, 2007). 25 “Cuba requiere al menos diez mil nuevos vehículos de transporte, y eso sólo para empezar. Necesita personal de mantenimiento y personal entrenado, así como comités de vigilancia de consumidores y trabajadores, que aseguren que el nuevo transporte, una vez adquirido, funcione” (Petras, 2007). 261 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL Por otro lado, para Petras y Abaya, Cuba enviaba demasiada ayuda humanitaria al exterior y poca para sus propios pobladores.26 Para los autores aquí debería existir un sano equilibrio. En suma, para los articulistas el éxito de la recuperación económica de Cuba había tenido aciertos en los programas sociales, pero las fuertes restricciones en el “periodo especial” y la decisión de abrir el rubro de la economía del turismo habían creado importantes contradicciones. A ello habría que sumar las prácticas de corrupción e ineiciencia productiva que erosionaban gravemente la base del apoyo popular al régimen. Los autores proponían algunas reformas para enfrentar estos retos (Petras, 2007). Para los autores, Cuba históricamente había demostrado creatividad para resolver sus contradicciones, por lo que llamaron a relexionar a fondo sobre estos problemas. Es necesario, dijeron, “un debate a fondo, abierto, entre todos los cubanos antimperialistas para profundizar y sustentar los logros de la revolución” (Petras, 2007). En el mes de septiembre de 2007, James Petras y su colega recibieron una respuesta a su trabajo sobre Cuba nada menos que de Fidel Castro (2007), quien escribió un texto llamado “Los superrevolucionarios. Respuesta a Petras”. Ahí cuestionaba duramente a Petras acusándolo de estar en la lista de recursos naturales tarifados en el mercado mundial. Lo señalaba como de la extrema izquierda. Le reprochaba que reconociera los avances de Cuba “como quienes conceden limosnas”, además de que se aprovechara de que “en determinados casos, la supuesta amistad con Cuba les permite estar presentes en numerosas reuniones internacionales y conversar con cuantas personas del exterior o del país deseen hacerlo, 26 “Se han presentado varias objeciones relativas a los compromisos de Cuba en el extranjero y a prioridades mal identiicadas. Ante todo, se dona mucha ayuda y no tiene un beneicio práctico para Cuba: los programas de salud no obtienen como respuesta reacciones diplomáticas y políticas favorables de los países receptores. De hecho, los gastos cubanos de salud permiten que numerosos regímenes reaccionarios favorables a EUA sigan destinando fondos para incentivar inversiones extranjeras o comprar armas —como es el caso en Honduras, Pakistán, África y otros lugares— reduciendo la presión popular sobre los gobiernos nacionales para que presten servicios sociales. Sin duda Cuba se gana el favor de los pobres de esos países, pero también provoca el resentimiento de muchos cubanos. Ante la urgente necesidad de acelerar programas internos, Cuba no está en condiciones de mantener costosos programas en el extranjero que carezcan de beneicios monetarios, estatales o comerciales. También se cuestionan los subsidios para estudiantes y pacientes extranjeros y para los numerosos delegados a conferencias” (Petras, 2007). 262 HACER LA HISTORIA DE AMÉRICA LATINA sin traba alguna de nuestro vecino imperial a sólo 90 millas de las costas cubanas”. Fidel Castro le reprochaba a Petras que aconsejaba a la Revolución con “veneno puro” porque: Subestiman la más colosal tarea de la Revolución, su obra educacional, el cultivo masivo de las inteligencias. Sostienen la necesidad de personas capaces de vivir realizando trabajos simples y rudos. Subestiman los resultados y exageran los gastos en inversiones cientíicas. O algo peor: se ignora el valor de los servicios de salud que Cuba presta al mundo, donde en realidad, con modestos recursos, la Revolución desnuda el sistema impuesto por el imperialismo, que carece de personal humano para llevarlo a cabo. Se aconsejan inversiones que son ruinosas, y los servicios que aportan, como el alquiler, son prácticamente gratuitos. De no haberse detenido a tiempo las inversiones extranjeras en viviendas, habrían construido decenas de miles sin más recursos que la venta previa de las mismas a extranjeros residentes en Cuba o en el exterior. Eran además empresas mixtas regidas por otra legislación creada para empresas productivas. No había límites para las facultades de los compradores como propietarios (Castro, 2007). Para Castro los verdaderos críticos de la Revolución jamás esperarían “favores o perdones del peor de los imperios”. En este tenor, el 12 y 13 de septiembre del mismo año, Pablo González Casanova, en dos entregas al periódico La Jornada, también respondió al trabajo sobre Cuba de Petras y su colega. Escribió un artículo cuyo título nos hace recordar la polémica con Roger Bartra: “Cuba y un hombre perverso”. La relación que hacemos con “la cultura de la deshonestidad polémica” es por el adjetivo “perverso”, es decir, de una persona que daña intencionalmente. También por la presentación que hace en su nueva polémica por Cuba: Vamos a suponer que Petras es un hombre perverso. Se llama James y, además, es inteligente. Durante años se prepara a ejercer un arte difícil: criticar a la izquierda desde la izquierda. Es un arte dudoso, equívoco. Se presta a alusiones oscuras, a confusiones de ideas, explicaciones incompletas o defectuosas, interpretaciones ambiguas o dobles signiicados. Petras se entrena para dominarlo, a sabiendas de los peligros y sus desenlaces (González Casanova, 2007a). Como ya lo hemos registrado, González Casanova considera que criticar a la izquierda para que triunfe ésta es un arte difícil que puede terminar en la destrucción de la misma izquierda con sus propios argumentos. 263 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL Piensa que “quienes practican ese arte saben que pueden dañar a la emancipación humana por no practicarlo y también al especializase en practicarlo”. Al igual que Castro, el sociólogo mexicano cuestionó que Petras comenzara en su texto con los elogios incompletos a Cuba y la crítica al asedio por parte de Estados Unidos. Sobre todo porque olvidaba, según nuestro intelectual, el logro esencial que distinguía el proceso revolucionario de Cuba de otras experiencias (González Casanova, 2007a). Esta omisión, desde la perspectiva de González Casanova, llevó a Petras a formular críticas tergiversadas de la situación cubana. Pero González Casanova fue más allá: este arte de criticar a la izquierda desde la izquierda llevó a Petras a mentir. Esta falta de conciencia hizo que Petras, según el ex rector de la unam, quisiera dar clases de cómo debería hacerse hoy el socialismo. Aun más: “la igura señera del pequeño y enérgico profesor adquiere rasgos dramáticos mientras sube al despeñadero. Para comprender lo que le pasa es mejor citar, tal como aparecen, sus críticas a los dirigentes de la Revolución, sus críticas a las decisiones que han tomado, y las propuestas que él instruye con irmeza y convicción expertas. Críticas y propuestas de políticas alternativas lo llevan a l80 grados de una posición ultrarrevolucionaria” (González Casanova, 2007a). Quería Petras, esgrimía González Casanova, valerse de sus críticas con las citas fuera de contexto de Fidel y Raúl Castro para hacer notar que éstos apoyan sus tesis. Para el autor de Sociología de la explotación, las opciones de Cuba para resolver sus contradicciones podían ser impopulares, pero para él era necesario recordar que por mucho que se quiera tener “condiciones objetivas” para la construcción del socialismo, van a seguir contando necesariamente las “condiciones subjetivas de los pueblos rebeldes, objetivamente empobrecidos, explotados, oprimidos, reprimidos, desalojados y hasta en proceso de extinción por enfermedades curables, por bombardeos de aldeas, de recursos y veneros, por hambrunas y furias religiosas o tribales alentadas y armadas por las fuerzas militares y paramilitares del imperialismo colectivo y sus asociados” (González Casanova, 2007a). Aseguraba que la propuesta de Petras sobre relación entre sistema educativo y agricultura era de signo colonialista. Manipular la “mano de obra barata” dijo, era una política que se aprendía del imperialismo para contar con sus “patios traseros”. Pero en general sobre las propuestas de Petras y su colega González Casanova no dijo nada, sólo agregó que éstas eran “fantásticas” y cues264 HACER LA HISTORIA DE AMÉRICA LATINA tionó que se minusvalorara la política cubana de solidaridad a otros países del Tercer Mundo. Al inal su texto termina con un ataque personal a Petras: “Aquí me detengo para que los lectores vayan directamente a un documento dramático y excepcional; dramático, porque en realidad apoya a los que en la propia Cuba pretenden aplicar las mismas políticas que en China o Vietnam se han aplicado para restaurar el capitalismo. Excepcional, porque en el mismo documento, el mismo autor, ultrarrevolucionario, pasa a preconizar políticas ultraconservadoras y restauradoras, entre argucias, falacias y engaños que nos recuerdan a esos hombres de que habla Borges, que ya se murieron y todavía no lo saben” (González Casanova, 2007a). James Petras no esperó mucho tiempo para responder a Fidel Castro y Pablo González Casanova. Escribió su artículo “Defendiendo la Revolución Cubana: ¿Con amor o con veneno?” el 17 de septiembre de 2007. De entrada Petras diferenciaba su postura crítica de la Revolución Cubana para apoyarla y la de los “publicistas que se arrogan la función de apologistas incondicionales de cada cambio en la política que proponga el portavoz oicial y repiten como papagayos el argumento del día” (Petras, 2007a). Ese insulto desde luego era para González Casanova. En su ensayo junto a Abaya, según Petras, se reflejaba el amor de ambos autores al pueblo revolucionario de Cuba. Se sabían genuinos defensores de esa Revolución y su crítica no era sino para hacerla avanzar. Su análisis tenía la intención de prevenir posibles catástrofes como las acontecidas en los antiguos países socialistas. El ensayo, dijo, respondió al llamado de Raúl Castro para la “formación de comisiones encargadas de revisar políticas básicas y apoyar la formulación de nuevas estrategias socioeconómicas. Petras y Abaya escribieron aquel artículo con la intención de participar en este debate fraternal” (Petras, 2007a). El ensayo, según Petras, fue bien recibido por la crítica dentro y fuera de Cuba a excepción de Fidel Castro y González Casanova. Según la lógica de ambos, dijo Petras, “la Revolución avanza siempre de manera lineal, siempre adelante y sin contradicciones, apoyada por personas capaces de sacriicar sin descanso sus necesidades básicas. De acuerdo con esta lógica, quien niegue dicha linealidad y señale contradicciones y retos internos cae en manos de la contrarrevolución” (Petras, 2007a). Las polémicas de ambos, esgrimía Petras, parecían una amenaza contra quienes se atrevían a pensar en un debate profundo sobre la situación 265 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL social y política de Cuba; además de que justiicaban su defensa al estado de cosas actual en nombre de un voluntarismo moral intachable, la inferencia que hace Fidel de un apoyo ininito a la Revolución releja un grado de voluntarismo que no se corresponde con la realidad: la mayoría de los cubanos están cansados de esperar, las parejas casadas aguantan mal el verse incluidas durante décadas en listas de espera para acceder a un apartamento decente y un aumento salarial; tampoco aprecian el verse en la obligación de aguardar hasta fin de mes para recibir el salario y poder comprar alimentos de calidad en el mercado libre; o de hacer cola para subir en el abarrotado transporte público. En la vida real hay límites en la espera de mejoras básicas, incluso entre las personas más revolucionarias (Petras, 2007a). La polémica contra su persona la ubicó Petras en el artículo de González Casanova:27 “En vez de enfrentarse a los argumentos empíricos de Petras y Abaya, recurre a los insultos más extraños llamando ‘perverso’ a Petras y tachando sus escritos de ‘perversión’. Su omisión del nombre de la coautora —Robin Abaya— sugiere un sexismo lagrante. En vez de ofrecer pruebas que refuten las observaciones de Petras y Abaya sobre la vivienda, la política de la renta o los problemas de productividad, se interna en nuestro supuesto comportamiento perverso por haber osado criticar a los muy sabios y entendidos líderes cubanos” (Petras, 2007a). James Petras devuelve acusaciones a González Casanova: lo llama acrítico, servil y académico de atalaya. Petras nombra una lista de los movimientos sociales28 en los que ha participado a diferencia, según él, 27 Le espetó: “González Casanova no ha aprendido nada de la realidad cubana ni tampoco ha dejado atrás su retórica brezhneviana ante la argumentación socialista existente. No es una coincidencia si González Casanova se hace eco de la polémica de Fidel; repite sus invectivas hasta la caricatura y no da muestras de independencia de pensamiento. Escribe como un soldado del líder, tenga o no tenga razón, pero no como un soldado de la Revolución. Para ser un politólogo que presume de ‘cientíico social riguroso’, González Casanova no parece haberse adentrado nunca en las calles cubanas ni haber hablado con las parejas que se arman de estoicismo durante diez años para obtener un apartamento o que trescientos días al año, a 40˚C de temperatura, toleran junto a cientos de personas el eterno retraso de una guagua atiborrada. Es difícil obtener estos datos en las recepciones de La Habana donde se agasaja a los universitarios extranjeros distinguidos” (Petras, 2007a). 28 “Hay muchos otros movimientos y otras regiones y países donde el ‘perverso’ favorito de González Casanova ha trabajado con los movimientos en lucha: España, Catalunya/Euskadi/Andalucía, Grecia, Italia, Turquía, Filipinas; pero creo que los lectores de 266 HACER LA HISTORIA DE AMÉRICA LATINA de González Casanova, quien mientras en los años sesenta era partidario del pri, Petras ya defendía la Revolución Cubana. Para Petras “defender la Revolución Cubana exige la defensa incondicional contra el imperialismo y también propuestas para rectiicar sus problemas. Tales propuestas son actos de amor. La invectiva polémica y los ataques personales contra defensores de toda la vida de la Revolución y de los movimientos revolucionarios aislarán aún más a Cuba —y a los oportunistas como González Casanova— de la realidad y las transformaciones sociales que están por llegar a Latinoamérica y de los cambios sociales en Cuba” (Petras, 2007a). Por todo lo visto en estas polémicas, podemos conjeturar que por Nicaragua, Cuba y los zapatistas en México, como lo veremos más adelante, Pablo González Casanova, tal como él lo ha expresado, eligió sus contradicciones. De ellas han resultado polémicas como las que aquí se han presentado con un toque bastante apologético. En éstas ha ganado el aspecto pasional más que el debate de ideas.29 Como se sabe con Roger Bartra las cosas no terminaron bien. Con Saramago y Petras las polémicas no llegaron a debate porque se quedaron en descaliicaciones mutuas. Al menos en el caso de Petras y González Casanova, ambos fueron conscientes de que se habían excedido visceralmente. Pero hay un punto que llama la atención. Sobre Cuba parece que González Casanova no discute, más bien pontiica y a veces da la impresión de que intenta regañar. Como alguna vez dijera Ugo Pipitone, “te- Rebelión saben de qué hablo. Casanova, el apologista de salón de Cuba, carece de los hechos elementales sobre a quién critica y qué deiende. Los movimientos sociales en Latinoamérica tienen una vida política. No participan en la adoración de un culto al líder. Debaten, critican a sus dirigentes, sus errores e incluso a la Revolución Cubana... cuando es necesario. La irreverencia de los movimientos sociales para con la autoridad, incluso de líderes tan respetados como Fidel, los convierte en ‘perversos’ según González Casanova o en ‘superrevolucionarios’ según Fidel” (Petras, 2007a). 29 Quizás podríamos decir que desde los años sesenta en que André Gunder Frank le criticó el concepto de colonialismo interno que González Casanova había descrito en La democracia en México, los descaliicativos contra el adversario fueron los tópicos favoritos de éste. Por dar un dato, a inales de los años sesenta González Casanova y los intelectuales de la época, incluido Víctor Flores Olea, trataron de descaliicar a Gunder Frank aprovechando un congreso de intelectuales en Cuba. Lo acusaron de ser agente de la cia. En esa época ese era un caliicativo muy despreciable para alguien que se dijera de izquierda. 267 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL nerlo de adversario no debe ser algo placentero”.30 Pero, ¿a qué se debe esto? ¿En qué piensa González Casanova cuando polemiza de esta manera? ¿Qué lo impulsa para defender de esta manera a Cuba? No son pocos los cercanos a él que le cuestionan su apoyo incondicional a la Revolución Cubana. Y aunque existen matices sobre el tópico, la mayoría de los que ven esta contradicción elegida por él, la cuestionan siempre. Por ejemplo, Jorge Alonso dice: Me parece que don Pablo tiene un punto ciego, no ve en su defensa de Cuba las muchas fallas democráticas, no hay posibilidades de expresión, hay una burocracia que se impone. Me parece magníico que deienda una Revolución como la marxista-martiana que se enfrenta al imperialismo y que ha sobrevivido pese a que ya no tenga el apoyo de la Unión Soviética. Pero él no acepta ese tipo de críticas que son bastantes visibles. Si tú vas a Cuba las puedes percibir. Pero bueno él conoce a cubanos de primer nivel y se siente comprometido con ellos.31 También al respecto se pronuncia José Francisco Paoli Bolio: Como amigo aprecio todo lo que Pablo hace sabiendo cuál es su intención, su motivación, que eso para mí es fundamental. Pero como análisis político a Pablo le ha faltado discriminar un poco lo que son sus preferencias o inclinaciones de lo que está ocurriendo en Cuba y en otras experiencias socialistas, pero muy particularmente en Cuba, de elementos que están ahí que son muy autoritarios, de elementos no sólo que competen a personas sino a circunstancias, pero desde luego a personas que han llevado una dictadura, que han perseguido, que han matado a mucha gente, que han tenido acciones de represión muy fuerte, que yo no sé qué tanto se justiican a la luz del mismo pensamiento humanista o socialista humanista que Pablo ha sostenido y que no ha criticado [...] los derechos humanos están muy poco respetados en Cuba. 30 Así se expresó de Pablo González Casanova Pipitone: “Entre nosotros se sienta el Obispo Rojo, que no me ama, y que debe haber llegado hace poco. Tal vez ha leído algunos de mis artículos y debo parecerle, eso imagino, una especie de socialdemócrata resbaloso e invertebrado. Lo conozco apenas supericialmente y no hay nadie en este país, y pocos fuera de él, que no lo conozcan. Ha escrito en su juventud libros notables, pero está envejeciendo de una manera que no puedo entender. Sustituye cada vez más una retórica nebulosa por sus antiguos, más equilibrados y más hirientes análisis” (Pipitone, 2000: 93-94). 31 Entrevistado el primero de octubre de 2009, en las instalaciones de ciesas-Occidente (Alonso, 2009). 268 HACER LA HISTORIA DE AMÉRICA LATINA Es cierto que hay cuestiones que pueden explicar la ferocidad de la protección al socialismo, al Estado socialista, que hay elementos como el embargo como dicen los americanos o el bloqueo económico que a su vez lleva al Estado cubano a tener ciertas reacciones. Es cierto que hay muchas cosas que explican claramente por qué en un contexto de guerra, de conlicto, de confrontación con la potencia mayor del mundo estando tan cerca pues los ha llevado a tomar medidas de seguridad. Pero hay una vigilancia inhumana que se ha desarrollado como un Estado policiaco en el cual yo no he visto críticas que Pablo hubiera hecho (Paoli Bolio, 2010). Con todo lo que se ha dicho hasta aquí y tratando de responder las preguntas arriba señaladas, parece que la pasión de González Casanova con Cuba, aunque es criticable, puede ser perfectamente entendible a la luz de su trayectoria. Este intelectual ha elegido moral y políticamente estar con los pobres de la historia. Es verdad, con una posición así, los discursos podrían volverse pasionales y alejarse de proposiciones cientíicas, pero eso no le quita valor a los discursos. Para entenderlos habría que ubicarlos en el campo personal de los sujetos, en sus elecciones, en sus irrenunciables y desde ahí hacer un balance de lo rescatable o cuestionable. Ignacio Marván lo ha entendido bien, Cuba y los zapatistas en González Casanova son puntos de llegada más que puntos ciegos. Lo que habría que entender de él es que, como cualquier cientíico social, académico o intelectual, aparte del trabajo de investigación que realiza, toma decisiones y posiciones políticas. En su caso, la agenda de investigación que inició desde su etapa como historiador y las posiciones políticas asumidas durante su vida no necesariamente tendrían que coincidir (Marván, 2009). Además, como bien lo dice Lorenzo Meyer: Hay en Cuba el elemento nacionalista y antimperialista que a cualquier mexicano debería interesarle, aunque no a todos les interesa. Pero debería. Es el Caribe, Centroamérica y México. Esa zona que quedó a merced de Estados Unidos desde el siglo xix y que tiene unas reacciones distintas a las que pueden tener Brasil, Argentina, Chile, Perú que ya están muy alejados. Es aquí donde nació eso. Una isla. Es como el zapatismo, el zapatismo es una isla étnica, política, social, metida en el océano de Chiapas y se defendieron muy bien. Y a Cuba no la han podido tumbar todavía estando al lado de la gran potencia y ahora es la única, la gran potencia. Por el momento. Y todavía está ahí. Cuántos presidentes desde Eisenhower hasta hoy con Obama. Entonces me parece que esa es la vena que le interesa a don Pablo, a la que él se siente tan 269 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL ligado, que como la política no está hecha por ángeles, bueno la otra parte de la Revolución Cubana, su parte autoritaria, represiva, que seguramente don Pablo no puede aceptar. Es decir le ve más virtudes que defectos. Hay defectos en Cuba, pero en el contexto, como no hay nada perfecto, en la imperfección se decide a tomar partido por el país chiquito, aislado, que aunque ya se le fue la Unión Soviética y Estados Unidos es en términos relativos más fuertes que nunca, no ceden (Meyer, 2010). En efecto, la opción política de Pablo González Casanova es clara, como Martí, quiere estar con “los pobres de la tierra” porque siente que es su deber como intelectual. Y como Cuba no cede, aunque lo critiquen aguanta, porque está convencido de que nadie se pondrá del lado de un país como Cuba ahora que hablar de socialismo o marxismo es tabú. Le parece que es más fácil cuestionarla porque atrae el aplauso fácil y la credencial de moda: ser democrático. En lugar de ello elige una contradicción difícil, defender la Revolución Cubana no de la derecha, ésta ya se sabe que busca desde hace décadas derrocarla, sino de la izquierda, aunque esto implique rupturas serias con compañeros de viaje. Pero la defensa de González Casanova a Cuba tiene también otra motivación. Parte del supuesto de que desde Cuba se puede luchar por otro modelo, otro sistema, otro mundo, otro modo de vivir en donde el poder se fundamente en los valores de la emancipación humana que oriente la economía, la política, la cultura y en general la sociedad. En otras palabras, vincularse moral y políticamente con Cuba implica partir de una fuerza especial en la lucha por el interés general, el bien común, por las naciones, los pueblos, las ciudadanías, el proletariado, los trabajadores, porque, precisamente, uno de los casos de resistencia más notables a las agresiones del capitalismo, del imperialismo, es la Revolución Cubana y su pueblo. En este sentido, quien la critique, aunque sea con “amor”, aunque sea de izquierda, aunque sea socialista o comunista, aunque lo haga con la intención de que triunfe el socialismo, para González Casanova en realidad está en la posibilidad de servir a los intereses de quien quiere destruirla. En este sentido la liberación y el socialismo de los pueblos latinoamericanos pasa por la experiencia y el conocimiento de Cuba. Pensar sólo en la democracia sin el poder del pueblo, es quedarse sólo en una política formal, unitaria, limitada, de profesionales de la política, pero no del 270 HACER LA HISTORIA DE AMÉRICA LATINA pueblo. Pablo González Casanova deiende Cuba, pero también la democracia y las formas diversas de hacer política de las masas, como quedó demostrado en la lucha de América Central. En síntesis, estudiar el Estado, los sistemas políticos y la democracia en América Latina permitía comprender las etapas por las que tendría que pasar un gran movimiento de liberación como lo fueron en su momento Cuba y Nicaragua. Pablo González Casanova estaba seguro de ello y por eso invirtió una buena parte de sus energías en comprender América Latina. Lo hizo cientíica y moralmente; solo y con compañeros de viaje; con la academia y la política; pero indiscutiblemente lo hizo para contribuir a generar un pensamiento latinoamericano que integrara lo mejor que había aportado la teoría marxista, nacionalista, liberal y demócrata en la lucha que el pueblo había decidido desde 1959. La mirada con mayor detenimiento hacia fuera de México le permitió buscar a los sujetos de su pensamiento y sus categorías, que había elaborado. Los encontró en los pueblos de América Latina. Aún con su posición nacionalista sincronizada con un aspecto del marxismo crítico, con la experiencia académica y política adquirida en su paso por la unam, quiso pasar con mayor énfasis de la academia a la política, pero esta vez con los sujetos de la liberación. Por esta razón se entiende qué clase de fuerza intelectual y moral lleva a González Casanova a motivar a otros a escribir la historia de los pueblos latinoamericanos. Su idea de hacer la historia de los obreros, los campesinos, los indígenas, siempre está guiada por la inspiración cubana y nicaragüense. Es muy claro que la categoría base en este periodo de su pensamiento es la del poder al pueblo. Pero también se reconoce su modo de diagnosticar el estado de cosas en lo que a democracia, partidos, Estado, movimientos populares y obrero, se reiere tal como lo había agendado en La democracia en México. Por otro lado, vuelve a aparecer esa faceta de gestor de investigaciones que involucra a intelectuales y diversos actores sociales en la construcción de la hegemonía y autodeterminación de los pueblos contra las amenazas del imperialismo. Así estaban las cosas en la década de 1980 y principios de los años noventa. Al menos así las veía González Casanova. El mundo cambiaba bastante y con él Latinoamérica y México. Nuestro intelectual ya había elegido sus temas de conocimiento y sus apuestas morales y políticas. El socialismo, la liberación, el colonialismo interno y la explotación, seguían 271 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL siendo, por mucho, los intereses más fundamentales en su pensamiento. Sin embargo, con todo este bagaje y cargado de teoría y experiencias voltea a ver su país. Lo observa detenidamente y se replantea lo que había estudiado en los años sesenta, eso que una vez llamó la democracia en México. 272 CAPÍTULO IV La democracia en México: crisis, transición y emergencia popular la nueva aGenDa para el país: esTuDiar el esTaDo y los parTiDos políTicos en méxico F ue en el tiempo en que a Pablo González Casanova se le empezaba a ver como “un crítico que se había vuelto místico de izquierda” cuando se le otorgó el Premio Nacional de Ciencias y Artes de México en los campos de la Historia, las Ciencias Sociales y la Filosofía. Esto sucedió en 1984. Las críticas que directa o tímidamente se le habían hecho, en esos momentos desaparecieron. Lejos de miradas orwellianas o de fantasmas estalinistas, de anarquismos sin sentido y marxismos dogmáticos, el Estado mexicano reconocía no sólo la trayectoria de González Casanova, sino de quienes junto a él habían trabajado a partir de su agenda, metodología e inspiración cientíica. El premio no sólo fue un reconocimiento o una concesión a la crítica, también se incluía en él una autoairmación del Estado como portador de un eje de tolerancia hacia sus críticos (Paoli Bolio, 2010). El mismo González Casanova aquel 19 de septiembre de 1984, fecha en que se le entregó el reconocimiento, airmaba en su discurso que el premio era una alegría que sentía porque aquellos que lo felicitaban en realidad enviaban el mensaje de que también se les premiaba a ellos, era “una especie de declaración de respeto a su posición independiente y crítica” (González Casanova, 1991: 148). En ese momento del discurso, González Casanova no perdió la ocasión para hablar de la democracia que estaba emergiendo en América Latina. Pero la trasladó al problema de la democracia en México. Dijo que este problema no sólo era asunto del sistema político, también era un tema del Estado y el poder. Aceptaba que el Estado mexicano tenía una política exterior progresista, pero hacia adentro no se lograban “las mediaciones necesarias para que la soberanía del pueblo mexicano se exprese 273 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL más, concretamente en el sistema electoral, en el gubernamental, en la cultura y en la política económica con justicia social” (González Casanova, 1991: 148). La democratización real de México se lograría en parte, según González Casanova, con la alternancia de partidos, en la soberanía de los tres poderes y las entidades federativas, en la limitación al presidencialismo, en el respeto al pluralismo ideológico y al pensamiento crítico. No quitaba el dedo del renglón en su posición antimperialista al asegurar que no se podía olvidar que la democracia también tenía que ver con que el Estado-nación debía estar en contra de la intervención extranjera e imperialista (Estado antintervención), así como contra la ruptura del orden constitucional (Estado antigolpe). Pero iba más lejos. Frente al presidente de la República, representantes gubernamentales y de partidos políticos, expresaba que el problema de la democracia en México no quedaba ahí, sino que la democratización de la sociedad y del Estado planteaba la posibilidad de que el pueblo trabajador participara en el poder del Estado, en la producción y en los frutos del desarrollo, enfrentando no sólo una sociedad dividida en clases, sino en “sectores” de clase, en que los marginados de las clases trabajadoras eran “una realidad lacerante, sin organizaciones, sin derechos reconocidos, sin servicios ni prestaciones sociales, con salarios inferiores al mínimo, con hambre, con altas tasas de morbilidad y mortalidad, con pocas esperanzas de vida” (González Casanova, 1991: 149). El autor de El Estado y los partidos políticos en México era claro, el pueblo quería el poder y eso era lo nuevo para él. Lo había visto en Cuba y en los procesos revolucionarios de Centroamérica por esos años. La lucha por la democracia desde entonces la concibió como una lucha por el poder al interior del Estado y fuera de él. No sólo era un asunto de partidos políticos. Si el pueblo estaba representado por el Partido Mexicano de los Trabajadores (pmT), el Partido Socialista Uniicado de México (psum) o el Partido Popular Socialista (pps) y ganan las elecciones, entonces, pensaba nuestro autor, la democracia estaría avanzando en México. En ese sentido aceptar la democracia, aseguraba, era negociación, diálogo, seguridad nacional, apoyo al pueblo, “sin cacerías de brujas, ni mitos anticomunistas, anticubanos o antisoviéticos que velan la cuestión social”. Pablo González Casanova ofrecía propuestas: un programa de “mercantilización” del alimento, el vestido, la medicina y la vivienda para las 274 LA DEMOCRACIA EN MÉXICO grandes masas. Al efecto será necesario democratizar la política económica reorientando la política iscal, la política de inversiones y gastos, de exenciones y subsidios, de crédito a la producción y distribución de artículos y servicios de consumo popular” (González Casanova, 1991: 150). El autor de El poder al pueblo, desde su posición cientíica y política, hablaba en nombre de lo que él denominaba el pueblo. Es cierto que no era el único que lo hacía, ya en “1980 se analizaba el sector disidente a través de las universidades, los partidos y los escritores, como contexto socioinstitucional de cuatro perspectivas: democrática, progresista, transformadora y potencialmente revolucionaria” (Basáñez, 1991: 16). Aunque por aquellos años la crítica social se encontraba principalmente en la academia, también habría que reconocer que poco a poco el análisis político periodístico fue ganando terreno y legitimidad.1 “La década de los ochenta fue rica en acontecimientos en el interior del círculo de escritores. El conlicto interno del periódico Excélsior dio nacimiento a dos órganos independientes que con el tiempo se conformarían en importantes medios de comunicación: la revista Proceso a cargo de Julio Scherer y el periódico Unomásuno encabezado por Manuel Becerra Acosta2 (Basáñez, 1991: 17). Éstos se fueron caracterizando por su análisis crítico de la situación nacional, pero aun con todo ello, la academia tenía más trabajo cientíico sobre la política, el Estado y el poder. Por ejemplo, el 1 “Sin pretensión de ser exhaustivos y con el riesgo de dejar fuera injustamente alguna obra valiosa no recogida en las fuentes consultadas o inadvertida en esta revisión, las contempladas son, no obstante, suicientes para mostrar con claridad cinco desplazamientos. Primero, hacia la mexicanización del análisis, antes dominado por extranjeros y particularmente por norteamericanos; segundo, hacia la investigación empírica, con mayor uso de datos y cifras; tercero, hacia textos colectivos en vez de obras individuales; cuarto, hacia una mayor presencia de textos redactados originalmente con ines periodísticos, tendencia que originaron Aguilar Camín, Castañeda, Krauze, Reyes Heroles y Zaid, y quinto, hacia la exploración más especializada y menos genérica” (Basáñez, 1991: 18). 2 “Proceso ha sido capaz de mantener su línea combativa e independiente. Unomásuno, antes de ser adquirido por el gobierno al inicio de la administración salinista, sufrió una escisión importante al inicio también del gobierno delamadridista. De ahí emergió el periódico que aglutinó a muchos lúcidos intelectuales jóvenes del momento: La Jornada. Con el avance del sexenio 1982-1988, otro periódico de análisis económico, crítico e independiente, fue ganando su lugar entre los empresarios: El Financiero […] en los temas de análisis de la coyuntura económica, social y política, con excepción de Proceso y Nexos, todo el resto de las publicaciones tienen una aportación muy marginal. Una excepción a esta airmación sería la revista Vuelta, aunque ha abandonado su línea crítica para concentrarse en la literatura” (Basáñez, 1991: 17). 275 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL autor individual con mayor producción de análisis político y social de la década fue Roderic Ai Camp, mientras que los promotores más importantes de obras colectivas fueron Pablo González Casanova y los editores de Nexos (Basáñez, 1991: 18). En ese tiempo los fenómenos sociales importantes que aparecieron y “que modiicaron de fondo el peril de los actores en la escena mexicana y el curso de los acontecimientos fueron, sin duda, la nacionalización de la banca en septiembre de 1982, en el marco de una deuda externa que creció explosivamente, y la pérdida de la hegemonía priísta en julio de 1988” (Basáñez, 1991: 225). Pero ambos fenómenos se gestaron en un contexto más amplio: la crisis de los ochenta, que se caracterizó por ser una crisis en buena medida económica, derivada del contexto internacional, como la caída en los precios del petróleo, el alza en las tasas de interés y la escasez del inanciamiento para el desarrollo. En el ámbito interno, los todavía altos ingresos petroleros de inales de los años setenta permitieron, por un lado, además de inanciar consumos altos en la burocracia del gobierno, sobrellevar los desequilibrios económicos del país que habían surgido debido al endeudamiento externo; pero el gobierno en turno, al querer mantener una tasa de crecimiento alta, 7 por ciento del pib anual, mediante el desarrollo energético y la importación de bienes de capital, llevó al país a una crisis en las inanzas públicas provocando un déicit de 17 por ciento del pib. El 5 de septiembre de 1982, durante su último informe de gobierno, José López Portillo decretó la nacionalización de la banca. La medida pretendía frenar la fuga de divisas calculada en más 30 mil millones de dólares. “Un peligro importante que amenazó la nacionalización bancaria fue la desconianza popular que podría desatarse al reabrirse las operaciones bancarias el lunes 6 de septiembre. El peligro pareció conjurarse con la primera reglamentación anunciada por Carlos Tello en la televisión el sábado 4: dando paridad ija a 50 y 70 pesos por dólar, disminución de tasas de interés, eliminación del cobro de comisiones sobre cuentas de cheques, aumento de interés en cuenta de ahorros de 4.5 a 20 por ciento, reducción de 23 por ciento en créditos para vivienda de interés social para establecerlo en 11 por ciento entre muchas otras disposiciones” (Basáñez, 1991: 232). La crisis de este periodo fue en parte responsabilidad del gobierno. No pocos analistas han pensado que, por esa razón, la medida de nacionalizar 276 LA DEMOCRACIA EN MÉXICO la banca tenía, entre otros propósitos, “reconstituir la legitimidad y el consenso del Estado entre las grandes masas de la población” (Basáñez, 1991: 235), porque ni los empresarios, las clases medias e incluso la izquierda apoyaba esta medida desesperada. Pablo González Casanova no pensaba así. Aceptaba que en 1982 se iniciaba una nueva etapa en desarrollo del capitalismo en México. En esa etapa se comenzaba con la nacionalización de la banca, por cierto, para él, “un acto histórico que afectó profundamente algunas de las estructuras del país” (González Casanova, 1999: 15). La nacionalización de la banca no fue un acto dictado por el capricho de un presidente, como está de moda decirlo, ni fue tampoco un acto determinado por una voluntad personal casi heroica, como parecieron indicarlo en sus elogios algunos de los que hoy lo critican. La nacionalización de la banca obedeció a esa dialéctica de coalición y clase que caracteriza al Estado mexicano surgido de la Revolución, una dialéctica por demás compleja e inexplicable cuando sólo se hacen análisis de coalición o sólo se hacen análisis de clase. El presidente López Portillo tuvo el talento de entender que el país se volvía ingobernable si no nacionalizaba la banca, y tuvo la decisión de usar una Constitución que lo facultaba para ello y que correspondía a la Constitución real del Estado (González Casanova, 1999: 16). González Casanova hizo hincapié en que los sectores del pri, el Congreso del Trabajo y el ejército apoyaron esta decisión. Pensaba que incluso esa decisión uniicaría a los partidos de izquierda en torno a la acción del presidente. Para él, López Portillo hizo una buena lectura coyuntural de la correlación de fuerzas a nivel local e internacional. Creía que la paradoja que ocasionó la nacionalización de la banca, esto es, que la medida fuera apoyada por las fuerzas populares y también por el capital inanciero internacional, principalmente por el gobierno de Estado Unidos, hizo que la izquierda no entendiera lo que ocurría. No lo entendió porque, según González Casanova, en ese momento la izquierda mexicana no manejaba el análisis de coalición y de clase. Pero hay más. Nuestro autor airmaba que la extraña coincidencia se entendía porque las fuerzas populares tenían su agenda de democratizar el país y la nacionalización de la banca se incorporaba un tanto a ellas; por su parte, quienes manejaban el Fondo Monetario Internacional (fmi) comprendieron que era mejor así antes que desestabilizar por completo a México, ya la crisis en el futuro les traería sus dividendos. Y así fue. 277 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL Nuestro intelectual mexicano pensó que con la llegada de Miguel de la Madrid a la presidencia de la República, la lógica monetarista se implementaría a cabalidad. Como hoy se sabe, dicha lógica tiene la función de concentrar el capital y aumentar la tasa de ganancia a favor de unas cuantas empresas en detrimento de las mayorías. González Casanova al respecto expresaba: “Con la banca nacionalizada y la política monetarista, el capital monopólico transnacional y el conjunto de banqueros que domina el fmi pueden ser los principales beneiciarios, una vez eliminado el capital inanciero local, y eso explica el que pacientemente hayan apoyado la nacionalización a reserva de presionar con nuevas políticas inlacionarias, devaluatorias, eicientistas, de libre mercado (con ingreso al Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio, GaTT), y de salarios tope” (González Casanova, 1999: 19). Veía el avance de la crisis. Se agudizará, expresó en cierto momento. Pensaba que para controlarla las fuerzas conservadoras y del gran capital acabarían con lo último que quedaba del Estado fuerte que nacionalizó la banca y que tuvo sus compromisos con los sectores populares. Y en efecto, se preparó el camino para ello. Por ejemplo, se descentralizaron y municipalizaron los servicios a través del llamado federalismo. El objetivo era responsabilizar de la disminución del gasto público a los estados y municipios y no al gobierno federal. Era una estrategia de la tecnocracia en funciones de gobierno. En el gobierno de Miguel de la Madrid los llamados para acabar con la corrupción eran, a los ojos de González Casanova, simplemente un moralismo para llamar la atención. Cuestionaba que no se hubiera hecho nada para “promover el diálogo crítico interno en las instituciones del Estado o para mejorar la información en los organismos gubernamentales, ni menos para reducir el ámbito de lo secreto y confidencial, que en México alcanza proporciones más altas que las de cualquier gobierno de un país más o menos desarrollado y democrático” (González Casanova, 1999: 23). Tampoco se planteaba una nueva política de la información y una crítica pública, sino una nueva política de control a la información. En este sentido se inclinaba por la democratización y la disciplina de las organizaciones de masas dentro de un Estado-nación fuerte, marcadamente popular. No abandonaba del todo la idea de un nacionalismo revolucionario, pero esta vez democrático y autónomo en donde el Estado fuera el que integrase a las bases populares en un proyecto nacional 278 LA DEMOCRACIA EN MÉXICO justo y libre. Pero eso no lo veía en el gobierno que iniciaba su gestión en el México de 1982. Las consecuencias de la crisis estaban a la vista: México debía cumplir con los compromisos pactados en el exterior, especíicamente cubrir el servicio de la deuda externa que para ese momento ascendía a 10 mil millones de dólares anuales. “Los efectos internos adversos de tal decisión serían contrarrestados con un amplio respeto a la libre manifestación de ideas y un fortalecimiento de la reforma política” (Basáñez, 1991: 235). En 1982 el pib registró un decremento de 0.6 por ciento; para 1983 la caída fue de 4.16 por ciento; en 1984 se experimentó una alza en el pib de 3.57 por ciento y la recuperación continuó hasta 1985, pero en 1986 cayó 3.99 por ciento en términos reales con respecto al año anterior (Basáñez, 1991: 247; Medina Peña, 1995: 239247). “El estallido de la crisis de pagos de 1982 estuvo ligado a dos hechos cruciales: la masiva fuga de capitales y el vencimiento de unos 20 mil millones de dólares de créditos a corto plazo contratados durante 1981, en buena parte destinados a sostener dicha fuga” (Estay, 1989: 278-279). En este periodo los créditos para los países subdesarrollados terminaron y dichos países se integraron a la economía mundial transiriendo sus excedentes hacia los países capitalistas. Para 1986 la crisis se agudizaba. Además de la caída de los precios del petróleo, las condiciones en que se negociaba la deuda externa no eran las más benéicas para el país. Se renegoció un paquete inanciero para México de 48 mil millones de dólares de los cuales 23 mil irían a parar al pago de los vencimientos de dicha deuda de 1982 a 1985 (Estay, 1989: 279). La mayor parte de la población sufrió esta crisis, debido a que el gobierno en turno decidió trasladar el impacto de la caída internacional de los precios del petróleo a la economía doméstica. Ahora bien, la manera de entender la crisis económica de los ochenta tuvo sus interpretaciones diversas. Hubo quienes pensaban que tal situación económica en México era una total responsabilidad del Estado mexicano, pero otros pensaron que sería “un resultado del choque entre las necesidades de innovación del capitalismo como hecho económico y tecnológico y las necesidades de legitimación del sistema político y de sus manifestaciones de capacidad de dirección sobre la sociedad” (Calderón Rodríguez, 1988: 86). Para esta perspectiva, el sistema a través de sus órganos oiciales ocultaba permanentemente esta contradicción remitiendo la explica279 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL ción de la crisis a factores de origen externo, como la elevación de las tasas de interés, hecho que se presentó entre 1981 y 1982 y, después, a la vertiginosa caída de la renta petrolera que ocurrió durante los años 1985 y 1986. El gobierno de Miguel de la Madrid reaccionaba liberando las importaciones con modiicaciones arancelarias, apoyó las exportaciones, el libre mercado en el país principalmente de empresas extranjeras pequeñas y medianas y privatizó empresas públicas. “De 1 155 empresas y organismos públicos que había hasta diciembre de 1982, quedaban alrededor de 500 a mediados de 1987” (Calderón Rodríguez, 1988: 87). También se llevaron a cabo una reforma tributaria y una lexibilización de la fuerza laboral a partir de la reforma del artículo 25 constitucional. Apenas inició el gobierno del presidente Miguel de la Madrid, las reformas constitucionales en materia de salud, economía, administración de justicia y procesos electorales se pusieron en marcha. Entre todas éstas, “las reformas al artículo 25 de la Constitución, en donde se deine el Estado como rector de los procesos económicos y sociales del país sistematiza y, sobre todo, legitima la práctica socioeconómica del Estado mexicano” (Calderón Rodríguez, 1988: 98). Además, dicha reforma le otorgaba el mismo rango constitucional al sector privado respecto del sector público y social. El Estado comenzaba a tener un aspecto marcadamente empresarial. En efecto, a partir de 1982, con el nuevo gobierno de Miguel de la Madrid, el espectro político y social quedó delimitado. Por un lado estaba el gobierno, el pan y la burguesía defensora del neoliberalismo; sus banderas eran: el libre mercado, la igualdad de oportunidades y democracia electoral. Por el otro se ubicaban, “el Partido Mexicano Socialista, el Partido Revolucionario de los Trabajadores (y las organizaciones políticas aliadas), el Congreso del Trabajo, la Confederación de Trabajadores de México (cTm) y la Corriente Democrática del pri y sus fuerzas aliadas agrupadas en el Frente Democrático Nacional, que se pronuncian por un nuevo pacto social que siga sustentando el colaboracionismo de clases y el Estado de bienestar” (Gutiérrez Garza, 1988: 13). Aunque esta posición era sumamente crítica, posteriormente aparecieron interpretaciones más acordes a la razón oicial. Sin embargo, existío una interpretación del fenómeno de la crisis anterior a todas. La elaboró el grupo que hizo posible en 1979 la publicación de la primera 280 LA DEMOCRACIA EN MÉXICO edición del emblemático libro México, hoy (1986).3 La manera de entender la crisis económica de México para algunos de los autores de este libro (José Ayala, José Blanco, Rolando Cordera, Guillermo Knochenhauer, Armando Labra), se explicaba en la propia estructura socioeconómica que se gestó en el país a partir de los años cuarenta. Para ellos el análisis resultaba incompleto si no se tomaba en cuenta la evolución del sistema internacional capitalista de la década. Según esta versión, la crisis internacional de aquellos años no era de coyuntura, sino del denominado agotamiento del patrón posbélico de acumulación de capital. Era una crisis de estructura. En ese momento ya no existía un estímulo que pudiera mover los capitales o la competitividad desigual, la concurrencia en el mercado mundial por parte de las naciones mediante créditos, políticas iscales y monetarias. México quedó atrapado en ese proceso por el esquema de desarrollo que delineó en la primera mitad del siglo xx bajo la denominada “estrategia del desarrollo estabilizador”. Las bases de ese esquema fueron la dominación oligopólica en la producción y el sistema bancario, la dependencia exterior como forma de acumulación de capital y la dominación política por parte del aparato estatal. Entonces, al prolongarse la crisis a nivel internacional, las tendencias económicas del país se vieron desarticuladas. Para estos analistas la misma dinámica de crecimiento capitalista en el México de los cincuenta creó las condiciones para una crisis estructural como la que se comenzaba a vivir a inales de los años setenta y principios de los ochenta en el 3 Ese libro lo coordinaron Pablo González Casanova y Enrique Florescano. Quienes participaron en él: José Blanco, Guillermo Bonil Batalla, Rolando Cordera, Arnaldo Córdova, Enrique Leff, Alejandra Moreno Toscano, Carlos Pereyra, Arturo Warman, Luis Villoro y algunos más, pensaban que “la solución a los problemas nacionales no pierde validez si se toma una posición internacional y socialista” (González Casanova, 1986: 9). En esos momentos están persuadidos de que la solución a los problemas del país depende en gran medida del pueblo trabajador, la clase obrera y sus organizaciones democráticas. Los estudios que ahí se vierten: la crisis económica, los problemas y demandas de los pueblos indígenas, los campesinos, el movimiento obrero, los temas de urbanidad, salud, educación, la dependencia del desarrollo cientíico y tecnológico, el Estado, los partidos y la democracia, “buscan ahondar en los problemas de México y en sus soluciones actuales y posibles mediante una política nacional, progresista, democrática y revolucionaria que piensan como conjunto y movimiento, como sistema y contradicción, como nación y clase. Los autores del libro están conscientes de que al esclarecimiento de los problemas y políticas a seguir ha de añadirse una creciente conciencia y unidad de las fuerzas populares para la solución de esos problemas y la práctica nacional de esas políticas” (González Casanova, 1986: 15). 281 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL país. En conclusión, para los autores la dependencia respecto del exterior conminó a acentuar estructuralmente los desequilibrios inancieros, iscales, alimenticios y de producción en general. Todavía en ese periodo se tenía la esperanza de que con los recursos petroleros se ampliara el margen de maniobra en el país y así destinar el proceso productivo hacia el bienestar social. Eso no sucedió. En 1981 el precio del petróleo descendió drásticamente. Durante la primavera de 1983 el precio nominal cayó a cinco dólares por barril. Con esa realidad los hidrocarburos comenzarían a escasear y los precios de las mercancías se incrementarían de manera desorbitada. Frente a esta situación, el gobierno de Miguel de la Madrid (19821988) elaboró un Plan Nacional de Desarrollo. Estaba claro que no se trataba de salir de la lógica del capitalismo, sino seguir en ella. La pregunta era cómo ingresar a una nueva fase de desarrollo capitalista. Si todas las anteriores respuestas ya se habían agotado, el camino se emprendería por la vía de una nueva explotación disfrazada: lexibilidad laboral y, en concreto, mantener los salarios bajos hasta por lo menos los años noventa (Gilly, 1986: 17). Ante todo esto, Pablo González Casanova también tenía su interpretación de la crisis en México. Como era consciente de las varias perspectivas que circulaban para entender el fenómeno, principalmente la económica, se dio a la tarea de hacer su lectura. Para el sociólogo mexicano la versión anglosajona para interpretar la crisis se apoderaba de las ciencias económicas: la crisis era un déicit en las inanzas o un colapso de grandes magnitudes, pero que tarde o temprano se controlaría. Sin embargo, para él, la crisis también era una baja en la tasa media de utilidades; las empresas ya no ganan lo suiciente porque “los movimientos obreros y el pueblo en general empiezan a exigir mejores condiciones de vida, remuneraciones crecientes, mejores precios en los productos que venden, o en los que compran” (González Casanova, 1985i: 13). Airmaba que como las grandes empresas defendían sus intereses, con eso afectaban otros intereses; sobre todo los de la masa trabajadora. Por ejemplo, una primera política para defenderse era generar desempleo e inlación: los salarios disminuyen y las prestaciones sociales se adelgazan. Las grandes empresas buscan revertir la baja tasa de utilidad en los mercados, las inanzas, las mercancías o en la fuerza de trabajo (González Casanova, 1985i: 14). Una segunda política consistía 282 LA DEMOCRACIA EN MÉXICO en disminuir la competencia, en disminuir el número de competidores en la producción de bienes y servicios y eso se logra por varias vías. Una de ellas es la contracción del crédito o el aumento de las tasas de crédito. Este último representa por lo menos dos ventajas para las grandes empresas: por un lado aumentan sus utilidades, por otro logran que el crédito sea muy caro para los competidores, al grado que éstos realmente piensan si vale la pena seguir produciendo, e incluso muchos se suman a los procesos especulativos, porque les resulta mejor poner en el banco su dinero a tratar de producir” (González Casanova, 1985i: 15). Las empresas a las que se refería González Casanova eran las que hoy se denominan transnacionales o multinacionales. Se les llama así porque su poder de maniobra no respeta fronteras; sobre todo las de empresas débiles o países pobres. Pero el autor sumaba a estas políticas de defensa de la tasa de ganancia de las empresas, cuatro más: “la política de innovación tecnológica, la política de concentración de capital, la política colonialista de reparto del mundo y de las zonas de aluencia y la política de ampliación del mercado interno” (González Casanova, 1985i: 15). Así, cuando caían las utilidades, la gran empresa producto de su desarrollo tecnológico y organizacional se defendía de cualquier déicit creando monopolios y oligopolios para acaparar mercados o capitales. Este saber nuevo, técnico y de organización compleja se vinculaba a su vez con viejas políticas de dominación colonial: “hacer comercio en términos desiguales con otras naciones, con otros pueblos, un comercio favorable para el colonizador y desfavorable para el colonizado” (González Casanova, 1985i: 16). González Casanova pensaba que las respuestas a la crisis desde esta perspectiva se dividían en lo que llamaba neocapitalismo y neocolonialismo. El primero tenía que ver con la forma de responder por parte de los capitalistas y sus gobiernos a los grandes movimientos obreros y socialdemócratas de los países industrializados. La respuesta era de tipo político. El neocapitalismo restructuraba la lucha de los agraviados en distintas zonas. Donde había fortalezas sociales, obreras y de partidos de oposición considerable a los gobiernos aines al gran capital, “se atenúan deliberadamente las contradicciones protegiendo a los trabajadores —a una parte de los trabajadores— de la crisis, del desempleo, de la inseguridad, de las bajas de los salarios” (González Casanova, 1985i: 17). Esto es, se fomentaba la existencia de trabajadores protegidos para evitar “tur283 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL bulencias” en los mercados y que esta clase social se convirtiera en un peligro para el sistema. Era este un tipo de mediación. Lo era también la del neocolonialismo como sistema de dominación. Para el ex rector de la unam, observar la crisis desde este crisol permitía profundizar el fenómeno hacia latitudes que la mirada economicista no veía, a saber, que era una crisis del sistema capitalista y que en ella se daba el problema histórico de las grandes fuerzas que deienden el sistema y quienes se oponen a él. Es decir, para González Casanova el neocapitalismo y el neocolonialismo estaban en crisis en donde sus empresas o gobiernos no tenían ya el control total de la sociedad. La crisis abarcaba tanto el orbe capitalista como el socialista. De este último aseveraba que además de su crisis económica, que por cierto era menor que la capitalista, el autoritarismo que existía en muchos países de esta tendencia no correspondía a lo que había pretendido el socialismo. En las representaciones del mundo socialista, puntualizaba, “existen fenómenos de crisis. Crisis de las ideologías autoritarias, crisis del lenguaje autoritario y esquemático, crisis de la ilosofía dogmatizada. Hay formas que contienen violentamente la historia del socialismo. Con violencia lógica y política hacen menos rica su dialéctica real, y ésta se maniiesta también con violencia, como en Polonia” (González Casanova, 1985i: 19). Entonces pensaba que hacerle frente al neocolonialismo y su crisis tenía que ver con cómo los pueblos se organizaban políticamente a partir de las experiencias que habían tenido en el pasado. Las luchas de los pueblos debían darse con la política y con el poder; con la diplomacia y con la fuerza; con la negociación y con la presión. González Casanova trasladaba la experiencia de la lucha en Centroamérica a su relexión, porque ahí en aquellos años se había dado ese fenómeno de conciencia de poder y organización del poder por parte del pueblo. En Nicaragua y en El Salvador se había gestado una lucha contra el neocolonialismo estadunidense que por cierto triunfó parcialmente. El desenlace es harto conocido, pero la idea de González Casanova se relacionaba con la crisis del fenómeno en los países donde ya no se tenía el pleno control. El ex director de la antigua Escuela de Ciencias Políticas y Sociales de la unam quería retratar la situación global de la crisis y una vez hecho esto ubicar a México dentro del acontecimiento histórico. Observaba cómo el gobierno de México estaba aceptando una política monetarista dictada y presionada por el fmi. Por esta razón en México aparecían la 284 LA DEMOCRACIA EN MÉXICO inlación, el desempleo, la devaluación de la moneda y la pérdida del poder adquisitivo de la población más pobre y explotada. En esos años González Casanova veía una política de avanzada hacia el exterior por parte del gobierno mexicano,4 pero a su vez y en contradicción hacia el interior una política servil con el fmi y los gobiernos capitalistas. Al respecto relexionaba: “La contradicción entre la política monetarista y la política de respeto a la soberanía de los pueblos no se puede resolver, como piensan los reaccionarios, abandonando esta última. Si México lo hiciera también seguiría la campaña contra sus gobernantes, la campaña de la derecha, la campaña intervencionista, y las mismas fuerzas seguirían planteando con gravedad creciente los problemas de la inlación, del desempleo, de las devaluaciones, del endeudamiento externo” (González Casanova, 1985i: 22). Tampoco pensaba que fuera buena idea eliminar las políticas sociales y de gasto público. Para él la única alternativa era seguir apoyando a los pueblos que luchaban en ese momento contra el neocolonialismo y al mismo tiempo ir replanteando su política económica a favor de las fuerzas populares. Apoyo a Centroamérica y una política de Estado popular permitiría a México hacer una política interna e internacional encaminada hacia un socialismo democrático. Pero esta perspectiva no era fácil de llevar a cabo. Pablo González Casanova veía con bastante agudeza que el lenguaje del monetarismo era rápidamente asimilado por los gobernantes y economistas mexicanos. Era común creer en aquel momento que el monetarismo tenía un lenguaje cientíico. El sociólogo pensaba que en realidad ese lenguaje se usaba para mentir. Era una ideología y una técnica: 4 “Si nosotros vemos el comportamiento de la política exterior de la India, de Argelia, de Suecia, de Yugoslavia y de México, advertimos que son algunos de los países de avanzada que están tratando de encontrar una solución nueva a los problemas internacionales del mundo actual, y que concretamente en lo referido a la guerra, la política de México en materia de no intervención, de libre autodeterminación de los pueblos, la política de Contadora en Centroamérica, las declaraciones del presidente De la Madrid a favor del desarme, y las gestiones de la representación mexicana ante las Naciones Unidas, constituyen un conjunto de políticas de importancia enorme para alejar el peligro de la guerra y para forjar una pauta creadora en el terreno de la solución de los problemas latinoamericanos, interamericanos, norteamericanos y mundiales” (González Casanova, 1985i: 21). 285 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL Es una ideología en dos sentidos, que falsiica la explicación de las causas y que no dice cuáles son los verdaderos efectos. La falsiicación de las causas —contra el populismo y la socialdemocracia— consiste en adoptar las mismas críticas del pensamiento marxista a esos movimientos y políticas, sin atacar al imperialismo o al capital monopólico. Al contrario, hace las críticas al populismo y la socialdemocracia para defender indirecta y efectivamente la libertad de los monopolios y sus adláteres (González Casanova, 1985i: 24). Esta política, expresaba González Casanova, alteraba en su teoría la realidad y de esta manera imponía su manera de concebir las inanzas, la política iscal y la economía de los países dependientes a favor de las grandes empresas locales e internacionales. Como técnica, el monetarismo es diestro en la manipulación retórica de las políticas económicas con símbolos numéricos, y en la manipulación numérica de las matrices de concentración y acumulación. Todas sus proposiciones son útiles a ese in. Cuando critica “la economía cerrada al comercio internacional” y “las políticas de protección a la industria nacional” busca que se abra el mercado a sus intereses; cuando atribuye la inlación al “sector laboral protegido” y a la “politización” de ese sector, busca que se acabe con el mismo y con sus derechos sociales y políticos, mientras sigue aumentando las utilidades y la concentración de las grandes empresas. Cuando atribuye “al arbitraje del Estado” y a la “politización de la sociedad” el origen de la crisis, busca acabar con las mediaciones de la lucha de clases por el Estado populista o socialdemócrata para asignar al Estado papeles puramente represivos, que con la represión de la sociedad disminuyan las demandas de ésta. Cuando sostiene que “los controles de precios favorecen a grupos medios y altos en detrimento de los marginados, argumenta contra los controles de precios de la población protegida de los ‘sectores medios’ para que también quede desprotegida, pero lo hace a nombre de la desprotegida [sic] y a favor de la banca mundial” (González Casanova, 1985i: 25). Con todo esto se ponía en evidencia el tipo de lenguaje que como ideología y técnica usaban los defensores del monetarismo, hoy también llamados neoliberales. La combinación cuantitativa de las proposiciones con argumentos que parecían de izquierda, hacían de esa retórica una novedad a los oídos de los gobernantes mexicanos y del mundo. Las alternativas que vislumbraba González Casanova en ese momento no partían de una política fiscal o monetaria; no se basaban en vericuetos 286 LA DEMOCRACIA EN MÉXICO economicistas, en ajustes de los precios o del salario de los trabajadores. Tenían que ver con lo que él denominaba una “nacionalización de la conciencia pública” contra la privatización de la misma. Enfatizaba que la educación e investigación para reformar la administración del país era la base, porque vinculaba los cuadros de la administración con la participación popular; otra era ampliar el mercado interno para que impulsara el sector público en cuanto a la producción y abasto de bienes de consumo popular; una más: empresas estatales que generaran empleos del pueblo, servicio del pueblo y consumo del pueblo. Se necesitaba, seguía González Casanova, una revolución democrática, de honestidad, veracidad y exactitud, “que ligada al desarrollo y al respeto de la democracia representativa y participativa imponga y respalde las normas constitucionales individuales, populares, nacionales, y siente las bases de una creciente conciencia y cultura políticas y jurídicas, todo dentro de una compleja historia de transición del capitalismo al socialismo en que en México el proyecto democrático está a la orden del día, complementado con una política internacional de apoyo a la liberación de los pueblos que luchan contra el neocolonialismo” (González Casanova, 1985i: 26-27). Para él, seguir con las medidas dictadas por el fmi y sus gobiernos implicaría, según esta mirada, mayor endeudamiento del país, inlación, devaluación, pérdida de crédito y inanciamiento a la producción nacional, abandono de políticas públicas, adelgazamiento del Estado, dependencia tecnológica y alimentaria, pobreza, marginación, en in, la soberanía del país se pondría en peligro.5 En ese tiempo el desarrollo más probable que el autor de La democra­ cia en México vislumbra para el país tiene que ver con la noción misma de “modelo” y de “desarrollo”. Como bien se sabe, en México han existido modelos de desarrollo. El denominado “desarrollo para afuera” de 5 González Casanova considera en ese entonces, que Estados Unidos acecha la política de México y al lado de los neoliberales y neoconservadores quiere acabar con el pacto de un Estado surgido de la Revolución Mexicana y las fuerzas populares. Cree que hay que detener esa ofensiva para evitar el fascismo en México. Su idea es unirse políticamente para vencer a las fuerzas transnacionalizadoras de derecha que hay dentro y fuera del gobierno: “Sabemos que se está rompiendo el compromiso histórico que dio lugar a la política del Estado socialdemócrata de los países altamente industrializados. Pero sabemos que esa ruptura del compromiso histórico entre los negocios organizados y los trabajadores organizados no se rompe del todo en esos países” (González Casanova, 1985k: 16). 287 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL Poririo Díaz “con sus haciendas y su imperialismo de enclave, que continúa tras la contienda armada” (González Casanova, 1986: 405) y entra en crisis hacia inales de los años treinta. El modelo de “sustitución de importaciones” que se gesta con la alianza entre el Estado y los empresarios nacionalistas en el periodo sobre todo de 1939 a 1946, con el presidente Ávila Camacho. “El de un desarrollo monopólico que se apodera de la política de ‘sustitución de importaciones’, fortaleciéndose en la década de los cincuenta con las ‘transnacionales’, hasta derivar en el llamado ‘desarrollo estabilizador’ de los sesenta y principios de los setenta” (González Casanova, 1986: 406), pero que entra en crisis en la siguiente década. Para González Casanova el primer modelo fue derrocado por los esfuerzos de la Revolución Mexicana, primero los armados iniciados en 1910 y después los movimientos de masas centrados en la clase obrera organizada de 1932 a 1938. Este modelo duró poco debido al ajuste de las clases dominantes en torno a un desarrollo monopólico. En esta nueva fase, “las clases gobernantes no siguieron el mismo patrón, meramente represivo, usado por Díaz en su Estado oligárquico. Combinaron represión y concesión y autoritarismo con democracia —limitada y ampliada—. Iniciaron en gran escala una política de estratiicación de la clase obrera cuyo movimiento organizado controlaron. Establecieron una política de salarios y prestaciones diferenciales por vía de la represión y la negociación” (González Casanova, 1986: 406). Entonces el nacionalismo como proyecto se había esfumado. Comenzaba a predominar con fuerza el tipo de desarrollo dependiente característico del resto de América Latina. Pero la diferencia en México fue que su Estado era más fuerte y generaba mayores desigualdades. Y es que la fuerza del Estado en el México poscardenista se fundó “en su estructura presidencial; su estructura centralista; sus recursos empresariales y inancieros; la existencia de un partido de Estado que incluye en forma corporativa a los obreros-ciudadanos de los principales sindicatos, y que dispone de todos los recursos del Estado para la lucha política” (González Casanova, 1986: 407). Entonces, Pablo González Casanova encontró que el Estado y su partido generaron formas de mediación eicaces para consolidar las bases sociales de la dominación. Por ejemplo, las centrales obreras y campesinas, el pan, el pps, el Seguro Social, los apoyos en salud y educación, etcétera, 288 LA DEMOCRACIA EN MÉXICO eran formas de contención hacia los grupos con tendencias políticas diversas. También en lo ideológico la hegemonía del Estado mexicano se fortaleció con su retórica nacionalista e histórica sobre la identidad del país. Por su parte, la clase obrera y trabajadora en general, frente a esta estrategia, perdió fuerza. El poder lo aumentó la burguesía nacional y el capital monopólico. Desde 1939, aunque algunos núcleos de trabajadores resistieron, la respuesta del Estado siempre fue de una política combinada de concesión y represión (González Casanova, 1986: 408). Siguiendo la postura de nuestro autor, desde su perspectiva veía que el capital monopólico tomaba posiciones dentro de los gobiernos y sus políticas, para dominarlos y usarlas. El Estado se “adelgazaba” al ser sólo una parte de los monopolios. El Estado se privatizaba. Es inminente, decía González Casanova, una política de represión y contención social de todas las demandas. En México no habría un neofascismo o militarismo, que en el país de esos años era improbable; más bien, airmaba, “se seguirá dando un desarrollo desigual parecido al de los pasados treinta o cuarenta años con asedio creciente a las organizaciones de mediación social del propio Estado” (González Casanova, 1986: 413). En México seguirán, expresaba González Casanova, las políticas de represión, concesión y negociación. Una democracia limitada con los sectores más organizados y necesarios para la producción, con las clases medias urbanas y con los partidos y organizaciones de izquierda. Todo con la inalidad de mantener el control y la hegemonía política sobre los grupos de más peligro para el capitalismo monopólico. Las demandas que más se van a satisfacer serán las económicas, porque éstas no implican poner en entredicho el poder y el sistema político. Existía, sin embargo, según González Casanova, una alternativa que dependía de una política de acumulación de fuerzas por parte de tres corrientes de pensamiento: progresista, democrático y revolucionario. En la primera se nuclean antiguas corrientes cardenistas, nacionalistas y lombardistas: las fuerzas demócrata-sociales del pri, el Partido Popular Socialista, y el más reciente Partido Socialista de los Trabajadores. En la segunda se nuclea la Coalición de Izquierda con el Partidos Comunista Mexicano, el Partido Socialista Revolucionario y el Partido del Pueblo Mexicano. La tercera comprende a varios partidos y grupos que coinciden en el rechazo de las estrategias anteriores y que entre sí tienen fuertes diferencias e incluso profundos antagonismos (González Casanova, 1986: 415). 289 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL El autor se refería al prT, al pmT, a pequeños grupos guerrilleros y campesinos que por aquellos años consideraban la lucha de la clase obrera por el socialismo como única vía para el triunfo y rechazaban la vía electoral o las luchas democráticas y nacionalistas. Estas corrientes podrían construir una alternativa aceptando la reforma política que en 1977 había promulgado José López Portillo. Lo que había pasado era que con la entrada del nuevo presidente al gobierno de México, el primero de diciembre de 1976, se ponía en marcha lo que en aquel entonces se denominó “la alianza entre los sectores de la sociedad (gobierno, trabajadores y empresarios), a la que convocaba el nuevo presidente. En el plano económico se lanza la táctica de alianza para la producción; en el plano ideológico se intenta la vuelta a la conianza en el régimen; en el plano político se inicia la reforma política” (Aziz, 1982: 53). El primero de abril de 1977, en Chilpancingo, Guerrero, se inicia el proceso de la reforma política con el discurso de Jesús Reyes Heroles, entonces secretario de Gobernación (Aziz, 1982: 53). El nuevo presidente quería llegar a acuerdos con los sectores sociales debido a que los compromisos con el fmi y la crisis económica obligaban a mantener en calma las posibles señales de inconformidad que pudieran derivarse de los topes salariales, la contracción del mercado interno, el desempleo y la inlación. La disyuntiva era clara: o se volvía al autoritarismo sesentero o se abrían vías para democratizar el país con el interés de recuperar la conianza en el Estado por parte de la sociedad civil. “El estado optó por el proyecto de democracia controlada, después de hacer un balance de las fuerzas acumuladas desde el sexenio anterior por la oposición sindical, partidaria y popular, y por las pugnas entre el partido del estado y el sindicalismo oicial” (Aziz, 1982: 42). Esta democracia limitada o controlada incorporó a las minorías políticas, semi y clandestinas a la legalidad electoral. El gobierno había valorado la abstención electoral de 45 por ciento en las elecciones presidenciales de 1976 e interpretó el hecho como una señal de pérdida de legitimidad política. “El régimen, con el afán de asegurar los intereses de la dominación hegemónica, creó una escena política de modo calculado y previsto para orientar las luchas entre los poderes organizados estatales y no estatales, congruentes o antagónicos con respecto al Estado, pero nunca por fuerza o al margen de éste. El Estado, autoidentiicado ideológicamente como guardián de la correlación de 290 LA DEMOCRACIA EN MÉXICO fuerzas, no podía sustraerse como actor social en la escena política” (Aziz, 1982:43). La gran mayoría de los grupos, partidos, movimientos y sectores de la oposición aceptaron la reforma bajo las condiciones óptimas para democratizar la vida nacional. Una de las condiciones fue exigir el derecho a la información y a la organización popular no corporativa; otra más fue la de solicitar amnistía para los presos políticos y la derogación de los delitos de disolución social. El rumbo del gobierno mexicano era claramente antipopular y se necesitaba hacer dos cosas al mismo tiempo, a saber: mantener el apoyo de las clases populares y seguir con la política neoliberal. El camino era trazar la democracia limitada, controlada por la reforma política. Eso era lo que había observado Pablo González Casanova en sus análisis coyunturales del momento. En concreto, con la reforma política se trataba de abrir los órganos de la representación a las diversas corrientes opositoras al régimen para fortalecer al Estado y no mantenerlas fuera, en una repulsa y asedio que desgastaba e invocaba al México bronco. Según algunos analistas, el discurso de Reyes Heroles presentaba un proyecto jurídico de corte liberal sobre la reforma política, como una necesidad que suprima o por lo menos le reste fuerza al proyecto autoritario del que se habla casi anónimamente. Ante la crisis económica por la que pasaba el país después de la devaluación del 76, el Estado necesitaba un nuevo proyecto que le diera mayor racionalidad para el desarrollo del país, y la reforma viene a ser el camino de responder en lo político a los problemas de representación política electoral de los grupos que se encontraban fuera de la legalidad, por otra parte, también representa la posibilidad de salvaguardar el control del Estado sobre los procesos electorales, control deteriorado por un proceso abstencionista cada vez más fuerte (Aziz, 1982: 115). De abril a julio de 1977 se abrieron en la Comisión Federal Electoral (cfe) la comparecencia entre los partidos, las asociaciones políticas y personas individuales. Los partidos que asistieron a dichas audiencias fueron el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (parm), el Partido Popular Socialista (pps), el pri, el pcm, el Partido Demócrata Mexicano (pDm), el Partido Socialista de los Trabajadores (psT), el Partido Socialista Revolucionario (psr), el Partido Mexicano de los Trabajadores (pmT), la Organización Unidad Izquierda-Comunista, la Organización Movimien291 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL to de Acción y Unidad Socialista y el Partido Obrero Agrario Mexicano (Aziz, 1982: 65). Entre las personas que a título individual asistieron a estas mesas de diálogo estaba Pablo González Casanova. El proyecto de reforma del Estado se cristalizó en la Ley de Organizaciones Políticas y Procesos Electorales (loppe) y cobró vigencia a partir del 31 de diciembre de 1977. El congreso aprobó un paquete de 17 reformas y adiciones, necesarias para su funcionamiento, a otros tantos artículos de la Constitución (artículos 6, 41, 51, 52, 53, 54, 55, 60, 61, 65, 70, 73, 74, 76, 93, 97 y 115). La loppe, además de elevar a rango constitucional el reconocimiento de los partidos políticos como entidades de interés público, estaba orientada a la ampliación del sistema de partidos y la participación de éstos en el Congreso. También, al liquidar la igura de los diputados de partido e introducir el sistema mixto de representación proporcional, incrementó el número de diputados a 400 —divididos éstos en 300 uninominales y cien plurinominales—, redujo los requisitos para que los partidos políticos obtuvieran su registro —si bien estableció dos categorías de reconocimiento, el deinitivo y el condicionado— y reconoció personalidad a las asociaciones políticas. Todo eso permitió la incorporación de nuevos actores políticos.6 Para González Casanova la reforma política no sólo tenía como objeto la legitimación social que el Estado mexicano buscaba para sí, era además: 6 La prueba para la reforma electoral llegó en 1979, cuando se realizaron elecciones para diputados. En ellas el abstencionismo fue muy elevado —41.6 por ciento del padrón—, el pri obtuvo 69.84 por ciento de los votos (le correspondieron 296 diputados) y perdió, en manos del pan, cuatro diputaciones uninominales; este último partido obtuvo 10.79 por ciento de los votos (43 diputados) y le siguieron el pcm con 4.97 por ciento (18 diputados), el pps con 2.59 por ciento (11 diputados), el psT con 2.12 por ciento (10 diputados), el pDm con 2.05 por ciento (l0 diputados) y, por último, el parm con 1.81 por ciento (12 diputados). Aunque no fueron resultados espectaculares, por primera vez se permitió la presencia en la Cámara de Diputados de otros partidos diferentes a los que habían estado durante más de tres lustros. Así, en agosto de 1979, se instaló la LI Legislatura del Congreso de la Unión, en la que fueron incorporados diputados opositores de la izquierda, con lo que la pluralidad de la Cámara se vio incrementada de manera signiicativa, aunque en términos reales la oposición no tuviera el número suiciente de representantes para crear un Congreso equilibrado. “De estos resultados se empieza a plantear la tesis de una división de dos grandes mundos electorales en el país. Por un lado, el del Distrito Federal y las principales ciudades donde la oposición tiende a aumentar sus votos; por el otro, el del resto de las ciudades pequeñas y áreas rurales donde el pri no sólo mantuvo su fuerza sino la incrementó” (González Graf, 1989: 24). 292 LA DEMOCRACIA EN MÉXICO a) un proyecto de los grupos liberales y progresistas del gobierno para alejar el peligro de una ruptura del régimen constitucional; b)un proyecto de “válvula de escape” o canalización de presiones a través de los partidos políticos; c)un proyecto que busca impedir que las luchas democráticas y revolucionarias se libren fuera de los partidos; d) un proyecto que busca que la carrera política gubernamental se pueda hacer también a través de los partidos de oposición, y no sólo a través del partido oicial [en in] un proyecto que permita reagrupar las fuerzas del pri, separar a las capas medias y a los partidos de oposición con las bases obreras y campesinas, dar créditos políticos sólo a individuos que aceptan las reglas de una democracia limitada (González Casanova, 1986: 363-364). En 1981 González Casanova publicó un libro llamado el Estado y los partidos políticos en México. Era una serie de trabajos publicados por separado,7 pero que conforme pasaban los acontecimientos merecían tener una unidad, sobre todo por las ideas que ahí se expresaron en el contexto de la democracia y las elecciones en México en la década de los ochenta. En 1985 se editó una impresión ampliada y en 1986 una tercera edición revisada. Los textos se presentaban en un orden contrario al que fueron publicados. La mirada retrospectiva buscaba conirmar lo expresado en tiempos pasados. El artículo nuclear del libro era sin duda “El partido de Estado y el sistema político”. Dicho texto, escrito en 1979, fue actualizado en 1985. Jorge Cadena Roa colaboró en esa actualización. Respecto a los artículos del libro González Casanova advertía: Todos los ensayos tienen una cierta unidad entre sí y con La democracia en México. Su diferencia teórica con el viejo libro parece darse por una argumentación que hoy pone mayor énfasis en la lucha de clases y en la lucha por la autonomía e independencia de las organizaciones proletarias y populares. En 7 Los textos son lo siguientes: “Discurso por la democracia” discurso leído en Palacio Nacional a propósito de la entrega del Premio Nacional de Historia, Ciencias Sociales y Filosofía el 19 de diciembre de 1984; “¿A dónde va México? publicado en cuatro partes del 19 al 22 de diciembre de 1982; “La verdadera elección” es un texto que apareció el 30 de mayo de 1982 en el periódico Unomásuno; también “La sucesión presidencial” se publicó en dicho periódico en cuatro partes, del 30 de agosto al 20 de septiembre de 1981; “La cultura política en México” salió en Nexos en septiembre de 1981; en 1980 se publicó “El desarrollo económico y social”; en 1979 salió en Nexos “El partido de Estado y el sistema político” y en Sábado en 1978 “La reforma política y sus perspectivas”; “El Estado y las masas” se escribió también de 1978 a 1979 y “El futuro inmediato de la sociedad y el Estado” en 1976. 293 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL cuanto al contenido los nuevos ensayos ahondan y precisan problemas del Estado y del tiempo, que no fueron tema central entonces o que entonces no tenían existencia. Así, hoy destacamos más la vinculación de la lucha democrática y nacional con la revolucionaria y socialista, aunque con todas teníamos y tenemos igual compromiso (González Casanova, 1999: 10). Pablo González Casanova escribió en julio de 1978 “La reforma política y sus perspectivas”. Ahí daba razón de las diferentes posturas que frente a la reforma electoral de 1977 tomaban las fuerzas políticas de aquel momento. Las ubicaba, clasiicaba e interpretaba. De los liberales decía “piensan en términos de una democracia plural, con partidos y parlamentos. No rechazan la dependencia del imperialismo, ni la sociedad capitalista, ni la fuerza del capital monopólico”. Se limitaban a criticar la excesiva fuerza del Estado y su carácter autoritario. Reclamaban el respeto al sufragio, a las elecciones, a los partidos, al parlamento (González Casanova, 1999: 158). Por su parte los partidarios de la “democracia social”, como se autodenominaban los socialdemócratas o como el propio González Casanova llamaba “a las corrientes progresistas” del gobierno, sostenían posiciones democráticas, nacionalistas y laboristas con las que buscaban recrear y ampliar la antigua alianza popular encabezada por el gobierno, a la vez que deseaban aumentar la injerencia del Estado en la economía y crear una pluralidad de partidos más amplia y signiicativa. Le parecía al ex rector de la unam interesante que esta posición, que versaba sobre la mediación del sistema político ante los partidos de oposición, buscara reactivar a la clase obrera como una fuerza oicial que impidiera el advenimiento del fascismo en México. En otras palabras, nuestro sociólogo pensaba que la reforma política diseñada por los ideólogos de la “democracia social”, como él los llamaba, se preocupaba “por reordenar la oposición no sólo para seguir ocupando el ‘centro’, sino para lograr que la clase obrera vuelva a cumplir el papel de una fuerza capaz de impedir que la crisis económica derive en un régimen fascista, de facto” (González Casanova, 1999: 159). Por lo que respecta a los partidos de izquierda, fueran estos socialistas o comunistas, González Casanova creía que la reforma electoral signiicaba “un primer paso, aún incompleto, hacia una verdadera reforma política”. Estos partidos, al aceptar la lucha electoral, postulaban tres 294 LA DEMOCRACIA EN MÉXICO proyectos principales: el primero estaba relacionado con una política de acumulación de fuerzas, el segundo con una restructuración del Estado y el sistema de partidos útil a esa política, y el tercero con una política económica que garantizara los dos proyectos anteriores y alejara el peligro del fascismo (González Casanova, 1999: 161). La acumulación de fuerzas les permitía ser más tolerantes con el pluralismo ideológico y apuntalar la eliminación del presidencialismo, la libertad sindical, la autonomía del Congreso y la democratización al interior de las instituciones. Esta perpectiva de izquierda parecía un proyecto liberal, pero no era así, a largo plazo estaba la construcción del socialismo. Pero antes del socialismo las fuerzas de izquierda tendrían que lidiar contra el peligro del fascismo y luchar por la democracia en el país (González Casanova, 1999: 163). Para González Casanova en ese momento los partidos de izquierda debían de tomar en cuenta la importancia de la autonomía ideológica, política y revolucionaria de su movimiento; apoyar a los sectores que luchaban contra el fascismo,8 pero sin perder de vista la lucha por el socialismo; la participación electoral y al mismo tiempo la presión social. No debían plantearse disyuntivas sobre esto. Antes bien se debían estudiar y analizar las coyunturas políticas desde un análisis de clase y coalición, continuar con la democratización de los procesos de las organizaciones de izquierda, la insistente lucha contra el imperialismo y los monopolios en todas sus latitudes y lo más importante: “el apoyo y la orientación de los movimientos de resistencia popular y la articulación de los movimientos obreros y de marginados, de trabajadores industriales y agrícolas, de trabajadores y de pobres, de trabajadores y de pobladores, de explotados 8 Sobre este y otros puntos Octavio Rodríguez Araujo diiere de González Casanova. Al respecto dice en entrevista: “Si no recuerdo mal, uno de mis desacuerdos fue en torno a la perspectiva de fascismo de facto en México. Este fue un argumento del gobierno para plantear la reforma política; pero desde mi óptica la amenaza de fascistización (valga el término) fue un invento de la gente cercana a Echeverría en su último año de gobierno. Otro punto se refería a las organizaciones obreras sujetas al Estado y al pri: éstas no apoyaron la reforma política, sino al contrario, quisieron evitarla, entre otras cosas porque preveían un posible fortalecimiento de las izquierdas y, por lo tanto, pérdida de control sobre sus agremiados. Su crítica al izquierdismo no la compartí y al inal las izquierdas extremistas organizadas fueron cooptadas de alguna manera por las instituciones del Estado en la lógica electoralista, no se diga de las organizaciones reformistas. Ninguna de aquellas existe hoy, aunque sobreviven núcleos pequeños aferrados a su precaria existencia” (Rodríguez Araujo, 2009). 295 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL y superexplotados, indios o mestizos. La lucha por la articulación, orientación y apoyo a todos los movimientos de resistencia o insurgencia que surgen en la fábrica o en la mina, el municipio o el cinturón de la miseria” (González Casanova, 1999: 165). González Casanova también se enteraba de quiénes estaban en contra de la reforma. Era la derecha y los cercanos a los intereses del gran capital. Sin embargo, a la reforma política y económica se oponían “también reducidos núcleos radicales, izquierdistas y revolucionarios” (González Casanova, 1999: 171). La crítica de González Casanova a los opositores de la reforma, fueran éstos fascistas, ultrarreaccionarios o reducidos núcleos radicales izquierdistas y revolucionarios, era porque le hacían el juego al imperialismo y la derecha. A los políticos de izquierda con esta tendencia les reprochaba que al rechazar la reforma política impedían el beneicio a movimientos que podían acumular fuerzas para la organización en un futuro de la toma del poder. El autor de La democracia en México estaba a favor de la lucha democrática y revolucionaria porque vislumbraba en la reforma una oportunidad política de alcances insospechables para la lucha del pueblo. Ante este fenómeno le dio su voto de conianza al entonces denominado psum. Veía en él, producto de la reforma política de 1977, una organización progresista como partido, capaz de iniciar el proceso de cambio dentro de un esquema revolucionario de acumulación de fuerzas: reformista a corto plazo y radical a largo plazo para tomar el poder: liberación de los pueblos, democracia, socialismo y abandono del estalinismo serían sus prioridades ante la toma del poder (González Casanova, 1999: 32). En este contexto llegó el año 1982. El día 4 de julio serían las elecciones. Con la sucesión presidencial de entonces se valoraría, en términos de eicacia democrática, la reforma política de 1977. Con la reforma en marcha, eran las primeras elecciones presidenciales, las segundas de senadores y diputados federales. Había una gran expectativa. Sobre todo por observar qué pasaba con el fenómeno del abstencionismo; las campañas de los partidos y los medios masivos de comunicación se habían concentrado en combatirlo. “Por primera vez se elaboró un padrón electoral que incluyó a 31 500 000 mexicanos que tendrían que votar. Participaron nueve partidos registrados (siete en deinitiva, dos de manera condicionada al resultado de las elecciones). Se postularon siete candidaturas a la presidencia del país, seis más que en las elecciones de 1976; 296 LA DEMOCRACIA EN MÉXICO existían 432 candidatos para senadores y 2 348 para diputados; la cifra de candidatos a diputados plurinominales ascendió a 900. Hubo 1 800 000 funcionarios —titulares y suplentes— electorales y de partidos políticos que se ocuparon de la vigilancia de las votaciones” (Granados Chapa, 1985: 199). Cuando terminó el proceso electoral parecía que todo marchaba bien. Las inconformidades antes de la votación habían sido menores. Éstas se concentraron en la elaboración y el manejo del padrón electoral. Pero después de la elección, poco antes de que se proclamara el triunfo del candidato del pri,9 surgieron por todos lados denuncias de robos de urnas, ánforas con boletas a favor de los candidatos del partido oicial, distribución de boletas a los agremiados en corporaciones obreras y campesinas ailiadas al gobierno, cambios de ubicación de casillas y votación masiva de personal gubernamental que no estaba registrado en el padrón (Granados Chapa, 1985: 201). La postura oicial trataba de minimizar las denuncias con el hecho de que en esta ocasión el abstencionismo había bajado a 30 por ciento respecto a 50 por ciento en las elecciones de 1979. Además, la Comisión Federal Electoral remitía a los opositores a valorar la necesidad de fortalecer la administración electoral, pero a reconocer que la elección había dado un salto democrático cualitativo. En efecto, “las elecciones de 1982 mostraron dos sorpresas: la disminución del abstencionismo y el avance del pan como la segunda fuerza política del país” (Granados Chapa, 1985: 202). Pero en realidad el abstencionismo no signiicaba un avance de la democracia en México, más bien, representaba un peligro para el sistema político: si cada vez los ciudadanos no votaban, era una señal de que el gobierno no estaba haciendo bien las cosas públicas. Con respecto a la izquierda las cosas fueron diferentes. El psum y el pps sólo aumentaron sus votos de diputados, aunque el primero vio reducida su votación en contraste con 1979. En realidad se dividían las votaciones con otros partidos como el prT y psT. Sus fuerzas no estaban concentradas debido a una falta de organización y unidad entre sí, además de carecer de un análisis político coyuntural que les permitiera plantear programas 9 Las cifras fueron las siguientes: pri (71.63%), pan (16.41%), psum (3.65%), pDm (1.93%), prT (1.85%), psT (1.52%), pps (1.60%), parm (1.07%) y psD (0.21%) (González Graf, 1989: 25). 297 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL de gobierno a corto y largo plazo atractivos para la población a la que querían dirigir su política. Como sea, parecía que México se democratizaba. Para el representante gubernamental Enrique Olivares Santana el fantasma de abstencionismo desaparecía poco a poco. Sin embargo el júbilo se opacaba con los análisis de las elecciones a nivel local. En Guerrero y Coahuila el abstencionismo era de 50.8 por ciento y los conlictos en las entidades subían de tono. Jorge Alonso documentó antropológicamente que era posible observar la crisis del sistema político mexicano desde la micropolítica electoral de los estados y municipios. Explicaba que “en los municipios, el despojo y la violencia institucional cotidiana tienen cara, y constituyen el rostro del gobierno local opresor en abierto contubernio con los poderes económicos regionales, nacionales y hasta transnacionales. La prepotencia verbal y fraudulenta del partido del Estado es un boomerang que va contra él mismo. Los espacios se cierran, viene la asixia, y la represión queda como último recurso” (Alonso, 1985: 372). El análisis de Jorge Alonso mostraba que la percepción del gobierno sobre el abstencionismo era en realidad un espejismo. El proceso electoral local de 1983 en los estados y municipios indicaba otra cosa: el pueblo no creía en las elecciones y poco se interesaba por el proceso electoral. Pablo González Casanova tenía también una lectura de las elecciones en general. Del 30 de agosto al 20 de septiembre de 1981 en el periódico Unomásuno escribió “La sucesión presidencial en 1982”. Ahí mencionaba que el cambio en la correlación de fuerzas después de la reforma electoral de 1977 revelaba que la política electoral no correspondía a la política de los marginados ni a sus necesidades y demandas. La población proletarizada no planteaba sus demandas por medio de los partidos políticos. Lo hacían de manera diversa, a veces violenta, y la respuesta era siempre la represión. En su lectura suponía que “la lucha partidaria en la cúpula y la de grupos político-institucionales expresa por ello parcial y débilmente la de clases. La lucha de clases no tiene cabal expresión en la lucha de los partidos políticos” (González Casanova, 1999: 40). Así las cosas, era fácil deducir que todo se desarrollaba en torno al partido del Estado al que deinía como: un organismo que coordina y regula las luchas políticas ciudadanas: sus miembros están organizados por las burocracias civiles y sindicales que juegan con 298 LA DEMOCRACIA EN MÉXICO la doble lógica del Estado —de coalición y clase—. Por su lado, los partidos de oposición cuentan, como miembros activos, sólo a una parte ínima de los electores que votan por ellos. Las elecciones institucionales expresan así sólo una parte mínima de las demandas políticas y sociales. Su importancia radica, para el Estado, en mantener la legitimidad de su poder y entender las demandas críticas, y para la oposición en utilizarlas como base de concientización y organización de nuevas fuerzas, y para lograr puestos de representación y foros de presión. Para la sociedad en su conjunto, las elecciones cumplen la función de mantener un régimen constitucional —por precario y contradictorio que sea— frente a los designios represivos del capital monopólico y sus ideólogos y grupos más reaccionarios. Desde ambos puntos de vista es innegable el valor del proceso electoral (González Casanova, 1999:48). Esta era la posición de González Casanova, los procesos electorales aun con sus deiciencias debían ser valorados por todos los actores políticos, principalmente por la izquierda. Desde su enfoque, la importancia de las elecciones era signiicativa “para el futuro de una izquierda autónoma que aproveche al máximo su nueva condición institucional en una política de acumulación de fuerzas que no reproduzca y amplíe el sistema de la injusticia y la dependencia” (González Casanova, 1999: 49), pero también aceptaba que las organizaciones de izquierda y los partidos políticos eran todavía débiles para expresar y organizar las demandas y presiones de los movimientos sociales de campesinos y trabajadores. La división de partidos oiciales y no oiciales no era del todo satisfactoria para la lucha del pueblo trabajador. Los partidos no expresaban a los movimientos sociales ni los integraban sino en forma mínima. Con respecto al abstencionismo relexionaba que era “mucho más que un fenómeno de desidia u oposición por negativa. Signiica la forma en que la lucha electoral no alcanza a representar la verdadera lucha por la independencia de la nación, por la soberanía del pueblo, por la justicia social y la libertad” (González Casanova, 1999: 49). Para la elección de 1982, González Casanova hacía hincapié en la necesidad e importancia de una coalición de izquierda, pero criticaba sus debilidades en torno a su pobreza ideológica, caudillismo y su falta de prácticas democráticas al interior de sus partidos. Sumaba a ello el divisionismo entre las distintas corrientes: “de un lado el viejo recelo de los lombardistas y marxistas-leninistas frente a los trotskistas; el de los comunistas en general frente a partidos como el pmT, que contando con una 299 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL base de masas tienen una indeinición ideológica que da al liderazgo características de caudillismo personal; el de todos estos partidos frente al pps y el psT con su política de alianzas caliicada de conciliación de clases o de mero oportunismo” (González Casanova, 1999: 55). A pesar de todo tenía esperanza. Su propuesta partía de la idea de una política de masas que acumulara fuerzas bajo el cobijo de la defensa de la Constitución. Las categorías que se tendrían que manejar en la teoría y la praxis eran sus conceptos clave: democracia, socialismo, pueblo, soberanía, nación. Pensar en un partido unido socialista le parecía a nuestro autor la mejor opción. En él se cuidaría la lógica de la unidad, la autonomía, el derecho a expresarse; también habría que ser lexibles en las alianzas con fuerzas democráticas y de izquierda contra el pri, encauzar la lucha de presión y la toma del poder (González Casanova, 1999: 61). Por el lado de los partidos de la derecha sí se avanzaba. Al menos en las elecciones locales de 1983 a nivel municipal en Chihuahua,10 Sonora, Coahuila y Durango, el pan se posicionaba electoral y políticamente. Después de esta elección vino la de 1985. Ahí se jugaron 1407 cargos de elección popular: 400 diputaciones federales (300 de mayoría relativa y cien de representación proporcional); siete gobernadores (Sonora, Nuevo León, San Luis Potosí, Guanajuato, Querétaro, Colima y Campeche); 155 diputaciones locales, para integrar congresos de diez estados (Morelos, Coahuila, Colima, Chiapas, Guanajuato, Nuevo León, Querétaro, Sonora, Tabasco y Jalisco); 869 ayuntamientos (33 en Morelos, 18 en Querétaro, 63 en Sonora, 203 en Veracruz, 44 en Tlaxcala, 51 en Nuevo León, 17 en Tabasco, diez en Colima, 110 en Chiapas, ocho en Campeche, 46 en Guanajuato, 124 en Jalisco, 56 en San Luis Potosí, 56 en Zacatecas). Aunque la oposición no ganó ninguna gubernatura, en lo que respecta al tema de las diputaciones los datos daban una muestra del escenario político del momento. El abstencionismo se mantuvo en 49.32 por ciento; “el pri tuvo 64.81 por ciento de votos por mayoría relativa y 60.07 por ciento por representación proporcional, lo que le permitió obtener 96.33 por ciento de los escaños que se asignaron por mayoría relativa y ninguno de representación proporcional, en conjunto obtuvo 72.25 por cien10 Este proceso electoral estuvo muy marcado por la lucha abierta entre el pan y el pri. Por primera vez el partido del Estado reconocía el triunfo del pan en municipios de Chihuahua: Cuauhtémoc, Ciudad Juárez, Parral, Camargo, Casas Grandes y Delicias, los más grandes y de mayor concentración urbana (González Graf, 1989: 27). 300 LA DEMOCRACIA EN MÉXICO to de los escaños de la Cámara de Diputados” (Barquín, 1987: 36). El pan alcanzó 10.25 por ciento del total de escaños en la misma Cámara, esto es, 50 diputados de su partido. El psum era para esa época la tercera fuerza electoral con “3.22 por ciento de los votos de mayoría y 3.30 por ciento de los de representación proporcional, no obteniendo ningún diputado de mayoría y 12 por ciento de los diputados de representación proporcional” (Barquín, 1987: 37). Los demás partidos no levantaban electoralmente. Aunque el pri seguía siendo el ganador, el pan cada vez más incorporaba adeptos a sus ilas. Con todo, en realidad “las elecciones de 1985 demostraron que la esperanza en los procesos electorales limpios no tenía fundamento, pues a partir de éstas se resucitó la expresión de la política del carro completo” (González Graf, 1989: 27). Con el caso del fraude electoral de 1986 en Chihuahua, así se hizo saber. Una buena pregunta por ese entonces tenía que ver con explicar las causas de por qué, aunque el pri fuera perdiendo legitimidad, seguía hegemonizando las elecciones en México. Pablo González Casanova tenía una respuesta. Él mismo había escrito su ensayo “El partido del Estado y el sistema político” en una primera versión en la revista Nexos. Lo hizo en 1979. Para la actualización de 1985, en la que participó Jorge Cadena Roa, el texto adquirió relevancia. González Casanova estaba convencido de que sin el estudio del Estado no era posible comprender los partidos políticos en México. Era la nueva agenda de investigación que proponía para entender el país porque el estudio del fenómeno de los partidos políticos en México no era claro (González Casanova, 1999: 96). Cuestionaba que los análisis no se hiceran a partir de la historia de la vida nacional concreta, sino en los conceptos, las deiniciones y autores. Algunas veces aparecían ensayos con intuiciones brillantes, pero aisladas siempre del movimiento histórico y su posible evolución política. Apelaba a la necesidad de ir a la historia concreta del país. Sobre este tópico decía que “el sistema de los partidos políticos en México y su vinculación a la historia del Estado mexicano corresponden a un proceso universal en el que se dan dos fenómenos parecidos: el de un partido único o predominante en las naciones de origen colonial, y el del partido del Estado, el partido del bloque hegemónico y su gobierno. Ambas características se dan en México, donde no existe un partido único, sino un partido predominante, y donde éste es el partido del Estado” (González Casanova, 1999: 97). 301 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL Según el autor, históricamente desde el siglo xviii, con la hegemonía del Estado en México, apoyado en la oligarquía algunas veces y en las masas otras, se gestó un tipo de institucionalización del caciquismo, manipulación y represión a nivel nacional, estatal, local, económica y política. 11 La especificidad mexicana sobre estos aspectos, agregaba González Casanova, venía de Felipe II; no era la cultura política de los rebeldes indígenas la que pervivía, sino la de los conquistadores. Desde el siglo xviii el orgullo criollo se desataba por la política de poder y perversión. Las manipulaciones y trampas electorales databan desde principios del siglo xix con la Constitución de Cádiz y las primeras elecciones de consejeros municipales y diputados a Cortes (González Casanova, 1999: 99). Ahí nació el autoritarismo. “El gobierno porirista fue el primero en convertir todo acto electoral en acto administrativo, el primero en organizar sistemáticamente al burócrata civil para la organización y administración de las elecciones, con la consabida y necesaria alianza y colaboración de los jefes políticos” (González Casanova, 1999: 103). Por su parte “los anarquistas pretendían hacer una revolución social sin una revolución política. Los liberales una revolución política sin una revolución social. Todos ellos, y los campesinos en armas, estuvieron lejos de plantearse el problema del poder. En cambio los nuevos revolucionarios, sobre todo los carrancistas, volvieron a darle prioridad a la lógica del poder en la conducta militar, ideológica y política. Se plantearon el problema de la concentración del poder en una estructura de caudillos, última célula viva de un sistema político-militar en crisis” (González Casanova, 1999: 104-105). Posteriormente, el Partido Nacional Revolucionario (pnr) al adoptar una ideología y una retórica constitucionalista, nacionalista, agrarista y obrerista, se ganó el apoyo de las masas. “A partir del ingreso de los obreros al partido del Estado, el problema del Estado consistió en controlar al “sector obrero” y sus organizaciones, y a cualquier organización que 11 Un modelo de este ejercicio de análisis se encuentra en el trabajo La clase obrera en la historia de México en el primer gobierno constitucional (1917­1920). Ahí González Casanova (1987b) da cuenta de cómo durante el gobierno de Venustiano Carranza se intentó imponer un tipo de orden parecido al porirismo al lado de un proyecto de nación soberana y un Estado árbitro de la lucha de clases. El libro trata de desentrañar los orígenes del Estado mexicano al profundizar en las alianzas que se tejieron entre el movimiento obrero y los caudillos que tomaron por asalto el Estado. 302 LA DEMOCRACIA EN MÉXICO expresara o buscara expresar a la clase obrera. Así se inició un nuevo proceso, que culminaría en la fundación del pri. Fue el más complejo de todos” (González Casanova, 1999: 122). En este sentido, para González Casanova la transformación del prm en pri derivó en un largo proceso demasiado cercano a la lógica del poder. Había nacido una nueva forma de hacer política en México, era algo nuevo en el Estado mexicano en donde el jefe del Ejecutivo orientaba el rumbo de la política. Al parecer, en el gobierno de Manuel Ávila Camacho, el caudillismo había terminado y en su lugar aparecía otra igura política antidemocrática: el presidencialismo. Ya no había militares, ni grupos armados que temer. El clero se amansó. El pan ya había nacido pero no era un peligro, sobre todo porque había decidido luchar dentro de los marcos de la Constitución. Fue así como “apareció una coincidencia de intereses entre la clase política y las clases dominantes” (González Casanova, 1999: 122). Pero como bien lo airmó el autor, “el hecho de que el Estado tomara un carácter autoritario institucional no lo hizo abandonar su lógica de la hegemonía ni de las coaliciones, ni la de las manipulaciones” (González Casanova, 1999: 123). Seguía siendo represivo, persuasivo, paternalista y a la vez conciliador. Así lo hizo con los sectores obreros, campesinos y populares. Había nacido un nuevo estilo de Estado que abandonaba el proyecto socialista para insertarse en la palabra de moda: la democracia. Ya no era antimperialista, sólo nacionalista; frenó la reforma agraria y contuvo huelgas y salarios; desapareció el sector militar del prm; obligó a Vicente Lombardo Toledano a abandonar la secretaria general de la Confederación de Trabajadores de México (cTm) y puso en su lugar a Fidel Velázquez. Por cierto, este último ya no era marxista. En in, el gobierno de Ávila Camacho se había vuelto burgués, había institucionalizado la Revolución a través del Estado y su partido: el pri, el partido de Estado. Al inalizar el gobierno de Ávila Camacho la correlación de fuerzas había cambiado sensiblemente a favor de la burguesía, y en desmedro de trabajadores y campesinos. Legalizar e institucionalizar el nuevo carácter de la dominación en la lucha de los partidos, y en vista de la sucesión presidencial, fue el siguiente paso en la restructuración del Estado. [Con la aparición del pri en 1946] se sostuvo que en México la Revolución era ya una institución a cargo del Estado y su partido (González Casanova, 1999: 125). 303 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL Desde la óptica de González Casanova, las bases para que el pri apareciera en escena fueron la creación de un marco jurídico del sistema de partidos a través de la ley electoral de 1945. En ella se cuidó que hubiera sólo tres partidos para que el justo medio fuera precisamente el pri; que los partidos fueran nacionales y no locales o regionales, para evitar núcleos de poder que escaparan a la mediación del Estado; que el Estado laico se fortaleciera frente al clero; que los partidos de izquierda y derecha no se subordinaran al Vaticano o a la Internacional comunista para evitar injerencias extranjeras (González Casanova, 1999: 125). En 1946 se fundó el pri y en un solo día, por Convención, se aprobaron tanto la Declaración de Principios, como el Programa de Acción y Estatutos. Eran los tiempos de Miguel Alemán Valdés y el lema “democracia y justicia social”; se borró la educación socialista a favor de una nacionalista y se comenzó a utilizar más el vocablo de ciudadanos que el de lucha de clases. La cTm ailió a todos sus miembros al partido, se persiguió a los comunistas y se les expulsó de las organizaciones obreras ligadas al Estado; se exaltó a la familia, los derechos del hombre y los valores occidentales, la libre empresa y el nacionalismo. Para 1950 el pri ya estaba hecho y con él, el sistema político mexicano. Con el paso del tiempo la oposición política seguía siendo institucional, oicial, enmarcada en el sistema del partido de Estado; ésta no se planteaba una política electoral con una política de poder y eso sólo servía para legitimar al partido del Estado. Aunque después de 1977 González Casanova observó en el psum una diferencia y oportunidad de plantearse la toma del poder a largo plazo, acumulando fuerzas no sólo con la lucha social, sino también electoral, las cosas no cambiarían demasiado. En este proceso de presidencialismo y autoritarismo, al “sector” se opuso el “distrito”; también el “individuo”. “Al obrero se le mezcló con otras clases y sectores. Se le aisló como ciudadano exaltando los méritos liberales del paso democrático. Fue una forma de buscar que se perdiera aún más su identidad de clase” (González Casanova, 1999: 127). El régimen ya tenía un Estado centralizado y autoritario; con él se administraba todo el espectro de la lucha política y sindical. En 1946, con Miguel Alemán en la presidencia, el camino del Estado burgués estaba plenamente preparado. El fenómeno de 1968 y todo el periodo de agitación subversiva y cívica de los años setenta ponen en jaque el sistema de partido de Estado. 304 LA DEMOCRACIA EN MÉXICO Con la llegada de Miguel de la Madrid, la crisis de la ideología del pri se agudiza. El discurso neoliberal se hace más patente. Las fuerzas populares se debilitan frente a la política privatizadora, la apertura a la alternancia de partidos posibilita pasar de una sistema de partido del Estado a otro con “partidos del Estado”, lo cual implicaría un colapso de las alianzas de clases anteriores; se hacen concesiones sociales y se lexibiliza el reconocimiento de triunfos electorales de algunos municipios; el lenguaje popular, nacionalista y revolucionario, cede al lenguaje neoconservador, tecnocrático, laico y católico para la restructuración de los aparatos del Estado. Así era la lectura sobre las elecciones en México de Pablo González Casanova. Con respecto al contexto de los años ochenta, la percepción de nuestro autor era que las elecciones de 1982 se llevaron a cabo en tiempo de crisis y que en esta situación era bastante difícil construir la democracia con sólo los aspectos formales de la misma. Airmaba que la verdad gubernamental quería a toda costa ser optimista (González Casanova, 1985j: 11). Por otro lado, nuestro sociólogo pensaba que sólo criticar las elecciones como proceso inútil, no propio para los mexicanos, permitía a las oligarquías mantener el poder y refrendar la idea de que los “mexicanos no tenemos remedio”. Además, abría la puerta más fácilmente a gobiernos despóticos y autoritarios; por ello impulsó con su trabajo académico una política de Estado a favor del pueblo y las clases populares; una política que limitara los intereses de las clases dominantes. Y se dio la tarea de hacerlo al menos en el plano académico que era el que le correspondía. En la década en cuestión concretó investigaciones muy relevantes para vislumbrar alternativas de cambio social en México. González Casanova era bastante claro en su proceder: no se podía indicar el rumbo del país sin un estudio previo. De 1980 a 1984 apareció una colección sobre la historia de México. Él la coordinaba. El título era La clase obrera en la historia de México; fueron 17 volúmenes publicados todos por la Editorial Siglo XXI y el Instituto de Investigaciones Sociales de la unam. Se trata del primer gran proyecto que González Casanova impulsó sobre México, después de su rectorado en la unam. Las temáticas se situaban desde la época de la Colonia hasta el gobierno de Luis Echeverría; su núcleo principal o el sujeto en cuestión era la clase obrera. Ahí participaron Enrique Florescano, José Wolden305 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL berg, Sergio de la Peña, Ricardo Pozas H., José Luis Reyna, Jaime Tamayo, Octavio Rodríguez Araujo y algunos más. Posteriormente apareció El obrero mexicano en cinco tomos, que González Casanova coordinó al lado de Samuel León e Ignacio Marván (1984e). La diferencia entre El obrero mexicano y La clase obrera en la historia de México era que el primero se centraba en la parte estructural del sistema político mexicano, precisamente en el momento clave del movimiento sindical y obrero de inales de los años setenta y principios de los ochenta. Los temas iban desde la demografía y las condiciones de vida de la clase obrera en México, su alimentación, trabajo y transporte, hasta su moral. Participaron Brígida García, Rolando Cordera, Beatriz García Peralta, Hermann Bellinghausen, Manuel Perló Cohen. El otro era histórico. En ambas investigaciones colectivas se dejaba entrever un modelo de cómo comprender los fenómenos de coyuntura en relación con la parte sistémica estructural de los problemas del país (Marván, 2009). Ambos proyectos tenían su origen años atrás. Su génesis estaba en un seminario base que alimentaba varios proyectos. “Se llamaba Clases sociales y estratiicación y se impartía en la División de Estudios de Posgrado de la fcpys. Por lo regular se reunían todos los viernes. El objetivo era presentar borradores que criticaban alumnos, profesores, investigadores y participantes del seminario para después publicarlos. Así fue desde 1975 hasta 1983” (Marván, 2009). Los autores de El obrero mexicano presentaron ahí sus trabajos; también quienes escribieron en La clase obrera en la historia de México. A partir de aquí, González Casanova profundiza en el análisis del Estado en América Latina, las crisis en México en dos grupos sociales fundamentales para el cambio político en su momento: la clase obrera y los movimientos sociales. Ciertamente, más que los partidos y el Estado, la clase obrera estaba en la base del análisis estructural de sus trabajos. Era claro que estudiarla representaba la base para proyectar la democracia en México. Terminando esos proyectos, nuestro intelectual amplió la agenda a los estados. Lo hizo siempre en tres pistas: México, los estados y América Latina. Siempre había proyectos para esas tres realidades. En el caso de México coordinó Las elecciones en México. Evolución y perspectivas (1985j) y México ante la crisis al lado de Héctor Aguilar Camín (1985i). De este último fueron dos tomos. Con Jorge Cadena Roa coordinó Elecciones de 1985 en las entidades federativas. 306 LA DEMOCRACIA EN MÉXICO Pablo González Casanova en este tiempo estaba bastante activo intelectualmente. Con toda esta dialéctica de la imaginación fundó en 1986, junto a otros, el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Humanidades (ciih); el nombre cambió en 1995 a Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (ceiich), cuando se consolida el vínculo entre las ciencias y las humanidades. El objetivo general del centro es hasta la fecha “integrar, coordinar y promover proyectos académicos interdisciplinarios en los campos de las ciencias y las humanidades, tanto en la investigación como en la enseñanza y el intercambio entre especialistas y de éstos con organismos civiles, gubernamentales e internacionales, con la idea de recuperar el impulso humanístico universal en las tecnologías, democratizar la educación y enriquecer los alcances de la investigación cientíica” (Caballero Aguilar, 2008: 59). Los programas en los que participó González Casanova como director se dividían en cuatro temáticas: a) el mundo actual: situación y alternativas; b) entidades federativas: sociedad, economía, política; c) culturacreación de alternativas y procesos de democratización, y d) conceptos en ciencias y humanidades. El sociólogo se enfrentaba con que las políticas con las que normalmente se evaluaban los proyectos acataban criterios internacionales y no los parámetros de la realidad nacional; el inanciamiento a las revistas cientíicas también pasaba por este esquema. Los recursos siempre eran pocos y el equipo a menudo obsoleto. Había grandes retos para las ciencias sociales en México, pero su imaginación sociológica le permitió proyectar investigaciones de gran calado. Su tarea entonces consistió, como era su espíritu, en darle rigor a las investigaciones que se realizaban. Buscaba relacionar lo local con lo global y nacional, vinculado a procesos políticos y sociales. Para eso se necesitaba formar investigadores. González Casanova ya tenía experiencia en ello debido a su paso por la fcpys y el iis de la unam. Con los investigadores que ya estaban consolidados y los que todavía se estaban formando, sacó adelante bastantes proyectos. Uno de ellos, el seminario La República Mexicana: restructuración de la sociedad, la economía y las relaciones de poder en las 32 entidades federativas 1980-1988, rindió frutos en lo que al tema de la democracia en México se reiere. Jorge Cadena, quien formó parte de la coordinación, narra al respecto: 307 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL El centro se creó a partir de la fusión de los recursos que estaban asignados al programa universitario Justo Sierra, que estaba en San Ildefonso, y del Centro de Estudios sobre Norteamérica. Se fusionan los recursos de esos dos centros o programas; se crea el centro y el personal académico y administrativo quedó todavía en San Ildefonso en las oicinas de allá y [González Casanova] me pedía que viera cosas y un poco como a supervisar o inspeccionar. El primer secretario académico del centro fue José Pérez Gay él estuvo algunos meses. Pérez Gay salió y me invitó a que fuera el secretario académico. Acepté y empecé a trabajar no sólo en cosas académicas sino también en cosas de administración, planeación y presupuesto. Fue una buena experiencia con muchas actividades. El centro se crea en 1986 y entonces paso al centro y algunos de los proyectos que ya veníamos desarrollando desde el iis y la unu pasan a ser uno de los troncos sobre todo lo que veníamos haciendo en las entidades federativas. Se crea el seminario permanente de las Entidades Federativas, la Biblioteca de las Entidades Federativas. Así comenzamos a hacer seminarios nacionales (Cadena, 2009). Los seminarios que se realizaron en los años ochenta12 y principios de los noventa tenían que ver con “la profundización de la investigación de las entidades federativas”;13 “la reforma del Estado, modernización y democracia en las entidades federativas”; “los informes sobre la democracia en México del 6 de julio de 1988”; el titulado “La República Mexicana, modernización y democracia de Aguascalientes a Zacatecas” realizado del 23 al 27 de noviembre de 1992.14 En este último participaron, entre otros tantos: Edgar Samuel Morales, Jaime Castillo y Elsa Patiño, Mario Ramírez Rancaño, María Teresa Incháustegui, Selva Leonor Daville, Pablo Vargas, Sergio Sarmiento, Alba Teresa Estrada, Jaime Rivera, Guadalupe Valencia, Fernando A. Rivas, Jaime Tamayo, Marcial Martínez, Lourdes Pacheco L., José Manuel 12 De octubre de 1986 a marzo de 1987 se llevaron a cabo 20 Seminarios Estatales sobre los procesos políticos y cambio institucional en las 32 entidades federativas: Aguascalientes, Baja California Sur, Coahuila, Colima, Chihuahua, Distrito Federal, Durango, Hidalgo, Jalisco, Estado de México, Michoacán, Morelos, Nayarit, Nuevo León, Oaxaca, Puebla, San Luis Potosí, Tamaulipas, Tlaxcala y Veracruz. 13 Del 6 al 10 de abril de 1987 se hizo el Seminario Nacional denominado Las Entidades Federativas: La sociedad, la economía, la política y la cultura. 14 Antes de éste, en enero de 1988, en colaboración con la unu, se presentaron 25 ponencias en el Seminario Nacional: La República Mexicana: Restructuración de la sociedad, la economía y las relaciones de poder en 32 Entidades Federativas 1980-1988. 308 LA DEMOCRACIA EN MÉXICO Martín, Eugenio Herrera, Miguel Palacios M., Tomas Calvillo, María del Carmen Legorreta, Héctor Amezcua, Leonardo Curzio, Carlos Sorroza, José Luis Sierra, Desiderio Ortegón, Stella Maris Arnáiz, Alfonso Guillén Vicente, José Negrete, Víctor Orozco, Miguel Ángel Vásquez, Francisco Cepeda, María de los Ángeles Pozas, Arturo Alvarado. De todos los seminarios15 se extrajeron libros que formaron parte de las colecciones que ahora llevan el nombre de Biblioteca México: Actualidad y Perspectivas, Biblioteca de las Entidades Federativas y La Democracia en México. En estos años el Primer y Segundo informe sobre la democracia: México 1988 fue singular porque versó sobre uno de los acontecimientos más importantes, el tema de la democracia en el país. Era una época en la que el sistema político mexicano se encontraba sometido a una crítica persistente que lo instaba a cambiar, de una vez por todas, el autoritarismo con que se había desenvuelto en la política desde que la Revolución Mexicana se había “institucionalizado”. Esa colección surgía, como el mismo Pablo González Casanova lo expresaba, en “un momento crítico de la vida nacional y mundial, cuando la pereza sociológica, la libertad retórica y la de mentir, la alteración de la esperanza por la ilusión o el conformismo, la de la voluntad por la acción trillada y tramposa o por la espontaneidad a menudo suicida, impiden ir a lo ‘real increado’ y descubrir la realidad nacional e internacional en lo que tienen de nuevo y de útil para la acción cotidiana y la histórica” (González Casanova, 1989: 5). Surgía también en un momento en que por primera vez el pri sentía que la presidencia de la República estaba en posibilidades de pasar a otro partido político. Fue en el tiempo de los comicios de 1988, del fraude, de la “caída del sistema”, del fortalecimiento del pan como segunda fuerza político electoral, del resurgimiento del cardenismo, del intento de hacer la revolución democrática y de la llegada de Carlos Salinas de Gortari a la presidencia de México. 15 González Casanova impulsaba los seminarios para que los coordinaran los investigadores de los estados. Uno de ellos fue el que dirigió el 3 de febrero de 1992 Jorge Alonso con el título: Cultura política y educación cívica. En él participaron: Jacqueline Peschard, José Antonio Crespo, Marcela Lagarde, Adriana López Monjardín, Raúl Nieto, Pilar Vázquez, Guadalupe Pacheco, Susan Street, Laura Patricia Romero, Ricardo Tirado, Rafael Raygadas, Héctor Tejera, Guillermo de la Peña, René de la Torre, Jorge Alonso, Patricia Fortuny, Luis Morfín, Juan Reyes del Campillo y Juan Manuel Ramírez. 309 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL las elecciones en méxico: 1988, coyunTura y procesos políTicos Aunque el pri mantenía su hegemonía como partido de Estado, control que había conservado desde 1958, la crisis económica ayudó de alguna manera a que el panorama electoral en el México de los ochenta cambiara. Desde 1982 las cosas para el partido en el poder ya no marchaban tan bien como en las décadas pasadas. Sobre todo las que tenían que ver con los procesos electorales que le otorgaban legitimidad. “En efecto, en las elecciones de Chihuahua en 1983 el pri perdió a manos del pan once presidencias municipales, entre las que se encontraron la capital y Ciudad Juárez y que en conjunto representaban la mitad del electorado. Y no sólo eso, el pri también perdió a favor de la oposición panista cinco de once diputaciones locales” (Aguilar Camín, 1993: 281). Por in el descontento se había generalizado entre la población mexicana. Las causas provenían no sólo de la crisis y la falta de alternativas políticas, sino en parte también debido a los acontecimientos posteriores a 1985, cuando la Ciudad de México padeció la devastación de un sismo de 8.1 grados en la escala de Richter. La credibilidad gubernamental estaba por los suelos y rápidamente los candidatos contendientes capitalizaron esta inconformidad social. Por otro lado, haciendo a un lado la intención que tuvo el gobierno mexicano para consolidar la reforma de 1977, lo cierto es que después de ésta se abrió un nuevo panorama en el escenario político del país. Por lo menos en cuanto a variedad de partidos. En 1977 existían pri, pan, pps y Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (parm); en 1979 se agregaron a esta lista el Partido Demócrata Mexicano (pDm), el Partido Socialista de los Trabajadores (psT) y el pcm; para 1982 se sumaron el psum, derivado del pcm y de pequeñas organizaciones comunistas y de izquierda como el Movimiento de Acción Popular (map) y el Movimiento de Acción y Unidad Socialista (maus), el Partido Revolucionario de los Trabajadores (prT) y el Partido Social Demócrata (psD); en 1985 los mismos excepto el psD. Para 1988 estaban pri, pan, pps, parm, Partido del Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional (pfcrn), Partido Mexicano Socialista (pms), pDm y prT. Ante tal escenario, el gobierno optó por detener el ascenso de la oposición destinando los recursos oiciales para sus candidatos y manipulando al electorado a favor suyo. El costo fue demasiado alto: la credibilidad del gobierno y su partido cada vez era menor. Pronto el partido 310 LA DEMOCRACIA EN MÉXICO de Estado sufrió una escisión de la cual surgiría la Corriente Democrática (cD). La encabezaban Cuauhtémoc Cárdenas y Poririo Muñoz Ledo. El desafío era colosal: éstos rompieron la regla de subordinación al presidente y exigieron democracia interna en el pri. Era de esperarse: fueron relegados y expulsados del partido. De aquí la Corriente Democrática formó, junto al pps, parm y psT, el Frente Democrático Nacional (fDn) para contender en las elecciones de julio de 1988. “Tras una serie de negociaciones bastante difíciles, el antiguo Partido Comunista Mexicano, transformado ya en Partido Mexicano Socialista, abandonó su idea inicial de postular un candidato propio y se unió al fDn, que se convirtió en la verdadera opción de centro izquierda frente al pri. El proyecto cardenista se centró en la necesidad de revertir el proceso de empobrecimiento de las mayorías, disminuir la velocidad del desmantelamiento del aparato paraestatal y la apertura de la economía al exterior y dejar de dar prioridad al pago de la deuda sobre las necesidades de reanudar el crecimiento” (Aguilar Camín, 1993: 283). El pri lanzó a Carlos Salinas de Gortari como su candidato para contender en las elecciones. Éste seguía el mismo modelo de Miguel de la Madrid en torno a reducir el papel del Estado en la economía, la llamada apertura económica y modernización industrial, así como la renegociación de la deuda. Manuel J. Clouthier, el candidato del pan, tenía una propuesta muy parecida a la oicial pero difería en el rubro de exigir el sufragio efectivo y la democratización de las elecciones. “Para las elecciones de 1988 hubo otro cambio dentro de la izquierda, cuando básicamente el psum se fusionó con el pmT de Heberto Castillo y junto con otras organizaciones, como el Partido Popular Revolucionario (ppr), el Movimiento Revolucionario del Pueblo (mrp) y la Unión de Izquierda Comunista (uic), fundaron el Partido Socialista Mexicano (psm), que contendió en las elecciones de ese año” (Camacho Alfaro, 1989: 23). Posteriormente Heberto Castillo declinaría su candidatura a favor de la de Cárdenas. Estos comicios fueron muy singulares por el simple hecho de que los candidatos tenían periles variados. Por ejemplo, Carlos Salinas de Gortari era el economista; había tres ingenieros: Manuel Clouthier, Cuauhtémoc Cárdenas y Heberto Castillo; un abogado, Gumersindo Magaña y una luchadora social de la talla de Rosario Ibarra de Piedra. “Es interesante que, en la geometría política, dos candidatos eran de derecha (Clouthier del pan y Gumersindo Magaña del pDm); dos de izquierda 311 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL (Heberto Castillo del pms y Rosario Ibarra de Piedra del prT) y dos del pri (Carlos Salinas de Gortari y Cuauhtémoc Cárdenas) pero uno de derecha y otro de izquierda. En las corrientes de derecha e izquierda había un candidato moderado y uno extremista. Por lo que respecta al pri, se trataba de dos versiones de la Revolución Mexicana: la popular y la modernizadora” (Camacho Alfaro, 1989: 32). También las campañas políticas por vez primera eran diversas y se mostraba un panorama diversiicado de propuestas y alternativas. El contexto político nacional se vio enriquecido con ello, pero fue en su etapa inal cuando las campañas presidenciales adquirieron mayor peso y relevancia. “La pugna que protagonizaron todos los partidos y sus candidatos durante el último mes se intensiicó con la alianza entre el pms y el fDn. A partir de ese acontecimiento, pareció abrirse una nueva fase en el clima político nacional, caracterizada por las movilizaciones masivas a las que convocaron los tres candidatos con mayor peso en la contienda” (Cándano Fierro, 1989: 55). La hegemonía priísta parecía que con la amplia convocatoria de los candidatos opositores se esfumaba; lejos quedaban aquellas escenografías donde el partido del Estado protagonizaba toda la elección. De todos los candidatos el que más peso tenía era Cuauhtémoc Cárdenas. No sólo porque había roto los lazos con el aparato gubernamental priísta al que mucho tiempo perteneció o porque el discurso del partido oicial se había desgastado. También el apoyo a su candidatura estaba lleno de símbolos. Representaba la igura del ex presidente Lázaro Cárdenas para la conciencia del pueblo trabajador. Quizá por ello fue bien recibida su candidatura tanto en la Comarca Lagunera, como en la Ciudad Universitaria de la unam y en los círculos del Movimiento al Socialismo (mas), que veían en la imagen del candidato la posibilidad de terminar con el pri. Pero el candidato del fDn era muy claro en su posición de ser heredero de los ideales de la Revolución Mexicana. Seguía una línea nacionalista y con ello proclamaba recuperar el proyecto constitucional de 1917. Instaba a recuperar la Revolución Mexicana. En ese sentido los discursos a favor de la legalidad, el respeto a la Constitución y al ejército le otorgaban a Cárdenas conianza; no daba ningún motivo de sospecha al electorado. Seguía pensando en un proyecto nacionalista con un Estado fuerte y popular. 312 LA DEMOCRACIA EN MÉXICO Ahora bien, no se puede negar que en 1988 los partidos y la sociedad tuvieron una participación muy activa en el terreno político. Es verdad que las condiciones económicas y políticas de agravio a la sociedad se habían acumulado. Eso fue un factor determinante para suponer que era el momento de echar de Los Pinos al pri. Además, la participación política ciudadana sí marcó diferencia respecto a otros años. Sin embargo, “pese a todo, el 6 de julio no signiicó, como muchos han airmado, la caída del sistema político mexicano o una crisis política que trastocara las bases fundamentales del Estado mexicano. Se trató de una jornada electoral cuyos resultados fueron diferentes a los esperados por el pri y que generó una intensa lucha entre partidos que es necesario analizar. También fue una fecha en la que se hicieron evidentes los problemas del sistema para mantener su legitimidad ante la nueva sociedad que se manifestó en las urnas” (Sánchez Gutiérrez, 1989: 107). Esta aseveración tiene sentido. Si se hace memoria sobre el proceso de las elecciones de aquel año, se verá que en los datos históricos de que hoy disponemos es fácil observar cómo durante la jornada electoral fueron acumulándose evidencias del fraude que Heberto Castillo había predicho. Al percatarse de que la elección presentaba irregularidades, los candidatos de oposición decidieron acudir a la Secretaría de Gobernación para expresar su protesta en un documento. Lo irmaban Cárdenas, Clouthier y Rosario Ibarra de Piedra. Era un “llamado a la legalidad” porque en la jornada de ese día se habían cometido numerosas violaciones a la ley electoral, “como la ausencia deliberada de autoridades electorales, la eliminación selectiva de ciudadanos del padrón electoral, la privación masiva de credenciales a servidores públicos, sindicalistas y concesionarios de mercados, las brigadas de votantes, colonos, empleados civiles y militares, el acarreo de campesinos, la inexistencia o ineicacia de la tinta indeleble, los intentos de votos múltiples por un solo sector electoral, la admisión de votantes en proporción superior a diez por ciento para efecto de anulación, el relleno de ánforas” (González Graf, 1989: 323), entre otras irregularidades. Con esta situación y ante el anuncio anticipado del triunfo del candidato del pri, los irmantes de ese documento expresaban su preocupación de que en verdad el fraude era un hecho. Solicitaron al gobierno de la República restituir la legalidad del proceso, de lo contrario no aceptarían los resultados y comenzaría una lucha política contra el fraude. El escenario era el siguiente: 313 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL Se había montado un sistema computarizado que permitiría tener los primeros resultados de las elecciones en la noche del 6 de julio. El sistema estaba diseñado de la siguiente manera: en cada uno de los 300 comités distritales electorales estaría un representante del Registro Nacional de Electores. Estos representantes esperarían hasta tener los resultados de las casillas del distrito correspondiente y los comunicarían al Registro Nacional de Electores por vía telefónica. Los datos serían enviados al Centro de Cómputo del Consejo Nacional de Población, ubicado en el viejo edifico de Lecumberri, donde se procesarían y se regresarían al Registro Nacional de Electores. Para inalizar el proceso, el Registro mandaría los resultados a la Comisión Federal Electoral. Al mismo tiempo, los partidos podrían tener acceso a un conjunto de ocho terminales de computadora a través de las cuales se comunicaría la información. Este sistema se había caído (Sánchez Gutiérrez, 1989: 111). Los resultados tardaron en llegar. La oposición inmediatamente pensó en el fraude, las autoridades explicaban que era un asunto técnico de los teléfonos o las computadoras. Pocos creyeron esas palabras. Con el anuncio anticipado de que Carlos Salinas de Gortari se perilaba como seguro ganador, las cosas se pusieron más tensas. A los miembros de los partidos de oposición se les prendieron las luces de alarma y buscaron cualquier señal que indicara que las cosas no iban bien. Descubrieron la existencia de un segundo centro de cómputo en los sótanos de la Secretaria de Gobernación. Éste cumplía la función de maquillar los datos con el in de que coincidieran con lo que se presentaba en el discurso del gobierno (Gómez Tagle, 1990: 87). De aquí se podría “inferir que los primeros resultados obtenidos no favorecían el intento de la Secretaría de Gobernación y del pri de hacer una declaración temprana del triunfo de Carlos Salinas de Gortari. Por consiguiente, hubiera sido mucho muy difícil anunciar los resultados tal como venían de las primeras casillas computadas y después convencer a la oposición, a la sociedad y al mundo entero que siempre sí había ganado el pri” (Sánchez Gutiérrez, 1989: 113). Como respuesta al señalamiento de fraude, la Secretaría de Gobernación y el partido del Estado despreciaron el llamado de la oposición y desconocieron los acuerdos de civilidad a los que se habían comprometido, a saber: contar los resultados preliminares el mismo día de la elección y no anunciar triunfos previos a los publicados por la Comisión Federal Electoral. Con la “caída” del sistema, el anuncio de los resultados hasta 314 LA DEMOCRACIA EN MÉXICO el 7 de julio por la mañana y la enorme cantidad de irregularidades documentadas, el fraude electoral de 1988 se había convertido en una realidad.16 Los resultados de la votación para presidente de la República quedaron de la siguiente manera: Carlos Salinas de Gortari 9 641 329 (50.36%), Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano 5 958 910 (31.12%) y Manuel J. Clouthier 3 266 400 (17.06%). El abstencionismo fue más alto que en 1982, el cardenismo adquirió una popularidad insospechada, pero el pan demostró la disciplina de sus militantes y simpatizantes por lo que se mantuvo como segunda fuerza política electoral. El pri perdió votos. De haber obtenido 70.99 por ciento de éstos en 1982, salinas de Gortari sólo obtuvo 50.36 por ciento en esta elección. Parecía que con este resultado al sistema de partido único en México le había llegado su hora. Como quiera que sea, aunque la sospecha de fraude electoral puso en entredicho la legalidad del proceso y la imparcialidad de las instituciones, el fortalecimiento de la sociedad civil fue bastante visible. Además, los contrapesos en el poder político comenzaron a sentirse; parecía que una alternancia política por la vía pacíica era posible en México. Pablo González Casanova realizó un análisis de la cuestión más allá del proceso electoral. Primero identiicó la nueva ideología neoliberal impresa en el Estado mexicano que había sido hasta antes de los ochenta nacionalista, populista y corporativa. Identiicó las combinaciones de lo nuevo y lo viejo de ese Estado. Observó que había nuevas mediaciones políticas ante el surgimiento de la ciudadanía y la exigencia del respeto al voto. Con las jornadas electorales de 1982 a 1988 pensó que la reforma electoral de 1977 con el paso del tiempo había sido opacada por la reconsideración del priísmo y las clases dominantes de impedir que el cardenismo y el prD aumentaran su fuerza y se convirtieran en una amenaza al sistema del partido del Estado. También señaló un elemento nuclear en este asunto: que el sistema se aliara con el pan con la coartada de “luchar por sufragio efectivo”, pero dejando de lado la justicia social (González Casanova, 1995b: 590). A los ojos de González Casanova, México estaba cambiando. Al inal de la era reaganiana y el gobierno de Miguel de la Madrid, las estructuras 16 Para un análisis más detenido véase el trabajo que se publicó el 30 de noviembre de 1988 intitulado Radiografía del fraude, análisis de los datos oiciales del 6 de julio (Barberán, 1988). 315 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL del país se modiicaban. En realidad lo nuevo era la transnacionalización y la reconversión del Estado en uno mínimo. Esto no sólo implicaba formas de control macroeconómico que tendían a debilitar el carácter corporativo del Estado, sino “nuevas formas de mediación política que tienden a privilegiar los sistemas de mediación electoral frente a los gremiales y sindicales asociados a los aparatos del Estado y beneiciarios de los mismos” (González Casanova, 1988b: 33). En este proceso electoral de 1988, lo bondadoso de la reforma de 1977, argüía González Casanova, había sido opacado por el intento de construir una alianza entre el pri y el pan para imponer un sistema político de sólo dos “partidos de Estado”. En ese momento, la lucha del pan por la defensa del voto transitaba hacia la idea de un bipartidismo como el de Estados Unidos. En realidad el sociólogo mexicano veía el cardenismo como esa fuerza política capaz de terminar con el pri y sus intentos de girar hacia la derecha con las políticas neoliberales, pero también frente al pan, que no representaba en 1988 el descontento de las masas explotadas y empobrecidas del país. Como lo hemos registrado aquí, el autor de La democracia en México consideraba que desde 1968 se había gestado una lucha por la democracia y contra el sistema político, el cual respondió con represión. No fue sino hasta el régimen de Luis Echeverría cuando se contuvo la política represiva y se inició un proceso de solución política y social de los problemas planteados (González Casanova, 1995b: 591). Echeverría impulsó mayor gasto en educación y desarrollo de las universidades, extendió el derecho al voto a los jóvenes de 18 años, se solidarizó con la autodeterminación de los pueblos de América Latina. Después López Portillo reformó la ley para legalizar al Partido Comunista. La concesión, negociación y represión continuó con Miguel de la Madrid, aunque con un viraje ya neoliberal, pero el sistema convino en no ir más allá de las concesiones del derecho al voto y alentar el abstencionismo. Hizo alianzas con el pan y sus empresarios. Cuauhtémoc Cárdenas renunció al pri y gestó su lucha aparte: formó un frente para luchar por el poder del Estado distinta a la del pan, nacionalista y popular. Nacieron así los políticos populistas y los monetaristas. Ante la situación del fraude de 1988, González Casanova invitó a pensar la democracia. Sobre todo ante las diversas ideas sobre la democracia que lotaban en el ambiente político. Se preguntaba: ¿Cómo ar316 LA DEMOCRACIA EN MÉXICO ticular los conceptos progresistas de la democracia con la cultura democrática de las organizaciones del pueblo? (González Casanova, 1989: 11). Insistió en que había que distinguir los proyectos de las clases dominantes de los del pueblo trabajador. No desconocía que el pueblo y sus organizaciones eran débiles aún y faltaba autonomía a las organizaciones de masas. Era bastante claro a la hora de airmar que no bastaba la crítica al presidencialismo, sino que había que precisar la alternativa popular de democracia (González Casanova, 1989: 14-15). Desde esta óptica se vislumbraba la tarea de distinguir entre una democracia del pueblo trabajador, de quienes querían una democracia transnacionalizadora. Pablo González Casanova cuestionaba que las críticas a la corrupción, al presidencialismo, al fraude electoral y que alababan la democracia, fueran sólo a un nivel abstracto (González Casanova, 1989: 16). Comenzaba a identiicar a los tecnócratas neoliberales, cuya retórica si bien era distinta a la política de los “políticos”, conservaba los mitos nacionales populares de soberanía, nacionalismo, justicia social, mientras acusaba a los populistas de retrógradas antimodernistas. Su política era monetarista, de libre mercado, de privatización. Su democracia era limitada: discursos constitucionalistas para legitimarse, pluralismo simulado, política como espectáculo pero sin alterar en nada las decisiones de poder. Respondían a las exigencias de Washington. Según González Casanova las políticas monetaristas se esgrimían con un lenguaje dogmático de variables e indicadores que poco tenían que ver con la realidad. Simulando programas sociales observaba que el gobierno de Miguel de la Madrid afectaba cada vez más a los trabajadores y campesinos y, en general, a la población más vulnerable. Pero para las políticas neoliberales represivas en México, no se había copiado el modelo de los países sudamericanos debido a que los tecnócratas mexicanos heredaron un tipo de Estado sustentado en una coalición de origen popular, de tal manera que podría decirse que había una estabilidad y un control político. Aumentaban las violaciones a los derechos humanos, pero de manera distinta a los terrorismos de Estado latinoamericanos (González Casanova, 1989: 22). Las circunstancias anteriores nos obligan a pensar la lucha por la democracia en México en dos planos: uno, como lucha irrenunciable por los derechos humanos, y dos, como lucha contra un régimen autoritario que combina la 317 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL represión con la persuasión, la negociación y la representación, en combinaciones que dan un sentido concreto al quehacer democrático y popular inmediato y radical, en que la lucha ideológica no es contra el miedo o la intimidación como formas generales de gobierno, sino mucho más compleja, al subsistir y rehacerse las formas de negociación social y de representación electoral con sus propias contradicciones y símbolos (González Casanova, 1989: 23-24). En el primer plano González Casanova reconocía en Rosario Ibarra de Piedra la lucha profunda por los derechos humanos. Ella le daba un plus a este aspecto de la lucha social al plantear éstos como un problema de salud, educación, trabajo, pan, vivienda y, por supuesto, respeto a la Constitución en las garantías de los ciudadanos. Ante los escenarios de aquellos momentos nuestro sociólogo consideraba que “lo más probable es que no sólo desaparezca la cultura predominante de la negociación priísta, sino que surja al lado de una nueva cultura de la negociación con capacidad de acumular fuerzas y con autonomía no negociable, una cultura de la fuerza defensiva de las organizaciones populares” (González Casanova, 1989: 25). Quería ver surgir una lucha contra la cultura priísta, contra sus aspectos paternalistas y clientelistas. Relexionaba que la lógica de la izquierda debería ir hacia la construcción de un movimiento hegemónico de las “clases subalternas”. Por otro lado, la lucha para defender el voto le parecía indispensable para el proyecto democrático. Pensaba en ese momento que la lucha electoral era un camino que la izquierda debía valorar. Ante este panorama la situación de la izquierda —de los partidos que buscaban un pueblo con democracia y socialismo— no parecía tomar a corto plazo el relevo del liderato nacional. Era cierto que con el cardenismo se estaba generando un movimiento de masas, pero la izquierda se mostraba aún incapaz de una política hegemónica ideológica y pragmática alternativa ante el pri y el pan (González Casanova, 1989: 34). El camino de la negociación política entre partidos, gobierno y sociedad también era una posibilidad para responder a la herida de las elecciones de 1988. Pero González Casanova tenía sus reservas: Si bien yo creo que los caminos para una nueva negociación político-social son posibles y necesarios, advierto varios obstáculos para que esa negociación se realice: primero, el obstáculo de la “legitimidad” del proceso electoral; segundo, el obstáculo de los “acelerados y resentidos”, o de los que a propósito buscan 318 LA DEMOCRACIA EN MÉXICO la ruptura del orden constitucional; tercero, el obstáculo de los políticos priístas acostumbrados a ganar siempre y decididos a “arrebatar cuando pierden”; cuarto, el obstáculo de los 300 de Legorreta [empresarios políticos nacionales y extranjeros acostumbrados a saquear la nación, a explotar y a empobrecer a los habitantes de los pueblos]; quinto, el obstáculo estructural de un capitalismo dependiente, transnacionalizado, tributario; sexto, el obstáculo de un pueblo empobrecido y de una clase obrera ninguneada y que antes era atendida por el gobierno (al menos en la parte corporativa mejor organizada), ambos inquietos, molestos, y con conciencia emergente de su fuerza de masas, que la ven, que la palpan, que la quieren usar; séptimo, el obstáculo de un presidente neoliberal que no apoye el discurso de Chalco de Salinas, ni el cambio de política económica que el pueblo exige, y el de un Salinas que deje ese discurso en retórica electoral al no comprender que para que se cumpla es necesaria una democracia transparente (González Casanova, 1988c: 6). Quizá una verdadera negociación sobre este asunto vendría de la contabilización de los votos. Cárdenas la proponía, quería que le demostraran con actas en mano su derrota. Esto no sucedería. Por estas razones, para González Casanova lo que seguía después de los procesos políticos electorales de 1988 era la ampliación de la democracia hacía la sociedad civil, los sectores populares y las regiones y localidades del país. En la tarea que se planteaba como cientíico social e impulsor de la democracia, pensaba que era necesario comenzar a estudiar no tanto a los partidos como a las organizaciones del pueblo. Así, su agenda de estudio e investigación se movía de los partidos y el Estado hacia la emergencia popular. la Democracia emerGenTe: los suJeTos sociales y su acción en la hisToria No sería exagerado decir que al menos desde 1984 hasta 1988 dio mucho de qué hablar el tema de la democracia en México. Era sin lugar a dudas una prioridad política la democratización de los partidos y las organizaciones. Bastantes discusiones iban y venían sobre el tópico. Fuera desde una posición de izquierda o de derecha, de sindicatos o de empresas, del gobierno o de la oposición, el llamado “reclamo democrático” se hacía presente en ese periodo. Pero también comenzaba a relucir la idea de la democracia como gobierno del pueblo. Esto se escuchaba no sólo a nivel nacional, en las 319 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL regiones y localidades; se demandaba también en los ejidos, las colonias, ciudades, municipios y barrios. Estas demandas de organizaciones, colonos, mujeres, indígenas, tenían que ver sí con el tema de la democracia, pero no sólo en lo que respecta a su dimensión electoral. Pronto estudiosos e investigadores comenzaron a observar que la sociedad planteaba reclamos que tenían que ver con la situación de las familias, el salario, la violación a los derechos humanos, la situación de la mujer, la educación y la salud, o los servicios públicos. La idea de democracia iba más allá del plano electoral. La democratización del país estaba planteándose muy por encima del discurso oicial. Se trataba de que el pueblo, las organizaciones de base, participaran en la toma de decisiones políticas que redundaran en el bienestar de sus vidas. Después de 1988, en México se hacía presente un movimiento social y político mucho más amplio que el de los partidos que pugnaban por la democratización del país. En lo que respecta a estos últimos, era una realidad que el pri se había fracturado internamente, por lo que su hegemonía, con el paso de los años, poco a poco se fue diluyendo hasta los acontecimientos por todos conocidos de la elección del año 2000, en que pierde la presidencia de la República. El pan logró consolidarse como un partido fuerte de oposición y el fDn avanzó hacia la conformación de lo que hoy se conoce como el Partido de la Revolución Democrática (prD). Pablo González Casanova decidió entender lo que la gente decía más allá de lo que se escuchaba en el centro del país y los partidos políticos nacionales. Para eso involucró a mucha gente en el proyecto de la colección Biblioteca de las Entidades Federativas, que abarcaba todos los estados del país. Esta colección fue fruto de seminarios nacionales y regionales en los que se analizaban cuatro dimensiones de las entidades federativas, a saber: la sociedad, la economía, la política y la cultura. La idea general que animaba este proyecto era explicar y comprender las características de los procesos locales-regionales que desde las visiones del centro del país eran invisibles; es decir, los grandes problemas y procesos de la nación se diversiicaban en cada estado. Guadalupe Valencia se hizo cargo de la edición de la Biblioteca en esa época en que ceiich era muy pequeño. Jorge Cadena era el secretario académico. Valencia analizaba los textos, los leía, lo evaluaba, los comentaba, los criticaba y tenía contacto con todos los autores. A veces era un autor, algunas otras, un equipo (Valencia, 2009). 320 LA DEMOCRACIA EN MÉXICO Para González Casanova, este proyecto “era su hijito consentido”; su idea era conocer a fondo el país evitando las generalizaciones. Quería ver la especiicidad en cada estado. Teníamos reuniones anuales o bianuales, preparábamos una guía sobre un tema de crisis y otro de elecciones. Don Pablo tenía un gran poder de convocatoria. Ese proyecto yo creo que se vino abajo después de que dejó de ser director. Porque la gente venía de todos lados de la República; eran seminarios muy nutridos. En esos seminarios se exponía sobre un tema en cada entidad. Él estaba en todas las discusiones y exposiciones de principio a in. De cada entidad se hacía una monografía. Recuerdo que yo hice la de Guanajuato (Valencia, 2009). Como ya lo hemos dicho aquí, González Casanova tenía otros proyectos además de éste. Pero en función del contexto en el que estaba enmarcada la situación del país, ponía énfasis en el estudio de lo local, guiado por la idea de que el poder del pueblo estaba emergiendo en el ámbito local y eso no se estudiaba suicientemente. Además, el proceso de investigación tenía sus diicultades. De hecho la monografía de Guanajuato la tuvo que hacer Guadalupe Valencia porque no había gente o equipo que la hiciera. La consigna era que donde no había quién trabajara la región o la entidad federativa, se buscara a la persona indicada; si no se encontraba, algunas veces tenía que hacerlo el equipo coordinador. Por ejemplo, la investigación sobre Aguascalientes la hizo Eugenio Herrera; el primer libro que salió fue el de Michoacán y lo hizo Jorge Zepeda. En Baja California Sur estaba a cargo Alfonso Guillén Vicente. El proceso de trabajo consistía en organizar seminarios estatales. Eran seminarios pequeños, locales, que generaron una dinámica en provincia muy rica. Fue un proyecto que causó mucha inquietud. También era un relejo de las grandes distancias de recursos, academia, facultades y estudios entre las universidades. Por ejemplo había lugares donde no había investigación de este tipo. Quizá por eso los libros son desiguales, muestran los diversos niveles de discusión que había en los estados. El de Chihuahua es magníico, hecho por Víctor Orozco, un investigador muy experimentado. Las monografías de las entidades federativas iban en el sentido de reconstruir las relaciones sociales, políticas y de poder de cada entidad; pero cada quien podía ponerle un énfasis: en el caso de Chihuahua el eje articulador era la maquila; en el de Guerrero el eje articulador era la violencia, éste lo elaboró Alba Teresa Estada (Valencia, 2009). 321 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL Jorge Cadena Roa conoce muy bien el hecho porque participó activamente una vez que se hizo cargo de la coordinación de los proyectos sobre Las entidades federativas. Jorge Cadena airma que éste tuvo un impulso notable con la creación del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Humanidades (ciih) en 1986 hoy ceiich. En entrevista Cadena Roa narra algunos detalles del caso: Yo estaba concentrado en la coordinación de los equipos de México porque hubo un momento en que tuvimos 32 equipos, uno en cada entidad federativa. Y sí realmente implicaba mucho trabajo porque era identiicar quién podría ser, ir allá, animarlos, tener reuniones de trabajo, seminarios donde se presentaban primeras versiones de los trabajos. Entonces sí fueron años, como de 1983 a 1986. Fue estar viajando por el país prácticamente todos los ines de semana (Cadena, 2009). Uno de los objetivos del trabajo era promover la investigación regional hecha por gente de los propios estados. “La idea era clara. Que no se hiciera con la gente del Distrito Federal o la unam que hablara de Tabasco o Colima, sino la gente que estaba en los estados adscrita a universidades públicas. En la mayoría fue posible, en otras no se pudo” (Cadena, 2009). En muchos casos viajábamos juntos. Cuando a don Pablo se le complicaba la agenda me iba yo. Este modelo no se había hecho en México. Era una experiencia interesante. Eso no se hacía en México. No era tampoco un machote que se llenara de información. Era más bien una iniciativa que deliberadamente tenía apertura como para plantear los problemas y las preguntas de investigación y los temas eje de los hilos conductores, pero para que los equipos de cada lugar dieran su propia elaboración y su interpretación (Cadena, 2009). En efecto, una preocupación central de Pablo González Casanova era la cuestión de los grandes problemas nacionales. Pero aunque esos eran los ejes reiterados, porque para ese momento lo que se tenía eran estudios nacionales desde una perspectiva macro acerca de la economía, el sistema político mexicano, el Estado, la cultura mexicana, entonces, cuenta el investigador: en este proyecto sobre las entidades federativas estuvimos buscando ver de qué manera se expresaban los problemas económicos en Jalisco, Colima o Michoacán; esto es, qué tanto estaban cerca de los indicadores nacionales o por 322 LA DEMOCRACIA EN MÉXICO abajo o por encima. Lo mismo en materia de cultura, qué tipo de cultura; también los movimientos sociales y las elecciones. Entonces sí tuvimos la oportunidad de dar cuenta de la diversidad que se expresaba en los estados. Lo que encontrábamos era que había condiciones contextuales del entorno, jurídicas, políticas y culturas que daban cuenta de subsistemas articulados al sistema nacional y que constituían formas de regular las relaciones sociales y políticas dentro de cada estado. Si había una unidad, tendríamos que ir a averiguarlo. Encontramos que en los estados se veía el país de manera diferente de como se percibía desde el centro. Y también que no signiica lo mismo decir las cosas acerca de Zacatecas o Morelos desde la Ciudad de México que hacerlo estando inserto en Zacatecas o Morelos y encontrarte de vez en cuando a algunos de los representantes de los partidos políticos o a alguien de algún grupo de poder que pudiera sentirse inconforme o mal representado. Pero también, al mismo tiempo, los seminarios tenían mucha atención por estar insertos en un proyecto nacional y también porque la igura de don Pablo le daba una cobertura de legitimidad académica. En estos seminarios, en muchas ocasiones, había no sólo representantes del sector académico, también del gobierno, de los presidentes municipales, empresarios, líderes sindicales y de movimientos sociales. Era tan incluyente como pudiera ser o como diera la capacidad del coordinador del proyecto en cada estado (Cadena, 2009). Se construyeron redes gracias a estos seminarios. Después los investigadores se vincularon e hicieron trabajos en conjunto sobre movimientos sociales e instituciones de sus estados. Los temas eran: la democracia, el análisis de la situación actual, las alternativas, las perspectivas, la dinámica que traían las cosas por sí mismas. Eran los actores y las condiciones sociales. Sobre los límites de los que habla Guadalupe Valencia, abunda Cadena Roa: En algunos casos una de las diicultades que encontramos en la integración de los equipos de los estados es que no había mucha gente que conociera el estado. Eran buenísimos en Gramsci y se lo sabían al derecho y al revés. Pero cuáles son los grupos de poder en ese estado, no. Entonces había en muchos lugares de la academia mexicana una orientación hacia lo teórico desvinculado del análisis empírico. Lo que nosotros tratábamos de hacer en estos proyectos era cruzarlo, ponerlo en un diálogo, ponerlo en tensión y en muchas ocasiones eso se hacía como generando conceptos que no tuvieran, digamos, una identiicación con un autor especíico, porque si se planteaban las luchas por la hegemonía era muy probable que se leyeran a Gramsci, pero como de “democracia emergente” nadie había hablado podían hacerlo con más frescura (Cadena, 2009). 323 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL A González Casanova le interesaba no tanto aplicar una teoría o poner a prueba una teoría, sino lo que buscaba era en muchos casos saber el cómo en las cuestiones sobre movimientos sociales, ¿qué es lo que estaba haciendo la gente? ¿Cómo se organizaba? Cadena Roa narra que algunas veces en los seminarios sólo se formulaba de manera general el proyecto con la intención de evitar contaminar con categorías y conceptos ya hechos lo investigado. Sí había un marco teórico, pero deliberativamente vago, en todo caso era sólo para ir a investigar. “Me parece que esa fue una virtud, que se animaban mucho investigaciones empíricas incluso de corte descriptivo, para no ir con los lentes de ir a buscar nada más lo que dijo Gramsci, sino ver organizaciones o grupos sociales” (Cadena, 2009). Los seminarios se incorporaron al ciih y se publicó una colección de libros de la serie de Biblioteca de las Entidades Federativas. Posteriormente salió como libro La República Mexicana, modernización y democra­ cia de Aguascalientes a Zacatecas (1994). Se publicó en 1994, pero comenzó a trabajarse desde 1990. Los coordinadores17 estatales de los grupos de investigación de las 32 entidades federativas hicieron un esfuerzo colectivo por presentar en tres volúmenes el análisis de la situación de México en aquel momento, desde los desafíos especíicos que enfrentaban los procesos de democratización, modernización y reforma del Estado en cada entidad federativa (González Casanova, 1994: 8). En realidad el procedimiento para este texto fue el siguiente: En noviembre de 1990, con el apoyo del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), se llevó a cabo en el ceiich un Seminario Nacional sobre la Reforma del Estado, la Modernización y la Democracia en las Entidades Federativas. El objetivo principal de ese seminario fue describir y analizar, en cada entidad federativa, los efectos que en lo social, económico, político y 17 Por Michoacán fue Jorge Zepeda Patterson; Colima, Fernando Alfonso Rivas Mira; Estado de México, Édgar Samuel Morales Sales; Aguascalientes, Eugenio Herrera Nuño; Veracruz, Héctor Amezcua Cardiel; Quintana Roo, Alfredo César Dachary y Stella Maris Arnáiz Burne; Baja California Sur, Alfonso Guillén Vicente; Nayarit, Lourdes C. Pacheco Ladrón de Guevara; Zacatecas, Raúl Delgado Wise, Víctor M. Figueroa Sepúlveda y Margarita Hoffner Long; Sonora, Miguel Ángel Vázquez Ruiz; Hidalgo, Irma Eugenia Gutiérrez; Chihuahua, Víctor Orozco Orozco; Tlaxcala, Mario Ramírez Rancaño; Guerrero, Alba Teresa Estrada Castañón; Tabasco, Leonardo Curzio Gutiérrez; Yucatán, Enrique Montalvo Ortega e Iván Vallado Fajardo; Morelos, Sergio Sarmiento Silva; Guanajuato, Guadalupe Valencia García; y Jalisco, Jaime Tamayo y Alejandra Vizcarra. 324 LA DEMOCRACIA EN MÉXICO cultural tienen la reforma del Estado y la modernización impulsadas por el gobierno federal en los últimos años, así como la relación que guardan una y otra con las luchas por la democracia. Dada la alta calidad de las ponencias presentadas y la visión enriquecida que se obtiene al pensar la República desde cada una de las entidades federativas que la componen, los participantes en el seminario acordaron publicar una obra que tendría como título La Re­ pública Mexicana de Aguascalientes a Zacatecas: modernización, reforma del Es­ tado y democracia en las entidades federativas. Con el objeto de actualizar los trabajos y someterlos de nuevo a discusión colectiva, dos años después, en noviembre de 1992, organizamos un segundo seminario nacional titulado De Aguascalientes a Zacatecas. La República Mexicana: Modernización y Democracia, en el que participaron los 32 coordinadores estatales (González Casanova, 1994: 8). De este último seminario se publicaron ya los trabajos en el libro que al inal se tituló La República Mexicana, modernización y democracia de Aguas­ calientes a Zacatecas (1994). En cuanto a la colección Biblioteca de las Entidades Federativas, se suspendió cuando Jorge Cadena se fue a estudiar su doctorado a Wisconsin en 1993. Más adelante se invitó a Daniel Cazés Menache para que coordinara estos trabajos, por recomendación de Carlos Payán. Cazés aseguró que iba a publicar todos los libros que faltaban. Jorge Cadena sacó quince. Después disminuyeron, algunos quedaron pendientes. Después de que salió González Casanova del ceiich en 2000, sólo salieron siete libros (Cadena 2009). Todos estos seminarios se desprendieron de la dialéctica imaginativa de Pablo González Casanova, de pensar la democracia y el poder no sólo desde la óptica de los partidos sino de lo que estaba emergiendo en el pueblo trabajador. La democracia emergente en las entidades federativas la realizaban los sujetos concretos que querían hacer sus historias más allá de los esquemas monótonos de los partidos políticos. Las innovaciones del pueblo fueron variadas; en ellas se perilaba la voluntad de tomar el poder para participar en la toma de decisiones. Sin duda la reforma política de 1977 fue una motivación para que el pueblo, a través de sus organizaciones, buscara el poder. Los casos como los que sucedieron en Juchitán, Oaxaca, y en San Luis Potosí, fueron un buen ejemplo de esto. En el primero la Coalición Obrero Campesina Estudiantil del Istmo de Tehuantepec (cocei) se unió al psum y ganó el municipio mencionado en 1983. En el segundo ejemplo, 325 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL la alianza entre el Frente Cívico Potosino, el pan y el pDm en el mismo año ganó el municipio de la capital potosina. Este esquema ayudó a fortalecer la resistencia en zonas donde no se respetaba el voto. Con el tiempo municipios, cabildos y hasta legislaturas locales y nacionales estaban en manos de la oposición. Los participantes de todos estos seminarios comenzaron a registrar que los movimientos populares estuvieron muy activos durante el gobierno de Miguel de la Madrid. Era muy común observar que rechazaran las medidas económicas de ese gobierno mediante acciones políticas de presión. Algunas de estas organizaciones eran la Coordinadora Nacional Plan de Ayala (cnpa), la Coordinadora Nacional del Movimiento Urbano Popular (Conamup), la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (cnTe), el Frente Nacional Contra la Represión, el Consejo Nacional en Defensa de la Economía Popular (cnDep), el Frente Nacional en Defensa del Salario, Contra la Austeridad y la Carestía (fnDscac) (Cadena, 2004: 178). Y para agregarle peldaños a la crisis de los ochenta, la devastación causada por los sismos de 1985 que afectó las viviendas y servicios de varias colonias en las que vivían cientos de militantes, sindicalistas y personas organizadas, constituyó otro aliciente para protestar contra las políticas gubernamentales. Pronto se estructuraron redes de apoyo tanto de rescate y socorro a los damniicados, como de negociación con las autoridades. La Coordinadora Única de Damniicados (cuD), surgida el 24 de octubre de 1985 y que aglutinaba a la Unión Popular Nueva Tenochtitlán, la Coordinadora de Residentes de Tlatelolco, la Coordinadora de Cuartos de Azotea de Tlatelolco y la Unión de Cuartos de Azotea e Inquilinos Independientes, el Frente del Pueblo Doctores, el Movimiento Vecino Insurgentes Organizados, la Unión de Vecinos y Damniicados 19 de Septiembre, la Unión de Vecinos e Inquilinos de Peralvillo y la Unión Popular Centro Morelos, marcó un precedente en la forma de hacer política de esa década. Después de que la contingencia del sismo había amainado, un sector de la cuD no se desmovilizó y de ella surgió en 1987 la Asamblea de Barrios; Francisco Alvarado y Marco Rascón fueron parte de la dirigencia. Las organizaciones que se fortalecieron sobre todo en torno a la exigencia de vivienda fueron Amanecer Arenal, bajo el liderato de Ruth Zavaleta, y el Frente Popular Francisco Villa, que surgió en 1988, pero tomó su nombre el año siguiente y en 326 LA DEMOCRACIA EN MÉXICO 1990 se constituyó como asociación civil, en la que participan transportistas y vendedores, cooperativas y sociedades de solidaridad. La Unión Popular Revolucionaria Emiliano Zapata (uprez) se formó en febrero de 1987 con organizaciones y vecinos de Iztapalapa. Se vinculó más tarde con el pms y el prD (Serna, 1997). Ya en la década de 1990, en lo que respecta a los seminarios impulsados por Pablo González Casanova, se realizaron diversos estudios para la Colección La Democracia en México dirigida por el mismo González Casanova y Daniel Cazés en el ceiich. De estos trabajos hay dos que son dignos de atención porque se relacionan con lo que arriba se dice sobre la democracia emergente y los movimientos sociales como sujetos que hacen la historia. El primero de ellos, Movimientos sociales e identidades colectivas (1997a), coordinado por Sergio Zermeño, intenta dar cuenta de cómo distintos grupos de la sociedad mexicana desarrollan identidades colectivas, así como estrategias y formas de organizarse para hacerle frente a los embates de la crisis económica y del sistema político del país. Se da razón del fortalecimiento de los actores sociales a escala nacional y local como el “navismo” en San Luis Potosí, el Comité de Defensa Popular en Durango, los movimientos campesinos e indígenas en Chiapas y Veracruz, la Asamblea de Barrios en la Ciudad de México, hasta las distintas acciones sindicalistas en el país. El otro es el que coordinaron Jaime Castillo y Elsa Patiño, Cultura política de las organizaciones y movimientos sociales (1997). En este trabajo se buscaba detectar los elementos que la población organizada apuntaba para la construcción de una vida democrática frente a los políticos tradicionales. Se trató de sacar a la luz las prácticas especíicas en torno a la toma de decisiones, coordinación política, convivencia, manifestaciones culturales de grupos indígenas, de jóvenes, de mujeres, movimientos urbanos y religiosos. Había bastantes variaciones en torno a las reivindicaciones de los movimientos sociales frente al poder gubernamental. Temas como educación, salud, trabajo, derechos reproductivos, derechos humanos, respeto al voto, se conjugaban de una manera especial. Eso daba la impresión de que la idea de ciudadanía impulsada desde la cúpula del poder era bastante limitada. La ciudadanía exigida desde la población organizada traspasaba los marcos de la democracia electoral. En todos estos seminarios era común que las discusiones giraran alrededor de temáticas como democracia, elecciones, crisis económica, social 327 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL y política. Jorge Alonso, antropólogo a quien González Casanova involucró activamente en este tipo de trabajos en los años ochenta, vivió la experiencia de investigación que antes se ha mencionado. En entrevista, Alonso cuenta que conoció a González Casanova por sus obras, por la fama que tenía como rector de la unam. Recuerda Jorge Alonso que cuando hizo su trabajo “El pueblo ante las elecciones” a partir de la noción “el poder del pueblo”, idea de González Casanova, éste lo comenzó a invitar a trabajar en sus proyectos. En 1982 se realizaron seminarios sobre las elecciones y en 1983 este último le pidió a Jorge Alonso que organizara un seminario sobre los movimientos sociales de campesinos, obreros, populares y de mujeres (Alonso, 2009). González Casanova ya se había preocupado por los partidos políticos, por las elecciones, ahora quería saber sobre la democracia pero desde los movimientos sociales. En este tenor a Jorge Alonso le solicitó el trabajo titulado “Los movimientos sociales en el Valle de México”. Como se ha insistido aquí, González Casanova ya tenía una dinámica para hacer seminarios: invitaba a investigadores de variadas instituciones y los ponía a dialogar con los actores sociales: líderes de partidos, de movimientos sociales, etcétera. Era algo innovador (Alonso, 2009). Por el año 1984 Pablo González Casanova le sugiere a Jorge Alonso que realice un seminario sobre democracia emergente y partidos políticos. Así fue. Jorge Alonso hizo un seminario en la unam sobre los partidos políticos e invitó a representantes de los partidos, de organizaciones, militantes y estudiosos de los partidos. “Se trató de la democracia interna de los partidos. Los partidos pedían democracia hacia fuera y no internamente. González Casanova iba a esos seminarios. Este [seminario] era parte de seminarios más grandes” (Alonso, 2009); pertenecía al estudio que estaba realizando el ex rector de la unam por ese tiempo sobre “Estado y sociedad en América Latina”. Era parte de la serie de investigaciones auspiciada por la unu. El nombre exacto del seminario al que se reiere Jorge Alonso es “Democracia emergente y partidos y organizaciones políticas”. Era un proyecto político y académico. Su objetivo era “incursionar en los fenómenos de democracia emergente en organismos políticos, en instancias sindicales, entre las minorías étnicas y en determinados acontecimientos surgidos en diversos poblados de la República Mexicana. Inducía a hacer este tipo de análisis el hecho de que aparecían manifestaciones 328 LA DEMOCRACIA EN MÉXICO que exigían un reconocimiento; ya que éstas pervivían en rincones importantes de la sociedad política y civil e iban encontrando cauces nuevos y renovados que era preciso descubrir y entender” (Alonso, 1990: 6). El seminario comenzó con un guión para presentar las ponencias. Pablo González Casanova elaboró una serie de preguntas que sirvieron de guía a los comentaristas y ponentes. Algunas de éstas cuestionaban lo siguiente: ¿Cómo se preparan las asambleas? ¿Cómo se llevan a cabo? ¿Quiénes y cómo participan? ¿Cómo se realizan de hecho los procesos de discusión de los problemas internos y externos? ¿Cuál es la mecánica de selección de candidatos y postulación? Estas y otras preguntas de alguna manera obligaron a los partidos y organizaciones a abrirse a la discusión. Era novedad que se solicitara a los partidos que mostraran cómo vivían internamente la democracia y, por lo tanto, había reticencias. Pero la dinámica del seminario permitió que luyera conforme se adentraban en la discusión. Para hablar de los partidos se invitó a dos personas: un académico estudioso de cada partido y un militante del mismo (Alonso, 1990: 8). El seminario buscaba indicios de aquello que se intuía estaba naciendo, brotando o surgiendo en la base política de la sociedad. “De ahí su título de democracia emergente. Democracia que nace, generación de nuevas formas democráticas en el contexto de contribuir a una cultura democrática que permitiera el diálogo y la polémica lejos de la intolerancia [esa] fue la inalidad de este esfuerzo de acercamiento a un aspecto de nuestra realidad” (Alonso, 1990: 10). Posteriormente González Casanova invitó a Jorge Alonso a que estudiara la crisis en México como antropólogo, que viera la situación de las clases depauperadas, la situación de los pobres de las ciudades. En el libro México ante la crisis el antropólogo del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores de Antropología Social (ciesas) hizo un modelo de cómo se llegaban a tener las candidaturas y poder acceder a los puestos de elección. Después de esto Jorge Alonso se tuvo que instalar en la ciudad de Guadalajara, pero siguió en contacto con González Casanova; ya en esta ciudad se hicieron varios seminarios sobre los tópicos que había inspirado este último y por supuesto fue invitado. Un trabajo digno de mención fue el realizado por Jaime Tamayo, Alberto Aziz y Jorge Alonso sobre “El Estado mexicano”; de ahí salió el libro El nuevo Estado mexicano (1992) en cuatro tomos (Alonso, 2009). 329 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL Tiempo después González Casanova vuelve a invitar a Jorge Alonso para estudiar la cultura política. Fue la misma dinámica: un seminario y posteriormente la publicación de un libro llamado Cultura política y edu­ cación cívica (1994). En él la idea era reconocer la necesidad de una nueva cultura política que se gestaba en los ámbitos más diversos de la sociedad mexicana. El contacto de Pablo González Casanova con investigadores de las regiones siguió, pues ya para entonces tenía una visión de la ciencia no metropolitana. Así, les pidió a Jorge Alonso y a Jaime Tamayo que vieran los cambios que sucedían en las elecciones locales. Con esta iniciativa y la calidad académica de éstos, se hicieron seminarios sobre elecciones, democracia emergente y varias publicaciones. Jorge Alonso coordinó, al lado de Sergio Sánchez Díaz, Democracia emergente y partidos políticos (1990), con Jaime Tamayo, El nuevo Estado mexicano (1992) en cuatro tomos y Elecciones con alternativas: algunas experiencias en la República Mexicana (1994a); junto a Juan Manuel Ramírez Sáiz, La democracia de los de abajo en México (1997); por su parte, Jaime Tamayo realizó el estudio sobre Jalisco: sociedad, economía, política y cultura (2000). En este escenario, todos estos académicos de pronto estaban absortos porque los grupos políticamente más organizados, como los partidos políticos, los empresarios y las centrales obreras, no eran los que estaban proponiendo un cambio en México en lo que a democracia se refería. Eran organismos de la “sociedad civil” que defendían los derechos humanos, las tierras, la cultura juvenil, la autonomía indígena, el voto en las elecciones. Era otro tipo de democracia la que emergía. En ese tiempo a González Casanova le dio por llamarla: la democracia de los de abajo. la Democracia De los De abaJo en méxico Fue a Juan Manuel Ramírez y a Jorge Alonso a quienes Pablo González Casanova les pidió que hicieran una investigación muy grande, nacional y local sobre democracia de los de abajo. Él ya había pensado el tema después de la noción de “poder al pueblo”. Parece que lo pensó en sus experiencias con Cuba y Centroamérica, y se fortaleció en su encuentro con el neozapatismo. Es verdad que hoy es común encontrarse expresiones parecidas, como la democracia desde abajo y la democracia de los de abajo. La primera se acerca a una idea en la que el pueblo da un giro a los acontecimientos políticos desde las instituciones propuestas por la 330 LA DEMOCRACIA EN MÉXICO élite nacional. Por ejemplo, que el pueblo participe activamente en los procesos electorales y que logre impedir que gane las elecciones un candidato determinado. En México, cuando el presidencialismo estaba en todo su apogeo, no existía la democracia desde abajo. La ocasión en que el pri perdió la presidencia de la República, desde abajo se coordinó el voto útil para terminar con más de setenta años de hegemonía priísta. En realidad, ambas, de alguna manera, aluden a un proyecto de democracia con el pueblo. Pero en el segundo caso, airma González Casanova, “el acento se pone en construir la democracia en las propias organizaciones del pueblo y, a partir de ellas, simultánea o sucesivamente, se busca construir la democracia en el gobierno y en el Estado. El segundo concepto es más completo: puede servir para luchar antes que nada por la democracia en las organizaciones de la sociedad civil y del pueblo pobre. Esa lucha puede proponerse como anterior o más importante que la lucha electoral o que la lucha por el poder del Estado, aduciendo por ejemplo que no es deseable repetir las experiencias de gobiernos o estados populistas que, por no haber impuesto la democracia en sus propias organizaciones, acabaron en el autoritarismo y la corrupción. Es factible en efecto pedir que la democracia se organice en el pueblo y luego por el pueblo en el gobierno y en el Estado” (González Casanova, 1997: 9); para González Casanova esta democracia es mucho más radical, y por esa razón desencadena problemas en el ámbito del poder inanciero, político, religioso e ideológico. No suena bien a quienes encabezan las instituciones, empresas, iglesias o medios de comunicación, el término la democracia de los de abajo. A inales de los años ochenta y principios de los noventa, la cuestión de la democracia electoral para González Casanova había sido desplazada de sus intereses. Ahora estaba interesado en una democracia emergente que se observaba y se practicaba en los pueblos, las colonias, los barrios, las comunidades o la plaza. Sin embargo, no negaba que la lucha electoral fuera parte importante del poder del pueblo. Sólo habría que ver qué tipo de combinación podría darse. Insistía mucho en que era “necesario combinar el análisis de lucha de clases, o lucha contra la explotación, con las luchas de los movimientos, sobre todo si se quiere explicar más a fondo los fenómenos de marginación, exclusión, pobreza y pobreza extrema, y su vinculación a la lucha por los derechos civiles, 331 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL sociales y culturales, unos más directamente característicos de las clases y otros de los movimientos” (González Casanova, 1995c: 38). Sobre este punto había una cuestión que salía a relucir en los debates académicos y de militantes. Era un asunto que González Casanova había estudiado después del golpe de Estado en Chile en 1973, a saber, la polémica abierta o implícita entre los movimientos que luchan nada más por el poder político y los que luchan también por el poder del Estado. El problema lo traía a colación nuestro autor por la situación de aquella experiencia chilena que se engendró en las acciones de la Unidad Popular. En Chile se ganó el gobierno sin el poder del Estado y eso representó el principio del terror de 1973. Por esta razón la democracia de los de abajo debía proponerse no sólo para democratizar sus bases sociales, sino también el régimen político que redunde en la democratización del poder del Estado. En otras palabras, para Pablo González Casanova, luchar por la democracia de los de abajo, de organizar la democracia como política, sociedad y cultura en la sociedad civil y desde ella, planteaba no sólo el problema de la dominación como democracia, sino del uso del poder democrático. En este sentido, el autor de Sociología de la explotación supuso que la democracia de los de abajo implicaba “el estudio de problemas muy novedosos dentro de una historia que está en proceso de hacerse y rehacerse y que requiere investigaciones que ayuden a entender los problemas más concretos de la creación política y social en las comunidades y los pueblos, en las provincias y en las naciones y a un nivel global” (González Casanova, 1997: 13). Así lo entendieron Juan Manuel Ramírez y Jorge Alonso; ambos coordinaron un trabajo llamado La demo­ cracia de los de abajo en México (1997). Ahí se estudiaron las prácticas de la democracia del pueblo en dos niveles, en su participación en la vida democrática nacional y en sus aportes a la democracia desde su experiencia interna. Los estudios sobre la democracia de los de abajo se concentraron en movimientos ciudadanos como Alianza Cívica, el Barzón, en organizaciones gremiales e indígenas, grupos de jóvenes y organizaciones vecinales. Con estas motivaciones González Casanova buscaba a los sujetos que actuaban en la historia, por eso alentaba a sus colegas a escudriñar el poder popular a escala local que emergía en las entidades federativas. De esta manera, la democracia en México en los ochenta, en la trayectoria 332 LA DEMOCRACIA EN MÉXICO intelectual de nuestro autor, comenzaba con el estudio de los partidos políticos y el Estado y terminaba con la democracia de los de abajo. Cuando estaba la década en su atardecer, y a pesar de las transiciones de su trayectoria intelectual y política, González Casanova no dejó de enlazar la democracia, el socialismo y la liberación como las categorías base que habían guiado su pensamiento desde que estudió historia en El Colegio de México. En 1989 el socialismo real se había pulverizado y González Casanova seguía pensando con la categoría marxista de explotación. El mundo entero aplaudía la caída del Muro de Berlín y González Casanova seguía haciendo dialogar el Maniiesto del partido comunista con las luchas por una democracia universal. Seguía usando los términos burguesía, lucha de clases, imperialismo, proletario, que algunos habían convertido en categorías tabú. Su capacidad para usar la dialéctica le permitió hacer los cambios necesarios para replantear su pensamiento sin seguir el patrón de los intelectuales aliados al neoliberalismo y la nueva tecnocracia. Resistió a la ideología del in de las ideologías y frente a pensamientos posmodernos reconoció que tuvo bastante que aprender, a pesar de que su formación estaba casi hecha cuando lo sorprendieron los acontecimientos de 1989. Tuvo que reformular sus hipótesis sobre México y sobre el mundo, pero mantuvo congruencia: con todos los cambios siguió pensando en términos de la explotación, la democracia y el pluralismo ideológico (González Casanova, 1995: 13). Con respecto al país, no tenía empacho en airmar que sólo el socialismo democrático era capaz de resolver los problemas de México, porque el pluralismo ideológico de los de abajo permitiría unir fuerzas aceptando “la reforma política y la lucha democrática para cambiar la correlación de fuerzas; pugnar por la autonomía ideológica y política de la clase obrera; rechazar, hasta llegado su momento, la lucha ilegal y violenta; utilizar un acervo socialista y cientíico desde Marx hasta Fidel Castro, desde Lenin hasta Gramsci. Cuidarse de la izquierda que menosprecia la lucha electoral y partidaria o que se propone la lucha electoral, pero sin pensar en una política del poder” (González Casanova, 1986: 366-67). Pero Pablo González Casanova estaba por transitar a otra etapa de su pensamiento. Con toda la experiencia que había acumulado en casi medio siglo, estando cerca de los sujetos en el movimiento de 1968, en las revoluciones de Cuba y Nicaragua y en la emergencia democrática de los 333 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL de abajo en México, otros actores sociales llegarían para inluirlo en mantener ciertos principios fundamentales para seguir luchando por la democracia, el socialismo y la liberación. Por in los sujetos que había pensado desde La democracia en México y con los que había estado cerca en Centroamérica y México en los ochenta, se hacían visibles en las montañas del sureste mexicano. Su insistencia en estudiar la democracia de los de abajo tenía esa inspiración y se concretaría cuando irrumpe en el escenario nacional e internacional la rebelión neozapatista. 334 CAPÍTULO V Pablo González Casanova frente al nuevo siglo En Bucarest, una grúa se lleva la estatua de Lenin. En Moscú, una multitud ávida hace cola a las puertas de McDonald’s. El abominable muro de Berlín se vende en pedacitos, y Berlín este conirma que está ubicado a la derecha de Berlín oeste. En Varsovia y en Budapest, los ministros de economía hablan igualito que Margaret Thatcher. En Pekín también, mientras los tanques aplastan a los estudiantes. El Partido Comunista Italiano, el más numeroso de Occidente, anuncia su próximo suicidio. Se reduce la ayuda soviética a Etiopía y el coronel Mengistu descubre, súbitamente, que el capitalismo es bueno. Los sandinistas protagonistas de la revolución más linda del mundo pierden las elecciones: “Cae la revolución en Nicaragua” titulan los diarios. Parece que ya no hay sitio para las revoluciones como no sea en las vitrinas del Museo Arqueológico, no hay lugar para la izquierda, salvo para la izquierda arrepentida que acepta sentarse a la diestra de los banqueros. Estamos todos invitados al entierro mundial del socialismo. El cortejo fúnebre abarca, según dicen, a la humanidad entera. Yo conieso que no me lo creo. Esos funerales se han equivocado de muerto. Eduardo Galeano la Defensa De la Democracia en la era De la Globalización y el neoliberalismo S i el año 1968 le demostró a Pablo González Casanova que su formación intelectual estaba incompleta, por lo que tuvo que reformular algunas hipótesis sobre México, en 1989 se vio obligado a reformular otras sobre el mundo. Era de esperarse. En ese paradigmático año la política mundial había cambiado dramáticamente. Los acontecimientos tomaron por sorpresa a casi todos. Justo cuando la izquierda se reacomodaba en sus conmemoraciones revolucionarias, la derecha política airmaba que éstas eran cosa del pasado. No pocos adherentes al marxismo y a la lucha de izquierda no daban crédito al rechazo generalizado de una parte de su ideal: el socialismo. De pronto los países del este de la Europa de aquel entonces, Polonia, Hungría o Checoslovaquia, adoptaban el nacionalismo como bandera. Era el inal de la Guerra Fría, se escuchaban voces por doquier 335 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL asintiendo. Por si esto fuera poco, la poderosa Unión Soviética se colapsaba y el comunismo como alternativa social caía en el desprestigio. Paradójicamente, el atractivo político del comunismo se colapsó justo cuando daba muestras de cambio y renovación. Irónicamente, la aceptación y atractivo de este sistema fue precisamente en el periodo de mayor represión, a saber, los años treinta. En ese tiempo Stalin asesinó a miles de personas directa o indirectamente, precisamente en los momentos de su mayor apogeo y apoyo popular dentro y fuera de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Y es que a pesar de las críticas, en el periodo de posguerra, la economía de la URSS era aceptable en cuanto a salud, educación, vivienda y transporte se reiere; en los dos primeros rubros, los niveles de salud y educación estaban en niveles de excelencia (Halliday, 1994). Explicar el fenómeno del derrumbe soviético sugiere, en primera instancia, ofrecer dos razones que bien podrían ser las que otorguen entendimiento al asunto. Primero, la ofensiva bélica estadunidense de los años ochenta, y segundo, el proceso de descomposición interno de la URSS. La primera razón se relaciona con el impulso político y militar de Estados Unidos para debilitar el comunismo y sus extensiones a través del avance en la industria nuclear y la ofensiva contra todo rastro de revolución o rebeldía contra el imperialismo en el Tercer Mundo. Para cualquier observador agudo, “después de Zimbabwe en 1980 no hubo más levantamientos, sea por la represión directa como en el caso de El Salvador, o a través de la dispersión de procesos revolucionarios con candidatos reformistas, como en Filipinas, Haití y Corea del Sur. Al mismo tiempo, “la doctrina Reagan” fue desarrollada para justiicar la presión a los estados revolucionarios del Tercer Mundo: fueron enviadas armas a guerrillas opositoras de regímenes prosoviéticos en cuatro estados: Camboya, Afganistán, Angola y Nicaragua (Halliday, 1994: 78). En una palabra: Washington desarrolló una política para desmantelar el poder soviético no sólo en el territorio ruso, sino en las periferias donde los soviéticos armaban a sus aliados socialistas. La segunda razón se encuentra en el interior de la URSS. Las seis décadas de dinamismo económico y político que caracterizaron este régimen, al lado de su exploración del espacio y la expansión de las ideas comunistas y socialistas a todo el mundo llegaron a su in, luego de que los problemas ecológicos y sociales se convirtieron en un verdadero dolor 336 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO de cabeza para sus líderes (Halliday, 1994). El estancamiento de la economía, la criminalidad y la depredación de la naturaleza se conjugaron hasta que el régimen perdió el control. En términos psicológicos, la sociedad soviética se encontraba desmoralizada debido a la toma de conciencia de las carencias y limitaciones de su sistema político y económico. Esto era una realidad. Ahí estaba para recordárselos, la catástrofe nuclear de Chernóbil en Ucrania el 26 de abril de 1986, el fracaso y la incompetencia del lamante Ejército Rojo en la guerra de Afganistán o la corrupción mostrada ante la opinión pública soviética por la nueva política de Mijaíl Gorbachov. Estas razones se conjugaron también con otros hechos, como el control de conciencias producto de la mercadotecnia occidental. Hoy es de sobra conocido que el éxito del capitalismo no radica tanto en la idea de democracia, sino en la economía de consumo. En realidad éste ha fracasado como sistema económico pues se ha declarado incapaz de terminar con la pobreza; lo mantienen en parte sus éxitos tecnológicos legitimados por el consumo de masas. Contra eso es contra lo que no pudo competir el comunismo soviético. Como sea, para 1989 el hecho ya estaba en progreso y los acontecimientos llegaban muy de prisa: George Bush y Mijaíl Gorbachov se reunían en diciembre de ese año para negociar y proclamar que la época de la Guerra Fría había terminado: era la Cumbre de Malta. El 21 de noviembre de 1990, los nuevos aliados y otros treinta Estados irmaban la Carta de París, cuyo principal objetivo era regular las relaciones internacionales tras el in de la era soviética: la Conferencia para la Seguridad y la Cooperación en Europa. El primero de julio de 1991, el famoso Pacto de Varsovia (tratado de amistad, cooperación y asistencia mutua) quedó en desuso y desapareció; en su lugar quedaba la Organización del Tratado del Atlántico Norte (oTan), única gran alianza militar en el mundo. Quizá debido a estos sucesos, bastantes intelectuales decían que comenzaba un tiempo de mayor seguridad para el mundo. Pero ese alegato no tenía fundamento. Como bien se sabe, el mundo no es Europa, ni el acontecimiento de la Perestroika en la ex Unión Soviética es asunto de todos los pueblos. En 1989, en otras partes del mundo, la política era la misma; se desarrollaba entre negociaciones y guerras: Camboya, Afganistán, Angola, Nicaragua eran la prueba viva de la falsa idea de la seguridad mundial. 337 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL Lo que realmente había sucedido era que los dos sistemas sociales en pugna, representados por Estados Unidos y la URSS, tenían una estructura económica y política diferente, por lo que el “in” de la Guerra Fría, en el sentido más amplio, “fue la homogeneidad sistémica, y su objetivo la naturaleza socioeconómica y política de los estados centrales de cada bloque” (Halliday, 1994: 69). Esto es, el pretendido in de esa guerra era bastante ambiguo debido a que en las interpretaciones no se decía cuál era el sentido con el que se utilizaba el término “in de la Guerra Fría” (Halliday, 1994: 70). Si era en función de la hegemonía que establecería un país o un sistema social como Estados Unidos y sus aliados, la conjetura era correcta, la Guerra Fría había terminado. En otras palabras se podría decir que, como Gorbachov abandonó “el compromiso soviético de competir con, y oponerse al occidente capitalista, y dejó de lado la lucha de clases en nombre de los valores humanos universales, los soviéticos hoy niegan abiertamente cualquier conlicto entre los dos sistemas, o la validez de cualquier concepto tradicional de imperialismo” (Halliday, 1994: 72). En este sentido la URSS no tuvo la capacidad de mantener alianzas internacionales que respondieran a la crisis profunda por la que atravesaba en aquellos momentos. Por esta razón el regreso a las ideologías de carácter nacionalista, “familista” y religioso, fue un retroceso frente a lo que se había ganado con las ideas socialistas. Por lo que respecta al llamado Tercer Mundo, el mensaje de Gorbachov era seguir los pasos de la Perestroika. Pero el viejo comunista arrepentido no contaba con que cuatro de los Estados declarados socialistas o comunistas en esa región del mundo y China le debían muy poco al Ejército Rojo. Cuba, Albania, Vietnam y Corea del Norte seguían sus propias rutas. Aunque son casos bastante singulares y tienen sus diferencias bien marcadas, compartían el hecho de que sus revoluciones las habían realizado con sus fuerzas populares internas. Con todo y sus contradicciones, estos países continuaban en posición de guerra. Para 1990 el modelo comunista iniciado en 1917 y que se propuso construir un bloque internacional fracasó, pero el colapso fue solamente de uno de sus protagonistas: la URSS. La Guerra Fría, en su sentido histórico más amplio, continuaba (Halliday, 1994: 75). Para el caso de América Latina, como bien lo reiere Octavio Rodríguez Araujo, este continente se deslidó de la “estafa histórica” del 338 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO comunismo ruso. “En América Latina, con excepción notable y sui géneris de Cuba, no ha habido más comunismo que el representado por los partidos comunistas y similares desde inales de la segunda y principios de la tercera décadas de este siglo” (Rodríguez Araujo, 1994: 11). Es cierto que en algunos casos tales partidos fueron portavoces de la III Internacional leninista, pero en su mayoría se concentraron en los problemas de dominio imperialista y colonialista de los pueblos. También es verdad que algunos partidos comunistas de América Latina, sometidos al Partido Comunista de la Unión Soviética, se opusieron a los proyectos revolucionarios del continente por considerarlos al margen de los intereses del comunismo internacional; como ejemplo están las guerrillas en Guatemala, Venezuela, Perú, Colombia, México y en la misma Cuba, que no recibieron la aprobación de los partidos comunistas locales. En el caso de México, las posiciones socialistas y anticapitalistas del Partido Comunista nunca tomaron fuerza en el movimiento obrero a pesar de que en el país hubo momentos para el obrerismo. La causa era que los movimientos sociales hacia el socialismo en el país tenían otra inspiración, eran menos ortodoxos en su ideología y combinaban nacionalismo con lucha de clases y en no pocos casos se aceptaba la lucha electoral como camino al socialismo (Rodríguez Araujo, 1994). Con lo anterior en mente se podría decir que el llamado de Gorbachov no se entendía de la misma manera en otras regiones fuera de Europa. Pero sí habría que reconocer que con la caída de la Unión Soviética y posteriormente con los acontecimientos que se derivaron de ello, como la demolición pacíica del muro de Berlín, “fueron muchos los que creyeron que había sonado el inal de la política y nacía una época situada más allá del socialismo y el capitalismo, de la utopía y la emancipación” (Beck, 2000: 15). En realidad lo que se gestaba era algo distinto. Por el lado del espacio político, como lo interpreta Ulrich Beck, el marco categorial ya no era el Estado nacional y el fenómeno se extendía a otros ámbitos: la tecnología, los mercados inancieros, los medios de masas y las comunicaciones, la ciencia y la educación. Comenzaba así una serie de “procesos en virtud de los cuales los Estados nacionales soberanos se entremezclan e imbrican mediante actores transnacionales y sus respectivas probabilidades de poder, orientaciones, identidades y entramados varios” (Beck, 2000: 29). 339 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL El fenómeno de la globalización1 y el advenimiento del siglo xxi estaban a la puerta de la historia. Es decir, en la percepción de los actores de esos años se presentaba un fenómeno en el que se perdían las fronteras del “quehacer cotidiano en las distintas dimensiones de la economía, la información, la ecología, la técnica, los conlictos transculturales y la sociedad civil y, relacionada básicamente con todo esto, una cosa que es al mismo tiempo familiar e inasible —difícilmente captable—, que modiica a todas luces con perceptible violencia la vida cotidiana y que fuerza a todos adaptarse y a responder” (Beck, 2000: 42). Desde esta perspectiva la globalización no fue causada por el colapso del socialismo real, como muchos así lo entendieron. “Los cambios debidos a la quiebra de la Unión Soviética resultan secundarios y, de hecho, el sistema global se vería sometido a un trastorno revolucionario, aunque no se hubiera desplomado el muro de Berlín y todavía existiese la Unión Soviética” (Tofler, 1994: 336). Tampoco este sistema global del siglo xxi es el “nuevo orden mundial” pretendido por los estadunidenses, mucho menos la estabilidad económica y militar prometida por políticos y entusiastas. “La globalización puede ser entendida como el proceso de creciente interconexión, inluencia recíproca e interdependencia de las diferentes comunidades humanas que pueblan la tierra, así como de las diferentes regiones y especies presentes en el planeta” (Mutsju Kamilamba, 2003: 48). Es un proceso muy viejo pero que en las últimas décadas se ha acelerado a escala planetaria. Las ideas, costumbres, culturas, modos de vivir, instituciones, grupos, personas y naciones enteras se han visto perturbadas por este fenómeno. Se puede decir que los factores que incidieron en esta aceleración fueron: a) la aparición de nuevas tecnologías de la información para acercar, localizar, distribuir y comunicar; b) la desaparición de la Unión Soviética y, por ende, el acaparamiento de esos territorios por parte del capitalismo de los países occidentales y hegemónicos; c) el ascenso y dominio de naciones y mercados por parte de las transnacionales al lado de las instituciones internacionales como el fmi y el Banco Mundial (bm), y d) la multiplicación de la retórica de que el mundo se ha 1 Es muy conocido el hecho de que el término globalización es bastante esponjoso. Plantear la cuestión sobre cuál es la deinición más precisa del concepto o cuándo se inició este proceso es objeto de disputa. Aunque no es tema central aquí, remito al lector al texto de Ulrich Beck (2000) especialmente el capítulo IV para acercarse al debate. 340 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO vuelto global y unidimensional en lo que concierne a la economía, la política y la cultura en general (Mutsju Kamilamba, 2003: 49). El fenómeno de la globalización es un proceso que todavía está en marcha (Ianni, 2004: 12) y si bien es cierto que se pueden observar interacciones culturales entre mundos locales y mundiales, así como nuevas formas de movilidad física y geográica de personas, mercancías o ideas, también se han reproducido un discurso y una práctica que se expanden por todo el mundo: el neoliberalismo. El neoliberalismo es esa “doctrina que insiste en la necesidad de reducir al mínimo los poderes coercitivos del Estado para maximizar el objetivo político más preciado: la libertad” (Mouffe, 1981: 1832). Fundamenta su defensa de la libre empresa y la libertad individual bajo la batuta de Friedrich Hayek y Milton Friedman. Para estos autores la propiedad, los derechos económicos, la seguridad, el marco legal, en in, la ley y el orden, son el principio básico de toda organización social. Si existe libertad de intercambio económico sin coerción, entonces existe la libertad individual óptima para la libre empresa. Estas concepciones políticas y procedimientos económicos se conjugaron bastante bien con la generalización del fenómeno de la globalización. El principio neoliberal, llevado a la práctica por Margaret Thatcher y Ronald Reagan, que interpreta que un número relativamente pequeño de intereses privados controla todo lo posible la vida social con objeto de maximizar sus beneicios particulares, orientó globalmente los mercados y la política internacionales. Después de 1989 era oportuno declarar que capitalismo y libertad eran sinónimos. Quienes seguían políticas contrarias al las “leyes del mercado capitalista” fácilmente eran señalados como Estados antidemocráticos. Ante la situación mundial después de ese simbólico año, el gobierno estadunidense no perdió el tiempo en planear una estrategia que le redituara una mayor hegemonía mundial. En aquellos días los simpatizantes del capitalismo observaban con alivio cómo se desintegraba su enemigo comunista. Quienes teorizaban sobre el mercado y las ganancias, estaban felices del “inal de las ideologías”. Era la gran oportunidad para simpliicar las discusiones en todo el mundo; ahora los debates sobre desarrollo, igualdad, democracia, libre mercado e inversiones, serían una cuestión básicamente técnica. Entonces se les ocurrió plantear una serie de recomendaciones en materia de política económica, en particular para los países que no habían 341 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL “asimilado” suicientemente el desarrollo económico capitalista. De un texto publicado en los años noventa por John Williamson salió el nombre de “consenso de Washington” para denominar tales recomendaciones. Las más representativas insisten en que el papel del Estado en economía debe reducirse dejando en libertad al sector privado para que gestione más eicientemente los recursos disponibles. El Estado sólo debía concentrarse en facilitar las transacciones que realiza el sector privado, en favor de la estabilidad económica y social. En México el neoliberalismo comenzó con Miguel de la Madrid, pero adquirió rasgos característicos con Salinas de Gortari, como ser un instrumento anti-inlacionario. Se aconsejaba a los gobiernos controlar la oferta monetaria y el crédito bancario al sector privado, así como eliminar el déicit gubernamental; la liberación de los precios, topes salariales y la suspensión de políticas sociales. Por otro lado también se insistía en que el Estado ya no interviniera en la economía con el supuesto de que su administración era ineiciente y corrupta. El principio rezaba así: la economía funciona mejor sin la intervención del Estado. Había una propaganda contra las políticas sociales que se declaraban paternalistas. La privatización era el camino para garantizar desarrollo y crecimiento económico (García Bedoy, 1992). De hecho “las presidencias de Miguel de la Madrid (1982-1988), Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) y Ernesto Zedillo (1994-2000) serían famosas por la promoción de las reformas de libre mercado realizadas por un nuevo tipo de tecnócratas económicos, en lugar de las generaciones anteriores de formuladores de políticas económicas autodidactas con licenciaturas en derecho” (Babb, 2003: 239). Bajo la guía de economistas formados en el extranjero dentro del gobierno mexicano, el país experimentó un cambio decisivo en la manera de llevar a cabo su desarrollo dentro del sistema mundial capitalista. La tecnocracia gobernaba, la crisis económica crecía y se instalaban las políticas neoliberales. Se llamaron reformas a estas políticas. Tuvieron dos etapas: la primera consistió en el denominado ajuste estructural, que signiicaba reducir la intervención del gobierno en la economía, austeridad iscal y monetaria. Se promovían las exportaciones y disminuía el gasto público. Esto comenzó en 1982. En el periodo de Salinas de Gortari, la segunda etapa consistió en una serie de reformas institucionales que marcaban el desmantelamiento de las políticas desarrollistas de años 342 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO anteriores. Se comenzaban a privatizar algunas industrias paraestatales de telefonía y televisión (Babb, 2003: 241). Todo esto devino demasiado rápido. Eran bastantes los sorprendidos en el mundo, América Latina y México. Pablo González Casanova también lo estaba. Quizá por ello se dio a la tarea de realizar lo que sabe muy bien hacer: estudiar los problemas y fenómenos que advierten cambios sociales a escala local y mundial. En 1992 elaboró una relexión a propósito del doctorado honoris causa que la Universidad Autónoma de Puebla le otorgó. La tituló “Paradigmas y ciencias sociales: una aproximación” (1992b). En ella dio razón de la crisis de ciertos paradigmas de la sociedad y de la investigación cientíica sobre la sociedad, como el de la socialdemocracia y el Estado benefactor surgido a ines del siglo xix; el Estado populista surgido en México con la Revolución y el nacionalismo liberador gestado con la Revolución Cubana en 1959. A la crisis de estos paradigmas le añadió la caída del régimen soviético en 1989. Para González Casanova este paradigma representó un modelo para construir una sociedad más justa y libre. El marxismo-leninista tuvo grandes logros a nivel social, pero se corrompió. El autoritarismo y la corrupción no permitieron a los soviéticos seguir con el desarrollo tecnológico y cientíico con el que empezaron una vez que triunfó el Ejército Rojo. Sus contradicciones se agudizaron al no poder dar el salto que el nuevo siglo exigía: triunfar en la revolución cientíica y tecnológica del conocimiento y la información (González Casanova, 1992b: 13). Para González Casanova la crisis de la URSS fue colosal comparada con la que sufrió la socialdemocracia, el populismo o el nacionalismo revolucionario; de hecho, esa fue la razón por la que estos paradigmas supieron anexarse al nuevo proyecto neoliberal. También esto fue así porque, después de esta gran crisis, la situación fue dramática en cuanto a que las fuerzas progresistas se quedaron sin qué decir, sin qué pensar o hacer. La conmoción fue tan fuerte que el sentido de la historia y del humanismo se pusieron en entredicho. Pero lo cierto es que para González Casanova el neoliberalismo no parecía resolver los problemas de la humanidad, antes bien los agudizaba. Marginación, pobreza extrema, destrucción de la naturaleza, democracia limitada y exclusión, eran los saldos del neoliberalismo, por lo que también se proyectaba como un paradigma en fase terminal. La nueva 343 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL situación mundial representaba un nuevo desafío para el pensamiento crítico y el autor de La democracia en México lo decidió tomar. Siendo director del ceiich realizó una serie de seminarios que buscaban relexionar sobre los acontecimientos recientes en el área internacional. En 1991 organizó el seminario sobre el Tratado de Libre Comercio y la agenda social. Participaron Ignacio Llamas, Leonel Corona, Enrique de la Garza Toledo, José Luis Calva y otros más. El seminario El mundo actual: situación y alternativas se llevó a cabo en el año 1993 con un carácter internacional. Los ponentes fueron Ralph Miliband, Anouar Abdel-Malek, Xabier Gorostiaga, Marcos Kaplan, Leo Panitc, Arthur Mac Ewan, Ronald Hellman, John Saxe-Fernández, Sergio Aguayo, Federico Reyes Heroles, Daniel Singer, Milos Nikolic, Bogdan Denitch, Kiva Maidanik, Lin Chun, Mishiko Tanaka, William K. Tabb, Bernard Founou, Mahmood Mamdani, Fawsy Mansour, Faysal Yachir, Efraim Davidi, Nirmal Chandra, Suthy Prasartset, Carlos M. Vilas, Marcos Roitman, Julio Boltvinik, Fernando Calderón, Adolfo Gilly, Jorge Solares, Olga Pellicer y David Ibarra. En 1999, el seminario Las alternativas democráticas y el mundo actual tuvo también la intención de comprender lo que pasaba en esos años. Participaron: Alain Joxe, Bogdan Denitch, Daniel Singer, Göran Therborn, George Labica, Atilio Borón, Georges Lebel, Marta Harnecker, Gerard Pierre-Charles, Hein Marais y Francois Houtart. Como es característico de González Casanova, estos seminarios concluyeron en libros: El mundo actual: situación y alternativas apareció en 1996. La obra fue la culminación de numerosos esfuerzos con grupos de trabajo, seminarios, mesas redondas celebrados a inales de los años ochenta y principios de los noventa. Lo interesante fue la participación de los cientíicos sociales de las distintas regiones del mundo: González Casanova abrió las ciencias sociales en virtud de la situación mundial con el objeto de estudiar las tendencias posibles y las alternativas emergentes que anunciaban una nueva historia en cada una de las regiones o países y a escala planetaria o global. Ante la perplejidad de lo global, González Casanova y sus colegas abordaron los problemas de la sociedad, la cultura, la política y la economía con variadas perspectivas culturales y teóricas dentro de un pensamiento crítico y cientíico de amplias perspectivas. Por ejemplo, Samir Amin discurrió sobre “El futuro de la polarización global”; Ralph Miliband 344 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO atendió “El nuevo orden mundial y la izquierda”; sobre “La democracia y el nuevo orden mundial: dilemas y conlictos” trabajó Bogdan Denitch; temas acerca del mundo árabe fueron tratados por Fawsy Mansour y Faysal Yachir; en el caso de “La India en el contexto sudasiático” o “Asia en el sistema mundial”, Nirmal K. Chandra y George Aseniero respectivamente fueron quienes se detuvieron a estudiar los casos. González Casanova y John Saxe-Fernández coordinaron este libro. Forma parte de la colección El mundo del siglo xxi, cuyo propósito era publicar algunas de las obras más signiicativas de los investigadores y pensadores contemporáneos de Asia, África, América Latina, Europa y Norteamérica. La idea de esta colección era estudiar problemas locales, nacionales e internacionales en el contexto de la globalización desde distintas posiciones, que no fueran etnocentristas y no invocaran la especiicidad de cada cultura y civilización para ignorar el carácter universal y plural del mundo. La obra buscaba ser útil para adentrarse en los problemas de nuestro tiempo y del futuro de la humanidad. El ceiich de la unam, dirigido en esos años por González Casanova, al organizar dicho seminario sobre El mundo actual: situación y alternativas y después publicarlo como libro, tenía el objetivo de examinar los temas y problemas centrales que enfrentaba la humanidad en la etapa inal del siglo xx. Luego de que el “orden mundial” surgido de la Segunda Guerra Mundial se desintegró y aparecieron otras “constelaciones históricas”, los autores vieron la necesidad de someter las tendencias políticas y culturales de nuevo tipo a un análisis también nuevo. La idea era estimular el diagnóstico y formular explicaciones que lograran desentrañar procesos históricos para su posible solución. Ante los acontecimientos suscitados desde 1989, los coordinadores de El mundo actual: situación y alternativas (1996c), consideraron que los tres grandes proyectos para alcanzar un mundo menos injusto, a saber, la socialdemocracia, el socialismo real y el nacionalismo, habían fallado. Por una razón u otra el primero se asoció al nuevo colonialismo iniciado a inales del siglo xix, el segundo no superó la dictadura totalitaria y cayó en la corrupción y el tercero “derivó en un populismo autoritario y también corrompido y en un chauvinismo caciquil que precedió y acompañó al de los negociantes de la dependencia asociada”. Los autores aceptaron que tales proyectos lograron una justicia social mayor que la ofrecida por el liberalismo, pero que el neoliberalismo de 345 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL ines del siglo xx se propuso destruirla. Además, sostuvieron que la socialdemocracia, el populismo y el “socialismo real” aumentaron la justicia sólo en espacios y tiempos limitados, mientras nuevas y aún más crueles injusticias acecharon sobre “el sur” y otros puntos cardinales del planeta. En el libro se examinan regiones y naciones del mundo actual, así como una variada gama de problemas con un enfoque histórico e interdisciplinario. En el nuevo mundo después del simbólico 1989, Pablo González Casanova comenzó a posicionarse política e intelectualmente en torno al tema de la globalización, el neoliberalismo y la democracia. Se percató entonces de que se insistía demasiado en que Daniel Bell tuvo razón al airmar que el in de las ideologías era inminente y la batalla por salvar el planeta remplazaría la lucha ideológica. González Casanova nunca consideró que todo lo anterior fuera un error. Desde su perplejidad aceptó que la realidad había cambiado y ahora era difícil comprenderla desde categorías aisladas como lucha de clases o soberanía nacional. De hecho, llegó a la conclusión de que el triunfo parcial del neoliberalismo no sólo era causa de su hegemonía económica, sino de la imposición y uso de nuevas categorías. En su perspectiva de las cosas, el autor de Sociología de la explotación comenzó a cuestionar tanto el dogmatismo de los marxistas como la algarabía de los neoliberales. En el caso de estos últimos, advertía que no eran capaces de percibir que las organizaciones internacionales habían adquirido poderes de decisión como los de los Estados, al permitírseles distribuir recursos, mercados, utilidades, que controlan la producción en el campo o las actividades sindicales; tampoco eran conscientes de cómo el fmi inluía en el recorte al gasto público de buena cantidad de países o en la eliminación de programas de salud, educación, cultura o de bienestar social. Era claro que para González Casanova cualquier análisis político y sociológico debía tener en cuenta esto. Además, pensó que debían registrarse los efectos adversos de la globalización sobre los países del Tercer Mundo, pues ahí la globalización mantenía y reformulaba las estructuras de la dependencia de origen colonial y las no menos sólidas del imperialismo de ines del siglo xix, y del capitalismo central y periférico que se había estructurado entre 1930 y 1980. Ante esta situación, aseguraba, en el fondo de todo esto había una recolonización (González Casanova, 1996c: 47). 346 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO Con el paso de las décadas, a causa del neoliberalismo, González Casanova consideró que en el mundo se había sentido una crisis como en ninguna otra época. Pobreza, subdesarrollo, guerras inancieras y políticas, intervencionismo y adelgazamiento de los Estados nacionales, eran ejemplos, pensaba, de lo que los cientíicos y publicistas neoliberales no querían ver. Y siguió con su diagnóstico que hoy es común encontrar en la academia: desmantelamiento de sindicatos, disminución de salarios, precarización del trabajo, privatización de la energía, la salud y la educación, carga iscal para la población, eran consecuencias de este modelo económico, político y social. Por esta razón insistía en que el tema del Estado-nación, debía ser revisado en América Latina, pues con el neoliberalismo el papel uniicador de aquel como lo pensó Nicos Poulantzas, o como elemento de conciliación como lo concibieron Claus Offe y Jürgen Habermas, se combinó siempre con el Estado represivo, herencia renovada del antiguo colonialismo (González Casanova, 1996c: 52). Es decir, Pablo González Casanova pensaba que se había combinado la explotación con la exclusión, por lo que el problema era reformular las alternativas como las que llevaron a cabo la socialdemocracia, el socialismo, la liberación de los pueblos y los antiguos comunistas. Frente a ello conminaba: hoy se tiene que pensar “la democracia de todos” sin exclusiones ni excluidos. Al menos eso fue lo que dijo en agosto de 1997 en el contexto del XXI Congreso de la Asociación Latinoamericana de Sociología en la Universidad de São Paulo. Según él, todas las democracias hasta ahora habían sido excluyentes y “la falta de una democracia incluyente explica el fracaso de cada uno y de todos los proyectos humanistas” (González Casanova, 1998a: 24). Además, continuaba, los nacionalistas revolucionarios de los países dependientes, desde la Revolución China de 1905 hasta la nicaragüense de 1979, combinaron democracia representativa con marxismo-leninismo; o elementos de la socialdemocracia y del Estado asistencialista. En este sentido, caudillismo, populismo y caciquismo, eran la base de muchos de estos intentos de construir un Estado-nación (González Casanova, 1998a: 24-25). También, agregó, en estos casos el “nacionalismo revolucionario, populismo y clientelismo construyen conceptos y realidades de naciones, pueblos y democracias con marginación y exclusión de la mayoría de los habitantes; el nacionalismo revolucionario y el populismo 347 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL tienden a identiicar la democracia con el partido surgido de la guerra liberadora contra el tirano y el imperio” (González Casanova, 1998a: 26), por lo que en no pocos países latinoamericanos y especialmente en México se dio el fenómeno del “partido de Estado”. En estos últimos, dijo, el Estado y el partido en el poder asumieron la representatividad popular pero de manera clientelar y corporativa. Lo que intentaba mostrar González Casanova era que la exclusión seguía estando presente para la mayoría de los campesinos y trabajadores más pobres. Por eso, en la medida en que se hacía más complejo este proceso político, el autoritarismo personal se convertía en una institución en la que el pueblo y el gobierno estaban separados, de ahí que se comprenda su opinión: “Los propios movimientos surgidos del nacionalismo revolucionario derivan en gobiernos populista-empresariales que inician el endeudamiento externo de los años setenta y llevan a la crisis de pagos de los años ochenta y noventa. De las ilas de los gobiernos populistas surgieron los dirigentes que implantaron la política neoliberal” (González Casanova, 1998a: 26). Los comunistas y marxistas-leninistas también construyeron y deinieron la democracia con serios límites y sorprendentes exclusiones. Oscilaron entre la crítica a la “democracia” en general, a la que identiicaron con la deinición liberal y burguesa de sistemas de gobierno útiles a los intereses y a la dominación del capital, y la exaltación de una “democracia popular”, o “la democracia socialista”, en la que ocultaron las estructuras de poder autoritario e incluso totalitario que realmente imperaban (González Casanova, 1998a: 26). Esto es verdad: en la URSS, a la inmensa mayoría de los trabajadores los excluyeron de la toma de decisiones políticas, por lo que el autoritarismo marxista-leninista se convirtió en un remedo de socialismo, en una interpretación sinsentido de la historia y en una educación dogmática que llevó a sus dirigentes y dirigidos a no saber pensar ni actuar. De este desastre soviético Pablo González Casanova pone a salvo a Cuba. Para él, como modelo de participación democrática, gracias a la educación y organización de las bases, y también como parte de una política de seguridad nacional y de justicia social acordada por la inmensa mayoría del propio pueblo, Cuba mantuvo la vinculación entre cuadros y base (González Casanova, 1998a: 27). 348 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO Pero era sincero cuando airmó que en “ninguno de los movimientos históricos señalados surgió una teoría que planteara como paradigma cientíico-político un movimiento universal de democracia no excluyente y plural que comprendiera la variedad y unidad de quienes habitan el planeta” (González Casanova, 1998a: 28). Este fue el motivo por el que comenzó a hablar de la necesidad de pensar un nuevo proyecto de democracia universal que superara a los paradigmas conservadores, liberales, socialdemócratas, nacionalistas-revolucionarios, comunistas o marxistasleninistas que la globalización neoliberal había derrotado. La defensa de la democracia y la construcción de un nuevo modo de vida social con política y economía justas, ahora era parte de su nuevo itinerario como intelectual. Por esa razón, ante los nuevos escenarios mundiales, González Casanova comienza a pensar en una democracia no excluyente, universal, con connotaciones morales y prácticas, humanísticas y cientíicas, utópicas y políticas. En un nuevo paradigma político y cientíico para concretar el objetivo de la democracia de todos, las teorías anteriores sobre el tópico serán necesarias e incluso el marxismo-leninismo ocupará un lugar en el nuevo paradigma, sin ser desde luego el modelo revolucionario universal para centrar y resolver los problemas de exclusión, explotación y colonialismo global. A pesar de todo lo sucedido después de 1989, Pablo González Casanova siguió pensando que los protagonistas de los intereses generales eran los movimientos particulares de los oprimidos. Los explotados, los reprimidos, marginados, excluidos y los pobres de la tierra eran, a su manera de ver, los sujetos que podrían universalizar la democracia. Ellos nunca tienen nada que perder y sus demandas en un principio particulares: alimento, vestido, casa, salud, educación, etcétera, se van convirtiendo en demandas más universales y complejas: democracia, derechos, justicia, paz con dignidad. Ante este panorama expuesto en la década de los noventa, el ex rector de la unam consideró que también los grupos que podrían uniicar a la sociedad bajo un esquema particularista con tendencia a la universalidad se hallaban en problemas. En la era del neoliberalismo globalizado, hasta las clases dominantes, ya no se diga el proletariado, se encuentran divididas; las etnias carecen de un frente común; las organizaciones de masas abarcan sólo a una parte mínima de la sociedad ilustrada y los 349 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL gobiernos carecen de legitimidad debido a su falta de eiciencia en la cobertura de los servicios públicos, la corrupción, la represión y el engaño en el discurso oicial. En esas condiciones se tornó difícil plantear una alternativa particularista que lograra vincularse con una democracia para todos. La resistencia, lucha o acción política estaba demasiado particularizada en la ciudad, el campo, la comunidad o el barrio. González Casanova fue capaz de observar que la crisis de las luchas universalistas, de clase o Estadonación, provocaron una regresión hacia formas tradicionales de resistencia. En esta situación salieron a relucir todas las formas paternalistas que sustituyeron la conciencia universal de los sujetos de emancipación: jefes tribales, caciques, caudillos, líderes carismáticos o representantes populistas. Incluso así, González Casanova consideró que lo nuevo universal tendría que salir en buena parte de esas organizaciones particularistas que se encuentran en los barrios, centros de trabajo, pueblos, etnias y tribus. Intuía que estos ciudadanos, proletarios y pueblos, encerraban una alternativa universal. En una palabra: el movimiento universal por una democracia para todos en la época del neoliberalismo sólo podía surgir de quienes planteaban el problema de “los de abajo”, esto es, de los oprimidos y los explotados como poder del pueblo (González Casanova, 1994a: 296). Pero en la lógica del intelectual, no se podría declarar universal cualquier movimiento si antes no se cuestionaba críticamente si su alternativa era verdaderamente democrática. Por ello las organizaciones de “los de abajo” debían comenzar su lucha desarrollando prácticas democráticas en todas y cada una de sus acciones. Sólo de esta manera se exorcizaba el fantasma de la tiranía. Pablo González Casanova pensaba que de llevarse a cabo esto, se trataría de elaborar una utopía más avanzada que la marxista o socialdemócrata. Este es el pensamiento que comienza a estructurar González Casanova frente al nuevo siglo. Así reacciona ante las nuevas dinámicas de la historia. En cierto sentido incorpora las lecciones de la historia a su pensamiento. Después de la caída del muro de Berlín su mirada crítica se modiicó. Estas tormentas ideológicas lo sacudieron pero a la vez reforzaron el principio central de su vida intelectual y política: sólo con los pobres de la tierra puede construirse una liberación. Este principio lo 350 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO asimiló durante medio siglo, por lo que en sus análisis atestigua los acontecimientos políticos y sociales producidos en América Latina y el mundo por lo menos desde 1959. A inales de la década de los noventa, las cosas son distintas en comparación con lo que había en las décadas de los setenta y ochenta. Por eso el autor de La democracia en México no deja de pensar que el problema es observar con claridad “cómo la globalidad subsume al colonialismo y al imperialismo en sus formas de dominación y explotación, de exclusión, de represión, de negociación y mediación; y considera, sobre todo, aquellos legados históricos y aquellas experiencias actuales que sirvan para imaginar y construir una utopía realizable, la cual por todas las evidencias sólo parece ser la de una democracia de todos que a nivel regional y universal sea respetuosa de las regiones, ideologías, etnias, géneros” (González Casanova, 1998a: 33). Con toda la experiencia acumulada y discriminada críticamente, Pablo González Casanova llega a dilucidar con mayor claridad el concepto de democracia. En los noventa el concepto ya es más claro en su peril intelectual. Años atrás, en la década de los ochenta, había un entusiasmo por la democracia, pero a ello se sumaba un malestar ocasionado por saber tan poco y con inexactitud sobre la deinición del término. En aquel momento se sabía muy bien que eso era un reto para las ciencias sociales de ese momento y González Casanova lo afrontó en 1986: Al hablar de la democracia es necesario incluir por lo menos cinco categorías: la represión, la negociación, la representación, la participación y la mediación. Ese conjunto de categorías es ineludible. Sin ellas todo análisis sobre la democracia es incompleto. Por extraño que parezca, al analizar cualquier democracia hay que preguntarse cómo anda la represión, y no sólo la que se ejerce físicamente contra la persona o la gente con acosos, encarcelamientos, desapariciones, crímenes y masacres. En el análisis de cualquier democracia cabe ver el contexto de la represión física, moral y económica contra las personas como individuos y como colectividades, como personas y como pueblos o como clases, como violación de derechos de individuos o como violación de derechos de colectividades” (González Casanova, 1986b: 3). En esa década echa en cara el que se hable de democracia sin mencionar el imperialismo, la explotación o la miseria de los pueblos. Los propagandistas y retóricos de la época, como hoy, querían abstraer el término 351 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL hasta dejarlo sólo en el tema de los procesos electorales, pero el autor de Sociología de la explotación provocaba al auditorio al airmar que la represión es un indicador de cómo anda la democracia. También lo es la negociación; cómo se negocia y quiénes negocian es un termómetro para saber el estado de la representación democrática. Y eso no sólo plantea el problema de la participación del pueblo en el poder, sino otra vez el problema de la participación del pueblo en la propiedad y en el consumo, y no sólo en la propiedad que va más allá de los andrajos y el hambre, sino en la clásica de los medios de producción. De donde analizar la democracia sin el imperialismo, sin el capital monopólico y transnacional, y sin las clases, o los trabajadores que no tienen capital, es hablar, en nuestra América, con muy poca seriedad o con muy poca coherencia de la democracia. De modo que si nos planteamos hoy el problema de saber cómo anda por América la democracia tenemos que plantearnos cómo anda la represión, la negociación, la representación y la participación (González Casanova, 1986b: 4). Todo esto se conecta con lo dicho en 1965 en La democracia en México. En aquel entonces el contexto era diferente, es verdad, pero la apuesta de González Casanova por deinir qué es o debe ser la democracia, no. Ayer como hoy, la democracia es la base del desarrollo económico, político y social de los pueblos. No hay democracia ni desarrollo de ningún tipo cuando existen condiciones de explotación; otra vez: cuando un porcentaje considerable de la población no tiene educación, salud, alimentación, trabajo, techo, justicia, derechos, dignidad y paz. Y también hoy, como ayer, para González Casanova la democracia implica incremento de la producción y distribución equitativa de la riqueza, poder de negociación y organización de los trabajadores, democratización interna de organizaciones, frentes, colectivos, sindicatos y partidos, y lo más fundamental: participación del pueblo en el poder. A pesar de todo lo ocurrido en la historia de la humanidad del siglo xx y lo que se vislumbra en el futuro, la defensa de la democracia en tiempos del neoliberalismo fue un objetivo fundamental en la trayectoria de Pablo González Casanova. Con todos estos cambios él siguió pensando en términos de democracia, explotación y socialismo. Por eso, después de 1989, el impulso que tomó fue para pensar la democracia sin exclusiones, universal y para todos. 352 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO Durante toda la década de 1990, aparecieron novedosos conceptos de lucha política, que poco a poco se hicieron comunes: respeto, dignidad, autonomía, poder alternativo, redes sociales. Como lo vislumbró González Casanova, los nuevos sujetos de la emancipación eran capaces de captar lo universal concreto en sus vidas particulares; descubrieron el mundo actual y las líneas de un mundo alternativo emergente y a ser construido. El cambio ocurrió primero en las regiones periféricas y después en las centrales. Se dio entre los pobladores urbanos marginados, entre los movimientos de jóvenes, mujeres, homosexuales, desempleados, endeudados, excluidos, y en algunos de los viejos movimientos de campesinos y trabajadores o de revolucionarios y reformistas. De entre todos ellos González Casanova vislumbró el aporte de los movimientos “de las etnias, de los pueblos indios que captaron la vieja y nueva dialéctica del mundo desde las formas de opresión, discriminación y explotación local hasta las transnacionales, pasando por las nacionales e internacionales” (González Casanova, 2006a: 430). En 1994, en un pequeño rincón del mundo conocido como La Lacandona, un movimiento armado de indios mexicanos planteó un nuevo proyecto de “democracia universal” muy semejante al que había pensado González Casanova. El esbozo de ese tipo de democracia para todos tuvo su inspiración en la cultura maya. La enarbolaba Ejército Zapatista de Liberación Nacional (ezln). Sorpresivamente, Pablo González Casanova se había topado con uno de esos sujetos colectivos de los que había teorizado durante más de medio siglo. la primera revolución Del siGlo xxi Las especulaciones sobre lo que ocurría en el sureste mexicano comenzaron el domingo 2 de enero de 1994. Aunque desde que se dio a conocer públicamente el ezln, los actores políticos y sociales de ese año electoral reconocieron que las causas de marginación, pobreza y exclusión, justiicaban la demanda del grupo armado, creían que la vía no era la adecuada. Costaba demasiado trabajo a la intelligentsia nacional, a los políticos en turno, a la jerarquía de la Iglesia católica y al gobierno de Salinas de Gortari, reconocer que los indígenas se sublevaran militarmente. El subsecretario de Gobernación del momento, Ricardo García Villalobos, expresaba que la región padecía un grave rezago histórico, por lo 353 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL que la demanda social era válida, sin embargo, al mismo tiempo el funcionario no justiicaba que el ezln esgrimiera la situación social de pobreza de los indígenas chiapanecos “como pretexto para violentar el orden jurídico, confrontar la autoridad, violentar los derechos humanos de los ciudadanos y privar de la vida a otros chiapanecos que no son causa de sus problemas, ni tienen la capacidad de resolverlos”.2 En ese mismo tenor, Pablo Gómez escribió que las causas generales de la sublevación armada en San Cristóbal de las Casas, Las Margaritas, Altamirano y Ocosingo, cuatro cabeceras municipales chiapanecas, eran el atraso social, la pobreza y la opresión social, pero también censuraba la decisión de los indígenas; según su percepción de las cosas, esa decisión política, cerraba los caminos de la lucha civil y desentonaba con la situación general del país. Además le restaba perspectivas, liderazgo y programa político al movimiento (Gómez, 1994: 7). Carlos Montemayor, quien también reconocía por supuesto que el levantamiento armado era causa del hambre, la pobreza y la incapacidad gubernamental para brindar bienestar social a la región, lamentaba “profundamente que los campesinos indígenas hayan tomado la opción armada” (Montemayor, 1994: 9). A los tres obispos de Chiapas de esa época, Samuel Ruiz García de la diócesis de San Cristóbal; Felipe Aguirre Franco de Tuxtla Gutiérrez y Felipe Arizmendi Esquivel de Tapachula, les parecía que la angustia y el sufrimiento habían llevado a los miembros del ezln a una “apreciación subjetiva” de que los caminos pacíicos para la solución del conlicto estaban cerrados. Para los prelados, en aquellos años, a pesar de la grave situación, la mutua disposición al diálogo ofrecía caminos para evitar un daño mayor del que ya se había causado.3 No admitían el levantamiento armado tampoco los candidatos a la presidencia de ese año: Luis Donando Colosio Murrieta, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y Diego Fernández de Cevallos. Para el primero, la pobreza no era razón válida para quebrantar el orden legal y erosionar la paz social; según Cárdenas, no era recurriendo a las armas como se podían resolver los problemas del pueblo y, el tercero, Fernández de Cevallos, exigía una “solución rápida” al conlicto. 2 “Insta Gobernación al diálogo ante los sucesos en Chiapas”, La Jornada, 2 de enero de 1994, p. 9. 3 “Los tres obispos de Chiapas reprueban el levantamiento”, La Jornada, 2 de enero de 1994, p. 11. 354 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO Se rumoraba que los indígenas habían sido manipulados. Para políticos, obispos, intelectuales y los gobiernos de los tres niveles, las etnias eran carne de cañón de los líderes del ezln, quienes tendrían motivaciones personales e ideológicas en el conlicto. El pri, a través de su Comité Ejecutivo Nacional, condenaba el uso de las armas de los alzados y solicitaba al gobierno federal “aplicar la ley” e investigar para encontrar a los “instigadores” de tales hechos. El Congreso de la Unión, en voz de la presidenta de la Comisión Permanente, María de los Ángeles Moreno Uriegas, condenaba “la actitud de los grupos armados que han recurrido a la violencia, pretendiendo justiicarla como método para resolver los problemas que involucran y afectan a diversos grupos de mexicanos”.4 Por su parte, el gobierno local de Chiapas no hallaba dónde depositar la responsabilidad. Al villano perfecto lo encontró en los sacerdotes y diáconos de la diócesis de San Cristóbal y en la llamada teología de la liberación. Al coro de aceptar las causas de la rebelión, pero rechazar el uso de las armas, se unían Eraclio Zepeda, Juan Bañuelos, Elva Macías, Carlos Jurado, Carlos Olmos, Oscar Oliva y a ellos, Carlos Fuentes y Carlos Monsiváis. Este último agregaba que la violencia era inútil además de devastadora y que el callejón sin salida aparente era producto del punto de partida y llegada de “todo voluntarismo y toda alucinación mesiánica”. A Sergio Pitol todo le parecía “misterioso”, aunque supiera que en el fondo de todo estaba la miseria; se resistía a darle crédito a la decisión de los indígenas: “¿a quién le puede interesar levantar en armas a estos grupos que son fácilmente levantables debido a la miseria en que se encuentran?”5 Alberto Aziz Nassif, por su desconocimiento del origen y características del ezln, se preguntaba ¿qué intereses se mueven por detrás a estos grupos que han decidido la vía de las armas? (Aziz, 1994: 6) y Rodolfo Stavenhagen cuestionaba a los alzados por su opción a las armas, su “análisis equivocado de la realidad nacional e internacional” y porque 4 “Mezcla de intereses personales y personas nacionales y extranjeros en los grupos violentos”; “Representantes del Congreso condenan ante Carlos Salinas de Gortari el recurso a la violencia”; “Condenan los tres obispos del estado la manipulación de indígenas y piden investigar el origen de los recursos del ezln”; “Condena el pri las acciones del Ejército Zapatista de Liberación Nacional”, La Jornada, 4 de enero de 1994. 5 “Se pronuncian intelectuales a favor de una solución pacíica en Chiapas”, La Jor­ nada, 4 de enero de 1994, p. 7. 355 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL todavía, para él, en ese año electoral existían “vías alternativas, pacíicas, democráticas, para luchar por la justicia social” (Stavenhagen, 1994: 21). Mauricio Merino coincidía con Stavenhagen y Adolfo Sánchez Rebolledo seguía preguntando quiénes estaban detrás de los guerrilleros. Mención aparte merecen las ideas de Octavio Paz sobre el conlicto. Al lugar común de que las causas había que buscarlas en el atraso histórico de los indígenas, en la discriminación y humillación de las que son víctimas durante siglos, el poeta le agregó a su diatriba que había grupos extremistas en el alzamiento que, por sus declaraciones y retórica, vociferaban retazos de ideas maoístas, teológicas, senderistas y revolucionarias. Para el premio Nobel de literatura la sublevación era irreal y estaba condenada al fracaso porque no correspondía a la situación del país y a sus aspiraciones. Las palabras del poeta presentaban claridad en su posición política, pero contradicciones en su discurso e ignorancia sobre el levantamiento armado: El movimiento carece de fundamentos ideológicos y, en materia militar, de pensamiento estratégico. También es notable el arcaísmo de su ideología. Son ideas simplistas de gente que vive en una época distinta a la nuestra. Al carácter quimérico de la sublevación, hay que añadir el culto a la violencia. Por las características del movimiento y por su intrínseca debilidad material e ideológica, esa violencia está destinada a revertirse en contra de los alzados mismos. Es una violencia suicida (Paz, 1994: 14). Luego de pronosticar que el desenlace militar sería rápido, Paz exige al ejército mexicano restablecer pronto el orden en Chiapas “con humanidad”, debido a que hay comunidades indígenas engañadas por un “grupo de irresponsables demagogos” a los que responsabiliza de la situación en general: Son ellos los que deben responder ante la ley y ante la nación. Han encabezado un movimiento sin porvenir y condenado al fracaso, pero los daños que han causado a la nación son muy graves. Han enturbiado el crédito internacional de México; comenzamos a ser ya el objeto de las especulaciones y de los juicios sumarios de la prensa mundial. Han sembrado la desconianza en nuestra economía precisamente en el momento de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio (Tlc), la Bolsa ha resentido inmediatamente el golpe. En in, han suscitado el descontento y la confusión en un periodo particularmente difícil de nuestra vida política (Paz, 1994: 14). 356 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO En este tenor Héctor Aguilar Camín sostenía que “la llana e increíble intención declarada por comandantes alzados de “acabar con el gobierno de la burguesía”, “poner in al capitalismo” e “implantar el socialismo en México”, eran lemas analfabetos de la izquierda anterior a la rendición de la URSS y la caída del muro de Berlín” (Aguilar Camín, 1994: 86). Veía en los primeros discursos del ezln “fosilizaciones ideológicas” que seguían vivas en México en grupos radicales y en las comunidades eclesiales de base. Para Aguilar Camín los grupos religiosos que trabajan en las zonas más pobres del país bajo la estela de la “opción de los pobres” y guiados por la teología de la liberación eran uno de los actores que habían tejido el alzamiento en el sureste mexicano. Por esta razón la Iglesia católica, según él, debía una explicación a la sociedad mexicana (Aguilar Camín, 1994a: 240). Desde otro frente, algunos matizaban la situación. Luis Hernández Navarro se refería a la organización permanente de organizaciones indígenas y campesinas, que autónomamente buscaban revertir la situación de abandono desde antes de que estallara el conlicto. Los indígenas en Chiapas “durante años buscaron encauzar de manera pacíica la indignación y el malestar de la población de la región” (Hernández Navarro, 1994: 9); sin embargo, sus demandas no fueron escuchadas y el problema fue que una parte de sus bases sociales se desbordó hacia la lucha armada. En el mismo tono se expresó Marco Rascón, al responsabilizar a los gobiernos federal y estatal, a la jerarquía eclesiástica, a la oligarquía y al salinismo de generar explotación, represión y control político contra los indígenas chiapanecos (Rascón, 1994: 10). Se unían a los anteriores Luis Javier Garrido, Adolfo Gilly y Rodolfo F. de la Peña. El primero declaraba que la rebelión de los pueblos indígenas de Chiapas era “una lección de dignidad para todos los mexicanos”, porque habían hecho algo que otros habían rechazado: “ponerse de pie y reclamar sus derechos” (Garrido, 1994: 21). Los segundos, se proclamaban por la aceptación del ezln como fuerza beligerante. Frente a esta andanada de declaraciones, desde el primero de enero de 1994, el vocero del ezln, subcomandante Marcos, explicaba a la prensa nacional e internacional que el levantamiento fue en respuesta a la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio (Tlc), la falta de condiciones para el desarrollo de unas elecciones libres y democráticas; que durante diez años habían realizado un trabajo político y militar para lle357 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL var a cabo la sublevación y que se trababa de un movimiento básicamente étnico, por lo que no se les podía catalogar como un ejército guerrillero clásico.6 En efecto, en la Primera Declaración de la Selva Lacandona, el ezln planteaba sus razones y demandas con las que difícilmente se le podría etiquetar de marxista, leninista, castrista, maoísta o cualquier otro término de la guerrilla latinoamericana. Al denunciar los 500 años de despojo y esclavitud contra los indígenas de México, se reconocían en el legado de los principales rebeldes y caudillos de la Independencia y la Revolución Mexicana. Al enmarcar su lucha en el artículo 39 de la Constitución, se apegaban a derecho y se abanderaban con principios liberales como los de justicia e igualdad, pero al mismo tiempo comenzaban a marcar una perspectiva particular de lucha desde los más pobres de la tierra: trabajo, tierra, techo, alimentación, salud, educación, independencia, libertad, democracia, justicia y paz, era la consigna de los indígenas. Esa lucha particular era en realidad el plan del pueblo mexicano y, como después se entendió, de la humanidad. Las incomprensiones inducidas o ingenuas, sinceras, con intereses o desinformadas de no pocos intelectuales, medios de comunicación, prensa escrita y los gobiernos en turno, continuaron. Como respuesta, el día 11 de enero de ese año, el ezln se encargó de repetir lo que ya habían declarado durante los primeros días del alzamiento para despejar cualquier duda y acabar con las especulaciones. Comenzaron su comunicado diciendo que sus acciones político-militares tenían la intención de denunciar, en México y en el mundo, las condiciones de pobreza extrema en que viven y mueren millones de indígenas mexicanos. A esta denuncia agregaban la falta de democracia y libertad de la que también daban cuenta otros mexicanos. Consideraban que el respeto a las libertades y a la voluntad democrática del pueblo eran requisitos para el mejoramiento de las condiciones sociales y económicas de los pobres. Aclararon que aunque en sus ilas se incluían militantes con credos religiosos diversos, no tenían liga alguna con autoridades religiosas de ningún tipo. Negaban que en sus miembros hubiera extranjero alguno que asesorara o entrenara a sus combatientes. Explicaron que las tácticas militares empleadas fueron aprendidas “de la historia militar mexicana, de Hidalgo, Morelos, 6 “Comandante Marcos: el ezln tiene diez años de preparación”, La Jornada, 2 de enero de 1994, p. 7. 358 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO Guerrero, Mina, de la resistencia a la invasión yanqui en 1846-1847, de la respuesta popular a la intervención francesa, de las luchas de resistencia indígena a todo lo largo de la historia de nuestro país”.7 Agregaban que los mandos y elementos de tropa de su ejército eran mayoritariamente indígenas y algunos pocos de otros orígenes sociales y de distintos estados del país. Aceptaban que no todos los indígenas de Chiapas estaban de acuerdo con su lucha, pero exigían que se les tomara en cuenta porque los tzotziles, tzeltales, choles o tojolabales que estaban de su lado eran miles. Sobre el uso del pasamontañas señalaban que era una medida de seguridad y una vacuna contra el caudillismo; con respecto al armamento hicieron mención de que nunca recurrieron a la delincuencia, el crimen, robo o secuestro para obtenerlo y se negaban a deponer las armas hasta que sus demandas fueran cumplidas. Le demandaban al gobierno federal que los reconociera como fuerza beligerante para iniciar un diálogo y el cese de las hostilidades, además del retiro del ejército mexicano de la región. Con esto último se podría conformar una comisión nacional de intermediación.8 Las posiciones políticas del ezln y su atipicidad como movimiento armado desconcertaron aún más a la intelligentsia mexicana, al presidente de la República, a los funcionarios del gobierno y a los partidos políticos. Curiosamente en el extranjero el movimiento alcanzaba simpatía y en México, sectores no convencionales en política, comenzaban a interesarse por las demandas del movimiento armado. En esto la táctica del ezln era clara, se trataba de atraer simpatizantes a su causa con un discurso incluyente pero dirigido a los sectores desplazados de la política profesional y oicial. Su llamado era para los obreros y campesinos pobres, maestros, estudiantes, intelectuales progresistas y honestos, amas de casa y profesionistas, y para todas las organizaciones políticas y económicas 7 “Da a conocer el ezln sus condiciones para iniciar el diálogo”, La Jornada, 11 de enero de 1994, p. 10. 8 Aun así, las críticas, sospechas y descaliicaciones al movimiento indígena continuaron. Arturo Warman, destacado antropólogo y etnólogo insistía en que el ezln no era un movimiento indígena, sino “un proyecto político-militar implantado entre los indios sin representarlos […] no debemos confundir [agregaba] no es la voz de los indios, simplemente algunos de ellos están presentes como en todas las expresiones de la vida nacional. La pobreza, la exclusión y la discriminación fueron un caldo de cultivo para el reclutamiento, pero no son la causa directa de la aparición de un movimiento políticomilitar que propone la guerra total y prolongada” (Warman, 1994: 12). 359 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL independientes. El motivo difícilmente podía discutirse: lograr democracia, justicia y libertad para todos los mexicanos. El llamado pronto surtió efecto. El 12 de enero, una numerosa manifestación de organizaciones indígenas, campesinas, urbanas, políticas, estudiantiles, de mujeres, de jóvenes, intelectuales y personalidades de la vida nacional, se concentró en el Zócalo de la Ciudad de México;9 sus exigencias y demandas se sintetizaron en un texto leído por Miguel Concha Malo. En él se expresaba que la sociedad civil ahí reunida reclamaba urgentemente la paz, la participación para la solución pacíica y negociada del conlicto y la vida digna para todos, en particular para los indígenas y campesinos. También se reclamaba que se atendieran las causas que originaron el levantamiento, llamaban a un cese de las hostilidades, hacer valer el Estado de derecho, comprometerse a una salida pacíica y negociada del conlicto, la realización de elecciones transparentes, mantener el derecho a la libre expresión, reconocer al ezln como fuerza beligerante y reconocer a Samuel Ruiz como facilitador del diálogo.10 Carlos Salinas de Gortari a doce días de combate decidió, presionado por los hechos inmediatos y por intelectuales, políticos y sociedad civil en general, dentro y fuera del país, suspender toda iniciativa de fuego en Chiapas. Ofreció como amnistía el perdón a los que él denominaba “grupo agresor” si aceptaban la rendición y la “legalidad” de las instituciones. También nombró a Manuel Camacho Solís como comisionado para la Paz y la Reconciliación en Chiapas.11 Sobre la amnistía y el perdón propuestos por el gobierno mexicano, el ezln respondió el 18 de enero con aquel comunicado memorable: ¿De qué tenemos que pedir perdón? ¿De qué nos van a perdonar? ¿De no morirnos de hambre? ¿De no callarnos en nuestra miseria? ¿De no haber aceptado humildemente la gigantesca carga histórica de desprecio y abandono? ¿De habernos levantado en armas cuando encontramos todos los otros caminos cerrados? ¿De no habernos atenido al Código Penal de Chiapas, el más absurdo y represivo del que se tenga memoria? ¿De haber demostrado al resto del 9 “Un ‘alto a la masacre’ encabezó la marcha por la paz en Chiapas”, La Jornada, 13 de enero de 1994, pp. 8 y 9. 10 “Concha: paz verdadera y vida digna para todos”, La Jornada, 13 de enero de 1994, p. 10. 11 “Ordena Salinas de Gortari cese al fuego unilateral en Chiapas”, La Jornada, 13 de enero de 1994, p. 3. 360 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO país y al mundo entero que la dignidad humana vive aún y está en sus habitantes más empobrecidos? (ezln, 1994: 89). El nombramiento de Camacho Solís como comisionado para la Paz, los zapatistas lo aceptaron con la condición de que el primero buscara verdaderamente una solución política al conlicto. Otra condición era que el gobierno federal reconociera al ezln como fuerza beligerante y lo instaron a que todas las propuestas de diálogo del gobierno en turno deberían ser dirigidas a través del obispo de San Cristóbal de las Casas, Samuel Ruiz García, de lo contrario no serían tomadas en cuenta. Con el paso de los meses, en 1994 el ezln adquirió cada vez más simpatía. Diversos sectores sociales e intelectuales cambiaron su percepción sobre el alzamiento armado. Fueron pocos los que se mantuvieron en la descaliicación del movimiento. El gobierno inició los diálogos con los zapatistas en febrero de ese año en la Catedral de San Cristóbal, con la mediación de Samuel Ruiz. El gobierno federal propuso algunos acuerdos mínimos, y en junio el ezln los rechazó, con lo que dio por terminado el diálogo con éste. Por ese tiempo el ezln decidió volcarse a mantener el diálogo con la sociedad civil. Lanzó la Segunda Declaración de la Selva Lacandona en la cual convocó a la primera Convención Nacional Democrática (cnD) con el objeto de redactar una nueva Constitución. El 16 de junio del mismo año, Manuel Camacho Solís renunció al encargo de comisionado para la Paz que le había otorgado Carlos Salinas de Gortari y que los zapatistas habían aceptado. En su lugar se nombró a Jorge Madrazo Cuéllar. Paralelamente a estos acontecimientos, en el año nuevo de 1994, Pablo González Casanova se encontraba en Cuba. “Había ido allí a ‘escondidas’ de sus amigos cubanos; al salir de nadar su mujer le gritó: ‘ven que está saliendo México en la televisión’. En la pantalla podía verse a los zapatistas que, encapuchados, tomaron San Cristóbal. A los dos días estaba de regreso en México” (Hernández Navarro, 2007: 80). Pronto se desplazó a la zona del conlicto. Quería entender lo que pasaba antes de emitir su opinión informada al respecto. Llegó a Ocosingo el 12 de enero; al saber de su llegada, Camacho Solís lo invitó a formar parte de la Comisión de Paz en el estado. Entrevistado en esa localidad chiapaneca, González Casanova expresó que el reto era lograr que los indígenas lucharan contra los caciques por la vía de la ley. Ese reto no sólo era para Chiapas sino para todo el país. Recuperar el derecho como forma de lucha 361 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL para democratizar el Estado, el país y la vida nacional era la meta.12 En suma, de lo que se trataba era de comenzar una larga travesía por la defensa y conquista de la democracia universal y para todos. “A partir de ese momento [González Casanova] comenzó a ir a San Cristóbal y a participar en reuniones donde también se encontraban zapatistas. En los encuentros se identiicó con el pensamiento rebelde. Con los días esa empatía fue creciendo” (Hernández Navarro, 2007: 81). El 21 de enero González Casanova escribió que en Chiapas quedaba “al desnudo la democracia de los caciques”, porque en ese estado más de un millón de indígenas exigían justicia. Precisaba que el problema real no consistía solamente “en negociar con el ezln, sino en reconocer derechos humanos y sociales brutalmente negados a los indígenas de ese estado” (González Casanova, 1994b: 12). Para él, lo verdaderamente importante de los acuerdos entre el ezln y el gobierno era que podría ser este un buen comienzo para una transición a la paz y la democracia en México. Precisaba también que la labor de Camacho Solís y Samuel Ruiz era fundamental para el inicio del diálogo; sin embargo, era enfático en su percepción de las cosas: “para lograr medidas más profundas que garanticen la restitución de tierras, aguas y bosques a los chamulas y otras etnias despojadas por los caciques, y para que se hagan realidad en forma pacíica, política y legal objetivos que hasta ahora no se pudieron alcanzar —de trabajo, tierra, techo, comida, salud y educación—, se requiere cambiar la correlación de fuerzas en un estado autoritario en que siguen dominando los caciques” (González Casanova, 1994b: 1). Aunque había algunas lagunas en el conocimiento de lo que en realidad eran los rebeldes, se comenzaba a clariicar en el pensamiento de González Casanova la necesidad de que las organizaciones sociales y democráticas de México asumieran “como suya la lucha de Chiapas a favor de los indígenas y los campesinos como ciudadanos con plenos derechos humanos” (González Casanova, 1994b: 12). De no responder a este llamado desesperado de los indígenas zapatistas, los caciques y todas las fuerzas retrógradas del país, temía el intelectual, impondrían un régimen de excepción. El llamado de González Casanova era para asumir una responsabilidad democrática frente estos acontecimientos bélicos. Para eso daba señales 12 “La paz, sólo el primer paso para solucionar el conlicto chiapaneco”, La Jornada, 13 de enero de 1994, p. 17. 362 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO del camino que debería seguirse: “a diferencia de 1928, hoy la construcción de un partido político no es la clave de la construcción del Estado. En 1994 se necesita más bien construir un sistema político y un nuevo Estado” (González Casanova, 1994c: 1). En otras palabras, el ex rector de la unam pensaba que el pri y el pan por sí solos no podían construir un sistema democrático; reairmaba la necesidad de pensar la democracia de manera más incluyente. Aunque no renunciaba a promover la lucha electoral, esto poco a poco lo alejaba de la lógica de los partidos en la que estuvo alguna vez en los años ochenta. De esta manera, expresaba, el nuevo sistema político debía construirse con el prD y con un Estado democrático sin exclusiones e injusticias. “La paz social y la reconciliación en Chiapas y en México están requiriendo —quiérase o no— un proyecto democrático electoral y participativo en que los pobres y los indios como actores políticos cambien la correlación de fuerzas en su favor dentro de la legalidad” (González Casanova, 1994c: 16). Pablo González Casanova aseguraba que sus airmaciones no eran una simple opinión, sino un juicio exacto desde una perspectiva de Estado con democracia. La lectura que le daba a los hechos y a la postura del ezln era bastante distinta de la de otros intelectuales. En contraste con Octavio Paz o Héctor Aguilar Camín, su idea era que “la emergencia del ezln como nuevo actor político, que no aparece como partido pero que está dispuesto a respetar las luchas electorales de los partidos, es sólo como un llamado indirecto a que el gobierno y los partidos hagan del sistema político un instrumento legal de lucha efectiva en que libertad, justicia y democracia no sean sólo una realidad verbal” (González Casanova, 1994c: 16). Interpretaba la voz de los indígenas como un reclamo justo sobre la democracia en México. La insistencia de González Casanova ante estos nuevos escenarios era la creación de las bases para un Estado democrático, de ahí la idea de la responsabilidad democrática. A ambas relexiones se añadía una más: el respeto a la dignidad de los indígenas (González Casanova, 1994e). Pero la situación se oscurecía con el paso de los meses. Luis Donaldo Colosio Murrieta, candidato a la presidencia de la República, era asesinado el 23 de marzo de 1994 en Lomas Taurinas, Tijuana. Héctor Aguilar Camín quiso relacionar estos hechos de violencia con la simpatía hacia el alzamiento zapatista: 363 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL durante tres meses asistimos en México a la consagración periodística de la violencia en Chiapas en una doble vertiente. Primero, con abundancia y saturación en el seguimiento de los hechos, hasta volverlos una moda periodística, con su dosis de noticia, sorpresa, emoción y misterio indumentario. Segundo, sobre todo por la absolución y aun la celebración que de esa violencia hizo una franja fundamental de la opinión pública, presentándola en distintas versiones como justiciera, excepcional, inevitable y, al cabo, renovadora de la historia de México […] los mismos sectores críticos que ayudaron centralmente a construir, a través de los años, el consenso nacional contra la violencia, fueron eslabones clave en la absolución celebratoria de la violencia chiapaneca de 1994. En el gran perol de los mensajes simbólicos —puentes imaginarios de la sensibilidad colectiva— es imposible desvincular el asesinato de Colosio del ambiente de prestigio y moda que dio a la violencia chiapaneca, más que el de una desgracia (Aguilar Camín, 1994b: 11). Posteriormente, Ángeles Mastreta y Rolando Cordera Campos irmaron una carta el 26 de marzo en el Correo Ilustrado del periódico La Jornada secundando las ideas de Aguilar Camín.13 En otra parte, pero en el mismo sentido se expresaron Octavio Paz y Gustavo Hirales. Contra las ideas vertidas por estos intelectuales, González Casanova escribió que el razonamiento por atribuir causa efecto al asesinato de Colosio señalando como culpables a los defensores de los indios y campesinos era “un viejo truco colonialista y oligárquico”. No le parecía razonable que “para algunos directores de nuestras grandes revistas literarias y sus colaboradores —por increíble que parezca— son los zapatistas y el clima nacional que se creó en torno a ellos y que exigió e impuso una respuesta de paz y conciliación, quienes causaron las condiciones para el reprobable asesinato de Colosio” (González Casanova, 1994f: 19). Y mientras eso se pensaba en las esferas intelectuales del país, los zapatistas condenaban el terrorismo para el logro de cualquier in y aseguraban que “la línea dura y la opción militarista dentro del gobierno federal fraguó y llevó a término esta provocación para anular todo intento pacíico de democratización de la vida política nacional” (ezln, 1994: 202). Veían en ese crimen la oportunidad del gobierno para otorgarle sustento político e ideológico a su represión contra los indígenas, la ruptura del cese al fuego y, por ende, al diálogo por la paz. 13 “Condena al asesinato de Luis Donaldo Colosio”, La Jornada, 26 de marzo de 1994, p. 2. 364 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO Con el ánimo de enfatizar su lucha por la democracia en México, los zapatistas lanzaron la Segunda Declaración de la Selva Lacandona. Reiteraban que el problema, como lo había interpretado Pablo González Casanova, no era sólo un asunto de recursos cuanto de democracia, libertad y justicia. Era, un una palabra, un asunto de cómo entender el poder político. Expresaban que “replantear el problema del poder en este marco de democracia, libertad y justicia obligaría a una nueva cultura política dentro de los partidos. Una nueva clase de políticos deberá nacer y, a no dudarlo, nacerían partidos políticos de nuevo tipo” (ezln, 1994: 272). Esta era su concepción política del “mandar obedeciendo”. A razón de ello convocaron a la primera cnD. Se dirigieron a las organizaciones no gubernamentales, a las organizaciones campesinas e indígenas, a los trabajadores en general, a maestros, estudiantes, amas de casa, colonos, artistas, intelectuales y partidos independientes, para establecer un diálogo nacional con el tema de democracia, libertad y justicia. El 8 y 9 de agosto se llevó a cabo la cnD en Aguascalientes, Chiapas. Ahí estuvo Pablo González Casanova. Fue un momento clave en la identiicación de éste con los neozapatistas. Asistí al Aguascalientes —cuenta don Pablo—, me pidieron que hablara muy de manera inesperada. Afortunadamente el cielo o Júpiter me escucharon y cayó una tormenta que pospuso mi discurso hasta el día siguiente. Después Carlos Payán me invitó a ir a una casa donde estaban los compañeros. Allí pude sentarme a pensar qué era lo que iba a decir. Al día siguiente pronuncié el discurso más emotivo que he dado en mi vida. Estaba yo como en una especie de nacimiento,14 de esos que hacemos en México. A partir de ese momento me siento muy identiicado con ellos (Hernández Navarro, 2007: 81). Lo que dijo ese 9 de agosto de 1994 se centraba en que el discurso del subcomandante Marcos era “uno de los más notables de nuestra historia” porque unía estética y política, moral y política, la alegría de vivir, “y la decisión de morir para que los demás vivan”. Además expresó que la 14 “Así lo captó Elena Poniatowska en su crónica sobre la cnD (La Jornada, 16 de agosto de 1994): “Jamás había visto a Pablo González Casanova más entusiasmado. Por lo general es poker face, escucha con resignada ilosofía planteamientos y diatribas, pero ahora no cabía en sí de la admiración. Nunca un discurso le produjo tanto impacto, nunca un desile lo había conmovido tanto, nunca la porras habían sido más exactas” (Hernández Navarro, 2007: 81). 365 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL voluntad de paz del ezln al lado de los planteamientos generales de la cnD combinaba pensamientos y teorías que antes eran imposible ver juntos. Reforma y revolución, programas mínimos y máximos para la lucha se mezclaban sin ningún problema. Son, decía, “una invitación fundamental a la unidad con pluralismo, a la democracia con disciplina, a la acción humanitaria con efectividad, a la acción realmente humanista” (González Casanova, 1994h: 17). Lo que expresaba González Casanova lo observaba en Aguascalientes: un proyecto de democracia universal que nacía en ese foro zapatista. La unidad de obreros, campesinos, estudiantes, empleados, mujeres, indígenas, pueblos, hacía frente al vanguardismo y al caudillismo muy propios de los movimientos revolucionarios latinoamericanos. Lo que había escuchado en ese lugar era para él el más avanzado plan de lucha por la democracia de México. Pero como muchos, también tenía sus dudas en medio de su esperanza. Por ello le parecía urgente precisar las categorías y conceptos que se usaban en los discursos y diálogos. Como se trataba de una nueva experiencia, una nueva moral e imaginación, se debía aclarar que no se trataba de “un proyecto insurreccional, sino de un gran proyecto, de una gran transformación preferentemente pacíica, que con la democracia construya un mundo menos injusto en el que dejen de existir los hombres y las etnias hoy excluidos, marginados y explotados” González Casanova, 1994h: 17). Esa era para él la contribución de la cnD, la democracia universal que planteaba un principio: no habrá democracia en México ni en el mundo si los indígenas siguen en la opresión. El trabajo quedaba pendiente, no sólo precisar conceptos, sino también las estrategias pacíicas y legales para lograrlo. La responsabilidad quedaba después en que los ahí presenten nunca debían de olvidar su solidaridad con los zapatistas. También por ese tiempo escribió “Causas de la rebelión en Chiapas” (1994d), aunque el texto apareció publicado en diferentes lugares y fechas posteriores a su redacción.15 González Casanova sintió la necesidad de 15 En la revista Política y Sociedad, núm. 17, septiembre-diciembre, 1994, Madrid, pp. 83-94; Peril de La Jornada, 5 de septiembre de 1995; en el folleto editado por Javier Maldonado, México, 1995; Anuario Mariateguiano, vol. VIII, núm. 8, 1996, pp. 155-168; América Libre, núm. 10, pp. 76-89; Casa de las Américas, núm. 206, enero-marzo, 1997, pp. 124-136; Lugar del Sol, especial Chiapas, núm. 4, diciembre, 1998, pp. 3-7; “La Rebelión de la Selva”, Boletín del Partido de la Revolución Democrática, febrero de 2001, pp. 7-23. 366 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO explicar lo que pasaba en Chiapas y evitar las interpretaciones arbitrarias de “grandes escritores y poetas” que coreados por la televisión y amplios círculos oiciales, elaboraban nuevos mitos satánicos contra los indígenas. Contra los ideólogos neoliberales que intentaban explicar la rebelión de Chiapas como obra de marxistas trasnochados o extranjeros que manipulaban a los indígenas, Pablo González Casanova buscó los antecedentes y los factores que desencadenaron la rebelión zapatista. En primera instancia se reveló la herencia rebelde de los mayas contra los distintos sometimientos de conquista. Un segundo antecedente estaba en la crisis de la hacienda tradicional. El inal del “peón acasillado” proporcionó cierta “libertad” para que los peones abandonaran las incas cafetaleras, cañeras, maiceras y laboraran en otros empleos con características urbanas. Tanto en la selva como en la ciudad, tzeltales, tzotziles, choles, zoques, tojolabales y mestizos se relacionaron entre sí. Surgió entre todos una identidad de etnias oprimidas frente a inqueros y ganaderos. González Casanova interpretó que “la identidad empezó a formarse a mediados de los setenta. Aumentó en los ochenta con la Asociación Rural de Interés Colectivo Unión de Uniones (aric u de u), y culminó a ines de esa década con un proceso de integración de las organizaciones de etnias y trabajadores”. El asunto era que sus miembros habían dejado la servidumbre, pero no habían logrado incorporarse a ningún tipo de desarrollo en el país. Un tercer antecedente de la rebelión habría que buscarlo en la acción pastoral de la Iglesia católica inspirada por el Concilio Vaticano II y la Conferencia Episcopal de Medellín (González Casanova, 1994d). También la explicación de las causas de la rebelión zapatista pasaba por el camino que siguieron algunos líderes estudiantiles que sobrevivieron a la masacre de 1968. Por los años setenta, algunos de ellos llegaron a Chiapas, se internaron en la selva y discutieron con los indios y campesinos. “Propusieron elaborar un programa de luchas por tierras y salarios, por escuelas y clínicas, y en general por mejores condiciones de vida”. Hubo desencuentros y acuerdos. El más fuerte fue el respeto a la democracia de las organizaciones y la lucha contra la explotación. Los dos objetivos —el de la lucha contra la explotación y el de la lucha por la democracia— observó González Casanova, “se mantienen hasta hoy, y se han extendido como valores ya internalizados por las organizaciones de la Lacandona y del Ejército Zapatista de Liberación Nacional”. 367 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL Los mestizos aprendieron en la selva a discutir y decidir sobre la lucha revolucionaria, aprendieron a ser pueblo. “Se politizaron ellos mismos y se confundieron con los demás. Dejaron sus ideas marxista-fundamentalistas. Descubrieron que el reordenamiento del mundo sólo podría venir de una lucha por la democracia que incluyera y partiera de las autonomías y los derechos de los pueblos indios y de los pobres que no son indios hasta abarcar a toda la nación. Contando con ella, con sus trabajadores y su pueblo” (González Casanova, 1995d). La interpretación de las causas se enfocó también en la lucha por la tierra, bandera fundamental de los pueblos indígenas en el mundo. En Chiapas por lo menos desde 1971 tzeltales, tzotziles, choles, tojolabales y zoques han enfrentado gobiernos, monopolios o empresas para defender su tierra. Han sido expulsados de sus tierras por motivo de la explotación de maderas preciosas, la construcción de presas, la explotación del petróleo e incluso por fenómenos naturales como la erupción del volcán Chichonal en 1982. La tierra para los campesinos indígenas se tornó escasa y la población aumentó; a causa de esto comenzaron las invasiones a las tierras en posesión de inqueros. A raíz de ello “los conlictos agrarios se acentuaron en el Estado, y a principios de los ochenta, 400 incas y latifundios fueron invadidos por los campesinos; cien mil sobrevivieron como precaristas, 70 mil solicitaron tierras al Departamento Agrario sin que nadie los atendiera” (González Casanova, 1994d). Por estas acciones muchos líderes indígenas fueron asesinados y procesados penalmente. Sus familias y las comunidades a las que pertenecían padecieron la persecución y hostigamiento del ejército y “guardias blancas”. El colmo ocurrió el 7 de noviembre de 1991: Carlos Salinas de Gortari enviaba al Congreso de la Unión un proyecto de reforma al artículo 27 Constitucional. La propuesta era legalizar los latifundios simulados y dar por terminado el reparto de tierras. Ahora las tierras ejidales y comunales se podrían vender o comprar. Este fue otro elemento que González Casanova tomó en cuenta para explicar las causas de la rebelión. Además, la politización de los indígenas a raíz de los innumerables fraudes electorales en el estado, el racismo y la violencia contra ellos son factores que no debe faltar en la explicación de lo que ocurrió en Chiapas el primero de enero de 1994. Pablo González Casanova apuntó: “las estadísticas del terror no son coniables; son terribles. De 1974 a 1987 se cuentan 982 líderes asesinados tan sólo en una parte de la región indíge368 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO na de Chiapas; mil 84 campesinos detenidos sin bases legales; 379 heridos de gravedad; 505 secuestrados o torturados; 334 desaparecidos; 38 mujeres violadas; miles de expulsados de sus casas y sus tierras; 89 poblados que sufrieron quemas de viviendas y destrucción de cultivos” (González Casanova, 1995d). Este tipo de politización se constituyó irmemente para evitar muertes inútiles. Evitar la cooptación de los partidos y organizaciones del Estado, y defenderse del racismo y la violencia sistemática llevó a los indígenas zapatistas, aseguró, a defender su autonomía; este concepto, como el de dignidad, observó el sociólogo mexicano, “adquirió todos los periles de un nuevo proyecto de democracia. Muchos todavía no lo entienden. No descubren hasta qué punto, el movimiento iniciado en la Lacandona y en Chiapas —como el de México— no se detendrá hasta que se construya un sistema que respete las autonomías y que no quiera cooptar e integrar a los ciudadanos, que respete su dignidad no sólo en la guerra sino en la paz” (González Casanova, 1995d). Por estas razones surgieron en Chiapas “coordinadoras”, “consejos”, “uniones”, “bases populares” que entre líderes indígenas, catequistas, maestros y revolucionarios, colaboraron para generar una cultura democrática propiamente indígena. Luchar contra la explotación, la discriminación, la violencia y defender los precios de sus productos o la tierra está en la base de los objetivos de la democracia de los pueblos indios. En suma, entender la rebelión zapatista pasaba por reconocer la herencia rebelde de los indígenas del sureste mexicano, el in del “acasillamiento”, la lectura de la realidad por los caminos de la teología de la liberación, el encuentro de voluntades utópicas y democráticas, la defensa de la tierra, la lucha por la autonomía política y el enfrentamiento al racismo, la exclusión y la pobreza. El ezln, pensó González Casanova, aglutina todas estas experiencias en una revolución defensiva y democrática. Es cierto que hoy el conlicto en Chiapas ha sido documentado ampliamente,16 pero una manera poco explorada de entenderlo es a partir 16 Desde los primeros meses en que estalló el conlicto, varios medios de comunicación impresos comenzaron a sistematizar las distintas voces de los implicados en el asunto y a brindar una versión cronológica de lo sucedido. Posteriormente, surgieron análisis más detallados tanto de intelectuales, como de escritores y académicos especializados en asuntos indígenas. Para un conocimiento más detallado del levantamiento zapatista se puede consultar: Romero Jacobo, 1994; Trejo Delarbre, 1994; Gilly, 1997; Montemayor, 369 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL de la lente del trabajo de intermediación para la paz realizado por la Comisión Nacional de Intermediación (Conai) de la que formó parte Pablo González Casanova. Como bien se sabe, el ezln decidió ir a la negociación con el gobierno en gran medida porque la sociedad civil se interpuso entre los actores y consiguió llevarlos a la lucha en el terreno de la negociación política. Pero habrá que reconocer que la garantía de imparcialidad y conianza que el obispo de San Cristóbal de las Casas, Samuel Ruiz García, ofrecía a las partes, dio también origen al diálogo. La mediación del obispo era muy clara: construir la paz en el entendido de solucionar el conlicto. El primer trabajo de mediación lo hizo Samuel Ruiz al lograr sentar a las partes en la Catedral de San Cristóbal de las Casas. Sin embargo el diálogo se detuvo en los primeros días de junio debido a que el ezln rechazó la respuesta del gobierno federal al pliego de demandas de los rebeldes presentado el primero de marzo. Éstas consistían en 34 puntos; las más destacadas eran aquellas que demandaban convocar a una “elección verdaderamente libre y democrática”. Para lograr esto, el ezln creía necesario que renunciara “el titular del Ejecutivo federal y los titulares de los ejecutivos estatales que llegaron al poder mediante fraudes electorales” (ezln, 1994: 180). Luego venían más demandas particulares y nacionales: reconocimiento al ezln como fuerza beligerante, autonomía y respeto para los pueblos indígenas, energía eléctrica para todas la comunidades chiapanecas, revisión del Tratado de Libre Comercio, anulación de la reforma salinista al artículo 27 constitucional, creación de hospitales y viviendas para los pueblos indígenas, educación gratuita hasta la universidad, trabajo y salario digno, precio justo a los productos de los campesinos e indígenas, entre otras (ezln, 1994: 181-185). En un comunicado de prensa fechado el 2 de marzo de 1994, Manuel Camacho Solís aseguraba que la fórmula de la paz en Chiapas estaba deinida. Ya sin hostilidades creía que a partir de este diálogo, el ezln consultaría a sus comunidades y irmaría la paz. Reconocía Camacho Solís que de los 34 puntos del pliego petitorio, “los dos referentes a la 1997; Hirales, 1998; Avilés, 1998; Turcott, 1999; Peláez, 2003; Almeyra, 2006, y Villafuerte Solís, 2006. 370 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO democracia nacional no eran parte de la negociación, pero habían sido claramente contestados”. Camacho Solis expresó: La negociación tuvo límites: no se aceptó nada que pudiera debilitar el orden constitucional, la soberanía de México y la posibilidad de cambios democráticos. Una vez deinidos los límites, fue posible aprovechar el impulso para facilitar los cambios que necesita Chiapas. Los acuerdos deinitivos de paz en Chiapas serán irmados, por parte del gobierno federal y estatal, por el procurador general de la República, el secretario de la Comisión Nacional de Amnistía y Reconciliación para Chiapas y el secretario general de gobierno de Chiapas. Por parte del ezln, de aprobarlo sus comunidades, irmarán miembros de la comandancia general. Después de realizadas las consultas a las comunidades, con la irma de los acuerdos, la paz será un hecho.17 Las cosas no eran tan simples. Luego de que el ezln consultó a sus bases de apoyo sobre la propuesta del gobierno a sus demandas, el 12 de junio salió a la luz pública el resultado: 97.88 por ciento de los consultados no estuvieron de acuerdo en la propuesta de paz del Ejecutivo federal y así daban por terminado el diálogo de San Cristóbal.18 Mantenían su promesa de cese al fuego, buscar caminos verdaderos de negociación y diálogo y no interferir en el proceso electoral que se avecinaba. Pero el ezln no dejó de buscar soluciones al conlicto. El 8 de julio invitó al obispo Samuel Ruiz a formar parte de una nueva Comisión Nacional de Intermediación. Éste acepto pero el escenario comenzaba a enturbiarse drásticamente. La situación en el país se tensó aún más después del resultado de las elecciones de 1994, sobre las que pesaban dos asesinatos políticos, uno en marzo, el de Luis Donaldo Colosio y otro después, en septiembre, de Francisco Ruiz Massieu. Además, la limpieza de la elección convencía a muy pocos. Los resultados de esa jornada electoral presidencial le daban el triunfo a Ernesto Zedillo Ponce de León con 50.18 por ciento de la votación. Le seguía Diego Fernández de Cevallos, del pan, con 26.69 por ciento y en tercer sitio, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, del prD, sólo obtenía 17.08 por ciento de los votos (Pacheco Méndez, 1995: 168). Para los 17 Comunicado de prensa de Manuel Camacho Solís, 2 de marzo de 1994, disponible en: http://www.bibliotecas.tv/chiapas/mar94/02mar94.html [consultado el 18 de julio de 2010]. 18 Para una revisión más amplia de esta respuesta véase: ezln, 1994: 260-266. 371 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL actores cercanos al régimen, la elección de 1994 fue ejemplar. La vigilancia y la amplia participación ciudadana era el argumento clave para los optimistas. Sin embargo, si bien es cierto que la participación electoral se elevó a 77.73 por ciento del total de ciudadanos en listas nominales, Alianza Cívica aseguraba que habían ocurrido serias irregularidades. Tenían información sobre el uso de recursos públicos para beneiciar al candidato oicial y sobre un “patrón de violaciones sistemática al secreto del voto y de presión a los votantes de todo el país” (Aguayo Quezada, 2010: 424). Para Alianza Cívica, en dicha elección no hubo juego limpio, por lo que los derechos de los mexicanos aún no estaban asegurados. La falta de una cultura de respeto al voto era suiciente para cuestionar el optimismo de muchos, por lo que advertían a quienes “ingenua o interesadamente” celebraban la calidad de la elección, que con su actitud sólo contribuían “a ampliar el abismo que nos separa del sufragio efectivo y de procesos electorales creíbles y transparentes” (Aguayo Quezada, 2010: 425). En este mismo sentido se expresaron los consejeros ciudadanos del Instituto Federal Electoral (ife) Santiago Creel, Miguel Ángel Granados Chapa, José Agustín Ortiz Pinchetti, Ricardo Pozas Horcasitas, José Woldenberg y Fernando Zertuche: Ernesto Zedillo había ganado, pero los comicios habían sido inequitativos (Aguayo Quezada, 2010: 428). El Consejo Nacional del pan denunció una campaña negativa en contra de su candidato y, aunque reconocía avances en los procedimientos electorales, expresó que en la elección “prevaleció el viejo y corrupto sistema político mexicano, apuntalando a un partido de Estado con los dineros y favores de algunos multimillonarios” (Aguayo Quezada, 2010: 430), por lo que también le pareció inequitativo e injusto el proceso. En el mismo sentido se expresaron Cuauhtémoc Cárdenas, Heberto Castillo y el propio ezln. Respecto a este proceso electoral, Pablo González Casanova razonaba de manera diferente. Aunque se pronunció a favor de lo que para él era una “experiencia con la que México se quedaba con un sistema de partidos reales”, no quería llevar el debate a un optimismo ingenuo, ni tampoco a la descaliicación total de la vía electoral para acceder al poder y democratizarlo. Declaró que las elecciones fueron “sospechosas, por la 372 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO cantidad de trampas que hubo; no delictuosas” y se quedaba con la idea de que en el escenario político sería un error descartar la vía electoral debido a que ésta era “una forma de lucha que no tiene sustituto en la solución de los problemas de México”.19 Según González Casanova, lo que también dejaba para el análisis las elecciones presidenciales de 1994 era que la transición pacíica a la democracia planteaba dos problemas de tipo jurídico-político o políticojurídico. Por un lado se planteaba la creación de un sistema electoral avanzado con verdadera competencia democrática, más limpio y transparente, para que la elección de representantes populares, asambleístas, diputados, senadores y presidente de la República fuera más legítimo. Por otro lado, airmó, se plantea “un problema extraordinario en el que creo que podemos centrar un ejemplo a nivel mundial, que es la transformación de una lucha armada en lucha política y de este segundo asunto no debemos olvidarnos”.20 Se refería a la lucha zapatista. El autor de La democra­ cia en México veía conluir ambos proyectos, el de la transformación de la guerra del ezln en una lucha pacíica y legal, con una transición a la democracia a partir de una reforma política profunda en el país. Así, mientras la resaca de la jornada electoral terminaba, el gobierno federal continuaba su tarea de hostigamiento hacia el ezln desplegando tropas en la zona del conlicto, realizando desalojos en predios ocupados por simpatizantes zapatistas, entrenando a “guardias blancas” y una serie de provocaciones a los insurgentes. Por esas razones, el 8 de octubre de 1994, el ezln rompió el diálogo con el gobierno (ezln, 1995: 98-100). Ante esto, Samuel Ruiz García ve la necesidad de crear un espacio más amplio de mediación, integrado por personalidades de relevancia nacional que garantizara más imparcialidad, seguridad y conianza a las partes involucradas en el conlicto armado. Miguel Álvarez Gándara, miembro en aquel entonces de la Conai, relexiona sobre el punto: “la discusión era que [la Conai] no sólo fuera eclesial, ni fuera sólo chiapa19 Entrevista a Pablo González Casanova sobre las elecciones en México, realizada por Blanche Petrich con el título: “Error descartar la vía electoral como forma de lucha: González Casanova”, La Jornada, 1 de septiembre de 1994, pp. 1 y 12. 20 Entrevista a Pablo González Casanova sobre las elecciones en México, realizada por Miguel Ángel Ramírez, con el título: “Propone un sistema electoral más sencillo. El nuevo régimen será gobernable en la medida que atienda problemas”, El Nacional, 1 de septiembre de 1994, p. 11. 373 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL neca, que el carácter era nacional y por tanto tenía que ser un colectivo que relejara lo nacional y lo regional, que no podía ser sólo eclesial y que tenía que ser fundamentalmente civil”.21 Entonces el obispo de San Cristóbal se dio a la tarea de convocar a una nueva Comisión Nacional de Intermediación. Para integrarla buscó a Concepción Calvillo viuda de Nava, Juana María de García Robles, Juan Bañuelos, Eraclio Zepeda,22 Óscar Oliva, Alberto Székely, Raymundo Sánchez Barraza y Pablo González Casanova.23 La claridad era que esta “comisión tenía que ser una instancia civil, nacional y con presencia eclesial de Samuel Ruiz, con presencia chiapaneca. La instancia debía relejar lo chiapaneco, lo indígena, las culturas, el proceso previo del diálogo, experiencias de paz y de Estado, coniabilidad y capacidad de análisis y de propuesta (Álvarez Gándara, 2011). Los nuevos miembros de la Conai pronto se dieron a la tarea de pensar la manera en que funcionaría dicha comisión.24 Había un acuerdo básico: la igura central de la mediación era el obispo Samuel Ruiz, sus miembros contribuirían al fortalecimiento de su papel25 a través de su autoridad moral y acción política de interlocución diversiicada que respaldara el proceso de paz. En el caso de la relación de González Casanova con el obispo y en la comisión en general, narra Álvarez Gándara la estrechísima amistad y conianza que se genera entre los dos mayores, don Pablo y don Samuel. Era una conianza de don Pablo impresionante [hacia Samuel Ruiz] era un: “lo que diga don Samuel; lo que don Samuel marque la referencia, estoy de acuerdo”. Era de entrada no un don Pablo internamente crítico y en disputa del liderazgo, era impresionantemente solidario, discipli21 Entrevistado el 13 de diciembre de 2011, en la Ciudad de México, (Álvarez Gándara, 2011). 22 Renunció a la Conai en diciembre de 1994. 23 Existe una base de datos que ofrece públicamente los más de nueve mil documentos que recibiera la Conai entre enero de 1994 y julio de 1998. Véase: Conai, 2002. Para este trabajo fueron consultados algunos, cuando se haga referencia a ellos se remitirá al lector a la clasiicación que hizo la Conai de la siguiente manera: Conai, número de referencia: 4101402. 24 Conai, número de referencia: 4101405 y 4101601. 25 “Se entiende a la Conai como un colegio único, una persona moral, una instancia nueva que se integra y contribuye a la mediación de don Samuel. No se trata de una nueva mediación sino de una nueva etapa de la misma mediación. La Conai no sustituye sino respalda y da cuerpo a la acción del mediador”. Conai, número de referencia: 4101405. 374 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO nado, respaldador de las intuiciones y de las relexiones o propuestas de don Samuel […] el don Pablo orgánico es el que yo quisiera rescatarte; en todos sus otros mundos es un don Pablo generador, muchas veces solitario, un liderazgo con respaldo, plataformas; y yo al don Pablo que viví en la Conai y el don Pablo con quien se sorprendía don Samuel fue el don Pablo orgánico, que no sólo no le hizo problema, sino que fortalecía siempre la voz, el papel de don Samuel […] era de veras impresionante su disponibilidad, su generosidad, hasta humildad yo diría de don Pablo en la Conai (Álvarez Gándara, 2011). El día 26 de octubre, Pablo González Casanova envío a sus colegas una propuesta para el funcionamiento de la Conai. Lo más relevante de ésta fue el énfasis del sociólogo por “aclarar, con la mayor precisión posible, lo que (la Conai) considera como una paz con justicia y dignidad, y por la que sus miembros, como cuerpo colegiado, se propone luchar”.26 Instaba a aclarar que la paz en la que pensaban los integrantes de dicha comisión era aquella que permitiera transformar la lucha armada del ezln en una lucha legal y política, además de encaminarse a “la solución de los problemas más apremiantes como punto de partida para la solución de otros de mayor alcance”. Se refería también a los conceptos de justicia y de dignidad como base para denunciar y acabar con los fenómenos de discriminación, exclusión e intercambio comercial y económico injusto. La idea tenía como base que en un diálogo por la paz, las partes necesitan hablar el mismo lenguaje. Si se habla de paz, justicia y dignidad, argumentaba González Casanova, éstas deberán hacerse reales en las prácticas. Para él, los miembros de la Conai bien podían ser “considerados como comprometidos con los valores señalados y como no imparciales”, por la sencilla razón de que todos ellos estaban “dispuestos a promover un diálogo respetuoso entre las partes” que se encaminara a solucionar las injusticias y la falta de respeto a la dignidad de las mujeres y hombres indígenas, principalmente en Chiapas.27 La Conai consideró clave decidirse por servir a una paz que atendiera las causas con justicia y dignidad. El conlicto era asimétrico y sus miembros coincidían en que el país requería transformaciones, por lo que se 26 Conai, número de referencia: 4102603. El gobierno mexicano tenía sus reservas sobre la situación del conlicto, la manera de proceder del obispo Samuel Ruiz y la neutralidad de los miembros de la Conai. Conai, número de referencia: 4101801. 27 375 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL necesitaba darle su lugar a los pueblos y culturas, por lo tanto no podían ser neutrales. Así lo hizo saber Miguel Álvarez Gándara en entrevista: El ejemplo que usábamos en la Conai era el del sube y baja. Si la parte fuerte no quiere moverse, la parte débil no tiene cómo y entonces sólo puedes ayudar al débil o poniendo tu peso de su lado sentándote con él o jugar en medio y mover el eje. La clave entonces es que no es equidistante, no puedes tener una relación de mediación equidistante ante partes desiguales. Entonces eso nos hizo entender que la clave no estaba en que la Conai pusiera los contenidos, eso le tocaba a las partes, sino que la Conai ayudara al proceso encargándose de lo metodológico, de los procedimientos (Álvarez Gándara, 2011). González Casanova coincidía con esto porque observaba cierta incomprensión hacia quienes luchaban por una política de paz con justicia y dignidad de los pueblos indios y pobres. Veía recelo de no pocos intelectuales, empresarios, clase política y parte de la sociedad mexicana hacia los zapatistas y hacia quienes luchaban con ellos para que transformaran su lucha armada en pacíica y de esa manera resolver las causas que dieron origen al conlicto. En este sentido, en la concepción estratégica de lo metodológico y de cómo apoyar en el servicio político de los procedimientos para el diálogo, las aportaciones de González Casanova fueron fundamentales (Álvarez Gándara, 2011). González Casanova estaba seguro de que un paso para el diálogo era reconocer la falta de una democracia que no excluyera a los indígenas de la representación y decisión ciudadana (González Casanova, 1994g: 16). Por tal razón, pensar la paz era descubrirla no sólo en el discurso, sino hacerla en la práctica. La preocupación de González Casanova por la paz en Chiapas era sincera. A sus colegas miembros de la Conai les envió sus apreciaciones de la situación el 25 de noviembre de 1994. Posteriormente la Conai desplegó un comunicado, el 10 de diciembre, en el periódico La Jornada, en el cual alertaba de la situación extremadamente grave que se vivía en el país en aquel momento. Ante el peligro de una guerra civil, alentaba a seguir el camino de la “política con el pueblo y sus organizaciones”. Sólo así, expresaba, se evitaría la guerra. La propuesta de los miembros de la Conai era: a) que el gobierno de la República propusiera un diálogo que incluyera temas nacionales, que concretara la resolución a los problemas de la tierra, de las autonomías, y de la transformación del sistema de gobierno y que evitara políticas de 376 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO imposición o cooptación de individuos con el objetivo de eliminar movimientos pacíicos; b) que la sociedad civil asumiera el reto de mantener vivo el camino de la política y que el ezln, sin renunciar a su dignidad, continuara “construyendo los puentes de entendimiento y negociación política que volvieran deinitivamente innecesaria la ofrenda de sus vidas y los medios de la guerra”. Con la llegada de Ernesto Zedillo Ponce de León a la presidencia de México, las cosas cambiaron drásticamente. Luego de que éste enviara “señales” de diálogo a los jefes zapatistas, los insurgentes sólo veían escaramuzas de guerra por parte de las fuerzas armadas, que hacían aparecer los planteamientos de Zedillo “como una burla” (ezln, 1995: 166), por lo que el 8 de diciembre de 1994, a las 09:45 horas, los rebeldes dieron por terminado “su compromiso de respeto al cese al fuego”, con lo que la tregua quedaba rota (ezln, 1995: 169). Mientras tanto, el 14 de diciembre, el presidente Ernesto Zedillo pronunciaba un discurso desde el salón Venustiano Carranza, en la residencia oicial de Los Pinos, en el que proponía establecer una Comisión para el Diálogo y la Mediación por la Paz, integrada por miembros del Congreso de la Unión, con el propósito de mediar entre las partes en conlicto. La propuesta tenía la intención de que los partidos políticos representados en el Congreso de la Unión nombraran a un legislador de cada una de las cámaras para integrar dicha comisión. Con dos miembros del Partido Acción Nacional, dos del Partido de la Revolución Democrática, dos del Partido Revolucionario Institucional y uno del Partido del Trabajo, el presidente Zedillo pensó que así se relejaría la pluralidad política de la representación nacional, y a la vez relejaría el consenso que según él existiría entre todas las fuerzas y partidos políticos por la paz con dignidad y justicia. Con esta comisión, para el titular del Ejecutivo de aquellos años, estaba garantizada la independencia y neutralidad requeridas para la labor de mediación y con ella era posible lograr una negociación de la paz con los rebeldes zapatistas. El ezln ijó su postura al respecto el 17 de diciembre de ese año. En primer lugar hacía ver que a una instancia gubernamental no podía reconocérsele capacidad de mediación por el simple hecho de ser parte del conlicto. Sobre el tema de la neutralidad, los insurgentes argumentaban que los legisladores no podían ser imparciales en el conlicto, puesto que los miembros del pri eran parte del gobierno y los opositores estaban 377 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL contra el gobierno, por lo que ningún legislador estaba capacitado para mediar en el conlicto. Para el ezln los únicos capaces de desempeñar un papel efectivo como mediadores entre su movimiento y el gobierno federal eran los miembros de la Conai (ezln, 1995: 172-173).28 La gravedad del momento llevó al obispo Samuel Ruiz García a iniciar un ayuno total y permanente; a la sociedad civil nacional e internacional a movilizarse y a que los pronunciamientos de intelectuales, organizaciones civiles y de la sociedad en general le exigieran al gobierno el reconocimiento de la Conai como mediadora en el conlicto, la desmilitarización en el estado de Chiapas y el reinicio inmediato del diálogo. Días más tarde en el boletín de prensa número 018/94 la Secretaría de Gobernación, a través de la Dirección General de Comunicación Social, informaba a la nación que aceptaba la mediación de la Conai en el conlicto.29 Eran las 22:15 horas del 23 de diciembre de 1994. El ezln reconocía a la Secretaria de Gobernación como representante del poder Ejecutivo e informaba que toda comunicación del gobierno hacia el Comité Clandestino Revolucionario Indígena (ccri) debería hacerse a través de la Conai. Además, saludaba el retiro de las tropas federales de su territorio. Por su parte los legisladores, por acuerdo del pleno de las Cámaras de Diputados y Senadores del Congreso de la Unión, constituían la Comisión de Diálogo y Conciliación. La representaban por el pan: Luis Héctor Álvarez Álvarez y Rodolfo Elizondo Torres; por el prD: Heberto Castillo Martínez, Juan Guerra, Guillermo del Río Ortegón y César Chávez Castillo; por el pT: Marco Cruz Martínez, y por el pri: Pablo Salazar Mendiguchía y Jaime Martínez Veloz. Los miembros de esta comisión advirtieron que su papel principal estaría en la parte sustantiva del proceso de diálogo y negociación de la paz, en los aspectos legislativos y de instancia de conciliación. Con la instancia de mediación restablecida se dio paso a una distensión del conlicto. Samuel Ruiz levantó su ayuno y el 15 de enero de 1995, en presencia de la Conai, se entrevistaron Esteban Moctezuma, nuevo titular de Gobernación, y el vocero del ezln, el subcomandante insurgente Marcos. En ese mismo mes los miembros de la Conai elaboraron las bases del diálogo y centraron sus esfuerzos para que la tregua se mantuviera. 28 Conai, número de referencia: 4121703. Comunicado de prensa de la Secretaría de Gobernación del 23 de diciembre de 1994, disponible en: http://www.bibliotecas.tv/chiapas/dic94/23dic94c.html [consultado el 18 de julio de 2010]. 29 378 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO Paradójicamente, el 9 de febrero de 1995, justo cuando la Conai daba a conocer las “Bases del diálogo y la negociación”, el gobierno federal rompía el diálogo e iniciaba una nueva ofensiva jurídica y militar contra los líderes del ezln. El avance militar hacia zonas zapatistas con la toma de sus poblados y comunidades obligó al ezln a replegarse a las montañas y a las bases de apoyo a abandonar sus hogares provocando con ello el desplazamiento de miles de indígenas. En este mismo escenario se intentó desprestigiar a Samuel Ruiz y a los miembros de la Conai, pero la respuesta de la sociedad civil y las distintas voces en el terreno nacional e internacional detuvieron nuevamente la dinámica de la guerra. En medio de esta crisis, Pablo González Casanova se encontraba en Cuba. En ese país recibiría el doctorado honoris causa por la Universidad de La Habana. Ahí no perdió la ocasión para hablar sobre lo que ocurría en Chiapas. “Repensar la Revolución” (1995e) fue el título de su discurso pronunciado durante la ceremonia. En él hacía saber a los cubanos su trabajo en la Conai. Expresaba que formar parte de esa comisión, le había “permitido enfrentar un problema esencial: ¿Cómo transformar la lucha militar en lucha política, cómo impedir la guerra interna y transformarla en política interna? O dicho de otro modo, ¿cómo realizar una negociación sin que esperemos diez, veinte o treinta años de guerra para sentarnos a la mesa?”, se refería a este papel para que sus colegas cubanos conocieran su lucha y posición política de ese momento. Pero el tema a tratar era repensar la historia, la sociedad y la revolución en el mundo actual. Lo hizo desde lo que denominó “la revolución de los pobres entre los pobres”. Se refería al alzamiento zapatista del primero de enero de 1994 que para él era la primera revolución del siglo xxi. El problema a plantear, repensar la revolución, era un problema universal que surgía en un lugar particular: la Selva Lacandona. En ese lugar, decía González Casanova, se piensa la revolución con una inmensa profundidad. Construyen pensamientos desde conceptos y acciones novedosas para abrir caminos contra la explotación. Después explicó al pueblo cubano lo que había encontrado en Chiapas. Les dijo que el discurso zapatista se conjugó a partir de dos lenguajes y maneras de actuar: la de quienes ya pensaron y actuaron en revoluciones anteriores y repiensan los conceptos de marxismo-leninismo, la liberación, la independencia nacional o la democra- 379 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL cia popular, acotándolos y enriqueciéndolos con las nuevas luchas, y la de quienes por primera vez cobran conciencia revolucionaria, se integran a la lucha, participan en ella, y enriquecen su visión, al principio personal y local y después nacional y universal (González Casanova, 1995e). Les informaba de un acontecimiento nuevo en la historia, que la zapatista era la primera revolución del siglo xxi que más que tomar el poder interpeló al gobierno para que hiciera elecciones limpias; que su discurso y accionar no eran azarosos; que asimilaron la historia que dejó el movimiento popular en el mundo, América Latina y México, y que los éxitos y fracasos de soviéticos, vietnamitas, cubanos, nicaragüenses, salvadoreños y las guerrillas estaban en la memoria de los movimientos campesinos y de los pueblos indios de México (González Casanova, 1995e). González Casanova discurría en la Plaza de la Revolución que esa experiencia histórica de los zapatistas hacía que la interpelación de su discurso no fuera unívoco sino plural. Convocaba a todas y todos aquellos que quieren un mundo “donde quepan muchos mundos”. Además, la lucha por la dignidad constituía la base moral de los zapatistas con la que difícilmente se podría diferir, porque la conjugaban con lo que todo mexicano anhela: democracia, libertad y justicia, pero le daban “seguridad” con las armas. Sin embargo, seguía en su discurso, la lucha armada no es el centro de su política. Exploran diversas maneras de hacer política sin perder el objetivo de la democracia universal, de todos y sin exclusión. Se suman a demandas liberales y republicanas como exigir democracia con justicia y libertad, rechazar el presidencialismo o demandar equilibrio de poderes soberanos. Se declaran revolucionarios sin proclamarse la vanguardia. Exorcizan el caudillismo con el “mandar obedeciendo” de sus pueblos. De esta manera, para González Casanova, “el movimiento zapatista supera las graves experiencias autoritarias antiguas y modernas, de caudillos latinoamericanos y ‘nomenclaturas al estilo ruso’. Ve en la opresión de la mujer, la de la humanidad, y descubre al niño político” (González Casanova, 1995e). En su hablar, relataba que durante las distintas etapas del conlicto con el gobierno de México, los zapatistas consultaron siempre a sus pueblos para saber el paso que darían. También pidieron parecer a la sociedad civil no indígena. Los consultaban para saber su destino, pero a la vez los 380 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO interpelaban para que ellos también lucharan por una paz con justicia y dignidad. Paradójicamente, a pesar de estar armados, los zapatistas quieren que las cosas cambien pacíicamente. Los cubanos escucharon de González Casanova que los indígenas de Chiapas estaban politizados y su ilosofía tendía a lo universal desde sus demandas locales, por la razón de que exigir tierra, alimentación, salud, educación, techo, trabajo, justicia, libertad y democracia para todos, era un programa político universal. Era el programa de la humanidad para vivir con paz y dignidad. Esa era su aportación, era la nueva alternativa de democracia universal. Al inal de su discurso, Pablo González Casanova les preguntó a los cubanos: Y nosotros, los que vivimos luchas anteriores por la liberación, la socialdemocracia, el marxismo-leninismo, ¿qué podemos y debemos hacer cuando se enriquecen con la vida viejas categorías, mientras surgen otras como realidades y sueños que antes no existían, y nos invitan a construir el futuro en este momento en que ya ninguno de nosotros tiene una idea clara del sucederse de las etapas históricas y dialécticas? Ahora, en cada etapa, con ellos, trataremos de construir otras mejores, a sabiendas de que nuevas generaciones construirán las etapas venideras con experiencias que todavía no tenemos (González Casanova, 1995e). Cuando González Casanova volvió a México la guerra en Chiapas estaba de nuevo al acecho. La paz no estaba asegurada aún, por lo que del 27 de febrero al 23 de abril de 1995, se inició un periodo extraordinario de sesiones en el Congreso de la Unión para discutir una Ley de Amnistía. El presidente Ernesto Zedillo y la Comisión Legislativa abrieron un proceso legislativo hasta la promulgación de la Ley para el Diálogo, la Reconciliación y la Paz Digna en Chiapas. Fue así como se integró la Comisión de Concordia y Paciicación (Cocopa) y se suspendieron las órdenes de aprehensión de los dirigentes zapatistas, además de que el ejército federal se retiró nuevamente de la zona de conlicto. La Conai propuso las Bases para el diálogo y la distensión y fue el 28 de marzo de 1995 cuando se anunció la preparación del primer encuentro en el marco de la Ley para el Diálogo. Los primeros encuentros entre el gobierno y el ezln se produjeron en este marco el 9 de abril en la Selva Lacandona. Los acuerdos fueron sólo para instalar las bases del diálogo. Las partes le llamaron Protocolo de Bases para el Diálogo y la Negociación 381 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL del Acuerdo de Concordia y Paciicación con Justicia y Dignidad. Hacían referencia a la buena fe de las partes para dialogar, al respeto mutuo, la voluntad para asumir los compromisos y la objetividad de la información (ezln, 1995: 304). Ahí acordaron que la sede permanente del diálogo sería San Andrés Larráinzar, Chiapas.30 El 22 y 23 de abril del mismo año, en un ambiente muy conlictivo, se realizó el segundo encuentro. Como era de esperarse, pronto comenzaron los desencuentros. El ezln denunció que los delegados gubernamentales no hablaban de paz, sino de rendición y que no tomaban en cuenta sus propuestas (ezln, 1995: 324). Durante los siguientes meses el gobierno federal y el ezln trataron de sentar las bases de distensión del diálogo infructuosamente. La Conai y dentro de ella González Casanova, diseñaron medidas que permitieran distender el conlicto y así reanudar el diálogo.31 Paralelamente, los zapatistas promovieron un diálogo nacional como estrategia política. En el mes de junio, convocaron a una consulta nacional para conocer la opinión de la sociedad civil en torno a sus demandas indígenas, la necesidad de construir un frente opositor, la reforma política y el futuro del ezln (ezln, 1995: 410). La consulta se llevaría a cabo el día 27 de agosto de 1995. Los zapatistas ijaron su posición. Dijeron que la consulta era una muestra más de su disposición al diálogo, pero al mismo tiempo convocaron a las “fuerzas democratizadoras” para lograr los cambios que el país requería. Estaban seguros de que una nueva cultura política estaba naciendo y ellos sólo se sumarían a ella. Estaban dispuestos a aprender. Los zapatistas se comprometerían a “escuchar la voz del pueblo de México en la consulta y a caminar, en consecuencia, de acuerdo con los resultados. La consulta normaría el andar del ezln (ezln, 1995: 431). La consulta la realizó Alianza Cívica y contenía las siguientes seis preguntas: 1) ¿Estás de acuerdo en que las principales demandas del pueblo mexicano son: tierra, vivienda, trabajo, alimentación, salud, educación, cultura, información, independencia, democracia, libertad, justicia, paz, seguridad, combate a la corrupción y defensa del medio ambiente? 2) ¿Deben las distintas fuerzas democratizadoras unirse en un amplio frente ciudadano, social y político de oposición y luchar por 30 31 Conai, número de referencia: 5040902. Conai, número de referencia: 5052701. 382 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO estas 16 demandas principales? 3) ¿Los mexicanos debemos hacer una reforma política profunda que garantice la democracia? —respeto al voto, padrón coniable, organismos electorales imparciales y autónomos, participación ciudadana libre, incluida la no partidaria y no gubernamental, reconocimiento de las fuerzas políticas nacionales, regionales y locales, equidad para todos—. 4) ¿Debe el ezln convertirse en una fuerza política independiente y nueva, sin unirse a otras organizaciones políticas? 5) ¿Debe el ezln unirse a otras fuerzas políticas y organizaciones y, juntos, formar una nueva organización política? 6) ¿Debe garantizarse la presencia y participación equitativa de las mujeres en todos los puestos de representación y responsabilidad en los organismos civiles y en el gobierno? El 28 de agosto de ese año, Alianza Cívica dio a conocer las respuestas en porcentajes. El total de mexicanos que participaron en la Consulta fue de 1 300 000 y la Consulta Internacional por la Paz contó con casi 60 000 participantes de 28 países. Los resultados fueron los siguientes: A la primera pregunta respondió sí 97.7 por ciento de los encuestados, no 1.18 por ciento y 0.95 por ciento no supo. En la segunda pregunta 94.42 por ciento contestó que sí, 4.59 por ciento que no y no supo 2.99 por ciento. A la tercera por un sí respondió 95.37 por ciento, no 2.18 por ciento y no supo 2.45 por ciento. En la cuarta 57.3 por ciento respondió que sí, no 33.68 por ciento y que no sabían 8.79 por ciento. En la quinta 41.43 por ciento dijo que sí, 50.56 por ciento que no y 8.01 por ciento no supo. En la última pregunta dijo sí 93.53 por ciento de los encuestados, no 3.55 por ciento y no supo 2.92 por ciento. En octubre de 1995 iniciaron las negociaciones de la Primera Mesa en San Andrés, Derechos y Cultura Indígena y a inales de marzo de 1996, las de la Mesa 2, Democracia y Justicia, en medio de violencia y provocación del ejército y el gobierno federal. El desenlace de esta historia es bastante conocido.32 En este contexto Pablo González Casanova no dejaba de insistir en las posibilidades que se tenían para transitar a una democracia verdadera en México. Había según él “tres vías posibles de transición: 1) el pacto político y social con los pueblos indios, 2) el proyecto de reforma del 32 Para todo el proceso de los Acuerdos de San Andrés entre el ezln y el gobierno federal véanse: Conai, 2001; Hernández Navarro, 1998. 383 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL Estado, asociado al proyecto de democratización, justicia y gobernabilidad y 3) el proyecto de una política económica alternativa apoyada por la sociedad civil, del cual es una expresión muy importante el movimiento iniciado por Alianza Cívica” (González Casanova, 1995f: 13). Pero existían también otras vías, como la privatización de la tierra, el cambio del Estado populista en Estado neoliberal y el fortalecimiento de esa política económica que se traducía en subdevaluación del peso para abaratar las mercancías y servicios, disminución de salarios y seguridad social del pueblo mexicano. Por ello González Casanova pensaba que la alternativa estaba en un régimen democrático con justicia y dignidad que se construiría desde la sociedad civil y los pueblos de México. Pero el conlicto chiapaneco todavía estaba en la realidad nacional. Al empezar enero de 1996, el ezln lanzó su Cuarta Declaración de la Selva Lacandona. En dicha declaración comenzó otra etapa de su lucha y otro pensamiento social que se erige como universal. Daban a conocer al pueblo de México y a los pueblos y gobiernos del mundo aquella famosa frase del “para todos todo, nada para nosotros”.33 Le decían al mundo entero que su lucha era: por hacernos escuchar, y el mal gobierno grita soberbia y tapa con cañones sus oídos. Nuestra lucha es por el hambre, y el mal gobierno regala plomo y papel a los estómagos de nuestros hijos. Nuestra lucha es por un hecho digno, y el mal gobierno destruye nuestra casa y nuestra historia. Nuestra lucha es por el saber, y el mal gobierno reparte ignorancia y desprecio. Nuestra lucha es por la tierra, y el mal gobierno ofrece cementerios. Nuestra lucha es por un trabajo justo y digno, y el mal gobierno compra y vende cuerpos y vergüenzas. Nuestra lucha es por la vida, y el mal gobierno oferta muerte como futuro. Nuestra lucha es por el respeto a nuestro derecho a gobernar y gobernarnos, y el mal gobierno impone a los más la ley de los menos. Nuestra lucha es por la libertad para el pensamiento y el caminar, y el mal gobierno pone cárceles y tumbas. Nuestra lucha es por la justicia, y el mal gobierno se llena de criminales y asesinos. Nuestra lucha es por la historia, y el mal gobierno propone ol33 “Nosotros nacimos de la noche. En ella vivimos. Moriremos en ella. Pero la luz será mañana para los más, para todos aquellos que hoy lloran la noche, para quienes se niega el día, para quienes es regalo la muerte, para quienes está prohibida la vida. Para todos la luz. Para todos todo. Para nosotros el dolor y la angustia, para nosotros la alegre rebeldía, para nosotros el futuro negado, para nosotros la dignidad insurrecta. Para nosotros nada” (ezln, 1997: 80). 384 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO vido. Nuestra lucha es por la Patria, y el mal gobierno sueña con la bandera y la lengua extranjeras. Nuestra lucha es por la paz y el mal gobierno anuncia guerra y destrucción (ezln, 1997: 80). Se posicionaban con mayor fortaleza y energía como un movimiento rebelde indígena. Se defendían contra quienes los condenaban al olvido y ratiicaban su lucha por la democracia, la libertad y la justicia en México desde una perspectiva de la liberación nacional. En esta Cuarta Declaración llamaron a “todos los hombres y mujeres honestos”, a participar en la nueva fuerza política nacional que denominaron Frente Zapatista de Liberación Nacional (fzln), una organización civil y pacíica, independiente y democrática, mexicana y nacional, que lucharía por la democracia, la libertad y la justicia en México. Su objetivo central no era la conquista del poder, sino la construcción de la democracia, la libertad y la justicia para todos. Se llamó a construir una nueva fuerza política que formara parte de un amplio movimiento opositor, el Movimiento para la Liberación Nacional (mln), como lugar de acción política ciudadana donde conluyeran otras fuerzas políticas de oposición independiente, espacio de encuentro de voluntades y coordinador de acciones unitarias. Los requisitos eran que sus integrantes no desempeñaran ni aspiraran a cargos de elección popular, que no fuera un partido, que no aspirara a tomar el poder, sino que pudiera “organizar las demandas y propuestas de los ciudadanos para que el que mande, mande obedeciendo”. Se pensaba en una fuerza política que organizara la solución de los problemas colectivos “aun sin la intervención de los partidos políticos y del gobierno”, que luchara contra “la concentración de la riqueza en pocas manos y en contra de la centralización del poder”. Por su parte el gobierno, a través de la Cocopa, daba por concluida la primera de las seis etapas del Diálogo de San Andrés, puesto que suponía que los acuerdos alcanzados en la Mesa de Derechos y Cultura Indígena eran argumentos suicientes para sostener el optimismo de que el conlicto había concluido. Agregaban que se había instaurado una nueva forma de entendimiento, un modelo de negociación honorable en donde el respeto a las diferencias y la dignidad había ganado.34 34 Conai, número de referencia: 6021627. 385 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL Se habían irmado los llamados Acuerdos de San Andrés. El tema de éstos era sobre Derechos y Culturas Indígenas. El ezln y el gobierno federal se pronunciaron el 16 de febrero de 1996 por una nueva relación entre los pueblos indígenas, la sociedad y el Estado. Se pensó construir un pacto social donde los indígenas y la sociedad en su conjunto participarían en el marco de una profunda reforma política. En ese sentido el gobierno federal reconocería a los pueblos indígenas en la Constitución general, ampliaría su participación y representación política, garantizaría el pleno acceso de éstos a la justicia, promovería sus distintas manifestaciones culturales, garantizaría educación, empleo y producción, respetaría el pluralismo, la sustentabilidad y la libre determinación de los pueblos indios. Además de ello, aseguraría que los derechos políticos, jurídicos, sociales, culturales y, lo más importante: El reconocimiento en la legislación nacional de las comunidades como entidad de derecho público, al derecho de asociarse libremente en municipios con población mayoritariamente indígena, así como el derecho de varios municipios para asociarse, a in de coordinar sus acciones como pueblos indígenas. Las autoridades competentes realizarán la transferencia ordenada y paulatina de recursos, para que ellos mismos administren los fondos públicos que se les asignen, y para fortalecer la participación indígena en el gobierno, gestión y administración en sus diferentes ámbitos y niveles. Corresponderá a las legislaturas estatales determinar, en su caso, las funciones y facultades que pudieran transferírsele (Hernández Navarro, 1998: 63). En la base de todo esto estaba la propuesta del gobierno federal de enviar al Congreso de la Unión los acuerdos irmados, para establecer un nuevo marco jurídico nacional para los pueblos indígenas en el cual se constituiría la libre determinación y autonomía de éstos. Las partes acordaron entender la autonomía como “la expresión concreta del ejercicio del derecho a la libre determinación, expresada como un marco que se conforma como parte del Estado nacional. Los pueblos indígenas podrán, en consecuencia, decidir su forma de gobierno interna y sus maneras de organizarse política, social, económica y culturalmente” (Hernández Navarro, 1998: 68). Para el ezln, estos acuerdos en materia de Derechos y Cultura Indígena representaron un triunfo para su causa. Al comprometerse el gobierno a resolver partes de sus demandas, éste legitimaba el alzamiento. Lograron hacer visible la lucha indígena y se insertaron en la vida política del país. 386 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO Pero los zapatistas siempre mantuvieron la sospecha de que el gobierno no cumpliría su palabra. Y así fue. “El 20 de marzo, la Secretaria de Gobernación informó que había instalado una oicina para dar cumplimiento a los acuerdos, mientras que la Cocopa entregaba al jefe del ejecutivo estatal y al Congreso local los acuerdos. Casi un mes después, el 16 de abril, hicieron lo mismo con el presidente Zedillo” (Hernández Navarro, 1998: 221). Todo fue inútil, la iniciativa para dar cumplimiento a los acuerdos no avanzaba. Pablo González Casanova expresaba que la posibilidad de la paz para el gobierno mexicano era difícil, porque implicaba reconocer su decadencia. Pero también había, dentro de la izquierda política mexicana, un retraso en la comprensión y asimilación de lo nuevo que acontecía en las montañas del sureste mexicano. En este sentido sugería una dialéctica que no fuera minimalista ni maximalista. En esa crisis del diálogo instaba a reconocer la falta de una dialéctica como diálogo para construir un sistema político nacional realmente democrático. Se decantaba por construir utopías en las condiciones idóneas en que México estaba en aquel momento. Pensaba que construir utopías era más realista que creer en ellas (González Casanova, 1996f: 15). Al igual que los zapatistas, González Casanova no veía en el gobierno voluntad de paz. Sobre todo porque mientras los rebeldes y la sociedad civil exigían el aumento de los espacios políticos, el Estado aumentaba la militarización en Chiapas y otras regiones del país. Eso era lo que para González Casanova quería decir voluntad de paz, a saber, “encontrar una salida democrática que responda a las legítimas demandas de la sociedad civil” (González Casanova, 1996g: 1). Con todo, el ex rector de la unam leía con atención las señales derivadas de los encuentros de San Andrés entre el ezln y el gobierno. Se adelantó a vislumbrar horizontes de una paz posible. Un punto que le parecía importante era la construcción de la democracia a partir del municipio, en el sentido de la autonomía de los pueblos indios y no indios en la que podrían establecerse proyectos regionales de salud, educación, vialidad o nombrar a sus representantes o alentar la organización legal de distintos tipos de consejos ciudadanos ligados al gobierno municipal. Creía que en las propuestas del gobierno y la política de negociación del ezln, como voluntad del pueblo, se podría encontrar la paz con justicia y dignidad. Pero los acontecimientos tomaban otro rumbo. 387 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL Al mismo tiempo, la segunda mesa del diálogo, cuya temática era sobre Democracia y Justicia, comenzaba a tener isuras. El gobierno se negó a llevar invitados y asesores. Sólo participaron los que había llevado el ezln. Después iniciaron desalojos contra campesinos que habían ocupado tierras y se encarceló y dictó formal prisión a presuntos zapatistas acusados de terrorismo. Todos los signos eran interpretados por los rebeldes como una provocación por parte del gobierno para no cumplir los acuerdos irmados. La reanudación del diálogo entre el ezln y el gobierno federal duró, sin embargo, poco tiempo. Durante la fase inal de negociación sobre Democracia y Justicia el gobierno fue circunscribiendo su oferta a temas y ámbitos cada vez más reducidos, en parte para no coincidir con el proceso de negociación electoral que la misma Secretaria de Gobernación llevaba con los partidos políticos. Desde la lógica de los rebeldes, el gobierno estaba dispuestos a hablar pero no a negociar y menos a cumplir. Decidieron, después de una consulta con sus bases, suspender el diálogo el 2 de septiembre de 1996, un día después de que en su informe presidencial Ernesto Zedillo no mencionara una sola palabra de los acuerdos irmados por su gobierno el 16 de febrero (Hernández Navarro, 1998: 223). Al agotarse el modelo del Diálogo de San Andrés, se implementó una vía de negociación paralela en la que el ezln, la Cocopa y la Conai se reunirían por separado y la Cocopa, la Secretaría de Gobernación y algunas veces el presidente de la República, también. Se le conoció con el nombre de Tripartita. Esta vía permitió instalar la Comisión de Seguimiento y Veriicación (Cosever) que se encargaría de dar constancia de los acuerdos. Lo que urgía para los zapatistas era elevar a reformas constitucionales los Acuerdos sobre Derechos y Cultura Indígena. El gobierno y el ezln redactaron cada cual una propuesta para presentarla como iniciativa. La Cocopa se prestó para redactar un último documento tomado del elaborado por ambas partes. Ambas aceptaron pero con la condición de que no tuviera modiicaciones. El 2 de diciembre, la Secretaría de Gobernación se reunió con la Cocopa y le dijo que no estaba de acuerdo con el documento, entregándoles varias observaciones.35 Los zapatistas rechazaron las propuestas de cambios y emplazaron 35 Conai, número de referencia: 6120401. 388 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO a la Cocopa con su retiro a posiciones de montaña si no se respetaba su compromiso inicial. El 6 y 7 de diciembre de 1996 se efectuaron nuevas reuniones con el secretario de Gobernación y con el presidente. En ellas, se acusó a la Cocopa de favoritismo hacia el ezln. El presidente pidió entonces quince días para consultar a especialistas en ley constitucional (Hernández Navarro, 1998: 225). El ezln aceptó. Cuando recibieron las observaciones de Ernesto Zedillo los zapatistas pidieron tiempo para analizarlas. Después de veinte días de consulta a los pueblos, el 11 de enero de 1997, el ezln ijó su postura respecto al documento presentado por el Ejecutivo federal. Lo deinieron como un documento inaceptable porque implicaba “una grave negación del espíritu y la letra de los Acuerdos de San Andrés” (ezln, 1997: 422). Les parecía anticonstitucional, racista, etnocéntrico y discriminatorio porque, en dicha propuesta gubernamental “cada derecho de los pueblos indios que dice reconocer queda inmediatamente limitado y subordinado en el propio texto constitucional a leyes secundarias con graves incongruencias jurídicas pero con un claro signiicado político: reducir a los indígenas a ciudadanos de segunda” (ezln, 1997: 422). Para los zapatistas era un hecho que el gobierno quería acotar los derechos de los indígenas. Al reiterar constantemente la absoluta discrecionalidad de las autoridades, anulaba el espíritu de autonomía tanto para autogobernarse y acceder al uso colectivo de los recursos naturales y participación de los pueblos indios acordado en San Andrés y recogidos en la propuesta de la Cocopa. El gobierno desconocía los sistemas normativos internos de los pueblos indígenas al sustituirlos por la expresión de “normas, usos y costumbres”. Además, la propuesta de la Cocopa reconocía la comunidad como entidad de derecho público, tal como se había acordado en San Andrés, mientras que la propuesta gubernamental, en cambio, la consideró “de interés público” (ezln, 1997: 424). Por esta y otras razones los zapatistas rechazaron por completo la propuesta. Expresaron que ésta “no sólo incumple los Acuerdos de San Andrés, además reduce derechos legítimos y prácticas actuales de los pueblos indios, atenta contra la unidad nacional, viola la soberanía y la Constitución, y convierte una conquista social para reconocer al in a los pueblos indios de México y fundar bases sólidas para la coexistencia armónica de los mexicanos, en una aberración moral, histórica y jurídica” (ezln, 1997: 425). 389 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL La respuesta del gobierno federal fue inmediata.36 Rechazó las airmaciones del ezln en el sentido de que pretendía desconocer los Acuerdos de San Andrés y renegociar lo tratado en la Mesa de Cultura y Derecho Indígena. Argumentó que en San Andrés Larráinzar el gobierno, a través de sus representantes, irmó acuerdos con el ezln con el compromiso de que todos los pronunciamientos y las propuestas derivados de dicho diálogo fueran remitidos a las instancias de debate y decisión nacional siempre en congruencia con el marco constitucional mexicano. Señaló que las observaciones hechas al documento de la Cocopa fueron en el marco de preservar la soberanía nacional, con el objeto de garantizar el actual pacto federal y unidad política de la nación. Para el Ejecutivo federal asegurar “la igualdad jurídica ante la ley, garantizar la jurisdicción imparcial para todos los mexicanos, así como evitar el retroceso a fueros especiales, privilegios y excepciones” era una obligación del Estado.37 Sobre el acceso colectivo al uso y disfrute de los recursos naturales, el gobierno federal expresó que “en San Andrés nunca se comprometió incorporar este punto a la Constitución; el compromiso fue únicamente sostener un criterio de sustentabilidad para el desarrollo de los pueblos y las comunidades indígenas”38 y acusó al ezln de suspender unilateralmente las negociaciones, a diferencia del gobierno que, según sus voceros, siempre habían actuado “con mesura y tolerancia, buscando formas y procedimientos para que las negociaciones continúen”.39 Sin embargo, para no pocos especialistas en derecho constitucional, las observaciones del gobierno federal a la propuesta de reforma constitucional elaborada por la Cocopa resultó ser una contrapropuesta. Como lo expresó alguna vez Magdalena Gómez, todas las modiicaciones sugeridas por el Ejecutivo federal, constituían verdaderas limitaciones al texto propuesto. Expresaban una perspectiva de desconfianza hacia la autonomía indígena con el pretexto de ser un peligro para la soberanía y la unidad nacional. En diversas partes de la contrapropuesta gubernamental se condicionaba el reconocimiento de los derechos indígenas no sólo a la Carta Magna, sino a legislaciones de menor peso jurídico. 36 Conai, número de referencia: 7011103. Idem. 38 Idem. 39 Idem. 37 390 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO Con este diferendo, el modelo de la comisión Tripartita o vía paralela de diálogo, las negociaciones llegaron a su in y el ezln, hasta la fecha, no se ha pronunciado por un regreso a las conversaciones con el gobierno federal. El año 1997 se caracterizó, en el ámbito indígena, por exigir el respeto a los Acuerdos de San Andrés. Una militante emblemática del ezln, la Comandante Ramona, viajó a la Ciudad de México para exigirlos al lado del Congreso Nacional Indígena. También indígenas zapatistas acudieron a la capital mexicana y participaron en actos políticos especialmente en la fundación del Frente Zapatista de Liberación Nacional (fzln). Pero ese año fue a la vez trágico. El 22 diciembre cuarenta y cinco indios tzotziles, en su mayoría mujeres y niños, fueron asesinados por un grupo paramilitar en la comunidad de Acteal. Las víctimas pertenecían a la comunidad de las Abejas, simpatizante del ezln. Consecuencia de esta masacre el entonces gobernador de Chiapas, Julio César Luis Ferro, fue sustituido por Roberto Albores Guillén. En este mismo escenario el gobierno federal mantuvo su negativa de reconocer los acuerdos con el ezln e incluso la propuesta de la Cocopa. El 14 de marzo de 1998 envió al Congreso una iniciativa de reformas constitucionales en materia de derechos y cultura indígena. Al ezln le pareció que era el mismo esquema de 1996.40 Producto de este impasse, la Conai expresó su punto de vista sobre dicha iniciativa el 17 de marzo de 1998. Sus miembros eran conscientes de que el marco jurídico-reglamentario del proceso de diálogo y negociación con que el ezln y el gobierno federal irmaron los primeros acuerdos enfrentaba una estrategia de desgaste y desmantelamiento. El procedimiento con que el gobierno pretendía llevar adelante la reforma constitucional sobre Derechos y Cultura Indígena era incongruente y violatorio del espíritu del diálogo y de la paz. Además, para la Conai la iniciativa gubernamental se apartaba del contenido de los Acuerdos de San Andrés principalmente en que reducía el ejercicio de los derechos de los pueblos indios a las comunidades. Tal iniciativa hablaba de que la Constitución “otorga” derechos a los pueblos indígenas en lugar de simplemente reconocerlos, como se acordó en San Andrés. Reconocer y 40 Véase el cuadro comparativo entre los Acuerdos de San Andrés, la iniciativa de la Cocopa, las observaciones del gobierno federal del 20 de diciembre de 1996 y la propuesta presidencial del 14 de marzo de 1998, en: Conai, 2001: 115-127. 391 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL otorgar son diferentes, porque no reconoce los derechos de jurisdicción de los pueblos indios, ni reconoce el derecho de los pueblos indios a su territorio, entre otras cosas. El gobierno respondió al siguiente día a través de un comunicado irmado por Emilio Rabasa Gamboa, coordinador para el Diálogo y la Negociación en Chiapas. Acusó a los miembros de la Conai de “desnaturalizar” la comisión al asumir “una posición francamente parcial en este conlicto”. Para el gobierno federal la Conai perdía “la posición de objetividad, neutralidad y equidistancia que es consustancial a cualquier tarea de mediación, al promover las posiciones del ezln. De esta manera, lejos de ayudar al proceso de paz lo hace más complejo e incluso lo obstruye”.41 La Conai reparó en las acusaciones del Emilio Rabasa Gamboa y expresó internamente que no pretendía “ser un actor político que lleve para sí o su programa ningún protagonismo. El único objetivo es la paz mediante un proceso que abra espacios de participación y propuesta para todos los actores en las causas y en sus soluciones”. Negaba que el problema de la paciicación, del diálogo y la negociación, fuera un problema causado por su labor de mediación. Para los miembros de esta comisión era “simplista y tramposo reducir a acusar a la mediación de generar o de explicar todas las trabas y problemas”; públicamente expresaron que las aseveraciones hechas por Emilio Rabasa descaliicaban la función especíica de la Conai y diicultaban seriamente el diálogo. Lo que se veía en el oscuro horizonte llegó. El 7 de junio de 1998, el obispo Samuel Ruiz García, obispo de la diócesis de San Cristóbal de las Casas y presidente de la Conai, en su homilía dominical anunció la disolución de dicha instancia de intermediación. En su documento titulado “Hacia una nueva etapa del proceso de paz”,42 afirmó que “varios condicionamientos que afectaban la continuación del diálogo, mencionados por el ezln y considerados atendibles por el gobierno, fueron reconocidos, pero luego considerados inaceptables”. El ezln , ante esta situación, dijo sus últimas palabras para sumirse luego en un largo, comprensible y al inal pesado silencio, que fue leído por la otra parte como rechazo del diálogo. 41 42 Conai, número de referencia: 8031801. Conai, número de referencia: 8060701. 392 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO Por otra parte, el obispo acusaba de “una constante y creciente agresión gubernamental a la diócesis de San Cristóbal de las Casas, a la mediación y su presidente mismo, puesta en marcha por distintas instancias oiciales” y por el mismo titular del Ejecutivo. También hacía mención de la agresión a la diócesis con la “expulsión de siete sacerdotes por falsas acusaciones; negación práctica de residencia a los agentes de pastoral extranjeros; encarcelamiento de cuatro sacerdotes falsamente acusados y con franca violación a sus derechos humanos; cierre de unos 40 templos (algunos de ellos ocupado por el ejército mexicano); órdenes de aprehensión a numerosos sacerdotes, religiosas y misioneros; presión a varios campesinos para que airmen que la diócesis entrega armas a las comunidades; directrices a varios medios de comunicación para que tergiversen las noticias; generación de un clima de linchamiento; profanación del Santísimo Sacramento en varios templos, hecha por la policía de seguridad”. Bajo esa presión, el titular de la Conai constataba a su vez que había terminado una etapa del proceso de paz. Ante la declaración pública de Samuel Ruiz García, los demás miembros de la Conai ratiicaron, la noche del mismo día, como cuerpo colegiado, la disolución de la Conai constatando seis aspectos que podríamos resumir así: 1) la creciente militarización, 2) la multiplicación de los grupos paramilitares, 3) el incumplimiento de los procedimientos y contenidos de las negociaciones de San Andrés, 4) la escalada de violencia contra los municipios autónomos, 5) la situación dolosa e irresuelta de los desplazados y presos y 6) las campañas de desprestigio contra la Conai. En su documento el cuerpo colegiado reconoció la lucha de Samuel Ruiz a favor de la paz, entendió las razones que lo llevaron a plantear la disolución de la intermediación y airmó que “sin la participación de don Samuel Ruiz en la Conai, ésta no puede cumplir su cometido”. Al inal, hicieron tres exhortaciones: 1) exigieron al gobierno federal y estatal voluntad de diálogo y negociación para resolver las causas que originaron el conlicto, 2) llamaron al ezln a que mantuviera su decisión de buscar una solución política a las injusticias estructurales y 3) exhortaron a la sociedad civil de Chiapas, México y el mundo a asumir un papel más activo frente a la estrategia de guerra del gobierno.43 43 Conai, número de referencia: 8060702. 393 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL A pesar de lo sucedido, Pablo González Casanova observó que con todo este proceso de lucha por una paz con justicia y dignidad, la ganancia para los pueblos del mundo fue bastante. Concretamente expresó que “en los acuerdos se logró no sólo pensar global, sino localmente. Se pensó en la historia y situación de las minorías étnicas y en la historia de México, también en la indoamericana y la iberoamericana” (González Casanova, 1996h: 7). Con respecto a la lucha contra la discriminación “los acuerdos enfrentaron el etnicismo como forma de pensar y actuar. Lo hicieron de dos maneras: al impedir cualquier camino que lleve a las ideas de “pureza étnica” o de “racismo de los pobres”, que tantos estragos hacen hoy en Europa central y en otras partes del mundo, y al rechazar cualquier lógica que lleve a la creación de “reservaciones indígenas” (González Casanova, 1996h: 77). Pablo González Casanova entendió el concepto de autonomía indígena sin desligarlo de las luchas de otros pueblos y ciudadanos. Pensaba que debía integrarse a los sistemas de representación local, estatal y nacional mediante la participación política para defender su identidad de indios pero a la vez de ciudadanos y sujetos políticos. En los Acuerdos de San Andrés se tomó como base el municipio para el asunto de las autonomías indígenas. En dichos acuerdos veía esfuerzos que tendían a acabar con “las herencias coloniales y racistas más arraigadas: inician una nueva etapa en la democracia municipal, en la democracia federal, en el equilibrio de poderes y en la creación de un Estado multiétnico y democrático en México” (González Casanova, 1996h: 7). Pero de todo el proceso de paz en el que le tocó participar, encontraba valores universales que para él debían registrarse en la memoria política de los pueblos mundo, porque, “¿no es notable que unos días después de iniciada la guerra en Chiapas haya cesado el fuego y se hayan iniciado las primeras gestiones por la paz? ¿No es también importante que desde 1994 se hayan manifestado fuerzas en la sociedad civil y en el propio gobierno favorables a la paz y que hasta hoy han impedido una guerra generalizada y abierta?” (González Casanova, 1997a: 1) se interrogaba. Sobre los Acuerdos de San Andrés resaltaba que se habían irmado de forma unánime por las partes, que tuvieron el respaldo de todos los pueblos indígenas de México y que nada entonces podía oponerse a respetarlos. “Ese compromiso signiica la posibilidad de una solución a nivel mundial: sus planteamientos son ejemplares para resolver uno de los problemas que en el mundo más víctimas ha cobrado, el de los estados y 394 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO las etnias que se destruyen mutuamente” (González Casanova, 1997a: 7). Airmaba que se trataba de una lógica que es lugar de encuentro de ideologías en varios puntos antagónicos. Era asombroso para él que el México informal solicitara ser constitucional. La respuesta favorable a las demandas indígenas, decía, abriría el camino de una democracia municipal y multiétnica en México. González Casanova señalaba la promesa incumplida del gobierno y su ataque a los indígenas y al obispo Samuel Ruiz, pero alertaba sobre lo más grave: sin esos acuerdos se perdería una oportunidad de democratizar el país. En la “bifurcación” en la que estaba México en ese momento, esto es, el “momento en que un sistema cambia de régimen o se destruye”, valía la pena pensar con qué fuerzas se contaba para enilar hacia un régimen democrático y menos injusto. La clave estaba a la vista: sólo “respetando la letra y el espíritu de los Acuerdos de San Andrés, desmilitarizando los espacios geográicos y sociales de las comunidades indígenas, respetando a los curas y jerarquías que los deienden, y gobernando con una verdadera lógica de paz, de justicia y de democracia, que se compruebe con el respeto a los ciudadanos y los pueblos indios, permitirán el cambio de vía, único que asegura la gobernabilidad democrática de un país multiétnico” (González Casanova, 1997a: 7). Fue en este tono, pensaba González Casanova, en el que los zapatistas habían hecho la primera revolución del siglo xxi con un talante innovador en el que la democracia, la paz y la justicia se enmarcaban en el concepto de dignidad de los pueblos. Era una nueva teoría surgida en la selva y no en las universidades, era la “teoría de la selva” por la humanidad y contra el neoliberalismo. el capiTalismo munDial baJo la miraDa De “manDar obeDecienDo” Durante todo este proceso en Chiapas, Pablo González Casanova se mantuvo activo política e intelectualmente. En su servicio de la mediación nunca buscó su propio brillo, fue más bien un ejemplo de actuación para que lo que brillara fuera el proceso de paz, esto es, que los procedimientos instaurados por la Conai pudieran ser una ruta real de avance sustantivo hacia la paz (Álvarez Gándara, 2011). El objetivo de trasladar el enfrentamiento militar al enfrentamiento político también tuvo de parte de los zapatistas y los organismos civiles un papel crucial en el desarrollo del 395 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL proceso de diálogo. Era toda una relexión metodológica sobre las estrategias para lograr esto. En todo el proceso de negociación del año 1996, el ezln preparó un diálogo nacional e internacional con la sociedad civil y los pueblos para tomar decisiones bajo el principio de “mandar obedeciendo”. Por ejemplo, convocó al Foro Nacional Indígena, que se llevó a cabo en enero de 1996 en Chiapas. Acudieron 35 representantes de 57 pueblos indios de México. El objetivo era que las posiciones ahí tomadas se llevaran a las mesas de negociaciones con el gobierno con la consigna de que las demandas zapatistas tenían carácter nacional. Bastantes resoluciones de este foro se relejaron en los Acuerdos de San Andrés. Una consecuencia importante del mismo fue la creación del Congreso Nacional Indígena (cni), organizado en octubre de ese mismo año. El Foro Nacional Indígena fue algo totalmente nuevo porque era el primer foro nacional de este tipo para los pueblos indios en México. Posteriormente, en los primeros días de julio de 1996, los zapatistas convocaron a un segundo Foro sobre la Reforma del Estado. La Cocopa y el Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General (ccri-cG) del ezln lo convinieron con la consigna de fortalecer el proceso de paz. La palabra del zapatismo era clara. Convocaban a este foro para construir “un tránsito civil y pacíico a la democracia en México, en contra del sistema de partido de Estado y el modelo económico neoliberal, y por una nueva relación entre gobernantes y gobernados, para el encuentro de soluciones verdaderas y profundas a las causas que originaron la justa guerra del ezln” (ezln, 1997: 267). También se convocó al Primer Encuentro Intercontinental por la Humanidad y Contra el Neoliberalismo. Los indígenas zapatistas denunciaban una nueva guerra mundial en contra de la humanidad entera en la que “el nuevo reparto del mundo consiste en concentrar poder en el poder y miseria en la miseria” (ezln, 1997: 125). La convocatoria era para los cinco continentes y tendría asambleas preparatorias en algunas ciudades de éstos. El encuentro propiamente dicho sería del 27 de julio al 3 de agosto de 1996, en los “Aguascalientes” zapatistas de Chiapas. En todas estas actividades políticas participó Pablo González Casanova. Su encuentro con el zapatismo como miembro de la Conai, como activista, como teórico y politólogo, movió su posición intelectual. En lo que expresaba o escribía, poco a poco se notaba cierta asimilación de 396 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO lo que iba observando y aprendiendo en esa experiencia humana. Por ejemplo, en la clausura del foro especial para la Reforma del Estado airmó que en éste había comenzado el nuevo milenio. Ahí, decía, “se expresó el pensamiento más avanzado de nuestro tiempo”.44 Con los indios se aprendió a pensar un movimiento mundial, por ellos “se planteó un proyecto que no sólo es de los tzeltales, de los tzotziles, de los tojolabales o de los choles, no sólo es de los indios de México, no sólo es de los mexicanos, es posible ¡muy posiblemente!, el proyecto mundial alternativo”.45 Fue precisamente en este año cuando González Casanova comenzó a teorizar sobre el planteamiento político de los mayas del sureste mexicano. Lo visualizaba como uno de los planteamientos más avanzados en la construcción teórica y práctica de una alternativa mundial. En la Selva Lacandona, los zapatistas unían a diversos actores que pensaban y hacían el nuevo proyecto humanista y universal. Pero de lo que más dio cuenta González Casanova fue de la singularidad del planteamiento: quienes lo encabezan, enjuiciaba, integran a los más pobres, discriminados y excluidos de la tierra. También se percató de que el supuesto teórico que animaba este proyecto por la humanidad era una síntesis de ilosofías occidentales y prehispánicas y pensamiento contemporáneo. El proyecto era el de una democracia universal con justicia, libertad, pluralismo ideológico y religioso, respeto al pensamiento y a la dignidad de todos los seres humanos, sin exclusiones ni discriminaciones. Esa fue la razón por la que tuvo resonancia en todo el mundo. Es cierto que en eso Pablo González Casanova había reparado durante más de un lustro. En los sesenta lo había llamado simplemente democracia, en los setenta poder del pueblo o democracia con poder, en los ochenta pluralismo democrático y, en los noventa, democracia universal. Sin embargo había un elemento nuevo en el proyecto utópico zapatista: no se proponían la toma del poder, sino la construcción del poder desde la sociedad civil. Unido a esto, era un proyecto mundial que buscaba enfrentar al neoliberalismo en el ámbito global que amenaza la existencia misma de la humanidad. Por esta razón, en el Encuentro Intercontinental por la Humanidad y contra el Neoliberalismo, los indios no invitaron sólo a indios, a lati44 45 Conai, número de referencia: 6070613. Idem. 397 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL noamericanos, a antimperialistas, a marxistas o a un sector político bien deinido. Invitaron a todos los que padecen y sufren la guerra del neoliberalismo contra la humanidad. Su objetivo a la fecha es “la construcción del poder de la democracia con justicia y dignidad: es decir la construcción de un poder con otras relaciones sociales, con otras relaciones morales y políticas” (González Casanova, 1997b: I). En este sentido la lógica zapatista es incluir y combinar. González Casanova llamó al proyecto de los zapatistas por la humanidad, “la teoría de la Selva Lacandona contra el neoliberalismo y por la humanidad”. Observó en ella un espíritu que presenta nuevas formas de pensar, sentir y actuar. Es una teoría algo constructivista y un poco posmoderna. No es utópica a la antigua; construye la utopía desde lo real. No recuerda la edad utópica, ni la espera, ni va a ella, aunque use la imagen del barco y lo construya en la Selva. No es milenarista ni es fundamentalista. Sus partidarios declaran que no saben a dónde va la historia del hombre-mujer y coniesan que no tienen una estrategia exacta o inexacta para que los seres humanos vivan con libertad, sin opresiones ni exclusiones. No corresponde tampoco a una visión quijotesca o robinhoodiana; combina la aventura y el episodio heroico y justiciero con la organización de sanchos y campesinos que la dirigen, construyen, prueban, amplían a lo largo de varios años, y que ellos mismos corrigen en descubrimientos sucesivos de lo necesario y lo posible; letrados muchos, o auxiliados de letrados que se les juntaron. La teoría de la Selva no es premoderna: su magia es el espectáculo movilizador. Su “idolatría de la naturaleza” sólo es un complemento de esa cultura universal, crítica y técnica, con que también aprenden a dominar (González Casanova, 1997b: I). Esa “teoría”, agregó, concilia cultura indígena con lo mejor del pensamiento universal; es heredera del catolicismo y de Marx e incluye la palabra de las luchas campesinas y revolucionarias más recientes. Es una teoría y a la vez un movimiento social dialogal que funciona como asamblea y a la vez como red. Es, decía González Casanova, “esa red la que seguirá pensando, sintiendo, expresando y construyendo las explicaciones y generalizaciones de una nueva forma de pensar-actuar a la que nosotros llamamos teoría con cierta sorpresa y admiración, y con el riesgo de que nos vean como intrusos, y como que abusamos de la interpretación, aunque procuremos que ésta se atenga a las reglas más estrictas de la hermenéutica y el intertexto” (González Casanova, 1997b: II). 398 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO Para los zapatistas el neoliberalismo era en realidad una nueva guerra contra la humanidad. A quienes destruye son los más pobres del mundo. Pero Pablo González Casanova sabía muy bien que el movimiento de la Lacandona no era una teoría en el sentido de contar con explicaciones acabadas o con generalizaciones de lo probable. “La teoría es limitada. Se reduce a proponer que crezca la red de redes informadas, pensantesactuantes, y que de ella salga una teoría más precisa y efectiva” (González Casanova, 1997b: II). La red que piensan los zapatistas es de todos. No hay un centro rector, jerarquías o mando central. Quienes hablan y escuchan forman parte de la red. Lo que se quiere es construir un “mundo donde quepan muchos mundos”. Es una posición moral y política. Se enfatiza la esperanza, la resistencia y la dignidad que una vez comunicada y sentida se universaliza para construir mundos alternativos. González Casanova en el encuentro observó cómo el “zapatismo mostró capacidad de aprendizaje: acentuó su tendencia a enseñar a aprender. Apareció como creación de una nueva cultura y como restructuración y reinserción de las ideologías. Sus planteamientos se pueden reformular en todas las culturas: así la necesidad de “mandar obedeciendo” y la de crear “un mundo de muchos mundos” (González Casanova, 1997b: III). En in, en Chiapas, una “nueva forma de hacer política” se hizo realidad. Pablo González Casanova tomó nota durante su participación en el encuentro. Se estaba dando cuenta del aprendizaje de un nuevo paradigma social y político en el que lo viejo se subsumía en una forma novedosa de convocar, hablar, disentir, debatir y consensar. Se hablaba de “objetivos de lucha, de las políticas alternativas a implantar, de las acciones a realizar en lo que se reiere a la deuda externa, a la ecología, a la salud, la educación, la alimentación, la vivienda, el racismo, el etnocidio, los escuadrones de la muerte, las guerras internas, la autodeterminación, la autonomía, el derecho de asilo social” (González Casanova, 1997b: III). Se estaba iniciando una nueva historia y un reto “a las ciencias sociales que quieren echar su suerte con los pobres de la tierra y con la humanidad”. Por tal motivo, la teoría de la Selva contra el neoliberalismo y por la humanidad se le aparecía a González Casanova como la primera utopía democrática universal que viene del Sur y de abajo del mundo (González Casanova, 1997b: IV). Pablo González Casanova no había visto la praxis de los zapatistas en otro lado. Teóricamente había pensado parte de lo que vivió en Chiapas. 399 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL En buena medida siempre le preocuparon los temas de la democracia, la liberación, el pluralismo ideológico, el pensamiento político “incorrecto” y todo “lo perseguido”.46 Desde que se dedicaba a la historia de las ideas del siglo xviii algo había en él que lo “llevó a estudiar ideas y sentimientos que el Estado perseguía”. Siempre se interesó por el pensamiento prohibido. Cuando era historiador escribió sobre la literatura perseguida en la crisis de la Colonia. Sobre el punto llegó a decir que tras publicar La literatura perseguida inicié una investigación que nunca terminé y que se iba a titular “Denuncia espontánea”. Se trataba de un libro para el que había seleccionado más de cincuenta casos de hombres y mujeres que se denunciaban a sí mismos como herejes ante el Santo Tribunal, y que en el juicio daban todos los testimonios necesarios para su condena. La historia del sentido de culpabilidad y la historia de los autocastigos quedaban entonces más a cargo de las víctimas, de los jueces y verdugos que de los pacientes y los psicoanalistas o psiquiatras. […] Por ese tiempo yo ya estaba más dedicado a mis estudios de sociología en que con “el don”, las inversiones extranjeras y las técnicas sociales pasé a dos temas centrales en mi trabajo: el de la democracia y el de la explotación. Ambos temas me hicieron vivir en carne propia, aunque con suavidad, las nuevas formas de perseguir el pensamiento. Hablar de democracia en México en aquella época —me reiero a los sesenta— estaba por lo menos muy mal visto. Los marxistas-leninistas consideraban que la democracia era una categoría burguesa, y los diazordacistas que era una “idea extraña”. La Junta de Gobierno del Fondo de Cultura Económica aprobó por unanimidad publicar mi libro sobre La democracia en México y así me lo anunció con mucho gozo don Arnaldo Orila Reynal. Pero unos días después me llamó consternado para decirme que el presidente de la Junta había enviado la consabida orden del: Non imprimatur y que la mayoría de los miembros de la Junta, con excepción de don Jesús Silva Herzog, la habían aceptado a cabalidad, diciendo aquello de “obedezco y cumplo”.47 Aunado a esto, narró experiencias “de censura y sutil persecución académico-ideológica” por utilizar en su pensamiento los conceptos de explotación y colonialismo interno. Como en la academia se usa la palabra “pobre” o “excluido” jamás explotado, para no pocos intelectuales González Casanova en las últimas décadas dejó de tener presencia en el ám46 47 Conai, número de referencia: 7100902. Idem. 400 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO bito académico. En este sentido, lo “perseguido” no sólo lo ha leído, también lo ha experimentado: Yo viví otra experiencia que no quiero olvidar, la de un inquisidor asustado. Un año después de la muerte en acción del padre Camilo Torres, cuando a muchos intelectuales les había dado por irse a las guerrillas, llegué con mi maleta llena de libros a El Salvador: el guardia de la aduana se puso a mirarlos con desconianza. Tras fruncir el ceño se dedicó a ojearlos. Estaba leyendo un párrafo atentamente cuando yo lo agarré del brazo y le pregunté: “¿Usted sabe distinguir entre el Bien y el Mal?” El guardia me miró con un gran miedo, casi con terror y cerró el libro con presteza. Yo pasé la aduana lentamente como si fuera un señor todopoderoso, capaz de decidir sobre lo que se ve y lo que no se ve, sobre el bien y el mal.48 Por estas y otras razones los zapatistas convergieron con las ideas de González Casanova y éste con las de aquellos. Lejos ya de la academia y tan cerca de lo “perseguido”, “prohibido” como actor civil, indígena y no partidario, González Casanova tenía muchos elementos para comprender el zapatismo y el conlicto armado en general. Con toda su experiencia estaba capacitado para comprender: no sólo el conlicto, sino lo novedoso y potente del actor y poderse entusiasmar con él; si la Conai podía ser una instancia de apoyo y de servicio para la paz, la clave estaba en el avance del actor. Entonces él supo estar gozando en colectivo lo que nos tocaba, pero viendo y cuidando que el que avanzara fuera el proceso de ese sujeto audaz, pero que iba no sólo haciendo política en la mesa, sino haciendo política en crecer abajo y pasar al discurso alternativo y darle sentido al municipio rebelde (Álvarez Gándara, 2011). Lo que sabía previamente lo combinó con lo aprendido en la Selva Lacandona. A pregunta expresa sobre el tópico, Miguel Álvarez Gándara, quien estuvo cerca de González Casanova en el conlicto de Chiapas, cuenta: Yo diría que don Pablo combina dos rasgos. Uno es la visión de la cancha grande: el historiador, el sociólogo, el estadista, la cancha grande […] pero siento que él tiene también y al menos así de la situación […] como un ir a la 48 Idem. 401 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL pregunta de qué escenario sigue. Yo sentía a don Pablo en este tipo de cosas no sólo atrás como entiendo, él se ponía de inmediato así en el borde del escenario: ¿qué va a seguir?, ¿cuáles son los nuevos retos? Yo sentí un don Pablo muy rico en la pregunta por lo nuevo, los retos, novedades, nuevas claves, nuevos sujetos, nuevas formas de organización y de lucha, pero un don Pablo ya no sólo preocupado en una relexión teórica sino estratégica, a un don Pablo iluminador de relexiones estratégicas, […] partiendo de diagnósticos pero en el ¿qué toca? ¿qué sigue? ¿por dónde? […] más enfocado a procesos sociales y políticos que sólo a su registro teórico. Tal vez Chiapas es este don Pablo para los movimientos y no sólo para la academia […] mucha gente no ha entendido al don Pablo que movió su eje de rotación (Álvarez Gándara, 2011). Fue en este proceso de encuentro, diálogo, aprendizaje, escucha y praxis zapatista, en el que González Casanova se convierte en un referente para el análisis estratégico de la lucha política. Y yo diría que por eso don Pablo no sólo de los zapatistas, de los indígenas en general se ha mantenido como el intelectual referente, sereno, interlocutor, asesor, en esta relexión estratégica, sino yo siento que del movimiento social en general, incluso si te vas al maoísmo, de eso me consta, si dices el fenómeno de la Promotora por la Unidad Nacional contra el Neoliberalismo, vaya incluso antes, el grupo Paz con Democracia, la Promotora, lo que se deriva del Diálogo Nacional, el Diálogo para la Reforma del Estado y luego todos estos sujetos, el sme, el mln, para todos ellos, don Pablo es referente de diagnóstico y ubicación estratégica, no teórica; a don Pablo lo buscan no para una discusión teórica, sino de claridad, del qué hacer, es la versión mexicana del ¿qué hacer? Es la versión mexicana, madura ante los nuevos retos del ¿qué hacer? (Álvarez Gándara, 2011). Contrario a estas interpretaciones, hay quienes piensan que Pablo González Casanova “se fascinó con la estética de los zapatistas, con esa su manera nueva de leer el poder” (Valencia, 2009). Para otros esta fascinación no permite ver a González Casanova que “en el mundo indígena, que es el que representa la rebelión de Chiapas y el ezln, hay una serie de elementos, por ejemplo la enajenación de la mujer o el machismo brutal” (Paoli Bolio, 2010). Según esta perspectiva, el autor de La democracia en México, marginaba de su análisis los aspectos negativos de los indígenas. También, dicen algunos más, González Casanova en su contacto con los zapatistas se radicalizó de tal manera que ya no es partidario de un 402 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO Estado que reivindique la Revolución Mexicana democrática. De hecho ahora está “en una posición que nunca asumió en la época de las guerrillas en México y la acción del Partido Comunista” (Tamayo, 2010). En aquella época, dicen otros, era crítico de los radicales, ahora él es un radical que incluso raya en el anarquismo. Pero como airma Octavio Rodríguez Araujo, uno de los principales motivos que vinculan a González Casanova con el ezln es que se trata de un movimiento indígena que reivindica no sólo la dignidad de los indios de México, sino de todos los explotados del planeta. Esa ha sido su lucha de toda la vida. En estos acontecimientos González Casanova, una vez más, asume, “como con Cuba, un compromiso personal, solidario, cultural y político” (Rodríguez Araujo, 2009). Y efectivamente, ahí puede sesgar su análisis y guardarse sus críticas que tiene sobre el ezln, pero lo hace porque siente que es un deber como intelectual, y por ello toma posición a favor de los que no tienen voz. Miguel Álvarez Gándara también tiene su percepción: Si lo dijeras en términos de don Samuel, en términos eclesiales, pudiéramos estar encontrando situaciones como para una gran conversión de don Pablo. En términos religiosos es una conversión de unas claves institucionales, individuales, teóricas, protagónicas, a un pensar y actuar no ya para la teoría sino para procesos y sujetos concretos, preocupado por ellos, trabajando por ellos, escribiendo para ellos, una vitalidad y una generosidad con sus amigos, con su mujer enferma […] es ese don Pablo solidario de esta etapa (Álvarez Gándara, 2011). Es verdad, el zapatismo movió “el eje de rotación” intelectual de González Casanova. Lorenzo Meyer lo entiende bien: “el zapatismo tiene un ingrediente ético que es muy obvio y muy atractivo, en un país donde la ética es Maquiavelo llevado al extremo” (Meyer, 2010). Pero no sólo fue ese ingrediente lo que motivó a González Casanova a seguir este programa de vida, él se adhiere a cualquier movimiento social que reivindique a todos los explotados del planeta, que tenga una base moral que le permita luchar contra la epistemología de la mentira del poder y asume un compromiso personal con los procesos y sujetos “perseguidos” de la liberación. El zapatismo representa todo eso, de ahí su opción por estar con ellos. Además, como González Casanova se ha percatado de que el Estado benefactor, desarrollista y liberador han desaparecido; que el Estado neo403 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL liberal está en apogeo y a la vez en crisis; que el Estado-nación ha perdido importancia y la sociedad globalizada obliga a pensar lo local con lo mundial. En esta situación piensa que, en el caso de México, se tiene que pensar en las etnias, la globalización y los pueblos para comprender el país. Para luchar contra el neoliberalismo se necesitan nuevas formas de hacer política. Una de ellas es la de los zapatistas, que consiste en negociar entre el conflicto y consensos para acumular fuerzas y saberes que le permitan librar batallas locales, nacionales e internacionales (González Casanova 1998b: 46). Honestamente piensa que “el proyecto de los indios es un proyecto de resistencia histórica puesto al día y cuya contribución más original consiste en sustituir los compromisos liberales del pasado con compromisos democráticos que se respeten en el derecho y en los hechos” (González Casanova 1998b: 47). En dicho compromiso plantean una alternativa al mundo actual y el esbozo de una nueva “civilización”. Lo más destacable del proyecto zapatista González Casanova lo rescató de la siguiente manera: a) la transformación del proyecto militar en un proyecto de luchas políticas, b) la transformación de lo indígena en lo nacional y lo universal, c) la transformación de las formas tradicionales de comunicación política en nuevas formas de generalizar y de ejempliicar, de explicar, narrar y convencer a través de las más avanzadas técnicas electrónicas, verbales, musicales y pictóricas, d) la transformación de los Acuerdos de San Andrés en una de las declaraciones políticas más importantes a escala mundial debido a que apuntan hacia la construcción de un Estado pluriétnico que incluye no sólo el derecho a la igualdad, sino también los derechos a las diferencias, e) la transformación de de la democracia formal y limitada en un sistema de democracia con poder de los pueblos, por los pueblos y con los pueblos, para decidir, en uso de sus autonomías, sobre los programas sociales, económicos, culturales y políticos dentro de un pluralismo que también respete las distintas culturas, creencias, ilosofías, razas, y al que guíen, como valores universales, los conceptos de democracia, justicia y libertad (González Casanova, 2001a). Antes, ningún movimiento, partido político o guerrilla en México había planteado la liberación nacional y mundial de esta manera. Tampoco había suscrito parte del pensamiento que Pablo González Casanova había construido para pensar el país y el mundo desde sus categorías de democracia, explotación y colonialismo interno. No lo hicieron los estu404 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO diantes del 68; tampoco Genaro Vázquez ni Lucio Cabañas, mucho menos la guerrilla urbana; incluso, aunque parte de los partidos políticos de la década de los ochenta suscribieron las claves que ofreció González Casanova en El Estado y los partidos políticos en México, en general no cumplieron la promesa de democratizar su interior. Con los zapatistas “siente él, que le dan la razón de cómo él piensa en torno a la cuestión indígena y el colonialismo interno” (Hernández Navarro, 2010). Ve en ellos expuestas las tesis que desde La democracia en México venía manejando. Por eso quizá podríamos decir que el zapatismo, aunque su encuentro con él fue inesperado, ya estaba preparado conceptualmente para entender lo que sucedía en el sureste mexicano. Por otro lado, la cuestión indígena y el problema de la autonomía no eran algo nuevo para él. Como lo hemos documentado ya, antes de los zapatistas González Casanova ya trabajaba conceptos como democracia emergente, democracia de los de abajo, autonomía y colonialismo interno. Al tener presente todo eso, el asunto indígena convergió de manera natural con su posición teórica y política. Una cosa más, él comienza a hablar, desde antes del zapatismo, de una nueva intelectualidad. No es la intelectualidad de la academia, no es la intelectualidad tradicional, sino la ligada a los movimientos sociales a la que él le da un enorme valor y peso, también desde antes del zapatismo. Una de las cosas que sucede con el zapatismo es que esa intelectualidad es de alguna manera convocada, converge ahí y otra vez encuentra ahí don Pablo la ratiicación de lo que él había venido elaborando (Hernández Navarro, 2010). Y no para ahí todo, a raíz de que el gobierno incumplió los Acuerdos de San Andrés, los zapatistas crearon las Juntas de Buen Gobierno (JbG) en agosto de 2003. El objetivo fue integrar a las comunidades zapatistas de un territorio en espacios comunes, en las regiones ya existentes desde los primeros años de su levantamiento. Relexionaron e hicieron realidad sus formas propias de gobierno y desarrollo. Repartieron tierras, cultivaron y comercializaron café y con el apoyo de organizaciones internacionales fortalecieron sus sistemas de salud y educación. Bajo el principio del “mandar obedeciendo” decidieron autogobernarse. Sobre estas JbG y los “caracoles zapatistas” González Casanova se convenció aún más del alcance universal de los zapatistas del siglo xxi. Entendió “la idea de crear organizaciones que sean herramientas de ob405 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL jetivos y valores por alcanzar y hagan que la autonomía y el ‘mandar obedeciendo’ no se queden en el mundo de los conceptos abstractos ni de las palabras incoherentes, esta es una de las aportaciones más importantes de los caracoles” (González Casanova, 2003: 47). El nuevo planteamiento de los caracoles no sólo redeine con claridad conceptos que se prestaron a las más distintas interpretaciones, debates y hasta oposiciones. Articula y propone un proyecto alternativo de organización (a la vez intelectual y social) que arrancando de lo local y lo particular, pasa por lo nacional y llega a lo universal. En la salida y en la llegada deja a sus integrantes toda la responsabilidad de cómo hacer el recorrido, si de lo grande a lo chico o de lo chico a lo grande, o de las dos maneras, dividiéndose el trabajo con una ruta para unos y otra u otras para los demás (González Casanova, 2003: 48). Se trata de un programa cognitivo y de acción, de perseverancia y dignidad para construir un mundo nuevo y alternativo. El fundamento se basa en que las comunidades organizan su resistencia y redeinen un estilo de ejercer el poder político. Para González Casanova, como para muchos sectores de la población mexicana, el proyecto de los Caracoles es uno en el que los pueblos-gobiernos se articulan entre sí para construir la paz con justicia y dignidad. Es un nuevo planteamiento político que combina e integra “la construcción del poder por redes de pueblos autónomos y la integración de órganos de poder como autogobiernos de los que luchan por una alternativa dentro del sistema” (González Casanova, 2003: 48). Es al mismo tiempo, una propuesta que se une a otras tantas que luchan contra el neoliberalismo y los gobiernos e instancias internacionales que son partidarios del despojo y la criminalización de los más pobres. No sólo es antimperialista, es también anticolonialista con una alternativa mundial: unir todas las luchas de los pobres y enriquecerlas con una epistemología, una ética y una política de nuevo tipo. Pero los zapatistas también se declararon anticapitalistas. Durante el gobierno de Vicente Fox, después de que el Congreso de la Unión no satisizo su demanda de cumplir con la irma de los Acuerdos de San Andrés,49 en el año 2005 lanzaron la Sexta Declaración de la Selva 49 Para un estudio más detenido sobre la cronología del conlicto de diciembre de 2000 a agosto de 2001 y la aprobación en el Congreso de la Unión de la Ley sobre Derechos y Cultura Indígenas, véase: Arias Marín: 2003: 187-207. 406 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO Lacandona. En ella declararon que los políticos del pri, pan y prD demostraron “que no tienen nada de decencia y son unos sinvergüenzas que sólo piensan en ganar sus buenos dineros como malos gobernantes que son”. Para los zapatistas, los legisladores de todos los partidos “aprobaron una ley que no sirve” y con esto cerraban toda posibilidad de diálogo. Vieron en los partidos políticos un obstáculo para la paz. Vieron en ellos que “no les importaron la sangre, la muerte, el sufrimiento, las movilizaciones, las consultas, los esfuerzos, los pronunciamientos nacionales e internacionales, los encuentros, los acuerdos, las irmas, los compromisos”. Los indígenas zapatistas se percataron de que ahora la clase política había alejado la solución pacíica, dialogada y negociada de la guerra. Tanto en México como en el mundo ese tipo de política que deiende el capitalismo es contraria a la paz, por lo que cambiaron nuevamente de interlocutor. Ahora querían hacer “un acuerdo con personas y organizaciones de izquierda”. La izquierda política es la única que puede resistir al capitalismo y a los defensores de este sistema, dijeron. Se propusieron ir a preguntar a la gente sencilla y pobre de México y el mundo “cómo es su vida, su lucha, su pensamiento de cómo está nuestro país y de cómo hacemos para que no nos derroten”. Después de toda su odisea entre diálogos, rupturas y traiciones con el gobierno federal, desde 1994 con Salinas de Gortari, en los años siguientes con Ernesto Zedillo, el ezln decidió “seguir luchando por los pueblos indios de México, pero ya no sólo por ellos ni sólo con ellos, sino por todos los explotados y desposeídos de México, con todos ellos y en todo el país”. Se propusieron escuchar y hablar directamente, con la gente sencilla y humilde del pueblo mexicano para construir un programa nacional de lucha de izquierda y anticapitalista. Invitaron a personas sin partido político, organizaciones políticas y sociales de izquierda sin registro electoral a una campaña política no electoral que denominaron La otra campaña. Fue un giro que sorprendió a personas y personalidades de la izquierda mexicana porque en esta Sexta Declaración, el ezln se lanzaba no sólo contra el pri y el pan, sino contra el candidato de la izquierda parlamentaria del prD, Andrés Manuel López Obrador, quien en esos momentos estaba posicionado en las encuestas por arriba de sus contrincantes y parecía que por primera vez, la izquierda electoral llegaría al poder. Como sea, esta iniciativa zapatista tuvo sus críticas. Se le acusó de “hacerle el juego a la derecha”, que le quitaba votos a López Obrador, que 407 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL era marginal, sólo un muro de lamentaciones, que no iba a ninguna parte. Pero las críticas al ezln no sólo eran de intelectuales, políticos o militantes profesionales de izquierda. También la “gente sencilla” a la que le hablaban los zapatistas estaba en desacuerdo con La otra campaña. El 8 de agosto de 2005 en el Correo Ilustrado del periódico La Jornada se leía una carta irmada por Fermín Hernández, en la que le cuestionaba al subcomandante Marcos su rechazo a apoyar a López Obrador y a considerarlo del mismo bando que los otros candidatos a la presidencia. El caso era paradójico e incómodo puesto que bastantes militantes del prD apoyaban las demandas y la lucha del ezln. Pero el líder zapatista había dicho que en el prD todos eran “una bola de bribones y sinvergüenzas”. El 11 de agosto del mismo año apareció en el periódico La Jornada una larga carta del líder militar zapatista explicándole a Fermín Hernández las razones de no estar con la campaña de López Obrador. Le narraba cómo desde 1994 los líderes del prD ofrecieron sus buenos oicios para apoyar la lucha zapatista; sin embargo, Pablo Gómez, Cuauhtémoc Cárdenas, Jesús Ortega, López Obrador y demás miembros del prD traicionaron su palabra con el ezln. Para el subcomandante Marcos los agravios de este partido hacia los zapatistas se sumaron con el rechazo a cumplir los Acuerdos de San Andrés cuando tuvieron la oportunidad. Que el pan y el pri traicionaran su palabra era lógico para el estratega del ezln: Pero que el prD traicionara su palabra era algo que entonces no entendíamos. Podríamos entender que no tuviera ningún interés en cumplir la palabra Que firmó con el ezln (ya aclararon que no cumplen lo que dicen hablando), después de todo, sólo somos unos “pinches” indígenas alzados. Pero no entendíamos por qué ignoraba toda la movilización que se dio en torno a la iniciativa de ley de la Cocopa, por qué desdeñaba a los pueblos indios y a las organizaciones indígenas (algunas aines al prD) que habían hecho suya la demanda de reconocimiento constitucional de los derechos y la cultura indígenas. Los zapatistas, narró el subcomandante Marcos, “pensamos que habíamos cometido un error y que nunca más apostaríamos nada a una institución del Estado ni a los partidos políticos”. Luego vinieron los ataques de perredistas en Chiapas y otros estados del país contra simpatizantes zapatistas. En la última parte de la carta, el líder zapatista invitó a Fermín Hernández a preguntarle a López Obrador por qué en su equipo de campaña abundaban salinistas, ex priístas y derechistas. “Por qué han con408 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO vertido al partido en una máquina de reciclaje para lo peor del priísmo, una pista de circo más para los que brincan al compás del presupuesto” y por qué se dicen de izquierda si no lo son. Pablo González Casanova interpretó el planteamiento de La otra cam­ paña y la Sexta Declaración de la Selva Lacandona, como “una crítica al sistema político, una crítica al sistema social y una crítica a los movimientos y fuerzas que luchan en el sistema electoral y en el Estado por un México menos inequitativo, menos dependiente, menos opresivo, menos corrompido; pero en que todas sus luchas se centran en actividades electorales, parlamentarias y gubernamentales, sin que den primordial importancia a la concientización y organización del poder de la ciudadanía y de las comunidades, etnias, pueblos, y de los trabajadores, empleados, maestros, estudiantes, técnicos, licenciados, doctores e intelectuales” (González Casanova, 2005). Sin embargo, planteaba que los zapatistas tenían que aclarar “con la inmensa cortesía y claridad que tan bien manejan, su identidad rebelde y autónoma que hoy ejercen al iniciar una campaña muy distinta de las electorales” (González Casanova, 2005). Como se estaban dando las cosas, para González Casanova el ezln debía ratiicar expresamente su respeto a quienes mantenían su apoyo y participación en los procesos electorales. También pensaba que era necesario interpretar con mayor detenimiento esta propuesta zapatista. De cualquier manera su interpretación era que La otra campaña se desencadenaba de las alternativas políticas que anteriormente fallaron: la socialdemocracia, el nacionalismo revolucionario y el socialismo de Estado. También era un rechazo y resistencia a la globalización neoliberal que promovía la guerra en los Balcanes, Palestina, Afganistán e Irak; a la “cuarta guerra mundial” contra los pobres y contra los recursos vitales de la naturaleza; a la creciente privatización del Estado-nación; a los sistema de represión; a los partidos políticos “que suplantan las verdaderas elecciones”; al sistema de gobierno “en el que todos los congresistas o la mayoría necesaria vota contra los derechos de los pueblos indios; por la entrega de la televisión, la radio y las comunicaciones a Televisa; [contra] una Suprema Corte de Justicia que de antemano juzga en favor de los patrones y de sus funcionarios públicos y privados, quienes sólo son acusados de cometer delitos cuando en algo rompen el pacto neoliberal” (González Casanova, 2006b: 18). 409 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL En la Reunión de Intelectuales con la Otra Campaña, realizada el 21 de marzo de 2006 en el aula “Salvador Allende” de la Universidad de Guadalajara, González Casanova insistía en que La otra campaña era un proyecto realmente de izquierda que lucharía contra el gobierno de los empresarios, con los empresarios y para los empresarios; contra las políticas intervencionistas; contra la criminalización de la política; contra el programa depredador que ha hecho de la megacorrupción, el narcocapitalismo, el capitalismo de casino, la base de la destrucción del tejido nacional y social y del enriquecimiento súbito de una serie de multimillonarios que ocupan lugares de excelencia a escala mundial y que se han enriquecido al ritmo de la privatización de las empresas y los bienes públicos, de la ocupación por “el libre comercio” de las tierras y los territorios costeros, rurales, urbanos; de la desnacionalización velada y abierta de la planta industrial, de los transportes, las comunicaciones, las carreteras, los silos, los mercados, los puertos y aeropuertos, las aduanas, así como de los recursos energéticos, del suelo y el subsuelo, de los mares, los lagos, los ríos, las fuentes de agua y los espacios del aire (González Casanova, 2006b: 18). Aunque no quedaba muy claro qué signiicaba que los zapatistas se deinieran como “anticapitalistas”, sobre todo porque no hablaban de socialismo, González Casanova deinió el “anticapitalismo como un movimiento histórico concreto al sostener, con todas las evidencias históricas y empíricas del caso, que Cuba signiica el esfuerzo más avanzado del ser humano en la lucha por la democracia, la liberación y el socialismo” (González Casanova, 2006b: 18). Posteriormente amplió su entendimiento sobre ser anticapitalista. Expresó que los mayas zapatistas aportaban con ese concepto una idea mundial de “la lucha por las autonomías de las personas y de las comunidades, por la articulación de las mismas en ‘redes’ y ‘nidos’ presenciales y a distancia, que permitan la construcción del poder alternativo a través de la comunicación, la información, el diálogo y ‘la práctica del mandar obedeciendo los lineamientos señalados por pueblos y trabajadores excluidos’ y ‘no excluidos’ que se unan a ellos” (González Casanova, 2006c: 298). Ser anticapitalista, para González Casanova, es pensar en la sobrevivencia de la humanidad. Por eso el proyecto de La otra campaña representaba un modelo “apoyado en toda una dialéctica de la historia en que los explotados y las víctimas del sistema” se unen en medio de sus dife410 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO rencias, para construir un mundo alternativo al que detenta actualmente el capitalismo y todas sus modalidades de colonialismo. En eso precisamente radicaba lo anticapitalista, en el que los pobres de la tierra, guiados por el anhelo de libertad, democracia y justicia, así como de valores éticos universales, como son la dignidad y la autonomía, practicaban el “mandar obedeciendo” para construir el poder de los de abajo que terminara con la explotación-opresión-enajenación de unos hombres por otros (González Casanova, 2006c: 299). De cualquier manera era evidente que La otra campaña necesitaba clariicar su conceptualización. El 15 de septiembre de 2008 el ezln convocó a un evento denominado Festival Mundial de la Digna Rabia. Se trató de un programa que reunía las resistencias anticapitalistas de todo el mundo. El tema del primer festival fue “Otro Mundo, Otro Camino: Abajo y a la Izquierda”. En distintas sedes, de diciembre de 2008 a enero de 2009, hablaron trabajadores, sindicalistas, socialistas, comités, colectivos, colonos, indígenas, mujeres, frentes y redes de México y otras partes del mundo, así como intelectuales de la talla de John Holloway, Raúl Zibechi, Adolfo Gilly, Gustavo Esteva, Michael Hardt, Luis Villoro y Paulina Fernández, entre otros. Pablo González Casanova estuvo en la sede de San Cristóbal de las Casas, del 2 al 5 de enero de 2009 en las instalaciones del Centro Indígena de Capacitación Integral (Cideci). Ahí confesó que los zapatistas inluyeron en su formación y pensamiento. Ahora sobre el tema del anticapitalismo, dijo que los zapatistas lo ayudaron a comprender la alteración que sufre la lucha de clases en el mundo actual en lo que respecta a la modiicación de “las fuerzas de la acumulación y la dominación, y las de la negociación y la represión (González Casanova, 2009: 30). Expresó que ahora la situación era más compleja. “La burguesía de nuestro tiempo ejerce una dictadura a la vez violenta y mediada”, alterna “culturas señoriales, populistas y carismáticas o maiosas”. Cuando los movimientos sociales incursionan por los procesos de presión-negociación y de logro de derechos y prestaciones en materia de salarios, seguridad social, empleo, derechos políticos, presos políticos y en algunos casos llegan a triunfar, éstos “sólo beneician a los sectores medios y a las clases medias o a las naciones en que su inluencia es muy grande. Los costos de cualquier concesión social que se les hace siempre quedan a cargo de las poblaciones excluidas y marginadas, de los pobres entre los pobres” (González Casanova, 2009: 31). 411 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL Pablo González Casanova justiicó el rechazo de los zapatistas a los partidos políticos. Airmó que los líderes o partidos políticos no ven a los pobres y por eso aceptan los apoyos de los gobiernos neoliberales. El zapatismo había roto con este mecanismo, con esta manera de hacer política. Practican otro tipo de lucha y negociación y dijo: “Los zapatistas combinan la lucha con la negociación; deienden la autonomía de las comunidades y las personas, así como el respeto a la dignidad de uno mismo y de los demás. Autonomía y dignidad son dos objetivos no negociables” (González Casanova, 2009: 31). Para González Casanova, los partidos políticos en México son “partidos de Estado”, pues ninguno representa una lucha sistemática contra el neoliberalismo. “En México, como en el mundo, y con las consabidas variaciones, todos los partidos de Estado respetan los valores reales y formales, los intereses privados y oligopólicos de un capitalismo y un imperialismo al que están subordinados” (González Casanova, 2009: 33). Precisó que los partidos que alguna vez lucharon por la democracia, la liberación y el socialismo, abandonaron esas metas. Ya no están del lado de los pobres, ni de los indígenas, ni del campesino; tampoco intentan acumular fuerzas para organizar un frente amplio opositor y aunque es posible que algunos de ellos se radicalicen en un futuro, eso no está a la vista en el corto plazo. Y siguió. Dijo que para lograr una lucha organizada hoy, había que apostar por el diálogo y la discusión dentro de los movimientos antisistémicos; crear redes y colectivos aceptando la diversidad y defendiéndose de fuerzas agresoras y mediatizadoras. Según él, no se debía olvidar que en las luchas y la negociación se antepone la dignidad organizada, la autonomía como acto político y social, el respeto a las culturas y los modos de construir mundos alternos. Todo ello suponía repensar a Martí, a Marx, a Lenin y luchar junto a los zapatistas desde el pueblo. La categoría del pueblo era una que González Casanova había trabajado desde los años sesenta. Si antes estaba acotada a los marginados del desarrollo, ahora incluía a todos los pobres y excluidos desde ámbitos diversos como la cultura, el género, la política; por eso en el concepto pueblo que dialogó con los zapatistas, caben ya los jóvenes, los homosexuales, los indígenas, las mujeres. Por ello expresó que: “en los antiguos pueblos de origen maya, se está escuchando y expresando la otra política, el otro lenguaje, la otra esperanza de paz y de negociación con 412 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO respeto a una dignidad y a una autonomía que no son negociables y que rechazan regresar a los viejos caminos de la mediación, de la asimilación, de la cooptación, de la corrupción, aparentemente humanitarios, y tan inhumanos como los que practican los genocidas inteligentes desde aviones inteligentes, con bombas inteligentes (González Casanova, 2009: 38). En esta ocasión González Casanova fue más directo al decir: “todos tenemos que decidirnos si acompañamos o no a ‘los pobres de la tierra’ de que hablaba Martí, a los ‘condenados de la tierra’ de que hablaba Fanon; en un camino efectivo para hacer realidad la libertad, la justicia y la democracia sin prestarnos a ser instrumentos de mediación humanitaria de las fuerzas dominantes” (González Casanova, 2009: 38), en esta decisión los zapatistas son un camino a seguir para evitar caer en la trampa del poder político y económico. Pablo González Casanova valoró la aportación universal de los mayas del sureste mexicano, su innovación política que incluye reforma, revolución, democracia y toma del poder desde abajo. Sobre eso expresó: Quienes tenemos el privilegio de acompañarlos, tenemos la obligación moral y política de respetar y hacer respetar una alternativa pacíica que expresa en concreto los máximos valores de la emancipación humana, y un proyecto no sólo necesario sino viable. De cómo nació el mismo y cómo interpretar el logro de sus descubrimientos querría decir algunas palabras más que pueden ser útiles para explorar la creación en la historia emergente. Como relexiones inales apuntan a una conclusión que revela la importancia mundial del zapatismo en tanto éste abre un camino que, entre variantes, es muy importante para luchar por la paz con autonomía y dignidad, tejiendo redes de comunidades autónomas, autogestionarias, autosustentables, que ni se queden en el sueño de la comunidad aislada y socialista de que fácilmente se deshace el entorno opresor, el sistema y el Estado —recuerden a Hobsbawm—, ni se propongan la toma del poder del Estado, o la transformación de la sociedad desde el Estado y con la lógica del Estado (González Casanova, 2009: 39). Concluyó airmando que “el zapatismo constituye una aportación de importancia universal (aunque no se le considere así por no ser un proyecto europeo y por venir de los indios). Pero su importancia es de interés universal porque construye un camino emancipador que, entre variantes, corresponde a otra lucha por la paz. El proyecto zapatista no niega las re413 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL formas, no niega la revolución; propone otras reformas, otra revolución. Es un proyecto que se hace aprendiendo, luchando y creando (González Casanova, 2009: 39). Ese mismo día tuvo su respuesta. El vocero del ezln expresó que González Casanova estuvo y ha estado con los zapatistas: en las buenas, en las malas y en las peores. Estuvo en la Comisión Nacional de Intermediación (Conai) que encabezó en su tiempo don Samuel Ruiz García, y en ella pudo constatar, en vivo y en directo, los desprecios y racismos de los que hizo gala la delegación gubernamental en los llamados Diálogos de San Andrés. También pudo constatar, creo, la irmeza y dignidad de mis compañeros y compañeras, mandos que formaron aquella que fue nuestra delegación a esos malogrados, por el gobierno, diálogos.50 Le hizo saber que para los zapatistas él era un hombre sabio. Que su humildad y sencillez lo “identiican más con los sabedores que hay en los pueblos indios, que con los soberbios ‘especialistas’ que, desde la comodidad y privilegio de la academia, juzgan y condenan una realidad a la que siempre han sido ajenos”.51 También hizo mención el líder zapatista de que, a diferencia de otros intelectuales, Pablo González Casanova, nunca había pretendido decirles qué hacer con su movimiento y aunque no habían coincidido en todo, había respetado las críticas de los zapatistas y otras personas a su pensamiento. De todo lo que representa González Casanova por su capacidad intelectual, la brillantez de sus análisis y su posición del lado de los pobres, a los zapatistas, dijo el subcomandante Marcos, no “ha dejado de asombrarnos su sencillez y modestia para con nosotros”. Así como es, en la óptica zapatista, González Casanova “no parecía un intelectual”. Pero sí lo era, de “otro tipo” pero lo era, como también era un cientíico social, un pensador de talla mundial, un universitario que había pensado los problemas sociales más importantes del país y la humanidad. Los ejes temáticos que en la década de los sesenta hizo suyos, a saber, la democracia, la explotación y el colonialismo interno conjugados con su lucha por el socialismo y la liberación, Pablo González Casanova los 50 Véase: “Siete vientos en los calendarios y geografías de abajo. Séptimo viento: unos muertos dignos y rabiosos”, disponible en: http://dignarabia.ezln.org.mx/?p=466#marcos [consulta: 23 de diciembre de 2010]. 51 Idem. 414 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO replanteó con el devenir de la historia. De la democracia en México y América Latina transitó al poder al pueblo, de éste a la democracia universal; las categorías de explotación y colonialismo interno las replanteó a escala global; en el caso de la autonomía universitaria, la extendió al escenario indígena en la rebelión zapatista que para él fue la primera revolución del siglo xxi, y como nunca dejó de ser un intelectual, cientíico y universitario, las ciencias y la Universidad no salieron de su preocupación teórica. Para el caso de éstas, el siglo xxi representó un cambio de paradigma, por lo que las nuevas ciencias y la universidad del nuevo milenio necesitaban un tratamiento de su parte. Hubo un tiempo en que tuvo que pensar ambas, y como si fuera un destino, en 1999 la historia de México le ofreció una oportunidad. la universiDaD necesaria en el siGlo xxi Quiero preguntarme con ustedes cómo podemos pensar en la Universidad. No es una cuestión de retórica. Me pregunto cómo pensar en la Universidad, en la nuestra, en la sociedad, en la sociedad actual, la de México y un mundo mutante, la del futuro que ya está aquí y en el que ya se cierne la nueva historia. Pablo González Casanova Después de tres años y en medio de una huelga estudiantil, el Congreso Universitario de la unam se llevó a cabo el lunes 14 de mayo de 1990. En él, los delegados electos dialogarían sobre los problemas cruciales de la máxima casa de estudios del país y consensarían su rumbo. El Congreso Universitario se derivó del proyecto de reformas presentado por el entonces rector de la unam, Jorge Carpizo MacGregor, en abril de 1986. Carpizo MacGregor había escrito aquel famoso texto titulado Fortaleza y debilidad de la Universidad Nacional Autónoma de México (Carpizo MacGregor, 1986), en el que hacía una severa crítica de las negligencias y omisiones que padecía la Universidad más grande de México (Trejo Delabre, 1999). El diagnóstico del entonces rector era que existían serias deiciencias en torno al término de los estudios de licenciatura; había también rezagos en la titulación en el posgrado, sitios vacantes en algunas carreras y una enorme demanda en otras, además de que el beneicio del pase reglamentado a la licenciatura de los egresados de las preparatorias de la unam signiicaba una desventaja para quienes no lo eran y aspiraban a ingresar en la Universidad (Trejo Delabre, 2000). 415 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL Para Jorge Carpizo la unam era una universidad centrada en aspectos políticos más que académicos. Debido a esto, la calidad educativa en la unam se deterioraba y los recursos inancieros del Estado disminuían al haberse perdido el sentido de competitividad producto de la centralización y el mal funcionamiento organizativo. “A partir de ese diagnóstico, Carpizo convocó a los universitarios para expresar sus opiniones. Entre abril y septiembre de 1986, la rectoría recibió 1760 ponencias a cargo de consejos técnicos e internos, colegios, asociaciones, miembros del personal académico y estudiantes, entre otros actores de la vida universitaria” (Trejo Delabre, 2000: 224). El rector sintió legitimidad en su avanzada y se atrevió a presentar una serie de reformas concernientes a “la derogación del pase automático del bachillerato a la licenciatura; el establecimiento de una sola vuelta en exámenes extraordinarios; la ijación de límites máximos para presentar tales exámenes así como para las materias que podían ser reprobadas; el despido de los profesores que no trabajaran; aumento en las cuotas por servicios como exámenes extraordinarios, examen médico y expedición de certiicados (Trejo Delabre, 2000: 224) y al cumplimiento total de las horas-clase para las que fueron contratados los profesores, así como la evaluación académica de cada docente. Entre otras medidas de esta reforma, estaban la revisión y actualización de planes de estudio, así como la elección directa y secreta de quienes serían los representantes de académicos y alumnos en los diferentes consejos técnicos y universitario. Las reformas se aprobaron en el mes de septiembre de 1986 por el Consejo Universitario y fueron rechazadas en octubre por el recién constituido para tal efecto Consejo Estudiantil Universitario (ceu). La disputa por cómo debería de ser la Universidad había comenzado. Los representantes de 25 escuelas de la unam que conformaban el ceu cuestionaban los cambios. Se negaban a aceptar la eliminación de los derechos que los estudiantes gozaban en la Universidad. “Las autoridades de la unam sostenían que la actualización y ampliación de esos derechos (por ejemplo, para los estudiantes de bachilleratos no dependientes de la Universidad) eran parte de una actualización indispensable” (Trejo Delabre, 2000: 224). La tensión se hizo presente por la insistencia del ceu de dar marcha atrás a las reformas. Fue en la discusión pública que sostuvieron la comisión de rectoría y los dirigentes del ceu en el auditorio Che Guevara de la Facultad de 416 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO Filosofía y Letras, en enero de 1987, en donde apareció la principal demanda del movimiento estudiantil: realizar un Congreso Universitario (Trejo Delabre, 2000: 225). El rector llevó la propuesta al Consejo Universitario y se comenzó la gestión para llevarla a cabo. A pesar de ello la huelga estalló. En febrero de 1987 el Consejo Universitario aprobó la realización de un Congreso General y la suspensión de los reglamentos de la disputa. “La propuesta aprobada estableció la creación de una comisión organizadora del Congreso formada por 48 universitarios; 16 de ellos fueron designados en esa misma sesión. Otros 16 serían representantes electos por los estudiantes y una cantidad igual, delegados del sector académico. Las formas de elección tendrían que ser deinidas por los primeros 16 miembros del Consejo Universitario” (Trejo Delabre, 2000: 227). Posteriormente el ceu decidió terminar la huelga bajo la consigna de que se había logrado cumplir con la puesta en marcha del Congreso General Universitario, del que el Consejo Universitario asumiría las conclusiones. Durante casi tres años, la preparación del Congreso estuvo dedicada a un tenso e intenso regateo alrededor de las normas para constituirlo. Una primera fase de ese largo periodo fue destinada al cabildeo y el intercambio dentro de la Comisión Especial, que consistió en designar al grupo de 16 universitarios. Fue en febrero de 1987. El reglamento para sus discusiones internas, los procedimientos para dar a conocer acuerdos, los horarios y el sitio de las sesiones y otros asuntos de mayor detalle, consumieron las primeras semanas de esa Comisión (Trejo Delabre, 2000: 229). En medio de este jaloneo político, el 2 de enero de 1989 tomó posesión como rector de la unam el doctor José Sarukhán Kermez. Sucedía a un Jorge Carpizo cansado, que acusó de dogmático al movimiento estudiantil. Carpizo declinó la relección a la rectoría, por lo que quien inauguraría las conferencias del Congreso Universitario sería José Sarukhán. Los trabajos comenzaron el lunes 15 de enero de 1990. “Fueron 70 disertaciones, a cargo de universitarios, en torno a ocho temas centrales: 1) Universidad y sociedad. La universidad del futuro. 2) Estructura académica. Profesiones, formación académica y planes de estudio. 3) Relaciones y métodos de enseñanza y aprendizaje. El ingreso, la permanencia, la titulación y el nivel académico. 4) La carrera académica. Los servicios académicos. Condiciones materiales de estudio y para la labor académica. 5) Investigación. 6) Extensión y difusión cultural. 7) Gobierno. Administración. Presupues417 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL to y inanciamiento de la unam. 8) Historia de la Universidad y de la reforma universitaria” (Trejo Delabre, 2000: 242). En la inauguración del ciclo de conferencias temáticas previas a los foros locales del Congreso, la primera sesión, estuvo a cargo de Leopoldo Zea y Pablo González Casanova. “Pensar la Universidad” fue el título del texto que leyó González Casanova en esa sesión. Para pensar la Universidad, decía, “lo primero que tengo que hacer es amar a la Universidad, amar lo que ha sido y es, y la nueva vida que llega” (González Casanova, 1990e: I). Era para él un problema pascaliano en el que el debate era necesario. Pero quizá al margen de las vicisitudes en las que se encontraban el ceu y las autoridades de la unam, González Casanova pensaba que los debates sobre la Universidad no debían encerrarse en ella misma. Por ello en esa ocasión decidió hablar sobre los vínculos que la Universidad tenía con el futuro y la sociedad. El análisis del futuro, airmaba, está vinculado con el desarrollo de las ciencias y las humanidades. Mencionó que las tendencias pronosticadas desde los años sesenta por algunos futurólogos, sobre el desarrollo de los conocimientos cientíicos y las innovaciones tecnológicas, en gran medida resultaron ciertas. Y aunque en algunos rubros las tendencias no fueron conirmadas, con respecto a la política y a la economía sí. Narró cómo Hermann Kahn y Anthony Weimer previeron mayor desigualdad entre países ricos y pobres, el escenario de un Tercer Mundo, la decadencia del comunismo de tipo soviético y la “cooperación abierta de Europa Oriental con la Comunidad Europea” (González Casanova, 1990e: I). Lo que González Casanova quería plantear era que todos los hechos ocurridos y conirmados en el plano de las ciencias, la política, la economía y las humanidades, afectaban directamente la vida universitaria. Para él pensar la Universidad era pensar en el futuro de la sociedad, la ciencia y las humanidades. El principio que lo guiaba era el que suponía que si la ciencia y la tecnología revolucionaban las fuerzas productivas, los cambios en el conocimiento y en el mundo del trabajo modiicarían el quehacer de las instituciones de enseñanza. Desde esta perspectiva mencionaba que el saber universitario y de investigación cientíica, debido a los cambios en las estructuras productivas a escala mundial, se tomaba como parte de la riqueza de un país. Al menos así lo consideraron Francia, Canadá y Estados Unidos. 418 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO Siguiendo las previsiones de un grupo de cientíicos de la antigua Checoslovaquia, encabezados por Radován Richta, González Casanova expresaba que lo más importante para el futuro era un “excelente sistema educativo, cientíico y cultural”, para enfrentar el neoliberalismo y el colonialismo globales. Estaba de acuerdo con que la modernización cientíica y tecnológica era un hecho, por lo que no se debía soslayar en la Universidad este fenómeno. Decía que no se estaba en contra o a favor de la modernización así nada más. El problema más bien radicaba en ver de “qué modernización hablamos, si de una modernización conservadora o progresista; y también si se trata de una modernización neocolonial, transnacional, o de otra liberadora o que siente las bases de un trato que no sea desigual entre las naciones, de un trato que no sea explotador y colonial” (González Casanova, 1990e: II). Era evidente que la modernización a la que se refería debía estar con el pueblo que forja su historia y bienestar social. Por esa razón pensaba en una modernización democrática. En el caso de la Universidad, airmaba, la modernización tampoco era un asunto para aceptar o rechazar: “para la Universidad y su desarrollo de las ciencias y las humanidades, de la investigación, la educación y la difusión de la cultura la necesidad de modernización es un hecho, y un hecho renovable, repetible necesariamente; pero que nos obliga a pensar en la modernización que queremos dentro de un proyecto humanista” (González Casanova, 1990e: II). Pablo González Casanova pensaba en ese momento en la discusión de fondo que había en el Congreso Universitario e invitaba a relexionar en la modernización de la Universidad, pero al lado de la liberación, la justicia social y la democracia como poder del pueblo. En esta última, ponía el énfasis en el cuidado del respeto al pluralismo ideológico, “el respeto y cultivo del diálogo como arte de preguntar, de oír, de precisar a través de la crítica y la información, de la claridad y la exactitud, en respuestas que tiendan a desentrañar los argumentos, los hechos sin caliicativos ni enjuiciamientos globales, o autoritarismos convertidos en dogma o prejuicio” (González Casanova, 1990e: I). En esta idea de democracia, que es la que había cultivado en su pensamiento, se incluía el respeto al sufragio frente a los acuerdos entre grupúsculos, el reconocimiento del especialista en cualquier disciplina, la libertad intelectual y la autonomía de los centros de pensamiento. Cuidar todo esto signiicaba para él aceptar que el tipo de democracia que 419 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL se hacía en la Universidad repercutiría también en la sociedad y así nacería el encuentro de ambas en una nueva historia. Pensar la Universidad de esta manera ponía a cualquier universitario frente a los posmodernismos que por aquellos años noventa ya negaban la posibilidad de una ética universal y todo humanismo en la tierra. “En el posmodernismo [airmaba] hay una especie de reconocimiento cínico de la demagogia neoconservadora” (González Casanova, 1990e: II). El estilo de pensar de Francis Fukuyama y sus “Departamentos de Estado”, agregaba, se enfoca a una democracia sin pueblo, al in de las ideologías, las utopías y la historia. Pero González Casanova expresaba que la Universidad mexicana tenía “muy altas probabilidades de acompañar el principio de una nueva historia que habrá de arrumbar el sanseacabó de ilósofos miedosos e intimidantes a la moda. La Universidad, más que nunca, tendrá que contribuir a pensar, y hacer, el proyecto humanista emergente” (González Casanova, 1990e: II). En su discurso invitó a pensar de manera vinculante el mundo, la Universidad y México. Sobre el país dijo que éste había padecido la historia del colonialismo y diversas maneras de librarse de él y que, en esos años, México estaba preso de las políticas neoliberales que deterioraban el bienestar de su pueblo. Este punto era el que la Universidad no debía perder de vista porque, expresó: “yo creo que al pensar en la Universidad tenemos que pensar en la lucha ideológica neoliberal, privatizadora, partidaria de reducciones crecientes de la inversión y el gasto público, y que tiende desde hace varios años a sustituir los subsidios de beneicio popular o sociales por grandes transferencias que han beneiciado sobre todo a la gran empresa privada” (González Casanova, 1990e: II). Advertía en su discurso que si el Estado mexicano seguía los dictados del fmi, si no se democratizaba el país y si el pueblo no tomaba el poder, no sólo la sociedad mexicana padecería una desestabilización generalizada, la Universidad y todos sus proyectos también la sufrirían. Si por el contrario, la democracia en México crecía y el Estado y el pueblo asumían su papel de forjar la historia de la nación, la modernización de la Universidad sería una que no sólo cubriría la demanda escolar con mayores recursos, sino que su nivel académico sería de excelencia. Al inal de su conferencia, González Casanova enumeró algunas tareas especíicas en las que se tendría que pensar durante el Congreso: a) plantear y renovar la unidad entre las ciencias y las humanidades; b) defender 420 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO el carácter nacional y público de la Universidad; c) impulsar la modernización de la Universidad en ciencias y humanidades, artes y técnicas; d) luchar porque el Estado amplíe el subsidio universitario, y e) impulsar la democratización de la Universidad. Tales tareas las pensaba desde una Universidad que fuera crítica, innovadora, cientíica, dialogal, antiautoritaria, pluralista y del más alto nivel intelectual. Con ello invitaba a oponerse a los prejuicios contra los métodos educativos de vanguardia y a quienes “en nombre de una praxis mal entendida en el campo de las ciencias sociales, no dan al trabajo teórico y técnico el lugar que merece en el conocimiento y transformación del mundo actual al lado, es cierto, de una práctica que va más allá del experimento, más allá del laboratorio, del aula y la biblioteca, pero que sólo alcanza sus niveles más altos en combinación con la cultura llamada superior y las grandes luchas de los pueblos” (González Casanova, 1990e: IV). Con respecto al Congreso Universitario, hay quienes consideraron que no logró su objetivo, antes bien, el ánimo y el interés en el mismo fueron disminuyendo con el paso del tiempo. Aunque los académicos reconocían la importancia del Congreso, al mismo tiempo entendieron que no había condiciones para el gran cambio que se proponía con éste. El año electoral 1988 y la salida del rector Carpizo conjugados con “el largo tiempo que había transcurrido entre la aprobación del Congreso y su realización, afectaron el ánimo de los universitarios. Como se recordará, el Congreso fue autorizado por el Consejo Universitario el 10 de febrero de 1987. Y no se inauguraría sino hasta el 14 de mayo de 1990. En esos tres años con tres meses —y un poco más de tres días— la atención de los sectores de la Universidad fue virando hacia otros asuntos: especialmente a cumplir con el trabajo cotidiano que, con o sin Congreso, tenían que realizar los estudiantes y profesores” (Trejo Delabre, 2000: 252-253). Para otros, la lucha del ceu logró que con el Congreso Universitario salieran a la luz cuestiones básicas que la Universidad debería practicar, como los procedimientos y estrategias para llevar adelante una reforma que incluyera a la comunidad universitaria. Desde esta perspectiva, el diálogo público entre autoridades y estudiantes sentó las bases para una vida más democrática en la unam (Aranda Sánchez, 2001: 23). Pero más allá de lo interno de la unam, a lo que Pablo González Casanova invitaba era a pensar la Universidad en un escenario más amplio 421 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL que sus propios muros. Sabía que estaba en ciernes un plan para privatizar la universidad pública. La privatización de las universidades, dijo en cierto momento, “y la reducción de los estudiantes a objetos ignorantes de la historia, de la política y de las ciencias vinculadas al humanismo” obedece al proyecto de convertir a la empresa privada en actor principal de la vida social. También obedece, “a un mundo en que el complejo militar-industrial y corporativo, con sus asociados y subalternos, regulará la represión y la negociación para una gobernabilidad en que los pueblos sujetos muestren ser responsables y razonables o con opciones racionales que los lleven a aceptar como suyos los objetivos de los que mandan” (González Casanova, 2001b: 12). Desde que en México, en la década de los ochenta, se instrumentaron las políticas económicas neoliberales, en todo el ámbito del sector público se hizo sentir la crisis para los que menos tienen. Aumentó el desempleo, el salario se deterioró, se agudizaron las desigualdades económicas, culturales y políticas, aumentó la pobreza extrema y los servicios de salud se encaminaron hacia posiciones privatizadoras. En el campo de la educación, las cosas se tornaron difíciles. De la poca preocupación gubernamental por aumentar el gasto público en este rubro y de una ineiciente política educativa, las consecuencias perversas saltaron a la vista en los años noventa: “De cada cien niñas y niños que ingresan a primaria sólo cuatro concluyen una carrera de educación superior y de esos únicamente 2.5 por ciento se titulan y sólo 0.4 por ciento logra un posgrado. Es decir, 43 por ciento no termina primaria, 63 por ciento no termina secundaria, 88 por ciento no termina bachillerato, 96 por ciento no concluye una carrera de educación superior y de continuarse con esta política 96.6 por ciento de mexicanos y mexicanas nunca obtendrán un título de posgrado” (Ruiz Gutiérrez, 2000: 18). Todos los datos sobre el tema en México son aterradores. El gasto para el desarrollo cientíico para la década mencionada ascendió a sólo 0.37 por ciento del pib, mientras que en Canadá fue de 1.3 por ciento, en Francia de 2.4 por ciento y en Japón de 3.0 por ciento, por lo que los profesionistas y cientíicos abundan más en estos países y coadyuvan en el desarrollo de su economía y sociedad. La clase política en México se deslindó de la responsabilidad pública de brindar educación superior al demandar la obligatoriedad sólo hasta nivel secundaria, por lo que las universidades privadas ofrecieron cobertura educativa en ese campo des422 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO de posiciones ideológicas diversas y a veces contrarias al Estado y amplios sectores de la sociedad civil (Ruiz Gutiérrez, 2000: 23). En Estados Unidos y Canadá, la ideología neoliberal en la universidad cobró rápido interés en las empresas privadas. Se instó a comercializar el conocimiento técnico y cientíico. Se formaron equipos de expertos para pasar el mensaje. Muchos de éstos hacían referencia al vínculo que debería existir entre empresa y universidad, a la reducción del gasto público en educación superior y a contrarrestar las “universidades de masas”. En México, el dogma de la empresa privada, la eiciencia y la competitividad ingresaron a la Universidad por la vía oicial. Pablo González Casanova registró este acontecimiento. En 1990, el entonces secretario de Educación Pública, Manuel Bartlett, invitó a una comisión de “expertos” del International Council of Educational Development (iceD) a realizar una evaluación de la educación superior en México. La evaluación fue principalmente sobre la universidad pública. Con entrevistas a rectores, directores y profesores de algunas universidades, el organismo hizo varias “sugerencias” para “mejorar la calidad y eicacia de las universidades de México”. En el un extenso documento denominado A strategy to Im­ prove the Quality of Mexican Higher Education, el organismo repitió el lugar común del pensamiento conservador: “que el aumento en la cantidad de estudiantes universitarios (no mencionó que ese aumento era relativo a recursos y profesores; a estructuras de educación y a medios de enseñanza) había erosionado la calidad educativa” (González Casanova, 2001b: 37). González Casanova sintetizó este trabajo en treinta conclusiones y recomendaciones que, entre otras cosas, hacían mención de tres puntos cruciales de la Universidad: la autonomía, la calidad educativa y el inanciamiento de la matrícula. El iceD “encontró”, narra González Casanova, que las universidades eran demasiado autónomas, que sus programas y métodos de estudio no coincidían con los de los países postindustriales, que el gobierno gastaba demasiado en la educación universitaria, que las universidades no se adaptaban al mercado del trabajo y no cooperaban con el sistema productivo, que aumentaba el número de estudiantes en ellas y que no tenían estrategias para mejorar la calidad de la enseñanza (González Casanova, 2001b: 38). Sobre las propuestas del organismo, destacaron las políticas administrativas de control de los recursos, sistema de estímulos a profesores con “competencia comprobada”, evaluaciones continuas para elevar la cali423 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL dad de la enseñanza, terminar con el “pase automático” de los estudiantes de bachillerato de la unam, acabar con la estructura de facultades para sustituirla con la de departamentos y elevar la matrícula en la educación básica en vez de en la universitaria. Para bien o para mal, las “sugerencias” (que no “recomendaciones”) de este informe redactado por dos ingleses, dos estadunidenses, un francés, un colombiano y un mexicano de la Ibero se convirtieron en la base de las creencias, la argumentación y la política educativa que domina en el México neoliberal. Todo el documento presentó una extraña coincidencia con la argumentación internacional del neoliberalismo y con las tesis más respetables y serias acerca del incremento de la calidad académica y la equidad social (González Casanova, 2001b: 40). En México, poco tiempo después de presentadas las conclusiones del organismo internacional, Luis Eugenio Todd y Antonio Gago Huguet, funcionarios de la Secretaría de Educación Pública, publicaron un libro titulado Visión de la Universidad Mexicana, cuyo contenido guardaba estrechas similitudes con las principales recomendaciones del iceD. En ese mismo tenor, las recomendaciones para las universidades públicas vinieron del bm, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (ocDe) y el Banco Interamericano de Desarrollo (biD) (González Ledesma, 2010: 78-84). Al decir de González Casanova, las demandas de todos estos organismos internacionales eran muy claras: homogeneizar los sistemas didácticos y organizacionales de la educación superior con el in de vincular con mayor facilidad los objetivos terminales de ésta con los proyectos de las empresas globales. Pero las cosas eran más complejas de lo que parecían. En términos de costos, para un gobierno, la privatización permitiría un recorte en sus gastos destinados a la universidad, con lo que la reducción de recursos públicos a los centros de educación superior signiicaría la exclusión de miles de jóvenes que sólo estarían en condiciones de emplearse como simples trabajadores temporales de las grandes compañías. La base de estas “sugerencias” era convertirse en verdades cientíicas y así mermar a las universidades, especialmente la unam, en torno a: a) el principio de universalidad: educación gratuita para todos; b) su autonomía; c) su unidad como comunidad universitaria; d) su autoconocimiento y diseño de programas; e) su independencia de los poderes 424 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO fácticos; f) su pensamiento crítico; g) la democracia interna de la universidad; h) el pase automático de bachillerato a la licenciatura, y i) la relación entre ciencias y humanidades. El 20 de febrero de 1988 Julio Boltvinik (“Recorte a universidades y Banco Mundial”, La Jornada, 4 de diciembre), de El Colegio de México, citó un documento del Banco Mundial en que recomienda privatizar el sistema educativo nacional: “Tal traspaso de responsabilidades al sector privado se recomienda especialmente en el caso de la educación superior” (escribió haciendo referencia al World Bank, Mexico: Enhancing Factor Productivity Growth). Para 1999 el presupuesto presentado por el presidente Zedillo disminuía en 40 por ciento los gastos e inversiones en educación pública. Boltvinik comentó que el Ejecutivo tomaba esa medida con el apoyo del Banco “para obligar a las instituciones que imparten educación superior a cobrar cuotas” y a solicitar al Banco “préstamos educativos”, a in de “que el mercado entre a la unam” y de “que la unam entre al mercado”. El 15 de marzo de 1999, a propuesta del rector, el Consejo Universitario aprobó un nuevo Reglamento General de Pagos. El 20 de abril estalló una huelga que tuvo cerrada 295 días —casi diez meses— a la unam (González Casanova, 2001b: 45). Efectivamente, fue el 11 de febrero de 1999, cuando el rector de la unam, Francisco Barnés de Castro, anunció un nuevo Reglamento General de Pagos (rGp) para inscripción y colegiaturas en la Universidad. Con ello “se inició una polémica en torno a la gratuidad de las universidades públicas y se estableció una controversia sobre la interpretación del artículo 3° constitucional, particularmente en relación con la fracción IV que establece que toda la educación que imparta el Estado será gratuita” (Rodríguez Araujo, 2000: 11). Ante tal anuncio, estudiantes de varios grupos se organizaron alrededor de lo que inicialmente llamaron Asamblea Estudiantil Universitaria (aeu), para oponerse al aumento de cuotas. Las asambleas se propagaron por facultades, escuelas, cch y preparatorias de la unam. El 24 de febrero se realizó la primera asamblea general de la aeu en el auditorio Che Guevara y al siguiente día la primera marcha de estudiantes contra lo que después se llamó el “plan Barnés”. El rector siguió su camino a pesar de que la aeu había emplazado a huelga para el 20 de abril si el rGp llegaba a aprobarse. La aue, en su pliego petitorio, demandaba la abrogación del rGp, la creación de un espacio de discusión de la problemática universitaria, el alargamiento del semes425 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL tre y desechar cualquier sanción penal en contra de los estudiantes activos en el movimiento. Para el 15 de marzo “el rector Barnés convocó parcialmente al Consejo Universitario a una reunión que en los hechos era clandestina, aunque luego se supo que tendría lugar en el Instituto Nacional de Cardiología, fuera de las instalaciones universitarias. Curiosamente no fueron convocados los consejeros que presumiblemente estarían en contra de la propuesta del rGp, que supuestamente actualizaría las antiguas cuotas al precio de la moneda en ese momento. En esa reunión del Consejo se aprobó la propuesta del rector en menos de media hora e inmediatamente después de pasar la lista de los consejeros presentes, mientras afuera del recinto de Cardiología otros consejeros pugnaban por ingresar” (Rodríguez Araujo, 2000: 14). Aunque el rector propuso diferir la aplicación del nuevo reglamento, la suerte en la unam ya estaba echada. El 20 de abril de 1999 se inició la huelga y se conformó el famoso Consejo General de Huelga (cGh). Con las primeras acciones de la huelga, 27 centros educativos y el Centro Universitario de Estudios Cinematográicos (cuec) fueron cerrados. Dos días después, la Universidad quedó totalmente paralizada. El intercambio de opiniones entre el cGh y las autoridades se llevaron a cabo a través de los medios de comunicación. En la prensa escrita o la televisión aparecía a diario lo que cada parte argumentaba a su favor y contra su opositor. Los estudiantes exigían un diálogo público con el rector, éste se negaba.52 El hecho es que Barnés se opuso siempre a que el diálogo fuera público. “El diálogo público es el peor error en el que podemos caer”, dijo el rector a la prensa. “Y con su negativa al diálogo encendió todavía más los ánimos de los estudiantes y, a la vez, destruyó los puentes necesarios para posibles negociaciones en el marco de las tradiciones universitarias” (Rodríguez Araujo, 2000: 16). Voces a favor del rector y el cGh entraron en escena. Se hablaba de la necesidad de modernizar la Universidad, así como de la universidad gratuita; se llamaba al diálogo como única solución para los universitarios y a nombrar comisiones de mediación para resolver el conlicto. Las autoridades universitarias acusaban al cGh de estar iniltrado por grupos externos a la Universidad. En parte eso se decía porque sindicatos, mo52 “Diálogo en privado, plantea Barnés; que sea público: paristas”, La Jornada, 28 de abril de 1999, pp. 3 y 5. 426 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO vimientos sociales, de estudiantes y los zapatistas apoyaban la huelga. En una carta del día 28 de abril, el subcomandante Marcos cuestionaba la crítica de no pocos intelectuales al movimiento estudiantil. Al respecto decía: “si en el pasado universitario algunos grupos de izquierda propusieron el concepto de universidad­fábrica, en el presente globalizado son los funcionarios de rectoría, con el apoyo incondicional de un grupo de intelectuales huérfanos del salinismo y prestos a ser adoptados por quien tenga bien dispuestos el cinismo y la cartera, los que no sólo conciben a la Universidad como un mercado, también la reorganizan para que funcione como tal” (Subcomandante Marcos, 1999: 6). Cuestionaba también el criterio empresarial que se había impuesto en la educación superior y los conceptos que los ideólogos de la productividad manejaban. Advertía que uno de los peligros del “opcional” reglamento de pagos de la unam es que divide a los estudiantes en dos tipos: los que pagan y los que no pagan y que con la huelga ya puesta en marcha, el inal del movimiento universitario era una incertidumbre. A los miembros del cGh, les mandaban un mensaje: No es pequeño ni uno el enemigo que se les opone a los estudiantes. Pero no están solos. Aunque lejos en distancia, los zapatistas no ocultamos la admiración que nos causan los estudiantes, nos empeñamos en aprender bien la lección extracurricular que nos imparten, nos enorgullece saber que existen personas como ellos y ellas, y saludamos que sea suelo mexicano el que se asombra en verlos. Porque por jóvenes estudiantes como estos hombres y mujeres es que, hoy, decirse mexicano es un orgullo y no una vergüenza (Subcomandante Marcos, 1999: 6). Pablo González Casanova también tomó posición y partido. Expresó que la educación superior debía ser un derecho universal de todos aquellos que tuvieran la preparación necesaria para alcanzar éxito en sus estudios; que ese derecho debía ser explícitamente reconocido y ratiicado para llegar a un acuerdo en el conlicto, y que “si la educación superior es un derecho reconocido, gozarán del mismo todos aquellos que reúnan los requisitos necesarios para tener éxito probable en sus estudios, en la inteligencia de que los estudiantes cuyas familias alcancen ingresos superiores a 20 salarios mínimos harán una contribución a los ingresos de la unam si la misma no afecta la libertad familiar del estudiante y éste responsablemente la acepta” (González Casanova, 1999b: 13). Si se llegara 427 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL a un acuerdo, dijo, debería quedar claro que no se estaba mercantilizando la educación, ni que la Universidad se convertiría en una institución de beneicencia. Y agregó: “El propósito de una mayor equidad no se limitará a pedir contribuciones a los estudiantes de altos ingresos. Se complementará o sustituirá por una demanda de mayores subsidios federales a la unam y a la educación en México” (González Casanova, 1999b: 13). Para González Casanova el acuerdo debía complementarse con el desarrollo de un sistema de programas por objetivos de aprendizaje, pruebas y autopruebas de conocimiento y producción de material pedagógico para aprender, metas a abordar de inmediato, en especial en la unam. Aprobaba el “pase automático”, pero con plena certeza de que los estudiantes tendrían los conocimiento requeridos para el éxito de sus estudios. Para ello el examen de admisión debería presentar pruebas coniables y signiicativas. No se podía dejar fuera de la Universidad a estudiantes por falta de recursos, por lo que los subsidios al sistema público educativo debían incrementarse para así impulsar “la sociedad del conocimiento en todo el país”. El diálogo efectivo, airmaba, comenzaba con la suspensión del rGp, y el diálogo público y privado con la capacidad de que cada parte nombrara sus respectivas delegaciones y así estudiaran las propuestas de cada quien con el ánimo de irmar juntos una versión inal de los acuerdos. Para González Casanova, entre los acuerdos se deberían tomar en cuenta problemas que tenían que ver con la Universidad y la educación superior. Entre esos problemas destacaba la creación de instituciones que permitieran a la Universidad cumplir tanto con sus ines de investigación, educación y difusión de las ciencias, las humanidades, las tecnologías y las artes, con profesionistas y especialistas bien preparados, como estructurar espacios de consulta, discusión y diálogo más amplios y efectivos de los que actualmente existen. Para ese in, antes que pensar en una reforma de la Ley Orgánica, agregaba, sobre la que tendría que decidir el Congreso, parecía preferible que la propia comunidad universitaria, con un sistema de canales amplios y a través del Consejo Universitario, reformara el Estatuto General y creara las instituciones que permitieran dar mejor educación a un mayor número, con mayor presencia y participación de profesores y estudiantes (González Casanova, 1999b: 13). La responsabilidad de resolver el problema universitario con el recurso a un diálogo efectivo, sugería González Casanova, era inmensa y debía contribuir a crear las redes nacionales de la paz y la democracia que re428 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO quería la defensa del patrimonio nacional, en especial de la electricidad y el petróleo amenazados como el caso de la educación superior. Para él la unam podía ser la vanguardia de ese diálogo efectivo, que México habría de “promover y defender en éste y otros terrenos, como el de los pueblos indígenas, a los que nunca debemos olvidar” (González Casanova, 1999b: 13). En el mes de mayo, y con bastante enfado, el rector Barnés integró la llamada Comisión de Encuentro. Formada por directores e investigadores, su objetivo era recibir y escuchar propuestas de toda la comunidad universitaria a in de establecer condiciones propicias para un diálogo directo y terminar con la huelga. Quienes la integraban eran Arturo Bouzas Riaño (director de la Facultad de Psicología), Ángel Díaz-Barriga (director del Centro de Estudios sobre la Universidad), José Luis Mateos Gómez (profesor emérito de la Facultad de Química), José Núñez Castañeda (director de la Escuela Nacional de Estudios Profesionales), Rafael Pérez Pascual (investigador del Instituto de Física), Ricardo Pozas Horcasitas (investigador del Instituto de Investigaciones Sociales), Cristina Puga (directora de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales), Ricardo Tapia Ibargüengoitia (investigador emérito del Instituto de Fisiología Celular) Silvia Torres Castilleja (directora del Instituto de Astronomía) y Jorge Villamil Rivas (profesor de carrera del Colegio de Ciencias y Humanidades). Por no tener carácter resolutivo, dicha Comisión fue rechazada por el cGh. El día 3 de junio de ese año, la Comisión de Encuentro y el cGh se reunieron al in. El tiempo de diálogo fue de sólo diez minutos. Los estudiantes demandaban que se cumpliera su pliego petitorio sin negociar nada. En el encuentro los acuerdos serían sólo la ratiicación de las demandas estudiantiles. Los enviados del rector se opusieron al formato presentado por el movimiento estudiantil y se levantaron de la mesa de diálogo.53 Al día siguiente el rector Barnés anunció una modiicación al rGp: las cuotas para bachillerato y licenciatura serían voluntarias. El anuncio no convenció al cGh. Al contrario, lo vio como una amenaza contra el movimiento; los estudiantes creían que con esa propuesta se buscaba dividirlos. Exigían que se cumpliera su pliego petitorio, al que le agregaban la anulación de las reformas de 1997 sobre el reglamento de exámenes y 53 “Comisión de rectoría: ‘inaceptables’, las condiciones del cGh”, La Jornada, 3 de junio de 1999, p. 34. 429 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL de inscripciones y la ruptura de los vínculos de la unam con el Centro Nacional de Evaluación (Ceneval). El cGh fue endureciendo su postura, solicitaron una nueva instancia de interlocución y realizar un Congreso Universitario donde se discutiera el rumbo y la refundación de la unam. El rector y no pocos académicos comenzaron también a descaliicar a los estudiantes, a quienes adjetivaron de irresponsables e intransigentes por negarse a dialogar y a entregar las instalaciones. Junto a ellos, los medios de comunicación iniltraron al calor de las opiniones la idea de que en el cGh había estudiantes “moderados” y “ultras”. Según esta versión, estos últimos eran los que mantenían secuestrada la unam al no permitir que los “moderados” decidieran el rumbo de la huelga en las rutinarias asambleas. En medio de esta tensión, el 28 de julio apareció en los titulares de la prensa lo siguiente: Ocho profesores eméritos de la unam propusieron suspender la actualización de pagos por servicios directos y llevar el debate sobre el Ceneval y los reglamentos de exámenes e inscripciones a “espacios de discusión y análisis sobre los problemas fundamentales de la Universidad”, que conduzcan a “los cambios necesarios en la institución” y, en el momento en que el Consejo General de Huelga maniieste su intención de levantar el paro, el Consejo Universitario decrete la apertura de dichos espacios.54 Firmaban Miguel León Portilla, Héctor Fix Zamudio, Manuel Peimbert, Luis Villoro, Adolfo Sánchez Vázquez, Luis Esteva Maraboto, Alfredo López Austin y Alejandro Rossi. Era la llamada propuesta de los eméritos. Aparte de su propuesta, querían alentar el diálogo entre la Comisión de Encuentro y el cGh, formando una “comisión de seguimiento” para otorgarle conianza a las partes. Exhortaron tanto a los estudiantes como al Consejo Universitario a declarar públicamente su voluntad para terminar con la huelga. El 10 de agosto en el Auditorio Che Guevara se reunieron los maestros eméritos con el cGh. Al parecer las partes compartían la preocupación por la diicultad del diálogo con las autoridades, el rechazo al uso de la fuerza pública y la urgencia por normalizar la vida universitaria. En lo que diferían era en que la propuesta de los eméritos no convencía al movi54 “Ocho profesores eméritos de la unam plantean salida al conlicto”, La Jornada, 28 de julio de 1999, p. 21. 430 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO miento estudiantil. La cantidad de 689 pesos seguían apareciendo en el formato de pago como cuota indicativa. Los estudiantes exigían que las reformas al rGp fueran derogadas completamente, de otra manera no se podía dar salida a la propuesta mencionada (Rodríguez Aguilar, 2005: 195). El cGh argumentaba a los eméritos que su propuesta erradicaba toda posibilidad de diálogo con las autoridades y en consecuencia traslada todas las demandas esenciales del movimiento a un espacio posterior a la huelga, del cual no tiene asegurada ni su resolutividad ni tampoco habría una Comisión Organizadora independiente de los lineamientos del Consejo Universitario, entre muchas otras que quedarían en el aire (Rodríguez Aguilar, 2005: 196). Luis Villoro los exhortaba a que comprendieran que la huelga ya había triunfado. Los eméritos proponían espacios de discusión para transformar la unam porque estaban convencidos que el cGh había hecho conscientes a todos los universitarios de la necesidad de reformar profundamente la Universidad, por lo que la huelga debía de levantarse. Los estudiantes les reprocharon que les pidieran coniar en las autoridades sin ninguna garantía de que éstas cumplirían su palabra. Además, se gestaba la idea de que el movimiento estudiantil era mucho más que una simple huelga. Tras “la propuesta de los eméritos, por otro lado y contra algunas insinuaciones en el sentido de que la intención era el levantamiento de la huelga sin nada a cambio, el profesor Luis Villoro declaró que si el Consejo Universitario no aprobaba las conclusiones que emanaran de los espacios de análisis y discusión, entonces la huelga no se levantaría, con lo cual se estaba valorando positivamente el movimiento estudiantil y no sugiriéndose su derrota mediante una trampa —como algunos escépticos estimaron—” (Rodríguez Araujo, 2000: 20). Las tensiones crecieron después del 28 de agosto, fecha en que el presidente Ernesto Zedillo amagó con que si prevalecía lo que él llamaba la intransigencia de los huelguistas en la unam y se rechazaba la “generosa y lúcida” propuesta de los maestros eméritos, su gobierno pondría en acción “otros medios legítimos del Estado” con el in de restaurar el funcionamiento de la unam, después de que la mayoría de los universitarios lo aprobara. Todo el escenario se antojaba difícil, por lo que “en una declaración conjunta dirigida a la comunidad universitaria y a la nación, cinco antecesores de Francisco Barnés de Castro en la rectoría de la Universidad Nacional Autónoma de México consideraron necesario y urgente el le431 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL vantamiento del paro estudiantil, al tiempo que se manifestaron por la preservación del carácter público y autónomo de la casa de estudios”.55 Ellos eran Pablo González Casanova, Guillermo Soberón, Octavio Rivero, Jorge Carpizo y José Sarukhán. Se manifestaron contra cualquier tipo de violencia, a favor de la concordia y el diálogo y por un mayor presupuesto a la unam. Apoyaban la propuesta de los ocho profesores eméritos porque se basaba en los principios de respeto y diálogo que caracterizaban a la Universidad y expresaron que los procesos de cambio y evolución en la unam debían continuar con base en la legislación universitaria. Entre los siete principios que los ex rectores destacaron para preservar e impulsar la vida universitaria, incluyeron “el carácter de universidad pública y autónoma: con lo público identiicado como nación y la autonomía entendida como la libertad de organizarse académicamente y para designar a sus autoridades”.56 Fue González Casanova el encargado de leer el documento dividido en tres apartados que titularon: ¿cuál es la unam que todos debemos defender?, ¿qué principios queremos preservar e impulsar en la vida de la unam?, y ¿qué proponemos? Al expresar su rechazo a la violencia, conminaban a los universitarios a ser un ejemplo de civilidad para la nación. Sobre el conlicto, las opiniones fueron diversas. Entre empresarios que proponían cerrar la unam y ex rectores que sugerían dividirla, los debates más acalorados y que tuvieron una inluencia considerable, tanto en la continuidad de la huelga como en su in, fueron los que se produjeron entre la izquierda política. Éstos comenzaron cuando estudiantes del movimiento se sintieron respaldados en sus posiciones al recibir una misiva pública del subcomandante Marcos, el 24 de septiembre de ese año 1999. En ella el rebelde zapatista cuestionaba: ¿Por qué los maestros eméritos que se presentaron al cGh para explicar y argumentar la propuesta de “los ocho”, no les dijeron a los estudiantes que ni rectoría ni el gobierno van a cumplir ningún compromiso? ¿No es cierto que cuando menos dos de los ocho eméritos de la propuesta de marras fueron asesores del ezln en los Diálogos de San Andrés y uno de ellos estuvo en casi todo el proceso de diálogo y negociación? ¿Olvidaron decirles lo que ocurrió 55 “Cinco ex rectores, por la universidad pública y autónoma”, La Jornada, 29 de agosto de 1999. 56 Idem. 432 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO después de que el gobierno irmó los primeros acuerdos? ¿No es cierto que no cumplió, ni cumple ni cumplirá? ¿Es “ultra” pensar que rectoría y el gobierno no van a cumplir su palabra, no importa que irmen o prometan lo que sea? Dicen los maestros eméritos que ellos se comprometen a poner en juego su autoridad moral para respaldar el cumplimiento de los acuerdos a los que se llegue, pero ¿no olvidan decirles que los Acuerdos de San Andrés han movilizado a personas y organizaciones en todo el mundo, no sólo en México, que han puesto en juego su autoridad moral (igual o mayor que la de los eméritos) y el gobierno no ha cumplido? ¿No es cierto que intelectuales con todos los grados académicos imaginables, premios Nobel, cantautores, pintores, escultores, escritores, danzantes, actores, cientíicos, investigadores, líderes políticos y sociales, organizaciones no gubernamentales, gente de la calle o del campo, personas con nombre y rostro reconocido, y personas sin nombre y sin rostro se han movilizado en México y el mundo para exigirle al gobierno que cumpla su palabra? ¿Lo ha hecho? (Subcomandante Marcos, 1999a). Según Marcos, la propuesta de los eméritos no tenía sentido después de que Ernesto Zedillo había dado un ultimátum al cGh si éste no aceptaba tal propuesta. Para el líder rebelde no había argumentos de peso suicientes para levantar la huelga. Sobre este punto Carlos Monsiváis replicó al subcomandante del ezln que la prolongación de la huelga no dañaba al gobierno ni a las autoridades de la unam, lo que salía perjudicado era el prestigio de la propia institución debido al cada vez más visible distanciamiento entre la opinión pública y el cGh. Aceptaba que el linchamiento informativo sobre los estudiantes era un factor, pero que las actitudes autoritarias y los discursos de los estudiantes no ayudaban al movimiento. Monsiváis observaba que poco a poco se agotaba la simpatía pública hacia el movimiento y apuntaba: no hay duda, las autoridades le han opuesto al diálogo forcejeos, maña, mala fe y, también, desdén por el sentido de urgencia. Pero la huelga de la unam no es equiparable al (atroz) incumplimiento de los acuerdos de San Andrés Larráinzar, y lo ya obtenido es muchísimo: el conocimiento de las fragilidades de la unam y del peso muerto del autoritarismo académico, la alta valoración del hecho mismo de enseñar y estudiar. Esto, fundamental, es un aprendizaje irrenunciable (Monsiváis, 1999: 6). Además, decía Monsiváis, de continuar la huelga las instalaciones comenzarán a ser tierra de nadie, delincuentes aprovecharán el vacío generado 433 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL en ella y el discurso de la izquierda se desgastará con la sacralización de la huelga. Para el intelectual, la intolerancia llevaría a la ceguera de quienes pretendían ser libres y liberar a la unam del neoliberalismo. Sobre los juicios de Marcos hacia la propuesta de los eméritos Monsiváis respondió: Discrepo de estos juicios de Marcos, no por pensar que el gobierno ha cumplido en lo mínimo los Acuerdos de San Andrés (no lo ha hecho, y el comportamiento es vergonzoso), sino por la diferencia de situaciones. El compromiso implícito y explícito de la propuesta de los eméritos no es asunto de ocho personas, cuya autoridad moral —muy alta— no pongo a competir. Es un compromiso asumido por muy diversos sectores de la unam y el país, y va más allá de los engaños y las amnesias súbitas de la rectoría y el régimen. Por vez primera desde 1968, la comunidad universitaria se reanima o existe por vez primera en lo que a la mayoría de sus integrantes concierne. Un sector académico marginado hasta ahora de la toma de decisiones, se moviliza como nunca (todavía no lo suiciente), aprende a discutir como puede y tiene acceso —lo aproveche o no— a lo que le había sido negado. La realización del congreso ya no depende del criterio oicial, sino de la comunidad (Monsiváis, 1999: 6). En ese tenor, el miércoles 29 de septiembre, en el Correo Ilustrado del periódico La Jornada, Luis Villoro y Alfredo López Austin le dirigieron una carta al subcomandante Marcos con varias apreciaciones. Le hacían saber que su defensa de los derechos indígenas y la búsqueda de una solución negociada en la unam no eran incompatibles. Negaban que hubiera incongruencia en sus acciones. Su convicción tanto en Chiapas como en la unam, decían, era la solución pacíica de los conlictos. No aceptaban que tuviera relación su propuesta con las declaraciones de funcionarios o el gobierno. Le expresaban que a él le contestaban su carta “dados los vínculos existentes en una causa común, nuestro silencio afectaría —en mayor o menor medida— la lucha que hemos asumido como decisión existencial: la defensa de los derechos de los pueblos indios”. A la discusión se sumó Octavio Rodríguez Araujo. Le sorprendía la carta del subcomandante, sobre todo “la falta de sentido dialéctico de su autor”. El reproche a los eméritos debía ser para el mismo jefe zapatista. Si Marcos ya sabía que el gobierno no cumple lo que acuerda, ¿cómo es que el ezln y él en particular buscaron el diálogo con el gobierno? 434 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO (Rodríguez Araujo, 1999). Por su parte Adolfo Sánchez Vázquez (1999: 69) caliicó de erróneo e injusto el juicio del subcomandante Marcos sobre la propuesta de los eméritos. La respuesta del líder zapatista comenzaba con la aclaración de que la carta del 24 de septiembre era la posición del ezln y no la propia. Los indígenas apoyaban el movimiento de los estudiantes de la unam porque para los zapatistas la causa era justa, tenían razón y ganarían. “Además, [agregaban] son el síntoma de ‘algo’ de lo que nosotros también somos síntoma: la crisis política o del quehacer político” (ezln, 2003: 346). Sobre las respuestas de Monsiváis y los eméritos decía que no contestaban la pregunta principal: “¿por qué no le dijeron a los estudiantes que el gobierno no cumple?”, en vez de ello, sólo hablaban de lo indignados y dolidos que estaban por la famosa carta del ezln, “por el rechazo de los estudiantes a su propuesta y de lo mal que están los que no están de acuerdo con ustedes, de lo deseable del diálogo, de la necesidad de lexibilizar las posiciones en la negociación” (ezln, 2003: 348). Les recordaba que la crítica de los eméritos se basaba en clasiicar a todo el que no estuviera de acuerdo con sus ideas. Les reprochaba que hablaran con dicotomías a su favor: crítica era la de ellos, descaliicación la del otro; madurez en su pensar, irresponsabilidad de los estudiantes; racionalidad en su discurso, delirio de Marcos (ezln, 2003: 349). Para los indígenas zapatistas, aun levantando la huelga, el gobierno y las autoridades de la unam no cumplirían su palabra. Por esa razón seguirían apoyando al cGh y expresaban su desacuerdo con la propuesta de los eméritos. Por todos lados había diferendos. El 26 de octubre, después de acudir a la develación del nombre de Justo Sierra en las paredes del Palacio Legislativo, el rector Francisco Barnés fue increpado por un grupo de legisladores del prD, quienes “lanzaron toda clase de reproches por la huelga de más de seis meses”.57 Los diputados de ese partido político trataban de entregar al rector una carta irmada por 35 miembros de la bancada perredista con la intención de solicitar la renuncia inmediata de Barnés. Por la gresca y en especial por el comportamiento de los diputados del prD, el presidente de la mesa directiva, el panista José Francisco Paoli Bolio, ofrecía una disculpa pública al rector. El diputado del pri Fidel 57 “Duelo verbal entre legisladores perredistas y Barnés en San Lázaro; ¡renuncie!, le exigen”, La Jornada, 26 de octubre de 1999, p. 51. 435 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL Herrera Beltrán deinió el incidente: “Son un grupo de diputados irresponsables que querían provocar. Los perredistas demuestran ignorancia y falta de civilidad. Son el mismo relejo de lo que sucede en la unam: son los diputados ultras”.58 A estos sucesos Pablo González Casanova respondió. Relexionó sobre la relación que tenían los partidos políticos con la Universidad. Cuestionó la estructura del partido de Estado que durante décadas quiso disciplinar intelectualmente a la unam sin lograrlo. “Lo anterior no quiere decir [dijo] que los partidos no tengan el derecho a incluir en su proyecto de país la educación superior. Tienen todo el derecho a proponer y a luchar por su proyecto educativo, cultural, social, político y económico. Ni la educación superior ni la política económica pueden quedar excluidas de la democracia política” (González Casanova, 1999c: 19). Pero la forma de llevar a cabo su lucha por un proyecto de universidad, apuntaba, debe ser en condiciones óptimas, esto es a nivel intelectual, cientíico y humanístico; en los debates “que buscan la claridad, la exactitud, las evidencias de lo que se precisa y dice. En condiciones críticas es natural que los grupos políticos se muevan. Lo que se les pide es que presionen por el respeto a las palabras y a las personas”. Difería González Casanova en el intento de convertir la Universidad en “una universidadpartido, en una universidad-elitista, o en una universidad-populista” (González Casanova, 1999c: 19). González Casanova observaba que el debate serio era el que se decidiría en los meses posteriores en torno a la unam y la educación superior en México. Él se decantaba por el triunfo de una educación superior pública y gratuita, de la más alta calidad académica, que combinase los métodos clásicos y modernos de educación; la palabra oral, escrita y electrónica; los pequeños grupos y las grandes redes. Mientras tanto el Consejo Universitario buscaba por otros medios continuar con el diálogo, por lo que en septiembre se había creado una Comisión de Contacto, integrada por trece consejeros, cuyo objetivo sería entablar relación con el cGh. Sin embargo, con el paso de las semanas y los días aparecían en el ambiente de tensión algunos actos represivos contra los estudiantes y tomas de instalaciones de la universidad por parte de éstos. El rector Francisco Barnés endureció su posición y anunció 58 Idem. 436 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO que presentaría denuncias ante las autoridades competentes por la toma de institutos y centros. También amagó con ratiicar denuncias anteriores contra los responsables de estas acciones conforme a la legislación universitaria. Ante la amenaza del rector de “instaurar el orden jurídico en la unam”, inmediatamente el cGh reaccionó: exigió la renuncia de Barnés. Fue el 12 de noviembre el día en que Francisco Barnés renunció a la rectoría de la unam. Argumentó que su salida se debió a “la intransigencia de los grupos radicales que se han adueñado de la conducción del movimiento, la injerencia de grupos políticos ajenos a la vida universitaria y al clima de impunidad que a lo largo de estos meses ha prevalecido”.59 Cinco días después, la Junta de Gobierno de la unam nombró a Juan Ramón de la Fuente como nuevo rector de la institución para el periodo 1999-2003. Con el nuevo rector, el cGh se reunió el 29 de noviembre en el Palacio de Minería. Una comisión integrada por el director general de información, Alberto Pérez Blas; el contralor, Enrique del Val; el abogado general, Gonzalo Moctezuma; el secretario de Asuntos Estudiantiles, Francisco Ramos, y Roberto Zozaya, además de los trece integrantes de la Comisión de Contacto del Consejo Universitario acompañaron a Juan Ramón de la Fuente. Éste, aceptó un diálogo con base en los seis puntos del pliego petitorio de los estudiantes, pero con una temática en orden: el rGp, el calendario escolar, el congreso universitario, las reformas de 1997 a los reglamentos generales de inscripciones y de exámenes, la relación de la unam con el Ceneval, el asunto de las actas y sanciones, la devolución total de las instalaciones universitarias, y el reinicio de la vida académica e institucional.60 Mientras esto sucedía, la postura de González Casanova al respecto, comenzó a perilarse con mayor relevancia. El primero de diciembre de 1999 escribió en la revista Proceso, edición especial número 5, un ensayo titulado “¿Qué Universidad queremos? Boceto para un peril”. Fue un trabajo sobre el conlicto de la unam que posteriormente incorporó en La universidad necesaria en el siglo XXI (2001b). En dicho trabajo el autor mencionaba que la Universidad había cambiado mucho en esos años, 59 “Cayó Barnés; gran triunfo dicen paristas”, La Jornada, 13 de noviembre de 1999. “Diálogo con base en demandas del cGh y entrega del campus, plantea De la Fuente”, La Jornada, 30 de noviembre de 1999. 60 437 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL que habían crecido los institutos y centros de investigaciones y que la calidad aumentaba al parejo de ese crecimiento. Pero también aseguraba que había “habido regresiones o políticas de contención a la educación e investigación multi e interdisciplinaria”. Según él, por ese entonces “la interdisciplina y la multidisciplina ya deberían abarcar todas las facultades, escuelas e institutos, y contar con más recursos y proyectos en una amplia área de ciencias y humanidades que acometiera prácticamente las tareas fundamentales de vincular en formas variadas las humanidades, las ciencias, las técnicas y las artes” (González Casanova, 2001b: 115). Señalaba que los recursos eran insuicientes para una universidad generadora de conocimiento como debería de ser la unam. En su libro profundizaba poco a poco en los tópicos que habían generado discordia en la máxima casa de estudios del país. Al respecto opinaba que la evaluación de un proceso educativo, sobre todo del que dependía el alumno para el ingreso a la universidad, no debía ser excluyente ni prejuicioso; debería en cambio ser correctivo y orientador. “La lucha contra la privatización de la educación pública deberá empezar por la lucha contra la privatización de los exámenes. Deberá darle a la persona métodos para evaluarse a sí misma antes y después de que la evalúen los demás” (González Casanova, 2001b: 116). Para González Casanova, la Universidad debía enseñar a aprender y a investigar en ciencias y humanidades; para ello debían vincularse los institutos y los centros de investigación para formar nuevos cuadros de académicos, como lo hacía la fcpys. Un requisito para tal efecto era que los institutos mantuvieran su autonomía. El interés por la investigación debía apoyarse en la capacidad universitaria para relexionar, dialogar, descubrir, aclarar y lograr consensos. Leer a los clásicos, aprender un idioma, actualizar los conocimientos, discriminar programas en la televisión, saber el uso de las tecnologías y leer los periódicos, implicaba que los universitarios tendrían que rehacer su cultura general (González Casanova, 2001b: 119). Las unidades que integren la unam, insistía, pertenecerán a un complejo, pero con su trabajo, autonomía e integración se autorregularán en sus objetivos, métodos y programas y, al mismo tiempo, se relacionarán entre sí para actualizar y potenciar sus objetivos trazados. En este escenario la idea de una mejor educación para más, según González Casano438 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO va, se hacía posible y se cumpliría el derecho constitucional a la educación superior, universal, pública y gratuita. De esa manera la calidad no sería sacriicada por la cantidad y los prejuicios sobre la universidad de masas, tendrían que desaparecer. Para él, el proyecto de gobierno de una universidad de alta calidad, cuyas decisiones no fueran autoritarias y que se abriera al mayor número de estudiantes posible, era un problema que podría abordarse si, a partir de un sistema complejo con sus unidades autónomas autorreguladas, se restructuraban los órganos de decisión del conjunto universitario y sus partes, descansando en primer término en la restructuración de sus estatutos, para el caso en reformas al Estatuto General de la Universidad (González Casanova, 2001b: 120). En ese sentido, una política no excluyente implicaría pensar en la democracia universitaria que, a los ojos de González Casanova, no sería como un voto, campañas al estilo de los partidos políticos o clientelismos en este caso de profesores-candidatos. Se necesitaría tomar en cuenta a los consejos internos, técnicos y universitario con el in de que las consultas entre la comunidad de la unam fueran para la toma de decisiones en todo aquello que beneiciara a la Universidad. Pese a todo, el diálogo continuaba. En diciembre las autoridades universitarias y delegados del cGh irmaron cuatro acuerdos básicos para la solución del conlicto que tenían que ver con los seis puntos del pliego petitorio. Por su parte, el cGh se comprometía a levantar la huelga una vez que se cumplieran los acuerdos con las autoridades.61 El diálogo sería transmitido íntegramente, en vivo y en directo, por Radio unam. Sin embargo, pronto las cosas comenzaron a salir mal. Las partes se distanciaron con motivo de detenciones de algunos estudiantes que participaban en protestas frente a la embajada de Estados Unidos. Para evitar mayor polarización y distracciones en los asuntos universitarios, el Consejo Universitario apoyó en todo momento la propuesta del rector para la solución del conlicto. Para ganar legitimidad, las autoridades planearon someterla a la consideración de la comunidad universitaria a través de un plebiscito. El rector de la Fuente incluyó en su propuesta mandar el pase automático y la permanencia en la unam a un congreso universitario, 61 “Firman rectoría y cGh los primeros cuatro acuerdos”, La Jornada, 11 de diciembre de 1999. 439 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL interrumpir las relaciones entre la unam y el Ceneval y retirar las actas universitarias contra los participantes del movimiento estudiantil. Extrañamente el Gch las rechazó esgrimiendo que el proceder del rector había sido unilateral. En ese contexto de crisis, nuevamente mediante una carta, Pablo González Casanova, Guillermo Soberón, Octavio Rivero Serrano, Jorge Carpizo y José Sarukhán llamaron a la comunidad universitaria a respaldar la propuesta que hizo el rector al cGh, porque contestaba en forma responsable y directa las demandas de los huelguistas y ofrecía la oportunidad de vincular el diálogo, consenso y compromiso para la realización del Congreso Universitario, asociado a las instancias legislativas y ejecutivas de la Universidad.62 Los cinco ex rectores caliicaban lo ocurrido durante los últimos nueve meses en la unam como “una de las crisis más graves que ha tenido (la institución) a lo largo de su historia”, por lo cual en este tiempo la vida universitaria se había trastocado en forma verdaderamente dramática. Planteaban que la institución había entrado en una etapa histórica en la que la propuesta de Juan Ramón de la Fuente, aprobada por el Consejo Universitario, ponía las bases para la solución del grave conlicto.63 Para ellos el Consejo Universitario y el rector ya habían contestado en forma responsable y directa a las demandas del cGh porque se vinculan diálogo, consenso y compromiso a un proceso en el que un Congreso Universitario estaba asociado a las instancias legislativas y ejecutivas de la Universidad. En el escrito, los ex titulares de la rectoría de la máxima casa de estudios convocaron a todos los universitarios, profesores, estudiantes y trabajadores de la institución a apoyar la propuesta de De la Fuente y a participar “entusiastamente en esta nueva etapa creadora” de la unam. Ratiicamos, añadieron, “nuestra vocación de entidad pública, autónoma y nacional, comprometida con los valores humanistas y cientíicos y con los grandes problemas nacionales y universales”.64 De esta manera se proclamaban por atender y validar la propuesta del rector, levantar la huelga y prepararse para el Congreso Universitario que abriría el camino de la Universidad para el nuevo milenio. Recordaron 62 “Respaldan cinco ex rectores la iniciativa de De la Fuente”, La Jornada, 9 de enero de 2000, p. 42. 63 Idem. 64 Idem. 440 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO que la transformación de la unam había sido, era y sería, tarea de todos cuantos integran su comunidad por lo que insistir en el diálogo inteligente y el consenso entre universitarios sería siempre lo mejor para sus miembros. “Hagamos de las palabras realidades, pidieron González Casanova, Soberón, Rivero Serrano, Carpizo y Sarukhán. Instaron a participar en la consulta, a no guardar silencio y a trabajar juntos para resolver el conlicto.65 La consulta llegó. El 21 de enero de 2000, más de 150 mil universitarios emitieron su voto en 870 casillas computadas. El 87 por ciento de los universitarios se manifestó a favor de la propuesta de Juan Ramón de la Fuente; 10 por ciento se pronunció en contra; 89 por ciento estaba a favor de concluir con la huelga a través de la propuesta institucional; 8 por ciento estuvo en desacuerdo.66 Sólo el cGh desconoció la consulta y sus resultados. El día 25 por la mañana De la Fuente arribó a Ciudad Universitaria. Tenía la intención de entregar los resultados del plebiscito a los miembros del cGh. No lo logró. Estudiantes, padres de familia, colonos e integrantes de organizaciones populares aines al cGh le impidieron el paso. Lo interrogaban en torno a los acuerdos sostenidos por ambas partes el 10 de diciembre de 1999 y si consideraba que el diálogo estaba roto. El rector les respondió: Vengo con mucho gusto a dejarles, como lo ofrecí el día de ayer, los resultados del plebiscito de la semana pasada. Vengo también a reiterarles la invitación para que reanudemos el diálogo a la brevedad posible, queremos hacerlo con la Universidad abierta, con la Universidad funcionando. Nos volvemos a sentar a reanudar el diálogo en el momento en que la Universidad sea reabierta y pueda estar accesible a todos los universitarios. Vengo con ánimo conciliador, vengo a invitarlos a que juntos concluyamos este proceso y a que juntos hagamos realidad la reforma universitaria. El movimiento estudiantil ha tenido logros sin duda importantes para la Universidad... —pero aquí— fue interrumpido con el acostumbrado coro del cGh: “de norte a sur, de este a oeste, ganaremos esta lucha, cueste lo que cueste”.67 65 Idem. “Votan por el in del paro 89 de cada 100 universitarios”, La Jornada, 21 de enero de 2000, p. 45. 67 “Rehúsa el cGh recibir los resultados del plebiscito”, La Jornada, 26 de enero de 2000, p. 41. 66 441 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL Los integrantes del cGh se negaron a recibir el documento. Le reprocharon que sólo fuera a emplazarlos para levantar la huelga en nombre de lo que para ellos era “un plebiscito fraudulento y unilateral”. Para los estudiantes del movimiento estudiantil la visita era una especie de ultimátum y una provocación. Para el rector no había otra salida, el diálogo se reanudaría cuando la Universidad estuviera abierta y funcionando para todos los universitarios. Ante lo grave de la situación, Pablo González Casanova ijó nuevamente su postura como intelectual y universitario. Respondió a la editorial del periódico La Jornada en la que, el día 26 de enero, había convocado a todos los sectores de la comunidad universitaria para que se plantearan, con toda honestidad, la pregunta de saber a quién o a qué le había servido la huelga. Escribió una serie de observaciones desde lo que para él, dijo, era su propia “opción por los pobres, o posición teórica en favor de las víctimas, y por una serie de valores relacionados con la libertad, la justicia, la democracia y el socialismo, que ya me son consustanciales, si acaso no lo han sido siempre” (González Casanova, 2000: 37). Ubicó el conlicto en el contexto del neoliberalismo en México y en el mundo. Especiicó la consolidación del sector privado a costa del sector público, el enriquecimiento de las multinacionales y el “innegable empobrecimiento de las cuatro quintas partes de la humanidad” en este contexto político y económico. Cuestionó que los ideólogos del neoliberalismo identiicaran la privatización con la modernización y que en el país las fuentes energéticas, de comunicaciones, transportes, la banca, los servicios de abasto, salud, educación y cultura, sufrieran este proceso. En este contexto, las tendencias que visualizaba González Casanova eran la reducción del gasto público, la disminución de créditos a las medianas y pequeñas empresas, el aumento del capital extranjero, crisis alimenticia, inseguridad laboral y desempleo (González Casanova, 2000: 37). En su análisis esas tendencias se enilaban “contra la educación superior en su carácter público, en su condición semigratuita, en su apertura de por sí limitada en cuanto a recursos y métodos, y en cuanto a su contenido humanista y cientíico y su compromiso social” (González Casanova, 2000: 37). La afrenta se construía desde las recomendaciones que los expertos, consejeros, funcionarios y pedagogos de los organismos internacionales como el bm, la ocDe y el fmi daban a los funcionarios del 442 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO gobierno mexicano, de la sep y la Secretaría de Hacienda. Para él fue frente a ese proyecto y en tal contexto donde surgió el movimiento estudiantil del cGh en la unam. Este movimiento apoyado por amplias fuerzas populares, sostuvo, planteó la defensa de la educación universal y gratuita, “replanteó la necesidad de reformular la democracia universitaria y exigió el diálogo público y la organización de un congreso que tuviera carácter deliberativo y efectivo para la legislación y ejecución de sus acuerdos (González Casanova, 2000: 37). Pablo González Casanova reconoció que los estudiantes del cGh lograron hacer relexionar a la gente sobre problemas fundamentales de la educación universitaria y general en México. Pero también cuestionó, como lo hizo con los huelguistas de 1968, a quienes desde el movimiento estudiantil “sin la menor base tacharon de falso y forzado el plebiscito que organizaron las autoridades universitarias [y] lo que es más: ignorando sus propias victorias, los integrantes del movimiento —o muchos de ellos— se negaron a continuar la lucha con nuevas formas y en un nuevo terreno, en el diálogo con la Universidad abierta y en el congreso universitario” (González Casanova, 2000: 37). Criticó la inlexibilidad con la que el cGh68 le cerró el paso al rector Juan Ramón de la Fuente, quien intentó iniciar el diálogo con ellos en la propia Ciudad Universitaria y dijo: obstinarse en dejar cerrada la Universidad y en acciones violentas para defenderla, con o sin el apoyo de organizaciones populares, con o sin la intromisión 68 Guadalupe Valencia, en entrevista, narra lo siguiente a propósito de la postura de González Casanova con respecto al movimiento y de éste con él: “Yo vi que en la huelga, más allá de en qué terminó o cómo fue evolucionando la huelga, él fue un personaje, respetado por moderados, ultras, mega-ultras y ultra-mega-ultras. Yo no estaba en el ceiich pero me sé la historia. Un día llegaron [miembros del cGh] a desalojar, medio de fea manera, porque las secretarias les decían: es que voy a guardar los archivos… ¡nada, nada, váyanse todos! Entonces le avisan a don Pablo que está en su oicina le dicen que están… bueno ni siquiera eran estudiantes, porque esa huelga al inal…tú lo sabes. Entonces don Pablo dice: los pasan al auditorio a todos, los sientan ahí... esto me lo han contado. Entonces llega don Pablo y nadie lo increpa, nadie lo insulta. Sí, es un hombre que tenía el respeto de varios sectores. Él les dice: discutamos, vamos discutiendo, aquí ustedes quieren cerrar este Centro y aquí se estudian los grandes problemas nacionales y los problemas del mundo, tráiganles unos libros a los muchachos para que estudien, los regañó, les trajeron rápido unos los libros: se los vamos a obsequiar, les dijo don Pablo. Les repartieron los libros. Nos vemos para discutir, esto es lo que nosotros hacemos (Valencia, 2009). 443 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL de fuerzas paramilitares, sirve, sin duda alguna, para cerrar la unam y privatizar o restructurar el sistema nacional universitario, para beneicio y gloria de las empresas transnacionales y de los países hegemónicos, dueños del mundomercado, del México-mercado (González Casanova, 2000: 37). Mantener cerrada la unam era, para González Casanova, un absurdo. Lo era también presionar al diálogo con el mantenimiento de la huelga; pasar de las razones a los gritos y las porras; la renuncia al intento de una política de equilibrio de fuerzas que no se opusiera a la posición de quienes querían construir una alternativa para la defensa cívica y política de la unam. Pablo González Casanova advertía que el movimiento se estaba suicidando (González Casanova, 2000: 37). La radicalidad de algunos miembros del cGh para González Casanova beneiciaba a los sectores y grupos de poder que los primeros suponían combatir. Si las cosas seguían así, en la perspectiva del autor de La demo­ cracia en México, era lógico que mantener la huelga no servía a la democracia ni al poder del pueblo. Quizá una buena parte de los integrantes del cGh también lo entendieron así al buscar mecanismos de mediación para regresar a las mesas de diálogo. Pero las cosas no salieron bien, al parecer para las autoridades ya era demasiado tarde: se preparaba una incursión policiaca contra el cGh y la unam que culminaría en los primeros días de febrero del año 2000.69 La actuación de las autoridades judiciales terminó en el absurdo, se acusó a los líderes del movimiento de los delitos de terrorismo, motín, lesiones, asociación delictuosa, sabotaje y robo. Por ese tiempo González Casanova era director del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (ceiich). A los pocos días de la toma de Ciudad Universitaria por la Policía Federal Preventiva (pfp) renunció a su cargo.70 Las razones por las que presentó su renuncia las limitó a “dos principales: una, de carácter existencial, y es la posición que he tenido toda mi vida en contra del uso de la violencia, 69 No es este el lugar para hablar de todos los matices y la complejidad que representa, en la historia del México contemporáneo, el movimiento estudiantil de 1999. Para una lectura más detenida al respecto, consúltense: Moreno y Amador, 1999; Tello Peón et al, 2000; Pérez Pascual, 2000; Ramírez, 2000; Rosas, 2001; Aranda Sánchez, 2001; Rodríguez Aguilar, 2005. 70 “González Casanova renuncia; impugna la toma del campus”, La Jornada, 11 de febrero de 2000, p. 3. 444 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO incluso de la llamada violencia legal para la solución de los problemas universitarios; la otra es más objetiva y corresponde a toda la experiencia histórica y social de América Latina”. Se manifestó en contra de la entrada de la pfp a la unam y por la libertad de los estudiantes presos, “de todos, sin distinción”. Guadalupe Valencia, secretaria técnica de González Casanova durante aquellos años lo conirma en entrevista: El día que entró la policía nos enteramos muy temprano porque comenzó el “llamadero”. Una persona llamó a otra e hizo una cadena para que todo mundo prendiera la televisión y entonces estaban televisando el desalojo por parte de la pfp. Al otro día don Pablo renuncia. Estoy segura porque yo le hice una carta de despedida y admiración. Él hace una reunión en el ceiich y nos dice que él renuncia porque él siempre creerá en el diálogo y no está de acuerdo con la entrada de la policía a la unam. Don Pablo es una persona amada y odiada. Hay quienes interpretaron que sacó el pretexto para aprovecharse e irse del ceiich. Eso no es cierto. Él se va por dignidad. Es verdad que se le acababa el periodo, ya llevaba dos periodos. Ya le habían cambiado el nombre al Centro a ciencias y humanidades. Hacía honor a su nombre porque él invitaba a físicos, matemáticos. Lo que venía era que ese centro iba a ser Instituto para que él siguiera ahí. Pero él no necesitaba el puesto. Es de esos lugares donde la persona nombra el puesto, no al revés. Hay mucha mezquindad en esas interpretaciones. Además, no se iba a ir a la calle. Cualquier rector le iba a pedir que se quedara por su autoridad moral. Don Pablo se va por convicción, por autonomía intelectual, por dignidad (Valencia, 2009). Efectivamente, para González Casanova se podría disentir de la posición de los estudiantes del cGh, pero acusarlos de terrorismo o sabotaje le parecía una irresponsabilidad. Ahora bien, menguado el cGh, mas no la toma de conciencia que éste generó sobre la educación pública y gratuita, González Casanova insistió en exigir la libertad de todos los estudiantes universitarios presos. No fueron pocos quienes caliicaron la renuncia de González Casanova al ceiich como protesta por la intervención policiaca y el encarcelamiento de universitarios como un acto de valentía y dignidad. Pablo González Casanova en todo momento apoyó las alternativas de solución que presentó el rector Juan Ramón de la Fuente al pliego petitorio del cGh, pero jamás avaló la posibilidad del uso de la fuerza pública. 445 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL Así lo reconocieron al lado de González Casanova, Luis Villoro, Luis González Souza, Víctor Flores Olea, Enrique Semo, Óscar González, Sergio Zermeño, Octavio Rodríguez Araujo, Miguel Concha, Magdalena Gómez, José del Val, Arnoldo Kraus, Julio Bolvitnik y Rafael Moreno Villa. En el Correo Ilustrado del periódico La Jornada, el 12 de febrero de 2000, estos intelectuales rechazaron el uso de la fuerza pública para resolver los conlictos universitarios. Expresaron que la crisis de la educación superior era “una expresión más de la polarización de la riqueza y el carácter inequitativo y excluyente de las oportunidades en nuestro país, sobre todo para los jóvenes”. Se manifestaron por la liberación de todos los estudiantes encarcelados y por luchar en favor de la educación pública y gratuita en todos sus niveles y modalidades. Sobre la renuncia de González Casanova al ceiich se sumaron muestras de apoyo. Estudiantes de la Facultad de Medicina escribieron una carta en el Correo Ilustrado del periódico La Jornada, el 12 de febrero: Doctor Pablo González Casanova, Presente. Gracias, don Pablo (permítanos llamarle “don”, por aquello de que hay quienes todavía merecen respeto dentro de la Universidad). De esa forma empieza esta misiva, ya que en estos tiempos de zozobra para la unam, existen puertas por cuyas cerraduras se vislumbran pequeños rayitos de luz. Gracias, don Pablo, por hacer que la esperanza y la conciencia crezcan en aquellos que no pensamos como piensan los de arriba, que están acostumbrados a ver hacia abajo. Gracias, don Pablo, por hacernos ver que todo esto tiene salida y que la dignidad ni se acalla con macanas (aquellos palitos para abollar ideologías a los que hacía mención Mafalda), ni se compara con ninguna institución, ni siquiera con la Universidad misma. Gracias por poner el ejemplo. Gracias, señor rector. De hecho, durante la huelga una parte del movimiento del cGh había nombrado a González Casanova rector moral en un mitin (Valencia, 2009). Por su renuncia al ceiich, el 13 de febrero, en el mismo lugar y medio periodístico, académicos del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la unam, felicitaban a González Casanova “por su digna decisión de renunciar al cargo” de director en el ceiich. Lo mismo hizo 446 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO Cuauhtémoc Cárdenas el 14 de febrero al reconocerle el “acto de dignidad en el que resalta la defensa de los más caros valores universitarios y mediante el cual reairma su convicción de que es y debe ser con la razón, las ideas, la palabra, la búsqueda franca y leal de entendimiento, como se encuentre el camino no sólo mejor, sino fundamental, para dar solución a los conlictos de la sociedad”. En ese mismo tenor se expresó Fernando Carmona el 16 de febrero: Tu renuncia es trascendente y señala caminos a las complejas luchas democráticas en la Universidad y el país, sembradas de contradicciones y obstáculos, porque es la pública decisión de un creativo y reconocido cientíico social universitario, con una trayectoria singular de maestro e investigador durante medio siglo, autor e impulsor de una vasta obra, promotor incansable de empresas académicas que incluyen la conversión en Facultad de la Escuela Nacional de Ciencias Políticas y Sociales —y antes, el fértil ejercicio de la libertad de investigación en el Instituto de Investigaciones Económicas (iiec)— la transformación y desarrollo del Instituto de Investigaciones Sociales, el impulso desde la rectoría del sistema del Colegio de Ciencias y Humanidades y la destacada labor en el ceiich, entre otras cosas. Y porque es una decisión congruente con tu posición de ciudadano que, en la Conai y en muy diversos foros has defendido las causas de los más humildes, la paz con justicia y la soberanía de los mexicanos frente al amago transnacional y el entreguismo de una clase dominante con poderosas y corruptas fracciones que prueban ser cada vez menos mexicanos. Los hicieron también los zapatistas al señalarle que la irme distancia que marcó “frente a la actitud violenta y autoritaria de quienes están al frente del gobierno y de la unam vale mucho, sobre todo en estos tiempos en los que la congruencia es un sarcasmo y la dignidad un malentendido” (ezln, 2003: 411). Le expresaron que la condena al uso de la violencia para enfrentar las demandas del movimiento estudiantil, que manifestó en su renuncia al ceiich era consecuencia de su congruencia ética y su compromiso por la vida universitaria. Que las fuerzas federales hayan entrado a la unam representó un triunfo para quienes clamaban por cerrar la unam, acabar con la educación gratuita, no permitir la democratización al interior de la Universidad. Entre los responsables estaba una parte del cGh que se negó a dialogar. Para González Casanova, “el viejo modo de hacer política autoritaria” prevaleció entre éstos. Como alguna vez lo dijera Octavio Rodríguez 447 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL Araujo, “no quisieron darse cuenta de que muchos universitarios que al principio simpatizaron con ellos ahora los repudiaban o ya no se sentían representados con ellos” (González Casanova, 2001b: 81). Pero, “en cualquier caso, una inmensa tristeza acompañó la alegría de la reapertura de la Universidad, con la conciencia de una seria amenaza a la Universidad Nacional” (González Casanova, 2001b: 83) porque las tendencias neoliberales contra la educación pública y gratuita tenían más presencia con los recortes al gasto social en la educación superior, la privatización y la comercialización de la enseñanza. Pablo González Casanova interpretó los signiicados del movimiento estudiantil de la unam. Lo concibió como un movimiento posmoderno en el sentido de que actuó ya sin la socialdemocracia, el comunismo o el nacionalismo revolucionario de su lado. Pensaron sus dirigentes, dijo, que con el solo impulso del pensamiento crítico y contestatario construirían una alternativa y fracasaron. Ante esto, González Casanova supuso que la búsqueda de una alternativa requería un tipo de organización más compleja que la sola crítica, exigía acompañarla “de una capacidad intelectual, volitiva y organizativa para la construcción de conceptos y estructuras en situaciones inciertas, poco o vagamente estructuradas y a las que el sistema desestructura o ‘destruye’ en todo lo que puede. La construcción de alianzas, frentes o bloques depende hoy mucho más que en el pasado de grupos dialogales, de redes dialogales, sin un solo centro o jerarquía. Se trata de organizaciones complejas, sobre las que apenas se empiezan a precisar conceptos y experiencias, como las de los zapatistas” (González Casanova, 2001b: 87). Desde su perspectiva, la sola crítica al neoliberalismo era insuiciente para defender una alternativa en la Universidad frente a los procesos destructivos del primero. Pero no dejó de airmar que los jóvenes universitarios habían puesto en evidencia la crisis y los intentos de restructuración del capitalismo corporativo que afectaban al conjunto de la unam porque mostraron la necesidad de romper con el individualismo que las autoridades querían montar con asunto de las cuotas, exámenes de admisión y la reducción del gasto a la educación superior. Aceptó que fue un hecho que los estudiantes tomaron la opción de servir al “interés general” en el tema de la educación universitaria al poner en un primer plano la categoría de lo público sobre lo privado. Los jóvenes del cGh, opinó González Casanova, derribaron: 448 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO el prestigio degradante que el neoliberalismo quiso dar a lo privado y que en gran medida logró imponer desde los años ochenta. Al plantear el derecho a la educación pública y gratuita, los estudiantes no sólo rechazaron el que la educación se convirtiera en una mercancía, sino privilegiaron la defensa de las empresas públicas frente a la ofensiva privatizadora que tiende a quitar al Estado sus obligaciones y recursos sociales y nacionales y a suprimir los derechos sociales para sustituirlos por la lógica del mercado o de la caridad (González Casanova, 2001b: 90). Esta resistencia a la privatización también puso en entredicho los intereses de los partidos y sus líderes políticos, sobre todo de los autodenominados de izquierda. Los estudiantes no encontraron solidaridad y sí serias limitaciones en la izquierda partidista. De los movimientos populares, pacíicos y armados, civiles y clandestinos, en cambio, recibieron apoyo y no pocas veces críticas basadas en el ánimo de construir una consistente alternativa en la lucha por el derecho a la educación universal. Pero a la larga, el cGh para González Casanova “tuvo una etapa muy creadora y otra muy autodestructiva: la primera se dio cuando las ofertas eran demasiado ambiguas o incompletas y se exigió precisarlas y completarlas; la segunda cuando las ofertas no correspondían a un compromiso idéntico a lo demandado punto por punto” (González Casanova, 2001b: 92). Es decir, al no aceptar los estudiantes la reformulación de los seis puntos del pliego petitorio, los caminos comenzaron a cerrarse. Lo que se interpretó fue que el movimiento estudiantil era dogmático, autoritario e inlexible y lo único que buscaba era la rendición de las autoridades ante el cumplimiento de tales demandas. El cGh, airmó González Casanova, “mostró la ausencia de una cultura de la lucha con diálogo y de los acuerdos a que este tipo de lucha puede conducir mediante concesiones que no ceden en lo esencial y dan tiempo y forma a las respuestas de consenso” (González Casanova, 2001b: 92). Con esto quería decir que la exigencia del diálogo no sirvió para avanzar en las negociaciones sino para frenarlas y desarticular el movimiento. Las desconianzas aparecieron producto de una comunicación poco efectiva entre sus miembros. Es decir, los estudiantes no supieron leer los momentos en los que habían logrado triunfos y por tal motivo no se plantearon nuevas metas. El “todo y ahora mismo” los cegó. Pero para González Casanova no fue sólo el hecho de que los “ultras” tiraran por la borda el movimiento estudiantil, airmó que agentes provocadores se 449 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL iniltraron con el objetivo de abortar cualquier acuerdo. Y en este mismo escenario, el “voluntarismo” de algunos estudiantes que una vez que se sintieron solos, pensaron en convertirse en una especie de vanguardia revolucionaria que representaría la lucha universitaria. Por otro lado pensó que los estudiantes que habían comprendido que latía la posibilidad de perder, no encontraron los mecanismos para organizar a las mayorías y proponer nuevos caminos de solución al conlicto. De esta manera, “el autoritarismo y el resentimiento de los vencidos empezó a operar en procesos de autodestrucción no sólo del movimiento sino de la Universidad” (González Casanova, 2001b: 95). A su manera de ver, la rebelión la transformaron en un arma contra sí mismos, no se percataron de que el enemigo acentuó sus contradicciones internas para dar el golpe inal. Se expuso la debilidad organizativa y confusión al ningunear la libertad de cátedra, investigación y difusión cultural de la ciencia, la tecnología y las humanidades. En este sentido, para Pablo González Casanova “la lucha por la reforma de la educación superior en México apenas empieza” (González Casanova, 2001b: 96). La movilización estudiantil de 1999 la inició y se tendrá que valorar lo que se retoma y lo que se deja para crear una verdadera alternativa democrática en la Universidad. Como la política de resistencia del cGh fue incipiente al sostener su acción sólo en el pensamiento crítico y contestatario, para pensar en el futuro “es necesario quitar de en medio los efectos autodestructivos de la desconianza, o los desplantes autoritarios de los jóvenes que contradicen el compromiso democrático en vez de fortalecerlo con practicas de respeto y diálogo” (González Casanova, 2001b: 96). González Casanova observó la combinación de presión y negociación, conlicto y consenso, en la lucha del pueblo centroamericano a inales de los años setenta. También lo vio en la manera de negociar y resistir de los zapatistas a principios de la década de los noventa. Era el poder del pueblo que el cGh no logró debido a su inexperiencia política. Aun así, siguió demandando la liberación de todos los estudiantes encarcelados, el cumplimiento por parte de las autoridades de los compromisos adquiridos con el movimiento estudiantil en lo referente a los seis puntos de pliego petitorio, construir los espacios de diálogo en cada centro educativo de la unam con todos los universitarios participando, la organización de una reforma universitaria que abordase “los problemas 450 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO y soluciones alternativas de los sistemas de educación superior en el mundo actual y en el país así como en la propia unam” (González Casanova, 2001b: 97). De lo más destacable es que González Casanova precisó el problema de la educación superior para el nuevo milenio, en lo que respecta a la cultura cientíica, tecnológica y humanística en relación con la democracia, la justicia social y el trabajo digno. El asunto de la educación pública, gratuita, laica y universal, estaba en el fondo de todo este escenario para pensar la nueva universidad. La nueva universidad que piensa González Casanova es alternativa y no de capitalismo académico. Comienza con la defensa de la gratuidad de la educación superior y sigue con la construcción democrática de la universidad por quienes la habitan. “La democracia en el interior de las organizaciones de estudiantes que luchan por la alternativa de una universidad incluyente será el primer paso para que no terminen autodestruyéndose” (González Casanova, 2001b: 111) y con ellos la misma universidad que deienden. En este tenor, la educación superior gratuita tendría que plantearse como una prioridad nacional y mundial desde un pensamiento cientíico y humanístico que se oponga al proyecto neoconservador de la universidad de mercado, funcional y tecnocrática. “La corriente democrática no rechazará lo funcional y lo tecnocientíico, sino que buscará dominar lo funcional y lo tecnocientíico a partir de una cultura general, cientíica y humanística profunda, capaz de renovarse, de informarse, de especializarse o cambiar de especialidad, de repensar y de crear” (González Casanova, 2001b: 112). La universidad que se quería imponer en la unam para los años noventa ya estaba funcionando en Estados Unidos. Se trataba de un cambio en los modos de aprender y enseñar la investigación, el desarrollo de la tecnología y, sobre todo, la articulación entre la universidad y las empresas. El Estado norteamericano retiraba subsidios a las universidades “para sumirlas en una condición de subsistencia por la vía de una política de contracción severa de los recursos públicos, junto con la imposición de políticas de ‘evaluación’ y de ‘acreditación’ que propiciaron nuevos mecanismos de control, pero no de impulso a la calidad de las instituciones, mientras se favorecían mecanismos de liberalización mercantil para propiciar la privatización y la comercialización de la educación superior, en la lógica del impulso de un supuesto ‘moderno’ sistema de diversiicación 451 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL para hacerlas más rentables y más atractivas a los diferentes segmentos de la sociedad” (Didriksson, 2006: 3). También, la vinculación de la universidad con la industria era en un sentido muy preciso, integrarse o articularse a la sociedad del conocimiento que estaba emergiendo. Se comenzaba a hablar de las universidades emprendedoras y de capitalismo académico. Sheila Slaughter y Gary Rhoades (2004) dieron cuenta de un modelo de universidad en el que el mercado, la competitividad, los servicios y negocios eran parte sustancial de aquella. La universidad se transformaba en una empresa lucrativa. En el caso de Estados Unidos, el estudio sobre el capitalismo académico encontró la tendencia a comercializar y mercantilizar los conocimientos de la universidad. Paralelamente se desencadenó una estrepitosa caída del subsidio a la universidad pública en 2001. El camino de la privatización de la educación superior estaba en marcha.71 Como lo ha documentado Eduardo Ibarra Colado (2004), la universidad estadunidense recorrió un camino hacia el capitalismo académico, desde que se incorpora la dirección privada al sistema universitario en expansión —desde inales del siglo xix y la primera parte del siglo xx—. Los valores de eiciencia, funcionalidad, control, organización gerencial y racionalidad administrativa relacionados con el control de costos y la rendición de cuentas fueron factores decisivos en esta mutación de la universidad. La incorporación de la universidad a una lógica de funcionamiento económico basada en el mercado sería el último momento en que se consolida el capitalismo académico. En Europa sucedió algo parecido. En 1999 los ministros de educación de 29 países europeos irmaron la Declaración de Bolonia. Además de la articulación de los estudios superiores a la empresa, tal declaración se 71 “La participación de todos los ingresos de las universidades públicas que derivan del Estado y de impuestos locales cayó a 66 por ciento en 2004 de 74 por ciento en 1991 […] El promedio de la cuota que se paga por instrucción ofrecida por el Estado en toda la nación para estudiantes que asisten durante cuatro años a escuelas públicas se incrementó 36 por ciento desde 2000 hasta 2004, según el College Board, en tanto que los precios subieron en alrededor de 11 por ciento [...] El porcentaje promedio de ingresos obtenidos vía impuestos estatales asignados a la educación superior pública ha ido en declive durante varias décadas. Alrededor de 6.7 por ciento de los ingresos estatales se fueron hacia asignaciones de educación superior en 1977, pero para el año 2000, la participación de las universidades experimentó una caída de 4.5 por ciento, de acuerdo con un estudio realizado por el Urban Institute” (Didriksson, 2006: 8). 452 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO centraba en la implementación de un sistema de crédito como el mecanismo más apropiado para promover una amplia movilidad estudiantil; además de la comercialización y la innovación productiva. En Asia las tendencias eran más o menos similares. Con esta nueva lógica, las formas tradicionales de organizar la universidad se modiicaron y la producción del conocimiento, se subsumió en la economía global. En este sentido, las formas de inanciamiento para la enseñanza y la investigación se reorientaron en función de los intereses de la empresa privada. “La matrícula se hace en función del mercado, los planes y programas de investigación; los estímulos al personal académico, los incentivos y subsidios para los proyectos; las colegiaturas; la aceptación y el rechazo de estudiantes, todo se realiza en función del mercado, eso sí, mediado por la academia y sus propios valores adaptados” (González Casanova, 2001b: 103). Pablo González Casanova sin embargo dudaba de las bondades de la racionalidad mercantil en la universidad. En los países como Estados Unidos o Canadá, una población considerable queda fuera del mercado por lo que se trastoca un derecho fundamental como es la educación pública, gratuita y universal. En América Latina los contextos son bien diferentes entre sus países y con respecto a los países desarrollados. En el continente, los gastos en educación superior están a la baja, y las desigualdades sociales hacen que las posibilidades de inversión hacia una expansión y transformación de los sistemas de educación superior y aun para el desarrollo de grandes e importantes proyectos de investigación, sean muy escasas. Por ejemplo: De acuerdo con algunas estimaciones, los países de la región demorarán entre 15 y 20 años en converger en materia de líneas telefónicas, como base fundamental para el desarrollo de las telecomunicaciones, la microelectrónica y el internet. Esto hace que el número de computadoras personales por cada mil habitantes que tienen las personas en la región frente a las que tienen en las naciones más desarrolladas de la ocDe sea abismal: 317 mil frente a 33 mil. Y a pesar del pronóstico de un importante crecimiento del número de computadoras y uso de internet en los próximos años, la participación de la población en estos componentes fundamentales para alcanzar un nivel deseable de informatización social, será bajo, dado que aún la media de la población activa no alcanza los seis años de escolaridad básica, la misma que tenían en Hong Kong, Taiwán, Corea y Singapur hace 30 años (Didriksson, 2006: 28). 453 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL La participación en el mercado tecnológico todavía es pobre en la región por lo que el gasto en innovación y desarrollo es mínimo. “Mientras América Latina representaba 8 por ciento del total de la población mundial, apenas representaba 1.6 por ciento de las publicaciones cientíicas mundiales, 0.2 por ciento de las patentes y 0.2 por ciento del conocimiento aplicado” (Didriksson, 2006: 31). Además, para González Casanova educar sólo para el mercado resulta sospechoso, además de injusto. Si la educación se circunscribe a esta relación, un elevado porcentaje de la población, sobre todo en los países periféricos como México, quedaría fuera de esta “modernidad”. “Con la lógica del mercado como lógica de la educación se convalida la política del elitismo y el consumo suntuario en un mundo miserable” (González Casanova, 2001b: 128). Una cosa más, quienes sean excluidos del mercado serán los nuevos analfabetos, desempleados y explotados del siglo xxi, por carecer del monopolio de los conocimientos en los campos de la salud, urbanismo, ingeniería, educación, bienes y servicios, administración, derecho y otros más. Este escenario se antoja para los países de América Latina y México bastante hostil. Debido al desarrollo desigual e inequitativo, los intereses particulares de la clase dominante se impondrían sobre una mayoría que quedaría al margen del mercado universitario. Es en ese sentido que para González Casanova la universidad pública debe mantenerse en pie con todo lo que implica lograr un alto nivel en investigación, docencia y difusión cientíica. El principio del que partía era que si desde inales de los años ochenta en México se adoptaron políticas neoliberales para aplicarlas a la universidad pública, lo que conllevó a su empobrecimiento y exaltación de las universidades privadas, el movimiento estudiantil de 1999 en la unam puso en tela de juicio el esquema empresarial y privatizador de la educación superior que las élites quisieron impulsar desde el gobierno. Entonces, para él defender la universidad pública implicaba a su vez abrirla a otro tipo de universidades, combinar métodos de enseñanza tradicionales con los más soisticados y de vanguardia, vincularse a pueblos y empresas, pero siempre con la lógica de la inclusión, la democracia y la autonomía de la universidad. No dejaba de insistir en que “en países como México la historia de la autonomía forma parte de una lucha contra la dependencia del creer y el saber metropolitano, contra la dependencia del 454 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO creer y el saber de las clases dominantes y sus mediadores o personeros” (González Casanova, 2004: 18). Por eso creía que la autonomía universitaria deiende el interés general y el bien común que la lógica empresarial pretende descaliicar. Es una defensa de lo universal contra el particularismo que la oligarquía quiere imponer. Por esa razón, “la lucha por la autonomía de la universidad pública hoy incluye la lucha contra la lógica mercantil de la vida y sus derivados de represión, enajenación y corrupción autodestructiva de líderes y movimientos” (González Casanova, 2004: 18). Por todo esto, en la óptica del autor de Sociología de la explotación, realizar un diagnóstico sobre la educación en México desde las coordenadas mundiales —los fenómenos de desestructuración de estados y mercados, las crisis paradigmáticas en ciencias y la construcción de alternativas sociales para la vida humana y el entorno natural—, era un principio básico para pensar la universidad del siglo xxi. La universidad necesaria para estos tiempos sería aquella que construyera un verdadero proyecto de democracia, ciencia, tecnología y humanismo. González Casanova pensó el proyecto democrático universal, más allá de la universidad como institución. Era para él una cuestión de la sociedad en su conjunto donde se ponía en juego incluso la sobrevivencia humana. Como Alain Michel, González Casanova concibe a la educación del futuro como aquella que forme “ciudadanos activos capaces de dominar el progreso tecnológico para darle sentido a la vida intelectual y colectiva, para respetar el equilibrio del planeta, hacer reinar la paz, reducir la violencia y forjar un verdadero proyecto de sociedad” (González Casanova, 2001b: 130). No dejó de pensar nunca que la educación cientíica y tecnológica por sí sola no podría resolver los problemas de la humanidad. Tampoco lo haría el mercado. Sólo con la dirección crítica, ética y humanística, la educación cientíica y tecnológica adquiere sentido para el ser humano y la sociedad. Entonces, para lograr esto no bastaba pensar en los recursos económicos requeridos, Pablo González Casanova hablaba en serio, con pocos recursos, pero con gran creatividad se puede lograr una educación de alta calidad. El estudio riguroso, la investigación básica, la crítica constante, las corrección de los métodos didácticos, el diálogo profundo entre educador y educando, la combinación de ciencias y humanidades, la preparación política de los estudiantes serían un punto de partida para lograr una educación universal no limitada al mercado. 455 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL Estaba seguro de que la inversión en el conocimiento y la educación universal, nunca sería una pérdida para los países, comunidades, pueblos, universidades que la llevaran a cabo. Este principio es el que mantuvo González Casanova desde que era rector de la unam. Pero después siguió luchando contra las ideas de que la educación superior sería mejor si se privatizaba como en Estados Unidos; que el aumento en la matrícula de estudiantes universitarios bajaba el nivel de enseñanza; que las universidades públicas son de menor calidad que las privadas; que la educación superior debía ajustarse a las exigencias del mercado; que el currículo en la universidad no debía tener tantas materias históricas, ilosóicas, políticas y críticas; que el bachillerato debía separarse de la universidad, entre otras falacias y prejuicios. Con respecto a la formación del universitario, un principio por el que se había manifestado González Casanova era el que proponía complementar las ciencias con las humanidades; esto es, ligar las matemáticas con la lógica, la literatura con la lengua, el pensamiento crítico con el pensamiento hipotético deductivo, en in, una nueva forma de aprender en la universidad del nuevo milenio. En la nueva universidad, González Casanova sugirió que se aprendía computación, análisis de sistemas simples y complejos, mecánicos, homeostáticos y morfogenéticos, deterministas, estocásticos, autodirigidos y autocreadores, dinámicos y dialécticos; pero también historia, ética, política, ilosofía que, combinadas, sabiamente con las nuevas ciencias, aumentaban las posibilidades de la imaginación y la construcción de la realidad social se tornaba efectiva. Lamentablemente esto no se estaba discutiendo durante el conlicto universitario más importante de México, sucedido entre 1999 y 2000. De hecho, todo lo que sucedió alrededor del conlicto de la unam era un asunto serio donde la posición de la izquierda política quedaba en entredicho. El problema era que la izquierda de los años sesenta había cambiado con la entrada del nuevo milenio. Pablo González Casanova entonces pensó en lo que debía ser una nueva izquierda. Según él las características esenciales de la nueva izquierda debían “revalorizar lo interno de la dominación y la explotación y considerar el imperialismo como fenómeno también interno (y no sólo como externo) tanto en la periferia como en el centro del mundo” (González Casanova, 2000a: 1). El replanteamiento de las categorías del colonialismo y el imperialismo debía conjugarse con el análisis de las contradicciones que se suscitaban 456 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO en el capitalismo, la socialdemocracia, el socialismo o comunismo realmente existentes. De esta forma, sería fundamental revalorizar la lucha de clases, la democracia universal como participación y representación, como pluralismo ideológico y articulación de derechos individuales y sociales, y postular que sin democracia no habrá socialismo, pero que tampoco habrá democracia sin socialismo. Se debía también combinar las luchas particulares de los agraviados con otras luchas a nivel local, regional, nacional y mundial con el objeto de acumular fuerzas. Junto a esto superar el antiguo dilema de “reforma o revolución” y construir redes de organizaciones de resistencia capaces de articular la política con el poder, y la defensa de lo público y colectivo serían otras características de lo que signiicaría la izquierda del futuro. Un elemento fundamental de la izquierda sería “dar a la cultura éticopolítica y al conocimiento histórico, humanístico, cientíico y técnico, así como a las ciencias de la comunicación y de la organización, una importancia central en la educación general y de las especialidades, e impartir la educación media y superior en forma universal, pública y gratuita” (González Casanova, 2004: 18). Al mismo tiempo, no se podría luchar a favor de la vida, la naturaleza y la humanidad, sin tomar en cuenta los descubrimientos que se habían iniciado con el desarrollo de la cibernética, la epistemología genética, la computación, las ciencias de la comunicación o los sistemas complejos que, al lado de las tecnociencias, develaban nuevas formas de pensar y actuar. Para González Casanova, al ignorar este nuevo paradigma, la política y la academia de izquierda seguirían cometiendo los mismos errores de cooptación, corrupción, división, derrota y desesperanza, que cometieron en el año 2000 en la unam. inTerDisciplina y compleJiDaD. el arribo De las Tecnociencias y la experiencia en el ceiich En el mes de abril de 2001, durante los festejos de los cuarenta años de vida del cch, el rector de la unam, José Narro, mencionó que “la grandeza y el alcance del proyecto del Colegio de Ciencias y Humanidades” podría evaluarse de diversas maneras. La primera, dijo, “y más objetiva son sus cinco planteles consolidados que dan fe de los datos y los números que el Colegio ha alcanzado en términos cuantitativos. Otra es la canti457 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL dad de mujeres y hombres egresados que tuvieron la oportunidad de seguir su educación universitaria en una licenciatura, en un programa de posgrado y, posteriormente, pudieron servir o han servido a la sociedad de muchas maneras: el trabajo profesional, en la docencia, en la investigación, en la prestación de servicios y ahí, entonces, trascendemos la parte cuantitativa y podemos ver el éxito y el impacto cualitativo del proyecto de Pablo González Casanova y de los universitarios que lo acompañaron en esa aventura intelectual, un proyecto sin duda en favor de la educación, de la cultura, de la juventud”.72 Por su parte, en su mensaje dirigido a profesores y jóvenes del Colegio de Ciencias y Humanidades con motivo de este aniversario, González Casanova habló de todo lo que había aprendido con los jóvenes desde 1968. Dijo que éstos se revelaban como “una nueva categoría en la historia universal” (González Casanova, 2001: 47). Había aprendido con los estudiantes y otros actores de la historia, como los zapatistas, conocimientos sobre el mundo, la política y la ciencia. Había aprendido también, expresó, “desde hace ya varias décadas, unos sobre las nuevas ciencias de la complejidad y las tecnociencias, y otros sobre las humanidades y las formas en que desde el siglo xviii se vinculan las luchas por la cultura, por la independencia, por la justicia y el socialismo, por la democracia y la libertad” (González Casanova, 2001: 47). Les mencionó que su proyecto de los cch tenía la intención de: Aprender a aprender a pensar, a leer y escribir, a razonar, a recordar, a experimentar y practicar, lo que implica un desarrollo del pensamiento crítico, relexivo y creador, un amor a la lectura de la poesía y la narrativa, un acercamiento a las ciencias de la historia y de la sociedad, un conocimiento de las matemáticas como lenguaje para razonar y hacer ciencias, un conocimiento de las ciencias experimentales y de la práctica de las utopías, así como una práctica de los oicios manuales y de los juegos y deportes, tareas que no son abrumadoras cuando se emprende el aprendizaje como una actividad vital que no se deja y que se sabe combinar con el trabajo, la lucha y la iesta en el aprendizaje de una cultura general y en el dominio de algunas especialidades y oicios en que se adentra y ejercita uno más, si no quiere uno reducirse a ser ni un sabelotodo ni un especialista eiciente pero inculto (González Casanova, 2001: 47). 72 “Festeja el Colegio de Ciencias y Humanidades cuarenta años de aprender a aprender”, Gaceta CCH, Órgano informativo del Colegio de Ciencias y Humanidades, Cuarta época, año XXXVI, número especial 6, 26 de abril de 2011, p. 2. 458 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO Desde los años setenta González Casanova llevó a cabo una reforma universitaria que tuvo como in, entre otras cosas, unir el conocimiento cientíico con las humanidades. La reforma citada transformaba el currículo de la universidad. “Los alumnos tendrían que dominar la lengua y la literatura española, las matemáticas aplicadas, el análisis de sistemas y la computación, nuevos lenguajes vinculados con la lógica formal y con la lógica simbólica. Los renovados programas de estudio tendrían que acentuar la interdisciplina como una base para reorganizar la institución. El rector [en aquellos años] insistió en relaborar los programas de estudio para hacerlos menos rígidos y mejor adaptados a las necesidades del trabajo cientíico y técnico y en asociar la enseñanza y la investigación reuniendo a dos o más escuelas e institutos” (Torres Parés, 2010: 5). Pero en realidad era una idea que González Casanova tenía desde antes, sobre todo cuando en 1958 escribió Estudio de la técnica social. En ese trabajo consideró necesario deinir las categorías de técnica y lo no técnico, la evolución de las técnicas cientíicas de la sociedad y la naturaleza, la relación entre ambas y con la idea de democracia. La convergencia entre el conocimiento de las ciencias y las humanidades, el diálogo entre lo que anteriormente se denominaba ciencias naturales y ciencias sociales, el estudio de fenómenos de la realidad vistos desde varias disciplinas y la clariicación de conceptos, fue un interés que Pablo González Casanova cultivó desde la primera mitad del siglo xx. En pleno siglo xxi, con sus tantos saberes y lecturas de la realidad, comenzó a percatarse de lo acertado de sus planteamientos de 1958, a saber, que “las innovaciones de las ciencias y las tecnociencias nos obligan a actualizar muchos de nuestros conocimientos y a seguir aprendiendo a aprender, a lo que también estamos obligados si queremos descubrir, con nuestro propio saber y entender, los nuevos y ricos proyectos de la emancipación humana por los que debemos luchar sin cejar, a sabiendas de que como maestros tenemos que preparar a la juventud para entender el mundo y para cambiarlo, y como estudiantes también” (González Casanova, 2001: 47). La relación entre las ciencias y las humanidades comenzaba a ser un tema para los pensadores de la década de los sesenta (Jones, 1976). Se ponía énfasis en que el lenguaje de la ciencia y las humanidades no era tan diferenciado. En ambas se encontraban elementos imaginativos, creativos y expresivos, relevantes pata la comprensión del mundo moderno y complejo. González Casanova había seguido esta idea y al mismo tiem459 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL po, en el ambiente académico, de pronto hubo una especie de nueva revolución de la ciencia, pero esta vez unida a la tecnología. Efectivamente, como alguna vez lo comentaron Gilbert Hottois, Bruno Latour y Evandro Agazzi, una parte de las ciencias experimentaron un cambio profundo sobre todo en la última parte del siglo xx. En una especie de mutación, se convirtieron en buena medida en tecnociencias. Para algunos, tal transformación ha sido en realidad una auténtica revolución tecnocientíica (Echeverría, 2003), “aunque no en el sentido de Kuhn, puesto que lo que ante todo ha cambiado es la estructura de la práctica cientíica, más que los paradigmas del conocimiento” (Echeverría, 2010: 142). Esto es, las tecnociencias alteraron no sólo el conocimiento en sí, sino la práctica cientíica y tecnológica; modiicaron el mundo natural, pero principalmente el social, y cambiaron el lenguaje de la ciencia y la tecnología tradicional a lenguajes informáticos (Echeverría, 2003: 149-150). Como ya es sabido, la gestación de las tecnociencias comenzó a operar en dos etapas. La primera tuvo sus inicios durante la Segunda Guerra Mundial y se bautizó con el nombre de Big Science.73 Estuvo caracterizada por grandes programas de investigación inanciados por el gobierno estadunidense y ejecutados por agencias estatales como la National Science Foundation, la National Aeronautics and Space Administration (nasa), los National Institutes of Health y el laboratorio de Brookhaven, entre otros. Todos ellos resaltaban una característica: La tecnociencia la hacen instituciones y empresas, no personas aisladas. Por eso hablamos de agencias tecnocientíicas, más que de agentes individuales. De hecho, la estructura de un sistema nacional o internacional de ciencia y tecnología depende de las agencias públicas o privadas que operan en él. En el caso de Estados Unidos, agencias como la National Science Foundation (nsf), el 73 En el año 1942 se ubica el nacimiento de esta Big Science. “Y hay un objetivo, construir una bomba, que en ese momento es sólo una propuesta teórica plagada de ininidad de problemas técnicos e ingenieriles. Por eso, además de los grandes físicos como Richard Oppenheimer, Enrico Fermi y Richard Feymann, el gobierno norteamericano ha de reclutar a gigantes empresariales como Du Pont, Union Carbide y Kodak para que resuelvan las cuestiones prácticas (construir las plantas de tratamiento del uranio en Handford, las técnicas de separación de isótopos o los problemas electromagnéticos, respectivamente)” (Alonso y Arzoz, 2003: 56). Los estudios llamados “Ciencia, Tecnología y Sociedad (cTs) surgidos en Estados Unidos en los años sesenta, tienen un vínculo estrecho con este contexto. 460 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO Centro Los Álamos (proyecto Manhattan), los National Intitutes of Health (nih), la nasa, el laboratorio de Brookhaven, etcétera desempeñaron una función determinante en la emergencia, desarrollo y consolidación de la tecnociencia. Posteriormente surgieron agencias y empresas tecnocientíicas privadas, las cuales impulsaron actividades de I+D+i (Investigación básica, desarrollo tecnológico-empresarial innovador) en el ámbito de las biotecnologías y las Tecnologías de la Información y la Comunicación o Tic (Apple, Microsoft, Netscape, Intel, Google, Celera Genomics, Monsanto, etcétera) (Echeverría, 2008: 105). En estos escenarios se creó una mezcla entre ciencia y tecnología en donde cientíicos, ingenieros, técnicos, empresarios, políticos y militares colaboraban para unir estrechamente investigación y desarrollo (I+D) con el objetivo de obtener mayores beneicios tecnológicos, comerciales, políticos y bélicos. La segunda etapa se sitúa a partir de 1980 en el mismo país. Siguiendo la orientación de la primera, se agregaron otras novedades “como la aparición de un nuevo objetivo, la innovación, la emergencia de un nuevo tipo de agente, las empresas tecnocientíicas, y por el interés que la I+D comenzó a suscitar en la iniciativa privada y en los mercados inancieros como posible ámbito para hacer negocios. Gracias a dos iniciativas de la administración Reagan, la modiicación de la Ley de Patentes y la desgravación iscal por invertir en investigación, desarrollo e innovación (I+D+i), muchísimo dinero privado comenzó a inanciar la actividad tecnocientíica, marcándole un nuevo objetivo, la innovación, que debería contribuir a mejorar la competitividad y la productividad de las empresas en los mercados” (Echeverría, 2008: 143). Como bien lo observó González Casanova, algo verdaderamente emergente nacía. Si la racionalidad en la técnica viene dada por esa parte pragmática que caracteriza al pensamiento instrumental desde sus orígenes, la unión entre ciencia y tecnología hizo mucho más profunda tal instrumentalización. En verdad el uso que se le dio en esta etapa histórica del siglo xx a la industria bélica, propició un verdadero cambio en la manera de hacer ciencia. Se podría inferir que fue con la llegada de las tecnologías de la información y la biotecnología, cuando los desarrollos tecnológicos se conjugaron con la ciencia básica y los complejos industriales o empresariales. De esta manera la ciencia, la tecnología, el complejo empresarial y militar, constituyeron la base fundamental de lo que hoy se denomina tecnociencias. 461 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL Por otro lado, la nueva manera de conceptualizar las técnicas, ciencias, tecnologías y tecnociencias propició la pluralidad de estas últimas. De hecho, los cuatro conceptos no signiican exactamente lo mismo. La ciencia y la técnica son formas de hacer y conocer básicas que pueden ubicarse en la historia de la humanidad según sus grados de desarrollo. La ciencia es un tipo de conocimiento que se deriva de un proceso sistemático y riguroso de métodos de investigación que involucran la intención de explicar algún fenómeno de la realidad. La técnica sería el “conjunto de habilidades y conocimientos que sirven para resolver problemas prácticos, mientras que la tecnología sería el conjunto de conocimientos basados a su vez en conocimientos cientíicos que permiten la explicación, el diseño y la aplicación de procedimientos para resolver o conseguir determinados resultados” (Alonso y Arzoz, 2003: 220-221). El objetivo de las tecnologías es producir conocimiento para obtener los máximos beneicios, por lo que en ellas la verdad en sí misma no es un valor que se persiga. Por eso, al conjugar la tecnología con la ciencia se generó un tipo de saber muy singular: las tecnociencias que transforman la naturaleza y a las sociedades a partir de sus acciones e instrumentos. En este sentido la innovación que permite la máxima obtención de ganancias o bienes fue la base de la tecnociencia. Las ciencias que se han unido a esta cruzada, son inseparables ya del progreso tecnológico y la ganancia económica, bélica o política; en este escenario el conocimiento cientíico depende en gran medida de costosos inanciamientos que lo hacen posible. A diferencia de las ciencias, cuyo objetivo es conocer, describir, explicar y, en su caso, predecir lo que ocurre en el mundo, las tecnologías lo transforman conforme a objetivos y metas que los agentes tecnológicos consideran valiosos. Las acciones tecnológicas están guiadas por valores (utilidad, eiciencia, eicacia, bienestar, beneicio, rentabilidad, productividad, etcétera) y tanto los medios como los ines son previamente valorados (Echeverría, 2008: 101). Según este enfoque, hoy existen tecnomatemáticas, tecnofísica, tecnobiología, tecnogeología, tecnosociología, tecnoeconomía, tecnopolítica, que tratan no sólo de decir cómo funciona el mundo, sino de transformarlo (Echeverría, 2003: 107-147). Las tecnociencias pronto desplegaron una prioridad: más que explicar las causas de los fenómenos habría que cumplir los objetivos o metas que se proponen quienes las utilizan. Se 462 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO podría decir con esto que un elemento característico de estas disciplinas es el privilegio que le otorgan al estudio de la información y la comunicación, mucho más que al de la materia o la energía. Ahora bien, se podría decir que el híbrido ciencia y tecnología presenta una serie de caracteres especiales: a) el conocimiento se planea, gestiona y inancia en los complejos empresariales y militares con el objetivo primordial de obtener la más alta eiciencia y rentabilidad de su propósito; b) quienes desarrollan este complejo proceso de saber son amplias redes o comunidades multidisciplinarias en las que intervienen políticos, cientíicos, ingenieros, técnicos, militares y empresarios; c) no existe una búsqueda desinteresada de la verdad, sino una acción instrumental que logre un triunfo político, militar o un tipo de crecimiento empresarial, y d) con este esquema de pensamiento, la explicación funcional de la naturaleza y la sociedad es menos importante que su transformación. Producto de lo anterior, en las tecnociencias y su instrumentalización están implicados una serie de conlictos axiológicos, morales, políticos o ecológicos. De hecho hay quienes piensan que “pese a la retórica humanista de gobiernos y cientíicos, la tecnociencia actual no busca contribuir a la solución de los verdaderos problemas del mundo —la demografía explosiva, la degradación ecológica, el hambre, etcétera—, sino que se ve arrastrada por su inconfesable y todavía oculto tecno-hermetismo hacia mitos tan poderosos como la inmortalidad o el ángel-cyborg, esto es, hacia el diseño de una nueva condición post-humana, evidentemente destinada a los privilegiados del mundo” (Arzoz, 2004: 100). En este contexto, es posible decir que una parte de los proyectos de la tecnociencia, como la ingeniería genética, la informática, la nanotecnología o la inteligencia artiicial, se pudieron desprender de lo que se suele llamar “nuevas ciencias”, a saber: la teoría de la complejidad (que engloba la teoría de los sistemas adaptativos complejos, la dinámica no lineal, la teoría de los sistemas dinámicos, la teoría del no-equilibrio y la teoría del caos), la cibernética y las ciencias de la computación. Así, hubo quienes consideraron la teoría de la complejidad como una nueva clase de ciencia que cambiaría la totalidad de la concepción del mundo y de la ciencia misma (Lewin, 1992; Merry, 1995; Wolfram, 2002; González Casanova, 2005a) y hasta aparecieron debates y disputas de quienes la consideraron una moda pasajera de personas con más retórica que ideas claras (Horgan, 1996; Ruelle, 2003). 463 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL Lo que no se puede negar, más allá de las disputas en la prensa o los editoriales de quienes disienten (Sokal y Bricmont, 1999) o deienden (Jurdant, 2003) del uso de algunos de los conceptos de estas “nuevas ciencias”, es que éstas no tienen todavía una teoría uniicada o un consenso generalizado sobre descubrimientos geniales, y su aplicación sin más, en todos los campos de las ciencias sociales o naturales, se pone en entredicho.74 Sin embargo, es preciso pensar que “las ciencias del caos y la complejidad proporcionan un marco denso y sugestivo para comprender posibilidades y límites metodológicos con una claridad como pocas veces se ha dado” (Reynoso, 2006: 9). Así lo pensó Pablo González Casanova. Como Director del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Humanidades de la unam a partir del 23 de enero de 1986, cuya denominación cambió en mayo de 1995 a Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (ceiich),75 se interesó por generar diálogos entre las ciencias exactas, las ciencias sociales, históricas y las humanidades. La inspiración de González Casanova se orientaba, desde por lo menos los años setenta, al trabajo interdisciplinario tanto en las humanidades, que fue su vocación original, como en las ciencias. Alguna vez comentó que los acercamientos interdisciplinarios encontraban importantes obstáculos, como aquel que se refería a que los especialistas rara vez hacían explícita la ilosofía que sustentaba sus investigaciones, no se diga elaborar relexiones teóricas y epistemológicas de cualquier proyecto cientíico y sus resultados. Aunque en otras partes del mundo el vínculo entre lo experimental, práctico, histórico, teórico, metodológico, político o epistemológico, estaba en aumento desde los años cincuenta, González Casanova alentó 74 Carlos Reynoso ha dicho que “los estudiosos más proclives a una ciencia ortodoxa, en cambio, advierten con alarma la ainidad entre esas nuevas ideas y las de corrientes más o menos anticientíicas que todavía gozan de mucha prensa, como el posmodernismo, el constructivismo radical, los estudios culturales, los poscoloniales y los multiculturales. En estos “estudios de áreas” y en su dominio de inluencia, a su vez, el sentimiento generalizado es que las teorías de la complejidad y el caos pueden dialogar con las humanidades con más luidez y naturalidad de lo que ha sido nunca el caso en la tensa interfase entre las ciencias blandas y las duras” (Reynoso, 2006: 5). 75 El centro fue el resultado de la fusión del Programa Universitario Justo Sierra, el Centro de Estudios sobre Estados Unidos de Norteamérica y el proyecto Perspectivas de América Latina, contando con la cooperación de la Universidad de las Naciones Unidas. 464 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO esta tarea en México, primero cuando fue rector de la unam y posteriormente en el ceiich. En este caso, especíicamente fue a partir del 28 de abril de 1995, por acuerdo del Consejo Universitario, que se asignó al centro la tarea de incorporar disciplinas cientíicas y tecnológicas en diálogo con las ciencias sociales, ámbito al que originalmente estaba enfocado el centro. Esa fue la razón por la que desde entonces tiene el nombre de Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (ceiich). González Casanova se propuso transmitir y acentuar esta tarea. Para él era “necesario estimular la construcción de puentes entre especialistas de distintas disciplinas cientíicas y también entre la cultura cientíica y la ilosóica para que integradas o comunicadas, o conectadas” (González Casanova, 2001b: 146), se pudieran analizar los conceptos en su nueva restructuración. En la práctica el ceiich trazó sus objetivos en torno a que las investigaciones interdisciplinarias en las diferentes áreas de las ciencias y de las humanidades deberían incidir en las necesidades nacionales, debían además contribuir a la formación de investigadores y técnicos académicos con capacidad para dirigir investigaciones colectivas cuyos resultados se difundirían. De esta manera se comenzó a gestar la formación de grupos de investigación interdisciplinaria en el interior del país y a nivel internacional. Para preparar el terreno se gestionaron seminarios, encuentros entre especialistas, ciclos de conferencias, diálogos interdisciplinarios en el ceiich. En 1996 González Casanova coordinó un ciclo de conferencias con el tema “Formación de conceptos en ciencias humanas”. Participaron: José Antonio Pascual, Beatriz Garza Cuarón, Margit Frenk, Hugo Zemelman, Carlos Lenkersdorf, José Cueli y Sergio Bagú. En noviembre y diciembre del mismo año, se trabajó en mesas redondas, seminarios y ciclos de conferencias sobre la restructuración de conceptos en ciencias y humanidades. Ahí estuvieron Raymundo Bautista, Manuel Peimbert, Luis de la Peña, Carlos Bunge Molina, Hugo Aréchiga, Ismael Herrera, Enrique Serrano, Beatriz Garza Cuarón, Alejandro Tomasini B., Germinal Cocho, Jorge Alonso y Exequiel Ezcurra. El siguiente año se continuó con la temática pero a escala internacional. Destacaron los trabajos y relexiones de Robin Blackburn, Tian Yu Cao, Rolando García, Arturo Escobar, Manuel de Landa, Beatríz Garza Cuarón, Fernando Flores, Simon Head, Alain Joxe, Michele Mattelart, 465 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL Hugo Zemelman, Armand Mattelart. En especial sobre la “Restructuración actual de conceptos en ciencias sociales”, se llevó a cabo un ciclo de conferencias en octubre de 1997 con la presencia de Héctor Díaz Polanco, Hira de Gortari, Alberto Aziz Nassif, Enrique de la Garza T. y Marcos Roitman. En el mismo mes y año, en lo que respecta a la formación de conceptos en ciencias y humanidades, en el ámbito tecnológico, se realizó un seminario con la presencia de Felipe Lara Rosano, Mónica Casalet, Pablo Mulás del Pozo, Leonel Corona Treviño, Nydia Lara Zavala y Roger Díaz de Cossío. Del 24 al 31 de agosto de 1998 el ciclo de conferencias “La heurística: un concepto de las ciencias y las humanidades” tuvo lugar también en el ceiich. Esta vez lo coordinó Ambrosio Velasco Gómez y participaron Carlos Pereda, Ana Rosa Pérez Ransanz, Marilor Aguilar, Sergio Martínez, Juliana González, Álvaro Matute, Juan Carlos García Bermejo, Mauricio Beuchot, Ricardo Guerra, León Olivé, Nora Rabotnikof y Atocha Aliseda. La experiencia era única en México. González Casanova buscaba construir redes de conocimiento que incluyeran a investigadores, docentes, estudiantes, que estudiaran los problemas de la enseñanza o las ciencias y colaborar en todos los niveles educativos para solucionarlos. Esther Kravzov Appe comenta su experiencia en un grupo de trabajo que coordinó Pablo González Casanova: Este equipo, entre otras actividades, promovió la creación de grupos y redes de especialistas que en coloquios y seminarios relexionaron acerca de la historia de las disciplinas (ciencias de la vida, ciencias de la materia, ingenierías y tecnologías, por sólo mencionar algunas) y sobre las principales temáticas y conceptos de las mismas, tales como energía, cosmovisión, democracia y homeostasis, entre otros. Nosotras teníamos la obligación de asistir a todos los seminarios y en más de una ocasión nos preguntamos sobre la utilidad a corto, mediano y largo plazo de esta tarea. Esta experiencia, en retrospectiva, tal vez pueda resultar un tanto cómica, pero en su momento me producía una gran ansiedad tener que asistir a una gran cantidad de conferencias sobre temas tan disímbolos, no todos de mi interés y en lenguajes muy lejanos y de difícil comprensión. Algunos seminarios resultaron muy apasionantes para algunas de nosotras, mientras que para otras resultaban prácticamente incomprensibles. El temor a preguntar lo que podría ser obvio para el experto, hizo posible que en el grupo estableciéramos un diálogo que nos permitió formular nuestras 466 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO dudas sobre todo aquello que no nos atrevíamos a preguntar en público, ya que desgraciadamente el miedo a preguntar está muy arraigado en nuestra cultura. Este espacio se convirtió en un lugar privilegiado que nos permitió poco a poco construir los puentes que cada una requería para comprender los diferentes lenguajes, métodos, así como las distintas lógicas que permean el trabajo de investigación cientíica y humanística. Durante estos seminarios logré vencer mis miedos a las llamadas ciencias duras y a no bloquearme automáticamente ante las fórmulas. De la mano de los matemáticos he ido perdiéndole paulatinamente el temor a las fórmulas y en especial a la x, letra que más bien relacionaba con un tache y, por lo tanto, con reprobada. Asimismo, a través de metáforas, los especialistas en ciencias de la vida me transmitieron una gran pasión por los fenómenos biológicos y encontré cómo la historia había transformado la biología, al incorporar conceptos tales como evolución y herencia por sólo mencionar algunos. Con los físicos descubrí las maravillas de la mecánica cuántica, de la teoría del caos y de la complejidad. Durante estos seminarios se logró establecer un valioso intercambio de opiniones e inquietudes respecto a los temas expuestos por expertos y por especialistas. En algunos casos, no sólo hubo que enfrentar la barrera del lenguaje críptico de las diferentes disciplinas cientíicas, sino también de las distintas formas de conceptualizar los fenómenos sociales y de la naturaleza.76 Guadalupe Valencia, quien actualmente es investigadora del ceiich y que en aquellos años trabajaba al lado de González Casanova, comentó en entrevista al respecto: En el proyecto de conceptos [González Casanova] estaba muy entusiasmado. Esa era ya parte de su inquietud para escribir su libro De la academia a la políti­ ca. Ahí había biólogos, matemáticos, físicos de primera línea. Tenía capacidad de convocatoria. Él hizo una reunión en Taxco con matemáticos, antropólogos, físicos; fuimos varios, yo ahí por primer a vez vi lo que era el discurso de los de ciencias duras y su forma de proceder y su forma de emplazar la discusión etcétera, aprendí mucho (Valencia, 2009). Jorge Alonso, que estuvo en alguno de esos seminarios sobre complejidad e interdisciplina, coincide con este punto: 76 Disponible en: http://www.ceiich.unam.mx/Interdisciplina/kravzov.html#1 [consulta: 7 de febrero de 2012]. 467 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL En los años noventa él estaba interesado en que se discutieran conceptos sobre ciencias y no sólo sobre ciencias sociales, sino de ciencias y ciencias sociales y hacer la discusión. Entonces [González Casanova] me invitó a un seminario donde me pidió, bueno usted proponga qué es lo principal que se discute sobre democracia y discutimos esto después de biosfera […] no sé si me explico […] yo oí una conferencias sobre la biosfera y entonces empezamos a discutir con otros cientíicos. Y empezó a producir una serie de folletitos como para que le llegaran a todo mundo y de videos en los noventa […] es decir no solamente se hacía, es decir innovaba la manera de las discusiones y de llegar a la gente (Alonso, 2009). Efectivamente, el desarrollo de todo este proceso de gestión para el diálogo entre las ciencias y las humanidades, González Casanova lo proyectó en colecciones para libros, folletos y videos, que se consolidaron con los nombres de: Clásicos, Conceptos, Aprender a Aprender y Las ciencias y las humanidades en los umbrales del siglo xxi. Respecto a la colección de los Clásicos, se trataba de dar a conocer de una manera básica pero clara las grandes proezas de la ciencia y la filosofía, como las de Einstein o Gramsci. En la colección Conceptos se realizaron folletos para divulgar el conocimiento y aprendizaje de categorías como “Democracia” a cargo de Jorge Alonso, “Utopía” de Hugo Zemelman, o “Energía” de Luis de la Peña. El tópico central de esta colección era, como en las otras, los vínculos entre las ciencias y las humanidades. Por esa razón el folleto “¿Nuevos vínculos entre las ciencias y las humanidades?”, de Richard E. Lee, aseguraba que en el comienzo de este nuevo milenio, caracterizado por los avances vertiginosos derivados de la globalización, la era de la internet y la revolución de las comunicaciones, era necesario un replanteamiento de los vínculos entre las ciencias y las humanidades para construir una nueva manera de ver el mundo, que logre integrar todas aquellas otras maneras en que el ser humano se relaciona con la realidad. Con la colección Aprender a Aprender, se proponía transmitir a los lectores los conocimientos necesarios para aprender una disciplina, una especialidad interdisciplinaria o un tema o concepto determinado. González Casanova quería a su vez dar cuenta de las nuevas ciencias, vinculadas al creciente desarrollo del análisis de sistemas complejos y autorregulados que se habían gestado con la revolución tecnocientíica. Para él, esta revolución se desarrollaba en la ciencia y la tecnología, pero también en las humanidades. El cambio de paradigma en la investigación 468 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO y la restructuración de categorías, conceptos, técnicas de análisis e interpretación, abarcaban todas las ciencias. Producto de esta iniciativa, de todos los seminarios, mesas redondas, coloquios, conferencias y encuentros interdisciplinarios, comenzaron a publicarse libros con esta perspectiva. Ejemplos de ello son Ciencias de la salud (1997), que coordinó Hugo Aréchiga, y el trabajo coordinado por Luis de la Peña sobre Ciencias de la materia. Génesis y evolución de sus con­ ceptos fundamentales (1998). En este último participaron Rolando García, Manuel Peimbert, Ignacio Campos, José Luis Córdova Frunz, Jacobo Gómez Lara, Dante J. Morán Zenteno, Cinna Lomnitz, Gustavo Martínez Mekler y Germinal Cocho. Sobre Tecnología: conceptos, problemas y pers­ pectivas (1998) trabajaron Mónica Casalet, Pablo Mulás, Leonel Corona Treviño, Eugenio López Ortega, Nydia Lara y Roger Díaz de Cossio, bajo la coordinación de Felipe Lara Rosano. No podía faltar Perspectivas en las teorías de sistemas (1999) en el que Santiago Ramírez, Carlos Torres Alcaraz, Germinal Cocho, Javier Torres Nafarrate, Guy Duval, Pedro Miramontes, Octavio Miramontes y José Luis Gutiérrez Sánchez, muestran “la construcción de modelos matemáticos de sistemas abiertos, para explicar o discutir sobre, por ejemplo, el crecimiento orgánico; la perspectiva constructivista de los sistemas complejos; las contribuciones al conocimiento de los sistemas complejos que hay en las investigaciones isicoquímicas de Ilya Prigogine, la sinergética de Hermann Haken y los ensayos de Henri Atlan y la teoría de sistemas de Niklas Luhmann. Por su parte, Pablo González Casanova planteó la restructuración de las ciencias sociales desde sus conceptos básicos en el libro que coordinó: Ciencias sociales: algunos conceptos básicos (2002). En el artículo con el que participó en el texto y que tituló “Restructuración de las ciencias sociales: hacia un nuevo paradigma” expresó que en el nuevo paradigma tecnocientíico y humanista “atender lo nuevo de los conceptos no sólo permitirá una mejor comprensión del mundo en que vivimos, sino una mejor construcción de alternativas y una lucha más eicaz para alcanzar objetivos. Las fuerzas dominantes o emergentes van a pensar mal si siguen sólo pensando como en el pasado, pero también si se olvidan completamente de él” (González Casanova, 2002: 3). Se refería a que: Nuestras formas tradicionales de pensar no están del todo descaliicadas: hay realidades en las que predomina el orden; otras que se aproximan al equilibrio; 469 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL hay tendencias lineales signiicativas con derivaciones mínimas en su comportamiento probable; se dan turbulencias sin bifurcaciones importantes. Es más, en lo que se reiere al comportamiento del sistema dominante, “la ley del sistema” que descubrió Marx sigue siendo válida […] si los nuevos descubrimientos y técnicas deben ser atendidos, su presencia no acaba con todos los conocimientos “antiguos”. Nuevos y antiguos conceptos merecen nuestra atención y deben ser cernidos, des-cubiertos en sus interfaces, articulados al conocimiento por objetivos (González Casanova, 2002: 4). Si la manera de entender un paradigma es como “una forma de plantear y resolver problemas”, para él era evidente que en diversas áreas y disciplinas existía una crisis paradigmática. En el caso de las ciencia sociales, “a la crisis del estructural-funcionalismo y a la de la ilosofía empirista, de las ilosofías de la praxis y de los métodos dialécticos se añaden las crisis del liberalismo, de la socialdemocracia, del comunismo, del nacionalismo-revolucionario y del neoliberalismo” (González Casanova, 2002: 5). De ahí la necesidad de restructurar sus conceptos. El objetivo de una investigación de este tipo, en América Latina por ejemplo, era buscar la herencia, formación y restructuración de los conceptos y categorías que el continente había formulado y reformado como aportación a las ciencias sociales de la región y del mundo. Pablo González Casanova explicitaba que el legado político, sociológico, antropológico, histórico, ilosóico, teológico, pedagógico y literario de América Latina hacia el mundo había sido muy rico en conceptos. Están por ejemplo los conceptos de centro-periferia, dependencia, colonialismo interno, pedagogía del oprimido, teología de la liberación, realismo mágico, filosofía de la liberación, posmodernismo radical y construcción del mundo, autonomías y redes, “mandar obedeciendo” (González Casanova, 2002: 7-8), pero no se debía contentar con ello, González Casanova instaba a tomar en cuenta las nuevas ciencias para la construcción de un paradigma alternativo que a su vez generaría un mundo menos injusto. Las investigaciones en ciencias y en humanidades no debían estar aisladas del interés general, de los movimientos sociales del pueblo que lucha por un mundo mejor. En Ciencias sociales: algunos conceptos básicos participaron sobre conceptos de historiografía, Hira de Gortari Rabiela; de antropología, Héctor Díaz-Polanco; de ciencia política, Alberto Aziz Nassif, y de sociología, Marcos Roitman Rosenmann. En ese mismo tono Ambrosio Velasco 470 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO Gómez coordinó el libro El concepto de la heurística en las ciencias y las humanidades (2000), cuyo objetivo era cuestionar la paradoja esquizofrénica del racionalismo contemporáneo sobre la concepción de ciencia que, por un lado, reconocía que “la creatividad, la pasión por la innovación y el descubrimiento son factores esenciales del cambio progresivo. Pero, por otro, se considera que estos componentes heurísticos son eminentemente irracionales, pues carecen de todo rigor metodológico”. En suma, Carlos Pereda, Ana Rosa Pérez Ransanz, Sergio F. Martínez, Atocha Aliseda, Juan Carlos García-Bermejo Ochoa, Mauricio Beuchot, Juliana González Valenzuela, Ricardo Guerra Tejada, Marilor Aguilar Rivero, Álvaro Matute, Nora Rabotnikif, León Olivé, Pablo González Casanova y el propio Ambrosio Velasco Gómez, trabajaron desde distintas disciplinas el tópico sobre la importancia de la heurística en ciencias y humanidades. En esta misma colección Aprender a Aprender, aparecieron folletos de divulgación, los cuales tenían la misma función que los libros, a saber, divulgar la interdisciplina, el conocimiento de las nuevas ciencias y su relación con las humanidades. También fueron fruto de los seminarios, talleres, conferencias y otros trabajos colectivos del ceiich que dirigió Pablo González Casanova. Así, salieron a la luz el folleto de Rolando García: “Conocimiento del mundo físico: las teorías como guía de la observación”, en el que expuso “cómo los problemas de fundamentación y validación del conocimiento, considerados tradicionalmente como parte de la ilosofía especulativa, tuvieron que replantearse a comienzos del siglo xx a partir de la llamada crisis de los fundamentos”; el de Marcos Roitman Rosenmann: “La sociología: del estudio de la realidad social al análisis de sistemas”, en el cual “analiza las deiniciones de sociología desarrolladas por algunos autores clásicos como Comte, Durkheim, Weber y Parsons, quienes a pesar de sus diferencias postulan teorías de la acción social centradas en la preminencia de la voluntad”; el de Hugo Aréchiga: “¿Qué es un ser vivo?”, en el que el autor “hace una revisión de los conceptos y propiedades fundamentales del fenómeno llamado vida; lo analiza desde el punto de vista del individuo en que se maniiesta, considerando la vida como un proceso continuo de intercomunicación celular. Revisa cómo en el interior de cada célula o entre las que constituyen un organismo complejo existe, con tiempos precisos, un continuo tráico molecular que 471 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL desde el nacimiento hasta la muerte determina las variadas expresiones de la vida”; el que trabajaron Gustavo Martínez Mekler y Germinal Cocho: “Al borde del milenio: caos, crisis, complejidad”, quienes “señalan como característica de los sistemas complejos, la imposibilidad de reducirlos a la suma del comportamiento de los elementos que pueden tener dichas estructuras, por lo cual su comprensión requiere una descripción holística”; o el de “Gen y genoma”, en el que Xavier Soberón y Francisco Bolívar Zapata “abordan la evolución del concepto de gen, de Mendel a los nuevos conceptos de la genética moderna, incluyendo el del genoma humano”. En la colección Las ciencias y las humanidades en el siglo xxi, se difundieron folletos en torno al mismo interés. En ésta se publicaron “Antropología y tecnología” de Arturo Escobar; “Complexity Studies and the Human Sciences: Pressures, Initiatives and Consequences of Overcoming the Two Cultures” de Richard E. Lee, en el que se “presenta un panorama histórico de las relaciones contradictorias entre las comunidades intelectuales pertenecientes a los ámbitos de las ciencias y las humanidades, desde el siglo xvi a la fecha”; también “Economic Globalism and Political Democratic Universalism: Conlicting Issues?” de Samir Amin, quien en el folleto “ofrece un interesante panorama de la evolución de las ideas y de las realidades históricas asociadas a la democracia, el universalismo, el mercado y la globalización, hasta arribar a lo que caracteriza al momento actual: una ‘democracia de baja intensidad’, que convive con la ‘dictadura unilateral del mercado’ en un mundo caracterizado por una globalización altamente polarizante”; Boaventura de Sousa Santos participó con un trabajo titulado “Por una concepción multicultural de los derechos humanos” e Immanuel Wallerstein, quien en su folleto “El capitalismo, ¿qué es? Un problema de conceptualización” expone los “principales conceptos que ha utilizado para abordar la historia de la humanidad: la economía-mundo, el sistema-mundo y el minisistema coexistentes desde hace diez mil años”. Pero ahí no paró todo, también se creó La Videoteca de Ciencias y Humanidades, la cual se derivó de este grandioso proyecto cientíico e interdisciplinar. En palabras del propio González Casanova, la videoteca se basaba “en una nueva perspectiva de las relaciones entre investigación, educación y difusión tanto de las ciencias como de las humanidades” (González Casanova, 2001b:150). Fue un trabajo que integró una red de expertos en áreas diversas: ciencia, edición, producción, didáctica, dise472 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO ño y creación. Además se integraron dependencias de investigación, educación y difusión de universidades e institutos de cultura superior en México y el mundo. Algunos videos realizados fueron: “Las corrientes de la lingüística moderna” (1999) coordinado por Max E. Figueroa Esteva; “Los conceptos químicos en el umbral del siglo xxi” (1999) bajo el cuidado de Jacobo Gómez Lara; “La gramática de la lengua española. Visión histórica” (1999) de Juan M. Lope Blanch; “El concepto de vida” (1999) de Pablo Rudomin; o el de “Religiones y humanismo para el siglo xxi” (1999) de François Houtart, entre otros de temas como sistemas complejos, interdisciplina, desarrollo tecnológico, ética, psicoanálisis, historiografía, vida artiicial, matemáticas, literatura, economía o ciencias de la tierra. Este tipo de proyecto se hizo realidad cuando González Casanova estuvo de director en el ceiich. Para no pocos el trabajo de gestión, coordinación y la capacidad de delegar responsabilidades para hacer realidad el diálogo entre las ciencias y las humanidades fue un acierto de González Casanova. Como lo expresó Guadalupe Valencia (2009), era un lujo que en “la Universidad tuvieras enfrente de ti al autor que estabas estudiando, al que estabas leyendo ávidamente hablando enfrente de ti, entonces era muy rico y eso no lo podía hacer cualquier director”. en Defensa De la humaniDaD y por una resTrucTuración concepTual De las ciencias sociales La pasión con que trabajó González Casanova para el diálogo entre las ciencias y las humanidades tuvo también su inspiración en pensadores de la talla de Immanuel Wallerstein, Ilya Prigogine, Ervin Laszlo y John Brockman, quienes habían trabajado estas temáticas cada cual a su manera. Con el paso de los años González Casanova llevó el tema hacia un punto neurálgico: ¿Cómo crear espacios de diálogo creativo entre las teorías hegemónicas y las crítico-alternativas? ¿Cómo deben de hacerse hoy las ciencias sociales? Por lo que respecta e esta última pregunta, González Casanova sugirió comenzar por aclarar los conceptos y precisar qué es lo que se quiere decir cuando se habla. Se requiere, decía, un “nuevo estilo de discutir sin tesis contundentes ni descaliicaciones crueles”, (González Casanova, 2002b: 12) se requiere una autocrítica en la manera de conocer y elaborar juicios de las cosas y los sujetos. Además, 473 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL continuaba, se requiere establecer vínculos con quienes hacen el análisis social y quienes los ponen en práctica ampliándolos desde la lucha. Era un principio básico el que lo guiaba: no basta sólo ser relexivo sin política o activista sin teoría. Pero existen dos conceptos que a la manera de ver de González Casanova son fundamentales para hacer las nuevas ciencias sociales y pensar una alternativa de mundo: el capitalismo y el imperialismo. Durante la última parte del siglo xx, los distintos movimientos sociales se abstuvieron de usar dichos conceptos. Aceptaron la imposición de que era políticamente incorrecto hablar sobre ellos. Sólo pensadores conservadores como Milton Friedman o Henry Kissinger los usaron para celebrar el sistema triunfante (González Casanova, 2002b: 18). Fueron Imanuell Wallerstein, Samir Amin y Pablo González Casanova al lado de ellos, quienes se negaron a seguir los dictados de los que se sentían los representantes de la “verdadera ciencia”. Los primeros pensaron los términos de socialismo y capitalismo al momento en que surgían movimientos sociales antisistémicos que se daban cuenta de la realidad del imperialismo y el capitalismo. Es verdad, como lo ha hecho notar González Casanova, que tales movimientos “no supieron del capitalismo por Marx, sino por el capitalismo” (González Casanova, 2002b: 21). Esto es, al enfrentarse a las clases dominantes, muchos contingentes sociales vieron la forma en que se estructuraba la explotación, represión, engaño y cooptación. Experimentaron en carne propia la ofensiva contra los derechos humanos, el despojo, la discriminación y la destrucción ecológica. Esta fue la razón por la que no pocos movimientos sociales se autonombraron antisistémicos, por lo que su lucha no era sólo para hacer reformas o cambiar de partido político en el poder, sino para cambiar el mundo o construir otros. Desde esta óptica, González Casanova propuso que las ciencias sociales debían restructurarse a partir de los conceptos que usaban. Si se utiliza el concepto “modo de producción”, debe vincularse con los modos de dominación. Ampliar la mirada sobre lo que realmente signiica el concepto capitalismo, la lucha de clases, la explotación o el imperialismo aparecía como algo fundamental en el siglo xxi. Por otro lado, argumentaba González Casanova, se debían también relacionar los saberes de las tecnociencias con las humanidades para entender la dominación del capitalismo organizado. No debían olvidarse los conceptos que explican 474 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO los fenómenos en nuestra región como la dependencia o el colonialismo interno, pero sin desligarlo del colonialismo global o las categorías de centro y periferia. Durante los últimos años González Casanova observó que pueblos y movimientos relexionaban sobre sus demandas y conceptualizaciones de la realidad, no como un asunto meramente intelectual, sino que se relacionaba “con el drama en que la voluntad y la moral cobran un nuevo sentido, como el concepto de libertad, de liberación, de socialismo, de democracia” (González Casanova, 2002b: 24). Inmediatamente se preguntó si quienes hacían ciencias sociales tomarían en cuenta todo esto. Le parecía que no. Tal vez, expresaba, “debemos hacer esfuerzos extraordinarios para aprender de nuevo ciencias sociales. Sin olvidar todo lo aprendido. Pero, sí debemos de aprender a pensar y a actuar frente a un sistema dominante que, sin duda, ha aprendido mucho, y necesitamos aprender al lado de los movimientos sociales que también han aprendido” (González Casanova, 2002b: 25). En un pequeño artículo titulado “Diálogo de las ciencias sociales y las naturales. Minuta para un ensayo” (2004a), hacía saber la importancia de dejar atrás todo determinismo mecánico en las investigaciones tanto en ciencias como en humanidades, y mediante la teoría crítica y el pensamiento alternativo, acercarse a la cibernética, la computación, las ciencias de la comunicación o la modelación matemática sin abandonar el análisis histórico y concreto de las contradicciones sociales para pensar un mundo diferente. Ahí postuló que la idea de democracia liberal que se unió al legado ilustrado de la fraternidad, igualdad y libertad permanecía vigente, pero debía articularse con el pluralismo cultural, ideológico y religioso, con el derecho a la autonomía, de la mujer y las preferencias sexuales y con los proyectos emergentes de liberación de los pueblos. Ponía énfasis en que la derrota del liberalismo decimonónico, la socialdemocracia y el comunismo por parte del capitalismo, debía ser repensada y que la crisis del neoliberalismo, agudizada después del 11 de septiembre de 2001, debía estudiarse con mayor detenimiento. Instaba a reconocer que los proyectos por el socialismo, la liberación y la democracia estaban también en crisis, por lo que habría que articularlos con nuevos y viejos conceptos como el Estado-pueblo, democracia participativa, “mandar obedeciendo” o socialismo cultural. 475 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL En el acercamiento de las ciencias sociales a las naturales debía incluirse lo anterior y también la nueva crisis de la humanidad: la crisis del ecosistema. Ésta, argumentó González Casanova, tiene su historia. Todo empezó con el terror a la bomba nuclear y siguió con el deterioro de la biosfera, el agotamiento de los recursos naturales no renovables, la escasez de energéticos, el aumento de la población. Con esta crisis sufrían un revés la producción y el consumo, por lo que el pensamiento crítico debía tomar en cuenta todo esto. El diálogo que propuso González Casanova era saber entender la estructura epistemológica desde donde parte un pensamiento, pero también vincularlo con el todo de la realidad, y no sólo de la parte. La importancia de incluir temas prohibidos, como las relaciones de explotación y los modos de dominación y acumulación capitalista, era enorme. El diálogo entre las ciencias y las humanidades, imprescindible. La preocupación por la paz y la justicia mundial como problemas de sobrevivencia justiicaba hacerlo. En el caso de las ciencias sociales, el desafío consistía en cambiar de paradigma. En éstas urgía repensar las técnicas elementales de pensar y conocer. El primer paso era hacer explícitas las reglas que se usan y las que no. La vieja crítica marxista a la división social del trabajo se hacía de nuevo presente. González Casanova advertía una nueva división del trabajo intelectual en la que habría que reparar para pensar la nueva división del conocimiento; si éste sería para el beneicio de la educación, la cultura y la investigación. Preguntarse por lo que hoy se debía estudiar, el tipo de planes de estudio, las disciplinas a dominar y los aprendizajes necesarios, eran preguntas antiguas pero a la vez actuales, que invitaban a comprendernos y comprender la nueva complejidad. Para González Casanova, el reto que le planteaba el paradigma dominante al humanismo actual era “ampliar la civilización, dominar sus técnicas matemáticas e históricas, cibernéticas y políticas con una nueva síntesis de los ‘antiguos’ y los ‘modernos’, con un nuevo conocimiento de los clásicos y los autores del día que aprehenda los problemas de la mayoría de la humanidad” (González Casanova, 1993a: 17). La idea de praxis combinada con experimentación, la crítica a la modernidad, el progreso y el desarrollo de la clase dominante, además de la crítica al posmodernismo —que mistiica la realidad pretendiendo liquidar el proyecto humanista con la idea de recuperar el presente pero sin pasado y futuro—, eran parte de la tarea de las ciencias sociales (Gon476 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO zález Casanova, 1993a: 18). La idea era retomar el viejo humanismo que integrase ciencias y humanidades como en algún momento lo hicieron Diderot y D’Alambert (González Casanova, 2006e: 213). El interés de González Casanova se posicionaba más allá de un asunto académico o cientíico. Era un desplazamiento necesario para la ética y la política. El trabajo interdisciplinar para comprender los nuevos conceptos en ciencias y humanidades desde la complejidad implicaba una responsabilidad política y moral. Esto quedó muy claro en su discurso pronunciado el 8 de noviembre de 2002, al recibir el doctorado honoris causa de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (González Casanova, 2002a). En él destacó que con las nuevas ciencias, la humanidad disponía de un instrumental teórico y metodológico que permitía “determinar las zonas y tiempos de crisis, de turbulencias y entropías, de apoptosis y necrosis, de catástrofes, caídas y recomposiciones en los más distintos sistemas de la materia, la vida y la humanidad”. Reconocía que ante los desequilibrios del sistema social y del ecosistema se podía llegar a una catástrofe global, pero también se podría encauzar a una salida creadora sin que el futuro fuera previsible en términos deterministas o en términos probabilísticos. Los caminos al futuro estarían en las manos de quienes participaran en la toma de decisiones. Así, “asumir nuestra responsabilidad política y moral como personas, como universitarios, como mexicanos, puede tener efectos mucho mayores de lo que ahora nos imaginamos. Puede corresponder al principio de nuevas estructuraciones, de nuevas tendencias que hagan de la esperanza una virtud no sólo teologal y moral, sino política, social, cultural”. La paz era un punto crucial a tomar en cuenta, porque lo que está en juego ahora es la sobrevivencia misma de la humanidad. Así lo expresó en su ponencia presentada en la Conferencia Internacional por el Equilibrio del Mundo, realizada en La Habana, Cuba, del 27 al 29 de enero de 2003. El mensaje era que otro mundo era posible si se luchaba por la paz. González Casanova exponía que él, junto a muchos más, había sostenido desde los años ochenta que había alternativas al actual neocolonialismo (González Casanova, 2003a). La vida en el planeta está en riesgo y de eso debe percatarse la academia. Eso quería decir que “no sólo otro mundo es posible sino que es necesario para la sobrevivencia de la humanidad”. Para Pablo González 477 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL Casanova eso lo saben los pueblos y “los grandes imperios del mundo y sus asociados”. La utopía de ellos, de los dominantes, es la guerra, la conquista y el control mediante las nuevas tecnologías y las ciencias de la complejidad; la de los pueblos, es la que se expresa en los movimientos antisistémicos, anticapitalistas y zapatistas. Esa, planteó, “es la otra utopía realizable, posible y necesaria, cuyos periles habremos de precisar en junta de humanismos que combinen las luchas por la libertad de la persona humana y de los trabajadores, las luchas por el bien común y por dar prioridad a los problemas sociales” y la paz mundial (González Casanova, 2003a). En su discurso, de todas las experiencias de resistencia ante la guerra y la conquista, González Casanova hizo mención de las enseñanzas del pueblo cubano. La pedagogía política de Cuba, dijo, devino en el arte de pensar y actuar por lo que “la organización del pensamiento, de la palabra, de la voluntad y el carácter se articuló a la organización de las bases sociales y a la educación de quienes aprenden a aprender como individuos, grupos o asociaciones, o como partido de unidad de la diversidad, ese gran problema”. Esto les permitió como pueblo comprender la dialéctica del capitalismo y el imperialismo, así como atender sus propias contradicciones. “El hecho es que Cuba enfrentó las contradicciones entre la necesaria disciplina y la necesaria libertad de un pensar común y diverso”. Para González Casanova, en comparación con cualquier otro país del mundo, Cuba es el país más democrático, porque en medio de las limitaciones y contradicciones logró mantenerse en su soberanía y en la práctica del gobierno del pueblo para el pueblo y con el pueblo (González Casanova, 2003a). El otro gran proyecto de paz para González Casanova es el de los zapatistas mexicanos; ellos constituyen una aportación universal al pensamiento ilosóico y revolucionario mundial en su intento por crear muchos mundos. Renovaron con la estética discursiva la retórica de la vieja izquierda y articularon su lucha indígena con la de otros pueblos y sujetos oprimidos. Los zapatistas enseñaron al mundo su capacidad para dialogar sin debilitarse como movimiento de abajo y su búsqueda por ampliar la democracia más allá de la cuestión electoral. Se declararon anticapitalistas como una forma de enfatizar su la lucha contra el neoliberalismo y por la humanidad. Fueron pioneros entre los movimientos antisistémicos y, aunque el movimiento nació armado, siempre ha mantenido la postura 478 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO pacíica. En la práctica, los conceptos de autonomía, libertad, justicia y democracia se viven en las comunidades zapatistas y se dialogan en sus éxitos y fracasos. En dicha conferencia, González Casanova ponía énfasis en que la guerra de conquista global estaba siendo enfrentada desde nuevas formas de pensar alternativo (González Casanova, 2003a). En su ponencia estaba claro que para él, los proyectos de Cuba y de los zapatistas eran una gran aportación y motivación para luchar por la paz y la sobrevivencia humana; se erigían como un símbolo para la defensa de la humanidad y los tomó muy en serio. La defensa de la humanidad ahora se incluía en su lucha por la democracia, la liberación y el socialismo. Fue una responsabilidad y un desafío que González Casanova asumió a una escala mayor que la que había elegido con Cuba, Chile, Nicaragua y los zapatistas. Ahora era una apuesta que hacia desde la academia a la política, por la humanidad. En el mes de octubre de 2003, los días 24 y 25, en las instalaciones del Polyforum Cultural Siqueiros, se instaló el primer Encuentro en Defensa de la Humanidad. Lo motivó e inspiró Pablo González Casanova. Intelectuales, artistas, escritores, mandatarios, entre ellos Evo Morales, se propusieron el reto de luchar por la paz y a favor de la humanidad desde lo que el presidente de Bolivia77 denominó el poder del pueblo y González Casanova, red de redes o la “organización de muchos” (González Casanova, 2003b). Era tiempo de que los intelectuales y académicos se tornaran políticos; la opción no era por una ideología o doctrina, sino por la humanidad. Para González Casanova no era creíble ni posible que cientíicos e intelectuales callaran ante la guerra, la invasión, el neocolonialismo y la destrucción ecológica por parte de las grandes potencias y empresas transnacionales. Se preguntaba: ¿Qué economista serio —como diría Atilio Borón— puede creer que es posible crecer y desarrollarse reduciendo el gasto público, contrayendo el mercado interno, aumentando la desocupación, frenando la expansión del consumo, aumentando el desempleo, privando de sus derechos a los trabajadores, quitando créditos y avíos a los campesinos, disminuyendo las inversiones y gastos en educación, salud, vivienda, transporte público, asixiando a las universida77 “Evo Morales: crear el poder popular, gran tarea de hoy”, La Jornada, 25 de octubre de 2003, p. 6. 479 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL des y a los centros de investigación cientíica y tecnológica, imponiendo altas tasas de interés y plazos cortos de pago a los medianos y pequeños productores mientras se facilita la operación de la banca privatizada y desnacionalizada, y de las grandes compañías agrícolas, industriales, comerciales y de servicios, así como de los capitales especulativos y al mismo tiempo se abruma de gravámenes indirectos como el iva a los más pobres, mientras se subsidia a los más ricos y fuertes y se exime de pagar impuestos a los grandes monopolios, y hasta se hace que paguen los pueblos las crisis fraudulentas de empresarios y banqueros, fenómenos que se repiten en muchos países del mundo, y con especial saña en los de la periferia mundial? (González Casanova, 2003b: 20). No se podía concebir que la inteligencia se desentendiera de la pobreza creciente de seres humanos que viven “con menos de dos dólares al día, la tercera parte no tiene acceso a la electricidad, uno de cada cinco no puede beber agua potable, uno de cada cinco es analfabeto, un adulto de cada siete sufre desnutrición”. Eso no se podía olvidar y menos con las pruebas empíricas e históricas que todo académico podría tene leyendo los informes de los expertos o con sólo enterarse a diario en la prensa. La crítica al neoliberalismo debía ser directa. Los intelectuales debían tomar una posición política. Si “el capitalismo organizado y el imperialismo tecnocientíico están produciendo millones de pobres, agotando las reservas energéticas no renovables, armando una guerra total contra los países pobres y los pobres de los países ricos, redistribuyendo en forma cada vez más injusta el ingreso global y el ingreso en el interior de las naciones, aumentando la deuda social y la deuda con la naturaleza” (González Casanova, 2003b: 20), entonces los cientíicos y humanistas, debían asumir plenamente la responsabilidad de dar a conocer la situación mundial, los daños, peligros y riesgos que representa para la humanidad ese modelo económico llamado neoliberalismo. La propuesta de González Casanova tuvo resonancias y aceptación. En diciembre de 2004 se realizó el Encuentro Mundial de Intelectuales y Artistas en defensa de la Humanidad. La sede fue Caracas, Venezuela. Delegados provenientes de 52 países de todos los continentes y de diversas culturas dialogaron al lado de Gilberto López y Rivas, John Saxe Fernández, Ramsey Clark, François Houtart, Víctor Flores Olea, Hebe de Bonaini, Ahmed Ben Bella, Theotonio Dos Santos, Ernesto Cardenal. El presidente Hugo Chávez se pronunció por la propuesta de González Casanova a propósito de la creación de una red de redes de información, 480 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO solidaridad, coordinación y movilización que vinculara a los intelectuales y artistas con los foros sociales y luchas populares y garantizara la continuidad de estos esfuerzos y su articulación en un movimiento internacional “en defensa de la humanidad”. En La Habana, Cuba, los días 2, 3 y 4 de junio de 2005, continuó el Tercer Encuentro en Defensa de la Humanidad. El tema fue el terrorismo. Con los funcionarios cubanos y el presidente Fidel Castro estuvieron, entre otros: François Houtart, Isabel Parra, James Cockcroft, Pablo González Casanova, Víctor Flores Olea, Juan Bañuelos, Thiago de Mello, Beto Almeida, María Ciavatta, Marcos Roitman, Atilio Borón, Néstor Kohan y Carlos Ruta. De ahí surgió un llamado de los intelectuales contra el terrorismo. La idea fue crear un observatorio contra el terrorismo en el hemisferio; crear una base de datos que recopilara información sobre esta política genocida; elaborar y publicar la Enciclopedia del terrorismo en el hemisferio, con los conceptos y categorías esenciales, los antecedentes de los genocidas, represores y terroristas involucrados, así como la cronología de estos hechos criminales y la caracterización de los componentes nacionales y supranacionales de la maquinaria del terror. Se llamó también a conformar una colección de publicaciones sobre la memoria histórica del terrorismo, así como constituir el Tribunal Hemisférico “contra el terrorismo y en defensa de la humanidad”, conformado por prestigiosos juristas, intelectuales y luchadores por los derechos humanos, para juzgar, en primer término, “a Henry Kissinger, George Herbert Walker Bush, Jeb Bush y George Walker Bush y a los siguientes funcionarios y ex funcionarios del Departamento de Estado y del Consejo Nacional de Seguridad: Oliver North, John Dimitri Negroponte y Otto Reich, por instaurar y promover el terrorismo de Estado en América Latina y el Caribe y en el propio territorio de Estados Unidos, en franca violación de las leyes internacionales y las de su propio país y poniendo en peligro la seguridad de sus ciudadanos; por reclutar, entrenar y inanciar a grupos terroristas y por la protección que han ofrecido y ofrecen a Orlando Bosch, Luis Posada Carriles y otros connotados autores de actos criminales que han costado la vida a miles de personas inocentes”.78 78 Véase: http://www.terrorileonline.org/es/index.php/Encuentro_Internacional_contra_el_Terrorismo,_por_la_Verdad_y_la_Justicia [consulta: 24 de agosto de 2011]. 481 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL La siguiente cita fue en Roma, del 11 al 13 de octubre del 2006. Se hizo un repaso de la situación mundial, principalmente la invasión de Estados Unidos a Irak y a Afganistán y se produjo un intenso debate sobre cuatro temas que se imponían con cruda urgencia: la defensa de la soberanía y la legalidad internacional; la defensa de la solidaridad y la integración de los pueblos; la defensa de la participación popular y de la veracidad y la pluralidad informativa. Esa vez estuvieron presentes Ramsey Clark, James Petras, Richard Gott, Ernesto Cardenal, Samir Amin, François Houtart, István Mészáros, Susan Georges, Gianni Vattimo, Bernard Cassen, Gianni Mina, James Early, Alfonso Sastre, Osvaldo Martínez, Richard Stallman, Luis Britto García, Theotonio Dos Santos, Emir Sader, Anthony Wood, Michel Collon, Webster Malido, Francisco Sesto, Luis Bilbao, Pascual Serrano y Carmen Lira. En un artículo aparecido el 21 de octubre del mismo año, François Houtart se preguntaba “¿por qué en defensa de la humanidad?” y hacía una cronología desde la primera iniciativa de Pablo González Casanova, los actores y los temas abordados en México, Caracas, La Habana y Roma. Eso lo llevaba a relexionar sobre el papel de los intelectuales en la defensa de la humanidad y planteaba la necesidad de comprometerse con todos los que luchan por esta causa mundial (Houtart, 2006: 25). La iniciativa de González Casanova tuvo mucho eco porque era evidente que la deshumanización estaba a la orden del día. En “las guerras de Afganistán, Irak y Líbano; en las guerras de África central; en la extensión de las bases militares estadunidenses y la ayuda armada a ciertos gobiernos represivos, como el de Colombia; en las amenazas contra Cuba, Venezuela, Irán y Corea del Norte” se explicitaba la política de dominio de quienes se creen dueños del mundo y provocan esta deshumanización. Por esta razón a González Casanova la defensa de la humanidad no le parecía un concepto vacío, sino un compromiso vital ante la crisis que según su diagnóstico: Más que la crisis de un sistema social, vivimos una crisis de la humanidad. Los especialistas en medio ambiente, biosfera y ecosistema encuentran un silencio dramático frente a sus llamados para la preservación del planeta. La guerra por la conquista de territorios en Asia Central y en el Medio Oriente es una de las más peligrosas amenazas para la sobrevivencia de la humanidad. Van a aumentar la zozobra y la agresividad no sólo de pequeñas y medianas, sino de grandes 482 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO naciones. Al mismo tiempo, el neoliberalismo de guerra insiste en seguir aplicando las políticas que han devastado la naturaleza y que han empobrecido a la mayoría de los habitantes del planeta. Eso es sumamente peligroso, suicida, ecocida. Luchar por la paz implica luchar por políticas alternativas en el mundo y en nuestro propio país, con las armas intelectuales, morales y políticas de que cada uno de nosotros y cada organización a la que pertenezcamos pueda disponer (González Casanova, 2002a: 10). A González Casanova le parecía que la responsabilidad de quienes practican las disciplinas cientíicas y humanísticas se ponía a prueba en lo concerniente a la lucha por detener la inequidad y exclusión que padecen más de cuatro quintas partes de la población, “el agotamiento de recursos naturales como el agua, el petróleo, el gas, las selvas, y la grave contaminación del aire, los mares, los ríos”, además de ser solidarios con quienes se esfuerzan por construir en el mundo “una paz con democracia, pluralismo cultural, ideológico y político, y poder efectivo de los pueblos”. Esta crisis de la humanidad y del ecosistema le exigía a González Casanova una responsabilidad para orientar el pensamiento y la acción de muchas voluntades, saberes y “haceres”, hacia la creación de una nueva civilización que hiciera realidad la libertad y la vida. Era un llamado a que la intelectualidad progresista tomara una postura crítica y de opción por la humanidad y los más pobres del planeta. Esta vez debía de hacerse de una manera innovadora: para él la manera de llevarlo a cabo debía tomar en cuenta las nuevas ciencias y las humanidades vistas sí desde la academia, con rigor teórico y metodológico, pero también desde la política que busca transformar el mundo en uno más justo, digno, mejor. Para eso había que romper “tabúes del propio pensamiento crítico y alternativo” mediante la propuesta de conocer el peril de las nuevas ciencias como instrumentos de liberación. De la acaDemia a la políTica con los pobres De la Tierra Fue el resultado de diez años de estudio e investigación, pero sería justo reconocer que fue toda la experiencia familiar, académica, universitaria, política, cientíica y humanística, lo que le permitió a Pablo González Casanova escribir Las nuevas ciencias y las humanidades (2005a). Su cultivo del pluralismo ideológico lo ayudó a no despreciar ningún pensamiento que pudiera abonar la liberación de los pueblos. Cuando publicó 483 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL Sociología de la explotación en 1969 dijo que el libro lo había escrito “para los estudiantes de América Latina y de aquellos países que han adoptado un falso rigor empirista, tan estrechamente asociado a las ciencias sociales predominantes hoy en Estados Unidos. También está escrito para quienes se quedan en los slogans y las palabras pomposas del marxismo ortodoxo y dogmático, renunciado a las grandes tradiciones que el propio marxismo tiene de investigación cientíica de alto nivel, que siempre ha complementado y acompañado la investigación militante” (González Casanova, 1969: 3). Ahora, a más de cuarenta años de haber escrito aquello, con Las nuevas ciencias y las humanidades “se adentró a un punto de intersección vedado a los humanistas y a los cientíicos con distintos recursos, a aquellos con el miedo-rechazo a las matemáticas, a éstos con el miedo-rechazo a la política” (González Casanova, 2005a: 12). Con esta actitud González Casanova se acercó a las teorías de los sistemas complejos que comenzaron a cambiar la manera de concebir el conocimiento, la ciencia, la tecnología, la cultura, la política y el mundo. La cibernética de Norbert Wiener, la teoría general de sistemas de Ludwig von Bertalanffy, la teoría de las estructuras disipativas de Ilya Prigogine y la epistemología genética de Jean Piaget, se presentaban como las principales innovaciones epistemológicas. Paralelamente y después de ellas, hubo quienes,79 de una u otra manera, generaron o continuaron algunas de estas perspectivas en diversos campos, ya sea como teóricos o como divulgadores del tema. González Casanova documentó en las Nuevas ciencias y las humanida­ des todo lo anterior. Pare él no era posible seguir pensando la naturaleza, la vida y la humanidad, sin tomar en cuenta las ciencias de la complejidad y las tecnociencias. Quien no se acerque a ellas, expresó, “no sólo no entenderá (y practicará mal) el quehacer tecnocientíico sino el artístico y el político” (González Casanova, 2005a: 11). El punto de partida lo situaba en la necesidad de rehacer los vínculos entre las ciencias y las humanidades, el trabajo interdisciplinar de cientíicos y la necesidad de trabajar en equipos multidisciplinarios. González Casanova entendía esto mucho más allá de un fenómeno meramente académico, sabía que las 79 Por ejemplo, René Thom, Gregory Bateson, Siegfried Nadel, Humberto Maturana, Francisco Varela, Claude Shannon, Edgar Morin, Fritjof Capra o Niklas Luhmann. 484 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO tecnociencias habían sido posibles gracias al apoyo a la interdisciplina en los complejos empresariales, militares y políticos, principalmente de Estados Unidos (González Casanova, 2005a: 30). En este sentido la cultura intelectual se había modiicado. Los cientíicos no les pedían ahora nada a los “hombres de letras”, porque las humanidades ya no pertenecían al patrimonio de la vieja guardia, ni la ciencia era una actividad objetiva libre de valores. En esto González Casanova coincidió con la idea de John Brockman a propósito de La tercera cultura. La tercera cultura, según Brockman, reúne “a aquellos cientíicos y pensadores empíricos, que a través de su obra y producción literaria, están ocupando el lugar del intelectual clásico a la hora de poner de maniiesto el sentido más profundo de nuestra vida, replanteándose quiénes y qué somos” (Brockman, 2000: 13). Lo cierto es que fue el antropólogo C.P. Snow quien, desde 1959, había reparado en el tópico. Snow advirtió que en el campo del conocimiento había dos culturas: la de los hombres de letras y la de los cientíicos. Según el antropólogo, los primeros se habían apoderado del caliicativo de intelectual dejando fuera a cientíicos de la talla de Norbert Wiemer, Albert Einstein o Werner Heisenberg, que lo merecían. Fue un asunto de publicidad, mas no de trascendencia en el saber; para Snow, con el tiempo habría la necesidad de unir ambas culturas, de ahí el término “la tercera cultura”. Desde esta óptica, los pensadores de la tercera cultura se convertirían en los nuevos intelectuales públicos. Independientemente de la postura que después tomó John Brockman80 y varios cientíicos que están de acuerdo con sus ideas,81 las temáticas de las 80 Brockman estaba muy seguro de sí mismo cuando escribió: “hoy día Norteamérica es semillero intelectual de Europa y Asia, tendencia que se inició con la emigración posbélica de Albert Einstein y otros cientíicos europeos y fue alimentada después por el alza en la educación cientíica universitaria ‘post-Sputnik’. La emergencia de la tercera cultura introduce nuevas formas de discurso intelectual y reairma la preminencia de Norteamérica en el terreno de las ideas importantes” (Brockman, 2000: 15). 81 Paul Davies, Murray Gell-Mann, Alan Guth, Stephen Jay Gould, Brian Goodwin, Francisco Varela, Steven Pinker, Marvin Minsky, Richard Dawkins, entre otros tantos. Dawkins alguna vez dijo: “Me produce cierta paranoia lo que para mí constituye una usurpación de los medios intelectuales por parte de la gente de letras. No se trata sólo de la palabra ‘intelectual’. El otro día vi un artículo de un crítico literario titulado ‘Teoría: ¿Qué es eso?’. Por increíble que parezca, ‘teoría’ hacía referencia a ‘teoría en la crítica literaria’. Y esto aparecía no en una revista literaria, sino en un dominical. La misma palabra ‘teoría’ estaba siendo usurpada para algún propósito literario extremadamente 485 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL nuevas ciencias, como la inteligencia artiicial, la biología molecular, las redes neuronales, los fractales o los sistemas complejos adaptativos, se convirtieron en un punto fundamental para pensar la interdisciplina y la necesidad de que la vida intelectual se ampliara con los vínculos entre ciencias y humanidades. A pesar de ello, González Casanova observó que las resistencias estuvieron a la orden del día entre intelectuales, académicos, instituciones, el pensamiento crítico y de la propia izquierda (González Casanova, 2005a: 39). Estos se concretaron en criticar los límites de la racionalidad tecnológica y olvidaron el estudio de las teorías y métodos con los cuales se es capaz, hoy en día, de comprender las realidades del mercado, el Estado, la cultura, la sociedad y el capitalismo como sistema complejo. “En general, su crítica no los lleva a plantear problemas que nos permitan ver por qué la nueva articulación de ciencias y humanidades contribuye a cambiar el sistema capitalista, y en qué forma contribuye a cambiar la lucha de clases, la lucha de liberación, la lucha por la democracia y el socialismo” (González Casanova, 2005a: 40). A González Casanova le parecía que el pensamiento crítico perdía de vista la nueva epistemología que se generó con la interdisciplina. No fueron capaces de ver que la “exploración del mundo se amplió considerablemente al colocar como problema central el control de la incertidumbre, de la ignorancia, de la desinformación, del azar y la forma de mejorar los conocimientos que se tienen, y de adquirir, incluso al instante, otros nuevos” (González Casanova, 2005a: 49). En el caso de las ciencias sociales González Casanova también identiicó esta falla. Como alguna vez lo dijera Edwar O. Wilson, las ciencias sociales se podrían valorar en comparación con las ciencias médicas. Ambas intentan resolver problemas grandes y urgentes. A los primeros se les ha coniado la explicación de los conlictos sociales y culturales para resolverlos. A los cientíicos médicos se les pide cura para el siDa, correcciones de problemas genéticos y el mejoramiento de la salud humana en general. Sin duda han sido las ciencias médicas las que han conseguido descubrimientos espectaculares en cuanto al cuidado de la salud y continúan en esa búsqueda. En el caso de las ciencias sociales los descubrirestringido, como si las de Einstein o Darwin no fuesen teorías” (Citado por Brockman, 2000: 19). Quizá este fragmento represente la postura de Brockman y estos cientíicos. 486 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO mientos son más lentos, en parte por la complejidad que representa el estudio de la sociedad, pero también por las marcadas diatribas ideológicas que impiden unir el conocimiento desde la interdisciplina. Pablo González Casanova cree que tiene razón Edward O. Wilson en que la diferencia crucial entre ambos ámbitos es la consiliencia (Wilson, 1999: 268). La consiliencia permite unir las ciencias y las humanidades, pensar analógicamente y usar métodos transdiciplinares. Las analogías y los isomorismos han sido fundamentales para descubrir una signiicativa unidad del conocimiento cientíico. Con la cibernética de Wiener, la teoría de las estructuras disipativas, la epistemología genética y la teoría general de sistemas de Von Bertalanffy, los problemas y preguntas no nacieron de las causas, sino de los efectos, de los conjuntos y sistemas. En los procedimientos estos cientíicos encontraron analogías en los conceptos e isomorismos en las diversas realidades de la naturaleza y la sociedad. Fue una gran innovación metodológica y epistemológica que quienes hacían ciencias sociales tardaron en comprender. Las nuevas ciencias subsumieron este tipo de epistemologías y fueron más allá de ellas, como lo hizo Murray Gell-Mann, quien se interesó por el estudio de la simplicidad y la complejidad. Se atrevió a pensar la simplicidad de los quarks o los electrones entretejidos con complejidades como la selva, la ciudad o el ser humano y los sistemas complejos adaptativos. Estos últimos tienen la capacidad de adaptarse, aprender o evolucionar a la manera de los seres vivos. Desde lo que denominó “pléctica”, esto es, el estudio de lo simple y lo complejo, Gell-Mann intentó desentrañar las “semejanzas y diferencias entre los sistemas complejos adaptativos implicados en procesos tan diversos como el origen de la vida, la evolución biológica, la dinámica de los ecosistemas, el sistema inmunitario de los mamíferos, el aprendizaje y los procesos mentales de los animales (incluido el hombre), la evolución de las sociedades humanas” (Gell-Mann, 2003: 35), los sistemas inancieros o los equipos informáticos. Estos sistemas están por todos lados, Gell-Mann los observa en las mejoras de recetas culinarias o en las aventuras comerciales; en las inversiones en la bolsa o en el adiestramiento de animales. En todos los casos se aprenden nuevos lenguajes con los que adaptarse a nuevas situaciones y se generan posibilidades inimaginables con las acciones realizadas. Todo esto es complejidad en el sentido de que los sistemas emplean esquemas 487 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL para “describir y predecir las propiedades de una sucesión de datos de entrada” (Gell-Mann, 2003: 72). Como cuando un niño aprende gramática, va identiicando, a partir de su experiencia del aprendizaje de la lengua, un esquema que incluye reglas, sonidos y enunciaciones. Su aprendizaje se muestra como el de un sistema complejo adaptativo. Sin embargo, en Las nuevas ciencias y las humanidades, la lectura de la complejidad de Pablo González Casanova amplía el marco epistemológico en el que se detienen no pocos cientíicos pertenecientes a las clases dominantes. Para él la reformulación del concepto de complejidad pasa por incluir las categorías de explotación, dominación, depredación, colonización, parasitismo, propias de las ciencias biológicas pero aplicables a las ciencias sociales. Sobre el punto expresó: “al incluir esas categorías en un sistema complejo, cuyas relaciones opuestas se redeinen, podremos corregir muchos errores de un marxismo determinista y reduccionista que se expresó antes de los sistemas complejos y de las totalidades organizadas del neocapitalismo y la globalidad” (González Casanova, 2005a: 80). Lo realmente nuevo de González Casanova en esta apuesta académica y política fue su atrevimiento para establecer los vínculos entre los sistemas complejos y los sistemas dialécticos. El conocimiento de las tecnociencias y las ciencias de la complejidad lo llevaron a pensar la construcción de alternativas democráticas y liberadoras de los pueblos explotados y oprimidos, incluyendo conocimientos prohibidos o políticamente incorrectos para la mayoría de los cientíicos neoliberales. Pablo González Casanova observó que la complejidad organizada planteaba a las ciencias humanas cinco problemas principales que constituían una novedad para el conocimiento y la acción: 1) la importancia creciente en la historia de la humanidad de las relaciones complejas organizadas y de los sistemas y actores organizados; 2) el peso cada vez mayor de los sistemas autorregulados, orientados a alcanzar determinados ines; 3) el desarrollo de una tecnosintaxis que perfecciona las articulaciones y conjugaciones de símbolos, conocimientos y acciones por parte de cada actor o conjunto de actores; 4) el desarrollo de grandes complejos de actores encabezados por el capital corporativo y por los Estados más industrializados conocidos como el Grupo de los Siete; 5) el uso de las ciencias y las tecnologías, para la utilización, restructuración y contextualización de leyes y tendencias del capitalismo clásico y del neocapitalismo (González Casanova, 2005a: 93). 488 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO La falta de comprensión de estos problemas, pensaba, derivó en un atraso por parte del pensamiento crítico, lo que trajo como consecuencia la incapacidad de éste por explicar el triunfo del capitalismo sobre la socialdemocracia, el populismo, el nacionalismo revolucionario y el socialismo soviético. Sin embargo, de manera oportuna en los últimos años y gracias a la crisis del neoliberalismo y posteriormente al cinismo bélico que mostró Estados Unidos tras los ataques a las Torres Gemelas de Nueva York el 11 de septiembre de 2001, numerosos contingentes de jóvenes, estudiantes, militantes marxistas, indígenas, pobres del mundo, personas de clase media, mujeres, ecologistas, se dieron cuenta, quizás sin deinirlo ni denominarlo, del dominio global que representa el imperialismo. Se comenzaron a autodeinir como anti-mundialización, anti-sistémicos o altermundistas. En Estados Unidos, Europa, Asia y América Latina se gestaron movimientos anti-mundialización, contra el Acuerdo Multilateral de Inversiones (ami), el cual tendía a asegurar derechos excepcionales a las inversiones de corporaciones transnacionales, en detrimento de los Estados-nación y los pueblos en general. La más famosa de todas fue la denominada “batalla de Seattle”. En noviembre de 1999 la Organización Mundial de Comercio (omc) convocó a la Ronda del Milenio, cuyo propósito era realizar negociaciones tendientes a la liberalización mundial del comercio. El lugar sería la ciudad de Seattle. Los movimientos anti-sistémicos también se dieron cita ahí. “Miles de estudiantes marcharon al centro de la ciudad. Miles de ecologistas, feministas, campesinos y agricultores, activistas de derechos humanos se sumaron a la protesta contra las políticas de la omc. Las intersecciones de las calles fueron bloqueadas por ‘las tortugas de Seattle’; los estudiantes realizaron sentadas frente a los hoteles de las delegaciones oiciales y sobre todo alrededor del Centro de Convenciones en donde estaba prevista la ceremonia de apertura de la Ronda del Milenio” (Seoane y Taddei, 2001:112). La policía reprimió a los manifestantes: durante tres días la batalla se dio en las calles, desde el 30 de noviembre hasta el 3 de diciembre manifestantes y policías se enfrentaron. Hubo miles de activistas detenidos pero la reunión fracasó. La batalla de Seattle se convirtió en un símbolo de la protesta social a escala mundial, fue “el momento de consolidación de este vasto, diverso y novedoso movimiento planetario contra la injusticia” (Seoane y 489 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL Taddei, 2001: 106-113). Era una señal de que el pluralismo ideológico podía converger y convertirse en un frente mundial contra la hegemonía del gran capital. Después de esta experiencia las protestas se sumaron en Davos, Suiza, a propósito de la reunión del Foro Económico Mundial; en Bangkok, Tailandia, en ocasión de la décima Cumbre de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (uncTaD); en Japón, Australia y otras partes del mundo. Fue así como entre ideales y voluntades se reunieron 15 mil personas de diferentes países del mundo durante cinco días en el primer Foro Social Mundial (fsm) realizado en la ciudad de Porto Alegre, Brasil, del 25 al 30 de enero de 2001. Se discutió sobre la necesidad “de garantizar el carácter público de los bienes de la humanidad sustrayéndolos a la lógica del mercado; la construcción de ciudades y hábitats sustentables; la urgencia de una distribución justa de la riqueza y las formas para alcanzarla; los contornos de la hegemonía política, económica y militar de Estados Unidos y la estructura del poder mundial; la actualidad del concepto de imperialismo y de la idea de socialismo; de la equidad de género, la democracia y el derecho a la información, entre otros temas” (Seoane y Taddei, 2001: 106-107). Era una realidad que diversas voces dieran cuenta de que otro mundo era posible. Este tipo de pensamiento antisistémico es el que, según González Casanova, parecía superar aquella disyuntiva de “reforma o revolución”, porque permitía la construcción de bloques de la sociedad civil desde el pluralismo ideológico y político, por lo que serían los idóneos para enfrentar a los complejos industriales, empresariales y militares; sin embargo, en su lectura González Casanova prevenía sobre la necesidad de clariicar la complejidad organizada desde el pensamiento crítico (González Casanova, 2005a: 98) y para eso era necesario que se estudiaran las teorías y métodos de las tecnociencias, combinadas con el legado de la dialéctica marxista y el pensamiento latinoamericano para proveer a los agraviados de herramientas conceptuales para comprender la realidad que enfrentan. Por su parte los nuevos movimientos antisistémicos tendrían que construir un nuevo pensar-hacer, un nuevo sentido común de cómo podría ser el mundo, las relaciones humanas, la economía, la política y la vida civil en general. Eso se derivaría de aprender lo complejo y lo concreto desde una conciencia persistente de que la complejidad organizada re490 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO quiere epistemologías críticas y abiertas a los nuevos conocimientos; de que los sistemas complejos no sólo se generan naturalmente, existen los producidos por las tecnociencias y los que históricamente se derivan de ambos, por lo que en la construcción “de sistemas alternativos es necesario incluir conceptos de contradicción, conlicto y lucha y los de res­ tructuración de las luchas, de los conlictos y de las contradicciones por el sistema dominante, por las clases y élites dominantes, por el capitalismo organizado, complejo, por las grandes potencias y corporaciones que lo encabezan y sus aliados y subordinados del mundo” (González Casanova, 2005a: 99). En este nuevo conocer-hacer en la complejidad, González Casanova enfatizaba los análisis de la totalidad. Las redeiniciones de variables en elementos, nodos, actores, colectivos, medio ambiente, contexto, debía ser en función del todo; esto es, “pueblos, proletariados, ciudadanos, etnias no pueden estudiarse sólo como sujetos, actores o protagonistas sino en su relación con los Estados, los empresarios, los gobiernos, las etniasclases dominantes” (González Casanova, 2005a: 101). Proponía una especie de investigación-acción donde se tornara necesario aclarar los conceptos que se usan en el estudio y tomar posición cognitiva frente a las realidades que se busca conocer. Para González Casanova “la verdad sin posición no existe; y no es posible la búsqueda de ‘la verdad’ sin el reconocimiento de su carácter siempre relativo a la posición que ocupa el sujeto cognitivo-activo” (González Casanova, 2005a: 105). Vistas las cosas así, las organizaciones o redes alternativas se comportan como sistemas autorregulados al poner en marcha su conocer-hacer, porque mejoran sus métodos para alcanzar objetivos, son capaces de adaptarse a los cambios que se generan en una estructura de cualquier tipo y pueden responder a las mediaciones que aparecen durante un conlicto. Entonces, pensar la complejidad, estudiarla, modelarla virtualmente, obliga a cambiar las perspectivas epistemológicas que se tienen sobre lo real, pero no sólo eso, permite deinir y realizar lo no dado, lo emergente, las posibilidades en el mundo. Lo nuevo de las tecnociencias es que combinan datos, saberes, métodos y acciones para conocer las funciones de los individuos, las organizaciones, los complejos y la manera en que se insertan en los sistemas naturales, artiiciales e históricos. La observación que hace González Casanova de eso es que el pensar-hacer alternativo está ausente de los planteamientos del sistema dominante debido a que 491 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL éste se limita a logros con ines de control, dominio y apropiación. Combina la razón instrumental con la razón creadora, pero sólo para crear relaciones sociales de dominación y control. Su resultado es un pensamiento único, un mercado único, una política única, en in, un mundo único neoliberal y globalizador. Por esa razón se hace urgente la búsqueda de ciencias alternativas que combinen también sus métodos cientíicos y sus posiciones políticas con las de las nuevas ciencias, pero sin descuidar el objetivo de la liberación enmarcado en una moral colectiva robusta y de poder. No es casualidad, expresaba González Casanova, que “los más ricos y poderosos entienden que la moral colectiva constituye una moral-fuerza determinante, real y virtual, y recurren a las viejas y nuevas prácticas de guerra y negociación para desmoralizar y corromper a las fuerzas que se les oponen, o porque resisten, o porque proponen y construyen otro trato, otra negociación, otros sistemas de mediación, otros sistemas de dominación y acumulación, e incluso otras formas de lucha política y militar” (González Casanova, 2005a: 163). En palabras de González Casanova, conocer los saberes y métodos del sistema dominante, así como sus fortalezas y debilidades, es una necesidad imprescindible para el pensamiento crítico y alternativo. Esto le permitirá saber el alcance y las posibilidades de triunfo en la lucha por la humanidad. Conocer las contradicciones, las cooptaciones, las mediaciones y la violencia física que se desprenden de la acción del sistema dominante hacia los sujetos que luchan por un mundo alterno, es fundamental no sólo para el pensamiento crítico, sino para todo pensamiento que luche por la vida en la Tierra. Un error frecuente en el pensamiento crítico no sólo ha consistido en considerar el conocimiento dominante como mera ideología, sino en considerar que los conocimientos técnicos de las fuerzas dominantes —o sus informaciones— no pueden ser útiles a sus opositores. En realidad, pueden ser útiles si se les estudia para luchar mejor contra ellos, o si se les expropia, tal y como surgieron del frente opuesto, o si se les adapta, o si se les selecciona y toma en consideración para repensar y reinventar la propia organización y sus luchas (González Casanova, 2005a: 191). La clave de la recomendación de González Casanova a los movimientos alternativos es que con el estudio de la complejidad, los sistemas emer492 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO gentes adquieren un grado de importancia considerable. Al abandonar cualquier forma de determinismo epistemológico, las posibilidades se abren para los objetivos de los pueblos, la nación, los sujetos individuales, como alimentación, educación, techo, paz o dignidad. Un estudio sobre la inteligencia artiicial, por ejemplo, llevaría a los movimientos sociales del presente a dar cuenta del control de las colectividades que, con ines militares, llevan a cabo ejércitos, gobiernos o empresas pertenecientes a la clase dominante. Con mayor razón quienes se asumen anticapitalistas, deberán incluir en sus investigaciones no sólo el legado de Marx, sino los trabajos cientíicos y humanistas que expresen con la más alta precisión el carácter histórico del sistema capitalista y su posible evolución. Aunque González Casanova criticó el rechazo de cierta parte de la izquierda por estudiar las ciencias de la complejidad, inistía que sólo en el pensamiento crítico existía la posibilidad de cambiar el mundo. En él se continuaba fortaleciendo la relación entre militancia y especialidad, la academia con la política. Es decir, a diferencia del pensamiento conservador que divide el trabajo intelectual, con lo que legitima el discurso tecnocientíico de sus especialistas, el pensamiento crítico diluye la oposición ciencia y política, con lo que enriquece el pensar-hacer alternativo. Si los tecnocientíicos se quedan a la mitad del camino por evitar comprender fenómenos que aparecen a partir de sus propios descubrimientos, el pensamiento crítico puede hacer su trabajo complementándolo desde un conocimiento distinto y contrario al del capitalismo excluyente. Por ejemplo, la construcción de alternativas en el caso de las investigaciones militares sobre inteligencia artiicial, que tienen como principal objetivo el control de las colectividades. Existe una dialéctica de dominio y libertad en los robots inteligentes creados en los estudios de inteligencia artiicial. “Desde el punto de vista militar el problema radica en diseñar un ejército de robots lo suicientemente inteligentes y autónomos para que sean capaces de tomar las mejores decisiones en cada circunstancia y situación, sin que los comandos centrales tengan que darles una información detallada que sólo el conocimiento concreto permite alcanzar” (González Casanova, 2005a: 200).82 82 El Pentágono prepara una amplia variedad de soldados automatizados, y prevé que los robots constituyan una importante fuerza de combate en menos de una década, publicó el 8 de mayo de 2008 The New York Times. “A ellos (los robots) no les da hambre. No tienen miedo. No olvidan sus órdenes. No les importa si un compañero acaba de 493 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL No obstante, el estudio de los escenarios modelados virtualmente para un proyecto de dominación militar es insuiciente para el pensamiento crítico, si no se proponen como problemas la voluntad y la razón, para la creación de un mundo alternativo. Obviamente las organizaciones que quieren un mundo diferente del actual deben conocer los sistemas de dominación antiguos y nuevos, pero es indudable que las tecnociencias proveen a las fuerzas dominantes conocimientos que le sirven al pensamiento crítico para sus posibilidades de triunfo. La diferencia entre el pensamiento conservador de la mayoría de los tecnocientíicos con respecto al pensamiento crítico, llegó a apuntar González Casanova, estriba en que los primeros no dan valor a los cambios y transformaciones que los sistemas dinámicos o adaptativos generan en realidades naturales, artiiciales o históricas. Esto es, sus objetivos están basados en el control o dominio para mantener un determinado statu quo, por lo que es común que recurran a metafísicas o idealismos. Pero las posibilidades generadas a partir de las investigaciones de las nuevas ciencias ofrecen a los movimientos anticapitalistas opciones para crear mundos económicos, culturales, políticos o sociales alternos. Desde esta perspectiva, si el pensamiento crítico insiste en luchar contra el nuevo capitalismo sólo con los elementos del marxismo, la socialdemocracia o el nacionalismo revolucionario, su esfuerzo será inútil. Para la mirada de González Casanova, en estos enfoques abundan planteamientos retóricos, idealistas, deterministas y metafísicos en sus posturecibir un disparo”, dijo Gordon Johnson, jefe del programa de robótica del Comando de Fuerzas Conjuntas del Pentágono, citado por el rotativo. “¿Harán un mejor trabajo que los humanos? Sí”, añadió. Los robots representan una parte crucial del esfuerzo del ejército estadunidense para transformarse en una fuerza de combate del siglo xxi, y un proyecto de 127 mil millones de dólares llamado Sistemas de Combate del Futuro es el mayor contrato militar en la historia de Estados Unidos, de acuerdo con el periódico. Los planiicadores militares dicen que los robots pensarán, percibirán su entorno y reaccionarán cada vez más como humanos. Al principio estarán operados a control remoto; se verán y actuarán como letales camiones de juguete. A medida que la tecnología avance, podrán adoptar muchas formas. Y a medida que aumente su inteligencia, también aumentará su autonomía. De acuerdo con los vaticinios de sus constructores, los robots en batalla podrán parecerse y moverse como humanos o colibríes, tractores o tanques, cucarachas o saltamontes. Con el desarrollo de la nanotecnología (ciencia de los artefactos muy pequeños), pueden formar enjambres de “polvo inteligente”. Consúltese: http:// sayko2k20.wordpress.com/2008/05/08/estados-unidos-prepara-ejercito-de-robots-para2015/ [consulta: 13 de enero de 2012]. 494 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO lados, que no permitirán comprender los nuevos sistemas de dominio global. El autor de Las nuevas ciencias y las humanidades no niega que el legado teórico, político y moral de Marx sea importante para estudiar las contradicciones que desencadena el neocapitalismo, pero insiste en que debe actualizarse en diálogo con las ciencias de la complejidad y las tecnociencias que le permitirán superar algunas herencias metafísicas. El diagnóstico muestra que en el siglo xxi, en lo que respecta a la lucha político-cientíica, todo se ha redeinido. La ciencia lo ha hecho, la clase obrera, la burguesía, la explotación, la democracia, la política; por lo tanto, el pensamiento crítico debe tomar en cuenta esto mediante una dialéctica compleja, que González Casanova deinió como “la comprehensión del sistema como un conjunto de relaciones que los actores mismos redefinen y en las que se redefinen unos a otros” (González Casanova, 2005a: 251), por lo que para entender la realidad se requiere pensar en relaciones más que en sustancias u objetos, en los efectos más que en las causas; en explicar y actuar conjuntamente más que en sólo comprender los hechos. Siguiendo el razonamiento de González Casanova, si en los análisis sobre el capitalismo no se reduce éste a un modo de producción, sino que se analiza también como un modo de dominación que combina la represión física con la política, la negociación con la cooptación, la inclusión con la discriminación, el análisis cobra un grado mayor de complejidad en su dialéctica. Es obvio que la tarea no es fácil. Las mediaciones y cooptaciones por parte de las fuerzas dominantes son siempre peligrosas en su ofensiva. Combinan la represión con la concesión, el enfrentamiento con el diálogo, la negociación con la traición, por lo que las víctimas de la historia y quienes están con ellas por lo regular terminan diezmadas en su lucha. Pero González Casanova insistió en que las fuerzas alternativas se debilitan cuando desconocen la capacidad de intercomunicación del sistema dominante; cuando no saben las diversas maneras que tiene éste de adaptarse y crear estructuras funcionales que le permitan explotar y esclavizar a los sujetos; cuando ignoran la creación de una retórica de la mentira con la que desarticulan la palabra y los actos de las fuerzas alternativas, y cuando no ven que el sistema dominante es capaz de desinformar para que “sus daños colaterales”, que representan bajas para las organizaciones antisistémicas, pasen desapercibidos (González Casanova, 495 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL 2005a: 244). Con este tipo de alteraciones estructurales, las luchas de los pueblos, colectivos, organizaciones anticapitalistas, se hace más difícil, y su anhelo de socialismo, democracia y liberación, también. Pero hay un principio sumamente importante que González Casanova quiso que se entendiera para evitar desánimos y desbandadas al interior de las fuerzas progresistas, a saber: que se reconozca que en la construcción de alternativas aparecen siempre contradicciones. Esto es, romper con el dogma disciplinante de que en la alternativa todo es perfecto es una condición imprescindible para cualquier fuerza anticapitalista. La tarea de una pedagogía liberadora empieza por hacer comprender a los militantes demasiado idealistas que no existen alternativas sin contradicciones. Esta es una de las razones por las cuales González Casanova airmó que Cuba es el único caso de lucha que ha tenido éxito en la construcción de la democracia, la liberación y el socialismo. No es ingenuo al considerar que el pueblo cubano es consciente de las contradicciones internas que se viven a diario en la isla debido al asedio y el bloqueo económico estadunidense y por la misma construcción de un socialismo latinoamericano, pero “el manejo de las contradicciones internas forma parte de una dialéctica que es más rica y menos oicial en la medida en que los cuadros dirigentes, en proporciones altísimas, vigilan su propia conducta ética y luchan por disminuir al máximo posible sus contradicciones, que por lo demás crecen con la ineludible apertura de la isla al comercio y los servicios dolarizados” (González Casanova, 2005a: 336). La ética de los pueblos, como la de Cuba, es la que permite evitar que el enemigo aproveche las contradicciones internas de los procesos de liberación para desestabilizarlos y derrocarlos. La ética a la que se reiere González Casanova no es una meramente comunicativa o procedimental, como sugiere Jürgen Habermas. La ética del discurso de Habermas pretende ser universal sólo en el nivel formal y procedimental, porque en ella la validez de un discurso depende de la validez argumentativa. La vida buena, que parte de una metafísica del bien, está relegada a lo local o particular y por ese grado de contextualidad no pueden ser universalizables sus discursos. La ética del discurso “busca integrar la benevolencia en la justicia, que atiende por igual la integridad de cada uno, y mediar entre derecho y moral, pero sin que eso implique atender a la prosperidad, ni siquiera al bien común, de una sociedad concreta” (Estrada, 2004: 96). 496 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA FRENTE AL NUEVO SIGLO Por el contrario, Pablo González Casanova concibe al pueblo como el sujeto teórico-práctico pensante y parlante, realmente existente. “Los pobres de la tierra” tienen rostro y hablan cuando luchan con “la moral como epistemología y como fuerza, como esperanza y voluntad, como consecuencia de la lógica y el lenguaje, de la razón y la fe” (González Casanova, 1985: 37). De hecho, en la ‘batalla de Seattle’ y en el Foro Social Mundial de Porto Alegre se partió de un principio ético que fortaleció al movimiento mundial anticapitalista: “respeto a la decisión de los pueblos y sus organizaciones y a la diversidad de culturas, de creencias, de teorías en lucha por la libertad, la justicia social y la paz” (González Casanova, 2002c: 175). Ese principio se enlaza con el concepto de autonomía que González Casanova defendió desde que fue rector de la unam en 1970. Y es que la autonomía genera un proyecto de “nuevas relaciones sociales, cuyo carácter democrático comprende una nueva construcción del poder y la política, capaz de extenderse a la cultura, la sociedad y la economía y de ponerse en práctica en las instituciones del programa y el presupuesto participativo (González Casanova, 2002c: 178). En suma, con estas prácticas combinadas con el conocimiento de las ciencias de la complejidad y las tecnociencias, los pueblos en conjunto con todos aquellos que se oponen al sistema dominante establecerán las bases de una meta principal: “negociar con el capitalismo para que se desestructure sin destruir a la humanidad a sabiendas de que su única alternativa a esa propuesta es que el capitalismo se destruya destruyendo a la humanidad” (González Casanova, 2005a: 351). Al principio de González Casanova en torno a que no existen alternativas sin contradicciones, se le suma este otro: no habrá victoria de los seres humanos contra el capitalismo global sin negociación compuesta de moral y poder. Pablo González Casanova fue muy optimista al pensar que la creación histórica que desde la academia y la política se proyecte como utopía, con ayuda del pensamiento crítico, las tecnociencias y “los pobres de la tierra”, aumentará las posibilidades de triunfo de un mundo nuevo alternativo al capitalismo. Sin embargo, tristemente, tanto para las víctimas de la historia como para quienes están con ellas, ese mundo todavía no existe. 497 Epílogo A l terminar la redacción de esta obra, la trayectoria de Pablo González Casanova no ha concluido.1 Tan sólo en 2011, 2012 y este año que comienza, relexionó sobre la coyuntura local y mundial. Tomó postura como el intelectual que aquí hemos presentado. Por ejemplo, en “Notas para un maniiesto de la izquierda en el siglo xxi” (González Casanova, 2011a) se planteó la necesidad de pensar con quién se cuenta y con quiénes se quiere contar, para lucha por la democracia universal. Dijo que no habrá que apoyarse en quienes destruyen, vejan y asesinan a mujeres, niñas, niños, jóvenes y ancianos. Tampoco en quienes bloquean a países y quienes planean y asestan golpes de Estado o en quienes venden o compran armas para luchar contra un narcotráico creado por ellos. En un claro señalamiento a Estados Unidos, González Casanova expresó: “no queremos coincidir con quienes han declarado una guerra total contra el pueblo y el gobierno de Cuba, con quienes han hecho todo lo posible por dividir y enfrentar al pueblo y al gobierno de Venezuela, con quienes apoyaron y apoyan la secesión y desestabilización de la República de Bolivia”. Refrendó su rechazo a las potencias imperialistas 1 Actualmente trabaja en el proyecto de Conceptos y Fenómenos Fundamentales de Nuestro Tiempo. El objetivo principal del proyecto es crear un sitio y redes de información y diálogo en especial del pensamiento crítico sobre la historia social reciente y la emergente, que incluya conceptos de las nuevas ciencias y humanidades como acción directa, agrocombustibles, alianzas, anticapitalismo, argumentación, auto-organización, ciencias cognitivas, ciencias de lo complejo, clase, colonialidad, colonialismo interno, complejidad y ciencias sociales, crisis alimentaria, entre muchos otros. Trabajan con él, Immanuel Wallerstein, Larissa Adler, Guillermo Almeyra, Jorge Alonso Sánchez, Elmar Altvater, Samir Amin, Michel Chossudovsky, Esther Díaz de Kóbila, Boaventura de Sousa Santos y otra decena de reconocidos intelectuales y académicos. Para mayor información sobre este proyecto en curso, consúltese http://conceptos.sociales.unam.mx 499 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL encabezadas por Estados Unidos y la oTan, al mismo tiempo que mantuvo su teoría política de la democracia y el poder al pueblo: Nosotros queremos una democracia en la que el pueblo gobierne y en la que los gobernantes le sirvan al pueblo, gobiernen con el pueblo y se reintegren al pueblo cuando termine su mandato. Nosotros queremos una democracia en la que se creen espacios de diálogo, debate y consenso a lo largo y ancho de toda la nación, con respeto a las distintas religiones, ideologías, culturas, razas, sexos, edades. Nosotros queremos una libertad de pensar, de estudiar, de decidir, en la que deje de estar sujeta al hambre y la miseria la inmensa mayoría de la población humana en beneicio de 200 multimillonarios que juntos tienen el ingreso nacional de Alemania y por separado el de muchos países del sur del mundo (González Casanova, 2011a). Se aprestó a incluir en “lo que queremos”, a la justicia. La justicia que piensa González Casanova es doble, en la persona humana y en lo social. Sobre esto último se extiende para especiicar a lo que se reiere. A partir de las experiencias con la democracia emergente, con los de abajo, con los zapatistas en México o las novedades en Venezuela y Bolivia, vislumbra la posibilidad real de que la justicia social la hagan los pueblos. No tiene empacho en decir que tal justicia que los pueblos ejercen no es otra cosa más que la democracia o el socialismo del siglo xxi. Para González Casanova no se podría concebir el socialismo sin el gobierno del pueblo por el pueblo y para el pueblo. Entonces, para luchar por la democracia universal o el socialismo del siglo xxi, como él lo llama, se debe lidiar con las diferencias entre quienes participan en el programa de la vida para uniicar criterios y experiencias. “A ese respecto lo primero es no exigir que todos tengan la misma posición que uno tiene. Lo segundo, es dar las razones por las que en un momento y situación dados uno toma la posición que otros no comparten. Lo tercero es ver si las razones de una toma de posición se conirman o disconirman por la experiencia” (González Casanova, 2011a). Del González Casanova que en el México de los años ochenta todavía le otorgó el beneicio de la duda a la lucha electoral no queda nada. La distancia ya está tomada. La razón es clara: “el desprestigio de la democracia electoral y parlamentaria es así tan grande como el de la inmensa mayoría de los partidos de ‘izquierda’, e incluye a los candidatos socialdemócratas, socialistas, comunistas, nacionalistas, desarrollistas que te500 EPÍLOGO niendo nombres distintos hacen políticas neoliberales iguales […] con el cinismo y la furia de quienes sólo luchan por tener puestos de elección popular” (González Casanova, 2011a). Pero no sólo en México, también los socialistas y comunistas en el mundo están ahora renegando de su pasado. En la ex Unión Soviética, China y Vietnam, bajo la patraña de la actualización y modernización se impone el pensamiento conservador y neoliberal. Pablo González Casanova, en su posicionamiento como intelectual, invita a recordar esto y otros tropiezos en los que, en la lucha por la democracia universal, se puede caer. El 11 de febrero de 2013 González Casanova cumplió 91 años. En el esfuerzo de pensar sobre México y el mundo, su pensamiento político y social no sólo lo dirige a los trabajadores y los pobres de todo el mundo, también lo dirige a quienes en las actuales coyunturas políticas mundiales han revivido la esperanza de un mundo sin capitalismo: los jóvenes. Para él, “desde 1968 hasta hoy los jóvenes revelan ser una nueva categoría en la historia universal” (González Casanova, 2011: 47). Son los nuevos protagonistas genéricos de la historia. desde 1968, en París, en Chicago, en México, y hoy en el Magreb y los países árabes, los movimientos de la juventud están a la vanguardia de la lucha por otro mundo posible. Están contra la guerra, están contra las discriminaciones raciales, están contra los simulacros de democracia o de socialismo que en realidad son dictaduras de ricos y poderosos apoyados en las fuerzas de seguridad a su servicio, legitimados por la “clase política” de ingida elección popular o de partido, y hoy serviles ante las grandes potencias cuyos máximos dirigentes asumen abiertamente la mentalidad y la criminalidad colonialista –que desde ayer asumieron contra Vietnam, contra Cuba, contra los afroamericanos–, y que ahora, cada día que pasa, maniiestan orgullosos contra los países y los pueblos de la periferia, y también contra la inmensa mayoría de los jóvenes del mundo entero, de los jóvenes de las poblaciones marginadas y excluidas, de las clases medias depauperadas, de los hijos de los trabajadores desregulados, de los hijos de los técnicos y profesionales que no tienen educación, ni empleo, ni esperanza de tenerlos, ni futuro que perder” (González Casanova, 2011: 47). Como son los que más resisten, dice, los jóvenes son las nuevas víctimas del sistema. Los enajenan, los drogan, los asesinan, los excluyen, los desorientan, los dejan sin educación y reclutan en el crimen organizado, pero al mismo tiempo son los primeros, como lo han hecho los zapatistas, 501 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL en perder el miedo por luchar, por eso observa que son ellos los que pueden cambiar el mundo. Sin embargo, para que los jóvenes logren transformar la vida social, González Casanova no olvida su concepción de universidad y educación. A los jóvenes les encomienda que luchen por “aprender a aprender a pensar, a leer y escribir, a razonar, a recordar, a experimentar y practicar, lo que implica un desarrollo del pensamiento crítico, relexivo y creador, un amor a la lectura de la poesía y la narrativa, un acercamiento a las ciencias de la historia y de la sociedad, un conocimiento de las matemáticas como lenguaje para razonar y hacer ciencias, un conocimiento de las ciencias experimentales y de la práctica de las utopías […]” (González Casanova, 2011: 47). En un mundo injusto y peligroso como el actual, dice el autor de Las nuevas ciencias y las humanidades, los jóvenes no deben soslayar el estudio de los sistemas complejos. Deben saber que las megaempresas y los complejos empresariales-militares están optimizando sus utilidades y disminuyendo los riesgos que se les presentan. Todo eso es peligroso porque, éstos, los riesgos, se maximizan en la inmensa mayoría de la humanidad y el ecosistema. En ese sentido, expresa que la lógica del capital es una lógica de disminución de riesgos e incremento de utilidades para las corporaciones. Por eso si para el discurso capitalista los riesgos provienen de “la naturaleza”, de los fenómenos “naturales”, los jóvenes deben rechazar esta normalidad que se presenta como dogmática, como no negociable y con un mensaje: no hay otro mundo posible (González Casanova, 2011b). Así, los jóvenes deben aprender a oponerse a esta farsa que es muy peligrosa. Sólo podrán conocerla, asegura González Casanova, con las ciencias y las humanidades. Tal como lo hicieron en 2007 los cientíicos encargados de diagnosticar la gravedad del cambio climático: la concentración atmosférica de gases de efecto invernadero como el dióxido de carbono (CO2), el metano (CH4) y el óxido nitroso (n2O) aumentó desde el comienzo de la revolución industrial. La causa principal se debe a actividades humanas como la quema de combustibles fósiles, el cambio en los usos de la tierra y la agricultura. Deben saber también que tal diagnóstico no sólo fue ninguneado, sino descaliicado. Quienes lo hicieron, los jefes de Estado de las naciones más poderosas, negaron que los cambios climáticos tuvieran su causa en la mano del hombre. Publicistas 502 EPÍLOGO y medios de comunicación corearon a los dueños del capital para descaliicar a los cientíicos. El mundo de la ciencia respondió de una manera realmente ejemplar. Le dio un impresionante apoyo a sus colegas. En los primeros meses del año las más famosas revistas cientíicas y de difusión cientíica publicaron artículos que defendían las mismas tesis de los cientíicos estigmatizados. Entre ellas Scien­ tiic American y Nature. No se ablandaron. Un gran número de cientíicos asumió su responsabilidad cientíica. Lejos de dejarse dominar por sus genes egoístas se vieron más y más atraídos a sostener las verdades sobre medidas que son necesarias para la supervivencia de la especie humana” (González Casanova, 2011b). Pues bien, eso se aprende si se estudia con seriedad la ciencia, dice en su mensaje a la juventud González Casanova, pero considera que se avanza mucho más si se las une con las humanidades. Por ejemplo, en el caso anterior los cientíicos de la materia y los ecosistemas cumplieron, aunque no dieron un paso, no incluyeron “la categoría del capitalismo como un riguroso concepto cientíico, no sólo asociado a la ley del valor, sino a la ley de la producción y reproducción de la vida” (González Casanova, 2011b). De esta manera, el mensaje de González Casanova, no sólo a los jóvenes, sino a todos los que luchan por otro mundo nuevo, es que “las ciencias de la complejidad que investigan el mundo actual no serán ciencias ni investigarán la complejidad del mundo actual y sus escenarios de futuro si no incluyen el capitalismo, una de sus categorías más profundas, cuyo solo nombre suele ser rechazado instintivamente por no pertenecer al lenguaje políticamente correcto de las ciencias hegemónicas” (González Casanova, 2011b). Así, cualquier solución a los problemas de la humanidad será imposible, si se acepta como natural el sistema de dominación y acumulación capitalista que actualmente impera. Por esta razón, Pablo González Casanova ve también en el actual fenómeno de los indignados, una esperanza para la humanidad. Al ser global, la movilización los indignados representa una nueva lucha que incluye todas las luchas anteriores por la liberación humana. Son ellos los que ahora han puesto en evidencia los problemas que el capitalismo corporativo reproduce. Esto es, los indignados ya no piensan en términos puramente electorales o en los valores que surgieron a raíz de la Revolución Francesa. No son sólo marxistas, nacionalistas o revolucionarios. Como los zapatis503 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL tas, que fueron los primeros en esbozar una alternativa al capitalismo, los indignados plantean una alternativa de organización de la vida. Y todo esto Pablo González Casanova no lo airma o niega desde su escritorio o cubículo académico. Habla de los indignados porque estuvo con ellos compartiendo ideas bajo la Puerta del Sol en Madrid, España. Sabe que “depauperados y excluidos, indignados y ocupas formulan teorías que contienen un gran respaldo empírico. Se trata de explicaciones y generalizaciones basadas en gran cantidad de experiencias. Se trata de conocimientos, de artes y técnicas que corresponden al saber y al hacer de los pueblos, ese saber que tanto exaltara el antropólogo Andrés Aubry, y en que aparece, en vez del yo individualista, el nosotros tojolabal que Carlos Lenkersdorf rescatara para la ilosofía de la solidaridad humana” (González Casanova, 2012: 9). En este tono, los jóvenes griegos, árabes, españoles, estadunidenses, chilenos, tienen mucho en común. Sus movilizaciones, “todas o casi todas coinciden con lo incluyente y con lo dialogal, y un número cada vez mayor, con la idea de que el capitalismo corporativo es el origen de todos los problemas que afectan y amenazan a la humanidad” (González Casanova, 2012: 9). Coinciden, aunque no lo expresen de la misma manera, en que la democracia universal es la nueva forma de organizar la vida. Su lucha se inscribe en la de los pobres de la tierra. Sus características comunes se deinen en perder el miedo antes de pensar y actuar, en precisar con quiénes aliarse, en aclarar las diferencias internas, en rechazar la lógica de la caridad y el paternalismo, en combinar la lucha pacíica de todos los desposeídos, pobres e indignados de la tierra, en respetarse unos a otros independientemente de su raza, sexo, edad, preferencia sexual, religión, ideología o nivel educativo, y en estar conscientes de que esta lucha es también por el planeta como única vía de sobrevivencia. González Casanova no es simplemente ingenuo. Está consciente de que en lo que él denomina el pueblo existen severas limitaciones. Consumismo, enajenación, autoritarismo, paternalismo, individualismo, clientelismo, aldeanismo y falta de solidaridad con las grandes luchas anti-imperialistas, serían algunas de estas fallas del pueblo, pero precisamente por esta razón, no abandona su prospectiva por el socialismo con democracia y liberación. Esto es, sigue apoyando las luchas que los trabajadores, obreros y sindicatos llevan adelante a pesar del abandono de 504 EPÍLOGO intelectuales en otro tiempos marxistas, de partidos políticos que durante años se sirvieron del trabajador como palanca para sus intereses, y del pueblo en general, que en mucho ha dejado solos a obreros, trabajadores y sindicatos, haciendo eco del discurso neoliberal. En México, Pablo González Casanova se ha solidarizado y ha relexionado al lado de Sindicato Mexicano de Electricistas (sme). Pocos intelectuales importantes lo han hecho. Durante décadas, como lo hemos consignado en este trabajo, González Casanova ha dado cuenta de “la depauperación de la inmensa mayoría de la población mexicana; la baja de salarios directos e indirectos; el peso principal de la carga iscal en la población de menores ingresos, la reorientación del presupuesto de egresos en favor del capital corporativo y sus asociados; la disminución y deterioro de los empleos y de los servicios médicos, educativos, de salud pública, y de construcción de viviendas” (González Casanova, 2012: 2). Contrario a las modas de publicistas e intelectuales integrados, en pleno siglo xxi se expresa por una nueva organización de los trabajadores, una nueva central de trabajadores democráticos cuyo objetivo sea la unidad de éstos con “los pueblos y los ciudadanos con plena independencia de los partidos. La unidad en la diversidad de los trabajadores se propondrá impedir que las luchas de partidos o las diferencias religiosas, culturales, regionales o raciales dividan a los trabajadores de la central y disminuyan su capacidad de constituir un centro de organización de la clase obrera unida con los movimientos sociales en lucha contra el capitalismo corporativo y contra el modelo neoliberal, y por una civilización en que la barbarie del capitalismo sea sustituida por una democracia de veras en la que pueblos y trabajadores, como comunidades y como ciudadanos, participen en la toma de decisiones para la creación de otro mundo posible y necesario en que el vivir bien de unos no dependa del vivir mal de otros y en que con la justicia social se alcance la libertad” (González Casanova, 2012: 2). Tampoco niega lo mejor del nacionalismo revolucionario que quedó expresado en la idea de “defender las garantías y derechos constitucionales y tomar la Constitución de 1917 sin las reformas neoliberales”, respetar la Ley Federal del Trabajo en lo que concierne al contrato colectivo, defender la soberanía nacional y la organización de los trabajadores industriales, agrícolas y de servicios, al lado de estudiantes y los jóvenes que hoy se han propuesto cambiar el mundo. 505 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL Ese ha sido el talante de Pablo González Casanova como intelectual, y lo ha reairmado a pesar de las modiicaciones que ha tenido que hacer a su pensamiento y ahora con su avanzada edad. Por esa razón difícilmente podría terminar este trabajo con un inal que previera lo que es ya Pablo González Casanova. El hecho de que a él le tenga sin cuidado el nadar contra la corriente de lo “políticamente correcto”, hace difícil cualquier predicción de su futuro. En este sentido es controvertido para no pocos, porque su evolución teórica y política no cumplió las expectativas de lo que comúnmente se espera de la biografía de un pensador de esta talla. Es decir, González Casanova no terminó en la derecha, como funcionario público, ni desdiciéndose de su pensar y actuar. Pocos intelectuales de la televisión mexicana podrán terminar de esta manera. También, “frente a una academia encadenada a la lucha por los puntos y el deslumbramiento del púlpito televisivo, el profesor sigue caminando entre las barricadas de los que resisten. Para ellos su liderazgo intelectual es indiscutible. Nunca ha sucumbido a los cantos de sirena del poder. Con sentido común e inteligencia ha sabido ser, simultáneamente, comprometido y distante, con el sujeto de su compromiso (Hernández Navarro, 2010). Es lo que aquí se ha narrado: ha sabido combinar la dialéctica con la imaginación. Su dialéctica de la imaginación, como dice Marcos Roitman, “le ha permitido asimilar los cambios, reconsiderar sus deiniciones conceptuales y procurar dar respuesta a los problemas contemporáneos desde el rigor y la relexión pausada”.2 Esta distinción como intelectual no sólo es en México, también en América Latina. Pablo González Casanova frente a otros, como pudieran ser Fernando Henrique Cardoso o Gino Germani, da muestras de solidez como investigador, teórico y militante por un mundo sin capitalismo. Quizá también lo que hace a Pablo González Casanova ser el intelectual más importante en México y América Latina del siglo xx y los inicios del siglo xxi es su vitalidad. Sigue escribiendo, pensando al lado de su opción por los pobres de la tierra. Él sigue defendiendo sus luchas por Cuba y los zapatistas por lo que encarna ese humanismo que se releja en el respeto, la dignidad y la lucha contra la explotación. Esto en mucho lo podría compartir con Orlando Fals Borda o Carlos Guzmán-Böckler a 2 Entrevistado el 3 de marzo de 2011, en la ciudad de Puebla, México (Roitman, 2011). 506 EPÍLOGO pesar de que ambos fueron perseguidos y violentados por las fuerzas represivas de sus respectivos países. De hecho, llega a posiciones parecidas con Fals Borda y GuzmánBöckler en lo que respecta a que las comunidades indígenas están construyendo alternativas de cambio y que el sistema capitalista es incapaz de dar soluciones a los más pobres. Al tomar posición con los más pobres se entiende que ésta es producto de la historia intelectual por la que ha atravesado. La más polémica, como se ha visto ya, su defensa a Cuba o a la que llama “la revolución de la esperanza”, en esa opción, pocos lo siguen. Pero claro, a cualquier intelectual de televisión le resulta más fácil criticar a Cuba y a los zapatistas que defenderlos. Lo cierto es que como no termina en el gobierno, acartonado en la academia o desdiciéndose de su pensar, González Casanova es para muchos un marginal. Sí, dentro de la farándula de la televisión, los partidos políticos, los premios y recursos que el Estado ofrece a los escritores y periodistas actuales, Pablo González Casanova es un marginal. Pero precisamente frente a esto, su igura intelectual encarna a uno “de los últimos exponentes del modelo del intelectual público, nacido del Yo acuso (1898), de Émile Zola, a propósito del Caso Dreyfus, símbolo de la iniquidad en nombre de la razón de Estado. Es un pensador universalista, enciclopédico, prescriptivo y profético” (Hernández Navarro, 2010). Comparado con los tecnócratas y escritores de hoy es un intelectual de la marginalidad. Pero esto también tiene otra razón, no se puede negar que hoy los intelectuales se mueven en otros ámbitos, no hay grandes iguras y debido a ello la nueva identidad de los intelectuales es de vacío, fragilidad, suavidad y debilidad ante los escenarios de la nación. No existe confrontación con la realidad, puede haber ingenio, creatividad literaria, pero sin una discusión fuerte. Pablo González Casanova no se sitúa ahí, por eso contrasta. “Pablo González Casanova tiene peso académico y político en México. Aun cuando él disguste a mucha gente, es un hombre de peso que uno tiene que tomar en cuenta; y es un hombre que tiene uno que leer y escuchar, es un hombre que ya conquistó un espacio, un reconocimiento” (Castañeda, 2009). Ahora bien, en todo esto no se trata de marcar la trayectoria de una vida recta. Eso es irreal. Y menos, como decía T.W. Adorno, pretender narrar una vida justa en medio de la injusticia. Todas las personas nos las vemos con nuestras contradicciones. El reto es saber qué hacer con ellas. 507 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL Pablo González Casanova ha lidiado con su nacionalismo populista, con su lombardismo, con su cercanía al pri de los años setenta, con el reformismo de los ochenta y con su apoyo a la jerarquía política cubana. En los últimos años, en las elecciones federales para presidente de la República, ha apoyado a los zapatistas y criticado a Andrés Manuel López Obrador aun sabiendo que eso dañaría una posibilidad de triunfo del prD. Siendo él partidario de un Estado que en mucho representarían López Obrador y Cuauhtémoc Cárdenas, esto es, la revolución mexicana democrática, el Estado populista, “ahora está en una posición que nunca asumió en la época de las guerrillas en México y la acción del Partido Comunista. Antes era crítico de éstos. Ahora es radical, e incluso raya en el anarquismo, sobre todo bajo el cobijo del zapatismo que busca cambiar el mundo sin tomar el poder” (Tamayo, 2010). En no pocas ocasiones ha hablado de alianzas entre los pobres, los indignados o agraviados de México, pero renunció a proponer, con la legitimidad moral y el reconocimiento que ha ganado, una alianza entre el sme, el ezln, López Obrador, por ejemplo. Todo esto es cierto, pero lo sustancial es cómo se hace cargo de todas sus contradicciones. Ahí opera la dialéctica de la imaginación. Se puede estar de acuerdo con eso o no, pero lo que no se puede negar es que Pablo González Casanova ha salido hasta ahora bien librado. Se puede hablar de honestidad intelectual y coherencia en su pensamiento. Por otro lado, hacer una biografía intelectual siempre es complicado. Lo es por varias razones. Porque no todas las acciones del intelectual biograiado coinciden con su teoría; también porque la posición política de quien la escribe no tiene por qué coincidir con la del personaje. Algunas veces la interpretación de éste resulta un tanto maniquea. Aquí se ha intentado no caer en ello. El personaje ha permitido no hacerlo. Sus obras, ideas, posicionamientos políticos y morales, sus derrotas y descalabros, sus valores y anhelos, están a la vista de todos. No es un pensador oscuro que pueda ocultar algún mensaje en sus textos o discursos. Eso habrá que reconocérselo. Sobre el futuro de sus ideas, el alcance de éstas, su sobrevivencia a la posteridad, el tiempo lo dirá. Ya habrá momento de ajustar esas cuentas, por lo pronto, es justo reconocer que la trayectoria intelectual de González Casanova, con todo y lo que se le pueda criticar, ha dibujado en la historia una dialéctica de la imaginación que vislumbra, en su jovialidad y esperanza, la posibilidad de un mundo nuevo y alterno al que existe, un trazo que aunque todavía esbozado, igura la primavera de la vida. 508 Bibliografía Abatea, Sandro 1997 “Medio siglo del realismo mágico: balance y perspectivas”, Anales de Literatura Hispanoamericana, núm. 261, Servicio de Publicaciones, Universidad Complutense de Madrid, Madrid, pp. 145-159; disponible en: http://revistas.ucm.es/ll/02104547/articulos/ALHI9797120145A.PDF [consulta: 3 de marzo de 2011]. Aceves Lozano, Jorge, E. 2001 “Experiencia biográica y acción colectiva en identidades emergentes”, Espiral, Estudios sobre Estado y Sociedad, vol. VII, núm. 20, enero-abril, pp. 11-37. Adorno, T.W. 2003 “Experiencias cientíicas en Estados Unidos”, en T. W. 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Re­ vista de la Sociedad Cultural José Martí, junio, 2004. “Discurso” pronunciado al recibir el Premio Nacional de Historia, Ciencias Sociales y Filosofía, 19 de diciembre de 1984; Convergencias, con el título “El Estado mexicano no entiende la democracia”, año 1, vol. 1, mayo-junio, 1986, pp. 38-39. “La lucha por la democracia en Centroamérica”, en El poder al pueblo, Ediciones Océano, México, 1985, pp. 99-108; en La hegemonía del pueblo y la lucha cen­ troamericana, Editorial Universitaria Centroamericana, San José, 1984, pp. 111-123; en La hegemonía del pueblo y la lucha centroamericana, Editorial Nueva Nicaragua, Managua, 1986, pp. 129-140; en La hegemonía del pueblo y la lucha centroamericana, Editorial Contrapunto, Buenos Aires, 1987, pp. 131-144. “La soberanía de los pueblos y la lucha ideológica en las Américas”, en El poder al pueblo, Ediciones Océano, México, 1985, pp. 113-117; en La he­ gemonía del pueblo y la lucha centroamericana, Editorial Nueva Nicaragua, Managua, 1986, pp. 147-152; en La hegemonía del pueblo y la lucha centro­ americana, Editorial Contrapunto, Buenos Aires, 1987, pp. 151-158. “Las ciencias sociales en América Latina”, en Balance y perspectivas de los es­ tudios latinoamericanos, unam, México, 1985 pp. 23-34. Cátedra Magistral dictada en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales con motivo de la inauguración de sus nuevas instalaciones, 12 de noviembre de 1984; Re­ vista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, núms. 117-118, julio-diciembre, 1984, pp. 9-21. “Los trabajadores y la política económica nacional”, en Pablo González Casanova, Samuel León e Ignacio Marván (coords.), El obrero mexicano, t. 5, Siglo XXI Editores, México, 1985, pp. 53-77. 570 APÉNDICE “La liberación del pensamiento colonial. Notas para su estudio”, para el libro en homenaje a los 70 años de vida y 30 de labor académica del doctor Adolfo Sánchez Vázquez, enero de 1985; Revista Nueva Sociedad, núm. 75, enero-febrero, 1985, pp. 125-136; Sábado, suplemento de Unomásuno, 7 de diciembre de 1985, núm. 425, pp. 1-4; Historia y Sociedad, Cuadernos de Teoría Política del Instituto de Investigaciones Sociales­UNAM, núm. 3, 1987, pp. 29-45. “Sobre México y la situación política mundial”, discurso pronunciado en la Universidad Autónoma de Sinaloa al recibir el doctorado honoris causa, el 13 de mayo de 1985; Criterio, con el título “Los signos, cambios de la realidad”, año 3, núm. 8, febrero, 1986, p. 5; La Jornada, con el título “México requiere un acto de creación histórica”, 14 de mayo de 1985, pp. 15-18. “La moral de la clase obrera en México”, en Pablo González Casanova, Samuel León e Ignacio Marván (coords.), El obrero Mexicano, t. 5, Siglo XXI Editores, México, 1985, pp. 155-170. “La formación del Estado en América Latina, de la Conquista a las Intervenciones Extranjeras”, publicado en La Jornada en dos partes: 1) “América Latina: de la Conquista a la Intervención”, 21 de julio de 1985, núm. 44, pp. 1-4; 2) “De la Conquista a la Intervención: el Imperio regresa a casa”, 28 de julio de 1985, núm. 45, pp. 7-10; El Gallo Ilustrado, suplemento de El Día, núm. 1437, 7 de enero de 1990, pp. 11 a 14; Soberanía, en dos partes: “La Conquista de América”, núm. 7, febrero-marzo, 1992, pp. 20-23 y “The Conquest of Latin America, I”, Soberanía, edición español-inglés, núm. 7, febrero-marzo, 1992, pp. 20-23. “El nuevo pensamiento latinoamericano. Borrador para un ensayo”, Proceso, México, en siete partes: 1) “El nuevo pensamiento latinoamericano. El pensamiento revolucionario”, núm. 459, 19 de agosto de 1985, pp. 32-38; 2) “La realidad maravillosa. En mayo de 68 los jóvenes se imaginan tomar el poder”, núm. 460, 26 de agosto de 1985, pp. 32-34; 3) “La Teología de la Liberación”, núm. 461, 2 de septiembre de 1985, pp. 30-33; 4) “La pedagogía del oprimido”, núm. 462, 9 de septiembre de 1985, pp. 30-35; 5) “La comunicación alternativa”, núm. 463, 16 de septiembre de 1985, p. 32-36; 6) “La democracia como política y poder”, núm. 464, 23 de septiembre de 1985, pp. 36-41; 7) “La mediación y la meta”, núm. 465, 30 de septiembre de 1985, pp. 42-45; Revista del Sur, núm. 2, 1985, pp. 30-47; Desarrollo Indoamericano, núm. 84, agosto, 1986, pp. 27-36. “Democracia en tiempos de crisis”, en Las elecciones en México. Evolución y perspectivas, Siglo XXI Editores, México, 1985, pp. 11-28. “Las elecciones de 1982”, en colaboración con Elke Köppen y Miguel Ángel 571 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL Granados Chapa, en Las elecciones en México. Evolución y perspectivas, Siglo XXI Editores, México, 1985, pp. 195-209. “Prólogo a la crisis futura”, en México ante la crisis, t. 2, Siglo XXI Editores, México, 1985, pp. 415-425. “Centroamérica en la conciencia de México”, introducción al libro El poder al pueblo, Ediciones Océano, México, 1985, pp. 7-10. “La Revolución Mexicana algo más que una multitud de sombreros de paja, carabinas y cananas”, intervención en las jornadas en conmemoración del 75 Aniversario de la Revolución Mexicana, organizadas por la Universidad Autónoma de Tabasco, en septiembre de 1985, Revista de la Universidad, Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, vol. 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Hora Cero, año 1, núm. 1, julio de 1987, suplemento Temas de Hora Cero, pp. I a IV. “La crisis y el curso de la historia, Sábado, suplemento de Unomásuno, en dos partes: 1) núm. 464 30 de agosto de 1986, pp. 1, 2 y 3; 2) núm. 465, 6 de septiembre de 1986, pp. 1 y 4; Historia y Sociedad, Cuadernos de Teoría Po­ lítica del Instituto de Investigaciones Sociales­UNAM, núm. 3, 1987, pp. 47-60. “The Crisis and the Course of History”, Socialism in the World, núm. 57, Belgrado, 1986, pp. 67-78. “Cuando hablamos de democracia, ¿de qué hablamos?”, Sábado, suplemento de Unomásuno, núm. 456, 5 de julio de 1986, pp. 1 y 2; Brecha, Información Internacional, núm. 40, 25 de julio de 1986, p. 22; Revista del Sur, núm. 10, 1986, pp. 8 y 9; Estado y Sociedad, año 2, núm. 3, octubre, 1986, pp. 75-78; Panorama, Revista Regional del Noreste de México, año 1, núm. 10, 1986, pp. 11-16; Revista Mexicana de Sociología, año XLVIII, núm. 3, julio-septiembre, 1986, pp. 3-6; Panorama, Revista Regional del Noreste de México, número conmemorativo del primer aniversario, año 1, núm. 12, enero, 1987, pp. 91-96. “La paz, la seguridad y el desarrollo en América Latina”, en José Agustín Silva Michelena (coord.), Paz, seguridad y desarrollo en América Latina, Univer- 572 APÉNDICE sidad de las Naciones Unidas/Instituto Latinoamericano de Investigaciones Sociales (ilDis)/Editorial Nueva Sociedad, Caracas, 1987, pp. 27-38. “1987: Prólogo al próximo sexenio”, en Abraham Nuncio (coord.), La sucesión presidencial en 1988, Editorial Grijalbo, México, 1987, pp. 63-70; La Jor­ nada Semanal, con el título “La sucesión presidencial”, año 3, núm. 144, 21 de junio de 1987, pp. 1, 8 y 9. “Liberation Struggles in Latin America. Notes on the Current Situation”, discurso en una reunion en Managua, julio, 1987; Social Justice, vol. 16, núm. 1, primavera, 1989, pp. 109-118. “Cuando hablamos de política económica, ¿de qué hablamos?”, octubre de 1987; Cuadernos del Norte, año 1, núm. 2, septiembre-octubre, 1988, pp. 5-9. “The Theory of the State and Today’s World”, ponencia presentada en la conferencia Common Security and the Role of the State, Yokohama, 1315 de diciembre de 1987, bajo los auspicios de la Universidad de las Naciones Unidas y Kanagawa Prefectual Government. “Los conlictos ideológicos y la cooperación en ciencias sociales”, en La falacia de la investigación en ciencias sociales; Estudio de la técnica social, Ediciones Océano, México, 1987, pp. 15-22. “Peace, Security and Development in Latin America”, en José Agustín Silva Michelena (coord.), Latin America. Peace, Democratization and Economic Crisis, The United Nations University, Japón, 1988, pp. 32-39. “Colonialismo interno. Deinición”, enero de 1988; en América Latina. His­ toria y destino, libro de homenaje a Leopoldo Zea, t. I, unam, México, 1992, pp. 263-266. “La reconversión del sistema político”, publicado en La Jornada con el título “Hacia un nuevo sistema político”, 4 de julio de 1988, pp. 33, 34 y 35. “La formación del pensamiento progresista en México”, Dialéctica, año XIII, núm. 19, julio, 1988, pp. 29-39; La Jornada Semanal, núm. 163, 1 de noviembre de 1987, pp. 1 y 7 a 12. “Pensar la democracia”, en Pablo González Casanova y Jorge Cadena Roa (coords.), Primer informe sobre la democracia: México 1988, ciih-unam/Siglo XXI Editores, México, 1988, pp. 11-35. “La democracia transparente”, La Jornada, 3 de agosto de 1988, pp. 1, 6 y 11; Síntesis, núm. 6, 1987, pp. 264-269. “Humanismo y universidad”, Universidad de México, vol. XLIII, núm. 453, octubre, 1988, pp. 3-4; Cuadernos de Legislación Universitaria, núm. 7, vol. 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Teoría y práctica, Siglo XXI Editores/Universidad de las Naciones Unidas, México, 1990, pp. 13-18. “The Third World and The Socialist Project, Today”, en William K. Tabb (ed.), The Future of Socialism: Perspectives from the Left, Monthly Review Press, Nueva York, 1990, pp. 219-232. 574 APÉNDICE “La modernización educativa y el nuevo contexto internacional”, Peril de la Jornada, 13 de julio de 1990, pp. I, II y III; versión corregida “Lo ‘nuevo’ en el mundo actual. 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Papel para un retrato”, ponencia presentada en la mesa redonda organizada por la Universidad Autónoma de Sinaloa, Culiacán, abril de 1980. “El pueblo de antes y el de ahora”, ponencia presentada en el IV Congreso Centroamericano de Sociología, Managua, 1-5 de julio de 1980. “Hegemonía, autonomía, autogestión. Algunos problemas del periodo de transición”, ponencia presentada en la mesa redonda Participación, Autogestión y Socialismo, Cavtat, Yugoslavia, 1980. “Tito de Yugoslavia”, ponencia presentada en memoria de Josip Broz Tito en la mesa redonda Participación, Autogestión y Socialismo, Cavtat, Yugoslavia, 1980. “La razón de la soberanía”, presentado en Casa de las Américas, enero de 1981. “La soberanía de los pueblos y la lucha ideológica en las Américas”, ponencia presentada en la reunión de la unesco sobre culturas, agosto de 1982. “Sobre el marxismo en América Latina”, conferencia dictada en la Escuela Broz Tito en Kimrovec, Yugoslavia, octubre de 1983. “La teoría del Estado en el mundo actual. 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Borrador para un ensayo”, ponencia presentada en el seminario, coordinado por Anouar Abdel Malek, El Pensamiento Social, Córdoba, 15-18 de abril de 1985. “Las perspectivas futuras de América Latina: Los aspectos sociopolíticos”, 592 APÉNDICE ponencia presentada en el seminario The Future Perspectives of Latin America, Universidad de las Naciones Unidas, El Colegio de México, México, 10-11 de julio de 1985. “El desarrollo de las ciencias sociales en México”, conferencia dictada en el coloquio Testimonios Universitarios, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales-unam, México, 8 de agosto de 1985. “La crisis y el curso de la historia”, en la mesa redonda El Socialismo en el Umbral del Siglo xxi, Cavtat, Yugoslavia, 21-26 de octubre de 1985. “Las etnias coloniales y el Estado-nación”, ponencia presentada en el seminario El Estado, Autonomía y Derechos Indígenas, Managua, 13-17 de julio de 1986; versión corregida con el título “Las etnias coloniales y el Estado multiétnico”, ponencia presentada en el curso de verano El Estado Multiétnico y la Democracia en América Latina, Universidad Complutense de Madrid, agosto de 1992. “La formación del pensamiento progresista en México”, conferencia dictada en el coloquio Marxismo y Cultura Política en la Crisis Actual, Escuela de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Puebla, Puebla, abril de 1987. “Las luchas de liberación en América Latina. 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Situaciones Actuales y Perspectivas, julio de 1989. “El discurso democrático de la Revolución Sandinista”, presentado en el simposio Democracia y Revolución, Managua, julio de 1989. “The Crisis in Latin America as a Global Phenomenon”, conferencia dictada en el Centro de Estudios y Documentación Latinoamericanos, Ámsterdam, octubre de 1989; en Eight Essays on The Crisis of Development in Latin America, ceDla, Ámsterdam, 1991, pp. 1-7. 593 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL “Un modelo de desacumulación y subconsumo. La crisis del Tercer Mundo y su impacto en América Latina”, en la reunión sobre El Estado en el Tercer Mundo, Nairobi, noviembre de 1989. “Pensar la universidad”, conferencia dictada dentro del ciclo Conferencias Temáticas, previas al Congreso Universitario dentro del Tema I. Universidad y Sociedad: La Universidad del Futuro, México, unam,15 de enero de 1990. “La crisis en América Latina como un fenómeno global”, ponencia presentada en el simposio internacional Teoría y Realidad en América Latina: 20 años de pensamiento económico-social latinoamericano, Instituto de Investigaciones Económicas-unam, México, febrero de 1990. “Las ciencias sociales en México. Retos y perspectivas. Notas para una conferencia”, conferencia dictada en la Universidad Iberoamericana, México, abril de 1990. “La clase obrera en el mundo actual”, en la mesa redonda Perspectivas del Movimiento Obrero Mexicano, Oicina de Investigación y Difusión del Movimiento Obrero (oiDmo), Monterrey, mayo de 1990. “La modernización educativa y el nuevo concepto internacional”, conferencia dictada en el Encuentro Internacional de Trabajadores de la Educación sobre Estado, Sociedad y Educación en el Marco de las Transformaciones Contemporáneas, 11 de julio de 1990. “América Latina y las ciencias sociales de la periferia”, ponencia presentada en los cursos de verano sobre Pensamiento Social y Realidad Nacional en América Latina, Universidad Complutense de Madrid, Madrid, agosto de 1990. “La crisis del mundo actual y las ciencias sociales en América Latina”, ponencia presentada en el Encuentro Internacional de Latinoamericanistas, América Latina a Fines del Siglo xx, Centro de Estudios Latinoamericanosunam, México, septiembre de 1990. “Las ciencias sociales y el mundo actual”, conferencia dictada en la Preparatoria 3 de la Universidad Autónoma de Nuevo León, 25 de octubre de 1990; Cuadernos de Divulgación Ideológica, Universidad Autónoma de Nuevo León, Monterrey, diciembre de 1990. “El sufragio efectivo y el futuro de la república”, ponencia presentada en el IV Foro Nacional para la Democracia y el Sufragio Efectivo: ¿Es posible un acuerdo nacional por la democracia?, México, 7 de noviembre de 1990. “El socialismo como alternativa global. Una perspectiva del sur”, ponencia presentada en el coloquio internacional El Socialismo en el Umbral del Siglo xxi, uam, México, 27 de noviembre de 1990. “Algunos cambios en ciencias y humanidades (1971-1991)”, ponencia presentada en el XX Aniversario de la Creación del Colegio de Ciencias y Humanidades, México, 29 de enero de 1991. 594 APÉNDICE “La historia como hazaña de la esperanza”, conferencia magistral presentada en el IV Encuentro Nacional de Historiadores, Tlaxcala, 18 de febrero de 1991. “La democracia en México: actualidad y perspectivas”, ponencia presentada en el seminario La Democracia en América Latina: Actualidad y Perspectivas, Madrid, 15-19 de abril de 1991. “Moral y política. Valores humanos y cristianos que enfrenta el desarrollo social actual”, conferencia dictada en la Universidad Iberoamericana, México, 6 de junio de 1991. “La democracia política y el problema social en América Latina”, conferencia dictada en el Instituto Mora, México, 3 de julio de 1991. “Nuevas formas de pensar en ciencias sociales. Notas para una ponencia”, septiembre de 1991. “Nuevas formas de pensar en el mundo actual”, conferencia dictada en la Casa de las Américas, La Habana, 26 de septiembre de 1991; Casa de las Amé­ ricas, núm. 188, julio-septiembre, 1992, pp. 2-12. “¿Hacia un nuevo paradigma de la sociedad y el Estado?”, ponencia en el encuentro La Izquierda después de la Crisis del Comunismo, Fundación Sistema y la revista El Socialismo del Futuro, Madrid, diciembre de 1991. “La crisis del Estado y la democracia en el sur”, ponencia presentada en el coloquio de invierno Los Grandes Cambios de Nuestro Tiempo: la Situación Internacional, América Latina y México, unam, México,13 de febrero de 1992. “Los sistemas de universidad abierta y las ciencias y técnicas del conocimiento”, ponencia presentada en el simposio internacional Perspectivas de la Educación Abierta y a Distancia para el Siglo xxi”, 27 de febrero de 1992. “Las etnias coloniales y el Estado multiétnico”, ponencia presentada en el curso de verano El Estado Multiétnico y la Democracia en América Latina, Universidad Complutense de Madrid, Madrid, agosto de 1992. “El futuro del trabajo y la educación ¿Cómo transformar el sistema de educación en la nueva época?”, ponencia para el seminario El Futuro del Trabajo, Fundación Sistema, Madrid, septiembre de 1992. “Ciudadanos, proletarios y pueblos: El universalismo hoy”, ponencia presentada en el seminario El Porvenir de las Ideologías y las Ideologías del Porvenir, Universidad de París, Netherlands Institute for Advanced Studies y Fernand Braudel Center, París, marzo de 1993. “Sufragio y democracia”, ponencia presentada en el foro para la reforma electoral El Desarrollo Democrático en México, Instituto Federal Electoral, México, 30 de abril de 1993. “Lo particular y lo universal a ines del siglo xx”, ponencia presentada en el I Coloquio Internacional sobre la Clase Obrera, Guadalajara, octubre de 1993. 595 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL “Sobre el mundo actual y su estudio”, palabras de inauguración del seminario sobre El Mundo Actual: Situación y Alternativas, 6 de diciembre de 1993. “The Triumph of Capitalism as a Topic in the Theory of Exploitation”, ponencia presentada en el XIII World Congress of Sociology, Montreal, julio de 1994. “The 1994 Elections. Principal Problems”, conferencia en VIII Serie Anual de Seminarios del Graduate School and University Center, Nueva York, septiembre de 1994. “Ciencias humanas y democracia en los albores del siglo xxi”, ponencia en el XX Congreso Latinoamericano de Sociología, México, 2-6 de octubre de 1995. “Disciplina e interdisciplina en ciencias y humanidades”, conferencia dictada en el Centro de Investigación y Docencia en Humanidades del Estado de Morelos; en la inauguración de la I Feria de Humanidades y Ciencias Sociales, Coordinación de Humanidades-unam, México, 1996; Enlaces, año 1. “Clasiicaciones y deiniciones. Notas para una conferencia”, ponencia presentada en el XIV Coloquio de Investigación Bibliotecológica: Problemas Teóricos y Epistemológicos de la Bibliotecología, Centro Universitario de Investigaciones Bibliotecológicas-unam, México, 18 de junio de 1996. “La educación superior a la hora de la globalización: retos y perspectivas”, ponencia en el foro nacional La Educación Superior en México: Políticas y Alternativas, Universidad Autónoma Metropolitana, Xochimilco, México, 27-29 de noviembre de 1996. “La democracia universal y las ciencias sociales. Legados y tendencias”, ponencia presentada en el seminario La Herencia y el Futuro de la Sociología en el Siglo xxi”, ceiich y el iisunam, México, 17-20 de febrero de 1997; con el título “La democracia universal y las ciencias sociales. Una alternativa de izquierda para el mundo hoy”, ponencia presentada en el seminario La Izquierda Hoy, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Puebla, octubre de 1999. “Reestructuración de las ciencias sociales: hacia un nuevo paradigma”, ponencia presentada en el seminario La Herencia Sociológica de América Latina y el Futuro de las Ciencias Sociales, Centro de Estudios del Desarrollo de la Universidad Central de Venezuela, Caracas, julio de 1997; versión corregida presentada en el ciclo de conferencias Reestructuración Actual de Conceptos en Ciencias Sociales, Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades-unam, México, octubre 20-24 de 1997. “Educación, ética y democracia”, ponencia presentada en el coloquio La Educación en una Sociedad Democrática, Fundación para la Democracia, México, 28 de agosto de 1997. 596 APÉNDICE “La democracia de todos”, ponencia presentada en el XXI Congreso de la Asociación Latinoamericana de Sociología, São Paulo, agosto-septiembre de 1997; Dialéctica, año 2, núm. 31, primavera de 1998, pp. 4-16. “El pensamiento perseguido”, ponencia presentada en el Primer Congreso Internacional La Inquisición Novohispana, Instituto de Investigaciones Antropológicas-unam, Departamento de Historia y Filosofía de la Medicina-Facultad de Medicina-unam, uam-Azcapotzalco, México, septiembre de 1997. “La explotación global”, ponencia presentada en el seminario Visión Crítica de la Globalidad, Centro Latinoamericano de la Globalidad, Centro de Investigación y Docencia Económicas, México, 13-18 de noviembre de 1997. “Educación para todos: algunos problemas prácticos y otros ideológicos”, ponencia presentada en el Primer Foro de Análisis y Propuestas sobre Educación en el Distrito Federal, Asamblea Legislativa del Distrito Federal, I Legislatura, México, 30 de enero de 1998. “Enseñar a aprender ciencias y humanidades, hoy. Las ventanas y el cuadro”, conferencia magistral en Cultura General y Especialización, Sindicato de Trabajadores de la Universidad Nacional Autónoma de México, México, 18 de marzo de 1998. “México: la reforma del Estado. Una aproximación”, ponencia presentada en el foro La Reforma del Estado, Fundación para la Democracia Alternativa y Debate, Sociedad de Alumnos de Derecho de la Universidad Iberoamericana, México, 27 de abril de 1998. “Kanankil 1998: Conversation entre plusieurs”, presentado en el encuentro internacional Ciento Cincuenta Años Después del Maniiesto Comunista. ¿Cuál Alternativa al Capitalismo? ¿Cuál Emancipación Humana?, Asociación Espaces Marx, París, 13-16 de mayo de 1998. “Sociología universal”, ponencia presentada en el seminario Globalizaciones y Modernidades: Experiencias y Perspectivas en Europa y América Latina, Buenos Aires, 28 de junio al 1 de julio de 1998. “Restructuring the Social Sciences: Towards a New Paradigm”, ponencia presentada en la conferencia Globalizations and Modernities: European and Latin American Experiences and Perspectives, Swedish Council for Planning and Coordination of Research, Buenos Aires, 28 de junio a 1 de julio de 1998. “Los indios de México hacia el nuevo milenio”, trabajo presentado en la mesa redonda La Dimensión Étnica en la Sociedad Mexicana Contemporánea, en el seminario La Sociedad Mexicana Frente al Tercer Milenio, Coordinación de Humanidades-unam, México, 7-11 de septiembre de 1998. “Los pueblos indios de México y la ‘construcción del mundo’”, conferencia dictada en el Congreso Comunidad 98, La Habana, octubre de 1998. 597 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL “Identidad nacional y cultura cubana”, ponencia presentada en la mesa redonda Cultura Cubana e Identidad Nacional, Semana de la Cultura Cubana en México, México, 3-12 de diciembre de 1998. “La comunicación en ciencias sociales y los conceptos profundos”, ponencia presentada en la mesa redonda La Reestructuración de Conceptos en Ciencias Sociales, en el Congreso Nacional de Ciencias Sociales, Consejo Mexicano de Ciencias Sociales, México, 19-23 de abril de 1999. “El proyecto nacional”, conferencia dictada en la Fundación Méndez Arceo, Cuernavaca, 21 de mayo de 1999. “Historia y futuro del proyecto nacional”, conferencia dictada en el Centro de Investigación del Estado de Michoacán, en el Decimocuarto Aniversario de su Fundación, Morelia, 16 de agosto de 1999. “Alternativas de proyectos nacionales”, conferencia dictada en el 71° Aniversario del Natalicio del Ingeniero Heberto Castillo, 26 de agosto de 1999. “La próxima Jornada”, conferencia dictada en la mesa redonda La Jornada: Quince Años de Periodismo Crítico e Independiente, XV Aniversario de la Fundación del Periódico La Jornada; La Jornada, suplemento especial Quiénes Somos 1984­1999, México, 20 de septiembre de 1999, pp. 19-20. “La nueva universidad”, ponencia presentada en el Encuentro de Especialistas de Educación Superior, Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades-unam, México, 10 de julio de 2000. “El poder del consenso y los pueblos indios”, conferencia dictada en el seminario La Marcha Zapatista al D.F., Centro de Estudios Políticos de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales-unam, México, el 13 de marzo de 2001. “Current Systemic Trends and Antisystemic Movements”, ponencia presentada en el XXV Aniversario del Fernand Braudel Center, Universidad de Bighamton, en el seminario Antisystemic Movements: Past Tendencies, Future Prospects, coordinado por Immanuel Wallerstein, Nueva York, 2-3 de noviembre de 2001. “La lectura del mundo actual y la educación. Pensar en la exclusión y con los excluidos. Pensar en la participación y en la liberación”, conferencia en el X Encuentro Internacional de Educación a Distancia Hacia la Construcción de la Sociedad y el Aprendizaje, Coordinación General del Sistema para la Innovación del Aprendizaje de la Universidad de Guadalajara, Guadalajara, 27 de noviembre de 2001; versión corregida y presentada en el 150 Aniversario de la Universidad Autónoma Chapingo, Texcoco, 16-22 de febrero de 2004. “Palabras sobre Chiapas en el Foro Mundial de Porto Alegre 2002”, intervención en la conferencia Un Mundo sin Guerras es Posible, en el Foro Social Mundial de Porto Alegre 2002, en la mesa de trabajo Un Plan de Paz para 598 APÉNDICE Chiapas, Porto Alegre, 3 de febrero de 2002; en Jeferson Miola, Luciano Brunet y Luiz Heron da Silva (eds.), Um mundo sem guerras é possível, Corag-Administraçao e Parque Gráico, Porto Alegre, 2002, pp. 77-81. “La lucha por la paz hoy”, ponencia presentada en la conferencia internacional Por el Equilibrio del Mundo, La Habana, 27-29 de enero de 2003. “La reestructuración el poder mundial”, conferencia magistral presentada en las Terceras Jornadas de Teoría y Filosofía Política, Puebla, 23-26 de septiembre de 2003. “La lectura del mundo actual”, conferencia magistral presentada en el XII Congresos Nacional de Filosofía, Guadalajara, 28 de noviembre de 2003. “El capitalismo organizado. Entre el orden y el caos”, ponencia presentada en el II Seminario Bineal Internacional, Implicaciones Filosóicas, Epistemológicas y Metodológicas de la Teoría de la Complejidad, Instituto de Filosofía de La Habana, La Habana, 7-10 de enero de 2004. “Una lectura del mundo desde los movimientos alternativos”, ponencia presentada en el Encuentro Mundial de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad, Caracas, 26-28 de enero de 2004. “Historia del proyecto de nación: de Sor Juana a nuestros días”, ponencia magistral, Dirección General de Difusión Cultural y Servicio de la Universidad Autónoma Chapingo, Texcoco, febrero de 2004. “La dialéctica del progreso y el progreso de la dialéctica”, ponencia presentada en la Cátedra de Complejidad, La Habana, 10 de febrero de 2004. “La lectura del mundo actual y sus mediaciones”, conferencia dictada en la Feria Internacional del Libro, La Habana, 5-15 de febrero de 2004. “Las aportaciones en América Latina al pensamiento universal”, ponencia presentada en el Seminario Permanente de Doctorado Culturas Contemporáneas en América Latina, unam, México, 25 de febrero de 2004. “La distribución del conocimiento en el mundo actual. Notas para una mesa redonda”, conferencia dictada en la Feria del Libro Universitario, Universidad Veracruzana, Jalapa, 13 de septiembre de 2004. “La autonomía universitaria. Ayer y hoy”, en la mesa redonda El Signiicado de la Autonomía Universitaria, Jornadas Conmemorativas del LXXV Aniversario de la Autonomía de la unam, México, 11-15 de octubre de 2004. “El diálogo de las ciencias sobre la naturaleza y la humanidad”, conferencia dictada en el coloquio internacional José Martí por una Cultura de la Naturaleza, La Habana, 25-27 de octubre de 2004. “Relexiones en torno a la historia y el pensamiento latinoamericano”, ponencia presentada en la división de Ciencias Sociales y Humanidades, Departamento de Filosofía, Licenciatura en Historia, uam-Iztapalapa, México, 8 de noviembre de 2004. 599 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL Participación como ponente en el homenaje a Gérard Pierre-Charles, Centro de Estudios Latinoamericanos, Programa de Posgrado en Estudios Latinoamericanos-unam, México, 17 de noviembre de 2004. “La sociedad del conocimiento y las ciencias sociales”, conferencia magistral presentada en el VII Encuentro Latinoamericano de Estudiantes de Sociología, América Latina: La Construcción de un Rumbo Crítico en el Conocimiento Social, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales-unam, México, 17 de noviembre de 2004. “Las nuevas ciencias y las humanidades. De la academia a la política”, conferencia dictada en la Escuela Nacional de Estudios Profesionales-Aragón, unam, México, 18 de noviembre de 2004. Comentarista en la conferencia “Imperialismo y resistencia”, dictada por James Petras, en la Facultad de Economía-unam, México, 19 de noviembre de 2004. “La sociedad del conocimiento y la construcción de la teoría”, conferencia en la mesa Ciencia y Multidisciplina, de las VII Jornadas Multidisciplinarias del crim-unam, México, 22 de noviembre de 2004. “La lectura del mundo actual”, conferencia dictada en la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas, Instituto Politécnico Nacional, México, 25 de noviembre de 2004. “Dialogo para el proyecto nacional. Palabras de principio”, conferencia dictada en el Diálogo Nacional por un Proyecto de Nación Alternativo al Neoliberalismo, Centro de Convenciones del Sindicato Nacional de Trabajadores del Seguro Social, México, 27-28 de noviembre de 2004. “La distribución del conocimiento y los logros actuales de la Universidad Abierta, presencial y a distancia”, ponencia presentada en Nuevo Enfoque de la Educación Superior para las Modalidades Escolarizada, Abierta y a la Distancia, Sistema Universidad Abierta y Educación a Distancia, Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia-unam, México, 14 de enero de 2005. “El proyecto histórico de América Latina y el neoliberalismo”, conferencia magistral en el Primer Coloquio Internacional. América Latina: Historia, Realidades y Desafíos, Programa de Estudios Latinoamericanos-unam, México, 14-17 de febrero de 2005. “Modelos políticos, formas de representación y desigualdad en América Latina”, conferencia en el foro Desigualdad en América Latina, Las Reformas Necesarias, Universidad Autónoma Metropolitana, el Senado de la República, la unicef, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (pnuD), la cepal, inciDe Social, Red Mexicana de Investigadores de Organizaciones de la Sociedad Civil, Fundar, Deca Equipo Pueblo y la Universidad de la Ciudad de México, México, 15 de marzo de 2005. 600 APÉNDICE “La educación superior, los nuevos métodos de enseñanza y el proyecto nacional”, conferencia en el Congreso Nacional de Instituciones de Educación y de Investigación Agrícola, Universidad Autónoma Chapingo, Texcoco, 12 de abril de 2005. “La sociedad del conocimiento y la educación hoy”, conferencia magistral en el Instituto Politécnico Nacional, México, 27 de abril de 2005. “El poder global y las ciencias sociales hoy”, conferencia magistral en la Universidad Autónoma de Guerrero, Chilpancingo, 11 de mayo de 2005. enTrevisTas con pablo González casanova Radio Sarajevo. Entrevista hecha por Radio-Televizija Sarajevo sobre marxismo, 1982. “Entrevista a Pablo González Casanova por Ricardo Pozas” Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, edición conmemorativa del cambio de Instalaciones de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, año XXX, nueva época, núm. 115-116, enero-junio de 1984. “Explotación”, entrevista hecha por Joseph A. Kahl, en Joseph A. Kahl, Tres Sociólogos Latinoamericanos. Germani, González Casanova, Cardoso, enep Acatlán-unam, México, 1986, pp. 131-214. “Hacer la revolución, en nombre y en apoyo de la Constitución”, entrevista en La Unidad, núm. 43, 3 de julio de 1988, p. 7. “Investigación en ciencias sociales”, versión estenográica de la entrevista radiofónica hecha por Radio unam, para el programa Espacio Universitario, 5 de febrero de 1990; Premio Universidad Nacional 1989. Entrevistas, DGapa-unam, 1990, pp. 81-93. “La pobreza es una amenaza mundial”, entrevista hecha por María Esther Gilio, Brecha, 29 de noviembre de 1991, pp. 18 y 19. “Error, descartar la vía electoral como forma de lucha. Cárdenas: 10 millones, los votos fraudulentos”, entrevista sobre las elecciones en México, realizada por Blanche Petrich, La Jornada, primero de septiembre de 1994, p. 1 y 12. “Propone un sistema electoral más sencillo. El nuevo régimen será gobernable en la medida que atienda problemas”, entrevista sobre las elecciones en México, realizada por Miguel Angel Ramírez, El Nacional, primero de septiembre de 1994, p. 11. “Acabamos con el déicit de la Universidad”, entrevista hecha por Francisco Guzmán Burgos, con motivo de los 50 años del Patronato Universitario de la unam, agosto de 1995; El Patronato Universitario (1945­1995). Entre­ vistas, Testimonios y Cronología, unam, México, 1996, pp. 21-29. “En el mundo hay un proceso de redeinición del concepto de democracia”, 601 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL entrevista hecha por Esther Saldívar para Ciencia y Desarrollo, 20 de abril de 1998, pp. 4-7. “Entrevista sobre autonomía”, concedida a la Dirección General de Información de la unam, hecha por Patricia Ramírez, 9 de febrero de 1999; Excélsior, con el título “Dimití para provocar un ‘shock’ en la unam”, 11 de febrero de 1999, pp. 1 y 12. “Los ataques a la unam, nueva guerra fría contra la cultura”, entrevista por Karina Avilés, La Jornada, 27 de agosto de 2001, p. 48. “El tiempo, la pasión, el hombre. Peril y palabra de González Casanova”, entrevista hecha por Esthela Gutiérrez Garza, Trayectorias, Revista de Cien­ cias Sociales de la Universidad Autónoma de Nuevo León, año 4, núm. 9, mayo-agosto, 2002, pp. 100-118. “Triste y lamentable, el episodio con Cuba”, entrevista por Blanch Petrich, La Jornada, 3 de mayo de 2004. “Dr. Pablo González Casanova. Los territorios intelectuales de la democracia”, Pedro Talavera (prod.), Maestros detrás de las ideas, realización Tvunam, 2007. “Entrevista” por Martha Laura Tapia Campos, en Fernando Pérez Correa (coord.), Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. Historia testimonial de sus directores, fcpys-unam, México, 2008, pp. 57-68, ISBN 968-36-9998-7. Entrevista a Pablo González Casanova, por Esthela Gutiérrez Garza, en Tra­ yectorias de pensadores de nuestro tiempo, uanl/Siglo XXI, México, 2008. “El camino a la democracia directa”, entrevista hecha por Claudio Albertani; Crítica y Emancipación. Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, año III, núm. 6, 2011, pp. 85-102. colaboración en conseJos De reDacción De revisTas y Tareas eDiToriales Presidente y miembro del Comité Directivo de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), con sede en Santiago de Chile, 1959-1965. Presidente y miembro del Centro Latinoamericana de Investigaciones en Ciencias Sociales, con sede en Río de Janeiro, unesco, 1959-1965. Miembro regular de la Academia de la Investigación Cientíica, a partir de julio de 1960. Miembro del Comité Directivo de la Association Internationale de Sociologues de Langue Française, 1964. Miembro del Comité Internacional de la Documentation des Sciences Sociales, propuesto por la Association Internationale de Sociologie, 1965-1969 y reelecto para el periodo 1969-1973. 602 APÉNDICE Miembro del Consejo Editorial de la Revista Latinoamericana de Ciencia Polí­ tica de Flacso, enero de 1970. Miembro del Grupo de Asesores del Fondo de Cultura Económica, de su colección Clásicos, en el área de sociología, historia social y ciencia política en América Latina, noviembre de 1973. Miembro del Comité Editorial de Social Indicators Research, Canadá, 19761983. Miembro del Comité Consultivo del Centro Regional para la Educación Superior de América Latina y el Caribe, 1979-1983. Miembro del Consejo Consultivo de Paciic Viewpont, a partir de 1979. Miembro del Comité Editorial de International Social Science Journal, unesco, 1980; ratiicado en abril de 1993. Miembro de la Asociación Mundial de Relaciones Internacionales, Atenas, a partir de agosto de 1984. Miembro del Consejo Editorial de la Facultad de Ciencias Políticas y Administración Pública de la Universidad Autónoma del Estado de México, a partir de agosto de 1984; ratiicado en febrero de 1993 para la reaparición de la revista, con el nombre de Convergencia; ratiicado en marzo de 1999. Miembro del Consejo Académico del Instituto de Estudios Sociales, Económicos y Culturales del Uruguay, a partir de septiembre de 1984. Miembro del Consejo Consultivo de la Nueva Biblioteca Mexicana, publicación de la unam, a partir de noviembre de 1984. Miembro del Comité Mexicano, establecido con motivo del Cuadragésimo Aniversario de las Naciones Unidas, a partir de abril de 1985. Miembro del Consejo Consultivo del Colegio Nacional de Ciencias Políticas y Administración Pública, a partir de marzo de 1987. Miembro del Consejo Editorial de Acta Sociológica, revista de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales-unam, a partir de mayo de 1987. Miembro del Consejo Editorial y colaborador de Utopías, revista de la Facultad de Filosofía y Letras-unam, a partir de agosto de 1988. Miembro del Consejo Editorial Internacional de Social Justice, a partir de octubre de 1988. Miembro del Comité Cientíico de la International Review of Sociology, 1989. Miembro del Comité de Evaluación del Área de Ciencias Sociales del Programa de Apoyo a Proyectos de Investigación y de Innovación Docente, Gapa-unam, edición 1989-1990. Miembro del Consejo Editorial de la revista Nuestra América, São Paulo, a partir de junio de 1989. Miembro del Comité Asesor Editorial de Siglo XXI Editores, dentro de la Comisión de Economía y Sociología, a partir de enero de 1990. 603 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL Investigador asesor del Centro de Estadística y Documentación Electoral, del área de Investigación sobre Procesos Políticos de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa, a partir de julio de 1991. Miembro del Consejo Asesor del Conacyt, a partir de agosto de 1991. Miembro del Comité de Evaluación del Área de Ciencias Sociales del Programa de Apoyo a Proyectos de Investigación y de Innovación Docente, Gapa-unam, edición 1991-1992. Asesor del Programa de Maestría sobre Desarrollo Social en el Caribe Hispanoparlante, del Centro de Estudios sobre el Desarrollo-Universidad de La Habana, a partir de abril de 1992. Miembro del Consejo Asesor de Sociedad, revista de ciencias sociales de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, a partir de septiembre de 1992. Miembro del Consejo Asesor Internacional de la Revista Salvadoreña de Cien­ cias Sociales, publicación de la Fundación Dr. Guillermo Manuel Ungo, El Salvador, a partir de enero de 1993. Miembro del Seminario de Problemas Cientíicos y Filosóicos, por invitación del rector de la unam, José Sarukhán, a partir de enero de 1993. Miembro del Consejo Editorial de la revista Alternatives Sud, publicación del Centro Tricontinental, Lovaina la Nueva, a partir de abril de 1993. Miembro del Consejo Académico del Área de las Ciencias Sociales-unam, a partir de junio de 1993. Miembro del Consejo Honorario del Servicio Universitario Mundial, Ginebra, a partir de julio de 1993. Miembro del Comité Consultivo Internacional del Primer Centenario del Nacimiento de José Carlos Mariátegui, octubre de 1993. Miembro del Comité Técnico del Centro de Información Cientíica y Humanística- unam, a partir del 2 de diciembre de 1993. Miembro de la Comisión Asesora de la Revista Encuentros, Montevideo, a partir de diciembre de 1993. Miembro de la Comisión de Planeación y Evaluación del Consejo Académico del Área de las Ciencias Sociales-unam, a partir de febrero de 1994. Representante de la unam ante la Junta de Gobierno del Centro de Investigación y Docencia en Humanidades del Estado de Morelos, del 23 de abril de 1994 a 1997. Miembro del Comité Asesor de la revista Análisis Político que publica el Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Colombia, a partir de mayo de 1994. Miembro de la Comisión Especial de Posgrado del Consejo Académico del Área de Ciencias Sociales-unam, a partir de junio de 1994. 604 APÉNDICE Miembro del Comité Editorial de la revista Sociológica, de la Universidad Autónoma Metropolitana, Azcapotzalco, a partir de septiembre de 1994. Miembro activo de la The New York Academy of Sciences, a partir de marzo de 1995. Miembro de la Comisión sobre Divulgación y Comunicación Cientíica y Tecnológica, del Consejo Asesor del Conacyt, a partir de septiembre de 1995. Miembro de la Comisión sobre Investigación Cientíica (Proyectos de Investigación), del Consejo Asesor del Conacyt, a partir de septiembre de 1995. Miembro del Consejo Consultivo de Comunalidad, A.C., a partir de octubre de 1995. Coordinador y moderador en la Comisión de Trabajo Balance y Perspectivas del Pensamiento Latinoamericano, XX Congreso de la Asociación Latinoamericana de Sociología (alas), México, octubre de 1995. Miembro de la American Association for the Advancement of Sciences, de Washington, D.C., a partir de octubre de 1995. Miembro del Board of General Advisors de la Encyclopedia of Life Support Systems, a partir de junio de 1996. Miembro del Consejo Internacional del Berliner Institute für Kritsch Theorie (InkriT), de Berlín, a partir de agosto de 1996. Miembro de la Comisión Permanente de Posgrado del Consejo Académico del Área de Ciencias Sociales-unam, a partir de abril de 1997. Miembro del Consejo Editorial de la revista Free University Forum, Turquía, a partir de junio de 1997. Miembro del Consejo Editorial de Vozes, Petrópolis, a partir de enero de 1998. Miembro del grupo fundador del Seminario de Filosofía Moral y Política, de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales-unam, a partir de febrero de 1998. Miembro del Jurado Caliicador del Concurso de Tesis Profesionales sobre Transición Democrática y Partidos Políticos en México, marzo de 1998. Miembro del Comité de Coordinación del Simposio El Futuro de la Democracia en las Américas, para el Congreso de Americanistas, abril de 1998. Miembro del Consejo Editorial de la revista Literaturas Populares, publicación semestral del Seminario de Literaturas Populares de la Facultad de Filosofía y Letras- unam, a partir de febrero de 1999. Miembro del Consejo Editorial de la revista Trayectoria, de la Universidad Autónoma de Nuevo León, a partir de febrero de 1999. Miembro del Comité Consultivo del Programa Comparativo Las Globalizaciones y las Modernizaciones, del Swedish Collegium for Advanced Study and the Social Sciences, de Uppsala, a partir de septiembre de 1999. 605 PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL Representante del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales ante el Comité Académico del Programa Posdoctoral Pensamiento y Cultura en América Latina, coordinado por el doctor Hugo Zemelman, a partir de julio del2000. Colaborador permanente del Boletín Electrónico en Educación Comparada para Latinoamérica, Norteamérica y el Mundo, Venezuela, a partir de agosto de 2000. Miembro del Consejo Asesor de la Fundación Cultural y Cientíica Iberoamericana José Martí, a partir de octubre de 2000. Miembro del Consejo Editorial de la revista Geografía Política, Loughborough University, Leicestershire, a partir de febrero de 2001. Miembro del Consejo Editorial de Cuadernos Sociológicos, revista de la Escuela de Sociología de la Universidad de Arte y Ciencias Sociales, Chile, a partir de diciembre de 2001. Miembro del Comité Académico del Programa Pensamiento y Cultura en América Latina, del Posgrado en Humanidades y Ciencias Sociales, de la Universidad de la Ciudad de México, a partir de abril de 2002. Miembro del Comité de Evaluación de las publicaciones de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales-Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza, a partir de agosto de 2002. Miembro del Comité Académico Internacional del Laboratorio de Políticas Públicas-Universidad del Estado de Río de Janeiro, a partir de enero de 2003. Miembro de la Comisión Consultiva de la Revista Latinoamericana de Economía Problemas del Desarrollo, 2003-2004. 606 Dialéctica de la imaginación: Pablo González Casanova, una biografía intelectual se terminó de imprimir en mayo de 2014 en los talleres de Imprenta de Medios, sa de cv, en la ciudad de México. Para su composición se utilizaron tipos Goudy. La edición estuvo al cuidado de Pilar Tapia.