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Judiciales - Condenados

Imponen 75 años de prisión a dos pandilleros por asesinar a tres personas por no encubrirlos ante la PNC  

En la audiencia declaró un testigo con clave de protección “Piscis”, quien manifestó que cuando regresaron a la vivienda ya estaban adentro los criminales. Este recibió ocho disparos y fue trasladado al Hospital Rosales, en donde se recuperó ocho días después.

Imponen 75 años de prisión a dos pandilleros por asesinar a tres personas por no encubrirlos ante la PNC  

El Tribunal 1º de Sentencia de San Salvador impuso la pena de 75 años de prisión a Kevin Alexander Cortez Mendoza y José Alexander Zepeda Esquivel, ambos de 19 años de edad; por el delito de homicidio en grado de tentativa, en perjuicio de una víctima, también por homicidio agravado, por asesinar a Griselda del Carmen Vásquez Paz, de 40 años de edad, a su hijo José Alberto Vásquez Paz, de 18, y a la pareja sentimental de él, Brenda Magali Rivas Hernández, de 19 años.

El juez basó su fallo en las pruebas presentadas en el juicio, donde quedo probada la participación de ambos sujetos en los asesinatos, por lo que les condenó a pagar 20 años por cada homicidio y 15 años por el homicidio tentado. La vista pública se realizó de forma virtual desde el Penal de Quezaltepeque por José Zepeda, mientras que Kevin Cortes estuvo presente y purgará la pena en el Centro Penal la Esperanza, conocido como Mariona.

En la audiencia declaró un testigo con clave de protección “Piscis”, quien manifestó que cuando regresaron a la vivienda ya estaban adentro los criminales. Este recibió ocho disparos y fue trasladado al Hospital Rosales, en donde se recuperó ocho días después. Asimismo declaró un testigo más siempre con régimen de protección.

El caso

El no apoyar una mentira de un pandillero de la 18 Revolucionarios le costó la vida a la comerciante Griselda Vásquez. La mujer fue asesinada en el interior de su vivienda tras ser atacada junto a tres de sus familiares.

El 26 de abril de 2016, “Piscis”, uno de los dos testigos del hecho con régimen de protección, mantenía abierta la puerta de su casa -ubicada en la comunidad Concepción, en San Salvador-, cuando repentinamente un miembro de la pandilla con alias “El Sombra” ingresó para esconderse de unos agentes de la Policía Nacional Civil (PNC) que lo perseguían.

Tras una hora de permanecer en la vivienda, el sujeto decidió salir. El vicio de la marihuana hizo que se dirigiera a comprarla hacia una casa vecina, perteneciente a María Cecilia Gómez, alias “La Crazy”, una pandillera de 34 años.

Minutos después, “El Sombra” regresó a la casa de “Piscis” acompañado con unos miembros de la Fuerza Armada de El Salvador (FAES). Tras esto, el sujeto les comentó a los militares que Griselda Vásquez era su tía y por esa razón había entrado a la vivienda.

Al escuchar esta versión, los soldados cuestionaron a la mujer si eso era cierto, pero ella guardó silencio y no emitió palabra alguna.

Al no responder absolutamente nada, la FAES interpretó que era una mentira creada por “El Sombra”, por lo que se lo llevaron: “si ella es tu tía, entonces que te vaya a traer a donde nosotros te vamos a tener”, dijeron.

Una hora después, el pandillero regresó golpeado. La casa de otra miembro de la pandilla 18-R, Brendaly Beltrán, de 31 años de edad, fue su refugio para recuperarse. En ese sitio también se encontraban otros integrantes de la clica, Kevin Cortez, de 19 años, y “La Crazy”.

Al ver a “El Sombra” herido, “La Crazy” mandó a llamar a la mujer que calló ante los militares - Griselda Vásquez- para hacerle reclamos y amenazarla con golpearla por “haber dejado perder al bato”.

La intimidación hecha por los pandilleros también fue escuchada por otro de los testigos con régimen de protección, por lo que se le ha asignado la clave “Feria”, quien había acompañado a Vásquez.

El asesinato masivo

Tres días después de haber recibido las amenazas de golpes y las advertencias de una posible venganza, Griselda Vásquez se encontraba en su vivienda junto a su hijo José Vásquez, de 18 años; su nuera Brenda Hernández, de 19; “Piscis”, “Feria” y dos adultos mayores.

A eso de las 9:00 de la noche Griselda, “Piscis” y “Feria” se dirigieron a una iglesia cristiana ubicada cerca de la comunidad Concepción, en San Salvador, para asistir a una vigilia, por lo que el resto de miembros de la familia no salieron del hogar.

“Ya van las perras”, fueron las palabras que las tres víctimas –en ese momento sin saber que lo serían- lograron escuchar por parte de la pandillera Brendaly. A la vez observaron, según los testigos claves, a tres sujetos vestidos con uniformes pertenecientes a la PNC, con gorros navarones para tapar sus rostros y armados con pistolas y un fusil.

Sin brindar importancia a lo oído y a lo visto, las tres personas ingresaron al culto, por lo que cuando se llegó la 1:00 de la madrugada del 30 de abril de 2016 retornaron a su vivienda en donde las esperaba su familia.

“Ya vienen ya sabes quienes”, dijo una pandillera, que acompañaba a Brendaly, a través de un teléfono celular.

Según la historia plasmada en el expediente judicial, una de las rarezas que notó Griselda Vásquez y ahora ambos testigos protegidos fue la oscuridad que envolvía la casa donde habitaban a causa de que el foco que iluminaba hacia la calle había desaparecido. Además, la baranda de la entrada principal estaba abierta.

Al momento de abrir la puerta, pudieron observar que las dos personas mayores estaban atadas con unas cuerdas amarillas y habían sido amordazados tras meter unos trapeadores en su boca.

El pandillero José Alexander Zepeda, alias “Obama”, exigió a Griselda, “Piscis” y a “Feria” que entraran y que evitaran gritar. Así fue, al ingresar a la vivienda invadida por al menos unos ocho pandilleros también vieron a José Vásquez y a su pareja, Brenda Hernández, atados de manos y sentados en unas sillas. Al primero lo apuntaban con un arma en su cabeza.

Tras ser sometidos, “Obama” disparó dos veces al rostro de Griselda, a “Piscis” en el pecho y en varias partes de su cuerpo. Lo mismo ocurrió con la joven pareja. Ambos fueron asesinados también con armas de fuego.

Los sujetos huyeron por la puerta principal y por el techo de la casa, sitio en donde una familia quedó inerte por no haber sostenido un falso parentesco con un pandillero.

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